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Apéndice VII: Discurso introductorio del Sr. Richard Fadden, Presidente Organismo Canadiense de Inspección de Alimentos


(Documento de Sala 1A)

INTRODUCCIÓN

Les agradezco la oportunidad que me brindan de tomar la palabra en esta importante y prestigiosa reunión. En nombre del Canadá, deseo encomiar a la Organización para la Agricultura y la Alimentación y a la Organización Mundial de la Salud por su programa instructivo que incita a la reflexión. Desearía también dar las gracias al Gobierno de Tailandia por acoger este Segundo Foro de Autoridades de Reglamentación sobre Inocuidad de los Alimentos.

En el primer Foro Mundial, celebrado en Marrakesh, los países comprendieron rápidamente la utilidad de reunirse para intercambiar información y compartir experiencias. Ahora nos hemos reunido para aprovechar el éxito del Primer Foro para examinar los aspectos prácticos de la elaboración de sistemas eficaces de inocuidad de los alimentos.

¿Por qué es importante este Foro?

El Canadá reconoce el gran interés de congregar a los máximos responsables de la gestión de la inocuidad de los alimentos de todos los gobiernos del mundo. En un mercado mundial donde los problemas de una nación pueden convertirse rápidamente en los del resto del mundo, la creación de redes para intercambiar información y reforzar la capacidad contribuirá sin duda a potenciar la eficacia de los sistemas de inocuidad de los alimentos de todo el mundo. Sin embargo, este Foro no sólo permite el intercambio de experiencias y mejores prácticas, sino que brinda también la oportunidad de celebrar debates dinámicos sobre cómo hacer frente a los nuevos desafíos y a los que ya se nos plantearán a todos en el futuro.

Dificultades actuales y futuras

Todos los que trabajamos con algún aspecto de la cadena alimentaria nos enfrentamos a nuevas y enormes dificultades. Me gustaría dedicar unos minutos a examinar algunas de ellas.

En los últimos años hemos presenciado variaciones en los métodos de producción de alimentos que han puesto en tela de juicio los enfoques tradicionales de la inocuidad de los alimentos. Desde que los Estados establecieran el Codex en 1963 han cambiado muchas cosas. La mundialización del comercio de alimentos ha supuesto un desafío para la reglamentación alimentaria. Actualmente, el valor mundial del comercio de alimentos supera los 500 000 millones de dólares EE.UU. En 2003, ya sólo el Canadá exportó 24 300 millones de dólares EE.UU. en productos agrícolas y agroalimentarios a más de 180 países e importó este tipo de productos por un valor de 20 600 millones de dólares EE.UU. de 190 países. El comercio mundial de alimentos es, en cuanto tal, beneficioso, puesto que ofrece a los consumidores una amplia selección de alimentos y contribuye a la seguridad alimentaria de muchos países. No obstante, también plantea la necesidad de que las autoridades de reglamentación tengamos que estar más alerta que nunca ante los casos de contaminación de alimentos que se producen en cualquiera de las regiones del mundo con las que comerciemos.

Los cambios de los métodos de producción de alimentos basada en la explotación intensiva de animales plantean otra dificultad, ya que estas prácticas dependen de la utilización de sustancias antimicrobianas y podrían provocar la aparición de bacterias resistentes en los animales de granja, lo que constituye una fuente potencial de infección para los seres humanos. Las operaciones pecuarias intensivas también pueden tener repercusiones negativas en el medio ambiente. La explotación intensiva puede desembocar en la rápida propagación de posibles enfermedades animales y zoonosis, como muchos de nosotros hemos constatado con la gripe aviar.

Los avances en la ciencia y la tecnología constituyen otro desafío fundamental. Por ejemplo, actualmente los científicos especializados en inocuidad de los alimentos disponen de instrumentos para detectar y medir posibles riesgos que, se desconocían antes quizá o cuya detección podía requerir concentraciones mucho más elevadas. Esto tiene consecuencias positivas y negativas. Obviamente, al facilitar más información a los encargados de la evaluación de riesgos para su trabajo, los avances de la ciencia pueden contribuir a una mejora de la inocuidad de los alimentos. Sin embargo, con estas nuevas técnicas hay más posibilidades de que se esperen y exijan onerosas medidas de control en relación con riesgos que son mínimos y no justifican dichas medidas, lo cual plantea la dificultad añadida de tener que comunicar los riesgos al público para que pueda tomar decisiones fundadas al respecto.

Ello me lleva al desafío que suponen unos consumidores más informados y exigentes. Hoy en día, los consumidores conocen mejor los problemas que afectan a la salud y los posibles riesgos para la misma vinculados a los alimentos. Muestran mayor determinación que nunca en lo que se refiere a su derecho de participar en la adopción de decisiones. A raíz de episodios de gran calado, tales como la encefalopatía espongiforme bovina y la contaminación de alimentos con la E. coli, dioxinas y salmonela, los riesgos para la salud vinculados a los alimentos han gozado de una amplia cobertura en los medios de comunicación. La sensibilización de los consumidores es un hecho positivo, pero las consecuencias negativas de la información de los medios de comunicación sensacionalistas es motivo de preocupación para las autoridades de reglamentación sobre inocuidad de los alimentos.

