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Costo total de las importaciones de alimentos

Cambios en las pautas de consumo y en el comercio internacional

En los últimos 40 años, el flujo neto de productos agrícolas entre países desarrollados y en desarrollo ha invertido su dirección. En los primeros años 1960, los países en desarrollo tenían un excedente global en su comercio de productos agropecuarios de casi 7 000 millones de dólares EE.UU. al año. Al final de los años 1980, este excedente había desaparecido. Durante la mayor parte del decenio de 1990 y comienzos del de 2000, los países en desarrollo fueron importadores netos de productos agrícolas. Según proyecciones de la FAO, es probable que este déficit se amplíe notablemente.

El cambio ha sido especialmente pronunciado en los PMA, que durante el mismo período han dejado de ser exportadores netos para convertirse en importadores netos de productos agrícolas. Al final de los años 1990, las importaciones realizadas por los PMA eran más del doble que sus exportaciones.

Las importaciones de alimentos crecen rápidamente

El comercio mundial de alimentos ha aumentado rápidamente y registrado un cambio radical durante los últimos decenios. Entre 1970 y 2001, las importaciones mundiales brutas de alimentos, medidas en equivalentes de calorías, crecieron casi el 60 por ciento. Pero este crecimiento acusó marcadas diferencias tanto por países como por grupos de productos.

Las importaciones brutas de los países en desarrollo subieron un 115 por ciento durante ese período; las importaciones de los países desarrollados, que importan ya una elevada proporción de sus alimentos, crecieron un 45 por ciento. Si se observan los datos con mayor detenimiento, se comprueba que las importaciones de alimentos de los países en desarrollo aumentaron rápidamente durante el decenio de 1970, crecieron con mayor lentitud en los años ochenta y volvieron a acelerarse de nuevo en los noventa. Esta pauta se aplica tanto en el caso del volumen de las importaciones de alimentos como del coeficiente entre importaciones de alimentos y disponibilidad para consumo per cápita. Debido a la expansión de las importaciones de alimentos, el excedente del comercio de alimentos de 1 000 millones de dólares EE.UU. de los países en desarrollo se transformó en un déficit de más de 11 000 millones de dólares durante ese período. Además, se prevé que esa tendencia continúe: según proyecciones de la FAO, en el año 2030 el déficit neto del comercio de alimentos de los países en desarrollo superará los 50 000 millones de dólares EE.UU. en dólares constantes de 1997-99.

A pesar de las considerables diferencias en el comercio y en el perfil alimentario de los países desarrollados y en desarrollo, las importaciones de determinados productos parecen evolucionar de manera semejante.

De los cinco grandes grupos de productos alimentarios –cereales, aceites comestibles, productos animales, azúcar y frutas y hortalizas–, fueron los cereales los que dominaron en un tiempo el comercio internacional. Ahora, en cambio, la parte de los cereales en el total de las importaciones agrícolas ha caído por debajo del 50 por ciento en los países en desarrollo y por debajo de un tercio de los países desarrollados. Si bien la parte de las importaciones de los cereales ha disminuido, tanto los países desarrollados como en desarrollo están importando mayores cantidades de alimentos de mayor valor y elaborados, sobre todo aceites comestibles, productos pecuarios y frutas y hortalizas.

La caída de la importancia relativa del comercio de cereales ha enmascarado las diferencias en las tendencias de los distintos cereales. La parte de los cereales «favoritos» en el comercio –trigo y arroz– ha registrado un fuerte crecimiento, mientras que el total de calorías procedentes de cereales secundarios comercializados ha disminuido notablemente.

La importancia relativa del azúcar importado ha diminuido también a largo plazo. Debido al aumento de la producción y al uso de azúcar no elaborado con caña de azúcar y de otros edulcorantes, las importaciones de azúcar de los países desarrollados han disminuido.

Transformación de los hábitos alimentarios y cambios en el comercio

Los cambios en las pautas de producción, los avances en la tecnología y la evolución de las políticas internas y comerciales contribuyeron de manera importante a determinar la estructura del comercio internacional. No obstante, los hábitos alimentarios y preferencias de los consumidores y las demandas de una industria de la alimentación cada vez más concentrada han sido los determinantes de muchos de los cambios de importancia de los diferentes productos en el comercio. También ha influido la globalización y la presencia cada vez más amplia de los establecimientos de restauración rápida en los países en desarrollo.

