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Guías para la evaluación de riesgos en los países en desarrollo - Peter A. Williams


INTRODUCCIÓN

El movimiento de mercaderías comerciales y de socorro de cualquier tipo, a nivel universal, es esencial para el bienestar de la humanidad. Sin embargo, no todas esas mercaderías y donaciones son inermes y algunas celan sorpresas inesperadas. Las especies invasoras afectan los sistemas agrícolas y otros sistemas y sus impactos siguen a aquellos de la destrucción del hábitat en lo que se refiere a la pérdida de la biodiversidad. Estos problemas han generado un creciente interés internacional en los sistemas de evaluación de riesgos para prevenir la introducción de nuevas plagas y de priorizar el control de las plagas existentes. La evaluación de los riesgos es una nueva disciplina y el primer simposio internacional sobre el tema fue llevado a cabo recientemente en Australia (Grooves et al., 2001). Ese país, junto con Nueva Zelandia, está activamente desarrollando y poniendo en marcha fuertes protocolos de cuarentena. Ambos países están relativamente aislados del resto del mundo, la agricultura es importante para ambas economías y sus ciudadanos valoran los panoramas naturales y su antigua biodiversidad nativa.

Este informe presenta el tema de la evaluación del riesgo de las malezas y proporciona guías para los países que desean establecer sus propios protocolos de cuarentena y usar eficientemente los escasos recursos disponibles para priorizar el control de las plagas existentes. Afortunadamente, esta labor es facilitada dado que Internet permite un rápido intercambio de información y acceso a bases de datos detalladas sobre las plagas, por ejemplo el compendio global de las malezas (http://www.hear.org).

MARCO INTERNACIONAL DE EVALUACIÓN DEL RIESGO-MALEZAS

Las acciones tomadas para excluir una especie vegetal de un determinado país en razón de su peligro potencial como maleza debe ser consistente con las normas internacionales que regulan el movimiento de mercaderías comerciales. Estas obligaciones están definidas en el Convenio para la Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (convenio SPS) de la Organización Mundial del Comercio (OMC, 1994) y la Convención Internacional de Protección Vegetal (IPPC) (edición revisada, 1997) depositada en la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, 1996). Estos dos convenios internacionales por un lado permiten que los países especifiquen los requerimientos para la entrada de materiales vegetales y por otro lado describen las obligaciones de los países de modo que los requerimientos para las importaciones no se conviertan en barreras comerciales injustificadas.

Otra convención internacional que comprende las semillas se refiere a la necesidad de conservar la biodiversidad. El artículo 8 (h) de la Convención sobre Diversidad Biológica establece que cada parte contratante «impedirá que se introduzcan, controlará o erradicará las especies exóticas que amenacen a ecosistemas, hábitats o especies». No todos los países son signatarios de esta Convención.

Una plaga cuarentenaria[1] es definida por el IPPC como una plaga de importancia económica potencial en un área amenazada y no presente aún en la misma o presente pero no ampliamente distribuída y siendo oficialmente controlada (FAO, 2001a). Para los objetivos de este informe la importancia económica incluye los efectos potenciales o reales sobre la economía de los ecosistemas y sus especies componentes y la definición de IPPC de una plaga es suficientemente amplia para incluir las malezas que cubren todo el rango de ecosistemas, incluyendo aquellos cubiertos por la Convención de Diversidad Biológica (CBD, 2001). De hecho, se han llevado a cabo reuniones internacionales para fortalecer las relaciones entre el IPPC y la CBD (p. ej., Bangkok, 6-8 febrero 2001).

El Análisis de Riesgo de Plagas (PRA) consta de tres etapas, proceso de evaluación biológica u otra evidencia científica y económica para determinar si una plaga debería ser reglamentada y la fuerza de las medidas fitosanitarias a ser tomadas contra esta (FAO, 2001b).

Estas etapas son:

Etapa 1. Iniciación del proceso identificando una plaga que puede calificarse como una plaga cuarentenaria, y/o las formas que pueden permitir la introducción o difusión de una plaga cuarentenaria que debería ser considerada para análisis de riesgo en un área definida de PRA.

Etapa 2. Evaluación del riesgo de plaga determinando cual(es) plaga(s) (es)son plaga(s) cuarentenaria(s) y caracterizando la probabilidad de entrada, establecimiento, difusión e importancia económica.

Etapa 3. Manejo del riesgo de plaga identificado en la Etapa 2 desarrollando, evaluando, comparando y seleccionando las opciones para ocuparse del riesgo.

Las etapas iniciales son para determinar los pasos, o sea, cualquier medio que permita la entrada o difunda una plaga, y correctamente identifique la plaga. La identificación de los pasos de alto riesgo es una parte importante de un proceso general de evaluación general del riesgo maleza, pero este informe trata solo de plagas individuales.

Los criterios usados para determinar la presencia o ausencia de la potencial plaga cuarentenaria en el área están representados en la Figura 1, rediseñados de los estándares de IPPC, Guías para análisis de riesgo de plagas (FAO, 1996). Área es definido como un país oficialmente definido, parte de un país, o todas las partes de varios países (FAO, 2001a). Si la especie está ausente y tiene una potencial importancia económica, puede ser considerada como una plaga cuarentenaria. Si esta está presente en un área puede ser legítimamente considerada una plaga cuarentenaria y posteriormente evaluada si es de distribución limitada o está bajo control oficial. Oficial es definido como establecido, autorizado o ejecutado por una agencia nacional de protección vegetal, y control es definido como supresión, contenimiento o erradicación de una población plaga (FAO, 2001a). Una plaga capaz de una mayor difusión, o sea, expansión de la distribución geográfica de una plaga dentro de un área (FAO, 2001a) (Figura 1), que no es controlada requeriría ser puesta bajo control para justificar el estado de plaga cuarentenaria. Las especies que son controladas pero que están en los límites absolutos de su distribución potencial no se pueden difundir más y, por lo tanto, no pueden tampoco ser declaradas plagas cuarentenarias. En realidad muchas especies exóticas en la mayoría de los países tienen potencial para una posterior difusión.

Una vez que el estado de plaga cuarentenaria ha sido confirmado, la etapa siguiente es evaluar la importancia económica (incluyendo el ambiente) de la especie. Esta puede ser alta en el caso de una plaga.

La evaluación del riesgo-maleza se relaciona primariamente con las dos primeras etapas del riesgo de evaluación de plaga que implica la categorización de la plaga, o sea, el proceso para determinar si una plaga tiene o no las características de una plaga cuarentena o aquellas reglamentadas de una plaga no-cuarentena (FAO, 2001a). El requerimiento mínimo de cualquier sistema de evaluación de riesgo-maleza es que satisfaga los convenios internacionales señalados en la Parte 2. Para ello, esto se debe fundar en suposiciones explícitas y debe usar datos científicos.

Los sistemas de evaluación de riesgo-maleza diseñados para el uso solo dentro un estado soberano y que no tienen el potencial para limitar el comercio, no necesitan cumplir los convenios internacionales. Sin embargo, para ser efectivos deben estar basados en principios sólidos similares.

