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Diez años de progresos forestales en Irak

G. W. CHAPMAN

Oficial de Asistencia Técnica de la FAO

Hace diez años, el Director General de Agricultura de Irak me hizo fijar la atención en un gran mapa de este país, que colgaba en la pared de su despacho en Bagdad. Señalando con un ademán la parte septentrional del país dijo:

«Los montes de Irak están todos en las montañas que se extienden a lo largo de la frontera con Turquía y el Irán. No conocemos con exactitud ni la extensión ni la riqueza de los mismos. Tememos que todos ellos sean talados y - transformados en carbón. Quisiéramos representar estos montes en el mapa. Queremos saber el mejor modo de conservarlos y deseamos poder contar rápidamente con una nueva legislación forestal».

Esta era la situación en enero de 1947.1 Algunos días después me personé en la Sección Forestal de Arbil, pequeña población que se halla en las llanuras septentrionales y bien situada en el centro del gran arco montañoso que se extiende por el Norte y el Este. En aquellos días la Sección Forestal del Departamento de Agricultura estaba constituida por un oficial agronómico, un contable y un oficinista. Afectos a la sección y con residencia en centros forestales más alejados, había dos o tres oficiales jóvenes diplomados en la Escuela de Agricultura cercana a Bagdad. Había también unos cincuenta o sesenta «Qolchis» (aldeanos kurdos pintorescamente vestidos, armados hasta los dientes llenos de cartucheras en bandolera) que constituían el cuerpo de guardas forestales. Estos guardas estaban destacados en los puntos estratégicos a lo largo de las pocas carreteras que bajan de las montañas y eran los encargados de vigilar el contrabando de carbón vegetal que, por falta de una legislación forestal eficaz, continuaba floreciendo.

1 Véase «La Silvicultura en Irak», G. W. Chapman. Unasylva, Vol. 2, No 5, 1948.

En aquella época, no se disponía nunca de mucho dinero para destinarlo a fines forestales: el presupuesto de la Sección Forestal era de unos 15.000 dinares2 al año, cuyo noventa por ciento se dedicaba a salarios, subsidios - y gastos de oficina. Quedaba poco para la plantación de árboles y otras actividades forestales. Esto, por supuesto, sucedía con anterioridad a la época de los gigantescos ingresos petrolíferos.

2 Un dinar = 2,80 dólares E.U.A.

El idioma era otra dificultad. El árabe es una lengua rica, lengua para poetas, filósofos y teólogos; pero era difícil encontrar términos forestales en árabe. Para «Montes» hay dos palabras: Rabat y ahrash pero no existe ninguna que pueda describir con exactitud expresiones como «cuenca colectara», «silvicultura», «tratamientos de entresaca de monte bajo» o, ni siquiera, «forestal». Pocos entendían bien lo que significa la silvicultura, no obstante haber un número cada vez mayor de habitantes del país que se sentían inquietos por la desaparición de los bosques montañosos de robles nudosos y ramosos en los hornos de los carboneros. Muchos tenían la firme convicción de que el único modo de preservar los montes era prohibir totalmente la corta de árboles, aun contrariando las antiquísimas costumbres de montañeses, que cortan los árboles que precisan cuando surge la necesidad.

Por esto, no era de extrañar que la silvicultura fuese poco comprendida en Irak, pues las nueve décimas partes de la población del país vivían en las llanuras desarboladas del delta de Mesopotamia o vagaban con sus ovejas y sus camellos por la amplia estepa que separa el delta de los desiertos que le flanquean. Para la mayoría de los pobladores del país un monte son los bosquecillos de palmeras datileras que orillan los ríos y canales por todo el delta. Los únicos productos forestales conocidos por los campesinos procedían de la fronda de la palmera, cuyas hojas trenzaban en esteras y cestas y en los muebles de rejilla que se fabricaban con las venas centrales resistentes y elásticas. Toda la madera utilizada en el país tenía que importarse a un precio que limitaba su empleo a las ciudades.

Diez años después

Diez años en silvicultura no son mucho: los árboles crecen lentamente y los gobiernos, incluso en los países donde la silvicultura está más desarrollada, frecuentemente parece que acomodan su avance gradual al ritmo de incremento de los montes. Pero volviendo al Irak quedé extrañado y gratamente sorprendido al descubrir los progresos realizados y los que estaban en vías de serlo.

