En el siglo pasado se han puesto en práctica distintos modelos en cuanto a la tenencia de tierras agrícolas y a la distribución de los recursos rurales. Desde cooperativas a granjas colectivas, desde la privatización a la expansión de agroindustrias multinacionales, se ha aprendido una enseñanza fundamental: los países que han contraído el compromiso político y financiero de garantizar los derechos de propiedad tanto a las mujeres como a los hombres se han desarrollado mucho más rápidamente y han disfrutado de un nivel mayor de seguridad alimentaria, salud y bienestar.
No obstante, para ser eficaces los esfuerzos han de tener en cuenta la complejidad de los factores que actúan en algunas de las culturas tradicionales. Se han de reconocer y comprender los valores y las prácticas socioculturales, así como los cambios socioeconómicos que pueden limitar el acceso de las mujeres a la tierra y su control de la misma. Los esfuerzos por lograr la igualdad de género incluyen los siguientes elementos:
Marcos jurídicos que establezcan de forma explícita que tanto las mujeres como los hombres tienen el derecho a la propiedad. Para que sean eficaces, han de incluir y mejorar los sistemas existentes de tenencia de la tierra tradicionales o consuetudinarios. Si no se resuelven los conflictos entre los distintos sistemas, existe el riesgo de que se aplique a las mujeres el enfoque menos favorable.
Participación plena de los interesados. La participación de las partes directamente interesadas a nivel local es fundamental para el éxito de un programa. Amenos que todas las partes respeten el programa y lo consideren como algo propio, dudarán en ofrecer su total cooperación.
Los programas a nivel local han de tener en cuenta los obstáculos concretos que determinados grupos de la población, como el de las mujeres, experimentan al participar en los programas agrarios y la importancia fundamental que entraña el modo de transmitir la información.
Una mejor información desglosada por género. Sin una información de este tipo resulta difícil determinar cuántas mujeres se benefician de los programas de reforma agraria y legislativa. Los responsables de la toma de decisiones han de examinar los éxitos y los fracasos. Asimismo, deben introducirse mejoras en la recopilación, tabulación, difusión y utilización de estos datos.
Acceso en condición de igualdad a formas alternativas de propiedad, como cooperativas y asociaciones de mercadeo. Éstas proporcionan conocimientos esenciales, acceso al crédito e insumos agrícolas. A las mujeres se las suele excluir de los procesos de toma de decisiones. Facilitar a las mujeres un acceso igualitario a la participación en estos grupos puede tener la ventaja de reconocer capacidades de gestión, conocimientos y aptitudes de las mujeres, que pueden traducirse en otras actividades empresariales. Esto puede fomentar mayores oportunidades para obtener crédito y financiación, por lo que añade valor a las actividades de fomento locales y nacionales.
Tomar en cuenta información diferenciada por género en la reforma agraria. Cuando encarguen estudios para programas económicos, jurídicos o sociales, los países deben garantizar que los datos recopilados y analizados estén desglosados por género.
Programas de sensibilización en relación con las cuestiones de género que informen a las mujeres y los hombres de la importancia de la igualdad de derechos. Las campañas de difusión de temas jurídicos y la capacitación en éstos pueden contribuir a explicar las relaciones positivas existentes entre la legislación y la productividad rural. Los programas que aumentan la toma de conciencia de los derechos de las mujeres pueden eliminar los obstáculos socioculturales e institucionales.
Referencias
· Integrating Gender in Land Tenure Programmes - Findings and Lessons from Country Case Studies, Susana Lastarria. 2002
· Aspectos jurídicos en el acceso de la mujer a la tierra: Cuba, Honduras, Nicaragua y República Dominicana, Beatriz Galán. 1998