Tres cuartas partes de la población pobre del mundo en desarrollo vive en zonas rurales, pero el aumento de la productividad agrícola se está haciendo cada vez más difícil porque la agricultura está invadiendo más tierras marginales y las existentes están perdiendo productividad debido a la degradación del suelo y el agua.
En muchos casos, la productividad agrícola de los países en desarrollo ha declinado, a pesar de los altos retornos de las inversiones en investigación agrícola. En parte, esto puede atribuirse a que la composición de cultivos no coincide con las ventajas comparativas del país, pero en parte también puede reflejar problemas de manejo de suelos y plagas en las fincas. Las investigaciones sugieren también que políticas de precios agrícolas desfavorables (incluyendo las políticas macroeconómicas que los afectan) pueden ser responsables de una parte de esa tendencia de la productividad.
La financiación de la investigación agrícola en países en desarrollo ha disminuido en términos reales; por contraste, según el consenso actual, la inversión está muy por debajo de lo que debería ser a la luz de sus retornos.
El desafío central para la investigación agrícola es desarrollar resultados adecuados a las necesidades de los agricultores. La colaboración con los agricultores en la formulación de las prioridades de la investigación ayuda a enfrentar este desafío.
La tecnología agrícola no es neutral con respecto al género, pero en la práctica con frecuencia las necesidades de las mujeres agricultoras son ignoradas en la generación y difusión de la tecnología.
Mujeres y hogares enteros pueden beneficiarse no sólo de las tecnologías de cultivo, sino también de las que reducen el tiempo dedicado por las mujeres a las labores del hogar.
El sector público y el privado tienen importantes papeles que jugar en la investigación agrícola. La índole de bien público de muchos de los resultados de las investigaciones limita el interés potencial del sector privado en desarrollarlas, aunque la biotecnología está abriendo nuevos caminos para la participación del sector privado. La definición clara de los derechos de propiedad intelectual contribuye a impulsar las inversiones privadas en investigación agrícola.
Se estima que entre un tercio y la mitad de todos los cultivos se pierden en el mundo debido a plagas, proporción que es aún mayor en los países en desarrollo. Algunos expertos recomiendan que los programas de investigación agrícola concedan mayor prioridad a la creación de resistencia a las plagas.
El tratamiento químico de las plagas con frecuencia es antieconómico, además de dañino para el ambiente.
Las Escuelas Agrícolas de Campo de la FAO han probado ser un medio eficaz, a través del cual los propios agricultores participan en el desarrollo de técnicas de manejo integrado de plagas.
La extensión agrícola en los países en desarrollo fue iniciada con el propósito de distribuir mensajes tecnológicos desde los investigadores a los agricultores, con poca atención a la retroalimentación o a la participación de los agricultores en la identificación de los problemas a ser investigados.
La Capacitación y Visita (C&V) reformó la gestión de muchos sistemas de extensión, pero conservó el enfoque esencialmente de arriba-abajo de la relación entre investigadores y agricultores.
En algunos casos, la tecnología agrícola está incorporada a los insumos mejorados, pero con frecuencia adopta la forma de información pura. Dicha información abarca una gama continua, desde bienes públicos puros hasta bienes totalmente privados. La índole de bien público significa que no se les puede negar su acceso a otros y que su "consumo" o uso por una persona no reduce la cantidad disponible para los demás. El carácter parcial o total de bien público que tiene mucha de la tecnología agrícola es la razón básica de la existencia de los servicios públicos de extensión; en efecto, en estos casos el sector privado no puede apropiarse de los beneficios.
Sin embargo, aún cuando la información tiene algunas características de bien público, los agricultores pueden estar dispuestos a comprarla cuando existe una ganancia asociada a la oportunidad de la información, como es el caso de la información de mercado, cuando a partir de ella se puede excluir a otros de la misma oportunidad o, simplemente, cuando permite reducir la incertidumbre asociada a los cultivos.
El carácter de bien público de gran parte de la información agrícola es un argumento para subsidiar los servicios de extensión, al igual que lo es la pobreza de muchos agricultores. La difusión de información que tiene externalidades ambientales positivas es otra justificación para subsidiar los servicios de extensión. No obstante, muchos de los agricultores más acomodados en los países en desarrollo pueden pagar por la extensión y están dispuestos a hacerlo, cuando es un bien de naturaleza privada o se aplican algunas de las salvedades mencionadas en el párrafo precedente. Proporcionar una extensión completamente subsidiada a todos los agricultores constituye un subsidio regresivo.
En muchos países desarrollados el desempeño de los servicios de extensión agrícola ha sido decepcionante. De acuerdo con un creciente consenso, el mejoramiento de los servicios de extensión sólo puede ocurrir a partir de una mayor orientación hacia el cliente, fomentada por cambios en la estructura de los incentivos.
