Foro Global sobre Seguridad Alimentaria y Nutrición (Foro FSN)

moises david rojas peña

Dominican Republic
DESARROLLO DE AFRICA Y SU DIMENSIONES SOCIALES
 
La robusta expansión económica registrada en África durante el último decenio ha sentado las bases para mejorar el nivel de vida en todo el continente. Aunque los niveles de pobreza siguen siendo inaceptablemente elevados, se ha logrado un progreso significativo en el que la pobreza ha disminuido continuamente desde mediados de los años noventa.
 
Se están adoptando medidas concretas para mejorar la gobernanza política, económica y empresarial. Treinta y seis países se han adherido voluntariamente al Mecanismo Africano de Evaluación entre Pares, programa emblemático de gobernanza de la Nueva Alianza para el Desarrollo de África, y la mitad de ellos han sido examinados por sus pares. 
 
El continente debería aplicar políticas de transformación estructural que aceleren el crecimiento de la productividad mediante la modernización y la innovación tecnológicas y el aprendizaje práctico, y aplicando políticas macroeconómicas y sociales inclusivas, en particular políticas que promuevan el empleo productivo y el trabajo decente e inversiones sostenidas en materia de educación, atención de la salud, agricultura e infraestructura. La elevada demanda interna impulsada por una clase media creciente permite abrigar la esperanza de que la economía de África seguirá creciendo a pesar de las enormes incertidumbres generadas por la reducción de la demanda mundial de las exportaciones de los principales productos básicos del continente. 
 
La economía de África sigue siendo una de las de más rápido crecimiento en el mundo, lo que brinda una condición necesaria para el progreso social. Ese crecimiento ha ocurrido pese a los efectos adversos de la caída de los precios de los productos básicos y de la gravedad del brote de la enfermedad del Ébola en algunos países.
 
Se prevé que el crecimiento de la economía africana sea del 4,6% en 2015, frente al 3,5% que se registró en 2014. Según Situación y perspectivas de la economía mundial 2015, se prevé también que el impulso del crecimiento continúe y que el crecimiento del producto interno bruto (PIB) se acelere y alcance el 4,9% en 2016. 
 
La impresionante recuperación de África se puede atribuir al auge de los precios de los productos básicos y los descubrimientos de minerales, las políticas económicas racionales y la gestión de las finanzas públicas, la mejora de la gobernanza y el fortalecimiento de las instituciones, el aumento de las inversiones públicas y privadas en sectores esenciales como la infraestructura, y el volumen considerable de las corrientes de inversión extranjera directa y las remesas de los migrantes. Desde 2000, las corrientes financieras externas recibidas por el continente se han cuadruplicado, superando los 200.000 millones de dólares en 2014.
 
Por otra parte, el crecimiento moderado del sector agrícola también ha contribuido al crecimiento general y a la reducción de la pobreza. África también se está beneficiando de tendencias demográficas favorables como la disminución de las tasas de fecundidad y de mortalidad infantil.
 
Un factor muy preocupante es la falta de recursos financieros suficientes para ejecutar los programas y proyectos de desarrollo que fomenten la inclusión social y eleven los niveles de vida. A raíz de esa falta, el continente afronta graves dificultades a la hora de encarar altos niveles de pobreza, desigualdad y desempleo generalizado, especialmente entre los jóvenes, las mujeres y otros grupos sociales desfavorecidos.
 
En la lucha contra la pobreza y la desigualdad social, África no ha experimentado un éxito comparable. Sin embargo, el continente ha alcanzado progresos considerables recientemente: se estima que un 39,6% de la población de África vivía con menos de 1,25 dólares diarios en 2011, frente a un 46,6% en 1990. En África Subsahariana, el 46,6% de la población vivía con menos de 1,25 dólares diarios en 2011, frente a un 56,6% en 1990. Los datos basados en su umbral de pobreza actualizado de 1,90 dólares diarios, el 36,1% de la población de África vivía en la pobreza extrema en 2012. Respecto de África Subsahariana, las estimaciones relativas a 2012 basadas en la medida de 1,90 dólares diarios fueron del 42,6%, frente a un 56% en 1990. En 2012, la pobreza extrema en África del Norte fue del 3,4%. 
 
