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CAPÍTULO - 2 LA EVOLUCIÓN DEL PAPEL DE LAS MUJERES EN LAS ECONOMÍAS RURALES LATINOAMERICANAS - ELIZABETH KATZ


Introducción[5]

Mientras las zonas rurales latinoamericanas continúan inmersas en un proceso evolutivo posterior al ajuste, característico de los primeros años del siglo XXI, a menudo se pasa por alto algunos aspectos fundamentales de esta transformación, tales como los cambios que ha experimentado la composición por sexo de la población y fuerza laboral rural y las consecuencias que pudieren tener tales cambios en las políticas de desarrollo rural. Algunos fenómenos demográficos, como el descenso de las tasas de fecundidad, la migración interna e internacional y un número creciente de hogares encabezados por mujeres, interactúan con las tendencias dominantes en las economías rurales a saber la crisis de la agricultura de subsistencia, la generalización de cultivos comerciales y cultivos de exportación intensivos en mano de obra y la creciente importancia de las fuentes no agrícolas de empleo e ingresos rurales. Esta interacción genera cambios que pueden ser importantes en los papeles que hombres y mujeres desempeñan en las estrategias de supervivencia implementadas en sus hogares y en la economía rural en general. Al mismo tiempo, se sigue diferenciando por sexo el acceso a los principales mercados, a los servicios y a los factores de producción que sustentan la economía rural. En particular, los derechos de propiedad de las tierras y las oportunidades de trabajo rural son profundamente desiguales entre hombres y mujeres en muchos países de América Latina.

El objeto de este estudio es evaluar la evolución del papel de la mujer en las áreas rurales latinoamericanas. En primer término, se analizan en forma empírica las tendencias que presenta la composición por sexo de la población rural, sus miembros económicamente activos y la fuerza laboral agrícola, con miras a evaluar las diferencias intrarregionales que implica el proceso de “feminización” de la economía rural. En segundo lugar, se estudian los factores que probablemente son los más determinantes para que se produzcan cambios específicos en las relaciones observadas en la economía rural en materia de género en: las tendencias educación, fecundidad y composición de los hogares; migración interna e internacional, utilización de los factores en la agricultura de subsistencia para hacer frente a la liberalización del comercio y de los precios y a la expansión de los cultivos de exportación muy intensivos en mano de obra. En tercer lugar, se considerarán las restricciones específicas en cuanto al género con respecto al acceso a la tierra y a los trabajos rurales no agrícolas. Por último, el capítulo evalua la importancia de los cambios en términos de composición por sexo de la economía rural y el papel de la acción pública para satisfacer las necesidades de hombres y mujeres de zonas rurales e identificar vías productivas para realizar futuras investigaciones.

¿Acaso se está presenciando de un proceso de “feminización” de la agricultura y la economía rural en América Latina?

Existen diversas maneras de examinar empíricamente la dinámica composición por género de las economías rurales de América Latina. Un primer paso se refiere al estudio de las tendencias demográficas globales en las áreas rurales para determinar el grado de feminización de poblaciones rurales durante las últimas décadas. Un segundo nivel de análisis consiste en explorar las tendencias por sexo en los índices de actividad económica en las áreas rurales. El último paso corresponde al examen de los datos del mismo sector agrícola para apreciar si las mujeres han aumentado su participación en este rubro, en forma absoluta y en relación con la de los hombres.

En el Cuadro 1 se presentan los coeficientes por género en la población rural de 19 países latinoamericanos desde los años 1970 a 2000. Salvo Bolivia en la década de los setenta y México en la actualidad, el número de varones de las zonas rurales ha superado el de las mujeres durante los últimos 30 años. Actualmente, el número de mujeres por cada 100 hombres fluctúa entre un mínimo de 73,7 en Uruguay y casi 100 en México, con un promedio de 92,5 para la región en general. La tendencia general observada en América Latina desde 1970 indica un leve aumento de la proporción de hombres a mujeres de la población rural, aun cuando los cambios se distribuyen bastante desigualmente en los países de la región. Paraguay, Venezuela, Bolivia y Honduras han experimentado bajas relativas del índice de población femenina rural que superan el 5 por ciento. Por su parte, la proporción de hombres a mujeres de la población rural de Brasil, Chile, Ecuador, Colombia y Cuba registró bajas del 1 al 5 por ciento durante los últimos 30 años. Por el contrario, la proporción es realmente favorable a las mujeres en México, El Salvador, Nicaragua, Argentina, Panamá y Costa Rica. Tal como se analizará con mayor detalle en las siguientes páginas, estos cambios diferenciales en la región se pueden explicar sobre la base de patrones migratorios distintos de las poblaciones rurales de diversos países y, en particular, con respecto a la participación relativa de las mujeres en las migraciones dentro del país comparadas con las migraciones internacionales.

