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Algunos hechos básicos del procesamiento rural


Desde el momento en que se cosechan los alimentos y hasta que son consumidos se pierde hasta un 50 por ciento de los productos, habitualmente como resultado de instalaciones de almacenamiento deficientes que favorecen la propagación de condiciones de humedad, hongos, roedores e insectos. Estas pérdidas pueden reducirse en forma sustancial con mejores condiciones de almacenamiento y un procesamiento temprano, como es el caso del secado. En consecuencia, los mayores suministros alimentarios pueden comercializarse o bien la tierra puede utilizarse para cultivos alimentarios o comerciales alternativos.

Gran parte de la mano de obra involucrada en la producción y procesamiento de alimentos corresponde a mujeres y niños, mano de obra que se recompensa poco cuando son grandes las pérdidas experimentadas. Al idear formas de mejorar la producción es posible reducir la demanda de mano de obra, ahorrar en alimentos y tiempo y apoyar el mejoramiento de las condiciones de vida y desarrollo cultural de la familia. Los niños pueden entonces concentrarse en sus estudios y en sus juegos, en lugar de estar obligados a asumir responsabilidades familiares a tan temprana edad.

Así como todo cultivo presenta diferencias de orden físico y biológico, de la misma forma requiere de procesamiento especializado. La yuca, por ejemplo, se deteriora sólo unos cuantos días después de haber sido cosechada, a menos que se seque o transforme en gari. El camote es un cultivo de similares características, si bien puede conservarse fresco durante un periodo mucho más extenso. La picadora es una máquina de procesamiento sencilla pero sumamente útil al momento de tener que procesar la yuca para un secado fácil y rápido al sol. El aceite es un producto de alto valor en todo el mundo, utilizado para cocinar y como fuente de energía y sabor. Para extraer el aceite, es posible recurrir a maquinaria manual o activada con un motor: las prensas de puente de operación manual para el maní y prensas de émbolo para el girasol y la copra extraen aceites de mejor calidad, exigen de un menor esfuerzo y logran un mayor porcentaje de extracción de aceite. Dondequiera que se utilicen, estas máquinas gozan de gran popularidad ya que ahorran esfuerzos e incrementan la producción y porque el hecho de disponer de aceite implica una mejor dieta y una salud más sólida. Sin embargo, son muchas las localidades que desconocen la existencia de estas máquinas o sencillamente no tienen la posibilidad de utilizarlas.

Por lo general son los agricultores con recursos y posibilidad de acceder a capital quienes adquieren y manejan estas máquinas y su riqueza se incrementa aún más si otros agricultores arriendan esta maquinaria. De esta forma, pueden acceder a comprar otras máquinas y procesar otros cultivos, lo que los lleva a ostentar gran poder en su sociedad. Sin embargo, si un grupo de campesinos, como podría ser una organización o una cooperativa de agricultores, invierte en una máquina, mejorará el nivel de vida de todo el grupo; los prestamistas podrán mostrarse más dispuestos a otorgar un préstamo si un grupo de agricultores comparte la responsabilidad de devolver el dinero solicitado. Para aquéllos que carecen de tierras u otros recursos, la maquinaria puede representar nuevas oportunidades de empleo. A su vez, esta iniciativa puede desalentar a los habitantes locales a emigrar hacia pueblos o ciudades de mayor tamaño en busca de oportunidades de empleo, al tiempo que puede representar una mayor seguridad para toda la comunidad rural.

Asimismo, habitualmente es posible otorgar capacitación a través de servicios locales de extensión agrícola. Conforme se fortalece la comunidad, se facilita la introducción de técnicas de gestión, talleres de maquinaria, redes de comunicaciones y distribuidores, en la medida que los anteriores se van haciendo necesarios. Conforme la localidad se vuelve más segura, van llegando las escuelas, los centros de atención de salud y otros servicios. No obstante, para iniciar este proceso es necesario garantizar la disponibilidad de una diversidad de factores ya que un déficit de cualquiera de ellos puede llevar al fracaso.

En esta publicación queda demostrado que si se observan determinados métodos, no resulta difícil crear un negocio viable que funcione en forma eficiente y goce de razonable estabilidad.

Las instituciones nacionales favorecen a la pequeña y mediana empresa por una buena razón: tienen el potencial de mejorar la prosperidad general del país, lo que con el correr del tiempo redunda en una mejor balanza de pagos, un crecimiento del potencial de exportación y de la seguridad alimentaria para las crecientes poblaciones urbanas.

Los programas de préstamos y ayuda pueden respaldar la introducción de tecnología de pequeña escala en regiones de menores recursos, lo que habitualmente se realiza a través de economías de trueque y en lugares donde no se dispone de cultivos comerciales.

Estos programas se han aplicado en los trópicos y en climas templados en países en los que se están modificando los modelos agrícolas como resultado de cambios políticos.

En dichos países suele existir una necesidad creciente de alcanzar la autosuficiencia en materia de alimentos y de lograr un mayor nivel de seguridad nacional y prosperidad económica. La bomba de agua y el molino de granos son dos máquinas que suelen ofrecer enormes beneficios a una comunidad. En muchas localidades, las mujeres dedican hasta dos horas diarias a la molienda de alimentos, casi siempre granos, para lo que utilizan un método tradicional como un molinillo de mano que consta de dos piedras circulares. En África, se calcula que el 50 por ciento de las localidades todavía tritura los granos en troncos huecos o tocones de árboles. Imaginense el tiempo y el esfuerzo que podría ahorrarse con una operación mecanizada.

Sin embargo, antes de buscar el financiamiento y la asesoría necesarios para emprender una operación mecanizada, es vital evaluar una cantidad de factores. El primero de estos factores es el mercado para los productos agrícolas. Este mercado puede simplemente corresponder a la comunidad local o bien pueden existir mercados comerciales que consideren la localidad se encuentra a una distancia de viaje razonable de un pueblo ya sea en bus o camión recolector. Si un agricultor necesita moler 2 kilos de granos diarios para uso doméstico y la máquina más pequeña muele a razón de 80 kilos por día, ese agricultor podría procesar suficiente grano para otras 39 familias. Para poder aprovechar este margen de utilización de la capacidad productiva, muchas máquinas son operadas en un negocio y a cargo de ellas hay un administrador o un empresario que trabaja media jornada o jornada completa. Si consideramos que el costo de la máquina puede elevarse hasta los 3 000 dólares EE.UU. y se debe encontrar la forma de absorber este costo, en algún momento el negocio debe tener relación con una economía monetaria. Es posible pagar la máquina sobre la base de granos o harina, si bien es necesario implementar un sistema para organizar este método de pago. Cuando se entrega una máquina como una forma de asistencia, la medida no fomenta la independencia en la forma en que lo haría si se contara con una estructura organizada de devolución del capital.

Por otra parte, no hay que pasar por alto los factores socioeconómicos. Cuando son las mujeres quienes usan las máquinas, ellas ahorran hasta dos horas de trabajo diario. Es posible que ya no esté presente el aspecto social de reunirse a moler sus granos, pero bien podrían utilizar el tiempo en procesar una mayor cantidad de granos. Por ejemplo, en el caso de la yuca, está presente el incentivo que implica agregar valor al producto al elaborar el producto fermentado y tostado que se conoce como gari o harina, en lugar de limitarse a la raiz cruda sin procesamiento. La mayoría de los cultivos se presta para mayor procesamiento o tratamiento, lo que trae como consecuencia una calidad más estable y un menor volumen de pérdidas.


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