El desarrollo de normas sociales y ambientales voluntarias, así como los programas de certificación y etiquetado de la agricultura, han sido moldeadas por varios acontecimientos históricos. El presente capítulo relata brevemente algunos de estos eventos con el fin de hacer posible una mejor comprensión de la situación actual.
Los archivos históricos evidencian que las autoridades gobernantes del pasado también se ocuparon de las reglas de codificación, principalmente de aquellas dirigidas a proteger a los consumidores de prácticas deshonestas en el comercio de alimentos. Las tablas asirias describían el método según el cual se calibraban las pesas para cereales, y manuscritos egipcios prescribían el tipo de etiqueta para ciertos tipos de alimentos. Hacia la segunda mitad del siglo XIX se adoptaron las primeras leyes generales y los primeros sistemas de control de alimentos básicos. En el Imperio Austro-Húngaro, entre 1897 y 1911, el Codex Alimentarius Austriacus elaboró una serie de normas y descripciones de productos para una amplia variedad de alimentos. De allí toma su nombre el actual Codex Alimentarius. A comienzos del siglo XX las asociaciones comerciales realizaron los primeros intentos de facilitar el comercio mundial armonizando normas.
A partir de los años 1950, y a medida que más información surgía sobre la alimentación y sus temas relacionados, comenzó también a aumentar la información sobre las preferencias de los consumidores. Si bien al principio su inquietud sólo se reducía a los aspectos «visibles» - el peso del contenido, variaciones en el tamaño, calidad - ahora incorporan aspectos «invisibles», como su procedencia, la presencia de microorganismos, residuos de plaguicidas, contaminantes ambientales y aditivos, y más recientemente la forma de cultivar y elaborar los alimentos. Hoy día se puede ver que los empaques de alimentos contienen información sobre éstos y otros temas.
Ya en el siglo XIX los industriales Robert Owen (1771-1853) de Gales y Daniel Legrand (1783-1859) de Francia expresaron la necesidad de crear una organización que estableciera normas laborales. Sus ideas fueron posteriormente incorporadas a la Constitución de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que fuera adoptada a finales de la Primera Guerra Mundial, y cuya motivación era humanista. Los trabajadores, cada vez más numerosos y sometidos a mayor explotación, percibían que su situación era día a día menos aceptable y que podrían estallar disturbios sociales. La motivación también era económica, ya que los costos aumentarían en toda industria o país que adoptara una reforma social, dejándola en desventaja frente a sus competidores. Una reforma simultánea en muchos países, a través de la OIT, evitaría este problema.
La OIT es una organización tripartita que reúne a representantes de gobiernos, empresarios y trabajadores. La primera reunión anual de la Conferencia Internacional del Trabajo fue realizada en octubre de 1919. En ella se adoptaron los primeros seis convenios internacionales, que estaban relacionados a las horas de trabajo en la industria, al desempleo, a la protección de la maternidad, al trabajo nocturno de las mujeres, a la edad mínima y al trabajo nocturno de menores en la industria. Algunos años más tarde la Corte Internacional de Justicia declaró que la reglamentación internacional de las condiciones de trabajo del sector agrícola se encontraba dentro del campo de acción de la OIT. En 1948 La Conferencia Internacional del Trabajo adoptó el Convenio 87 sobre la libertad sindical.
Más recientemente, los convenios de la OIT han servido para desarrollar algunas normas laborales verificables. En el sector agrícola las más importantes son la norma SA8000 de la Organización SAI (Social Accountability International) y el Código Básico de la ETI (Ethical Trading Initiative). Otras normas que serán analizadas más adelante, como las ambientales y del comercio justo, incluyen requisitos laborales que tienen su origen en los Convenios de la OIT.
En 1983 las Naciones Unidas nombraron una comisión internacional para facilitar el desarrollo de propuestas relativas a un «desarrollo sostenible», es decir, formas de mejorar el bienestar humano a corto plazo sin poner en peligro a largo plazo el medioambiente local y global. Su informe «Nuestro Futuro Común», publicado en 1987, se conoce ampliamente como el «Informe de Brundtland». En 1992, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD o La Cumbre del Planeta Tierra), en Río de Janeiro, la comunidad internacional adoptó El Programa 21, un plan global de acción para el desarrollo sostenible (CNUMAD, 1992). La Comisión para el Desarrollo Sostenible fue creada en diciembre de 1992, para garantizar el seguimiento efectivo de CNUMAD.
El Capítulo 14 del Programa 21 trata específicamente sobre la Agricultura y Desarrollo Rural Sostenibles (ADRS). La FAO fue designada como coordinadora sectorial para la aplicación del Capítulo 21.
El Capítulo 4 del Programa 21, que lleva como título «Evolución de las modalidades de consumo», incluye las siguientes secciones:
4.20 Un acontecimiento significativo que debe ser alentado es el reciente surgimiento en muchos países de un público consumidor más consciente desde el punto de vista ecológico, sumado a componentes del sector industrial cada vez más interesados en proveer productos de consumo ecológicamente racionales. Los gobiernos y las organizaciones internacionales, conjuntamente con el sector privado, deben desarrollar criterios y métodos para evaluar los efectos sobre el medio ambiente y las necesidades de recursos durante la totalidad de los procesos y todo el ciclo de vida de los productos. Los resultados de esa evaluación deben expresarse en forma de indicadores claros a fin de poder informar a los consumidores y a los encargados de adoptar decisiones.