Si bien el porcentaje de personas que viven en la pobreza es mucho menor que en 1990, desde 2011, África ha registrado el mayor número absoluto de personas que viven en la pobreza absoluta en el mundo, por lo que ha superado a Asia Meridional, región que ha registrado niveles históricamente similares de pobreza. Según las estimaciones, 393,5 millones de personas vivían en la pobreza absoluta en África en 2011, frente a 361,7 millones en Asia Meridional. En 2012, el número de personas que vivía en la pobreza absoluta disminuyó a 388,8 millones en África Subsahariana y a 309,2 millones en Asia Meridional. 
 
Hay que destacar que el progreso ha sido desigual en el plano nacional; los niveles de pobreza han disminuido mucho más rápido en unos cuantos países. Tomando como base el umbral de pobreza de 1,25 dólares diarios, los datos indican que en 2011 la gran mayoría de las personas que se hallaban en la pobreza extrema en África vivían en algunos de los países más poblados del continente. El porcentaje de personas que vivían con menos de 1,25 dólares diarios fue del 36,8% en Etiopía, el 87,8% en Madagascar, el 60,1% en Nigeria, el 84% en la República Democrática del Congo y el 52,5% en la República Unida de Tanzanía. Dado el tamaño global de su población, los progresos en esos países tendrán efectos importantes en los niveles de pobreza en el plano continental.
 
En 2011, la tasa de pobreza extrema fue del 79,8% en Burundi, el 45,7% en Lesotho, el 71,6% en Malawi y el 63% en Rwanda. En términos porcentuales, en 2012 hubo cuatro países donde la concentración de la pobreza superó el 70%: en Madagascar, el 82,1% de la población vivía con menos de 1,90 dólares diarios; a este país le siguiero n Burundi (77,2%), la República Democrática del Congo (77,2%) y Malawi (70,8%). 
 
La labor de los países con miras a ejecutar la Agenda 2063 de la Unión Africana y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, para que las estrategias de erradicación de la pobreza den resultados positivos, estas deben ser específicas para los distintos contextos y adaptarse a las condiciones iniciales de cada país. Por ejemplo, las políticas que debe aplicar el Gabón para erradicar la pobreza, cuyo nivel es del 6,7%, diferirán notablemente de la combinación de políticas que ha de aplicar Madagascar a fin de reducir de manera considerable su nivel de pobreza, que es del 82,1%. 
 
Las iniciativas encaminadas a reducir la pobreza y fomentar el crecimiento inclusivo en toda África siguen siendo socavadas por la desigualdad sumamente elevada y, en algunos casos, por el aumento de la desigualdad. Según un documento de políticas del Fondo Monetario Internacional de 2014, titulado “Política fiscal y desigualdad del ingreso”, el promedio de la desigualdad aumentó en más de 3 puntos porcentuales en África del Norte y más de una cuarta parte de las economías de África Subsahariana.
 
Un análisis del nexo entre el crecimiento, la desigualdad y la pobreza en África Subsahariana reveló que el crecimiento de los ingresos y los cambios de la desigualdad se reforzaban mutuamente en la reducción de la pobreza en Burkina Faso, Burundi, el Camerún, Etiopía, Mozambique, el Níger, Nigeria y el Senegal. La disminución de la desigualdad fue un factor dominante en la reducción de la pobreza en Guinea-Bissau y Lesotho. Por otra parte, la desigualdad empeoró en Côte d’Ivoire, Kenya, Mauritania y Zambia, donde la pobreza registró un aumento.
 