Figura 1. Análisis de riesgo de plaga (de FAO, 1996)

LA INVASIÓN DE PLANTAS COMO PROCESO

Las especies vegetales deben superar una serie de barreras para llegar a una nueva área y difundirse en ella. Inicialmente, estas son barreras físicas o intercontinentales y/o a escala intercontinental. Las especies que no han superado esas barreras pueden de cualquier manera ser clasificadas como plagas cuarentena, primariamente en base a sus antecedentes como plaga en otros lugares. Una vez que han llegado a una nueva área deben vencer una serie de barreras bióticas y abióticas antes de establecerse. Las actividades humanas son importantes para ayudar a las especies a superar esas barreras. Las especies que por accidente llegan en pequeña cantidad tienen una probabilidad limitada de establecerse. En contraste, estas especies se difunden lentamente como semillas contaminantes, producidas en grandes cantidades dentro de un ambiente protegido para la horticultura o sembradas en ambientes agrícolas o naturales, por ejemplo como cultivos o para control de la erosión, con una mayor posibilidad de establecimiento. Una vez que la especie está creciendo bajo cultivo en un nuevo país puede espasmódicamente aparecer en zonas salvajes más allá de las siembras originales. Si fue introducida ocasionalmente como contaminante de cultivos puede aparecer en tierras asociadas a los mismos. El término que se usa en tales casos es «exótica casual». Para llegar a ser una planta naturalizada exótica o completamente naturalizada, dependiendo de la definición que se siga, una especie debe desarrollar una población automantenida en un ambiente salvaje. Estos lugares son los puntos a partir de los cuales se podrá difundir en el área.

Las diferentes características de las especies y etapas del ciclo de vida (Figura 2) pueden ser importantes en diferentes barreras. Por ejemplo, la fuerte coloración de las flores puede ser en primer lugar un criterio de transporte transcontinental. La rápida reproducción por semillas y/u otra descendencia de materiales vegetativos (por ejemplo, bulbos o tubérculos) (Figura 2) pueden favorecer su difusión una vez que la especie ha sido introducida. Su persistencia a través de períodos climáticos desfavorables puede depender de bancos de semillas longevos. El cruce de cualquiera de esta serie de barreras es reversible. Una especie puede ser extirpada solo localmente o aún dirigida a la extinción dentro de un área si, por ejemplo, hay severas fluctuaciones climáticas o son introducidos nuevos predadores y enfermedades. El proceso de arribo y extinción por medios naturales o control puede ser repetido durante muchos años hasta que la especie termina siendo completamente naturalizada.

La difusión de una plaga puede seguir un cierto número de modelos en el tiempo y el espacio, dependiendo de factores tales como sus medios de dispersión, el ciclo biológico y varios más. En muchos casos se sigue un modelo simplificado en forma de «S» (Figura 3, línea entera) que puede ser ilustrado gráficamente como la proporción de todo el hábitat potencial ocupado por la plaga en cualquier lugar en el tiempo. Las características esenciales son una población numerosa como si fuera una larga cola al inicio de la diseminación de una especie a medida que cruza las barreras, un agudo incremento a medida pasa a través de las barreras y encuentra hábitats adecuados y una reducción cuando los hábitats se saturan. A medida que la plaga se difunde, la proporción del hábitat no infectado disminuye a una tasa definida como una «S invertida» (Figura 3, línea punteada). El proceso de difusión puede ser continuo, pero todavía hay puntos reconocibles (por lo general solo percepción) donde la tasa de cambio se diferencia marcadamente del período precedente. Para los objetivos del manejo, la forma de «S» puede ser idealizada en etapas basadas en la extensión y la tasa de la difusión. Este concepto puede ser aplicado en cualquier escala geográfica, desde un campo a un continente.

Figura 2. Ciclo biológico de plantas perennes que producen semillas y órganos vegetativos (de Williams, 1997)

Figura 3. Fases conceptuales en la invasión de una maleza a través del tiempo y la forma en que estas se relacionan con el porcentaje de tierra ocupada y no ocupada (de Williams, 1997)

FASES CONCEPTUALES EN LA INVASIÓN DE UNA MALEZA

Fase de migración

La especie debe en primer lugar llegar al borde del área. Una vez que ha llegado puede o no entrar, dependiendo de múltiples factores. Donde existen protocolos eficientes de cuarentena y procedimientos de manejo de riesgo, será detectada y, probablemente eliminada, si es plaga cuarentena.

Fase de escape

Una vez dentro del área puede escapar solo ocasionalmente o finalmente pasar a ser completamente naturalizada. La ubicación de estos puntos de naturalización estará probablemente asociada con el pasaje de introducción, por ejemplo, en campos sembrados con maíz contaminado o adyacente a sembrados de control de erosión. Estos lugares se conocen como «lugares centinela».

Fase de establecimiento

Durante esta fase la planta es capaz de reproducirse en el nuevo ambiente y su población aumenta lentamente. Virtualmente, todo el hábitat potencial está aún sin infestar.

Fase de expansión

Eventualmente, los lugares ocupados se expanden más allá del lugar inicial. La expansión es más rápida donde hay múltiples lugares iniciales. Las causas de esta expansión difieren entre las especies y no están bien documentadas. Los factores son diversos, incluyendo estaciones de crecimiento particularmente favorables, la llegada de nuevos polinizadores o dispersantes o la especie que se adapta al nuevo ambiente por medio de la formación de nuevos genotipos. Pueden ser creados nuevos hábitats, por ejemplo, por cambios en el uso de la tierra.

Las áreas locales de algunos hábitats están claramente infestadas pero la mayor parte del hábitat potencial no está infestada. A menudo, es recién en este estado que la especie comienza a ser percebida como una plaga.

Fase explosiva

Es el período en el que la plaga se expande rápidamente y a menudo donde comienza a atraer la preocupación oficial. Muchos hábitats potenciales son infestados en esta fase.

Fase de transgresión

La plaga lentamente se difunde a los últimos hábitats disponibles en toda el área. Esto no significa que ocurre en todas las tierras adecuadas y en todo momento sino que tiene una alta probabilidad de ocurrir en esos lugares.

Una difusión posterior puede ocurrir si se crean más hábitats favorables, por ejemplo por el fuego. También es importante notar que la plaga puede estar presente solo en una fase de latencia de su ciclo como se indica en la Figura 2.

Esos cambios potenciales en la difusión de la plaga pueden tener implicancias para la evaluación del riesgo-maleza:

Hay tres elementos importantes que cambian a medida que una plaga cruza las distintas barreras:

a) La ubicación y la cantidad de información. Antes que una especie haya sido introducida en una cierta área toda la información necesaria para clasificar la plaga será derivada de la experiencia de las especies fuera de la nueva área. En muchos casos, esto significa recoger información en su país de origen o en otros lados. La calidad y la cantidad de la información dependerán sobre todo en la historia de la especie como plaga o tal como un cultivo o como una especie ornamental. Una vez que la especie ha sido introducida es posible recoger mucha información acerca de su crecimeinto y biología reproductiva. Después que se comience a difundir se conocerán sus tolerancias e impactos dentro de la nueva área.

b) La certeza de una evaluación correcta. Como resultado del incremento de la información que se obtiene a medida que la plaga se difunde, la confiabilidad de la evaluación del riesgo-maleza aumenta y, viceversa, la probabilidad de que la evaluación sea incorrecta disminuye.

c) Identificación de los ecosistemas afectados. Los ecosistemas en los cuales la plaga pudiera tener un cierto impacto no pueden ser predichos con seguridad antes de que aquella haya comenzado a difundirse. Ni siquiera en ese momento pueden ser identificados los individuos o los grupos de interés directamente afectados por el impacto potencial. A medida que la plaga se difunde en los potenciales hábitats y campos (Figura 3) aquellos afectados se vuelven cada vez más identificables. El corolario de esta situación es que aquellos que es probable que se beneficien del manejo de la plaga también serán más identificables. Esto significa que en un extremo, todos aquellos que están dentro del área, potencialmente se benefician de una plaga cuarentena que no ha llegado al lugar. En el otro extremo, solo aquellos cuya tierra es ocupada por la plaga se benefician directamente del control local de una plaga ampliamente difundida.

