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La rehabilitación de las zonas áridas de Turquía

Basado en una ponencia presentada al 11° Congreso la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal

por FRANZ HESKE,
Catedrático de las Universidades de Hamburgo y Estambul

La distribución natural del monte alto por el Asia Menor se encuentra reducida a las zonas costeras, influídas por los vientos húmedos del mar. El interior es y ha sido siempre una estopa natural, desarbolada, en la que, como consecuencia de una precipitación gravemente disminuida, llegan incluso a producirse eflorescencias salinas.

Las condiciones esteparias del interior son resultado de la topografía, ya que las altas cadenas montañosas suelen correr paralelas a la costa, singularmente en el norte y en el sur, interceptando así una gran parte de la humedad procedente del mar. Esta situación se refleja también en la cubierta forestal de esas montañas y en la composición de la misma: a barlovento el bosque está fresco y, en lo fundamental, húmedo; mientras que a sotavento se presenta marcadamente seco lo cual es en particular perceptible en las montañas de la costa del mar Negro.

De los bosques costeros a la estopa del interior, ambos de formación natural, la transición es paulatina. El bosque propiamente dicho se ve confinado en forma creciente a las altitudes más elevadas (cimas y serranías) cuanta mayor es la distancia de la costa. Además, propende también a aproximarse cada vez más al límite de la vegetación arbórea y a los confines de la vegetación alpina, de manera que el bosque se ve limitado a un espacio cada vez más reducido.

Por naturaleza, la transición de bosque a estepa no es brusca sino, al contrario, en extremo gradual. Predominan las especies resistentes a la sequía, disminuye la densidad de los rodales y la estepa forestal llega a predominar en grandes sectores, con rodales abiertos de árboles y arbustos, aislados o en grupos, hasta que, por fin, los últimos y achaparrados vigías de los bosques, dejan el paso a las praderas sin árboles.

Este paisaje y asociación vegetal primitivos han quedado modificados considerablemente por obra del hombre, durante la larga historia de esta región.

El aprovechamiento abusivo de la tierra, singularmente en las partes más pobladas, la explotación despiadada de los bosques, llevada hasta el extremo del descuaje definitivo de los tocones, especialmente con objeto de utilizarlos como leña o carbón vegetal, así como el incesante pastoreo en los bosques, principalmente de cabras, ovejas y camellos, han dado por resultado una despoblación forestal muy generalizada. Las guerras y las migraciones constantes, junto con las grandes exigencias de la industria naviera que a lo largo de los siglos se han registrado en la costa, han ocasionado asimismo la destrucción del bosque. Como consecuencia de ello, la superficie arbolada ha disminuído hasta unos 10 u 11 millones de hectáreas, de las cuales únicamente cabe considerar como bosque en la verdadera acepción de la palabra unos 3 ó 3 millones y medio de hectáreas. El resto es monte bajo pobre, en diversas etapas de degeneración. Hay que calcular que, debido al rapidísimo aumento de la población y a la devastación cada vez más amplia de los bosques, por la ininterrumpida aplicación de métodos primitivos de aprovechamiento extensivo de la tierra, es posible que en los próximos 25 ó 30 años hayan desaparecido totalmente los bosques en el Asia Menor.

Resultados de la destrucción forestal

Los resultados de la destrucción del bosque pueden calificarse, en términos generales, de catastróficos para toda la región. La intensa erosión del suelo ocasionada por el escurrimiento sin freno, junto con la remoción de la capa superior del suelo por la acción del agua, en las montañas, y del viento, en la devastada estepa forestal, se ha convertido ya en un rasgo distintivo del paisaje del Asia Menor. Como consecuencia de la casi incesante corta a matarrasa y descuaje practicados en la estepa forestal, ha desaparecido el antiguo rompevientos protector; los vientos secos del interior penetran sin obstáculos en todas partes, lo que da por resultado un índice de evaporación excepcionalmente elevado, todo lo cual acentúa muchísimo el carácter árido de estas zonas, junto con su precipitación, que es ya relativamente baja. La estepa, pues, se va desplegando rápidamente hacia las zonas costeras, y la desecación de la tierra y su conversión en estepa marcha sin interrupción, como consecuencia de la fuerza combinada de esos factores de destrucción.

La erosión del suelo y el escurrimiento sin freno, debido a la destrucción del bosque de montaña, han repercutido adversamente en el caudal de los grandes ríos de Anatolia. Las inundaciones catastróficas alternan con toda regularidad con períodos de bajo caudal y de lechos fluviales completamente secos. Las zonas más bajas de valles fértiles se cobren de arena estéril y desecho, y cada año se pierden millones de toneladas del suelo más fértil.

En vista del crecimiento demográfico, habrá que considerar como desastrosa esa progresiva disminución de la capacidad potencial de producción. También es digno de notar que Anatolia, como muchas otras partes del Cercano Oriente que sufren condiciones similares, solían ser en un principio muy fértiles, y se las consideraba como los graneros del Viejo Continente. Hay que achacar en gran medida a la acción del hombre, el estado actual de esas zonas, la creciente disminución de su capacidad de producción, junto con el mal uso de la tierra y la pobreza y atraso de grandes sectores de población.