Los efectos negativos que tiene la desigualdad de los ingresos en el crecimiento y en la reducción de la pobreza se agravan más por el alto grado de desigualdad de oportunidades, en particular en la educación, la atención de la salud y los bienes de producción. Los altos niveles de desigualdad de los ingresos limitan la posibilidad de traducir el crecimiento de los ingresos en una reducción de la pobreza, y al mismo tiempo la desigualdad de oportunidades dificulta a los grupos sociales desfavorecidos y marginados adquirir la educación y los conocimientos especializados que podrían permitirles ser competitivos en el mercado laboral y participar en los procesos de formulación de políticas a nivel local y nacional. Para disminuir de manera significativa la profundidad y la gravedad de la pobreza, el
crecimiento de África debe ser sostenido e inclusivo e ir acompañado de reducciones significativas de la desigualdad. Esto exigiría la aplicación conjunta de políticas macroeconómicas y sociales para asegurar que los ingresos medios de los sectores más pobres aumenten a un ritmo mucho más rápido que los ingresos del promedio de la población.
 
La agricultura y la seguridad alimentaria
 
De acuerdo con la Nueva Alianza, África tiene un gran potencial para lograr la autosuficiencia alimentaria. Sin embargo, el continente sigue afrontando obstáculos considerables para el logro de la seguridad alimentaria, debido a la sequía crónica, los efectos del cambio climático, los suelos con déficit de nutrientes, la inestabilidad de los precios de los alimentos y la insuficiencia de las inversiones en la agricultura. 
 
En África en su conjunto, aproximadamente 232,5 millones de personas estaban subalimentadas en el período 2014-2016. De estas, 220 millones de personas viven
en África Subsahariana. La prevalencia de la subalimentación descendió del 27,6% en 1990-1992 al 20% en 2014-2016. Sin embargo, el número absoluto de personas subalimentadas en África aumentó de 181,7 millones en el período 1990-1992 a 232,5 millones en el período 2014-2016. Poco menos de 1 de cada 3 personas (el 29,3%) de los 795 millones de personas en el mundo que no tienen alimentos suficientes diariamente vive en África. En África Subsahariana, poco menos de 1 de cada 4 personas (el 23,2% de la población) también está subalimentada.
 
El Programa Mundial de Alimentos ha planteado la inquietud de que las características meteorológicas erráticas del Cuerno de África y África Meridional podrían ser devastadoras para las cosechas y dar lugar a una grave escasez alimentaria. En Etiopía se estima que 8,2 millones de personas se ven afectadas por la peor sequía registrada en más de un decenio. En Etiopía se estima que 8,2 millones de personas se ven afectadas por la peor sequía registrada en más de un decenio. En Malawi, más de 2,8 millones de personas padecen hambre tras las inundaciones y las sequías graves. Swazilandia también está registrando el sexto año consecutivo de malas cosechas, el peor de los últimos 25 años. Las perspectivas para lograr la seguridad alimentaria en la subregión también se están socavando a raíz de la posibilidad de que resulten malas las cosechas en Sudáfrica, el mayor productor de maíz de la región. 
 
A fin de incrementar la contribución del sector agrícola al crecimiento económico y la prosperidad compartida, y aprovechar su enorme potencial para reducir la pobreza, aumentar la seguridad alimentaria y nutricional y crear empleo decente en las zonas rurales, los dirigentes africanos expusieron una visión audaz en la que se hacía de la agricultura uno de los pilares de la transformación estructural del continente. El Programa General para el Desarrollo de la Agricultura en África ha sido un catalizador para encontrar soluciones locales y regionales para los problemas agrícolas. También ha logrado cambiar el entorno normativo y hacer que se preste más atención a la agricultura, y, por consiguiente, ha tenido efectos en el crecimiento global de la productividad en el sector. Asimismo, el Programa
reconoce el papel que desempeña el Estado en crear instituciones y proporcionar orientación normativa y los recursos necesarios para acelerar el crecimiento del sector agrícola. 
 
Los dirigentes africanos renovaron su compromiso con los principios y valores del Programa General para el Desarrollo de la Agricultura en África en 2014, cuando aprobaron la Declaración de Malabo sobre la Aceleración del Crecimiento y la Trasformación de la Agricultura en pro de la Prosperidad Común y la Mejora de los Medios de Vida. También aseguraron que la agricultura siguiera ocupando un lugar destacado en la agenda política cuando proclamaron el año 2014 Año de la Agricultura y la Seguridad Alimentaria en África,  reafirmaron el firme compromiso de África de utilizar el crecimiento de la productividad agrícola para estimular el crecimiento económico, fomentar la seguridad alimentaria y de los ingresos de los hogares rurales, y disminuir la pobreza extrema y el hambre. La visión continental para los próximos 50 años descrita en la Agenda 2063 pone de relieve la inversión en el sector agrícola. 
 