Figura 4. Costos relativos combinados monetarios y ambientales de la ejecución de un programa de erradicación (A), junto con aquellos de iniciación de programas de control en etapas tempranas (B) o tardías (C) de la invasión. Las flechas indican los puntos de iniciación del programa. Las diferencias en el área por debajo de las curvas (B-A, C-A, C-B) representan el beneficio de la acción de control en las etapas tempranas (de Williams, 1997).

Es irónico que las evaluaciones de riesgo-maleza tengan la mayor probabilidad de ser erróneas cuando son más efectivas en la prevención de impactos acumulativos y costos de control y beneficiando potencialmente los más amplios grupos de interés. En la tercera etapa del proceso de evaluación del riesgo de plaga se reconoce, sin embargo, que es aceptable algún riesgo.

LIMITACIONES DE LA EVALUACIÓN DEL RIESGO-MALEZA

Los sistemas de evaluación de riesgo relacionando las plagas cuarentena con las plagas establecidas están dirigidos solamente a predecir los potenciales efectos perjudiciales de una especie. El peso de esos aspectos comparado con cualquier resultado potencialmente beneficioso, por ejemplo producción de un nuevo cultivo o alimentos en una carga de granos contaminados, es un problema completamente separado que involucra otros valores para juzgar la situación. En realidad, no es un componente de la evaluación del riesgo-maleza como tal.

Cuando se selecciona un sistema de evaluación de riesgo-maleza se enfrentan dos problemas importantes. Estos problemas son particularmente agudos cuando se consideran las especies nuevas en una cierta área opuestas a aquellas que ya se están difundiendo. En primer lugar, es difícil predecir una plaga solamente en base a las características de la plaga potencial. En segundo lugar, en cualquier grupo de organismos aquellos que entran en el estado de plaga lo hacen en forma muy lenta.

Muchos estudios han intentado identificar las características de las plagas, a diferencia de las especies provechosas. Los primeros estudios intentaron identificar la maleza ideal. Los estudios más recientes se han concentrado en grupos de plantas similares dentro de un país, un continente o en todo el mundo. Unas pocas variables están asociadas con la cualidad de maleza ampliamente aplicable a enteros grupos de plantas, por ejemplo, malezas herbáceas agrícolas o grupos de plantas, por ejemplo pinos. Este procedimiento raramente tiene valor como predicción cuando se extiende a grupos más amplios como de los sistemas agrícolas al ambiente natural, de pinos a no-pinos entre las coníferas. El consenso parece indicar que no existen características universalmente importantes para todas las especies en todos los hábitats. Las características del ambiente receptor son igualmente importantes.

La importancia de cualquier característica particular de una planta para determinar el éxito o el fracaso de una invasión es discernible solo después que la especie se ha establecido o que ha fracasado en su nuevo hábitat. A medida que con el pasar del tiempo el comportamiento de la especie es más evidente, la confiabilidad de la predicción aumentará. Incluso en ese momento, puede no haber características endógenas de la planta fácilmente obtenibles en la literatura que puedan predecir su potencial como maleza. Sin embargo, la probabilidad de que una especie se establezca en una nueva área está relacionada con la presión de sus propágulos en esa área. Esto puede ser definido como la tasa que puede ser dispersada en un área determinada en un período dado de tiempo de las plantas individuales o de las partes reproductivas, sexuales o asexuales. La presión de los propágulos puede ocurrir en cualquier escala especial. Algunos ejemplos de baja presión de propágulos son la llegada poco frecuente -según los años- de semillas transportadas por el viento desde regiones lejanas, la presencia ocasional de especies indeseables en un lote de semillas o la plantación poco frecuente de especies forestales que producen pocas semillas. Ejemplos de una alta presión de propágulos son la llegada frecuente de semillas transportadas por vientos regulares desde grandes distancias, semillas abundantes de una especie indeseada en los lotes de producciones de semillas o semillas abundantes y de fácil dispersión originadas en plantaciones de especies forestales.

La proporción de especies importadas que se han convertido en plagas ha sido calculada variando entre 0,01:100 para las angiospermas británicas, 1,3:100 para las gramíneas introducidas en Australia y 12:100 para los pinos introducidos en Nueva Zelanda. Sin embargo, esta diversidad de relaciones y los efectos de los largos períodos que ocurren entre el establecimiento de una especie y el reconocimiento de su estado de plaga que cambia esas relaciones, hace que la búsqueda de una relación constante sea fútil. Como consecuencia de la baja proporción de plagas entre una selección de organismos tomados al azar, cualquier sistema diseñado para detectar plagas será probablemente igualmente acertado o equivocado. Los resultados de una evaluación positiva falsa (excluyendo una especie que de hecho no se convertirá en plaga) pueden tener consecuencias económicas a largo plazo para un país, por ejemplo en el caso de un potencial nuevo cultivo. Por el contrario, una evaluación negativa falsa (aceptando que una especie puede llegar a ser una plaga) podría resultar en un daño económico serio.

Del mismo modo es importante comprender que las introducciones que se hacen supuestamente con fines benéficos también pueden tener un éxito muy limitado. Por ejemplo, cientos de gramíneas y especies herbáceas han introducidas en Australia y Nueva Zelanda y sin embargo, la agricultura de ambos países se basa en unas pocas especies. Del mismo modo, las plantaciones de bosques exóticos de Nueva Zelandia y del sur de América del Sur están dominadas por una sola especie, Pinus radiata. Más aún, algunas estimaciones de beneficio económico pueden ser predichas por el sistema agrosilvícola suponiendo un cierto nivel de aceptación o de efectos deletéreos suponiendo un cierto nivel de difusión de alguna plaga. Por el contrario, no existe una teoría ecológica adecuada para señalar predicciones del futuro impacto de potenciales malezas ambientales. Por lo tanto, existe una gran dificultad para predecir tanto los efectos positivos como negativos de las nuevas introducciones.

A pesar de la aparente dificultad teórica para la predicción del estado de plaga, esta tarea debe ser llevada a cabo para evitar las consecuencias de no detectar las potenciales nuevas plagas en las fronteras, ya sean de especies benignas que se transforman en plagas o la difusión de las plagas existentes. Se han diseñado sistemas para la identificación de malezas de plantas leñosas en general (Reichard y Hamilton, 1997), grupos de especies leñosas (Tucker y Richardson, 1995) y plantas acuáticas (Champion y Clayton, 2001). Unos pocos sistemas son usados por las autoridades nacionales de evaluación de riesgos como herramientas para la cuarentena; por ejemplo, por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos de América (Lehtonen, 2001) y por el Servicio de Inspección de Cuarentena de Australia (AQIS) (Pheloung et al., 1999). Una falla común de ambos sistemas es que no calculan la probabilidad de que ocurra un impacto que ha sido predicho. Tales predicciones pueden ser hechas solamente con muestras grandes de todos los individuos dentro de una clase. Esto requiere una extensa base de datos sobre las historias conocidas de esas plantas. Por ejemplo, en Nueva Zelandia, donde se conoce el número total de especies exóticas, la probabilidad de que una especie se naturalice -la primera etapa para tener impacto- ha sido calculada para todas las familias y géneros. Estos datos pueden ser incluidos en las evaluaciones de riesgo de malezas.