CUADRO 1
América Latina: proporción de hombres a mujeres de la población rural, 1970 a 2005

País/Año

Mujeres por cada 100 hombres

1970

1975

1980

1985

1990

1995

2000

2005 (proyectado)

1970-2000

1980-2000

1990-2000

(cambio porcentual)

América Latina

93

93

93

93

93

93

93

92

-0,65

-0,46

-0,09

Argentina

85

85

87

87

87

87

87

87

2,66

0,57

0,07

Bolivia

101

101

100

99

98

96

95

93

-5,99

-5,34

-3,07

Brasil

94

94

93

92

92

91

90

89

-4,45

-3,72

-2,08

Chile

88

87

85

85

85

85

85

85

-3,22

-0,58

0,09

Colombia

90

88

88

88

88

88

88

87

-2,43

-0,47

-0,46

Costa Rica

91

91

91

91

92

92

92

92

0,38

0,39

0,22

Cuba

88

88

88

88

88

87

87

87

-1,05

-1,13

-0,96

Ecuador

95

93

94

94

94

93

93

93

-1,58

-0,74

-0,56

El Salvador

93

93

94

97

98

98

98

97

4,98

3,41

-0,29

Guatemala

94

94

94

94

94

94

94

94

0,66

0,75

0,28

Honduras

96

95

95

94

93

91

90

89

-5,33

-4,61

-2,35

México

95

95

96

96

97

100

100

100

5,11

4,50

3,40

Nicaragua

92

91

91

93

95

95

95

95

3,81

4,10

0,48

Panamá

88

88

88

88

88

89

89

89

0,98

1,07

0,62

Paraguay

96

95

94

93

91

90

89

87

-8,07

-5,41

-2,84

Perú

98

97

97

96

97

97

97

97

-0,87

0,00

0,29

República Dominicana

90

91

91

91

91

91

91

91

0,45

-0,36

0,09

Uruguay

74

75

73

69

74

74

74

74

-0,44

0,66

-0,37

Venezuela

88

88

88

87

84

83

81

80

-7,49

-7,08

-3,58

Fuente: CELADE/CEPAL (1999a).

En lo que se refiere a la distribución por género de la población económicamente activa (PEA), el Cuadro 2 presenta datos regionales y específicos por país, desglosados por sexo, para el período comprendido entre los años 1980 y 2000.[6] Teniendo en cuenta que estos datos incluyen las actividades tanto agrícolas como no agrícolas, se puede observar que para la región latinoamericana, en promedio, alrededor del 77 por ciento de la población rural masculina de más de diez años es considerada económicamente activa, cifra que se ha mantenido sin variaciones durante los últimos 20 años. No obstante, el índice de participación de la mujer en la fuerza laboral rural ha experimentado un fuerte aumento desde 1980, pasando de menos del 23 por ciento a más del 30 por ciento en el año 2000. En Argentina, Chile, Ecuador, Guatemala y Honduras los índices de actividad económica femenina rural se han más que duplicado en las últimas dos décadas. De igual manera, los índices han aumentado en más del 50 por ciento en muchos otros países.

CUADRO 2
América Latina: evolución de la población económicamente activa por sexo, 1980 a 2000

Índices de actividad económica rural (por cada 100 habitantes de más de 10 años)


1980

1985

1990

1995

2000

2005 (proyectado)

1980-2000 (cambio porcentual)

