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Apéndice 3
DISCURSO PRONUNCIADO EN LA SESION INAUGURAL

por el

LIC. ALEJANDRO CERVANTES DELGADO
Subdirector de Asuntos Económico-Pesqueros

Sr. Lic. Plácido García Reynoso, Subsecretario de Industria y Comercio; Sr. Dr. Sidney Holt, Representante del Director General de la FAO; Sr. Dr. Miguel de Albornoz, Representante en México del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo; Sr. Ing. Adolfo Alarcón, Representante Regional Adjunto de la FAO para la América Latina; Señores invitados de honor; Señores participantes en esta reunión; Señoras, Señores:

Constituye para mí un alto honor, y a la vez un motivo de gran satisfacción, dar la más cordial bienvenida a nombre del gobierno de mi país a un grupo tan selecto de científicos y técnicos procedentes de diversas partes del mundo, reunidos ahora aquí para cotejar e intercambiar sus experiencias en uno de los muchos renglones del amplio campo de la investigación científica: el de la biología de camarones y gambas.

No son éstos ni el lugar ni la ocasión propicios para trazar, aunque sólo fuera en forma esquemática, el largo e impresionante friso en que se narra la evolución de las ciencias vinculadas con el aprovechamiento de los recursos del mar. Pero sí considero de primera importancia señalar un hecho que no sólo se relaciona con estas disciplinas, sino en general con toda la tarea - enorme por sus objetivos, su diversidad de métodos y sus alcances - del progreso científico y tecnológico en que está empeñada la humanidad. Gracias a esta labor, incesante, múltiple, que no se detiene nunca y en la cual participan ciudadanos de distintas nacionalidades, de credos e ideologías heterogéneos, se han abierto nuevos y anchos cauces a la cooperación internacional y se han descubierto nuevos caminos que conducen, no sólo a la victoria sobre los obstáculos de la Naturaleza, sino, sobre todo, a la paz y la concordia entre los pueblos. Una paz y una concordia que no estén fundadas en el temor sino en la comprensión; que no sean efímeras sino firmes y duraderas.

La ciencia, que implica siempre una cabal renunciación a los egoísmos de todo género, aparece en nuestra época como una guía y una esperanza. La ciencia proporciona la gran lección del desprendimiento, y a la vez actúa como un factor de justicia y de equilibrio social.

No se debe a circunstancias accidentales o fortuitas el interés creciente por impulsar la investigación científica y la tecnología, nobles finalidades a las que, lo mismo la Organización de las Naciones Unidas y sus instituciones auxiliares, que los gobiernos de países poderosos y de los que están en vías de desarrollo, así como ciertas instituciones privadas, destinan recursos en continuo aumento.

En verdad, es que el reclamo de los pueblos por una vida más digna, sin carencias agobiantes, ha alcanzado un acento fuerte y sostenido y de resonancia mundial.

Esta es la causa, a nuestro entender, de que la Organización de las Naciones Unidas y en particular la FAO se preocupen por hacer acopio de las experiencias de sus Estados Miembros, por medio de intercambios y coloquios, en los que participan aquellos quienes conciben la ciencia como un quehacer humanista. Hombres - como Vdes. - que se empeñan en devolver a la creación científica su esencia promisoria de bienestar y felicidad.

En forma universal se acepta el postulado de que la ciencia, para progresar y enriquecerse, requiere una unión íntima entre la teoría y la práctica. Esta unión se realiza con amplitud en las naciones ricas y desarrolladas; pero en una vasta comunidad de países de escasos recursos la práctica científica es incipiente y no les permite hacer sino escasas aportaciones a la teoría universal de las ciencias. Mi país, encaminado de manera entusiasta y tesonera hacia el desarrollo, puede aún contarse entre ellos.

Contemplamos con admiración los formidables avances que se registran en la investigación científica aplicada a los procesos de producción en el sector de actividades primarias, especialmente en la agricultura y en la pesca, así como en la creación incesante de nuevos cuadros científicos y técnicos que fortalecen los soportes en que descansan las actividades industriales y de servicios. Pero con frecuencia a nuestra admiración se une el desaliento, ya que incluso en los casos en que los logros científicos de los países más avanzados son asequibles a nosotros, no podemos aprovechar las experiencias que entrañan, debido principalmente a nuestra insuficiencia de medios económicos.

