Página precedente Indice Página siguiente


I. Género y enfoque de sistemas: principales reflexiones


1.1 Introducción: agricultura, género y diagnósticos

Transformaciones de la agricultura y diagnósticos

Las acciones que denominamos «proyectos» o «programas de desarrollo», que involucran importantes recursos financieros, humanos, institucionales y técnicos de ámbito local, generalmente se orientan a mejorar las condiciones de vida de las familias campesinas y a introducir mejoras en los niveles de producción agrícola. Estos proyectos, desde luego, tienen incidencia en la evolución de los hogares rurales y de sus unidades de producción familiares.

Muchos de los proyectos y programas de desarrollo agrícola obtienen resultados mediocres, debido generalmente, al conocimiento parcial que los responsables tienen de la realidad rural en la cual se inscriben. Siendo así, las soluciones propuestas muchas veces derivan más de opiniones a priori o modelos teóricos o externos, que de una rigurosa comprensión de la realidad sobre la que se propone actuar. Por ejemplo, ¿cuándo una determinada técnica de cultivo podría ser mejor que otra? ¿Cuáles son los efectos económicos de la introducción de una cierta técnica para los campesinos de una localidad? ¿Qué cosa es una variedad adecuada?

Las respuestas a estas preguntas se relacionan, evidentemente, con las condiciones específicas locales, es decir el tipo de suelos, el clima, las técnicas utilizadas, las potencialidades y los problemas de comercialización, etc. No obstante, además de esas variables técnicas, los agentes de desarrollo rural[2], deben comprender otros fenómenos de carácter social, como la composición y dinámica de las sociedades y los ambientes rurales en que laboran y dentro de los cuales se enmarcan los problemas de la agricultura. Necesitan conocer además la lógica con que se reproducen las unidades campesinas, así como también el potencial, la dinámica y las tendencias regionales.

El fracaso relativo de diversos programas y proyectos, ha llevado a que actualmente se insista en la necesidad y la importancia de contar con un análisis y un diagnóstico previo a toda intervención. Entender la situación rural local, las transformaciones de su agricultura, su dinámica agrosocio-económica y la evolución de sus unidades de producción agrícola es un requisito necesario - o mejor, indispensable - para que un proyecto o programa pueda tener efectos significativos y positivos.

Un diagnóstico de base es necesario para definir los objetivos de un programa o proyecto. La calidad de la ejecución, del monitoreo y de la evaluación de las actividades y los resultados del proyecto están condicionados, en gran medida, por la interpretación de la realidad estudiada, de la misma forma que la eficacia de un tratamiento médico depende, en gran parte, de la exactitud del diagnóstico y la pertinencia de las prescripciones.

En otras palabras, para que un proyecto o programa contribuya al mejoramiento de las condiciones de vida de los grupos involucrados, es preciso que acompañe de forma pertinente las transformaciones de las sociedades rurales y los grupos sociales en los cuales interviene. Pertinente significa que los cambios o mejoramientos propuestos tienen que ser efectivamente posibles dentro del contexto local y acorde con las necesidades sentidas y no sentidas de la población. Acompañar la transformación de una realidad social, económica y ecológica exige disponer de un análisis de base y tener en cuenta una problemática de conjunto. La visión clara y la comprensión común de esta problemática son fundamentales para que los planificadores, ejecutores, campesinos, campesinas y cualquier otra persona involucrada en el proyecto actúen en forma concertada, mancomunada y eficaz.

La aplicación del enfoque sistémico a la agricultura, llevada a cabo en las últimas décadas, ha conducido a la adopción de un método de diagnóstico particular que estudia las transformaciones de la sociedad rural y de la agricultura. Las unidades de producción y sus sistemas de producción, dentro de su contexto general denominado «sistemas agrarios» o «contexto de desarrollo» constituyen el objetivo fundamental del análisis.

El enfoque sistémico se basa en una idea central: cada agricultor obedece, según las características de su explotación agrícola y de su situación familiar, a una lógica productiva determinada, la cual depende, en gran parte, de la dotación de factores productivos y de los factores limitantes (cuellos de botella) de la unidad de producción. Por ejemplo, si la mano de obra familiar es abundante y subutilizada y la tierra disponible escasa, el agricultor privilegiará técnicas de producción intensivas en mano de obra, es decir, técnicas que den un mayor rendimiento por unidad de producción; por otra parte, el productor probablemente buscará complementar sus ingresos fuera de la finca mediante actividades extraagrícolas. Si en cambio, los factores limitantes son la mano de obra y el capital disponible, el agricultor posiblemente dará prioridad a las técnicas extensivas, es decir, técnicas que intenten maximizar la productividad por día trabajado, etc.

Según el enfoque sistémico, antes de proponer cambios técnicos específicos es necesario un conocimiento detallado de las estrategias productivas y del funcionamiento de las unidades de producción. Es fundamental tener una idea clara de los objetivos socioeconómicos y lógicas productivas de los distintos tipos de unidades campesinas, de tal manera que las innovaciones que han de ser introducidas en el sistema estén en conformidad con sus recursos y sus patrones de comportamiento y de decisión. Finalmente, tener en cuenta todos estos aspectos aumenta las posibilidades de que los productores se apropien de tales innovaciones.

Con relación a la investigación agronómica, el propósito del enfoque sistémico consiste en adaptar las recomendaciones, producidas por los centros de investigación, con vistas a transformar las técnicas y prácticas de las familias campesinas. A partir de los años setenta se han desarrollado investigaciones agronómicas que aplican el enfoque sistémico[3] tras reconocer que las innovaciones técnicas o económicas propuestas a las unidades campesinas, rara vez eran compatibles con las condiciones concretas, muy variadas y complejas de su agricultura[4].

