Global Forum on Food Security and Nutrition (FSN Forum)

Saúl Vicente Vázquez

Consejo Internacional de Tratados Indios (CITI)
United States of America

Comentario Pueblos Indígenas.

Consejo Internacional de los Tratados Indios (CITI)

Noviembre de 2017.

La visión de los Pueblos Indígenas sobre la agroecología:

Las Naciones, sus pueblos, las personas comunes de todos los continentes de la Tierra se han visto enfrentadas a varias crisis que se superponen, entre las que destacan el alza de precios en los alimentos y la crisis económico-financiera que atacan con inusitada violencia a los más pobres del planeta llevándolos a situaciones de hambruna permanente.

Las crisis sucesivas, el sufrimiento de millones de personas, la desestabilización de muchos países, ha probado suficientemente que el mercado por sí solo no implica desarrollo y bienestar.

Según algunas estimaciones, el 75% de las personas que padecen hambre, viven en zonas rurales y son los más pobres del mundo, su modo de vida está asociado a la producción agrícola. El 50% son pequeños productores con pequeñas parcelas, ubicadas en tierras marginales; el 22% son personas sin tierras que se ocupan como jornaleros agrícolas; el 8% son comunidades de pescadores, cazadores y pastores.[1]

El problema se exacerbó cuando se consideraron a los alimentos como una mercancía, junto con la producción a gran escala y el uso intensivo de los recursos y del capital. Se generaron políticas económicas marco promovidas a nivel nacional por los gobiernos y a nivel  internacional por las Instituciones Financieras Internacionales y la Organización Mundial del Comercio que provocaron un creciente despojo de  tierras y bienes naturales.  (Vicente V., 2012)

Dentro de estas políticas es importante resaltar  los procesos de privatización y mercantilización de la naturaleza y la vida misma; el desmantelamiento de los servicios públicos rurales y de todas aquellas políticas públicas que apoyan la producción y la comercialización de la pequeña y la mediana agricultura y ganadería, asi como la pesca artesanal y en pequeña escala; el fomento de la liberalización internacional del comercio en la agricultura y la pesca, así como de la alta concentración de las cadenas de producción agrícola, pesquera y de alimentos con una tremenda concentración del poder de mercado.

De igual forma, la gobernanza de la tierra y los bienes naturales todavía sigue siendo regida en muchos países por regímenes legales coloniales y postcoloniales que no reconocen ni los derechos de los Pueblos Indígenas, ni los derechos colectivos, ni  los derechos consuetudinarios y tradicionales de las comunidades locales, ni tampoco las instituciones propias de las comunidades para gobernar sus tierras y sus bienes naturales. (Vicente V., 2012)

Erradicar el hambre debe significar un compromiso ético, un compromiso político, económico, ambiental y cultural. El mundo no puede acostumbrarse a convivir con este flagelo. No es posible sustentar la supervivencia de una de cada seis personas del planeta, a través de la ayuda de emergencia, ayuda que se ha vuelto permanente y pareciera normal. La ayuda alimentaria en muchos casos se ha asociado a cierta benevolencia, a cierta bondad que esconde la ausencia de derechos.

El actual modelo agroindustrial es altamente dependiente de los combustibles fósiles. Los límites y la vulnerabilidad de este modelo son en gran parte debido a su baja diversidad y a su reducida base genética.

La situación se agrava por la eliminación sistemática de la capacidad de producción nacional, dada la promoción de la agroexportación y la producción de los biocombustibles, en parte estimulada por los subsidios gubernamentales. Otro factor es el acaparamiento de tierras encabezada por gobiernos árabes y por China, así como por inversionistas poderosos que compran o rentan la tierra a una escala inmensa, destinándola a la agricultura intensiva de alimentos y a la producción de biocombustibles. (Altieri y Toledo, 2011)

Los impactos negativos (sociales, territoriales, ecológicos, sanitarios) del modelo agroalimentario predominante en la actualidad han saltado al debate público en los últimos años. El aspecto más candente en las sociedades desarrolladas sería el sanitario (Gripe A, Gripe Aviar, Vacas locas, pollos con dioxinas...).[2] Según el informe del Estado de la seguridad alimentaria mundial 2017, el hambre aumentó y afecta actualmente a 815 millones de personas en el mundo. (FAO, 2017)