América Latina









Hombres

77

77

77

77

77

77

-0,39


Mujeres

23

25

27

29

30

32

33,48

Argentina









Hombres

76

73

70

70

70

70

-6,84


Mujeres

14

24

32

33

34

34

139,66

Bolivia









Hombres

78

77

77

77

77

77

-1,73


Mujeres

21

25

29

31

32

34

55,08

Brasil









Hombres

84

84

84

83

82

82

-1,73


Mujeres

31

34

36

38

39

41

25,73

Chile









Hombres

69

73

76

76

75

75

8,86


Mujeres

9

11

14

16

18

21

106,98

Colombia









Hombres

71

69

69

69

69

69

-1,86


Mujeres

21

27

29

31

32

34

51,25

Costa Rica









Hombres

78

79

79

78

78

78

-0,17


Mujeres

13

14

17

19

21

24

68,98

Cuba









Hombres

60

62

67

70

69

69

14,69


Mujeres

16

18

22

25

26

28

66,54

Ecuador









Hombres

73

74

75

75

76

77

4,01


Mujeres

10

14

18

20

23

25

117,62

El Salvador









Hombres

79

76

73

75

76

76

-4,08


Mujeres

14

14

14

17

20

22

46,60

Guatemala









Hombres

74

73

73

73

73

73

-1,45


Mujeres

6

9

11

14

17

19

166,44

Honduras









Hombres

81

82

82

81

81

80

-0,94


Mujeres

8

10

11

14

16

19

104,07

México









Hombres

76

75

76

77

77

76

1,32


Mujeres

16

18

20

22

24

26

49,75

Nicaragua









Hombres

78

78

78

79

80

79

2,36


Mujeres

19

23

24

25

27

29

45,81

Panamá









Hombres

66

69

71

72

72

72

8,15


Mujeres

13

15

17

19

22

24

70,82

Paraguay









Hombres

79

79

77

76

76

77

-2,95


Mujeres

11

10

8

8

8

8

-24,12

Perú









Hombres

74

75

76

78

78

78

5,13


Mujeres

31

33

35

37

38

40

24,22

Rep. Dominicana









Hombres

75

76

77

77

77

78

3,36


Mujeres

21

24

26

28

30

32

39,96

Uruguay









Hombres

77

78

77

77

76

73

-1,56


Mujeres

25

32

33

35

36

37

44,54

Venezuela









Hombres

69

69

69

69

69

69

0,15


Mujeres

10

11

12

14

17

19

69,80

Fuente: Estimaciones de la autora a partir de CELADE/CEPAL (1999b).

CUADRO 3
Participación de las mujeres en el total del empleo rural, 1980 a 2005


Porcentaje de mujeres en el total de la población económicamente activa

1980

1985

1990

1995

2000

2005 (proyectado)

1980-2000 (cambio porcentual)

America Latina

21

23

24

25

26

27

30

Argentina

13

21

28

28

29

29

116

Bolivia

21

24

27

28

28

29

38

Brasil

25

27

28

29

30

31

20

Chile

10

11

13

15

17

19

93

Colombia

21

25

26

27

29

29

44

Costa Rica

13

14

16

18

20

22

71

Cuba

18

20

22

23

24

26

40

Ecuador

12

15

18

20

21

23

97

El Salvador

14

15

16

18

20

22

63

Guatemala

7

10

13

15

18

20

176

Honduras

8

10

11

13

15

17

105

Mexico

17

19

20

23

24

26

51

Nicaragua

17

21

22

23

24

26

47

Panama

14

15

17

19

21

22

63

Paraguay

11

10

9

9

9

8

-26

Peru

29

30

31

32

32

33

15

Rep. Dominicana

20

22

23

24

26

27

33

Uruguay

18

21

23

24

25

26

44

Venezuela

11

11

12

14

16

18

65

Fuente: Estimaciones de la autora a partir de CELADE/CEPAL (1999b).

Asimismo, la participación de las mujeres en el total del empleo rural también ha experimentado una alza sostenida durante los últimos 20 años (léase el Cuadro 3). Para la región en su conjunto, en 1980 el porcentaje de mujeres incluido en la población económicamente activa rural ascendía a un poco más del 21 por ciento. En la actualidad, en cambio, esta cifra alcanza el 27 por ciento. En Argentina, Chile, Ecuador, Honduras y Guatemala, donde las mujeres conforman una parte importante de la fuerza laboral agrícola dedicada a las exportaciones no tradicionales, la participación de las mujeres en la PEA rural se ha duplicado entre los años 1980 y 2000.

