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Cables eléctricos sobre el bosque

B. SIMONSSON
Miembro de la Junta estatal sueca de energía eléctrica

Muy pocas personas piensan en los problemas que surgen al extenderse las redes eléctricas a través de terrenos arbolados y montes. En gran parte se da por supuesta tal práctica. Sin embargo, da origen a una serie de cuestiones de interés para el silvicultor, y a solicitud de la FAO el autor de este artículo describe aquí lo que se ha hecho en Suecia para aminorar el daño causado a los montes por las líneas de conducción eléctrica.

Las redes de energía del Estado sueco tienen actualmente una extensión aproximada de 5.000 kilómetros y el área comprendida en las fajas forestales debajo de las líneas, o que en cualquier otra forma se halla afectada por ellas, se calcula en unas 120.000 hectáreas. Desde hace unos 20 años se ha estudiado la manera de garantizar una transmisión segura de la energía eléctrica al menor costo y con el mínimo daño para los montes. Los métodos particulares que, en consecuencia, se han adoptado en Suecia puede que no tengan aplicación general, pero siempre han de ser válidos los principios en que se fundan.

Originalmente la manera de establecer la faja para la línea de conducción en el bosque era echar abajo todos los árboles que por su altura pudieran dañar los cables o las torres de transmisión si acaso cayeran sobre ellos, considerándose técnicamente tales árboles como peligrosos. Se despejaba la zona del cable y no se dejaba luego que creciera vegetación alguna más alta que matorrales bajos. Este método, desde luego, ofrece un alto grado de seguridad, pero es inevitable que el perjuicio para el monte sea considerable y que sean elevadas las indemnizaciones que por tanto hay que pagar a los propietarios forestales.

La primera medida encaminada a disminuir los costos consistió en clasificar las líneas de conducción en dos grupos principales: líneas de importancia nacional, cuyo funcionamiento no podía interrumpirse ni aun por intervalos breves y líneas secundarias para las necesidades locales. Se impusieron normas menos estrictas para el mantenimiento de las fajas de bosque de este segundo grupo y se concedió que debería aceptarse el riesgo de interrupciones cortas producidas, por ejemplo, por la caída de árboles en los temporales.

Líneas esenciales

El mantenimiento de una faja forestal bajo un cable eléctrico de importancia esencial significa por consiguiente que no pueden tolerarse árboles peligrosos en esas zonas. Todos los árboles que hayan alcanzado una dimensión crítica deben ser cortados. Pero ya no es necesario derribarlos.

Se han hecho ensayos de poda de las cimas de árboles peligrosos, especialmente en las zonas panorámicas, a fin de evitar vacíos antiestéticos. Esta experiencia con la poda de las cimas ha sido favorable y poco a poco se ha llegado a la evidencia de que tal procedimiento puede tener aplicación general. En verdad, ahora se acepta que el procedimiento de podar las copas tiene, en las condiciones suecas, muchas ventajas.

Cuando hay que derribar árboles para mantener la seguridad de una línea de conducción, el propietario del monte sufre porque se corta la madera antes de que ésta haya llegado a la madurez y adquirido su pleno valor económico, y porque la remoción de los troncos a menudo requiere una cantidad desproporcionada de trabajo extra. Desde luego, se pueden calcular estas pérdidas directas y solicitar indemnización por ellas, pero con frecuencia los propietarios también sufren pérdidas indirectas. A menudo los árboles peligrosos son los de tronco eminente, resistentes a los vientos. Si fueran suprimidos, los árboles vecinos sufrirían mucho a causa de los perjuicios que les causarían los vientos y las inclemencias del tiempo hasta que ellos, a su vez, hubieran adquirido bastante resistencia.

FIGURA 1. - La vegetación bajo este cable de 200.000 voltios sirve de refugio a los animales salvajes y protege el suelo.

FIGURA 2. - Arboles con la cima podada bajo un cable de 200.000 voltios.

En cambio, cuando se poda correctamente la copa del árbol no hay repercusiones excesivas sobre el incremento de la madera y las funciones protectoras que ejerce. Puede dejarse de pie el árbol por largo tiempo sin peligro y el propietario puede derribarlo cuando quiera. Disminuye la pérdida de madera para construcción o papel que podría producirse y se reduce, proporcionalmente, el pago de indemnizaciones a los propietarios.