La rehabilitación económica y social del Cercano Oriente entraña la restauración de esas zonas degradadas por el hombre, como requisito previo esencial para un aprovechamiento más intensivo de la tierra. La recuperación del equilibrio biológico-ecológico es fundamental para que se riegue la tierra debidamente, ya que de ese modo podrá reducirse en zonas muy amplias el escurrimiento y la evaporación innecesarias, y, en consecuencia, podrá aprovecharse la máxima parte de la precipitación para la producción vegetal destinada al consumo humano y animal. A falta de glaciares y de nieves perpetuas, cobra vital importancia el máximo aprovechamiento de las lluvias. Las obras de riego y los embalses artificiales no pueden resolver por sí solos el problema, ni más ni menos que lo puede solucionar un mayor aprovechamiento de las aguas subterráneas.

Una mejora tan positiva no sólo constituye un elemento decisivo en la lucha contra el hambre y la pobreza en las zonas en cuestión, sino que es también un problema de significación internacional, en vista del creciente desequilibrio entre el aumento de población y las disponibilidades de alimento en todo el mundo.

Medidas forestales requeridas

De importancia sobresaliente para la restauración del equilibrio biológico-ecológico son las siguientes medidas forestales:

1. El reconocimiento general, en principio, de la importancia primerísima del bosque como promotor del bienestar, frente a su importancia como fuente de materia prima. En zonas como la del Cercano Oriente y Anatolia, los beneficios indirectos del bosque son de gran importancia.

2. Como la destrucción del bosque es resultado automático de métodos primitivos de explotación y de ocupación sin freno de la tierra, no es posible remediarla simplemente con nuevas disposiciones legales. Lo que se precisa es un plan para la transformación total de los métodos de aprovechamiento de la tierra, acompañado de medidas de colonización rural. La creciente presión de una población cada vez mayor y la tendencia hacia la industrialización, lo hacen de singular urgencia.

3. La regulación de la sequía por medios biológicos, el control sistemático de la erosión de suelos, la prohibición de la ganadería nómada, las obras de regeneración de estepas y bosques y la implantación de medidas de conservación intensiva del suelo, en parcelas de estepa deslindadas de antemano y defendidas del viento, constituyen elementos importantes de tal programa. No es este un plan que pueda realizarse en fragmentos; requiere una amplia y meditada coordinación de todas las medidas esenciales que hayan de tomarse. Tal coordinación es precisa porque la reforma del aprovechamiento de la tierra tiene una repercusión esencial en la forma de vida de las poblaciones rurales y, en consecuencia, habrá de afectar a todos los sectores sociales y económicos más importantes de la vida nacional. La coordinación, por último, es necesaria porque los métodos de aprovechamiento de la tierra habrán de ser sincronizados con el adelanto del país en otras esferas. Esta finalidad sólo podrá alcanzarse mediante un plan nacional de conservación de tierras, regulación de la sequía y colonización.

4. Los aspectos puramente forestales de ese programa nacional comprenden: una conservación forestal estricta en todas las partes del país que revistan importancia para la agricultura, primordialmente, desde el punto de vista de los efectos beneficiosos de sus bosques; la repoblación de tierras típicamente forestales desarboladas, concediendo prelación a las zonas amenazadas de erosión; la habilitación sistemática de las tierras erosionadas por el agua; la plantación sistemática de abrigos vivos en la estepa de Anatolia, concediendo prioridad a la estepa primitivamente arbolada que, con la destrucción de los rodales por el hombre, se ha convertido en estepa árida; la intensificación de la agricultura en esa estepa restaurada, con miras a la producción de piensos, la introducción de la alimentación en pesebre y, mediante ella, de la producción de estiércol, con la consiguiente aminoración de la presión en el pastizal de bosques. La conversión de la estepa, desarbolada hoy, en sotos defendidos contra el viento, resolverá el problema del combustible en esas zonas; y quizá resulte posible también la quema de la boñiga seca del ganado, en lugar de utilizarla como abono directamente. De acuerdo con esta rehabilitación extensiva de las tierras de Anatolia convertidas en estopa por acción del hombre, deberán implantarse las medidas internas de colonización anteriormente mencionadas, con objeto de atenuar la presión demográfica, al desviarla hacia las tierras recién roturadas.

Medidas que se toman

Ese programa tan vasto ha sido elaborado en Turquía con el aliento y el apoyo del Gobierno nacional. En la Universidad de Estambul se ha creado un instituto de investigaciones para el estudio de la geografía forestal del Cercano Oriente y de sus consiguientes problemas económicos. Tarea principal de este instituto es el estudio científico y el proyectar métodos forestales aplicables a las zonas áridas. El director de este instituto ocupa también la cátedra que recientemente se creó en la Universidad para enseñar a los estudiantes todas las cuestiones referentes a dicho programa. Las clases y los exámenes en materia de economía forestal se han hecho obligatorios dentro del programa de estudios. Se están preparando traducciones de obras especializadas y científicas de interés para el Cercano Oriente, en turco y en otro idioma universal. Las publicará el Departamento de Publicaciones Científicas de la Escuela de Montes de la Universidad de Estambul. Se han preparado parcelas de ensayo para repoblación de la estepa en los lugares más convenientes de la estopa de Anatolia, cuya finalidad principal estriba en determinar cuáles son las especies arbóreas y arbustivas más aptas para plantarlas como rompevientos en la estepa del Asia Menor, así como los métodos más adecuados de plantación. Se ha entrado ya en relación con las autoridades forestales de los institutos de investigaciones de otros países del Cercano Oriente para efectuar un intercambio de conocimientos y experiencias.


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