El crecimiento de los ingresos, en relación con los cambios de los precios, la urbanización y las nuevas preferencias de los consumidores han modificado los hábitos alimentarios en los países desarrollados y en desarrollo. Cuando las personas tienen más dinero para gastar, incorporan a sus dietas alimentos más variados y más costosos. Estos cambios se reflejan en el volumen y la composición del comercio mundial de productos agrícolas.

Los gastos en alimentos y las respuestas ante el cambio del nivel de ingresos difieren entre los países en desarrollo y desarrollados. En estos últimos, la mayoría de los consumidores pueden permitirse ya comprar sus alimentos preferidos. Por ello, cuando aumentan sus ingresos, los cambios en sus hábitos alimentarios y en sus compras de alimentos son relativamente pequeños.

En los países en desarrollo, por el contrario, la subida de los ingresos tiene efectos inmediatos y pronunciados en los hábitos alimentarios y, por consiguiente, en el comercio tanto de productos básicos como de alimentos elaborados, ya que las personas reajustan sus presupuestos para incluir productos alimenticios de mayor valor. De la misma manera, la disminución de los precios reales de los alimentos ha permitido a los consumidores pobres tener acceso a una alimentación mejorada aun cuando los niveles de ingreso no hayan sufrido cambios.

Desde mediados del decenio de 1970, por ejemplo, el consumo de carne per cápita en los países en desarrollo se ha duplicado con creces. Durante ese mismo período, estos países han dejado de ser exportadores netos de más de 500 000 toneladas de carne para convertirse en importadores netos de más de 1,2 millones de toneladas. Según estimaciones de la FAO, en los próximos 30 años la población del mundo en desarrollo consumirá, al menos, un 30 por ciento más de carne, productos lácteos y aceites. El consumo per cápita de cereales en esos países no sufrirá cambios, aunque el uso total de cereales por persona puede continuar aumentando debido al uso creciente de cereales secundarios para la alimentación animal.

Además del aumento de los ingresos, la rápida urbanización ha contribuido a cambiar los estilos de vida, las preferencias alimentarias y la estructura del comercio de productos básicos. A medida que ha crecido su número y su capacidad adquisitiva, la población urbana ha aumentado su demanda no sólo de mayor diversidad dietética sino también de productos que requieren menos tiempo de preparación. Las importaciones de alimentos de alto valor y elaborados han aumentado para atender esa demanda. Junto al actual problema de la subnutrición, en los países tanto desarrollados como en desarrollo ha aparecido un nuevo problema de sobrenutrición y obesidad.

Según estimaciones de las Naciones Unidas, la población urbana mundial aumentará un 70 por ciento en los tres próximos decenios. La mayor parte de este crecimiento tendrá lugar en países en desarrollo, sobre todo de África y Asia. En fechas tan recientes como el año 1985, casi el 70 por ciento de la población de los países en desarrollo vivía en zonas rurales; en el año 2020, más de la mitad de esos 6 000 millones de personas vivirá en ciudades. Es probable que su mayor nivel de ingresos y sus estilos de vida urbanos provoquen nuevos cambios en la estructura de las importaciones mundiales, que acelerarán la tendencia hacia alimentos de mayor valor y elaborados.

 

El costo total de las importaciones de alimentos somete a dura prueba a las economías

Los aumentos recientes de las importaciones de alimentos han sido particularmente significativos en muchos de los países más vulnerables a la inseguridad alimentaria. En el conjunto de los países en desarrollo, el volumen de las importaciones brutas de alimentos creció a un ritmo anual del 5,6 por ciento, muy por encima del 1,9 por ciento del crecimiento anual en los países desarrollados.