Los crecientes índices de actividad económica rural femenina también implican una mayor participación de la mujer en el sector agrícola. El Cuadro 4 señala que, en promedio, menos de un tercio de las mujeres económicamente activas trabaja en el sector agrícola, frente a los más de dos tercios de hombres dedicados a iguales labores. Cabe señalar que existen importantes diferencias dentro de la misma región: Bolivia, Brasil y Paraguay presentan índices relativos muy altos con respecto a la intervención de la mujer en el trabajo agrícola (86, 70 y 43 por ciento de la PEA femenina rural, respectivamente), mientras que solamente un 10 por ciento de las mujeres rurales económicamente activas de la mayoría de los países centroamericanos se dedica a la agricultura. El trabajo que desempeñan las mujeres en las zonas rurales es mucho más diversificado: por ejemplo, prácticamente un tercio de ellas trabaja en servicios personales y otro 25 por ciento se dedica a actividades relacionadas con el comercio y el turismo. La industria rural constituye una fuente muy importante de empleo femenino en México, Centroamérica y la República Dominicana.[7]

Los datos de series de tiempo relacionados con el empleo agrícola femenino dan cuenta de una baja general de la participación de la mujer como porcentaje del total de la fuerza laboral agrícola, entre los años 1970 y 1990; no obstante, recientes datos de la Organización Internacional del Trabajo parecen indicar una creciente intervención de las mujeres en el empleo agrícola entre 1980 y mediados de los años noventa (véase el Cuadro 5A). En virtud de la información relativa a la población activa nacional recopilada por la CEPAL (2002a) para la región en su totalidad, la participación femenina en el empleo agrícola cayó en aproximadamente de un 20 por ciento entre 1970 y 1990 (de un promedio de 13,1 a 10,4 de la fuerza laboral agrícola total), si bien se observa un proceso de feminización del empleo agrícola en 8 de los 17 países que aportan datos de ambos períodos. Los datos de la OIT, obtenidos a partir de su base de datos “Indicadores Clave del Mercado de Trabajo” (KILM), indican que el porcentaje promedio regional es algo más alto en cuanto a la participación de las mujeres en la fuerza laboral agrícola, incluidas algunas estimaciones sustancialmente mayores respecto de la participación femenina en el empleo agrícola total en grandes países como Brasil, México y Colombia. Asimismo, seis de los siete países para los cuales se dispone de datos comparativos parecen estar experimentando un proceso de feminización de la fuerza laboral agrícola del orden de un 1 a un 4 por ciento al año desde 1980 (Marcoux, 2001).

CUADRO 4
América Latina: Distribución de la población económicamente activa por sexo y sector, 1999

País/Sector en porcentajes

Agricultura

Industria

Comercio, hoteles y restaurantes

Servicios (personales, públicos y sociales)

Otros c/

Bolivia







Mujeres

85,7

3,5

6,1

3,5

1,3


Hombres

85,6

1,8

1,7

2,8

8,3

Brasil







Mujeres

69,6

3,4

5,3

20,2

1,6


Hombres

75,9

5,8

4,3

6,5

7,6

Chilea/







Mujeres

35,0

6,4

19,9

36,1

2,8


Hombres

74,0

4,6

4,9

5,1

11,4

Colombia







Mujeres

23,2

10,2

27,5

36,2

3,0


Hombres

69,3

4,2

8,6

8,9

9,1

Costa Rica







Mujeres

9,9

19,5

24,6

42,0

4,0


Hombres

42,9

12,7

12,8

11,6

19,9

El Salvador







Mujeres

13,9

23,2

35,4

26,4

1,0


Hombres

64,8

9,3

7,0

6,7

12,2

Guatemalaa/







Mujeres

35,4

24,9

26,1

13,3

0,4


Hombres

74,4

8,1

5,9

3,9

7,9

Honduras







Mujeres

12,7

23,2

39,2

24,0

0,9


Hombres

77,2

6,2

5,2

5,2

6,3

Méxicoa/







Mujeres

33,0

19,0

21,3

25,7

1,0


Hombres

55,4

10,4

9,7

12,4

12,0

Nicaraguaa/







Mujeres

27,6

10,2

28,2

33,7

0,3


Hombres

77,7

4,2

6,3

4,6

7,2

Panamá







Mujeres

8,1

10,0

29,7

48,4

3,8


Hombres

60,0

5,9

11,5

9,3

13,3

Paraguay







Mujeres

42,8

9,3

25,3

21,6

1,0


Hombres

71,0

8,3

6,7

5,9

8,1

Rep. Dominicanab







Mujeres

7,6

24,5

30,2

35,4

2,4


Hombres

46,6

17,6

13,6

7,6

14,7

Promedio no ponderado







Mujeres

31,1

14,4

24,5

28,2

1,8


Hombres

67,3

7,6

7,6

7,0

10,6

a/ 1998
b/ 1997
c/ Incluye las operaciones mineras, los servicios públicos, la construcción, el transporte, las comunicaciones y los servicios financieros.

