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Evaluación de la fertilidad de las estaciones

P. J. VIRO

Departarmento de Suelos, Instituto de Investigaciones Forestales, Helsinki, Finlandia (Becario FAO/André Mayer)

Son muchos los métodos que se han utilizado para evaluar la fertilidad de las estaciones forestales. Los más importantes se basan en ciertas características de la masa, en los estratos rasantes de vegetación, en las propiedades físicas o químicas del suelo, o en el contenido de nutrimientos del follaje. El inconveniente de los métodos basados en las características de la masa es que no permiten la evaluación de una zona desarbolada. Además, el tratamiento de la masa puede influir en tales características. La evaluación basada en el estrato rasante se realiza casi exclusivamente en Finlandia. En otros países no parece que da una idea exacta de la fertilidad de las estaciones. Como estos métodos no son totalmente satisfactorios se han puesto grandes esperanzas en los métodos químicos o físicos de evaluación de la fertilidad de las estaciones forestales, ya sea por análisis del suelo o ya por el del follaje.

Hace dos decenios el análisis del suelo era mucho más corriente que el análisis foliar, pero últimamente éste se practica cada vez más. (Lo propugnan, por ejemplo, Tamm, 1956; Leyton, 1958; Wittich, 1958; Wehrmann, 1959 y Strebel, 1960; y el análisis del suelo, Aaltonen, 1950, 1951; Viro, 1951, 1955; y Wilde, 1958.) El objeto del presente estudio es examinar cuál de estos dos métodos, el de análisis del suelo o el de análisis foliar, describe mejor la fertilidad de las estaciones forestales en condiciones edáficas y climáticas diversas.

El estudio se ha realizado merced a una beca André Mayer de la FAO, constituyendo este artículo un breve resumen del informe final presentado a la Organización. Los trabajos de campo efectuados en los diferentes países fueron posibles gracias a la gentileza de las organizaciones de investigación forestal de los mismos.

Material y métodos

Area estudiada y muestras

Este estudio se limitó al pino silvestre (Pinus silvestris L.) y al abeto blanco (Picea abies Link.), porque estas especies tienen una distribución bastante amplia y gran importancia económica en Europa. El material se recogió en los otoños de 1958 y 1959. En el sur de Finlandia, Suecia, Alemania, Polonia y Austria se estudiaron 10 rodales de pino y 10 de abeto; en Francia, 10 de pino; y en el norte de Finlandia, 30 de pino. Estas parcelas de muestra no son necesariamente representativas de la totalidad de ningún país.

El emplazamiento de las masas de muestra se indica, por lo que se refiere al pino, en la Figura 1, y al abeto, en la Figura 2. Estas figuras indican también la distribución geográfica natural del pino silvestre y del abeto blanco en Europa. En la medida de lo posible las parcelas correspondían a masas de edad intermedia y se hallaban en llanos. Las masas de Finlandia, Suecia y Austria se encontraban en suelos morrénicos, las de Polonia y Francia, en suelos aluviales, y las de Alemania, en suelos morrénicos y en suelos aluviales.

FIGURA 1. - Emplazamiento de las masas de pino.

FIGURA 2. - Emplazamiento de las masas de abeto.

Siempre que fue posible se utilizaron parcelas de muestra permanentes pertenecientes a organizaciones forestales locales. En las masas no sometidas a investigación hasta ahora las mediciones se efectuaron por los métodos habituales del Instituto de Investigaciones Forestales de Finlandia. Se midió la altura dominante de la masa y se determinó la altura correspondiente a los 60 anos sirviéndose de tablas alsométricas de carácter local o mediante una barrena epidométrica y la toma de muestras del follaje.

Las muestras de suelo mineral se tomaron de cuatro pozos, tomándose por separado muestras del suelo superficial (0 a 30 cm.) y del subsuelo (30 a 60 cm.) que luego se juntaron. En estos pozos se determinó además el tipo de formación del suelo y se midieron los horizontes. De la capa de humus se tomaron muestras con un cilindro en 20 puntos en las diagonales de la parcela. El contenido de piedras se midió por el método de prueba con varilla.

Se escogieron muestras de agujas de cinco árboles dominantes en el punto más alto a que se podía llegar escalando, generalmente a 2 ó 3 metros de la copa. Las muestras se tomaron de la parte de la solana y de ramas no sombreadas. Se tomaron por separado las agujas del año y las de dos años.