Los sistemas de evaluación de riesgo-maleza tienen limitaciones pero la difusión de su uso estimulará su reconocimiento internacional como una disciplina específica.

Los sistemas de evaluación de riesgos aplicados en zonas limítrofes de un área para detectar plagas cuarentena que aún no se han establecido y aquellos que evalúan plagas ya establecidas presentan diferencias importantes para el manejo del riesgo. El manejo de plagas cuarentena recieén detectadas puede significar simplemente prohibir la entrada de la especie. Esto puede representar un costo, por ejemplo, por la pérdida de ganancias provenientes de la venta de una importación de un lote de semillas conteniendo la plaga o un nuevo potencial cultivo rechazado a causa de la peligro de la especie como posible plaga. Sin embargo, para cualquier especie adicional sometida al proceso de riesgo-maleza habrá un costo de oportunidad relativamente bajo para las autoridades administrativas salvo que esto involucre desarrollar una nueva metodología. Por el contrario, el resultado de una evaluación de riesgo identificando por completo una nueva plaga dentro de un área puede requerir gastos importantes de manejo para extirpar la infestación. Hasta el momento en que se encuentren los fondos adicionales para ello, estos deberán ser obtenidos en otras fuentes, por lo general de otros esfuerzos para controlar las plagas. Por lo tanto, es necesario determinar los impactos potenciales relativos a las plagas existentes. Por ello, la evaluación interna de los sistemas del riesgo-maleza tendrán prioridad en el manejo y los gastos como un compnente importante de ese proceso.

PROCEDIMIENTOS PARA EVALUAR EL RIESGO-MALEZA EN LA CUARENTENA

El sistema australiano WRA

El sistema Evaluación del Riesgo-Maleza (Weed-Risk Assessment - WRA), (Pheloung et al., 1999)[2] fue desarrollado en Australia; es el sistema más conocido y aplicado para el riesgo-maleza en las fronteras y abarca todos los grupos de plantas. El concepto central es que si la especie ha tenido la oportunidad de convertirse en maleza en otro país, y efectivamente lo ha hecho, debería ser clasificada como tal. Esto se basa en que el clima y el ambiente sean compatibles con el nuevo país (se supone que si es así no hay información disponible). Mientras que este concepto es esencialmente coherente -es una maleza en otro lugar, por lo tanto, será una maleza aquí- la historia como maleza en otro lugar ha predicho en forma confiable la posibilidad de que sea maleza en otro lugar según varios estudios (Scott y Panetta, 1993; Reichard y Hamilton, 1997; Williamson, 1998; Maillet y López-Gacia, 2000). El sistema WRA fue probado en Hawai (Estados Unidos de América) donde se demostró como el más útil de todos aquellos que fueron comparados (Daehler y Carino, 2000). Hasta ese momento, el sistema WRA es una herramienta adecuada como teoría de riesgo-maleza que puede contribuir con gran precisión a la evaluación de dicho riesgo y ser un elemento interesante para aplicar la cuarentena en los países en desarrollo. Este concepto está todavía fortalecido por la situación imperante en esos países que exige proteger las tierras productivas de cualquier tipo de malezas que pudieran arribar de los países desarrollados o de sus vecinos por medio del comercio como por ejemplo, semillas gramíneas para la siembra introducidas por proyectos de asistencia para programas de revegetación con arbustos leguminosos. Dado que el potencial real o teórico de tales especies para convertirse en malezas es reconocido en los países desarrollados donde se originan esas mercaderías, la historia de la maleza será una poderosa herramienta para identificar las plagas cuarentena en los países en desarrollo. Irónicamente, el caso contrario es cada vez menos frecuente. Por ejemplo, en los últimos 20 años, en Nueva Zelandia se han naturalizado 70 especies que no son conocidas en ningún otro país en estado salvaje fuera de su ambiente nativo. Estas especies fueron introducidas sobre todo para la horticultura urbana y proceden en su mayoría de países en desarrollo donde su potencial como malezas no ha sido reconocido, como por ejemplo Cotoneaster spp. de China.

El WRA produce una calificación para la conversión en una maleza de la especie en cuestión y la convierte en una recomendación para un taxón especificado. Esto también satisface otros requerimientos de un sistema aceptable de evaluación de bioseguridad (Hazard, 1988; Panetta, 1993). Este sistema puede ser calibrado con un gran número de taxones presentes en el país receptor. Estos deberían representar el espectro completo de taxones que es posible encontrar como importaciones en el país. Tiene un cierto grado de éxito al discriminar entre malezas y no malezas dado que la mayoría de las malezas no son aceptadas, las no malezas son rechazadas y la proporción de taxones que requieren una mayor evaluación es mantenida a un nivel mínimo. El sistema también identifica cual sistema principal de uso de la tierra es probable que invada el taxón, lo cual favorece la evaluación económica y sus impactos potenciales. En este aspecto, parece ser más exitoso para identificar malezas agrícolas que malezas ambientales. El WRA intenta separar plantas de utilidad económica de aquellas que probablemente no traigan posibilidades económicas al nuevo país. Sin embargo, cuando un taxón puede contribuir con significativos beneficios económicos, el valor económico deberá ser ponderado en un ejercicio transparente y separado y balanceado contra su posible conversión en una maleza en una evaluación adecuada de riesgo (Walton y Parnell, 1996).

El WRA no está obligatoriamente basado en ordenadores pero cuando se opera en un ordenador se convierte en interactivo. Esto permite que los asesores midan la influencia de diferentes valores de los atributos en base a la calificación generada anteriormente. Finalmente, el sistema ha probado ser efectivo en relación a su costo para los potenciales importadores y para las autoridades aduaneras en Australia y Nueva Zelandia.

Enfoque de lista permitida

El proceso dentro del cual opera el WRA, tal como se describe a continuación, está basado en el concepto de una Lista Permitida de especies vegetales (o taxones definidos). Este sistema es usado por las autorides cuarentenarias en Australia (Walton, 2001) y en Nueva Zelandia. El concepto fundamental es que si una especie o cualquier taxón subespecífico con potencial para convertirse en una plaga en una cierta área no está en una lista de taxones permitidos para esa área, entonces será prohibido hasta que haya sido clasificado (Figura 5). Muchos países, por ejemplo los Estados Unidos de América, tienen listas de especies para cuarentena pero no tienen listas permitidas. En este caso no se determina si cada especie nueva en un país debería estar en alguna lista. Una ventaja de una lista permitida es que automáticamente genera un análisis de riesgo de plaga en circunstancias en las que de otra manera no hubiera habido un análisis.

Figura 5. Tabla de flujo para seleccionar la introducción de plantas incorporando el enfoque de la lista permitida (de Panetta et al., 1994)

El enfoque de lista prohibida consiste de tres etapas (Walton, 2001).