El último reto al que deseo referirme es el del bioterrorismo. Desde el 11 de septiembre el mundo ha cambiado. El suministro de alimentos se ha convertido en un blanco potencial para el terrorismo. Nosotros, en cuanto autoridades de reglamentación sobre la inocuidad, debemos estar siempre vigilantes para proteger la inocuidad de los suministros.

¿Cómo nos enfrentamos a estos desafíos?

Nuestra respuesta principal a estos desafíos debe consistir en sistemas de inocuidad de los alimentos que tengan una base científica y sean transparentes.

En el Canadá, nuestro sistema de inocuidad de los alimentos se basa en tres principios fundamentales:

1. la salud de la población debe seguir siendo primordial;

2. las decisiones políticas deben basarse en pruebas científicas; y

3. todos los sectores y jurisdicciones deben colaborar para garantizar la inocuidad de los alimentos.

Organismos internacionales como el Codex Alimentarius y la Organización Mundial de Sanidad Animal han elaborado enfoques de análisis del riesgo para orientar a los países. Dichos organismos han determinado tres componentes principales en el análisis del riesgo:

En el Canadá hemos basado nuestro marco del análisis del riesgo en estos enfoques. El enfoque canadiense, a nivel federal, ha consistido en repartir las competencias administrativas en materia de análisis de riesgos alimentarios entre dos organismos: Health Canada y mi Departamento: la Agencia Canadiense de Inspección de Alimentos (CFIA).

Con objeto de proporcionar un medio común, sistemático y global destinado a determinar, evaluar y gestionar los riesgos para la salud, Health Canada ha elaborado un marco para la adopción de decisiones, compatible y congruente con el enfoque adoptado por la Comisión del Codex Alimentarius. En este marco se estipulan valores y principios fundamentales de la adopción de decisiones.

Al igual que Health Canada, el CFIA ha elaborado un marco de análisis del riesgo para orientar sus procesos de aplicación coercitiva, cumplimiento y control.

Por ejemplo, Health Canada evalúa regularmente la eficacia con la que el CFIA hace cumplir sus normas sobre inocuidad de los alimentos.

Integración del sistema

El Estado desempeña un papel fundamental, aunque no exclusivo, en la protección de la salud, incluida la cuestión de la inocuidad de los alimentos. La colaboración de todos los interesados en la cadena alimentaria (fabricantes de piensos, productores primarios, fabricantes/manipuladores de alimentos, poderes públicos, consumidores) es esencial para garantizar un enfoque amplio e integrado en lo que se refiere a la disponibilidad de un suministro de alimentos inocuos y nutritivos.

Además de la labor realizada por el Gobierno canadiense en el marco del análisis del riesgo, el éxito de nuestro sistema de inocuidad de los alimentos depende de la colaboración estrecha entre los entes federales, provinciales y territoriales, la industria y los consumidores. Los diversos niveles de la Administración colaboran con los interesados para garantizar la integridad y exhaustividad del sistema de inocuidad de los alimentos. Mediante un mayor número de actividades de control de los productos y los procesos, la industria trata de conseguir y garantizar por sí misma la aplicación de las normas sobre inocuidad de los alimentos. No obstante, el Gobierno debe seguir ejerciendo con firmeza una función de supervisión e intervención para garantizar la inocuidad de los alimentos suministrados.

Un sistema de inocuidad de los alimentos alcanza su mayor eficacia cuando la propia industria puede garantizar que aplica las medidas efectivas prescritas en materia de inocuidad de los alimentos. Para mantener la integridad y credibilidad del sistema de inspección, el CFIA mantiene un alto nivel de capacidad en materia de certificación pública, cumplimiento y aplicación coercitiva. El grado de supervisión e intervención de la Administración depende del historial de cumplimiento de cada empresa y del riesgo asociado con el producto.

La transparencia en la adopción de decisiones y la consulta con los interesados forma parte integrante de la elaboración de las políticas. Siempre que sea posible, debemos hacer que los interesados participen en el proceso de adopción de decisiones. En el sistema canadiense, la comunicación es vital. La comunicación entre Health Canada y el CFIA. La comunicación entre las autoridades de reglamentación sobre inocuidad de los alimentos y los industriales, entre las autoridades de reglamentación y los consumidores. La comunicación entre organismos oficiales, tanto a nivel interno dentro del Canadá como con nuestros asociados internacionales.