En el marco de los programas de desarrollo, la utilización del enfoque de sistemas se ha centrado en la formulación y ejecución de actividades y proyectos destinados principalmente al mejoramiento de las técnicas de producción y de la productividad.

Transformaciones de los roles de género y diagnósticos

Durante las últimas décadas se han producido transformaciones importantes en la agricultura, y paralelamente se plantean cuestionamientos profundos a las relaciones de género. El sector agrícola ha sido objeto de importantes transformaciones tecnológicas, económicas y ambientales y como consecuencia, tanto en la esfera urbana como en la rural, se han manifestado nuevas realidades sociales. Por ejemplo, con relación a los asuntos de género se constatan cambios significativos en las relaciones entre hombres y mujeres, una marcada renovación del rol de las mujeres en la esfera productiva y de su posición en la sociedad, cambios que a su vez propician modificaciones en los patrones culturales y comportamentales y en las condiciones económicas y sociales.

Mientras que la evolución de los patrones de comportamiento y de responsabilidades dentro de la pareja en cuanto al trabajo y cuidado del hogar sigue siendo lenta, continuamente las legislaciones reconocen mayor igualdad de derechos, se generaliza el principio de la igualdad en los niveles de ingreso y la equidad en el acceso a la educación y a otros servicios públicos. Al mismo tiempo, las mujeres asumen cada vez más responsabilidades crecientes en la toma de decisiones, en la esfera de la política, economía y de las instituciones públicas.

Hasta la década de 1980, los proyectos de desarrollo rural no llevaban propósitos concretos de alterar las relaciones de género. En general los «grupos meta» de las acciones eran las familias campesinas como unidad o los campesinos como cabeza de esa unidad. Si bien algunos de los proyectos rescataban el papel productivo de la mujer, en la mayoría de los casos lo hacían como una extensión de sus responsabilidades reproductivas y en otros es decir en los proyectos de desarrollo integrado, se encontraban subproyectos o «componentes» orientados a las mujeres, sin tener en cuenta la evolución dinámica de las relaciones de género.

En las últimas dos décadas, se ha enfatizado en el análisis de género como parte de los estudios, y evaluaciones sobre las transformaciones socioeconómicas. Es interesante mencionar como algunos de los elementos que forman parte del análisis de género, como el criterio de equidad, han sido preocupación de otras disciplinas como por ejemplo, de la sociología o la economía. No obstante, en este tipo de análisis es la búsqueda de equidad en las oportunidades y participaciones de hombres y mujeres, estableciendo que la definición del sexo no se constituya en una condicionante para el ejercicio de los derechos plenos y que la división de roles de género no conlleve a relaciones de subordinación. En otras palabras, el análisis de género retoma principios de otras disciplinas y los ajusta a sus necesidades y objetivos.

El análisis de las relaciones de género dentro de la agricultura ha empezado a generalizarse en los estudios y diagnósticos del sector; en particular se ha incorporado la variable género como un aspecto transversal a los varios métodos de diagnósticos rurales participativos que se han promovido en las últimas décadas como instrumentos de planificación participativa a nivel comunitario.

El carácter estratégico de la adopción de un enfoque de género como base para el desarrollo sostenible fue reconocido en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, (1995). Esta última estipula en su Plataforma de Acción que «El crecimiento económico, el desarrollo social, la protección del medio ambiente y la justicia social son objetivos que están estrechamente relacionados con el avance de la mujer. La participación activa y equitativa de las mujeres y de los hombres en el desarrollo, la igualdad de oportunidades son aspectos fundamentales para erradicar la pobreza y para alcanzar el desarrollo humano y sostenible»[5].

En los últimos años se ha manifestado un interés por articular ambos enfoques, es decir, el análisis de sistemas de producción y el de género. Sin lugar a dudas no sólo existe un espacio para un enriquecimiento mutuo, sino también perspectivas para combinar sus campos de investigación, sus objetos de análisis y sus métodos y por ende, potenciar su efectividad.

Este trabajo constituye un esfuerzo de reflexión en esa dirección, una exploración de caminos para lograrlo y pretende proporcionar algunas sugerencias teóricas y prácticas que sean de utilidad para investigaciones y acciones futuras.

1.2 El análisis sistémico

El análisis de los sistemas de producción que se inspira en la teoría general de los sistemas, es un instrumento aplicable a cualquier objeto de estudio (un organismo biológico, una fábrica, una institución, un vehículo, etc.). Antes de abordar el tema relativo a la aplicación del enfoque sistémico en la agricultura, cabe recordar algunos rasgos y principios de la teoría sistémica - principios generales válidos para cualquier realidad u objeto analizado.

1.2.1 Generalidades: definiciones básicas del análisis sistémico

En la teoría general de sistemas L. Von Bertalanffy, define un sistema como «un conjunto de elementos vinculados entre ellos por relaciones que le confieren una cierta organización para cumplir determinadas funciones». En otras definiciones (De Rosnay, 1975), substancialmente similares, un sistema es «un conjunto de elementos en interacción dinámica, organizados en función de un objetivo»[6].