4.21 Los gobiernos, en colaboración con el sector industrial y otros grupos interesados, deben alentar la difusión del etiquetado con indicaciones ecológicas y otros programas de información sobre productos que tienen relación con el medio ambiente, a fin de que el consumidor pueda hacer una selección fundamentada.
Uno de los sellos ambientales de alimentos más conocidos es el orgánico o ecológico. Si bien la agricultura «orgánica» ha sido practicada durante miles de años en todas las partes del mundo, el «certificado orgánico» tiene su origen en Europa. En los años veinte del siglo pasado, las enseñanzas de Rudolf Steiner inspiraron a muchas personas a practicar lo que ahora comúnmente se conoce como agricultura biodinámica. En los años sesenta, la agricultura ecológica u orgánica llegó a conocerse fuera de este pequeño grupo de pioneros, y se comenzó a formar una base de consumidores. Sin lugar a dudas el desarrollo de la agricultura orgánica estuvo influenciado por el libro de Rachel Carson titulado Silent Spring, que en 1962 sacó a la luz los peligros del plaguicida DDT. La obra causó gran impacto sobre un amplio sector público con respecto a los aspectos negativos de los métodos agrícolas intensivos en general y, en particular, de los peligros del uso incontrolado de los plaguicidas. A medida que el sector orgánico se desarrollaba, las asociaciones de productores orgánicos comenzaron a establecer sus propias normas, más con miras a comunicar lo que estaban aprendiendo que a codificar lo que constituye la «agricultura orgánica». La necesidad de codificar los parámetros de la producción orgánica sólo se hizo evidente cuando aumentó la demanda del consumidor por los productos cultivados orgánicamente, los que pasaron a situarse en los puntos de venta de alimentos convencionales. Esto llevó a que los precios con prima se convirtieran en un incentivo para el fraude.
Otras etiquetas ambientales sobre alimentos aparecidas más recientemente incluyen el sello de producto certificado Rainforest Alliance (anteriormente conocido como ECO-OK), el sello del Smithsonian Institute para el café Birdfriendly (amigo de las aves) y varias declaraciones de uso de «métodos integrados de producción» y de Manejo Integrado de Plagas (MIP). Paralelamente, la Organización Internacional de Normalización (ISO) ha establecido un estándar para los sistemas de gestión ambiental, ISO 14001.
En la década de los años 1930, en la Conferencia de Londres sobre la Economía, la Sociedad de Naciones reconoció dos hechos significativos: primero, la importancia de aumentar el poder adquisitivo de quienes producen alimentos básicos, a través de precios de exportación remunerativos. Segundo, que las medidas proteccionistas a menudo llevan a una producción en exceso, lo que a su vez provoca una caída de precios (CNUMAD, 1992). No fue sino hasta la fundación del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) en 1947, que empezó a existir una organización mundial dedicada a asuntos comerciales. GATT concentró su atención en la supresión de obstáculos al comercio, imponiendo compromisos para la reducción y eliminación de contingentes y aranceles de importación. La insatisfacción de muchos países en desarrollo con el enfoque único del GATT sobre reducciones arancelarias y de contingentes, condujo en 1964 a la creación de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Los países en desarrollo hicieron un llamado con la consigna «comercio sí, ayuda no» («Trade not Aid») durante la Conferencia UNCTAD en Delhi en 1968. Este eslogan hace referencia a la necesidad de salvar la brecha que existe en los países en desarrollo entre las divisas generadas en sus exportaciones y las que necesitan para sus importaciones (Corea, 2001).
Las primeras actividades del «comercio justo» fueron realizadas por ONG y tuvieron lugar hacia finales de los años cuarenta en los Estados Unidos con Ten Thousand Villages y SERRV, con comunidades pobres de países en desarrollo. En Europa, Oxfam comenzó importando y vendiendo artesanías a finales de la década de los años cincuenta hechas en China por refugiados en Hong Kong. En 1964 Oxfam creó la primera organización del comercio alternativo (ATO). Los Países Bajos también dieron origen a iniciativas paralelas con la fundación en 1967 de la importadora S.O.S Wereldhandel (ahora llamada Fair Trade Organisatie). Simultáneamente, los grupos neerlandeses del tercer mundo comenzaron a vender azúcar de caña con el mensaje: «al comprar este azúcar de caña usted ... le está dando a los países pobres un lugar en el sol de la prosperidad». Estos grupos pasaron a vender artesanías de los países en desarrollo y en 1969 se abrió la primera tienda del comercio justo (Bowen, 2001; Douglas, 2002). Las ATO establecieron relaciones directas con los pequeños productores y les pagaban (o decían pagar) un precio más alto por sus productos.
A comienzos de los años ochenta los precios de muchos productos agrícolas básicos se derrumbaron, afectando particularmente a los productores de café en pequeña escala. En los Países Bajos se creó un sello del comercio justo (Max Havelaar Keurmerk) que en 1988 vendió por primera vez café. Este hecho marca el comienzo de la segunda generación de las iniciativas del comercio justo, donde las organizaciones de etiquetado eran sin fines de lucro. Este modelo ha permitido la venta de productos del comercio justo a través de canales convencionales.
[1] Los primeros dos
párrafos se basan en el texto de la OIT, 2000. |