Trabajos de laboratorio

Todos los trabajos de laboratorio se hicieron en el Laboratorio de Suelos del Instituto de Investigaciones Forestales de Finlandia, siguiendo los métodos usuales empleados en tal laboratorio. Se llevaron a cabo los análisis siguientes:

1. Suelo mineral: Peso específico aparente, composición mecánica, nutrientes cambiables (con acetato amónico), nitrógeno total, contenido de humus, índice de minerales básicos (Tamm), capacidad de retención de agua (Bouyoucos) y acidez en agua y en KCI.

2. Capa de humus: Nutrientes cambiables y totales, nitrógeno total, acidez y desprendimiento de CO2

3. Agujas: Nutrientes totales.

Como de costumbre, los análisis de suelos se hicieron en suelo fino (> 2 mm.). Con el fin de que los resultados de los distintos países pudiesen compararse entre sí, se calculó la cantidad de nutrientes por hectárea y se emplearon en todas las discusiones las cifras resultantes.

Indice de estación

Como indicadores de la calidad de una estación se han utilizado diversas características de la masa, como son la altura, el diámetro, el área basimétrica y el volumen. En este estudio, la fertilidad de la estación viene dada por la altura media, a los 60 años, de los 100 árboles más gruesos de cada hectárea. A esto se denomina aquí índice de estación. De las características de la masa antes mencionadas la altura dominante es la que menos depende del tratamiento a que se somete la masa, siempre que no se hayan efectuado claras de copa.

Las masas de la misma especie arbórea de un país constituyen una unidad en la primera discusión de los resultados. Las masas de una unidad se dividieron en dos grupos según el índice de estación. Las cinco masas con los índices de estación más altos forman el grupo I, y las cinco con los valores más pequeños, el grupo II. La media del índice de estación era igualmente elevada en los suelos pardos y en los suelos podsólicos pardos, por lo que estas parcelas se consideraron conjuntamente en la discusión. Los promedios de los índices de estación y los campos de variación de estos índices fueron


Promedio

Campo de variación

Metros

Pino, suelo podsólico

17,7

10-25

Pino, suelo pardo

24,8

20-28

Abeto, suelo podsólico

23,4

18-29

Abeto, suelo pardo

25,0

21-30

Resultados del estudio

Resultados de los análisis de suelos

Es imposible presentar aquí todos los datos obtenidos en este estudio. Sin embargo, para dar al lector una cierta idea del estado de la cuestión por lo que se refiere a los nutrientes, se presentan en el Cuadro 1 los promedios de las cantidades de nutrientes cambiables, nitrógeno total y carbono orgánico de la capa de suelo superficial. Este cuadro indica muy claramente que la concentración de nutrientes varía mucho de unos países a otros y de unos tipos de suelo a otros. Casi sin excepción, las concentraciones en un país eran máximas en los suelos pardos y mínimas en los suelos podsólicos. En las masas de pinos las características más salientes eran lo pequeño de las concentraciones de calcio en los suelos de Francia y de magnesio en los suelos podsólicos de Polonia y lo grande de las concentraciones de fósforo en los suelos polacos. Las concentraciones de nutrientes en los suelos de Finlandia y de Suecia eran notablemente análogas. En las masas de abeto los rasgos más salientes eran las grandes concentraciones de fósforo soluble en lactatos en los suelos de Polonia. Estos datos no permiten una comparación general de los suelos de las masas de pino y de abeto, pero el estado nutricional parece que varía mucho en las diferentes circunstancias.

La distribución de los nutrientes en los perfiles analizados variaba para los distintos nutrientes y suelos. En los suelos pardos el 50 por ciento o más de estos nutrientes se hallaba generalmente en el subsuelo; en los suelos podsólicos pardos esta cifra era algo inferior y en los suelos podsólicos era el 30 por ciento aproximadamente. Un hecho al que frecuentemente no se da importancia es que por lo general sólo una pequeña fracción de la materia orgánica y el nitrógeno se encuentra en la capa de humus crudo. En el caso presente la mayor parte de estos elementos se encontró en la capa superficial del suelo, e incluso en los suelos podsólicos el subsuelo contenía mucho más nitrógeno, y a veces materia orgánica también, que la capa húmica.