Analizar un sistema requiere circunscribirlo dentro de límites o fronteras, identificar sus componentes e individuar todo aquello que aún si no se encuentra contenido en el sistema (resto del mundo) tiene relación con él y condiciona su funcionamiento. Por ejemplo, una unidad de producción familiar campesina puede examinarse como un sistema que combina un recurso humano y un conjunto físico de elementos involucrados en la producción. Sus límites son, por una parte los de la familia nuclear y por otra, los del territorio en el cual ejerce su actividad - finca, parcelas, etc. - y de los varios factores de producción. Los componentes del sistema son los miembros de la familia nuclear y los elementos involucrados en su producción tales como las parcelas y los rebaños, las herramientas, los edificios, etc. El resto del mundo, lo que no forma parte del sistema, son los vecinos, los familiares externos a la unidad nuclear, el medio natural en el cual se encuentra ubicada esta unidad, las redes de abastecimiento y de comercialización, los servicios públicos de la comunidad, etc. Antes de distinguir y estudiar a fondo los componentes del sistema es oportuno identificar con claridad sus límites.

El análisis de un sistema combina:

Se puede visualizar un sistema como la combinación de subsistemas jerarquizados e interdependientes, donde cada uno de sus componentes puede ser analizado como un sistema separado, por ejemplo, subsistemas de ganadería, subsistemas de cultivos, etc.

En resumen, el análisis estructural de un sistema es el estudio de su composición. Consiste en describir y estudiar los distintos elementos que lo componen, reduciendo su complejidad a una cantidad limitada de elementos o componentes significativos.

El análisis funcional de un sistema examina las relaciones y los intercambios entre estos componentes, es decir los flujos, las interacciones y los mecanismos de regulación y control entre los elementos constitutivos del objeto estudiado.

El análisis de la dinámica de un sistema identifica las tendencias pasadas y presentes en su contexto global, sus transformaciones en el tiempo, teniendo en cuenta sus condicionantes externos. Incluye generalmente las relaciones con el resto del mundo.

1.2.2 Conceptos básicos del análisis sistémico aplicado a la agricultura

Los distintos tipos de sistemas que se consideran prevalentemente en el análisis sistémico aplicado a la agricultura son:

El sistema agrario. Sus límites son aquellos de una unidad territorial de escala media (también llamada «meso»), que podría ser una micro región, comarca, cuenca u otra unidad geográfica o política. El punto de partida en el estudio del sistema consiste en definir estos límites basándose principalmente en criterios de orden territorial y físico. Sus componentes principales son, por una parte, el medio físico, con su ecosistema, recursos naturales, infraestructuras, etc.; y por otra, la sociedad local, con sus grupos sociales, instituciones, etc. Se parte considerando que la sociedad utiliza y explota ese medio ambiente, modificando el ecosistema para satisfacer sus necesidades.

El sistema de producción. Los límites del sistema, en este caso a nivel de una finca, un fundo, o una explotación agrícola (minifundio, latifundio, o unidad de producción familiar, etc.), son aquellos de la unidad de producción, sea ésta familiar, empresarial, estatal, etc. Sus principales componentes son la instancia de gestión, administración y decisión y los medios de producción presentes en la unidad. Entre estos se encuentran: la tierra, el agua, los bosques, los recursos genéticos, animales y vegetales; los insumos; las tecnologías y las herramientas agrícolas; la mano de obra (adulta e infantil, familiar, de ayuda comunitaria y asalariada); el capital fijo (los edificios, las herramientas, los medios de transporte y las maquinarias para la producción, conservación, transformación y comercialización, etc.); el capital de trabajo (origen propio, crédito formal, crédito informal, etc.) y el conocimiento (asistencia técnica, educación, extensión agrícola, cultura tradicional y capacitación).

Al interior del sistema de producción se consideran como subsistemas el sistema de ganadería, a nivel de hato y el sistema de cultivo, a nivel de parcela de cultivos. En ambos casos se aplican secuencias de técnicas denominadas itinerarios técnicos.

El sistema agrario

Se denomina sistema agrario al conjunto de componentes del ecosistema y de la sociedad local y las relaciones existentes entre esta sociedad rural y el territorio en el cual ejerce sus actividades. Cuando se hace alusión a un sistema agrario, se hace referencia a una unidad geográfica (de tipo geofísico, administrativo, etc.). Las unidades de producción agrícola constituyen a su vez subsistemas dentro de los sistemas agrarios.

Existen diferentes definiciones del concepto de sistema agrario pero la más conocida es la del Profesor Mazoyer (1985), que lo concibe como un producto histórico y social.

«Un sistema agrario es un modo de explotación del medio ambiente, históricamente constituido y durable, un sistema de fuerzas de producción adaptado a las condiciones bioclimáticas y a las necesidades del momento[7]».

A pesar de su amplia difusión, esta interpretación ha sido objeto de numerosas críticas. Por ejemplo, mientras una aduce que Mazoyer se refiere al sistema como un modo de explotación, es decir, desde una perspectiva meramente humana y de aprovechamiento del ambiente; otra argumenta que suponer un sistema en equilibrio con unas condiciones bioclimáticas y unas necesidades determinadas puede ser discutible desde una perspectiva dinámica ecológica y social. Sin entrar en el detalle de tales comentarios, es importante subrayar que el análisis de los sistemas agrarios permite entender las tendencias ecológicas, económicas y sociales, así como las transformaciones de la agricultura y la sociedad rural en el ámbito de una micro región, dentro de su contexto y de sus condicionantes generales. De esta forma, el desarrollo agrícola se percibe como el proceso de transformación del sistema agrario, es decir, como el proceso de cambios que tienen lugar en las relaciones que una sociedad rural dada establece con el territorio y el medio ambiente donde ejerce su actividad.