Los resultados económicos de los distintos países en desarrollo contribuyeron notablemente a determinar la rapidez con que incrementaron sus importaciones de alimentos durante del decenio de 1990. Los países que registraron un fuerte crecimiento económico general, medido en función del PIB per cápita, incrementaron las importaciones de alimentos con mayor rapidez. El veloz crecimiento del sector agrícola tuvo el efecto contrario. En los casos en que el valor agregado agrícola per cápita creció más rápidamente, las importaciones de alimentos no lo hicieron en general.

Ninguno de estos efectos es sorprendente. La producción de alimentos responde con relativa lentitud a los cambios de la demanda, ya que se requiere cierto tiempo para que los agricultores aumenten la superficie sembrada, las cosechas o el tamaño de sus hatos. La escasez de la producción interna puede verse también obstaculizada por deficiencias intrínsecas de los sistemas nacionales de producción y distribución de alimentos. Como ejemplos de esas deficiencias cabe señalar la baja productividad, las ineficiencias en las cadenas de suministros y los sistemas de comercialización necesarios para llegar a los consumidores urbanos y la falta de competitividad con los suministros importados, especialmente cuando estos últimos gozan de las subvenciones ofrecidas por los países desarrollados. Así pues, cuando los ingresos y la demanda suben rápidamente, las importaciones pueden multiplicarse a un ritmo superior al de la producción interna. Por el contrario, un crecimiento más rápido del sector agrícola muchas veces eleva la disponibilidad de alimentos internos, con lo que se reduce la demanda de importaciones.

El pago de las importaciones de alimentos puede someter a prueba los recursos de los países donde el crecimiento económico se retrasa y los ingresos de divisas son limitados. Una manera de calibrar el nivel de «estrés» que pueden representar las importaciones de alimentos es examinar qué parte del PIB y de los ingresos de exportación (total de exportaciones de mercancías) debe destinarse a pagar la factura de las importaciones de alimentos.

En los tres últimos decenios, la parte del costo bruto total de las importaciones de alimentos en el PIB se duplicó con creces en el promedio de los países en desarrollo. Este aumento fue especialmente pronunciado en el caso de los PMA, en los que el valor de las importaciones de alimentos se disparó, pasando de aproximadamente el 1 por ciento de su PIB a más del 4 por ciento. Ello significa que el crecimiento de los gastos totales en importación de alimentos ha sido superior al crecimiento económico general en los países en desarrollo, lo que ha sometido a presión sus recursos económicos.

Al comparar el costo de las importaciones brutas de alimentos con los ingresos de exportación se observa la presión que el costo de las importaciones de alimentos puede representar para la disponibilidad de divisas. Se comprueba también que en los 30 últimos años los países más vulnerables a la inseguridad alimentaria (los PMA) han gastado, por término medio, una parte creciente de sus limitados ingresos de divisas para importar alimento. En los primeros años setenta, gastaron aproximadamente el 43 por ciento de sus ingresos de exportación en importaciones comerciales de alimentos, mientras que los otros países en desarrollo gastaron en torno al 36 por ciento. No obstante, a partir de entonces la parte media de los PMA subió al 54 por ciento pero bajó al 24 por ciento en los demás países en desarrollo.

Importaciones de alimentos y ayuda alimentaria

Además de gastar en importaciones de alimentos una parte creciente de su PIB y de sus ingresos de divisas, los PMA son grandes receptores de ayuda alimentaria. Cuando disminuye el volumen de la ayuda alimentaria con destino a los países que sufren situaciones de escasez de alimentos, es de prever que aumenten las importaciones comerciales de alimentos, y los datos confirman que así ocurre en realidad.

Cuando el valor de la ayuda alimentaria aumentó en proporción del total de importaciones de alimentos durante los primeros años 1980, los PMA gastaron una parte significativamente menor de su PIB y de sus ingresos de divisas en importar alimentos en condiciones comerciales. En cambio, desde mediados de los años 1980 esa tendencia se ha invertido. El valor de la ayuda alimentaria ha disminuido significativamente en comparación con el valor total de las importaciones de alimentos. Al parecer, los PMA han reaccionado dedicando una parte mayor de sus recursos internos a incrementar las importaciones comerciales de alimentos y a mantener la seguridad alimentaria nacional.