Y cuando nos percatamos del enorme volumen de recursos que se destinan a la fabricación y al perfeccionamiento de artefactos bélicos; de un instrumental cuyo fin es la destrucción masiva, entonces nuestro desaliento es mayor.

Porque - triste es recordarlo ahora - ni la ciencia ni la técnica han podido permanecer al margen de las tendencias negativas. Si bien es cierto - y ello constituye un hecho alentador - que existe una enorme legión de hombres que cultivan una ciencia y una técnica para la paz, también lo es que la carrera armamentista absorbe una buena parte de la fuerza de trabajo y de los recursos económicos de las grandes potencias.

Ello nos afirma en la convicción de que debemos luchar denodadamente para apartar a la investigación científica del servicio de la violencia y de la discordia. En el mejor de los casos, una ciencia que se malgasta en tales afanes tendrá un destino improductivo.

El esfuerzo de todos los hombres y de todas las naciones debe tender, de modo unánime, hacia el polo opuesto. Debe encaminarse hacia la productividad en vez de la esterilidad; hacia la construcción en lugar del aniquilamiento.

En tanto se alcanza el desarme internacional, o al menos se logra poner dique a la carrera armamentista, la cooperación de los países de buena voluntad y el apoyo decidido a los organismos mundiales, como la FAO, serán indispensables para que en todas las naciones en proceso de desarrollo la teoría y la práctica científicas adquieran un ritmo y un nivel superior.

El desarrollo desigual que se manifiesta en múltiples aspectos de la actividad económica, entre un reducido número de Estados y el grueso de Estados Miembros de la Organización de las Naciones Unidas, se observa también en la actividad pesquera. Por ello, la misión de la FAO, al propiciar la investigación científica y al dar coherencia a sus programas internacionales, regionales y nacionales, merece nuestro más amplio reconocimiento.

Si las condiciones de vida de una gran parte de la población mundial son deplorables, las naciones en proceso de desarrollo tienen ante sí, como tarea obligada, el aprovechar al máximo los progresos que se alcancen en los grandes centros de investigación, aplicándolos para el mejor aprovechamiento de sus recursos.

No cabe duda de que los científicos que abordan el estudio de los mares, se encuentran en puestos avanzados en la investigación y que, con su perseverancia, paulatinamente logran otros puntos de apoyo que les permiten lanzarse hacia nuevos progresos del conocimiento científico.

Las privaciones alimenticias que agobian a gran parte de la humanidad, y las sombrías predicciones que la FAO ha hecho sobre las perspectivas de la producción mundial de alimentos, demandan que la investigación de los mares se intensifique.

La investigación de los recursos acuáticos debe tener un carácter sistemático, integral y profundo, no detenerse en la epidermis marina sino penetrar en los misterios de sus corrientes y de sus fosas abismales, con el fin de aprovechar íntegramente y de manera óptima los recursos que nos brindan.

Para no detenernos en la ruta que conduce al bienestar material de la humanidad, es preciso pues, apresurar el paso en la investigación científica con fines de paz. Multiplicar el intercambio de experiencias, para que, como en esta ocasión, se obtenga una visión panorámica del proceso científico actual, con toda su maravillosa complejidad innovadora.

El acontecimiento que hoy nos congrega revela la honda preocupación de la FAO para poner orden y concierto y superar las condiciones de las pesquerías más importantes. Es así como esta Conferencia Científica Mundial sobre Biología de Camarones y Gambas, sucede a la Reunión sobre Sardinas y Especies Afines que se llevó a cabo en Roma, en 1959, y a la Asamblea Científica relativa a la Biología de los Atunes, que se efectuó en 1962 en La Jolla, California, cuyos resultados han demostrado su bondad en aquellos países interesados en tales pesquerías.

El Gobierno de México, país huésped, está seguro de que también en esta reunión se alcanzarán notables éxitos en el cambio de información acerca de la taxonomía y distribución, identificación y evaluación de poblaciones; ciclos biológicos, fisiología y comportamiento; estadísticas, esfuerzo y medidas de cultivo de estas especies. En suma: un mejor conocimiento del recurso, de los sistemas de captura y de su explotación racional.

Permitidme ahora hacer referencia, en forma muy general, a los principales rasgos de la actividad pesquera de mi país.