Se ha comprobado que se puede detener permanentemente el crecimiento de, por lo menos Pinus sylvestris que crece en suelos poco productivos, incluso en un período temprano de su desarrollo, mediante la utilización correcta de los procedimientos de poda de la cima. Estos procedimientos deberían ser los siguientes, según la experiencia obtenido en Suecia. Los árboles en una faja, a menudo bastante amplia (hasta de 40 m. para una única línea de conducción eléctrica), deberían someterse a un primer aclareo que permita que los distintos troncos y copas tengan bastante espacio para desarrollarse, pero sin estimular el desarrollo de las especies frondosas de rápido crecimiento. Con frecuencia hay que repetir el aclareo y luego se deja que los troncos alcancen la altura permitida. Una vez logrado este máximo habría que cortar las cimas. Se conservaría el menor número posible de las ramas superiores, las cuales poseen la propiedad de reemplazar la cima del árbol; a menudo ha resultado ventajoso podar también las partes exteriores de las ramas altas de la copa restante.

Como consecuencia de una operación de esta clase se puede obtener una masa de árboles jóvenes y vigorosos que parecen capaces, incluso después de suprimirse las ramas superiores, de producir trozas para laminar bajo un cable eléctrico donde la altura máxima permitida es de sólo 8 metros. Aun en los casos en que no es posible obtener una variedad de especies de alta calidad, siempre se puede lograr una buena producción de madera para papel, incluso bajo condiciones de desarrollo bastante difíciles.

Tales cultivos tienen no sólo un valor de mercado. Las masas arbóreas suministran refugio para los animales salvajes y la caza y constituyen una protección contra la erosión y la degeneración del suelo. Pero, desde luego, es el aspecto económico el que hace atractivo este método. Se ha podido establecer que, en general, el costo de podar la cima de un árbol no es mayor que el de derribarlo, y en muchos casos la primera operación es más barata. Esto significa que la poda de las cimas, con la producción posterior de una cantidad utilizable de madera, es más ventajosa que la tala total de troncos no utilizables, particularmente cuando se trata de pequeños propietarios forestales que pueden tomar a su cargo parte, o la mayoría, del trabajo de poda.

Debe, sin embargo, señalarse que cualquier operación que implique peligro por motivo de la electricidad, no puede dejarse a la iniciativa de los propietarios privados de la tierra. Tales labores deben ser realizadas por personas especialmente capacitadas o bajo su vigilancia. Por tanto, la producción, en las fajas debajo de las redes de transmisión eléctrica, de madera utilizable exige la colaboración entre El propietario de la línea y el dueño del monte.

Para alturas de hasta ocho o diez metros, la poda de la cima se efectúa con herramientas especiales fijadas al extremo de varillas aisladoras. Una sierra pequeña constituye la herramienta más útil. Cuando las alturas son mayores, la operación se realiza trepando al árbol. Desde hace algunos años se utilizan en Suecia zapatos especiales para trepar de modelo estadounidense. Permiten subir fácilmente por los troncos desnudos y por entre las ramas de la copa y no son un obstáculo para caminar sobre el terreno.

Debe tomarse nota en relación con las fajas donde se permitiría el desarrollo de los árboles, que las masas no deben ser nunca tan densas que no sea fácil inspeccionar la línea o sean imposibles las reparaciones. Sin embargo, como no es necesario efectuar con frecuencia las reparaciones, la cuadrilla encargada de ellas puede, sin perder mucho tiempo, derribar los árboles que sea preciso para facilitar su labor. La probabilidad remota de que sean necesarias reparaciones no debe ser motivo para que se prohiban totalmente las masas forestales capaces de producir madera utilizable. Si con este pretexto no se permite el cultivo de coníferas, habrá a menudo que cubrir las fajas con especies frondosas cuyo mantenimiento exige someterlas a cortas y pulverizaciones químicas costosas.

La poda de las cimas ha sido materia de algunas críticas por motivos estéticos. En realidad, los resultados han sido a veces ofensivos a la vista, pero esto ha ocurrido, en general, porque se ha realizado el trabajo con menos cuidado y conocimientos de lo deseable. Si la poda de las cimas se encarga a expertos que la hagan con cuidado no se harán objeciones por causa de daños a la belleza del paisaje. Por el contrario, a menudo se obtienen arbolados que dan una impresión de casi normalidad y pocos observadores, profesionales u otros, pueden reconocer si un bosque cerca de una línea eléctrica ha estado sujeto o no a la poda de las cimas, a no ser que el examen sea muy cuidadoso. A menudo, algunos años después de la operación, las copas dan la impresión de pertenecer a árboles mucho más viejos.

Naturalmente, hay otras posibilidades para aprovechar las fajas de monte, fuera de la producción de madera. En los valles, el suelo es con frecuencia superior al promedio y la altura de los cables eléctricos considerable. Esto, desde luego, aumenta las posibilidades de dedicar las fajas a viveros o al cultivo de árboles de Navidad; también es posible la producción muy satisfactoria de pastos y arbustos para que ramoneen los animales, especialmente en los suelos húmedos. Se pueden obtener así vedados para animales de caza, lo cual es especialmente útil en países donde una explotación forestal intensiva impide dedicar a ello otras zonas. A este respecto debe observarse, sin embargo, que en muchos países se está difundiendo cada vez más el empleo de productos químicos para regular el crecimiento de las especies frondosas, sobre todo debajo de los cables eléctricos, y si hay el propósito de producir forraje para los animales salvajes habría que planear cuidadosamente el empleo de dichos productos.