La soberanía alimentaria aparece en el contexto internacional, como una reacción de los movimientos sociales a las políticas impuestas por el modelo neoliberal y la consecuente pérdida de derechos relacionados con  la tierra y los territorios, los océanos y la producción de pequeña escala asociada a la producción. La agroecología como modelo de producción de alimentos, en la práctica y a través de políticas, investigación y desarrollo con el fin de garantizar la seguridad alimentaria , por medio de la gestión sostenible de agroecosistemas locales para la producción de alimentos predominantemente para mercados locales es la forma de lograr la soberanía alimentaria, los pueblos indígenas han sostenido que la soberanía alimentaria es una precondición de la seguridad alimentaria. (Dec. De Atitlán)

Para los pueblos indígenas, la agroecología es la forma que han desarrollado sus modos de vida, sus formas de producción de alimentos con una visión holística, como parte de su patrimonio cultural señalado ya en diferentes estudios, patrimonio reconocido en diferentes instrumentos jurídicos internacionales como la Declaración de Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas (La Declaración).

El patrimonio cultural de los pueblos indígenas comprende manifestaciones tangibles e intangibles de sus modos de vida, sus visiones del mundo, sus realizaciones y su creatividad, y debería considerarse una expresión de su libre determinación y de sus relaciones espirituales y físicas con sus tierras, territorios y recursos. Si bien el concepto de patrimonio abarca las prácticas tradicionales en un sentido amplio e incluye el idioma, las artes, la música, la danza, las canciones, las historias, los deportes y juegos tradicionales, los lugares sagrados y los restos humanos ancestrales, para los pueblos indígenas la conservación del patrimonio está profundamente arraigada y ligada a la protección de los territorios tradicionales. El patrimonio cultural indígena es un concepto holístico e intergeneracional basado en valores materiales y espirituales comunes influidos por el entorno[3]. También incluye el patrimonio biocultural y los sistemas tradicionales de producción de alimentos como la rotación de cultivos, el pastoreo, la pesca artesanal y otras formas de acceso a las fuentes naturales[4]. (MEDPI, 2015)

Sus prácticas  alimentaria tradicionales están interrelacionadas con sus culturas y sistemas de valores. Todas estas prácticas se han enriquecido a lo  largo del tiempo y han logrado conservar la biodiversidad que han gestionado en sus hábitats para producir sus alimentos y sus plantas medicinales de manera apropiada a su entorno que les ha permitido adaptarse a los cambios climáticos, esa interrelación les permite generar, lo que se viene llamando, sus espacios bioculturales.. Este importante papel en el mantenimiento de la diversidad biocultural puede ser la base para un modelo alternativo, sin embargo los embates de los cambios sufridos en las formas de producir alimentos los pone en riesgo. (FAO, ADRS, 2007).

Otro elemento importante de los pueblos indígenas es la conservación de sus lenguas y su relación con la biodiversidad. La perspectiva del desarrollo con cultura e identidad  y la  lucha por la protección y revitalización de las lenguas originarias de los Pueblos Indígenas, nos señalan que existe una estrecha relación entre la diversidad biológica y la diversidad cultural. La etnociencia, la etnobiología, la etnoecología y la etnolingüística, han surgido para abordar justamente esa relación como elementos clave para la sostenibilidad ambiental y social.

La investigación ha demostrado que diversos conocimientos y prácticas culturales mantienen o realzan la biodiversidad y la preservación de estas culturas y lenguas está estrechamente relacionada con la conservación de la biodiversidad y la agrobiodiversidad (Mülhäusler, 1996,  Fairhead y Leach, 1996, Posey, 1999, Lizarralde, 2001, Maffi 2001, Borrini-Feyerabend et al,2004). Por ejemplo los sistemas de cultivo indígenas tradicionales se caracterizan por una gran diversidad de plantas que minimizan los riesgos y maximizan los rendimientos con bajo niveles de tecnología y recursos limitados (Richards, 1985, citado por Altieri 1995), (citados en FAO, ADRS 2007). La siguiente figura muestra lo anterior:

Figura 1 Diversidad vegetal y distribución lingüística (“Language”: lengua; “Plant diversity”: diversidad vegetal; “Very Low”: muy baja; “Low”: baja; “Médium”: media; “High”: alta; y “Very High”: muy alta).