CUADRO 1. - CANTIDADES MEDIAS DE NUTRIENTES SOLUBLES EN ACETATOS EN LA CAPA SUPERFICIAL (0 A 30 CM.) DEL SUELO MINERAL

1 P = podsólico,
BP = podsólico pardo,
B = pardo,
Sg = «stagnogley».

La relación C/N era máxima en la capa de humus crudo y mínima en el subsuelo. En capas correspondientes la relación era por lo común máxima en los suelos podsólicos y mínima en los pardos. Las cifras correspondientes de los diferentes países no variaban por lo general mucho, si se exceptúan las referentes a Polonia, que eran excepcionalmente bajas, especialmente los suelos podsólicos. La relación para los suelos del norte de Finlandia era también muy baja. En la capa de humus esta relación era más elevada en los suelos de los abetales, mientras que en los suelos minerales lo era generalmente en los suelos de los pinares.

Los nutrientes del suelo y la fertilidad de las estaciones

La fertilidad de una estación está determinada por el clima y el suelo. Como de estos dos factores principales de la fertilidad el clima varía grandemente dentro del área en que se hace la investigación, se procuró que las parcelas de muestra de un país estuviesen lo más próximas posible a fin de que las variaciones climáticas en la unidad fuesen inapreciables. La correlación local entre el índice de estación y las propiedades del suelo se examinó primero gráficamente. Después de esto, se calcularon las cantidades medias de nutrientes para los grupos de índices de estación antes descritos y se estudió la significación de la diferencia de los promedios de un país en función de la hipótesis de valor nulo con el «ensayo». En zonas más extensas la correlación se estudió también por análisis estadístico. Las masas de pino y de abeto se consideran por separado.

Examen de las masas de pino. Se observó con mucha frecuencia una diferencia notable en las cantidades de nutrientes entre los grupos de índices por lo que respecta al nitrógeno y el manganeso. En cuanto a los otros nutrientes se encontró una diferencia significativa en dos países solamente en las cantidades de fósforo. Al igual que en estudios anteriores se halló una correlación significativa entre la fertilidad de las masas de pino y las cantidades de calcio y de magnesio en el sur de Finlandia.

La fertilidad de las estaciones presentaba una correlación menos frecuente con las características físicas del suelo que con las químicas. En las masas de Francia, Polonia y norte de Finlandia se observó una correlación entre la fertilidad de la estación y el contenido de suelo fino, y en las masas de Finlandia meridional y de Alemania, entre la fertilidad y el índice de minerales básicos. La correlación entre la fertilidad y la capacidad de retención de agua únicamente se encontró en las masas de Finlandia septentrional.

Examen de las masas de abeto. No se halló nunca una diferencia importante en las cantidades de un nutriente en dos países. El rasgo más característico es la correlación negativa altamente significativa entre la fertilidad de la estación y ciertos nutrientes en Austria. Esto indica que dichos nutrientes se encuentran en cantidades superiores a la óptima en estos suelos calcáreos. En el sur de Finlandia pudo demostrarse también una correlación significativa entre la fertilidad de la estación y las cantidades de calcio y de magnesio en masas de abeto.

No se halló correlación entre ninguna característica física del suelo y la fertilidad de las masas de abeto.

La acidez del suelo y el total de nutrientes de la capa de humus crudo resultaron ser malos indicadores de la fertilidad del suelo, tanto en las masas de pino como en las de abeto.

Las parcelas de muestra se escogieron intencionadamente de tipos genéticos de suelos diferentes. Es bastante probable que esto explique algunos de los resultados anteriores. Es de lamentar que no se hayan podido estudiar más masas en cada país.

El análisis de las agujas y la fertilidad de las estaciones

En el Cuadro 2 se presenta el contenido medio de nutrientes de las agujas. Los contenidos de los suelos pardos y de los suelos podsólicos pardos eran casi iguales y por ello aparecen reunidos. El contenido medio de casi todos los nutrientes tendía a ser más bajo en los suelos podsólicos. Este contenido variaba considerablemente de unos a otros países, pero esta variación era más bien irregular. Las variaciones en el contenido de agujas del año y de dos años eran, por lo común, semejantes. El contenido de nutrientes se calculó tanto en materia seca como en cenizas. Las cifras referentes a éstas no añadieron nada nuevo en relación con el objeto de estos estudios.