 

Factores de variación en el costo total de la importación de alimentos de los países menos adelantados

Las variaciones en el costo total de las importaciones de alimentos son resultado de los cambios ocurridos tanto en los precios como en el volumen de los alimentos importados. La variación de los precios de importación se debe en gran medida a la inestabilidad de los mercados internacionales. La subida de los precios hace reducir la demanda de alimentos importados y, si la demanda de importaciones no es elástica, los costos de las importaciones suben al mismo tiempo que se reduce su volumen, con consecuencias negativas para la seguridad alimentaria. Lo contrario ocurre cuando caen los precios de las importaciones. La variación en el volumen de las importaciones depende no sólo de los precios, ya que la demanda se adapta a los cambios de éstos, sino también de otros factores importantes, incluidos cambios exógenos en la producción y la demanda internas. El análisis de la contribución de los cambios de precios y del volumen de las importaciones de alimentos a los cambios en la factura de importación de alimentos de los PMA podría arrojar algo de luz sobre las políticas que serían más adecuadas para reducir los riesgos de mercado y las incertidumbres con que se enfrentan los países en desarrollo vulnerables.

Los resultados de un estudio sobre una muestra de importantes alimentos básicos –trigo, arroz, cereales secundarios, azúcar, pollo, leche descremada, soja y aceite de palma– revelan diferencias sistemáticas entre los productos en lo que respecta a la importancia relativa de la variación de los precios y volúmenes para determinar los cambios en el costo total de las importaciones de alimentos. La contribución de las variaciones en los precios de importación al costo total de las importaciones oscila entre el 35 por ciento y casi el 70 por ciento. La contribución de las variaciones de precios es significativamente menor (en términos estadísticos) en el caso de los alimentos básicos (como azúcar, arroz, cereales secundarios y trigo) que en el de los productos con mayor elasticidad de los precios y los ingresos (como el pollo y el aceite de palma). Ello significa que el costo total de las importaciones de alimentos básicos en los PMA está más influenciado por las variaciones de la producción interna, que estimulan ajustes en las importaciones para atender las necesidades internas de consumo de alimentos básicos. Por ejemplo, una fuerte crisis en la producción nacional de alimentos básicos, dada la elevada autosuficiencia en alimentos básicos de la mayor parte de los PMA, se traduce en un mayor aumento de la demanda de importaciones. Debido a la falta de elasticidad de las necesidades de consumo para seguridad alimentaria en los PMA, estos aumentos notables de la demanda de importaciones no dependen demasiado de los precios internacionales. Desde el punto de vista de las políticas, estas comprobaciones revelan que las medidas destinadas a resolver la inestabilidad de los mercados internos de alimentos básicos pueden contribuir en forma relativamente más importante a combatir la inestabilidad de su factura de importación de alimentos.

No obstante, las medidas para hacer frente a los efectos de la inestabilidad internacional de los precios pueden ser todavía un componente importante de una estrategia global para resolver la incertidumbre sobre el costo total de las importaciones de alimentos. Los cambios en los precios de importación tienen una fuerte influencia en el costo total de las importaciones de los PMA, y dada la gran proporción de sus escasas divisas que se destinan a la importación de alimentos, los PMA son particularmente vulnerables a los picos imprevistos de precios y a la inestabilidad en los mercados internacionales de alimentos. En este contexto, por pico se entiende una subida extrema e imprevisible de los precios, superior a la que cabría prever como respuesta normal a la evolución de los precios y volúmenes. Los picos en los precios internacionales de alimentos básicos pueden representar una fuerte sangría de las reservas de divisas, sobre todo cuando coinciden con crisis de la producción alimentaria nacional.

Aunque la frecuencia de estos picos ha disminuido en el caso de muchos alimentos básicos desde el decenio de 1970, muchos PMA han sufrido los efectos de una extrema inestabilidad de los precios, con un gran número de picos en los precios de los productos alimenticios básicos que deben importar para garantizar la seguridad alimentaria de su población.