De Stepp, J.R. et ál., 2004, basado en parte en los datos de Barthlott, W. et ál., 1999. Nota: las lenguas están indicadas por puntos negros y las zonas más oscuras representan una gran diversidad biológica-cultural. (FAO, ADRS, 2007)

La mayoría de la planificación de desarrollo está dirigida a maximizar el desarrollo y el bienestar económicos, y casi nunca tiene en cuenta las relaciones recíprocas cultura y tierra/recursos, […]Para los pueblos indígenas resulta esencial enmarcar los ODS y otros indicadores de bienestar con base en los derechos humanos, para asegurar que los procesos de desarrollo tengan en cuenta los derechos básicos a la tierra y recursos, a la cultura, a la identidad y a la autodeterminación (Tauli-Corpuz, 2005, Fundación del Commonwealth, 2005).”

En este sentido, hacia los años 2002, 2003 y 2006, el Consejo Internacional de Tratados Indios, el Foro Permanente para las cuestiones indígenas (UNPFII por sus siglas en inglés), conjuntamente con la FAO, llevaron a cabo dos  Consultas Globales y un estudio para la elaboración de indicadores culturales, en este caso en el contexto del derecho a la alimentación, que dan cuenta de la necesidad de considerar el elemento cultural como “un cuarto pilar” del desarrollo sostenible. De esta manera, en el año 2002, se llevó a cabo una Consulta en Guatemala, en la que emitieron la Declaración de Atitlán, señalando:

el contenido del derecho a la alimentación de los Pueblos Indígenas es colectivo y basado en nuestra relación especial espiritual con la Madre Tierra, nuestras tierras y territorios… las medidas de subsistencia de los Pueblos Indígenas nutren nuestras culturas, idiomas, vida social, cosmovisión y especialmente nuestra relación con la Madre Tierra….. la negativa del derecho a la alimentación de los Pueblos Indígenas es…. la negativa de nuestra existencia colectiva indígena.

La Soberanía Alimentaria es el derecho de los Pueblos de definir sus propias políticas y estrategias para la producción, distribución y consumo sustentable de alimentos, respetando sus propias culturas y sus propios sistemas de manejo de recursos naturales y áreas rurales. La Soberanía Alimentaria se considera como una precondición de la Seguridad Alimentaria.[5]

Durante la segunda Consulta Global de Pueblos Indígenas (CITI, 2006), llevada a cabo  en el año 2006,  los representantes indígenas reunidos concluyeron en su visión de desarrollo para los indicadores culturales:

“Desarrollo con identidad es el proyecto de vida de los Pueblos Indígenas basado en su propia lógica y cosmovisión. Es el crecimiento natural de los Pueblos Indígenas, de su flora y su fauna en base a principios de libre determinación con relación a las tierras, territorios y recursos naturales. Además, es el respeto para los derechos individuales y colectivos. Es el bienestar y la seguridad para nuestros pueblos.”

Y consensaron los siguientes indicadores culturales en el contexto del derecho a la alimentación:

1.  Acceso a, y seguridad e integridad de las tierras, territorios y recursos naturales para la producción, cosecha o recolección de alimentos tradicionales. 

2.  Abundancia o escasez de y/o amenazas a semillas tradicionales, plantas medicinales y alimenticias, y animales alimenticios, así como las prácticas culturales asociadas con la protección y sobrevivencia de los mismos.

3.  Consumo y preparación de plantas y animales tradicionales alimenticios y medicinales, que incluye el uso ceremonial y cultural así como también el uso diario en el hogar.