La productividad agrícola y el rendimiento de los cultivos siguen muy por debajo de los promedios mundiales debido a las inversiones insuficientes en el sector laboral, en tierras, en infraestructura y en instituciones relacionadas con la agricultura.  En toda África, el crecimiento del sector agrícola sigue por debajo de la meta del 6% anual. El sector creció a un ritmo anual del 3,8% entre el período 1995-2003 y el período 2003-2008, y luego disminuyó al 2,6% en el período 2008- 2014. Según la Nueva Alianza, hasta la fecha, diez países han superado la meta de crecimiento agrícola del 6% (Angola, el Congo, Eritrea, Etiopía, Burkina Faso, Gambia, Guinea-Bissau, Nigeria, la República Unida de Tanzanía y el Senegal) y otros cuatro países han registrado un crecimiento que se situó entre el 5% y el 6%. 
 
Los países que han experimentado un rápido crecimiento agrícola han demostrado tener una mayor voluntad política al aumentar la inversión nacional en el sector y al elaborar planes agrícolas más eficaces. Algunos países se han beneficiado de la asistencia oficial para el desarrollo dirigida a la agricultura y al desarrollo rural. La proporción del gasto público agrícola (que es inferior al 4%) en el gasto público total en África en su conjunto se ha situado por debajo de la meta del 10% establecida por el Programa y convenida en la Declaración de Maputo. Desde 2003, solo Burkina Faso, Burundi, el Congo, Etiopía, Ghana, Guinea, Madagascar, Malawi, Malí, Luxemburgo, el Níger, el Senegal, Zambia y Zimbabwe han superado en cualquier año la meta del 10% establecida por el Programa. 
 
Para lograr el desarrollo agricola, los dirigentes africanos decidieron dar prioridad al aumento de la financiación nacional reforzado con inversiones en la investigación, las ciencias y la tecnología. al dar prioridad a la investigación y al desarrollo en la agricultura, se amplía la base de conocimientos científicos del continente en lo relativo a la fertilidad de los suelos, las variedades mejoradas de cultivos, la lucha contra plagas y enfermedades, y los sistemas de producción que pueden adaptarse a las condiciones locales. Sin embargo, aparte de un liderazgo político comprometido, la clave para mejorar el rendimiento agrícola de África depende del tipo de políticas de desarrollo macroeconómico, social y agrícola que los países decidan aplicar. Se debe dar prioridad  las políticas que respaldan el suministro de insumos agrícolas, incluidos los subsidios agrícolas para los agricultores, deberían vincularse con el desarrollo de la infraestructura, la educación, el emprendimiento, la investigación y e l desarrollo, y el comercio. Es fundamental suministrar semillas mejoradas y fertilizantes a los agricultores que tienen pocos recursos, así como cerrar la brecha persistente entre los géneros en materia de productividad agrícola. 
 
Por ultimo, La modernización de la agricultura de África tendrá efectos importantes en la transformación del continente. El crecimiento generado por la agricultura en África Subsahariana es hasta 11 veces más eficaz para reducir la pobreza que el crecimiento del PIB en otros sectores. Las perspectivas para reforzar la contribución de la agricultura al crecimiento siguen siendo favorables, dado que el continente registra las tasas más rápidas de crecimiento de la población y urbanización en el
mundo, además de los crecientes niveles de los ingresos. Esas megatendencias impulsan el consumo total, en particular la demanda de alimentos y otros productos agrícolas. Sin embargo, la transformación del sector agrícola de África debería ser un precursor del desarrollo industrial, como fue el caso en Europa y América del Norte, Asia y América Latina. El aumento de las inversiones de capital, la diversificación significativa de los cultivos y la mejora de los vínculos con los mercados tendrían que ir acompañados de una mayor adición de valor a los productos agrícolas.
 
Biografia: Informe Dimensiones sociales de la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (ONU)