CUADRO 2. - CONTENIDO MEDIO DE NUTRIENTES DE LAS AGUJAS

Tipo de suelo

Cenizas

P2O5

MnO

MgO

CaO

K2O

N

Porcentaje de materia seca

PINO

Agujas del año

Podsólico

2,495

0,369

0,073

0,150

0,325

0,849

1,30

Pardo

2,554

0,387

0,140

0,193

0,389

0,793

1,58

Agujas de 2 años

Podsólico

2,723

0,286

0,126

0,130

0,577

0,661

1,27

Pardo

3,036

0,344

0,080

0,171

0,650

0,686

1,59

ABETO

Agujas del año

Podsólico

3,361

0,481

0,100

0,197

0,539

0,889

1,33

Pardo

3,195

0,378

0,180

0,185

0,597

0,823

1,29

Agujas de 2 años

Podsólico

3,833

0,403

0,147

0,192

0,828

0,756

1,21

Pardo

4,172

0,298

0,250

0,173

0,913

0,728

1,24

El contenido de nutrientes de las agujas variaba mucho menos que el de nutrientes del suelo. El primero variaba casi independientemente del segundo. Unicamente para el nitrógeno se halló una correlación muy significativa (del orden de 0,1 por ciento) entre el contenido de nitrógeno de las agujas de pino y la cantidad de nitrógeno en el suelo superficial.

La correlación entre la fertilidad de la estación y el contenido de nutrientes de las agujas no era, por lo común, significativa. En las masas de pino se encuentra una correlación significativa en los países únicamente para el nitrógeno y el fósforo de las agujas del año, y para el nitrógeno y el manganeso de las agujas de dos años.

En las masas de abeto las correlaciones significativas se observaron con mucha menor frecuencia que en las masas de pino y nunca se encontraron para un nutriente en más de un país.

Discusión

Efecto de los factores climáticos

Estos estudios no revelaron un efecto definido del clima sobre el estado nutricional general del suelo. Sin embargo, las cantidades de materia orgánica y de nitrógeno eran máximas en los suelos de Europa Central, menores en el sur de Escandinavia y mínimas en el norte de Finlandia. El efecto del clima sobre el contenido de nutrientes de las agujas resultó ser muy ligero.

Una correlación significativa entre la fertilidad de la estación y la concentración de nutrientes sólo se encontró por lo general cuando todas las masas de una unidad eran de igual tipo de suelo. Por lo tanto, se estudió la posibilidad de considerar conjuntamente las masas de países adyacentes al examinar los resultados. Se demostró que en las masas de pino de Europa Central en suelos podsólicos existía una correlación muy significativa entre el índice de estación y la cantidad de nitrógeno del suelo superficial. En los suelos pardos y podsólicos pardos la correlación dependía de la concentración de calcio del suelo. Excluyendo los suelos ricos en calcio se encontró una correlación muy significativa entre el índice de estación y la cantidad de nitrógeno del suelo superficial, tanto en las masas de pino como en las de abeto. (En los suelos podsólicos sólo había tres masas de abeto.) No se observó correlación significativa alguna entre el índice de estación y los otros nutrientes en esta extensa zona.

El contenido en nutrientes de las agujas presentaba cierta correlación con la fertilidad de la estación en la zona más extensa. Sin embargo, como se ha visto, el contenido de nitrógeno de las agujas es paralelo a la concentración de nitrógeno del suelo, por lo que esta correlación es únicamente aparente.

Estas masas son bastante representativas del área natural del pino y el abeto de Europa Central. Las correlaciones anteriores indican que el clima de toda esta zona es igualmente favorable para el crecimiento de estas coníferas. El clima de la zona estudiada en Finlandia y el de la estudiada en Suecia parece que difieren tanto a este respecto entre sí y del de Europa Central que deben estudiarse por separado.

Evaluación de la fertilidad de las estaciones

El material de este estudio no basta para permitir sacar conclusiones definitivas en cuanto a cuál de los métodos - el análisis del suelo o el análisis foliar - describe mejor la fertilidad de las estaciones. No obstante, los resultados indican claramente que, a pesar de las limitaciones que se señalan en este trabajo, el análisis del suelo da resultados más seguros. Cuando se examinaron las diferencias entre los grupos de índices se observó que se encontraba mucho más frecuentemente una diferencia significativa en las concentraciones de nutrientes del suelo que en las de nutrientes en las agujas. En particular, los contenidos de nitrógeno, manganeso y fósforo resultaron ser indicadores locales importantes de la fertilidad de las estaciones. Además, la correlación hallada en las masas de Europa Central entre el índice de estación y la concentración de nitrógeno del suelo muestra de un modo más definido la superioridad del análisis del suelo para la evaluación de la fertilidad de las estaciones.