Etapa 1. La primera tarea es identificar correctamente un taxón y determinar si es listado como prohibido o permitido. Esto requiere controlar los nombres de su especie, género y familia y si existen o no sinónimos. El paso siguiente es controlar su presencia en el país ya sea en forma cultivada o en forma salvaje. Si la especie no es permitida ni prohibida, será necesario determinar su difusión dentro de un área y si está o no bajo control oficial. Las informaciones necesarias para estas determinaciones se encuentran en el Anexo 1.

En algunos casos la recolección de información sobre su estado en un área puede revelar su presencia y evidencia suficiente como para justificar un análisis interno de riesgo de plaga. El resultado puede llevar a que el taxón sea sujeto a control oficial. Aquellas especies con una difusión limitada irán automáticamente a la lista prohibida. Los datos deberían ser entrados en las bases de datos apropiadas en todas las etapas (ver Anexo 1).

Etapa 2. Una vez que un taxón ha sido clasificado como una plaga cuarentena potencial es sometido a la evaluación de riesgo-maleza. Esto involucra al sistema WRA el cual recomienda que una especie sea rechazada, aceptada o continúe bajo posterior evaluación. Las especies aceptadas o rechazadas se agregan a las listas prohibidas o permitidas, respectivamente. De lo contrario puede ser necesaria una evaluación posterior si el importador desea continuar.

Etapa 3. Una clasificación de aceptado o rechazado no siempre puede ser obtenida en la segunda o tercera etapas después de la recolección de la información adicional. En este caso puede ser apropiado hacer ensayos de campo o en invernadero para evaluar mejor la especie. Estos ensayos deberían ser llevados a cabo en un ambiente seguro del cual la especie no pueda escapar, por ejemplo, por vía de semillas difundidas por el viento o permaneciendo en bancos de semillas persistentes. La consideración por parte del importador sobre si son necesarios o no esfuerzos adicionales puede depender de las ganancias potenciales que se esperan de esa especie.

Operación del WRA

El WRA se basa en las respuestas a 49 preguntas. Estas preguntas cubren una serie de atributos de las malezas de modo de seleccionar los taxones que probablemente se puedan convertir en malezas en el ambiente o para la agricultura. Las preguntas están divididas entres secciones que producen un puntaje identificable que contribuye al puntaje total (Anexo 3).

Biogeografía (parte A): comprende la distribución documentada, las preferencias climáticas, la historia de su cultivo y la propensión a transformarse en maleza de un taxón, a nivel universal, excepto en el país propuesto como receptor. La propensión a transformarse en maleza mostrada en otros lugares es un buen elemento para predecir que un taxón puede desarrollarse como maleza en áreas nuevas con condiciones ambientales similares. La pregunta relacionada con la historia del cultivo reconoce el importante componente humano en la presión de los propágulos. Tales datos, obviamente, nunca están disponibles para el nuevo país en que se propone el taxón. La distribución global y las preferencias climáticas, cuando están disponibles, son usadas para predecir la distribución potencial en el país recipiente.

Atributos indeseables (parte B): ejemplo de estos atributos son los frutos tóxicos y la palatabilidad para el ganado, un comportamiento invasor tal como un hábito de crecimiento trepador o sofocante o la capacidad para sobrevivr bajo una sombra densa.

Biología/ecología (parte C): son aquellos atributos que permiten que un taxón se reproduzca, difunda y persista tales como si la planta es dispersada por el viento o por los animales o si las semillas sobrevivirán al pasaje por el tracto digestivo de los animales.

La disponibilidad de información para las nuevas especies a menudo es limitada y el sistema de puntaje reconoce que un mínimo de información es necesaria para proporcionar un puntaje y sus recomendaciones. El sistema WRA requiere las respuestas a dos preguntas en la parte A, dos en la parte B y seis en la parte C antes de poder ofrecer una evaluación y una recomendación. La recomendación puede ser comparada con el número de preguntas contestadas como una indicación de su confiabilidad. Esta última mejora a medida que se responden más preguntas.

Las respuestas a las preguntas para cada taxón proporcionan un puntaje potencial que varía entre -14 para los taxones benignos y 29 para el máximo de potencial para convertirse en maleza. El puntaje total es repartido entre las respuestas a preguntas consideradas relacionadas primariamente a la agricultura, al ambiente o comunes a ambos (Anexo 3). Los puntajes totales son convertidos a una de las tres posibles recomendaciones por dos puntajes críticos. El puntaje crítico más bajo es 0 y separa taxones aceptables de aquellos que requieren evaluación; el puntaje crítico más alto es de 6 y separa los taxones que requieren evaluación de aquellos que deberían ser rechazados. La evaluación podría significar tanto la obtención de más datos y rehacer el proceso o llevar a cabo más investigaciones tales como ensayos de campo.

Las preguntas dentro del WRA deberían ser idealmente cambiadas en algún detalle para cada área significativamente diferente. Deben ser tomadas en consideración diferencias regionales en suelos y climas. Esto fue hecho cuando se adoptó el modelo en Nueva Zelandia. Los elementos críticos para alterar la probabilidad de que una especie sea aceptada o rechazada pueden ser ajustados a diferentes niveles de riesgos aceptables. Esto debería requerir una prueba de los nuevos elementos críticos en comparación de un gran número de especies en el área.

Todos los detalles usados en WRA están disponibles en el sitio en línea del Servicio Australiano de Inspección de Cuarentena (Australian Quarantine Inspection Service): (http://www.affa.gov.au) o contactando al autor.

PROCEDIMIENTOS PARA EVALUACIÓN INTERNA DE RIESGO-MALEZAS

Elección de un sistema

Los objetivos para caracterizar las potenciales plagas cuarentena son relativamente claros ya que las especies son uniformes en su fase de migración (Figura 3). En constraste, los objetivos y los requerimientos de información de un sistema de evaluación interna de riesgo-malezas cambian a medida que la especie se difunde. Las decisiones son hechas cada vez más a nivel local. La política y la economía pueden incrementar su participación en el análisis a medida que los beneficiarios del control son identificables y aumenta la competencia por recursos entre los distintios sectores (Panetta et al., 2001). Estos últimos puntos no son discutidos exhaustivamente aquí pero es posible consultar Wainger y King (2001). La selección de sistemas de evaluación interna de riesgo-malezas debe, por lo tanto, considerar la(s) etapa(s) de difusión de todas las plagas que se comparan, los impactos en los sistemas que afectan, los probables beneficios -y beneficiarios- de los esfuerzos del control y la calidad de la información disponible. Estos factores varían ampliamente dentro y entre los países. Hay numerosos sistemas internos de riesgo-maleza en uso; a menudo, varios de ellos son usados simultáneamente en un país, incluso a nivel nacional.