La pesca en México se remonta a los orígenes de nuestras civilizaciones maya y totonaca y a la lejana fecha en que se asentaron en las orillas del gran lago de Tenochtitlán las tribus de nuestros ancestros, que a la par que capturaban peces recogían en abundancia el acocil, o camarón de agua dulce, y ciertas especies cuyo consumo en otros países se ha iniciado muy recientemente, como la rana y la tortuga. Es fama que, desde las costas del actual Veracruz, corredores infatigables, organizados en un perfecto sistema de relevos, traían hasta la mesa del gran Moctezuma suculentos y frescos pescados del Golfo.

Posteriormente, los conquistadores, al orientar la economía hacia la explotación minera y hacia la formación de grandes latifundios, alejaron al mexicano de la actividad pesquera.

País desgarrado por las contiendas internas e intervenciones extranjeras, México, durante las primeras décadas de su vida independiente, no pudo acometer el aprovechamiento de sus litorales: embarcaciones de otras latitudes depredarían nuestros recursos

Afianzadas las instituciones republicanas en 1867, hubo que esperar todavía el movimiento revolucionario de 1910, para que el país iniciara el bosquejo de su política económica y social, dentro de la cual se empezó a dar atención a la explotación pesquera. Puede afirmarse que no fue sino hasta que nuestra Revolución llegó a su etapa constructiva, cuando propiamente se dieron pasos más efectivos en la promoción de esta actividad, entre los cuales descuella como uno de los de mayor trascendencia, por su alto contenido social, el establecimiento del régimen de exclusividad en favor de las cooperativas de trabajadores para explotar el camarón y la langosta y otras cinco especies también importantes.

En el México de hoy, entre otras de las características de las pesquerías mexicanas, destaca la escasa diversificación de las capturas: un solo producto, el camarón, representa alrededor de la cuarta parte del volumen total de capturas en el país, y casi el 60% del valor comercial de la pesca. La preponderancia de la explotación de este crustáceo se confirma al considerar que más de la mitad de los activos totales en la pesca están destinados a la explotación de camarones y que a ella se dedican más de las dos terceras partes de las inversiones netas anuales. También es muy importante su contribución como fuente de divisas, ya que las exportaciones de este producto han ocupado, en los últimos años, entre el cuarto y quinto lugar en el valor de nuestras ventas totales al exterior.

Varios de los centros pesqueros de nuestro país deben su desarrollo a la explotación de este crustáceo. La energía vital de puertos como Guaymas, Mazatlán, Salina Cruz y Ciudad del Carmen es resultado de la abundancia de esta especie, en cuya captura y transformación industrial ha sido determinante la concurrencia de los sectores cooperativo, privado y público.

No obstante el peso desproporcionado que la explotación de los camarones tiene en la economía pesquera de México, la flota camaronera y las plantas e instalaciones para su procedimiento industrial se utilizan a un nivel inferior de su capacidad. Tal circunstancia nos obliga a intensificar los estudios biológicos, tecnológicos y de promoción de mercados para superar esta situación.

Al considerar la explotación pesquera mexicana en su conjunto, es de reconocerse que los niveles y estructura de la producción no corresponden al grado de nuestro desarrollo económico, ni a las necesidades alimenticias de nuestra población.

La contribución de la pesca mexicana al producto nacional bruto es relativamente baja, pues sólo representa el 0,3% de la producción nacional de bienes y servicios; es también reducida, en términos relativos, la población que se dedica directamente a esta actividad, y el consumo de productos pesqueros por habitante es apenas de 3 kg anuales.

Con base en esta situación, con plena conciencia de la riqueza potencial de nuestros recursos marinos y atendiendo a la gran importancia que una producción y un consumo crecientes de este tipo de productos puede llegar a representar en la economía del país y en la dieta alimenticia de una población en constante crecimiento, el Gobierno del Presidente Gustavo Díaz Ordaz, está logrando avances en el firme propósito de impulsar esta actividad.

En el año de 1966 fue posible superar el estancamiento que en los dos años inmediatos anteriores mostraba la explotación pesquera nacional, al alcanzarse una producción de 207.000 ton, con un valor de 828 millones de pesos, o sea, un incremento de 10 y 14% respectivamente, en relación al volumen y valor obtenidos en 1965. Y si, bien no todas las especies registraron incrementos en su captura, es satisfactorio señalar que los mayores aumentos correspondieron a las especies de consumo popular, y a los productos de los que aún tenemos deficiencias para abastecer nuestro consumo interno, como es el caso de la harina de pescado.