Fuente: Estimaciones de la autora a partir de informaciones de CEPAL (2002b), sobre la base de tabulaciones de encuestas nacionales de hogares.

CUADRO 5ª
América Latina: participación de la fuerza laboral femenina en el sector agrícola, 1970 a los años noventa


Presencia de mujeres como porcentaje de la fuerza laboral agrícola

Estimaciones de la CEPALa/

Estimaciones de la OITb/

1970

1980

1990

cambio porcentual 1970-1990

1990

Cambio porcentual anual promedio 1980 a años noventa

Argentina

7

7

16

143

7

0,6

Bolivia

33

34

36

9



Brasil

16

20

13

-18

34


Chile

6

8

7

4

10

4,1

Colombia

13

15

5

-59

16

1,3

Costa Rica

2

3



9

3,1

Cuba

5

14



17

1,9

Ecuador

9

11

13

43

11


El Salvador

4

5

5

45

10


Guatemala

8

7

6

-22



Honduras

14

18

6

-59

7


México

11

14

4

-69

17


Nicaragua

10

11

6

-41



Panamá

6

5

5

-18

5


Paraguay

7

5

2

-73

13


Perú

14

15

13

-7



Rep. Dominicana

6

8

7

30

10

2,1

Uruguay

5

7

18

241



Venezuela

3

4

4

14

4

-0,5

Región

13

16

10

-20



a/ Los datos para los años 1970 y 1980 se basan en criterios de la OIT y los datos para 1990 en estadísticas de la fuerza laboral nacional.

b/ Los años correspondientes a los datos varían según el país: 1990 (Cuba, República Dominicana); 1993 (Paraguay); 1995 (Brasil, Panamá, Venezuela); 1996 (Argentina); 1997 (Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Honduras, México).

Fuentes: Estimaciones de la CEPAL: estimaciones de la autora a partir de la CEPAL (2002a); estimaciones de la OIT: Marcoux (2001).

CUADRO 5B
América Latina: participación de la fuerza laboral femenina en el sector agrícola, 1970 a los años noventa


Presencia de mujeres como porcentaje de la fuerza laboral agrícola

Estimaciones del Censo Nacional Agropecuarioa/

Familiares

Trabajadoras con contrato permanente

Temporeras

Argentina

18



Bolivia




Brasil


18


Chile

38

14


Colombia




Costa Rica




Cuba




Ecuador




El Salvador




Guatemala




Honduras




México

15

6

9

Nicaragua




Panamá

23



Paraguay




Perú




República Dominicana




Uruguay

21



Venezuela

9

16


Región




a/ Los años correspondientes a los datos varían según el país: 1988 (Argentina); 1990 (Panamá); 1991 (México); 1996 (Brasil); 1997 (Chile).

Fuente: Estimaciones de la autora a partir de FAO (2000).

Los censos agropecuarios realizados en siete países latinoamericanos durante los años noventa (FAO, 2000) arrojan datos adicionales sobre la participación femenina en la fuerza laboral agrícola. Lo anterior se puede apreciar en el Cuadro 5B. Estos datos son útiles puesto que, en algunos países se hace una distinción entre la fuerza laboral agrícola familiar y la mano de obra agrícola asalariada. Por ejemplo, en Brasil, el 30 por ciento de los miembros de los hogares que declaran participar principalmente en labores agrícolas corresponde a mujeres, mientras que las trabajadoras con contrato permanente en propiedades agrícolas brasileñas constituyen sólo el 18 por ciento. En México, las mujeres constituyen el 15 por ciento de la fuerza laboral agrícola familiar, el 6 por ciento de las trabajadoras con contrato permanente y el 9 por ciento de las trabajadoras temporeras.

Las series más recientes de Estudios sobre la Medición de las Condiciones de Vida constituyen una fuente final de información acerca de la participación femenina en la agricultura, en los cuales se registró el género del “agricultor principal” de propiedades cultivadas por sus propietarios en cinco países latinoamericanos. Estos datos indican que las mujeres asumen la responsabilidad principal del 9 por ciento de las propiedades agrícolas familiares en Brasil, del 11 por ciento en Panamá, del 13 por ciento en Nicaragua, del 16 por ciento en Brasil y del 26 por ciento en Ecuador (Deere y León, 2002).