Tabla 1. Los principales sistemas usados básicamente para la evaluación interna de riesgo-malezas y su priorización

Autor(es)

Enfoque

Champion y Clayton, 2001

Puntajes para ecología de las plantas, biología y peligrosidad de las malezas acuáticas

Esler et al., 1993

Suma de puntajes para capacidad de suceso con un puntaje para peligrosidad

Hierbert, 1997

Pesos relativos del impacto contra la facilidad de control y costo de las demoras

Randall, 2000

Puntajes para la capacidad de invasión/impactos/distribución potencial/etapa de invasión

Tucker y Richardson, 1995

Modelos de atributos de especies y correlación con el ambiente

Timmins y Owen, 2001

Enfoque explícito hacia las malezas comparado con enfoque hacia el sitio. Considera el valor del área potencialmente impactada

Virtue et al., 2001

Puntajes múltiples para capacidad de invasión, impactos y distribución (actual y potencial)

Wainer y King, 2001

Relaciona la probabilidad daño/funciones definidas del panorama/escala de peligro para una respuesta apropiada

Un sistema completo y práctico para su aplicación a nivel local es el presentado por Randall (2000). Un sistema más preciso y ecológicamente defendible se enfoca en biomas específicos tales como las tierras arbustivas de África del Sur (Tucker y Richardson, 1995) o malezas acuáticas (Champion y Clayton, 2001). Los sistemas acuáticos constituyen casi una clase por si mismos y las autoridades deberían ser cuidadosas acerca de cualquier nueva especie relacionada con esos ambientes. En general, es probable que en muchos países, en primer lugar, sean requeridos sistemas generalizados. Además, es necesario contar primeramente con una detallada comprensión de las relaciones entre los atributos de las especies y el ambiente que generan la especificidad de los sistemas de biomas y que en muchos casos son escasamente comprendidos.

Un sistema único ampliamente aplicable no puede ser recomendado hasta que los objetivos del sistema interno de evaluación del riesgo-maleza hayan sido determinados. Los países que establecen estos sistemas de evaluación a nivel nacional deberían asegurar que los datos recolectados son aplicables a una variedad de etapas de difusión y de escalas espaciales del control de malezas. Los recursos nacionales para la evaluación, puestos a disposición por lo general por el gobierno central, deberían ser adjudicados donde se espera obtener los mayores beneficios a largo plazo. Esto significa en primer lugar un sistema de selección en las fronteras, en segundo lugar un sistema para priorizar las especies en las primeras etapas de establecimiento o expansión y solamente entonces con especies que han consolidado su difusión (Figura 3). En el último grupo, el sistema detallado por Virtue et al. (2001) a nivel nacional podría ser mejorado solo con considerables esfuerzos pero necesitaría ser adaptado al área concerniente.

Factores a considerar

Esta parte describe los factores a ser considerados, el tipo de información necesaria y probablemente disponible en diferentes etapas de la difusión y el proceso de determinar que sistema de evaluación de riesgo-maleza se necesita en un conjunto específico de circunstancias. Muchas de estas consideraciones son importantes para varias escalas, desde una propiedad simple hasta un país completo y siempre están limitadas por la cantidad total de recursos disponibles para el control de plagas en esa área particular.

Historia de los congéneres como malezas

Los sistemas de evaluación de riesgo-maleza desarrollados para las zonas fronterizas, por ejemplo el WRA, por lo general consideran la cualidad de maleza de las especies emparentadas evaluadas como indicador del estado potencial de la plaga. Este factor ha raramente sido considerado como un componente del riesgo de los sistemas designados para la especie en las etapas tempranas de la difusión. Las excepciones se encuentran donde esta asociación está incluida en el grupo de especies que están siendo clasificadas, por ejemplo pinos (Tucker y Richardson, 1995). El comportamiento de las especies emparentadas (por ejemplo, familia o género) a varios niveles de agrupación taxonómica puede ser incorporada provechosamente en las evaluaciones internas de riesgo-maleza. Esto se aplica especialmente a las especies en sus primeras etapas de invasión donde, en ausencia de otra información, pueden contribuir a una probabilidad clara de una invasión exitosa. La capacidad para convertirse en malezas está concentrada dentro de ciertos géneros de algunas familias y ampliamente dispersa entre muchos géneros en otras familias. El hecho de que esas estimaciones de probabilidades puedan ser hechas a nivel de familias o sub-familia depende de la medida relativa de la familia y del género. Muchos géneros son demasiado pequeños para presentar relaciones estadísticamente confiables.

Control dirigido a las malezas y a los sitios

Existe una tendencia a controlar solo aquellas especies conocidas que han sido tradicionalmente controladas. Esta inercia requiere un sistema de prioridades que reasigne los recursos atribuídos a especies individuales que han resultado ser incontrolables a una escala definida y transferirlos a aquellas especies que son potencialmente controlables a la misma escala. Una vez que los intentos para extirpar una especie o reducirla por debajo de una densidad de población definida en toda el área de referencia (control de la especie) han fracasado entonces debería ser controlada solo en lugares específicos de alto valor dentro del área (control del sitio). Este concepto fue desarrollado para la conservación de malezas en Nueva Zelandia (Williams, 1997) y la aplicación de este principio a tierras de conservación de la corona es explicado por Timmins y Owen (2001). Es importante en varios sistemas, incluyendo los sistemas agrícolas y puede ser usado para priorizar plagas a ser controladas a nivel nacional.

Etapa de invasión

Alguna estimación del estado de infestación de una especie -o de su substituta- es necesario para determinar la practicabilidad de su control. Una indicación de la tasa de difusión puede ser indicada por el tiempo de residencia dentro del área, si este es conocido, comparado con la distribución actual. Sin embargo, excepto si una especie está ya incluida en la lista como un organismo indeseable para un área específica, a menudo solo la expansión en grandes áreas (Figura 3) favorece su conversión a nueva plaga. En esta etapa, muchas de las plagas nuevas reconocidas están bien establecidas y difundiéndose. Cuando las distribuciones históricas son desconocidas, el enfoque más simple de la etapa de infestación que evita la difícil pregunta interpretativa de la tasa de difusión, es conocer como se ha establecido la especie, por ejemplo, su número actual, el tamaño y la distribución de las infestaciones. Esto también está muy estrechamente relacionado con el control potencial de la especie: aquellas que se difunden rápidamente por lo general estarán bien establecidas en muchos focos y serán más costosas de controlar si se difunden ampliamente. Estos factores de tasa de espacio y de expansión deben ser considerados dentro del contexto del tiempo de regeneración de la especie. Una especie no necesariamente se difunde en primer lugar a los hábitats más favorables y/o más vulnerables. Es necesario considerar los hábitats más favorables y/o los usos más vulnerables de la tierra que esa podría encontrar as medida que se difunde.

Pre-requisitos para la extirpación de plagas

Los sistemas para determninar si una especie es candadata para control de la maleza o control del sitio debe tener como resultado si o no. Las predicciones de los resultados del manejo pueden ser más confiables que aquellas relacionadas con ecosistemas e interacciones económicas más complejas. La pregunta ¿puede esta ser destruída? es más fácil de responder que ¿afectará a la biodiversidad? o ¿qué impacto económico tendrá? Aún en el caso de malezas importantes bien establecidas, especialmente en los sistemas naturales, el elemento desencadenante más importante para su manejo también puede ser determinado en primer lugar por el costo y la eficacia de las medidas de control (Panetta y James, 1999).

Raramente, en cualquier parte del mundo, una especie ha sido exterminada en áreas mayores de unas pocas hectáreas. Aparte del área cubierta o de los impactos percibidos que puede causar una plaga, hay preguntas básicas para prevenir, seleccionar y determinar el nivel de manejo:

Aquellas respuestas que corresponden a si a esas preguntas tienen mayor prioridad para el control dirigido a las malezas que aquellas que reciben una respuesta no. La información sobre varios aspectos de una especie es necesaria antes de poder responder estas y otras preguntas.