4.  Práctica y uso continuo de ceremonias, danzas, oraciones, cantos y cuentos y otras tradiciones culturales relacionadas al uso de alimentos tradicionales y prácticas de subsistencia

5.  Preservación y uso continuo de la lengua y nombres tradicionales para alimentos y procesos (la siembra, caza, recolección, cosecha, pesca o preparación de alimentos.)

6.  Integridad y acceso a los sitios sagrados para propósitos ceremoniales relacionados al uso de alimentos tradicionales.

7.  Migración y movimientos desde tierras tradicionales como un resultado de migración de zonas rurales a zonas urbanas, conflicto, traslados forzados, apropiación de tierras, cambio climático, y necesidad económica; patrones de regreso y relaciones de uso continuo de alimentos tradicionales.

8.  Consultas efectivas para planeamiento, implementación y evaluación que aplican el principio de consentimiento libre, previo e informado y la plena participación de los miembros de la comunidad cuando programas de desarrollo son implementados por los estados, agencias ajenas u otras entidades y a qué grado se considera que las preocupaciones culturales son consideradas y abordadas.

9.  Existencia y viabilidad de mecanismos e instituciones creados por, y accesible a los Pueblos Indígenas para la transmisión de conocimiento y prácticas tradicionales relacionados a la alimentación para generaciones futuras

10.  Capacidad en las comunidades y Pueblos Indígenas para adaptabilidad, recuperación, resistencia y/o restauración del uso y producción de alimentos tradicionales en respuesta a condiciones económicas, políticas y/o medioambientales en estado de cambio.

11. Capacidad de los Pueblos Indígenas de utilizar e implementar derechos reconocidos, normas y criterios jurídicos así como también las estructuras de auto-gobierno para promover y defender su soberanía alimentaria a nivel local, tribal, comunitario, nacional e internacional. (CITI, 2006)

Cada uno de ellos con sus respectivas áreas de Indicadores Estructurales, de Procesos y de resultados o impacto. Anexo al presente documento el Estudio que impulsó el CITI conjuntamente con la Iniciativa SARD de la FAO, para una mejor comprensión de los Indicadores Culturales.

Este ha sido el aporte desde los pueblos indígenas  para la elaboración de indicadores culturales que están en estrecha relación con los principios de la agroecología que ha venido impulsándose en muchas regiones del mundo. En particular en América Latina donde hay un importante desarrollo de la agroecología por parte de los pueblos indígenas y campesinos productores de pequeña escala y que está marcando la ruta de una nueva perspectiva agraria que promuevan de manera efectiva la salud y la vida, dejando a un lado el uso de pesticidas, organismos genéticamente modificados, semillas transgénicas. (Altieri 2009, Ferguson and Morales 2010, Wezel and Soldat 2009, Wezel et al. 2009, citados en Altieri y Toledo, 2011)

Bajo esta visión indígena y el conocimiento adquirido y desarrollado por los campesinos de pequeña escala se ha ido conformando la propuesta agrocecológica. Los sistemas campesinos e indígenas tienen la característica de ser de policultivos, cuya variedad les permite enfrentar diferentes circunstancias como las plagas o  las sequías. Además, los estudios señalan que si bien la producción en un sistema de monocultivo a gran escala puede tener más rendimiento por hectárea que un sistema de policultivo de pequeña escala, lo cierto es que el rendimiento de productos aprovechables por unidad de área es mayor en este sistema, con un mayor uso eficiente de los recursos energéticos, de agua, luz y nutrientes. (Altieri y Toledo, 2011, pág.9-13)

En América Latina se pueden reconocer diferentes sistemas de policultivos, como la Chinampa y la Milpa en México, o las terrazas y terrenos elevados en el sur de América. En estos sistemas se cultivan de manera combinada los principales productos básicos como el maíz, frijol, calabaza, yuca, cuyo sistema al mismo tiempo regenera sus suelos por la capacidad de algunos de sus cultivos de ofrecer sus nutrientes.  (FAO, 2002)

Otra característica de estos policultivos es su bajo uso de agroquímicos, debido a que esa es la forma en la que culturalmente han cultivado y porque el uso de agroquímicos implica un gasto económico mayor que la mayoría de los campesinos e indígenas no pueden pagar. El balance energético en estos sistemas también es favorable. En las laderas de México, los rendimientos de maíz bajo el sistema de roza y quema son alrededor de 1,940 kg/ha, mostrando una relación entrada/salida de 11:1. En Guatemala, sistemas de producción similares obtienen 1,066 kg/ha de maíz, con una eficiencia energética de 4.84. (Altieri y Toledo, 2011 y FAO, 2002).