En resumen, la utilización del concepto de sistema agrario facilita el estudio y el discernimiento de las dinámicas en las que programas de desarrollo pretenden intervenir. El diagnóstico de una zona ayuda a comprender las transformaciones en curso, la historia agraria local y las tendencias actuales que explican la situación y el porvenir de las unidades de producción individuales.

El sistema de producción

El sistema de producción debe entenderse dentro de un contexto microeconómico ya que hace referencia a la unidad de producción o a la explotación agrícola[8].

«Un sistema de producción es una combinación en el espacio y en el tiempo de ciertas cantidades de fuerza de trabajo (familiar, asalariada, etc.) y de distintos medios de producción (tierras, agua y sistemas de riego, mano de obra, recursos genéticos vegetales y animales, crédito y capital, edificios, máquinas, instrumentos, etc.) con miras a obtener diferentes producciones agrícolas» (DUFUMIER, 1984).

El funcionamiento del sistema obedece a la lógica productiva propia de la unidad familiar que persigue unos objetivos socioeconómicos específicos. Se considera que las decisiones relativas a la gestión del sistema son racionales, (hipótesis de coherencia del sistema), es decir que la unidad de producción moviliza medios y los utiliza de manera coherente para obtener los fines socioeconómicos y productivos deseados. Esta racionalidad varía de un sistema de producción a otro según los recursos disponibles, los condicionamientos externos y la «estrategia», subsistencia adoptada con horizontes de tiempos breves, reproducción simple de la unidad, acumulación, etc.)[9].

Es importante anotar que la aplicación del concepto de sistema productivo a la economía campesina, en particular cuando se considera la unidad de producción familiar, supone una identidad entre las unidades de producción, reproducción, residencia, consumo y acumulación, etc. En la realidad, no existe una perfecta identidad entre estas esferas. La coincidencia o la superposición entre ellas es considerable, pero rara vez completa. Sin embargo, en ciertos contextos culturales, como los que prevalecen en América Latina, la historia social, agraria y religiosa ha producido grados elevados de correspondencia y superposición entre estas entidades. La Unidad de Producción Familiar Campesina (UPCF), corresponde a lo que ha sobrevivido hasta hoy en el campesinado como «modo de producción doméstico», (Sahlins, 1972) o «comunidad doméstica agrícola» (Meillassoux, 1975). Sahlins elaboró un modelo de producción doméstico apoyándose en las características de la producción, con una perspectiva de género. Entre los principales aspectos se encuentran la división sexual del trabajo, la circulación «introvertida» de los productos domésticos, una predominancia del valor de uso y el hecho que la unidad doméstica ignora el intercambio mercantil. Meillassoux, al referirse a las UPFC y al campesinado como base de la emigración hacia el trabajo asalariado, recuerda que «La comunidad doméstica agrícola representa una forma de organización social integral que persiste desde el neolítico y en ella se basa una parte importante de la reproducción de la fuerza de trabajo necesaria al desarrollo capitalista».[10]

El sistema de cultivo

Un sistema de cultivo se define como una superficie de terreno homogénea con relación a los cultivos plantados (parcela) y a los itinerarios técnicos aplicados. En una finca o unidad de producción familiar pueden coexistir varios sistemas de cultivos, cuya asociación constituye una combinación cultivacional o un «sistema de producción vegetal.»

El estudio de un sistema de cultivo aspira a entender la evolución de la población vegetal (crecimiento de las plantas cultivadas, su distribución en el terreno, su rotación en el tiempo, su nivel de competitividad con las malezas existentes, etc.) los itinerarios técnicos empleados, el nivel de producción obtenido, la productividad del trabajo y de la tierra y el rendimiento del cultivo[11].

El sistema de ganadería

La denominación de este subsistema se refiere a la actividad productiva animal, formado por el conjunto de animales agrupados en un rebaño, al cual se aplica un determinado itinerario técnico cuyos elementos constitutivos son la selección, reproducción, alimentación, higiene y protección sanitaria. Es el equivalente para la producción animal, lo que el sistema de cultivo es para la producción vegetal. No obstante, dado que las variables temporales y poblacionales son diferentes y no se puede asimilar el rebaño a la parcela, ni el animal a la planta, son analizados como subsistemas separados, aunque tomando en cuenta la gran interrelación que existe entre ellos, ya sea en cuanto a la competencia y complementariedad en el uso de recursos, como a las contribuciones mutuas en el funcionamiento del sistema en general.

El itinerario técnico

Con relación a los cultivos, el itinerario técnico ha sido definido como la «secuencia lógica y ordenada de técnicas que permiten controlar el medio ambiente y obtener de él una producción» (Sebillotte, 1974). Es la serie de operaciones y actos técnicos aplicados a una población vegetal o animal (hatos y ganadería en general). El conocimiento del itinerario técnico permite elegir entre métodos alternos adecuados para el funcionamiento del sistema: se pueden analizar los papeles y responsabilidades de los miembros de la familia y las técnicas utililizadas por cada uno de ellos, estudiar su inserción y su función en la unidad de producción y concebir alternativas de técnicas y de roles.

Dentro del enfoque sistémico aplicado a la agricultura se puede resumir que:

1.2.3 Aspectos claves del análisis sistémico aplicado a la agricultura campesina

El análisis de los sistemas de producción puede aplicarse a todos los tipos de agricultura. Un caso de particular relevancia para el desarrollo rural, es el de la economía campesina, la cual se caracteriza por la presencia de «unidades de producción familiar campesinas» (UPFC). Estas unidades son definidas como unidades de producción desde el punto de vista productivo agrícola y unidades de consumo y acumulación desde una perspectiva social, donde todos los miembros de la familia se vinculan a una dinámica económica familiar de consumo/acumulación considerada como una situación global.

