Foro Global sobre Seguridad Alimentaria y Nutrición (Foro FSN)

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Mujeres en la agricultura y seguridad alimentaria: ¿cómo podemos transformar la retórica en realidad?

Estimados miembros del Foro:

Este debate en línea está destinado a enriquecer la discusión que se promoverá con el lanzamiento oficial el 7 de marzo de la publicación principal de la FAO El estado de la agricultura y la alimentación 2010-2011 (SOFA) sobre Las mujeres en la agricultura: cerrar la brecha de género en aras del desarrollo y la celebración por parte de la FAO del Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo, que también abordará esta cuestión.

El escándalo del hambre

Según los últimos cálculos de la FAO que aparecen en el informe SOFA, 925 millones de personas en el mundo estaban desnutridas en 2010, lo que supone el 16 por ciento de la población en los países en desarrollo. Aunque existen diferencias importantes entre regiones y entre los países de esas regiones, la cifra mundial se encuentra todavía muy por encima de las metas establecidas en el Objetivo de Desarrollo del Milenio 1C de reducir al 10 por ciento el porcentaje de personas desnutridas entre 1990 y 2015.

Desde luego, las soluciones son extremadamente complejas. Mientras que existe claramente la necesidad de incrementos sustanciales de la producción agrícola y alimentaria, también sabemos que centrarse solamente en la oferta de alimentos no servirá para erradicar el hambre y la pobreza, se necesitará también un amplio conjunto de políticas y programas más eficaces para garantizar que los pobres y hambrientos tienen acceso a los alimentos necesarios para llevar una vida activa y sana.



¿Por qué es importante el género en el desarrollo agrícola?

Según el SOFA, el género es importante porque cerca del 43 por ciento de la mano de obra agrícola en los países en desarrollo es femenina, en una escala que va desde el 20 por ciento en Latinoamérica al 50 por ciento en Asia oriental y África subsahariana. Estos porcentajes esconden sin embargo diferencias considerables entre regiones y países.

Las mujeres trabajan como campesinas independientes, administradoras o en trabajo familiar no renumerado en la producción y el procesado agrícola, forestal y pesquero, como jornaleras en los campos, en puntos de desembarque de la pesca o en las agroindustrias, o como empresarias, especialmente en el procesado y comercialización agrícolas. Sin embargo, la profunda brecha en el acceso de las mujeres a los recursos productivos –tierra, ganado, servicios financieros, mercados, educación y formación y tecnologías mejoradas- significa que generalmente ellas obtienen menor producción e ingresos que sus contrapartes masculinas.

Si tomamos como ejemplo la producción de los cultivos, los rendimientos obtenidos por las mujeres son por lo general entre el 20-30 por ciento más bajos que los de los hombres. Sin embargo, las mujeres son tan buenas como ellos en las labores agrícolas. Evidencias empíricas sólidas presentadas en el SOFA demuestran que si las campesinas utilizan el mismo nivel de recursos que los hombres, alcanzan los mismos niveles de rendimiento. Llevar estos rendimientos en las tierras trabajadas y gestionadas por mujeres a los niveles obtenidos por los hombres haría incrementar la producción agrícola en los países en desarrollo entre el 2,5 y el 4 por ciento. Ello podría reducir el número de personas desnutridas en el mundo entre el 12 y el 17 por ciento, apartando entre 100-150 millones de personas de una situación de hambre. ¡Se trata de una parte importante de los 925 millones de víctimas del hambre que hay en el mundo!

¿De qué forma podemos afrontar estas brechas de género en el acceso a los recursos agrícolas y promover los principios de justicia, imparcialidad, equidad, igualdad y los derechos humanos reflejados en el ODM3 (igualdad entre los géneros y empoderamiento de la mujer)?. Se trata de una cuestión de vital importancia, ya que alcanzar el ODM3 puede ayudarnos a cumplir el ODM1 (erradicar la pobreza extrema y el hambre). Sabemos que no existe un “esquema” para alcanzar la igualdad de género en la agricultura, ya que las soluciones varían en función de la región, país, tipo de economía y sistema agrícola y de la cultura, y dependen de la voluntad política, pero algunos principios y soluciones generales son bien conocidos.

Me gustaría invitar a los miembros del Foro –entre los que se incluyen responsables de políticas y profesionales del desarrollo de la sociedad civil, el sector privado, organizaciones de trabajadores y empresarios y la comunidad internacional, así como el sector académico- a compartir sus experiencias y opiniones sobre las siguientes cuestiones:

1ª Semana : 7 – 13 marzo de 2011

1. ¿Qué políticas han funcionado o fallado para alcanzar una mayor igualdad de género en la agricultura? ¿Por qué y con que consecuencias?. ¿Cómo podemos “nosotros” promover el diseño e implementación de políticas agrícolas que sean conscientes y capaces de transformar las cuestiones de género?

2ª Semana: 14 – 20 marzo de 2011

2. ¿Qué programas y proyectos han demostrado ser especialmente innovadores y catalizadores para mejorar el papel en la agricultura, la producción y los medios de vida de las mujeres rurales?

3ª Semana: 21 – 29 de marzo de 2011

3. ¿Cómo podemos “nosotros” ayudar a las mujeres rurales pobres en sus esfuerzos para movilizarse y empoderarse a sí mismas?

Propongo que abordemos una cuestión cada semana para tratar de mantener el debate más centrado y coherente (pero si no puede participar en el debate particular de una semana, le rogamos que envíe en todo caso sus comentarios, que serán incluidos en el grupo de debate pertinente). También es invitado a subrayar las interconexiones existentes entre las tres cuestiones.

Para pasar de la teoría y la retórica a acciones que pueden ser realmente de ayuda para las mujeres rurales, sugiero que nos centremos en experiencias prácticas y lecciones aprendidas, para ver que es lo que se puede ampliar o replicar (quizás con modificaciones) en el mismo o en otros países. ¡Algunas ideas pueden incluso llevar a una cooperación práctica Sur-Sur o Norte-Sur en el futuro!. Pero está cordialmente invitado para abordar también cuestiones de tipo metodológico, conceptual o sobre los datos.

Mis colegas y yo estaríamos muy interesados en saber sus opiniones sobre estas cuestiones. Espero que podamos contar con un debate estimulante, con propuestas prácticas basadas en la experiencia y ver cómo podemos ayudar a las mujeres rurales a disfrutar un futuro mejor, y contribuir a aumentar la seguridad alimentaria.

Jennie Dey de Pryck 

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