Los servicios de extensión han sido muy lentos en responder a las necesidades de las mujeres agricultoras. En el mundo, solo el cinco por ciento de los recursos de extensión están asignados a programas para mujeres agricultoras, a pesar de que constituyen una proporción considerablemente más alta de los agricultores y que los servicios dirigidos a ellas han demostrado dar beneficios significativos.
La epidemia de HIV/SIDA está devastando las áreas rurales en muchos países y mermando y desmoralizando algunos servicios de extensión. En estos casos, los servicios de extensión deben transferir tecnologías agrícolas apropiadas a personas débiles, muy viejas o muy jóvenes. Ellos también están llamados a responder a solicitudes de información y orientación para tratar la epidemia y ayudar a las comunidades a hacer frente a las crisis.
Los actuales servicios de extensión están siendo evaluados y se están explorando nuevos modelos para proporcionar la extensión. Las razones básicas del cambio son las limitaciones de los fondos públicos; las deficiencias percibidas en los servicios de extensión; la evolución hacia tecnologías agrícolas más especializadas, que requiere diferentes tipos de extensión; el aumento de la prioridad del alivio a la pobreza como un objetivo de política, y la mayor importancia para los productores de las vinculaciones con los mercados y la administración de las fincas.
El comercio internacional de semillas y otros insumos es un medio importante para el mejoramiento del inventario de la tecnología agrícola. Algunos países restringen la importación de esos bienes hasta que son certificados como inocuos y efectivos. Sin embargo, este enfoque conservador corre el riesgo de conducir al retraso de la tasa de progreso tecnológico del país. Se ha propuesto un enfoque más liberal por el cual las pruebas de los productos se realizan ex post y sus resultados se divulgan con propósitos de información y no de control.
Como en el caso de la extensión, los sistemas de investigación agrícola están siendo repensados. Las razones, entre otras, son las siguientes: las decepcionantes tasas de crecimiento de los rendimientos, los recortes de presupuestos para investigación, la disminución de la calidad del personal de investigación en algunos casos y la insuficiente investigación sobre los principales problemas percibidos por algunos agricultores, especialmente los más pobres.
La elección de una agenda de investigación es uno de los temas principales. Tradicionalmente, esa fue una tarea de los investigadores, pero así se corre el riesgo de no tomar en cuenta los problemas más importantes de muchos agricultores. La cuestión planteada es la siguiente: ¿cómo hacer que la investigación esté más en línea con las necesidades reales de los agricultores?
Al respecto se han venido utilizando diversos enfoques, entre otros los siguientes: incorporar a los agricultores en los consejos de dirección de las instituciones (locales) de investigación, requiriéndoles contribuciones financieras, involucrándolos en equipos de investigación multidisciplinarios y asignándoles un papel de liderazgo en algunas fases del proceso de investigación.
Los agricultores poseen una considerable reserva de conocimientos acerca de las condiciones agroclimáticas y de los sistemas de cultivo en sus localidades, y con frecuencia tienen el hábito de experimentar técnicas de cultivo y nuevas variedades. Los métodos que involucran a los agricultores en el proceso de investigación científica han demostrado ser eficaces en la generación de resultados ajustados a las necesidades de los agricultores y al aumento de los ingresos de los agricultores pobres.
Con frecuencia, los procesos participativos generan actividades económicas secundarias, como empresas de comercialización de semillas para los pequeños agricultores. Cuando la investigación participativa tiene éxito, los propios agricultores se convierten en agentes de difusión de los resultados.
La investigación participativa debe ser administrada con sensibilidad, aspecto en que el papel de los facilitadores es importante. Esa investigación requiere pequeñas cantidades de fondos locales, bajo el control de los agricultores, para financiar insumos.
Otros aspectos a fortalecer en los sistemas nacionales de investigación agrícola son los siguientes: adaptación de los resultados de las investigaciones de otros países y de instituciones internacionales, ampliación de capacidades para conducir análisis de suelos en el laboratorio, técnicas de gestión de poscosecha, métodos de procesamiento y manipulación de cultivos, y sostenibilidad ambiental de las tecnologías agrícolas.
Cada vez más, los sistemas nacionales de investigación agrícola están adoptando métodos empresariales de administración. Dos aspectos centrales al respecto son la contratación de personal capacitado y la provisión de incentivos adecuados.
Una mayor variedad de instituciones participa en la investigación agrícola, por ejemplo, ONG, asociaciones de productores, universidades y empresas privadas. Estas puede participar en la investigación mediante fondos obtenidos en procesos de licitación competitiva, en los cuales las propuestas compiten anualmente por la asignación de fondos cuyo monto es conocido.