¿Qué conclusiones se pueden encontrar de estos datos demográficos y laborales acerca de la feminización de la agricultura y la economía rural en América Latina? Los cambios que ha experimentado la composición por género de la población rural durante los últimos treinta años, parecen indicar que la permanente emigración femenina ha contribuido a reforzar el sesgo masculino en muchos países de la subregión andina y del Cono Sur. A la inversa, en México y gran parte de Centroamérica se ha presentado una tendencia dominante hacia un número relativamente mayor de habitantes rurales de sexo femenino. Con respecto a la fuerza laboral rural, los datos indican claramente una alza significativa en los índices de actividad económica de la mujer, los que se distribuyen de manera más amplia en los sectores agrícolas y no agrícolas en comparación con los índices que presentan los hombres. Lamentablemente, las pruebas sobre la participación de la mujer en la agricultura siguen siendo incompletas y contradictorias. La existencia de diversos métodos de recopilación de datos se traduce en estimaciones ampliamente divergentes, aun cuando en el caso de un grupo importante de países latinoamericanos, las mujeres constituyen probablemente una fracción cada vez mayor de la fuerza laboral agrícola tanto remunerada como no remunerada (de tipo familiar).


[5] La autora de esta publicación es profesora adjunta de Economía en el Saint Mary’s College de California. La autora desea agradecer a Marcela Balladara y Velde Elliot por su generosa contribución al momento de recopilar el material necesario para concretar este documento y a Carmen Diana Deere, Benjamin Davis, Marcela Ballara, Sophie Robin, Maria Grazia Quieti y Florence Tartanac por sus acertadas observaciones con respecto a un borrador anterior. Cabe hacer notar que las opiniones vertidas en la presente publicación o cualquier error que pudiere aparecer en la misma son responsabilidad del autor.
[6] Por lo general, las estadísticas con respecto a la fuerza laboral se caracterizan por subestimar los índices de actividad de las mujeres rurales, en especial en el sector agrícola, donde gran parte del trabajo no recibe remuneración alguna. Los resultados de los sesgos del entrevistador y del entrevistado son incompletos, puesto que los encuestadores y los encuestados tienden a considerar los aportes laborales de la mujer a la granja familiar tan sólo como auxiliares. De igual manera, las actividades no agrícolas que desempeñan las mujeres, como el comercio menor, habitualmente no se registran debido al carácter a menudo esporádico y la baja rentabilidad de estas actividades. En virtud de este escenario, se han implementado iniciativas a nivel internacional para mejorar la recopilación de los datos oficiales sobre las actividades económicas de las mujeres rurales, entre ellas las pautas metodológicas de la FAO para efectuar censos agrícolas (FAO, 1995) y se ha dedicado un capítulo especial de la más reciente edición de la OIT titulada Principales indicadores del mercado laboral (OIT, 2002), que se concentra en las mejoras que se pueden implementar en la recopilación de datos de indicadores del mercado laboral por sexo.
Dos estudios regionales sobre las funciones de la mujer rural en la producción de alimentos frecuentemente mencionados (Chiriboga, Grynspan y Pérez, 1995 y Kleysen, 1996) emplearon datos primarios de encuestas de hogares a fin de poder realizar una nueva estimación de las estadísticas oficiales sobre los índices de actividad económica y de aportes al PIB agrícola por parte de las mujeres. Al incluir a las mujeres que mencionaron la agricultura como una “actividad secundaria” en las encuestas oficiales sobre la fuerza laboral, al suponer que existe una participación de al menos una mujer adulta por cada pequeña propiedad agrícola y al extrapolar los datos de sus encuestas, los investigadores incrementaron la PEA femenina agrícola o rural estimada en un punto indeterminado entre el 50 y el 500 por ciento.
[7] Algunos datos relativos a los años noventa indican que el empleo rural no agrícola es cada vez más relevante para los hombres en las zonas rurales de casi todos los países de América Latina, aunque la tendencia es más desigual para las mujeres. Según los datos de series de tiempo recientes de ocho países estudiados, la parte no agrícola de los trabajos que desempeñan los hombres en las zonas rurales aumentó de un 30 por ciento promedio entre los años 1989 y 1991 a un 36 por ciento entre los años 1994 y 1998. En contraposición a lo anterior, el promedio de mujeres se mantuvo sin cambios en un 74 por ciento durante el mismo período, ya que disminuyó en cuatro de los países estudiados y aumentó en los otros cuatro (Durston et al., 2000, citado en Reardon, Berdegué y Escobar, 2001, Cuadro 1). No obstante, sigue siendo válido al afirmar que las fuentes de trabajo e ingreso no agrícolas son de vital importancia para las mujeres que habitan en zonas rurales de la región.

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