La fase preliminar de un diagnóstico sistémico generalmente prevé un análisis socioeconómico y agroecológico de la zona de intervención. Se trata de identificar los elementos característicos de un determinado municipio, cuenca o zona administrativa, etc., que posteriormente será analizado como sistema agrario. Como segundo paso se examinan las unidades de producción del sistema agrario, se describen y estudian sus sistemas de producción; y dentro de éstos, los subsistemas de cultivos y de ganadería, con sus respectivos itinerarios técnicos. Asimismo, se identifican grandes categorías, relativamente homogéneas, de unidades de producción, lo cual conduce a la elaboración de tipologías basadas en criterios determinados caso por caso.

De tal análisis derivan los diagnósticos de los sistemas de producción en el ámbito de la micro región que permiten, entre otras cosas, dilucidar las lógicas (denominadas también como estrategias) productivas y socioeconómicas de los distintos tipos identificados.

Los diagnósticos contribuyen a comprender la realidad que se pretende modificar, introduciendo innovaciones técnicas y agronómicas, reorganizando los sistemas de producción existentes o bien incorporando sistemas de producción o subsistemas de cultivos o de ganadería alternativos. Los pasos sucesivos al análisis son la experimentación, demostración y ajuste de las innovaciones agronómicas seleccionadas a las condiciones reales, lo que se denomina «validación» y finalmente el monitoreo y la evaluación de sus efectos sobre la productividad, el ingreso, y el equilibrio ambiental.

El análisis de los sistemas de producción aplicado a la economía campesina, centra su atención en la unidad de producción familiar campesina en su conjunto, sin individuar los comportamientos y las estrategias de los distintos miembros. Por lo tanto, las recomendaciones técnicas formuladas en este contexto carecen de las bases de información y de los elementos de reflexión analítica necesarios para promover, dentro de la UPFC, una dinámica equilibrada desde una perspectiva de género que tome en cuenta los intereses y capacidades individuales. Esta carencia podría superarse integrando el análisis de género al enfoque sistémico.

1.3 La importancia del género como categoría analítica

1.3.1 Origen histórico

Si bien las mujeres desempeñan un papel determinante en la dinámica socioeconómica, aún no existen ni las condiciones que les permitan participar plenamente en el proceso de desarrollo, ni tampoco la forma de usufructuar de los beneficios que derivan de él. Analizar estas realidades con miras a superar los obstáculos mencionados ha sido una de las mayores preocupaciones de las diferentes metodologías que en materia de género se han adoptado[12]. Dentro de este contexto, dos enfoques merecen una particular atención: «Mujer en el desarrollo»(MED) y «Género y desarrollo» (GD).

Mujer en el desarrollo fue uno de los resultados del creciente interés que se manifestó durante el decenio de la mujer (1975-85) para potenciar el papel productivo de la mujer en los países en vías de desarrollo. Dentro de ese enfoque se considera a la mujer como el objetivo directo («grupos meta») de proyectos o programas orientados tanto a estimular su participación en la esfera productiva como a fortalecer el crecimiento económico y el desarrollo en general.

A pesar de las significativas contribuciones de MED al análisis del aporte de las mujeres al proceso de desarrollo y de las limitaciones que éstas enfrentaban, durante los años 80 se identificaron algunos vacíos metodológicos. En efecto, este enfoque tiende a centrarse en el hogar como unidad de estudio, y deja de lado el análisis de la posición relativa de la mujer con relación al hombre en otras esferas. El enfoque GD produjo un cambio significativo de perspectiva; ya que en este enfoque el análisis de la posición de la mujer parte de un análisis de contexto y por lo tanto las políticas y programas deben tener en cuenta estas condiciones. Esta perspectiva de análisis permitió evidenciar que para mejorar las condiciones de vida de la mujer era indispensable focalizar el análisis en los roles y las responsabilidades tanto de los hombres como de las mujeres, diferenciar la participación de ambos en los procesos decisionales y propiciar cambios estructurales sociales, de valores y de comportamientos.

En la actualidad existen diversos enfoques y herramientas metodológicas de análisis de género que se tratan de incorporar a la planificación del desarrollo. En particular, pero no exclusivamente, en el marco del Análisis socioeconómico y de género (ASEG) desarrollado por OIT, PNUD y FAO. El ASEG propone un examen sistemático de seis campos articulados de la realidad social: el ambiental, el económico, el social, el cultural, el demográfico y el político. Su propósito es brindar herramientas conceptuales para la investigación y la acción con el fin de que se reconozca y se tenga en cuenta las funciones de género y se logren relaciones más equitativas entre hombres y mujeres[13].

1.3.2 Conceptos y roles de género

El Plan de Acción de la FAO para la mujer en el desarrollo define las nociones de género y de roles de género de la manera siguiente:

«Género no se refiere a las mujeres ni a los hombres de por sí, sino a las relaciones entre ellos, sean éstas objetivas o subjetivas. El género no está determinado biológicamente, como consecuencia de los atributos sexuales de mujeres y hombres, sino que se modela culturalmente. Es un principio organizador central de las sociedades y que generalmente preside los procesos de producción, reproducción, distribución y consumo.» (Plan de Acción de la FAO).