La agricultura indígena y campesina agrega otro elemento a su sistema de producción que consiste en la crianza de pequeños animales, en algunos casos también de ganado mayor, que utilizan en su alimentación y para la comercialización, junto a esto aprovechan también las heces de los animales para preparar composta, agregando materia orgánica para mejorar sus suelos. Como parte de este manejo de traspatio se encuentra el cultivo de plantas medicinales y de ornato que utilizan en su vida cotidiana. ( Sámano, 2013)

Lo anterior se enmarca en un sistema de saberes indígena-campesino. Conocer el entorno local es fundamental para las sociedades que viven directamente de la naturaleza. En su relación con las plantas y animales, las sociedades locales han tenido que organizar ese entorno en categorías cognitivas para su uso, generando un conocimiento ambiental específico (López, 1992; Ross y Revilla-Minaya, 2011, citado en Saynez Vázquez, 2016).

En general el conocimiento ecológico tradicional se puede generar o adquirir por la interacción directa entre el ser humano y la naturaleza; la interacción entre las personas individuales, entre los grupos de personas o de la interacción entre el individuo y las instituciones sociales (individuo–sociedad). Este conocimiento se transmite de generación en generación por diferentes mecanismos; así, el aprendizaje inicia desde la niñez y son los familiares cercanos los encargados de comunicarlos (Lozada et al., 2006; Zarger, 2011 citado en Saynez Vázquez 2016). Se reconoce que la transmisión del conocimiento tradicional es compleja y se encuentra inmersa en la intrincada red de procesos socioculturales en la que la  madre y en general las mujeres juegan un rol importante. (Saynez Vázquez, 2016)

 

Este sistema de saberes puede entenderse como un conjunto vivo de conocimientos que se desarrolla, se mantiene y se transmite de generación en generación en una comunidad, y que con frecuencia forma parte de su identidad cultural y espiritual. Abarca conocimientos teóricos y prácticos, técnicas, innovaciones y prácticas. Los conocimientos tradicionales también abarcan expresiones culturales tradicionales como bailes, canciones, artesanías, diseños, ceremonias, relatos u otras expresiones artísticas o culturales.  (MEDPI, 2015, párr.. 57). Por esta razón el artículo 11 de la Declaración dispone que “los pueblos indígenas tienen derecho a practicar y revitalizar sus tradiciones y costumbres culturales”.

La Observación General núm. 21 del Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales señala:

Los pueblos indígenas tienen derecho a actuar colectivamente para que se

respete su derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar su patrimonio cultural, sus conocimientos tradicionales, sus expresiones culturales tradicionales y las manifestaciones de sus ciencias, tecnologías y culturas, comprendidos los recursos humanos y genéticos, las semillas, las medicinas, el conocimiento de las propiedades de la fauna y la flora, las tradiciones orales, la literatura, los diseños, los deportes y juegos tradicionales, y las artes visuales e interpretativas. (párr.37), este derecho se ratifica en el Art. 31 de La Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

El estudio del Mecanismo de Expertos sobre derechos de los pueblos indígenas señala que “El creciente reconocimiento de los sistemas de producción de alimentos y las semillas como parte del patrimonio cultural es otro ejemplo de revitalización cultural. En Guatemala, por ejemplo, el maíz se considera parte del patrimonio cultural inmaterial debido a su valor histórico, cultural y espiritual”[6].

Otro elemento importante relativo a la revitalización de las culturas indígenas es el reconocimiento de las mujeres indígenas como agentes activos de la transformación. Estudios recientes han demostrado que las mujeres indígenas desempeñan un papel importante en la revitalización y transmisión de la cosmovisión y el patrimonio cultural de los pueblos indígenas”[7].