Estos resultados indican que el nitrógeno es el elemento que mejor describe la fertilidad del suelo. Este estudio no establece el orden de importancia mutuo de los otros nutrientes. Este orden es probablemente distinto en circunstancias diferentes, por ejemplo, en suelos de otra formación. Por lo tanto, en una investigación científica deberá analizarse el mayor número de nutrientes posible. Cuando las condiciones locales se conocen debidamente, un análisis de un número reducido de nutrientes puede bastar para evaluar la fertilidad de una estación forestal.

Estos estudios señalan que el manganeso presenta frecuentemente una fuerte correlación con la fertilidad de la estación. Actualmente se supone que las plantas sólo necesitan cantidades pequeñísimas de manganeso, pero puede que los árboles tengan necesidades desconocidas. Es evidente que hay que prestar más atención al papel del manganeso, y quizá también al de otros muchos nutrientes en el crecimiento de los árboles.

Cuando se reunieron los datos relativos a las masas de pino y de abeto de Europa central de un mismo tipo de suelo, el coeficiente de correlación entre el índice de estación y la cantidad de nitrógeno resultó de significación igual (del orden de 0,1%) al de una especie arbórea únicamente. Esto indicaría que estas especies tienen un crecimiento análogo para concentraciones de nitrógeno en el suelo semejantes en esta zona.

Se estimó que sólo 1/6 a 1/2 de los nutrientes que contiene el suelo es cambiable. Por otra parte, el nitrógeno se determina de manera total por el método de Kjeldahl. Existen indicaciones de que las plantas pueden ser capaces de utilizar nutrientes no cambiables y, por aplicación por contacto, incluso partículas minerales del suelo. Esta puede ser una de las razones por las cuales la determinación del nitrógeno refleja aquí más universalmente la fertilidad del suelo.

Muchos hombres de ciencia consideran que el análisis de las acículas proporciona resultados más seguros en la evaluación de la fertilidad de las estaciones. Sin embargo, este método se ha usado sobre todo en masas o plantaciones jóvenes y el presente estudio se refiere a masas adultas. La utilidad máxima del análisis de las acículas está quizás en que revela la deficiencia de ciertos nutrientes. Parece evidente que en las masas estudiadas aquí el contenido de nutrientes de las agujas era por lo general superior al límite de deficiencia, con la posible excepción del contenido de nitrógeno de las masas de pino escandinavas. Las agujas no presentaban nunca clorosis.

En el ciclo metabólico del ácido cítrico intervienen varios ácidos orgánicos. Ciertas plantas contienen además otros ácidos, por ejemplo, ácido oxálico. Es evidente que la función de los cationes de las células consiste en gran medida en equilibrar los ácidos orgánicos y los aniones inorgánicos, como fosfato, sulfato y cloruro (por ejemplo, DeKock, 1958). Por esta razón, poco probable que el análisis de los cationes de las hojas refleje satisfactoriamente la fertilidad de una estación.

Análisis de suelos

La correlación entre el índice de estación y la cantidad de nutriente se calculó no sólo para el suelo superficial, sino también para el subsuelo, y se analizó para ambos estratos. Se demostró que el coeficiente de correlación era en general más significativo para el suelo superficial. Estos resultados confirman la observación anterior de que es más importante conocer la concentración de nutrimentos del suelo mineral superior. La profundidad exacta de la capa de suelo que debe analizarse varía probablemente de unos a otros países, pero las observaciones oculares a propósito de los trabajos de campo indican que la profundidad de las raíces de las dos especies de árboles suele variar dentro de límites bastante estrechos. Por ello, probablemente se podría convenir de un modo universal, sin grandes riesgos, la profundidad de la capa de suelo que hay que analizar para evaluar la fertilidad de una estación.

Para los suelos que presentan una capa acuífera o agua subterránea a una profundidad a que pueden alcanzar las raíces, es necesario hacer una excepción en el procedimiento usual. Estos suelos deben estudiarse en algunos casos hasta una profundidad de varios metros. El investigador deberá estar preparado para ello en todos los suelos aluviales.