En otras palabras, el género se refiere a las responsabilidades sociales de los hombres y de las mujeres en el ámbito de la sociedad y de la familia. Estas responsabilidades pueden variar considerablemente según las culturas y, dentro de éstas, son aprendidas y están sujetas a cambios.

«Los roles de género son los roles asignados culturalmente a mujeres y hombres, que varían según las distintas sociedades y culturas, clases sociales y edades y en los diferentes períodos históricos. Los roles de género y la atribución de responsabilidades están generalmente condicionados por la estructura familiar, el acceso a recursos, determinadas repercusiones en la economía global y otros factores locales relevantes, como pueden ser las condiciones ecológicas.» (Plan de Acción de la FAO).

En otros términos, los roles de género son comportamientos aprendidos. Las distintas sociedades, de acuerdo a determinadas características históricas, culturales, sociales y políticas, atribuyen a hombres y mujeres actividades, responsabilidades y funciones específicas que definen su posición en el grupo. Estas definiciones de género están usualmente asociadas a otras variables como edad, clase, etnia, etc. Los roles de género no son inmutables, de hecho pueden variar como resultado de condiciones sociales cambiantes (FAO/OIT/PNUD/ASEG, 1997).

1.3.3 Análisis de género

El análisis de género en un medio social particular constituye un instrumento que permite examinar las relaciones y posiciones que hombres y mujeres tienen en ese medio en relación con las actividades, responsabilidades, oportunidades y restricciones con respecto a recursos, decisiones y el ejercicio de sus funciones en la vida en el grupo considerado. En este tipo de análisis las preguntas Quién hace qué, cuándo, por qué y cómo son indispensables.

1.3.4 Aspectos claves del análisis de género aplicado a la agricultura

El análisis de género vinculado a la agricultura estudia los roles de los individuos (hombres y mujeres) en relación a la esfera productiva, agrícola y no agrícola, la esfera reproductiva y de la vida social o comunitaria de un determinado grupo. En esta perspectiva, a diferencia del caso del análisis de los sistemas de producción existe un estudio de las unidades de producción familiar campesinas, otorgando la misma importancia a los tres ámbitos mencionados.

«El análisis de género busca respuesta a preguntas fundamentales como quién hace o usa qué cosa, cómo y por qué. La finalidad del análisis de género no es erigir un cuerpo de conocimientos sociales acerca de la mujer, sino repensar los procesos en marcha - como pueden ser el uso y el manejo de los recursos naturales, los reajustes y transformaciones económicas o los cambios demográficos - para entender mejor los componentes de género, los factores que los han generado y su realidad interna. Con estos conocimientos, puede ser posible evitar los errores del pasado y también calibrar las intervenciones para hacer frente - de un modo más apropiado - a los límites, necesidades y oportunidades de las mujeres y los hombres, basados en el concepto de género.» (Plan de Acción de la FAO).

El análisis de género aplicado a la sociedad rural y orientado al estudio de unidades de producción agrícola, evalúa detalladamente cuatro aspectos centrales o claves[14] en las esferas de la producción, reproducción y de la vida social.

En primer lugar, examina la división del trabajo entre hombres y mujeres (división del trabajo por sexo). En segundo lugar, analiza el acceso a los recursos, el uso, beneficio y control sobre ellos, ya sean tangibles (por ejemplo medios físicos de producción como la tierra o el agua) o intangibles (por ejemplo, los conocimientos). Es fundamental diferenciar el acceso y el control por género ya que condicionan y contribuyen a determinar los roles de género en las UPFC y las comunidades. En tercer lugar, analiza las divergencias de los roles de hombres y mujeres en la gestión y la toma de decisiones, tanto a nivel de las UPFC como a nivel de la comunidad. Finalmente, establece una distinción entre las necesidades prácticas y las estratégicas por género. Las necesidades prácticas de género generalmente son aquellas que las mujeres y los hombres (no las familias) identifican como propias en el marco de su rol social presente y aceptado. No cuestionan la división del trabajo ni la posición de la mujer en la sociedad. Son necesidades inmediatas que se perciben como tales (agua, salud, apoyos de tipo productivo, etc.). Las necesidades estratégicas, en cambio, son aquellas relativas a la posición de subordinación de las mujeres en la sociedad, y a la búsqueda de equidad de género.

Marcos conceptuales de análisis según los enfoques
«Análisis de Sistemas de Producción» y «Análisis de Género»

Origen y principales fundamentos

Análisis de sistemas de producción

Análisis de género

  • Teoría de sistemas

  • Investigaciones sistemáticas(de geógrafos, antropólogos, agrónomos y economistas) sobre el espacio rural, las técnicas agrícolas y laeconomía rural

  • Influencias estructuralistas, marxistas y neoliberales

  • Investigación-desarrollo

  • Desarrollo sostenible

  • Principales «escuelas»: Sistemas Agrarios
    e Investigación sobre Sistemas de Producción

  • Investigaciones socioeconómicas y antropológicas sobre la economía del hogar

  • Movimiento feminista

  • Enfoque «Mujeres en el Desarrollo» (MED)

  • Enfoque «Género y Desarrollo» (GED)

  • Debates sobre igualdad/equidad y repartición equitativa del poder

  • Desarrollo sostenible

  • Principales enfoques; sobre los roles de Género, Planificación Participativa; «Economía feminista»

  • «Análisis Socioeconómico y de Género» (ASEG-FAO), OIT, PNUD

Escalas y unidades de observación

Análisis de sistemas de producción

Análisis de género

Nivel «micro»

  • Las UPFC como unidades de producción agrícola, de consumo y acumulación UPFC representadas como sistemas de producción

