Género

¿Cuáles son, exactamente, los "cultivos de las mujeres"?

Las campesinas cultivan productos de subsistencia de valor inferior no porque así lo prefieran, sino porque no pueden acceder a los recursos que les permitirían cultivar otros.

Cuando la horticultura se vuelve rentable, el hombre con frecuencia se apodera de su producción. [G. Napolitano/FAO]

12/11/2009

El dinero y los cultivos de exportación suelen considerarse como "cultivos de hombres", mientras que los cultivos de subsistencia suelen considerarse como "cultivos de mujeres". La explicación habitual para esta división es que las mujeres son responsables de alimentar a la familia y, por lo tanto, prefieren cultivar productos para la subsistencia del hogar, mientras que los hombres deben aportar ingresos y, como consecuencia, se dedican a los cultivos de exportación y a las ventas.

Sin embargo, en general resulta difícil esclarecer si las mujeres cultivan productos de subsistencia de valor inferior a causa de preferencias o preocupaciones diferentes o bien porque no pueden acceder a las tierras, los insumos, el crédito, la información y el mercado que les permitiría cultivar otros productos. En Ghana, por ejemplo, las mujeres campesinas consideran la producción de maíz como una actividad productiva y generadora de ingresos, pero no lo cultivan porque carecen del capital necesario para adquirir los insumos requeridos o para contratar a alguien que are los campos. En su lugar, siguen cultivando yuca y ñame, que exigen menos insumos externos.

División imprecisa de la mano de obra

Numerosos estudios de dedicación de tiempo han analizado qué miembros del hogar se dedican a determinadas tareas agrícolas. Con frecuencia, estos estudios concluyen que algunas tareas son masculinas y otras, femeninas. Por ejemplo, en Kenya las mujeres informaron de que los hombres se encargan de construir los graneros y las mujeres son responsables de cavar, cosechar y transportar los cultivos. Si bien muchas tareas se consideran exclusivas de los hombres o las mujeres, en la práctica las divisiones son imprecisas y participan ambos sexos. Son relativamente pocas las tareas realizadas de forma exclusiva por hombres o mujeres.

Que las mujeres de toda África proporcionen más mano de obra a la agricultura que los hombres (y que casi siempre proporcionen más mano de obra en general) tiene consecuencias en la adopción de las tecnologías. Incluso sabiendo que pueden acrecentar la productividad, es posible que las mujeres no puedan incrementar la cantidad de horas que dedican al trabajo. La simple comparación de las horas trabajadas no recoge las cuestiones relacionadas con el tipo de trabajo realizado y la energía invertida. El valor del tiempo variará en función de la estación y la tarea. Por lo tanto, las personas desearán ahorrar el tiempo que resulte más costoso. No obstante, visto que las tareas varían en función del género y que el valor del tiempo de las mujeres es inferior, es posible que los campesinos tiendan a adoptar tecnologías que ahorren el tiempo de los hombres.

La división del trabajo en función del género parece variar en respuesta a las oportunidades económicas cambiantes. Cuando los hombres abandonan las comunidades agrícolas en busca de mayores ingresos, las mujeres asumen muchas tareas tradicionalmente masculinas. Los hombres asumen las actividades agrícolas tradicionales de las mujeres cuando dichas actividades se perciben como más productivas o rentables. Las mujeres de Burkina Faso recolectaban tradicionalmente las nueces de galam, pero ahora que las ventas de este fruto son más rentables, los hombres participan en la actividad y suelen recibir apoyo de sus esposas. Otro factor de cambio en la asignación de la mano de obra para diferentes tareas es la adopción de nuevas tecnologías. Por ejemplo, la mecanización de las "tareas de las mujeres" puede provocar que los hombres acaparen dichas tareas. No siempre es evidente hasta qué punto dichos cambios resultan beneficiosos o perjudiciales para hombres y mujeres. Asimismo, resulta difícil predecir a priori qué cambios se producirán.

La investigación y los sistemas de extensión pueden resultar más efectivos en el desarrollo de sistemas de producción de cultivos sostenibles si adoptan una perspectiva de género que eleve el conocimiento de las distintas funciones, necesidades y oportunidades de los diferentes miembros del hogar. Muchos estudios muestran que hombres y mujeres tienen preferencias y criterios diferentes a la hora de escoger entre cultivos y variedades, así como a la hora de realizar tareas como la selección de las semillas, el cultivo, la cosecha y la elaboración. Como las mujeres suelen administrar sistemas de explotación agrícola complejos, han desarrollado numerosos criterios de evaluación del rendimiento del sistema de cultivo, que comprende la minimización del riesgo, la vulnerabilidad y otros objetivos que deben tenerse en cuenta en la promoción de la innovación.

El conocimiento local de los hombres y las mujeres campesinos es un activo importante en el desarrollo de la innovación y la tecnología, especialmente para cuestiones esenciales de la producción de cultivos como la ordenación de las semillas, la mejora de las plantas, la protección de los cultivos y la ordenación de la fertilización de suelos. La comprensión de las diferencias de género en el conocimiento local y el reconocimiento de la contribución que las mujeres pueden aportar en este ámbito son importantes, porque son ellas quienes participan con mayor frecuencia en las labores agrícolas tradicionales. Las diferencias de conocimientos pueden brindar importantes oportunidades para la mejora de los cultivos o la selección de variedades y cultivos. Dicho conocimiento también puede interpretarse como una mejora de la eficacia de cualquier difusión tecnológica o proceso de ampliación.

Las necesidades de las mujeres en cuanto a tecnología e información

La información -información apropiada, proporcionada y recibida puntualmente- es fundamental para el desarrollo y el uso de innovaciones y mejoras técnicas y, sin embargo, con frecuencia las mujeres no logran acceder a ella. La investigación y el desarrollo agrícolas, incluidos los servicios de extensión, han sido dominados por los hombres y han ignorado la función de las mujeres en la producción de cultivos, además de no centrarse en las necesidades de las mujeres en cuanto a tecnología e información. Las normas sociales y las prácticas culturales pueden impedir que las mujeres participen en intervenciones de desarrollo o campañas informativas. El empleo de canales de información más apropiados es un modo de solucionar esta situación. Otra estrategia es proporcionar más información relevante abordando específicamente los aspectos de género de la producción de cultivos.

Durante los dos últimos siglos, las sociedades han invertido considerablemente en complejas disposiciones institucionales para avanzar la innovación tecnológica en la agricultura. Muchas de estas instituciones han pasado por alto a las mujeres y han marginado a las mujeres campesinas en cuanto a la adopción de tecnología. Determinadas acciones sensibles a las cuestiones de género deberían permitir a las mujeres campesinas aprovechar en mayor medida los sistemas de extensión e incrementar la accesibilidad de las nuevas tecnologías e innovaciones agrícolas. Las innovaciones organizativas, como la investigación participativa, los vínculos entre la extensión y los campesinos así como el fortalecimiento de los vínculos entre los sistemas estructurado y local de semillas pueden mejorar los logros en materia de medios de vida de las mujeres garantizando la cobertura de sus necesidades mediante las tecnologías.