PRÓLOGO

El género Opuntia ha sido utilizado en México desde tiempos pre-hispánicos, y junto con el maíz (Zea mays) y el agave (Agave spp.), constituyeron una pieza clave en la economía agrícola de la civilización Azteca.

En años recientes se ha incrementado el interés en diversas especies de Opuntia, debido al papel sobresaliente que juegan –y que seguramente jugarán- en el éxito de sistemas de agricultura sustentables en áreas marginales de zonas áridas y semiáridas.

El género Opuntia se adapta fácilmente a las zonas áridas caracterizadas por condiciones secas, lluvias erráticas y tierras pobres sujetas a erosión, gracias a que han desarrollado adaptaciones fenológicas, fisiológicas y estructurales con el fin de mantener su desarrollo en este ambiente adverso. Entre algunas desus notables adaptaciones, podemos encontrar su reproducción asincrónica, y su Metabolismo del Ácido Crasuláceo, que le permiten crecer con un alto nivel de eficiencia bajo condiciones limitadas de agua.

Las especies de Opuntia pueden contribuir particularmente en tiempos de sequía, funcionando como cosechas “salva vidas” de humanos y animales. Además, constituyen una fuente de energía altamente digerible, y proveen de agua y minerales, que al ser combinados con una fuente de proteína, representan una alimentación completa.

En 1995, la FAO publicó un libro sobre Agro-ecología, cultivo y usos del nopal, a través de la CACTUSNET, la red internacional de cooperación técnica en cactus, con solamente un capítulo dedicado al uso de Opuntia como forraje. La presente publicación, también preparada a través de CACTUSNET, se enfoca primordialmente, al uso de Opuntia como forraje y presenta resultados recientes de investigación y desarrollo.

La preparación de este libro fue coordinada por Enrique Arias y Stephen Reynolds de los Grupos de Horticultura, Forrajes y Pastizales de la División de Protección y Producción de Plantas; y por Manuel Sánchez del Grupo de Recursos de Piensos de la División de Producción y Sanidad Animal.