La financiación de la investigación agrícola se está volviendo más diversificada. Actualmente, las principales fuentes son los ingresos generados por la comercialización de los productos de la investigación, las contribuciones financieras de los agricultores y las donaciones a fundaciones de investigación.
Se ha planteado el debate sobre si la investigación agrícola beneficia principalmente a los agricultores comerciales, debido a su localización en zonas agronómicamente más favorecidas y a los criterios con que se seleccionan las prioridades y se realizan las investigaciones.
Los agricultores pobres pueden beneficiarse de investigaciones que otorguen prioridad a las variedades no intensivas en insumos comprados, a los sistemas de producción y el mejoramiento de los sistemas agrícolas naturales, y a los métodos participativos que permiten concentrar los esfuerzos en sus principales problemas y utilizan sus conocimientos acumulados. Los métodos participativos de investigación constituyen tal vez el principal medio para llevar los beneficios de los avances tecnológicos a las familias agrícolas pobres.
La investigación participativa puede ser más eficaz si atribuye importancia a la participación de las mujeres. Para ello se requiere un sostenido compromiso con esa orientación por parte de las instituciones de investigación y promoción.
Algunas veces se observa que las mujeres agricultoras son más lentas que los hombres en la adopción de innovaciones tecnológicas, pero un estudio realizado en Ghana muestra que este hecho es atribuible a que normalmente tienen menor acceso a los factores de producción, y no a una baja disposición inherente.
Los sistemas de extensión agrícola están experimentando cambios significativos en todo el mundo, particularmente en el papel de los agentes de extensión como facilitadores y la promoción del diálogo a dos vías entre agricultores y científicos. Muchos sistemas de extensión están tratando de adoptar el criterio de que los agricultores son clientes más que beneficiarios de la extensión.
Además del asesoramiento técnico, los agentes de extensión son responsables, junto con los agricultores, del diagnóstico de los problemas de las fincas, así como de la retroalimentación a los investigadores, de la ampliación de las capacidades de administración, y de los vínculos entre los agricultores y las ONG, organizaciones de agricultores, proveedores de insumos y canales de comercialización.
Aún cuando los argumentos favorables a la financiación pública de una parte de los servicios de extensión son válidos, no significa que ellos deban ser ejecutados siempre por organismos públicos. En esos organismos, los incentivos por rendimiento tienden a basarse en juicios de los superiores jerárquicos, quienes no siempre tienen una retroalimentación confiable de parte de los agricultores. En contraste, los incentivos en los sistemas privados de extensión se basan en la satisfacción de los clientes. Por esa razón, algunos países han desarrollado medios que permiten compartir los costos de la extensión entre los sectores público y privado, dejando al último la entrega de los servicios. Uno de los principios de extensión propuesto por el Grupo de Neuchatel, integrado por donantes para países africanos, es que los agricultores deben estar en posición de escoger dentro de una gama de proveedores de extensión.
Una buena organización de los agricultores es un prerrequisito para que los pequeños participen en muchos tipos de programas, incluyendo los de investigación y extensión. Con frecuencia las ONG pueden jugar un papel valioso en la promoción de una mejor organización de los agricultores.
Los sistemas de extensión deben esforzarse para satisfacer las necesidades de las mujeres agricultoras y avanzar en esa dirección, entre otras formas, contratando más agentes mujeres, promoviendo la inscripción de mujeres en la educación agrícola terciaria, programando visitas de extensión en momentos que no sean conflictivos con sus tareas en el hogar, ampliando la gama de cultivo y cría de animales y promoviendo la formación de grupos de mujeres para interactuar con los servicios de extensión.
Se requiere una reorientación de los sistemas de extensión en países o zonas donde la crisis del SIDA ha alcanzado una escala significativa. Se necesita una mayor preparación de los agentes de extensión y de las políticas nacionales de extensión relacionadas con esa enfermedad. La reorientación debería incluir el desarrollo de mensajes tecnológicos más adaptados a las personas de mayor edad, jóvenes, viudas y gente enferma, porque en muchas zonas la crisis ha tenido un fuerte impacto en la estructura de edades de las poblaciones rurales. Los agentes también deben estar mejor preparados para responder a las inquietudes de las comunidades sobre como enfrentar la crisis y reducir su tasa de propagación.
Los nuevos enfoques de extensión intentan tomar como referencia principal a los agricultores. Muchos países están disminuyendo el tamaño de los sistemas públicos de extensión, en favor de mayor participación privada, ONG y los propios agricultores. El capítulo presenta al final un resumen de las nuevas orientaciones, en forma de proposiciones para la extensión agrícola y de los supuestos básicos o axiomas de las que se derivan.