La insignificante Sección Forestal de Arbil se había transformado en una Dirección General en Bagdad dependiente del Ministerio de Agricultura, con Secciones Forestales establecidas en nueve de las catorce provincias del país. Habían aparecido en escena muchos hombres nuevos que fueron al extranjero a las universidades y a las escuelas de montes y que habían regresado para entonces con conocimientos de silvicultura, preocupados por esta ciencia y deseosos de convertir en realizaciones prácticas sus conocimientos teóricos. En las provincias septentrionales se fueron creando departamentos en los centros forestales auxiliares. Los antiguos «Qolchis» se habían transformado en una sección de policía forestal uniformada y encuadrada por oficiales de la policía regular destinados al Servicio Forestal. Una nueva legislación forestal, aprobada uno o dos años antes, incluía en su preámbulo una clara exposición de los objetivos de una política forestal nacional. Hasta el lenguaje forestal árabe comenzaba a evolucionar desde la terminología forestal arábiga provisional redactada por un grupo de forestales aprovechando los términos empleados en la región.

La falta de dinero no es ya problema. El presupuesto forestal anual se ha más que decuplicado con relación a la cifra de 1948 y, además, se ha destinado un millón de dinares a trabajos de fomento forestal dentro del Plan de Fomento Nacional. En realidad, hay dinero abundante para que un Departamento todavía relativamente pequeño trabaje al máximo de su capacidad.

Pero me pareció que uno de los rasgos más alentadores de la nueva situación forestal era el interés que demostraba la gente por la silvicultura y la plantación de árboles en todo el país. Cada primavera, por ejemplo, se celebran impresionantes fiestas del árbol en Bagdad y en todas las poblaciones de provincias y distritos. Estas fiestas comienzan, por lo general, con una ceremonia de plantación de árboles, en la que desfilan los niños de las escuelas y, después de la apertura oficial, plantan árboles a lo largo de las aceras de una de las avenidas de la población. A estas ceremonias asiste mucho público y los altos funcionarios del gobierno. Casi todas estas plantaciones hechas a los lados de los caminos están bien conservadas y año tras año las hileras de árboles se extienden cada vez más por el paisaje iroqués a lo largo de las nuevas carreteras que se construyen para enlazar los centros de población de las provincias con la capital.

Plantaciones en regadío

Lo más impresionante de todo son las nuevas plantaciones en regadío que el Servicio Forestal ha comenzado a establecer en las tierras bajas desarboladas, como primera fase de una política a largo plazo destinada a hacer de Irak un país autárquico en lo relativo a productos de la madera. Se están introduciendo muchas nuevas especies exóticas, entre ellas eucaliptos y chopos híbridos y pinos subtropicales del grupo mexicano, si bien las especies indígenas (principalmente el chopo negro y el plátano de levante), así como también las plantas exóticas establecidas de antiguo, tales como la casuarina o los eucaliptos E. camaldulensis y E. microtheca, forman la mayoría de las plantaciones actuales. Estas plantaciones se hallan bien establecidas en estaciones cuidadosamente niveladas de antemano para permitir un riego eficaz y están divididas en secciones de 25 hectáreas. Bajo el clima cálido y desértico de Irak, el agua de riego se aplica pródigamente, por lo general mediante bombas que la elevan de los ríos y canales, y no son raras las aplicaciones equivalentes a un total de 1.000 a 1.500 mm. anuales. La tierra disponible, aun cuando a veces presenta salinidad, es comúnmente de buena calidad desde el punto de vista agrícola, y el desarrollo arbóreo en estas ricas estaciones con agua abundante y una gran insolación es de una rapidez excepcional. Los chopos y los eucaliptos alcanzan alturas de 4 a 6 metros en un año y en algunas de las primeras plantaciones de especies colonizadoras (que no tienen más de diez años) muchos de los árboles son ya lo bastante grandes para servir para postes telefónicos o para trozas de aserrío pequeñas. Se esperan ritmos de incremento anual medio de 20 metros cúbicos por hectárea y más, y, si los planes actuales para la creación de plantaciones en 25.000 hectáreas en los próximos veinte años continúan, Irak se hallará en vías de alcanzar la autarquía en el suministro de madera.