También la producción del camarón registró un aumento importante, pues se obtuvo un volumen de casi 40.000 ton, que representó un aumento del 12% sobre los volúmenes capturados en 1965.

Datos estadísticos disponibles para el presente año indican que la tendencia observada en 1966 en la producción pesquera total se ha conservado durante los primeros meses de 1966. Así, en el primer trimestre se registró un aumento en el volumen total de capturas equivalente al 23% respecto a igual período de 1966.

Es importante hacer notar que los aumentos registrados en la producción pesquera, en el año de 1966, fueron superiores al del producto nacional bruto, que se incrementó en 7% así como respecto al conjunto de las actividades industriales que crecieron en 8,6%.

Pero si bien resulta alentador constatar este grado de recuperación en la pesca mexicana, es de reconocerse que el ritmo de desarrollo puede y debe ser de mayor intensidad, dados los bajos niveles relativos de producción que en las condiciones actuales se obtienen y, sobre todo, considerando que el desarrollo de esta actividad, además de decansar sobre bases estables, debe ser equilibrado, tanto desde el punto de vista regional como estructural y por sectores.

Por ello, el programa de desarrollo pesquero que se ha trazado la presente Administración, a la vez que señala como meta fundamental aumentar substancialmente y diversificar los volúmenes de captura, se propone también modificar los aspectos negativos en las relaciones estructurales presentes, a efecto de que tal proceso de desarrollo tenga efectivamente un sentido social, esto es, lograr el aumento del consumo de pescado por el pueblo mexicano, un creciente aprovechamiento industrial de los recursos acuáticos y el mejoramiento real de las condiciones de vida de los pescadores.

En este orden de ideas, es oportuno reiterar que los créditos externos que llegaran a utilizarse, como consecuencia de las ofertas recibidas, deberán estar sujetos en su aplicación a la realización previa de estudios técnicos minuciosos, a fin de evitar sobreinversiones en ciertos campos y obtener el más alto grado de productividad de tales financiamientos, ya sea que se apliquen a obras de la infraestructura pesquera o bien a la inversión en las etapas de captura, industrialización o comercialización de los productos pesqueros; y en la inteligencia de que su aplicación se haga a través del sistema cooperativo, del sector privado y de los organismos y empresas dedicados a la pesca que integran el sector público.

Deseo, finalmente, hacer referencia a que el gobierno mexicano, consciente de que la explotación racional del recurso debe estar precedida por la investigación y cuantificación del mismo, impulsa en forma creciente los trabajos del Instituto Nacional de Investigaciones Biológico-Pesqueras, en cuyos programas se está dando atención especial a las investigaciones del camarón. Asimismo, con base en el reconocimiento al calificado nivel técnico del personal de la Organización de las Naciones Unidas, ha gestionado ante este organismo mundial la realización de un Programa de Investigación y Fomento Pesquero, cuyo trámite se encuentra en su fase final y que implicará una inversión de alrededor de 50 millones de pesos.

Las finalidades principales de este Programa han de ser la investigación y exploración de nuevas áreas de pesca, la investigación para mejorar las condiciones de las pesquerías de camarón, la prestación de servicios de asesoría y la cooperación en la solución de problemas relacionados con el procesamiento industrial de diversas especies.

El gobierno mexicano considera que la realización de este Programa - que conjuga recursos financieros y técnicos de nuestro país y del Fondo Especial de las Naciones Unidas - será de gran significación en el decidido propósito de llevar a la actividad pesquera hacia etapas superiores de desarrollo.

Señores participantes:

Nuestro país se honra con la presencia de Vdes. y les desea una estancia grata y provechosa. En esta hora en que los problemas mundiales alcanzan una tensión que a todos nos inquieta, reconforta asistir a la inauguración de un encuentro que tiene como finalidad evaluar datos e intercambiar experiencias que han de reflejarse en una elevación de los niveles de vida de muchos grupos sociales, y, en sentido inmediato, en el bienestar del género humano.

El Gobierno de México, que aprecia en todo lo que vale la capacidad científica y técnica de Vdes, augura el mayor éxito a los trabajos de esta Conferencia y formula votos entusiastas por su ventura personal. Bienvenidos a México.


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