La mayor parte de estos picos coincidieron con acontecimientos importantes que repercutieron en la producción de alimentos y en los mercados de todo el mundo, como la «crisis alimentaria mundial» de 1974-75. En cambio, otros coincidieron con importantes decisiones normativas en las grandes regiones industrializadas, como los cambios en las políticas de ayuda interna en los Estados Unidos y la Unión Europea que exacerbaron los cambios de precios en los mercados internacionales resultantes de las variaciones normales de la oferta y la demanda.

En los 30 últimos años, la factura de importación de alimentos en los PMA ha crecido mucho más rápidamente que el conjunto de sus economías y que sus ingresos de exportación. En los PMA esa factura ha mostrado también una inestabilidad mucho mayor, sobre todo en relación con su crecimiento económico general y los ingresos de exportación. La combinación de unos costos de importación de alimentos que son al mismo tiempo elevados e imprevisibles merma sin duda la capacidad de algunos PMA de garantizar la seguridad alimentaria en el plano nacional.

Los cambios repentinos en los mercados provocados por importantes decisiones normativas parecen haber tenido repercusiones cuantificables y quizá nocivas en estos países vulnerables. El análisis de estos picos de los precios y su relación con las decisiones sobre las políticas agrícolas y comerciales adoptadas por los países desarrollados pone de manifiesto la necesidad de evaluar los posibles efectos de estas últimas en los PMA durante las deliberaciones internacionales sobre políticas, como las llevadas a cabo en la Organización Mundial del Comercio (OMC), y de planificar medidas para mitigarlos. Además, habría que tratar de reducir la vulnerabilidad de los PMA y garantizar su acceso a un suministro constante de alimentos en los mercados internacionales abordando los problemas de la inestabilidad de los precios mundiales a corto plazo.

 

Importaciones de alimentos, desarrollo económico y seguridad alimentaria

Los países en desarrollo que sufren situaciones generalizadas de hambre suelen depender fuertemente de la agricultura como fuente de empleo y de ingresos así como de las exportaciones de productos agrícolas para sus ingresos de divisas. Aun cuando sus poblaciones suelen ser predominantemente rurales y sus economías están basadas en la agricultura, estos países dependen fuertemente de las importaciones de alimentos y gastan una proporción elevada de sus ingresos de divisas en su adquisición.

El análisis de variables muy diversas relacionadas con el desarrollo económico y agrícola, las importaciones de alimentos y la inseguridad alimentaria revela que el carácter y el grado de la participación en el comercio internacional por parte de los países en desarrollo están asociados con el nivel de hambre y de inseguridad alimentaria en dichos países.

Las relaciones entre importaciones de alimentos, participación en el comercio internacional y seguridad alimentaria pueden ponerse de manifiesto dividiendo los países en desarrollo en dos grupos amplios, en función de la parte de su población que está crónicamente hambrienta. Los países donde más del 15 por ciento de la población está subnutrida, se clasifican como países de inseguridad alimentaria. Cuando la prevalencia de la subnutrición es inferior al 15 por ciento se considera que su situación es relativamente segura desde el punto de vista de la alimentación.

El análisis estadístico revela que la inseguridad alimentaria está fuertemente correlacionada con un índice compuesto basado en tres indicadores relativos a la estructura de su comercio internacional: la parte de las importaciones de alimentos en el total de exportaciones de mercancías, la parte de la ayuda alimentaria en las importaciones de alimentos, y la parte del total de las importaciones de alimentos en las calorías disponibles para consumo.

Los países donde el hambre está generalizada gastan una proporción mayor de sus ingresos de exportación en la importación de alimentos. A pesar de este fuerte gasto de sus escasos recursos en divisas, los países en que existe inseguridad alimentaria cubren una parte menor de su consumo aparente con las importaciones de alimentos. Ello revela que los países sin seguridad alimentaria podrían importar todavía más alimentos para cubrir el déficit de la producción interna y garantizar la seguridad alimentaria si no estuvieran limitados por sus escasos ingresos de exportación. La necesidad de gastar una proporción tan elevada de los recursos de divisas en importación de alimentos puede reducir la capacidad de estos países sin seguridad alimentaria para invertir en otras esferas que estimularían el desarrollo y reducirían la vulnerabilidad a largo plazo

 

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