Las máquinas desempeñan un importante papel en la creación de estas nuevas plantaciones. Las empujadoras y las niveladoras desbrozan, nivelan el terreno y levantan diques contra las inundaciones o los canales elevados que distribuyen el agua sacada por las bombas a los más apartados rincones de las plantaciones. Los tractores de ruedas se usan para arar las secciones de plantación, abrir acequias y regueras y, una vez plantados los árboles, para combatir las malas hierbas, aplicar pulverizaciones y efectuar otros cuidados culturales hasta que los árboles jóvenes poseen una cubierta de copas cerrada. Una característica digna de mención de estas plantaciones es el porcentaje extraordinariamente bajo de árboles dañados en las nuevas plantaciones, pues es raro que la reposición de marras exceda del 5 por ciento. Los árboles están colocados generalmente a intervalos de 3 metros, en líneas separadas 3 ó 4 metros y con gran frecuencia los espacios entre línea y línea se usan como vivero para estacas de chopo, que posteriormente se trasplantan a las zonas de plantación del año siguiente. Realmente, aparecen muchas técnicas de plantación nuevas e interesantes, siendo de notar que el Instituto de Investigaciones Forestales está creando parcelas experimentales en muchas de las plantaciones nuevas para observar y registrar las fases de desarrollo de esta silvicultura nueva e interesante.

Los gastos de establecimiento son relativamente elevados (hasta 200 dinares por hectárea), pero se incluyen aquí también los gastos de maquinaria, vehículos, bombas, edificios y vías de acceso, y es indudable que estos gastos disminuirán a medida que la experiencia sea mayor. El valor en pie en una rotación de 10 a 15 años se espera que sea de 1.500 a 2.000 dinares por hectárea e incluso superior en el caso de las especies más valiosas. Estos rendimientos no son inferiores a los de los cultivos comerciales agrícolas que se obtienen actualmente y muy bien podría decirse que estas plantaciones en regadío de Irak representan en realidad una forma de explotación agrícola en la que el árbol es el cultivo comercial más importante.

Aun cuando casi todos los trabajos se concentran en la actualidad en parcelas de plantaciones cuya extensión oscila entre 400 y 1.000 hectáreas, en los planes para el porvenir se incluyen proyectos para la plantación extensiva en hileras en los desiertos puestos en riego y recientemente abiertos a la agricultura. Por ejemplo, en el proyecto del canal de Musayib, que se extiende a 75.000 hectáreas, el Servicio Forestal ha previsto la plantación de rompevientos por un valor de 70.000 dinares, a lo largo de las orillas de todos los canales y todos los desagües tanto principales como laterales. Se espera que estas plantaciones sirvan de demostración e inciten la iniciativa de los colonos para plantar hileras de árboles y bosquetes agrícolas en sus predios. En realidad, se tiene la esperanza de que la plantación extensiva y sistemática de rompevientos tenga consecuencias de largo alcance sobre los rendimientos de los cultivos y que pueda conducir también a una considerable economía en el empleo de agua de riego como resultado de la disminución de los índices de evaporación y transpiración. Estas plantaciones abren un amplio campo a la experimentación y es de esperar que el Instituto de Investigaciones Forestales aproveche la oportunidad que se le presenta para investigar la influencia de estas plantaciones en hilera, en las condiciones climáticas extremadas del delta de Mesopotamia.

Los montes naturales

Aunque los progresos en las tierras bajas son quizá más espectaculares, los producidos en los bosques de montaña indígenas son continuos. Estos montes se han representado cartográficamente y se han dividido en categorías generales basadas en la calidad y la densidad de las masas. Del 1.700.000 hectáreas de tierras arboladas que figuran en los mapas forestales, unas 900.000 hectáreas consisten en robledos explotables, siendo el resto prado alpino y parque abierto. La colonización de la tierra progresa bastante en la zona montañosa, y acaba de comenzar la reserva sistemática de montes. Existen excelentes mapas topográficos a escala 1:20.000 y una serie completa de fotografías aéreas para la preparación de los más detallados inventarios de los montes que seguirán a la reserva. Se presta más atención a los problemas de la ordenación de las cuencas colectoras, especialmente en las zonas de captación de agua de los nuevos embalses gigantescos para riego, proyectados o en construcción en las montañas.