Atributos biológicos

Es necesario comenzar señalando que una amplia gama de atributos biológicos han sido utilizados en intentos de caracterización del daño potencial que puede causar una maleza y para dar prioridad a las especies a ser controladas. El WRA también considera estos factores (Anexo 3). Los atributos biológicos más detallados se supone que igualan a la capacidad de invasión, aún cuando esto signifique difusión opuesta a impactos. Si bien están surgiendo algunas reglas generales relacionadas con los atributos de las especies, estas se aplican solamente a unos pocos grupos de plantas en hábitats específicos. Estos últimos, a menudo, tienen regímenes particulares que les causan disturbios, incluyendo aquellos causados por las actividades humanas. En muchos sistemas naturales o semi-naturales la importancia relativa de varios modos de dispersión es desconocida. Por ejemplo, hasta que no se conozca la importancia relativa del potencial de las plantas leñosas dispersadas por el viento o por medio de frutos carnosos potencialmente disponibles para colonizar la vegetación leñosa de las tierras bajas en Nueva Zelandia, no estará claro si la síndrome de los frutos carnosos per se ha llevado a la abundancia relativa del último grupo. Por lo tanto, los atributos como el modo de dispersión pueden ser usados con mayor seguridad si son usados inderectamente para determinar opciones de manejo tales como la frecuencia de la búsqueda en vez de intentar predecir las tasas de invasión per se.

Facilidad de erradicación

La intensidad del control de malezas puede ser concebida como el producto de la dificultad de eliminar un individuo en la primera oportunidad, incluyendo tales factores como los efectos no dirigidos al objetivo multiplicados por la frecuencia de las visitas necesarias para volver a combatir la infestación. Si una especie tiene una historia de cierta capacidad para comportarse como maleza, es probable que tenga ciertos atributos identificables que lo demuestren, como por ejemplo, bancos de semillas persistentes y el haber sido sujeta a intentos de control en otros lugares. Esto puede ayudar a evaluar la dificultad del control en la nueva área. Cuando no existe una historia de cultivo o del comportamiento como maleza en su región originaria, la facilidad de erradicación debe ser inferida de los atributos de la especie o de sus congéneres. Estos atributos podrían ser clasificados de varias maneras pero cuatro de ellos parecen ser particularmente importantes.

Momento de la detección

La detección de nuevas infestaciones dentro del plazo de una o dos generaciones es importante si la especie debe ser erradicada o limitada a una pequeña área. Esto significa que la especie debe ser reconocible como maleza en sus etapas tempranas. Las especies que se esconden en los ambientes salvajes tales como hierbas pequeñas o enredaderas con follaje inconspicuo pueden ser confundidas con especies deseables por un observador moderadamente informado. Es probable que se difundan antes de que sean identificadas como malezas y serán así de control más difícil que las especies conspicuas.

Capacidad reproductiva

La cantidad de semillas y material reproductivo viables pueden ser componentes críticos del éxito de la invasión. Sin embargo, hay menos certeza acerca de la importancia relativa de esos factores para la facilidad de invasión o para la facilidad de erradicación. Las especies con bancos de semillas persistentes pueden ser tan difíciles de erradicar como aquellas que no tienen bancos de semillas pero que cuentan con medios vegetativos de reproducción. Existe evidencia de que las especies con más de un sistema reproductivo son más invasoras, en promedio, que aquellas especies que solo cuentan con un sistema de reproducción. Esto se debe parcialmente a que las diferentes estrategias pueden permitir que la especie cruce un mayor número de barreras presentes para la invasión. A medida que la población aumenta, las barreras cambian. Las especies pueden, por lo tanto, ser ordenadas de acuerdo al número de estrategias reproductivas que presentan sin hacer suposiciones acerca de la importancia relativa de dichas estrategias.

Dispersabilidad

El potencial para la dispersión es obviamente un elemento esencial pero la importancia relativa de los diferentes mecanismos de dispersión no deberían ser exagerados cuando se evalúe el riesgo maleza: la mayoría de las plantas tienen algún sistema de dispersión. Las semillas transportadas por el viento por lo general recorren grandes distancias y las semillas pequeñas, más que las semillas grandes, pueden ser consumidas y dispersadas por un gran número de animales. El tamaño de la semilla debe siempre ser considerado dentro del contexto de los dispersantes disponibles y de los mecanismos de dispersión dentro del área. La dispersión pasiva por medio del agua y la maquinaria y a través de los contaminantes en los productos pueden ser más importantes que las características biológicas. También es posible que puedan interactuar; por ejemplo, es más probable que las semillas pequeñas sean llevadas por la maquinaria, en comparación con las semillas grandes. Cuando se evalúa el riesgo de invasión también deben ser consideradas las rutas probables de dispersión (cursos de agua, caminos en la finca, al azar) al mismo tiempo que la aptitud del ambiente circundante para la especie en cuestión. En las etapas tempranas de invasión, una contribución importante de la capacidad de dispersión para convertirse en maleza, es la habilidad para esconderse, tal como se discutió anteriormente.

Comportamiento de las personas

La actitud de las personas hacia una especie varía ampliamente. Mientras que algunas especies son consideradas indeseables por algunas personas, otras son útiles para varios sectores de la sociedad. Los resultados de las actividades humanas respecto a las especies útiles, incluyendo las plagas reconocidas, pueden tener una influencia decisiva en su difusión. Es necesario considerar las actitudes hacia una especie y, en términos generales, aquellas especies que por una u otra razón son favorecidas, serán las más difíciles de extirpar. Para que una especie sea considerada en un programa de extirpación de un área definida, la probabilidad de reinvasión desde áreas externas debe ser nula o muy baja. Esto a menudo no es posible para aquellas especies que son cultivadas comercialmente pero que además son plagas. En estos casos es posible minimizar el riesgo para esa tierra fuera del área cultivada previniendo la regeneración de una especie dentro de un área definida. Esta opción puede aplicarse cuando se toma una decisión que beneficia la emergencia de una nueva especie que balancea los riesgos y son puestos en ejecución procedimientos de manejo del riesgo-plaga cuando la especie es cultivada comercialmente.

Armonización climática

La utilidad de la armonización climática para la evaluación del riesgo-plaga cambia a medida que la plaga se difunde. En las primeras etapas solo es necesaria una armonización amplia entre el área de origen (nativa o tierras adventicias) y el potencial campo de difusión para considerar la especie una plaga potencial ya que el clima puede o no ser la principal barrera para la limitación de su difusión. Por ejemplo, muchas gramíneas originarias de África tropical se encuentran ahora difundidas en zonas templadas. En las últimas etapas, y a escala local, la armonización climática es menos importante ya que la especie ha mostrado su potencial para difundirse y los sistemas de clasificación son necesarios solo para establecer prioridades entre las plagas conocidas. De esta manera, la armonización climática entre el área actual y la predicha es más útil como una herramienta para determinar las prioridades en las etapas intermedias de difusión, especialmente cuando se consideran a escala de un país. La armonización climática requiere una cuidadosa distribución de datos dentro de las áreas consideradas; a nivel de los países esto requiere bases de datos nacionales completas. Si los datos fueron recolectados en bases regionales, por ejemplo, en el sur de América del Sur, probablemente bajo el ámbito de organizaciones como COSAVE -Comité de Sanidad Vegetal del Cono Sur- podrían haber tenido mayor utilidad que las bases de datos a nivel nacional. La armonización climática es una actividad para especialistas que excede los objetivos de este trabajo; el lector puede consultar Kriticos y Randall (2001) para un resumen de la aplicabilidad de varios programas para ordenadores sobre este tema utilizados en Australia.