Los sistemas agroecológicos indígenas y campesinos han demostrado tener más capacidad para enfrentar los efectos del cambio climático debido al uso de sus  variedades de plantas que resisten sequias, a los sistemas de policultivos, a sus sistemas de manejo agroforestal. Por el contrario, está demostrado que el uso extensivo de tierras para la producción agropecuaria deforestando bosques, genera más emisiones de gases de efecto invernadero. En 2012 las emisiones totales de GEI de América Latina fueron 4,560 MtCO2e[1][8]. Desagregándolas por rubros, 900 MtCO2e (20%) provinieron de la Agropecuaria mientras que 1,430 MtCO2e (31%) fueron causadas por las emisiones de la deforestación[2][9]. (Honty, 2016). Encuestas realizadas en las laderas ce América Central después del huracán Mitch, en el Soconusco, Chiapas después del huracán Stan y en las provincias de Holguín y las Tunas en Cuba después del huracán Ike, cuya característica es el uso de cultivos diversificados, fueron más resistentes o sufrieron menos pérdidas que los sistemas de monocultivos. (Altieri y Toledo, 2011)

Es entonces la Agroecología una ciencia aplicada a los sistemas agropecuarios, que convive con los saberes ancestrales de los pueblos indígenas y campesinos y los conocimientos modernos de la ecología; es una técnica con una visión holística de los agro-ecosistemas para el aprovechamiento y conservación de los recursos y bienes naturales en su producción alimentaria y frente al cambio climático; es una estrategia de lucha para enfrentar al modelo de  libre-mercado y agro- industrial, a la lógica neoliberal y de globalización económica mediante una agricultura alternativa y sustentable; es una forma de vida que pone en el centro al ser humano, a las y los productoras/es de alimentos locales y su relación con la naturaleza para convivir en armonía con ella y no buscar su depredación, para un desarrollo sustentable con cultura e identidad. (Sámano, 2013)

El conocimiento de los pueblos indígenas y campesinos ha sido fundamental para el desarrollo del pensamiento agroecológico, pero esos conocimientos se han ido perdiendo también en muchas regiones debido a la imposición del modelo de agricultura convencional, por lo cual se hace necesario involucrar a los campesinos e indígenas en una reapropiación de sus saberes para fortalecer el conocimiento agroecológico, a través de mecanismos de participación como el método de Campesino a Campesino, de productor a productor que se viene desarrollando en muchos países de América Latina. Afortunadamente, es la producción agrícola de los pequeños productores indígenas y campesinos la que más se practica en el mundo y son éstos los que producen la mayor cantidad de alimentos que se consumen con sólo el 25% de la tierra y en parcelas de 2.2 hectáreas en promedio. (Toledo y Barrera-Bassols, 2017)

La agroecología avanza rápidamente en América Latina y es una línea de trabajo y de pensamiento que se va implantando en muchos países como en México en las que se están dando resistencias importantes contra monocultivos, productos de maíz y soya transgénica, a partir de los trabajos de los productores con sistemas de Milpa, los productores de café orgánico y los productores Mayas de Miel, todos con la perspectiva agroecológica.

Referencias:

Altieri, Miguel y Toledo, Víctor M., La revolución Agroecológica de América Latina: rescatar la naturaleza, asegurar la soberanía alimentaria y empoderar al campesino, Journal of Peasant Studies XX, versión al español traducido por Alarcón-Chaires, 2011

CITI: Consejo Internacional de Tratados Indios, 2002, Declaración de Atitlán. Consulta sobre el derecho de los pueblos indígenas a la alimentación, 17-19 de abril de 2002, Sololá, Guatemala

CITI: Consejo Internacional de Tratados Indios, 2006, 2ª Consulta Mundial sobre el Derecho a los Alimentos, Seguridad Alimentaria y Soberanía Alimentaria para los Pueblos Indígenas, “Indicadores Culturales para Seguridad Alimentaria, Soberanía Alimentaria y Desarrollo Sostenible”, 7 a 9 de septiembre de 2006, Bilwi Nicaragua

https://www.iitc.org/program-areas/food-sovereignty/cultural-indicators-for-food-sovereignty/

Declaración de Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indígenas, 2007.