En los estudios de fertilidad del suelo corrientemente se determinan los nutrientes cambiables. La cantidad cambiada depende de varios factores, siendo uno de los menos estudiados, pose a su probable importancia, la función de la vegetación y de la materia orgánica en general. Es sabido que muchos ácidos orgánicos forman quelatos, complejos o precipitados con cationes polivalentes, e impiden el cambio de estos cationes.

Análisis aleatorios indican que estos «compuestos inhibidores» se hallan presentes en cantidades mucho mayores en el barrujo de abeto que en el de pino. Quizás esto explica en parte por qué la correlación entre la fertilidad de una estación y los nutrientes minerales del suelo es peor en las masas de abeto. Como ejemplo de las concentraciones de un compuesto inhibidor puede mencionarse que una muestra de barrujo de abeto analizada recientemente en nuestro laboratorio contenía aproximadamente 50 «milla», equivalentes por 100 gramos de ácido oxálico. El oxalato cálcico es muy poco soluble, por lo cual este calcio no puede extraerse con acetato amónico. Los suelos objeto del presente estudio variaban también mucho en cuanto al porcentaje de cambiabilidad de los nutrientes de la capa húmica. Por estas razones, es necesario efectuar más trabajos fundamentales acerca de los métodos químicos de análisis de suelos. Esta labor deberá hacerse en muestras de suelos forestales y no en muestras de suelos agrícolas, como se ha venido haciendo hasta ahora.

El fósforo se determinó en este estudio por dos métodos: extracción con acetato amónico y extracción con lactato cálcico. Las cantidades extraídas eran por lo general menores con el lactato que con el acetato. Sin embargo, en todos los suelos polacos, pero especialmente en los de masas de pinos, las cantidades extraídas con lactato eran mucho mayores. Por lo general, se descubrió simultáneamente con ambos métodos una diferencia significativa entre los grupos de índices.

En las masas de pinos de Finlandia septentrional se encontró una correlación negativa entre la fertilidad de la estación y el índice de minerales básicos. Algunas de estas parcelas de ensayo se encontraban en un suelo derivado de granulita y es sabido que los densos minerales de granulita (peso específico > 2,68) son casi inutilizables como fuentes de nutrientes para las plantas. Por ello, la aplicabilidad de este método en los estudios de fertilidad deberá confirmarse mediante análisis mineralógico.

Se halló una correlación muy significativa (del orden de 0,1 %) entre la capacidad de retención de agua y el contenido de suelo fino (< 0,02 y < 0,002 mm.). Por lo tanto, este método sencillo sirve muy bien para dar una medida rápida de la textura del suelo.

Conclusiones

Tanto el análisis de suelos como el análisis del follaje se utilizan mucho como medio de evaluación de la fertilidad de las estaciones. Por esta razón, debe procurarse determinar las condiciones en que uno de estos métodos tiene más ventajas y menos inconvenientes que el otro.

Anteriormente se ha mencionado que el análisis foliar puede revelar una deficiencia de un nutriente. Podría ser ventajoso también en las laderas donde las aguas que discurren por el suelo aportan continuamente nuevos nutrientes. En los suelos estratificados el análisis del follaje podría quizás también ser ventajoso. No obstante, el tiempo durante el cual se pueden coger muestras de follaje es muy corto. Asimismo, los resultados dependen en gran manera del tiempo que reine antes de la toma de las muestras, por ejemplo, de la lluvia, y en una masa deben tomarse muestras varios años (Wehrmann, 1959). Los resultados puede que dependan también de trastornos del metabolismo (DeKock, 1958). Y, por último, el análisis foliar no permite evaluar la fertilidad de una zona desarbolada.

Por el contrario, el análisis de suelos proporciona probablemente resultados más seguros en las masas adultas y jóvenes, que son todavía mucho más seguros cuando se conocen bien las necesidades nutricionales de estos árboles en diferentes condiciones edificas. En latizales y plantaciones, los dos métodos pueden ser de igual valor. Sin embargo, es evidente que los resultados del análisis foliar son más difíciles de interpretar que los del análisis de suelos (Wilde, 1958).

La conclusión final que debe sacarse de estos estudios es que de estos dos métodos el análisis de suelos deberá ser el método de empleo corriente en la evaluación crítica de la fertilidad de las estaciones forestales. Cuando se superen los defectos del análisis de suelos, éste tenderá a sustituir el análisis foliar. En casos excepcionales, el análisis de suelos podrá ser completado quizás por análisis del follaje.

Bibliografía

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