El Canadá ha suscrito acuerdos bilaterales para el intercambio de información con otros Estados. Ya en esta reunión podemos apreciar claramente los beneficios de las comunicaciones a nivel internacional. Considero que la OMS nos ha prestado a todos un servicio potencialmente importante con la creación de un gran sistema internacional de intercambio de información. Ayer presenciamos la demostración de INFOSAN, un claro ejemplo de cómo pueden utilizarse la tecnología y la organización para responder rápidamente a los incidentes internacionales. Se trata de un primer paso importante.

EL ANÁLISIS DE RIESGOS EN ACCIÓN

Como ejemplo de aplicación de lo que considero un sistema eficaz de inocuidad de los alimentos, permítanme decir unas palabras sobre la respuesta del Canadá al descubrimiento de la encefalopatía espongiforme bovina el año pasado.

En la fase de evaluación del riesgo, tanto Health Canada como el CFIA hicieron un seguimiento de las consecuencias de anteriores brotes de encefalopatía en otros países. Se mantuvieron informados de los conocimientos científicos sobre la naturaleza de la enfermedad y de sus implicaciones, tanto para la salud humana - competencia de Health Canada - como para la salud animal - competencia del CFIA -.

Cuando en mayo de 2003 se diagnosticó que una vaca estaba infectada con encefalopatía, nuestro sistema de gestión del riesgo intervino rápidamente. El CFIA puso en cuarentena 18 localidades, y realizó investigaciones de rastreo de la descendencia, la ascendencia y el entorno, así como sobre los piensos. Ningún otro animal relacionado con la vaca en cuestión resultó infectado. Esa noticia fue muy alentadora, pues suponía que el Canadá no tendría una epidemia de encefalopatía espongiforme bovina. Además, confirmaba la eficacia de los controles de encefalopatía en el Canadá: la reglamentación canadiense en vigor impedía que ningún producto de esa vaca infectada entrara en el suministro de alimentos humanos.

La respuesta de la Administración canadiense no se hizo esperar. En respuesta al incidente de la encefalopatía espongiforme, Health Canada y el CFIA emprendieron enseguida nuevas evaluaciones del riesgo para la inocuidad de los alimentos y la salud animal, respectivamente. Nuestra primera preocupación con respecto a la gestión del riesgo fue asegurarnos de que se instituyeran medidas apropiadas para impedir la exposición humana al agente de la encefalopatía. Una vez concluidas las evaluaciones del riesgo, Health Canada y el CFIA enmendaron la reglamentación para impedir que determinados materiales de riesgo entraran en el suministro de alimentos destinados al consumo humano, en el Canadá como en el extranjero. El CFIA tomó las medidas necesarias para asegurarse de que dichos materiales de riesgo se eliminen en el matadero. Se trata de la medida de protección de la salud pública más importante que podíamos tomar.

La comunicación del riesgo también fue un elemento fundamental de nuestra respuesta. A lo largo de nuestra investigación celebramos ruedas de prensa a diario y diálogos con los interesados para poner en común información y garantizar que los gobiernos canadiense y extranjeros estuviesen bien informados de las medidas que se estaban tomando. Siempre que tuvimos que optar entre hacer pública una determinada información inmediatamente o más adelante, la dimos a conocer en cuanto dispusimos de ella. Pecamos por exceso de transparencia.

Un panel internacional de expertos elogió al Canadá por la rapidez y diligencia de su intervención en el caso de la encefalopatía espongiforme bovina. Los interesados también encomiaron la franqueza y la transparencia de nuestras comunicaciones.

La eficacia de la intervención del Canadá en el caso de la encefalopatía se debió, en gran medida, a que seguimos los marcos de adopción de decisiones que hemos establecido para emergencias de este tipo. Disponemos de directrices para el análisis del riesgo con una base científica y las aplicamos en dicha ocasión. Trabajamos con nuestros colegas de la Administración federal y provincial, y también con los industriales. Mantuvimos a nuestros consumidores y asociados internacionales informados de la evolución de la situación en todo momento.

CONCLUSIÓN

La mundialización ha aumentado. No cabe ninguna duda de que la tecnología ha cambiado, lo que supone nuevos desafíos para todos nosotros. Pero no debemos perder de vista el principio fundamental conforme al cual nuestros sistemas de inocuidad de los alimentos deben tener una base científica.

Nuestros sistemas reglamentarios deben ser flexibles para adaptarse a cada nuevo desafío. Nuestro objetivo final debe ser proteger la salud y la seguridad de nuestros ciudadanos gestionando los riesgos de forma eficaz.

Tenemos la oportunidad de responder a esos desafíos mediante la colaboración y la cooperación, el intercambio de experiencias e ideas y el establecimiento de las mejores prácticas. Este Foro desempeña un papel importante en cada uno de estos campos. En cada uno de nuestros países, los sistemas de inocuidad de los alimentos están en constante evolución, en respuesta a los nuevos desafíos. Esta semana se nos brinda la oportunidad de debatir sobre esos desafíos. Tenemos mucho que aprender unos de otros. Debemos mantener abiertas las líneas de comunicación.

Muchas gracias.


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