  • Economía de la UPFC

  • Agronomía de la UPFC: los subsistemas de cultivos (parcelas) y de ganadería (rebaños) y los itinerarios técnicos

  • Posibles cambios técnico-agronómicos y económicos

Nivel «meso» o intermedio

  • El sistema agrario, sistemas de producción prevalentes en la zona de la UPFC, y/o el «contexto de desarrollo» a nivel de distrito, o de micro región

  • Las transformaciones sociales y técnicas de la agricultura a nivel distrito o micro regional (dinámica agro-socioeconómica)

Nivel «macro»

  • Los condicionantes macroeconómicos de política agrícola e institucionales

Nivel «micro»

  • La UF/UP y la comunidad - relaciones y roles de género

  • División del trabajo por sexo en la UPFC: trabajo productivo y

  • El acceso, uso, beneficio y control sobre los recursos tangibles en las esferas de la reproducción y de la producción

  • Las modalidades de la gestión y toma de decisión por género en distintas esferas

  • Las «necesidades prácticas y estratégicas» de género

Nivel «meso» o intermediario

  • Participación de hombres y mujeres en las instituciones y organizaciones

  • Acceso de hombres y mujeres a servicios productivos (crédito, extensión, etc) y sociales (oportunidades y restricciones)

Nivel «macro»

  • Los condicionantes macroeconómicos e institucionales de la política agrícola

Aplicaciones en proyectos

Análisis de sistemas de producción

Análisis de género

  • Diagnósticos de sistemas agrarios o de «contextos de desarrollo en el ámbito de micro regiones» (meso)

  • Diagnósticos de sistemas de producción (micro)

  • Tipologías de sistemas de producción con sus respectivas lógicas socioeconómicas

  • Identificación de limitantes (cuellos de botella) en los sistemas de producción

  • Formulación de proyectos tendientes a la identificación e introducción de alternativas agronómicas o de sistemas de producción alternativos

  • Experimentación, demostración y ajuste a las condiciones reales («validación») de las innovaciones agronómicas seleccionadas

  • Monitoreo y evaluación de los efectos de las innovaciones sobre la productividad, el ingreso, y el equilibrio ambiental

  • Diagnósticos de los roles de género y de las condiciones diferenciadas de vida de las mujeres con respecto a los hombres en los hogares y en la comunidad

  • Formulación de acciones con vistas al logro de varios de los objetivos siguientes:

i) reorganizar el triple rol de la mujer a través de la reducción de la carga de trabajo doméstico, del aumento de la productividad agrícola y del mejoramiento de la participación en la vida organizativa y comunitaria

ii) mejorar el acceso de las mujeres a los recursos tangibles (factores de producción, tierra, agua, mano de obra, recursos genéticos, capital/crédito) y su control sobre ellos

iii) potenciar y mejorar el rol de la mujer en la gestión y en la toma de decisión a nivel de UPFC y de comunidad

iv) satisfacer necesidades prácticas y formular estrategias para la equidad y creación de igualdad de oportunidades dentro del desarrollo

1.4 Algunas reflexiones conclusivas

El análisis de género y el de sistemas de producción tienen ámbitos de investigación interconectados, aunque sus objetivos y alcances no son coincidentes. Sin embargo, es posible realizar diagnósticos y emprender acciones que combinen ambos enfoques. El propósito fundamental de una integración de este tipo consiste precisamente en articular el análisis de la producción con el de la reproducción y en tener en cuenta sus interrelaciones y condicionantes recíprocos.

Este ejercicio supone la necesidad de ampliar las áreas de estudio respectivas; por un lado, extender el campo de la investigación agraria sistémica permite profundizar el examen de los roles de género e incorporar adecuadamente las esferas de la producción económica, la reproducción social y la organización de la vida social colectiva. Por otro lado, vincular la investigación de género facilita la integración de las dimensiones técnica, económica y social de la producción agrícola.

Para ello se hace indispensable considerar las UPFC como unidades sociales y económicas, es decir, observarlas contemporáneamente como unidades de producción (agrícola, no agrícola y extraagrícola); unidades de consumo y de reproducción social (procreación, educación, recreación, etc), y unidades de acumulación (es decir, unidades cuyos miembros participan en una misma dinámica económica). Esta visión sistémica permite comprender las interrelaciones de estos tres aspectos.

El análisis sistémico permite apreciar el medio rural en su complejidad dinámica y sugiere que las recomendaciones técnicas-productivas y económicas deben ser coherentes con las características específicas de los varios tipos de UPFC y sistemas de producción. En consecuencia, entre las herramientas del enfoque sistémico se propone el análisis comparativo y la construcción de tipologías de sistemas de producción.

Igualmente, la elaboración de tipologías de unidades de producción, que consideren como variable importante las relaciones de género que prevalecen en su interior, permite profundizar en las estrategias de las unidades de estudio. En efecto, entre las UPFC también existen divergencias vinculadas con las relaciones de género. Hombres y mujeres contribuyen y participan en forma diferenciada a la producción, reproducción y vida social; y sus respectivas participaciones varían de una UPFC a otra.

Es preciso que la integración de las dos perspectivas de análisis, sea congruente con los fines perseguidos. En términos generales, una de las finalidades consiste en hacer que las propuestas y actividades de mejoramiento técnico-agronómico (y por ende económicas) de los proyectos beneficien con la mayor eficacia y equidad posible a mujeres y hombres vinculados a los sistemas productivos y a las unidades familiares rurales. Por ello, tales recomendaciones deben no solamente diferenciarse por tipos de sistemas y de subsistemas de producción, sino también tener en cuenta las disparidades de género y los obstáculos y restricciones con relación a los distintos roles verificadas en la unidad de producción familiar.