FAO, 2002, Agricultura Orgánica, ambiente y seguridad alimentaria, Las características agroecológicas de las estrategias agrícolas indígenas, http://www.fao.org/docrep/005/y4137s/y4137s0j.htm

FAO, FIDA, OMS, PMA y UNICEF, 2017. El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2017. Fomentando la resiliencia en aras de la paz y la seguridad alimentaria, Roma, FAO, 2017

FAO, Iniciativa ADRS, 2007,  Ellen Woodley, Eve Crowley, Jennie Dey de Pryck y Andrea Carmen, Indicadores culturales de los sistemas alimentarios y agroecológicos de los pueblos indígenas, 2007

Fundación del Commonwealth, 2005, Breaking with Business as Usual: Perspectives from Civil Society in the Commonwealth on the Millenium Development Goals. Londres, Fundacion del Commonwealth

Honty, Gerardo, Agropecuaria y cambio climático, ALAI AMLATINA, 24/05/2016

MEDPI: Mecanismo de Expertos sobre los derechos de los pueblos indígenas, Estudio sobre el Patrimonio Cultural, A/HRC/30/53, 2015, http://www.ohchr.org/SP/Issues/IPeoples/EMRIP/Pages/EMRIPIndex.aspx

Sámano Rentería, Miguel ÁngelLa agroecología como una alternativa de seguridad alimentaria para las comunidades indígenas,  Rev. Mex. Cienc. Agríc. vol.4 no.8 Texcoco nov./dic. 2013).

Saynez Vázquez, Alfredo, ¿Qué se pierde cuando se pierde la nomenclatura botánica vernácula? El caso de los zapotecos del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, México, 2016

Tauli-Corpuz, V. 2005, Indigenous Peoples and the Millenium Development Goals. Nueva York, Foro Permanente de Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas.

Toledo Víctor M.  y Barrera-Bassols Narciso, ¡En México la Agroecología es política!, Rev. Biodiversidad en América Latina y el Caribe, 05 enero 2017) http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/!En_Mexico_la_Agroecologia_es_Politica

Vicente Vázquez, Saúl, Las Lenguas originarias de los Pueblos Indígenas y el Desarrollo. INALI, México, 2012


[1] Windfhur, Michael y Jennie Jonsén. Soberanía Alimentaria. Hacia la democracia en sistemas alimentarios locales. FIAN-Internacional. Reino Unido, 2005. Se puede consultar en: www.itdgpublishing.org.uk

[2] Daniel López García es técnico investigador en Agroecología y Desarrollo Rural y miembro de Ecologistas en Acción, Rev. Pueblos 39, 2009. http://www.revistapueblos.org/spip.php?article1731

[3] Véase la comunicación de Asia Indigenous Peoples Pact en MEDPI 2015, http://www.ohchr.org/SP/Issues/IPeoples/EMRIP/Pages/EMRIPIndex.aspx

[4] Véase la comunicación del Consejo Internacional de Tratados Indios en MEDPI, 2015, http://www.ohchr.org/SP/Issues/IPeoples/EMRIP/Pages/EMRIPIndex.aspx

 

[5] Declaración de Atitlán. Consulta Global, Atitlán, Guatemala, 2002.

[6] Véase la comunicación de Guatemala, en MEDPI 2015, http://www.ohchr.org/SP/Issues/IPeoples/EMRIP/Pages/EMRIPIndex.aspx

[7] Véase la comunicación del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer, en MEDPI 2015, http://www.ohchr.org/SP/Issues/IPeoples/EMRIP/Pages/EMRIPIndex.aspx Véase también: https://iitccdn-earthwebtechnolo.netdna-ssl.com/wp-content/uploads/2013/07/DECLARACION-DE-CUSCO_web.pdf, 2014

[8] Megatoneladas de CO2 equivalente. Unidad de medida que unifica todos los GEI según su potencial de calentamiento atmosférico. (Citado en Honty, 2016)

[9] Climate Data Explorer, World Resources Institute. www.cait.wri.org (Citado en Honty, 2016)