Impacto

Las plagas tienen impactos económicos, ecológicos y/o sociales y los métodos de evaluación deben definir cual de esos impactos intentan evaluar. Es posible hacer estimaciones confiables del impacto solo después que la plaga ha comenzado a difundirse. Las estimaciones del impacto por lo general implican un cálculo de unidad de impacto por una medida del área cubierta. Pueden ser determinadas o estimadas varias clases de impacto para una o más especies e incorporarlas en un sistema de puntaje (Virtue et al., 2001). Los impactos pueden ser determinados en una escala muy amplia e igualados por su presencia, por ejemplo, una especie está presente en un número x de sistemas de uso de la tierra en un número y de regiones de un país. Otras escalas más refinadas pueden ser usadas y extrapoladas en el área potencial de la especie; por ejemplo, una maleza es asperjada a un costo w en un número x de hectáreas lo cual llevará a un costo total de z en toda el área potencial.

Los impactos que la especie causa en otros lugares pueden ser aplicables en una nueva área. En el caso de ausencia de historia, el impacto debe ser estimado a partir de los atributos de la especie. Estos diferirán según el probable uso de la tierra afectada. En los sistemas agrícolas, el impacto de las plagas relacionadas con los mismos pueden ser importantes. Sin embargo, en las tierras bajo programas de conservación no hay medidas universalmente aplicables para medir el impacto. Parker et al. (1999) propusieron parámetros que podrían ser eventualmente cuantificados como:

I (impacto general) = R (extensión) x A (abundancia) x E (impacto per capita).

Las especies varían ampliamente en su biomasa en el momento de la madurez, en el sentido de que pueden ser generadas por un simple propágulo como una semilla o por un trozo de tallo o raíz. Una estimación de la biomasa y de la extensión de una especie puede contribuir a una estimación rudimentaria del impacto. Puede haber alguna evidencia de su tasa de crecimiento por medio de su altura y del área cubierta. Muy probablemente presenten grandes variaciones de magnitud; por ejemplo, desde una simple gramínea de 10 cm. de alto en 25 cm. 2 (0,002 m3) a una planta herbácea perenne de 1 m de alto y 1 m2 (1 m3) o árboles de 10 m alto con copas de 10 m de diámetro (1 000 m3). Es probable que el valor de E esté relacionado con el volumen del tronco de una planta individual: 1, 10, 100, 1 000, 10 000. Estos datos pueden ser reducidos a puntajes variables entre 1 y 5. La biomasa como un sustituto de la medida de impacto probablemente sea modificada por la interacción física de la especie con la vegetación deseable. Generalmente, hay información disponible sobre si la especie convive con otras o reemplaza a la vegetación deseable. Los efectos a largo plazo de las malezas en el dosel foliar o en las capas regenarativas bajas son en general desconocidos. La intuición sugiere que el reemplazo de la vegetación en el dosel foliar desplazará, a corto plazo, más especies, incluyendo invertebrados que simplemente ocupan una cierta posición en el dosel foliar. Esta generalización puede no ser aplicable a todas las especies, por ejemplo para las especies herbáceas, aumentando el efecto del fuego en los sistemas naturales. Del mismo modo, es posible que el impacto esté relacionado con la persistencia en el lugar, ya sea por una sola generación o por generaciones sucesivas.

Diseño de un formato para puntaje

Un sistema de puntaje o de ordenación para las evaluaciones internas de riesgo-maleza debería incluir todos los principios de un sistema de evaluación de cuarentena, además de los requerimientos para cumplir con las obligaciones internacionales (excepto si tuvieran un probable impacto sobre el comercio internacional). El sistema debería ser diseñado para producir una lista ordenada u otras formas de clasificación. Estas últimas se deberían basar en la premisa que las opciones de manejo de malezas son una función del manejo del riesgo, que el mayor beneficio se obtiene controlando las poblaciones en las etapas tempranas de la invasión y que el puntaje será modificado por la posición del gestor para reducir el riesgo. Deberían identificar la(s) etapa(s) de invasión definida(s) y los ecosistemas potencialmente afectados. No deberían ser más complejas que lo necesario para utilizar la información disponible. Dado que la tecnología del control de malezas y los recursos disponibles para manejar el riesgo pueden cambiar, estos deberían ser considerados como módulos separados e incorporados en el proceso de toma de decisiones.

Los sistemas de clasificación actualmente usados difieren en la información que requieren para su operación y también en la estructura de sus reglas internas. Los sistemas más simples tienen clasificaciones numéricas para establecer criterios que pueden o no ser divididos en secciones y después sumados. Las preguntas pueden tener un mismo valor o valores distintos. Los puntajes individuales pueden o no ser modificados por las preguntas a terceros (Pheloung et al., 1999). Los subtotales de una sección pueden ser modificados por otros subtotales (Owen, 1998; Randall, 2000). Los aspectos de las especies en algunos casos aparecen dos veces como en el caso de la innata abilidad para ser una plaga y la facilidad con que puede ser controlada (Hierbert, 1997). Puede haber o no puntajes por defecto cuando no se responden las preguntas y también pueden ser deducidos puntos si las respuestas a ciertas preguntas son negativas (Pheloung et al., 1999). Otros operan por medio de árboles de decisión jerárquicos (Reichard y Hamilton, 1997). En un enfoque completamente diferente, Yucker y Richardson (1995) usaron un sistema experto donde una serie de preguntas clasificaban las especies en alto y bajo riesgo antes de proseguir a la pregunta siguiente.

Un sistema interno de evaluación de riesgo-maleza debería confirmar, aproximadamente, la ordenación existente de las malezas dentro de un área y para una etapa predefinida de difusión, si esta ha sido hecha por expertos (Hiebert, 1997; Pheloung et al., 1999), en lugar de reordenar las especies en orden de prioridad. En otras palabras, los resultados de cualquier sistema nuevo deben ser intuitivamente válidos si el sistema desea ganar aceptación para ser aplicado. Este enfoque captura todo el conocimiento acerca de las malezas de un área y lo formaliza dentro de un sistema, transparente, repetible y aplicable a las especies nuevas reconocidas.

El desarrollo de estos sistemas en formularios adecuados permite con los componentes del puntaje sean ajustados y los efectos sobre la ordenación de las especies sean examinados.

RECURSOS NECESARIOS PARA LA EVALUACIÓN DEL RIESGO-MALEZA

La evaluación del riesgo-maleza es primariamente un ejercicio de gabinete que involucra la recolección de toda la información disponible acerca de una plaga potencial, su interpretación y la toma de decisiones. Existen básicamente tres clases de información necesaria, así como el acceso a Internet para su recolección:

AGRADECIMIENTOS

Se agradece a John Hedley y Bruce Trangmar por sus útiles comentarios; a Anne Austin por el trabajo editorial y a Jemma Calaghan por el trabajo tipográfico.

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[1] Los términos en bastardilla son definiciones y las guías se encuentran en publicaciones de la FAO. Las referencias son de publicaciones recientes donde se explican esas definiciones y no siguen necesariamente el convenio original. Están disponibles en Internet.
[2] La sigla WRA se refiere exclusivamente al sistema descrito por Pheloung et al. (1999).

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