En cuanto a las herramientas de recopilación de información e interpretación de la misma, es preciso anotar que el contar con una «caja de herramientas» fija y el de la «duplicación general de la información» deben evitarse en el proceso de preparación del diagnóstico. Ambos conducen a procesos de automatización en la adquisición de conocimientos, a una renuncia de la comprensión y del análisis de la complejidad que puede entrañar una realidad; así como desperdicio de tiempo, energía e información. El Prof. G. Sautter, geógrafo prominente del pensamiento sistémico aplicado a la agricultura, refiriéndose a las encuestas, entre otros métodos, enunció que: «Para el análisis y la representación científica de sistemas agrarios, así como para las prácticas de desarrollo que hacen de esta representación una condición indispensable, ninguna receta reproducible podría ser enunciada(...) La peor tentación es aquella de la renuncia intelectual(...), la actitud que consiste, bajo pretexto de objetividad y de eliminación del factor personal, en apoyarse sobre procesos de automatización de la adquisición del conocimiento, o de la acción, en el ambiente rural(...) Privilegiar los mecanismos, contar antes que todo sobre la repetitividad, es hacer del conocimiento un pretexto sea para la pereza intelectual sea para la satisfacción narcisista de quien quiere plegar el mundo a la forma de su espíritu.» (Sautter, 1987).

La experiencia desarrollada en Nicaragua por el equipo técnico nacional del proyecto «Fortalecimiento de la gestión de la mujer en las unidades de producción campesinas», constituye un esfuerzo en desarrollar y poner en práctica una metodología de análisis que combina ambos enfoques (GCP/NIC/020/NOR, revisión de enero de 1994). El proyecto surgió ante la necesidad de dar apoyo a las familias de zonas rurales particularmente afectadas por la guerra en Nicaragua, poniendo especial énfasis en apoyar y mejorar las condiciones en que trabajan las mujeres en los sistemas productivos identificados en las zonas del proyecto.


[2] Entre ellos, planificadores, técnicos, encargados de acciones de campo, extensionistas, especialistas de género en el desarrollo, etc.
[3] Apoyándose en varias disciplinas, geografía, antropología, economía, y en varias escuelas de pensamiento (anglosajones, francófonas, hispanófonas, etc.).
[4] Tradicionalmente se conciben estas innovaciones partiendo de investigaciones «por rubros» o meramente «tecnológicas» o «productivistas», es decir, que proponen «paquetes tecnológicos» que no toman en consideración (o tienen insuficientemente en cuenta) las características específicas de las explotaciones.
[5] Organización de las Naciones Unidas. 1995. Plan de Acción. Declaración de Beijing.
[6] Un sistema es una representación de la realidad: es el resultado de una modelación, el producto de operaciones de análisis y de síntesis aplicadas al objeto estudiado para proporcionar un conocimiento más completo de su estructura, de sus funciones, de su evolución. «El sistema no es la realidad, sino más bien la visión analítica y sintética del objeto real estudiado. Esta visión está sometida a los objetivos y al ángulo disciplinario del análisis» (Poussin 1987).
[7] En otras escuelas de pensamiento no se habla de sistema agrario sino de «circumstances» o «contexto de desarrollo» y de «sistema de producción basado en una determinada asociación cultural dominante», (por ejemplo Andean potato based farming systems). La conceptualización sistémica está más desarrollada en el concepto de sistema agrario.
[8] En este sentido los conceptos de farming system y de sistema de producción se refieren a realidades idénticas.
[9] El uso de la noción «sistema de producción»se ha extendido para designar, mas allá de un sistema específico de una determinada unidad de producción, los «tipos» de sistemas de producción identificados en un determinado territorio agrícola. La locución «sistema de producción» no se refiere al sistema microeconómico simple de una determinada unidad de producción, sino al conjunto de explotaciones agrícolas de una región que tengan en común ciertas características precisas.
[10] Meillassoux abrió la perspectiva de una observación paralela y simultánea de las funciones de producción y de reproducción en la UPFC. Con ello se comenzaron a vislumbrar vías poco exploradas para el estudio de los sistemas de producción. Sahlins subraya la ausencia de intercambios mercantiles en el interior de la unidad campesina, entre los miembros de la familia. Este rasgo continúa siendo dominante en la economía campesina de los países en vías de desarrollo.
[11] En la literatura anglosajona, el sistema de cultivo tal como fue definido por Sebillotte frecuentemente se asimila al cropping pattern.
[12] Gender Roles Framework, Development Planning Unit Framework, Social Relations Framework, Feminist Economist Frameworks.
[13] A nivel de los ámbitos institucionales y de formulación de políticas, el proyecto de ASEG tiene como objetivo promover análisis sistemáticos, con visión de género, del conjunto de los aspectos y condicionantes de la realidad social. A nivel de campo, la finalidad es la promoción de cambios de patrones de comportamiento y el análisis de las actividades y de los roles por género, en la esfera individual, familiar y de las comunidades campesinas. Se trata de estimular la visión de género entre los/las agricultores/as, los agentes de desarrollo, los planificadores y los formuladores de proyectos, etc.
[14] Investigaciones en la Universidad de Florida, en el IRRI, publicaciones de S. Poats, A Spring, M. Schmink, H. Feldestein, J. Jiggins, etc.

Página precedente Inicìo de página Página siguiente