Es obvio que las fajas de monte bajo los cables eléctricos no pueden utilizarse para almacenar materias inflamables. Por ejemplo, no pueden ser empleadas durante el verano como lugar de desembarque de troncos. Se permitiría, en cambio, el almacenamiento de troncos durante el invierno si se toman medidas simples de precaución para los trabajadores que actuén en las fajas.

Líneas secundarias

Como ya se ha dicho, puede admitirse en cierto grado el riesgo de interrupciones en las líneas secundarias causadas por la caída de árboles. Esto quiere decir que hay la posibilidad de estrechar las fajas forestales bajo esas líneas. Cualquier restricción de las fajas de monte, bajo las líneas eléctricas puede, desde luego, inevitablemente traer consigo algunos peligros. Durante las cortas normales puede suceder que un árbol caiga por accidente en dirección de la línea y actúe como conductor de electricidad. Sólo por ese motivo se obliga a todos los propietarios de zonas boscosas a notificar cuándo van a cortar árboles cerca de una línea eléctrica y a indicar la ayuda que necesitan. Toda la ayuda requerida al respecto la proporcionan gratis las compañías productoras de fuerza.

FIGURA 3. - Bajo este cable eléctrico (130.000 voltios) se ha permitido que crezca la vegetación hasta una altura de 8 metros. Ahora, a la edad de 20 años, los árboles así podados han producido madera para papel. En un futuro no muy distante se podrá disponer también de trozas para laminar.

FIGURAS 4 . - Se está preparando la vegetación alrededor de este cable de 20.000 voltios, a fin de formar una faja en el bosque en forma de túnel. Se han quitado las ramas superiores en el lado de los árboles correspondiente al cable eléctrico.

Fajas establecidas en forma de túnel a lo largo de un cable de 30.000 voltios.

La primera medida adoptada en Suecia para estrechar las fajas no fué muy sagaz. Se estrecharon de modo que abarcaban aproximadamente cinco metros a cada lado de la línea con un ancho total de 10 a 12 metros.

En esos embudos o cañones las tormentas producían considerables daños tanto a los árboles como a las líneas eléctricas. Para evitarlo se estrecharon aún más las fajas hasta el límite de seguridad de la línea eléctrica. Ya en esta dirección, finalmente se terminó por no cortar prácticamente faja alguna y dejar sólo un túnel muy estrecho para las líneas.

Por muy extraño que parezca este método fué todo un éxito. En cuanto se ha visto por la experiencia, los túneles ofrecen mucha más seguridad que las fajas de un ancho reducido y el monte sufre menos daños. Ha habido que desarrollar cierta técnica para asegurar el buen mantenimiento de los túneles aun en los casos de arbolados jóvenes vigorosos. El momento crítico es cuando la cima de los árboles está por rebasar los alambres. Quitando las ramas en el lado de la copa correspondiente al cable eléctrico, se obtiene que cuando los árboles se inclinen lo hagan fuera del alcance de la línea: esto es, sobre todo, evidente cuando las copas están cubiertas de nieve. Algunos años después se permite que los árboles continúen creciendo sin obstáculo alguno y el resultado es algo muy semejante a un túnel estrecho.

Es esencial, desde luego, suprimir los troncos débiles o los árboles cuyo sistema radicular se haya debilitado; también los aclareos, efectuados en momento oportuno tienen efecto favorable sobre la estabilidad y el desarrollo de los troncos. Fuera de esto, los túneles necesitan muy poca atención una vez que han quedado establecidos y parece probable que puedan funcionar satisfactoriamente por muchos años con un gasto de mantenimiento muy bajo.

Desde hace más de diez años se ha experimentado este método y no hay duda alguna que los resultados han sido satisfactorios. Por ejemplo, en 1956 se desencadenó una tormenta sobre las partes occidentales del sur de Suecia que causó daños muy considerables. Miles de árboles fueron desarraigados precisamente en aquellos distritos donde se había aplicado el método de los túneles, pero un reconocimiento rápido de la red de transmisión eléctrica mostró que sólo dos árboles habían caído sobre los cables, produciendo pocos desperfectos, en tanto que a ambos lados de las líneas los bosques habían sufrido mucho por los vientos. Esta es una pueba segura de que mediante la aplicación correcta, en las fajas para cables eléctricos, del sistema de túneles se logra reforzar los troncos.


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