El Servicio Forestal es ciertamente el que dirige estos trabajos, habiendo puesto en marcha varios planes de fomento forestal interesantes en los montes de montaña. Casi todos estos planes tienen el doble objeto de reducir la erosión y la escorrentía instantánea y de enriquecer los robledos mediante la introducción de coníferas (principalmente Pinus brutia, Cupressus sempervirens y C. arizonica). Los brinzales de estas especies necesitan ser regados en los dos o tres veranos primeros, después de lo cual quedan establecidos y medran con las lluvias invernales. El riego es difícil y costoso, lo cual limita bastante los objetivos de los trabajos, pero a pesar de esto están surgiendo diversas pequeñas plantaciones prometedoras en diferentes lugares de las zonas montañosas. La estricta protección contra el pastoreo conseguida en todos estos proyectos ha producido, sin embargo, una sorprendente reacción en el rápido desarrollo de las plantas herbáceas nativas que cubren el suelo de los montes, así como en un vigoroso rebrote del tallar de Quercus cortado y previamente ramoneado. La prohibición del pastoreo basta por sí sola para lograr un mejoramiento muy grande en la lucha contra la erosión y como los montes están todos sometidos en mayor o menor grado al pastoreo, parece ser que la ordenación mejorada de los pastizales forestales llegará a ser probablemente el aspecto más importante de la futura política forestal en las zonas de captación de aguas de las montañas.

La reglamentación de la corta en los montes para leña y carbón sigue siendo todavía un problema. El comercio del carbón con los centros urbanos de las tierras bajas está totalmente prohibido desde hace tres años y aunque el Servicio Forestal no puede impedir aún enteramente el contrabando de carbón, no hay duda de que se ha logrado una considerable reducción en el consumo de dicho producto. En comparación con los diez últimos años, ha habido un importante incremento en el uso de otros combustibles, tales como keroseno, y van siendo raros los hornillos de carbón que antes se encontraban por todas partes. El gobierno tiene en estudio un plan para racionalizar la explotación de los montes mediante el establecimiento de un monopolio del carbón ejercido directamente por el Departamento Forestal. Este plan presenta medios más adecuados para combatir el comercio ilícito y, al mismo tiempo, proporcionaría un trabajo más regular a las poblaciones forestales. Recientemente, se acordó aclarar los montes situados por bajo del nivel máximo del nuevo embalse de Darhend-i-Khan, labor que realizará directamente el Departamento Forestal a modo de plan experimental para adquirir experiencia antes de lanzarse a proyectos de mayor importancia.

El porvenir

Quizá uno de los factores más asombrosos en el desarrollo de los montes de Irak sea la relativa exigüidad del personal forestal que ha alcanzado progresos tan relevantes en aspectos tan variados. La falta de forestales capacitados es casi el factor más importante que contiene el ímpetu del fomento forestal actualmente y la solución obvia consiste en aprovechar las escuelas existentes y crear centros de capacitación en Irak. Esta cuestión ha sido objeto también de cuidadosa consideración y hace muy poco que el Ministerio de Agricultura ha autorizado los planes para establecer una Facultad de Montes en la Escuela de Agricultura, que formará parte de la nueva Universidad de Bagdad, y para construir Escuelas de montes y Escuelas para la capacitación de guardabosques. Cuando estos planes sean una realidad, el Servicio Forestal estará en condiciones de realizar el ambicioso programa de fomento que tiene ante sí.

Si se vuelve la mirada a diez años atrás, es indudable que el Servicio Forestal de Irak ha dado un gran paso en la tarea de cumplimentar la política forestal nacional. Sin embargo, esto es sólo el comienzo, siendo necesaria una energía enorme y constante si se quiere conservar los montes de las zonas de captación de aguas de las montañas, vitales para el país, y formar por repoblación las reservas madereras tan necesarias para una nación que crece rápidamente. Habrán de transcurrir todavía muchos años para que se logren estos objetivos, pero las perspectivas parecen todas de lo más favorable para el porvenir de la silvicultura en Irak.


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