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Un mundo - Un bosque

«Está bien elegido el título de la nueva revista de la FAO, Unasylva: un mundo, un bosque. Esta nueva revista tratará de arrojar luz sobre los problemas de toda clase que se plantean en la esfera de la silvicultura y los productos forestales, comparar los métodos que se emplean en los diversos países y exponer las opiniones y las sugerencias de los expertos que laboran en los distintos campos. Espero y creo que habrá de ser una nueva y acerada hoja en la lucha universal por liberarse de la pobreza».

Estas palabras están contenidas en el editorial escrito por Boyd Orr, primer Director General de la FAO, y publicado en el primer número de Unasylva en 1947.

Desde que inicié mis funciones como Director de Montes de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación tuve el propósito de publicar una revista forestal con un triple objeto: difundir los conocimientos técnicos de interés mundial o regional; tener al lector al corriente de las actividades forestales de la Organización, y servir de enlace entre los servicios forestales para mantenerlos informados de las variaciones experimentadas en las políticas forestales y la organización de los servicios de los Estados Miembros.

Fué necesario que transcurriese un año para superar las dificultades administrativas y técnicas inherentes a tal empresa, y en julio de 1947, hallándose la sede provisional de la Organización radicada en Wáshington, apareció el primer número de Unasylva.

Cuando ésta se inició, hubo muchos que dudaron de que fuese acertado el embarcarse en semejante proyecto. Pero yo siempre he creído que una publicación como Unasylva tenía una verdadera función que cumplir y creo que mi punto de vista ha quedado ampliamente justificado durante los diez años que Unasylva ha servido a la causa de la silvicultura en todo el mundo.

Ahora, parece oportuno celebrar el transcurso de estos diez años con un número especial dedicado a hacer el inventario de nuestras actividades.

Nuestro objeto, pues, es presentar el balance de las actividades de la FAO en materia forestal durante dicho período. Los resultados obtenidos no son obra de un solo hombre, ni de aquellas contadas personas que vinieron a ser funcionarios internacionales. Desde un principio me he preocupado porque la Dirección de Montes sea una obra colectiva en la que participen todos los servicios y técnicos forestales del mundo. Con este espíritu he organizado el trabajo de la Dirección y, en las determinadas esferas, son muchos los expertos que se han asociado a las actividades de nuestros grupos técnicos.

A quienes no estén familiarizados con nuestra labor, este número de Unasylva les dará ocasión de conocerla, y quizás de darse cuenta de que no siempre es justo decir que las organizaciones internacionales no tienen ningún valor.

A los demás, a todos aquellos que se han asociado a los trabajos de nuestras comisiones regionales, de nuestros grupos y reuniones técnicos, a ésos quizás les haga recordar con agrado un determinado incidente de una conferencia, este episodio de una comisión o congreso o quizás aquella figura de un amigo olvidado.

Con tal espíritu, confío en que este número le interese y sea así estimado. Ojalá sirva para confirmar a nuestros amigos en la idea de que aún queda mucho por hacer en el dominio forestal, que el camino apenas se ha trazado, pero que el porvenir está lleno de promesas y que esperamos que las generaciones jóvenes triunfen de los obstáculos que apenas hemos localizado.

Marcel Leloup

FIGURA 1. Para muchos, el concepto clásico de la silvicultura científica está representado por los montes altos de Francia. El grabado ilustra un típico monte alto de roble con un piso interior de haya. Forêt domainiale de Bercé (Sarthe), Francia.

Foto: Direction Générale des Eaux et Forêts.

FIGURA 2. Vacunos apacentados en una masa vieja de alerce. Forêt de Montgenèvre (Haute Alpes), Francia.

Foto: Direction Générale des Eaux et Forêts.


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