Género

La seguridad alimentaria en tiempos de crisis: las mujeres rurales hacen oír su voz

Cientos de mujeres rurales de África, Asia y América Latina participaron recientemente en consultas populares sobre la inseguridad alimentaria y sus consecuencias. He aquí algunos de sus puntos de vista...

"Si un proyecto se pone en manos de las mujeres, las mujeres cumplen" [FAO/G.Bizzarri]

15/12/2009

Analucy Bengochea, Honduras

Analucy Bengochea es la coordinadora del Comité de Emergencia Garífuna, que se constituyó en 1998 después de que el Huracán Mitch devastara la comunidad indígena Garífuna en el noreste de Honduras.

Hace poco, nuestro comité celebró una consulta con las comunidades rurales de Honduras; allí nos enteramos de que esas familias sólo están consumiendo dos comidas diarias. Por lo que nosotros podemos ver, la crisis económica ha acarreado mayor pobreza y un aumento de la inseguridad alimentaria. Muchos agricultores cultivan alimentos para sus familias y les sobra muy poco para la venta.

Las mujeres campesinas se encuentran en una situación muy difícil; no pueden producir cultivos porque no poseen tierras ni dinero. Necesitarían préstamos, pero los bancos exigen garantías que ellas no están en condiciones de dar. En muchos casos las mujeres se han quedado como jefas de hogar porque los hombres se han ido a buscar trabajo a otras partes. Sus responsabilidades aumentan continuamente, porque tienen que encontrar la forma de alimentar y educar a sus hijos. No existen políticas públicas que recompensen a las mujeres por todo ese trabajo.

Actualmente el hambre no es un problema exclusivo de las comunidades rurales. Es un mal que afecta a todos los sectores de la sociedad, en todo el mundo. Es importante que los agricultores, los pueblos indígenas, los gobiernos y los donantes aprendan a trabajar juntos. También es fundamental que todos los grupos de la sociedad estén representados en el proceso de adopción de decisiones, porque no hay nadie que pueda decidir por los demás si no conoce su realidad.

Necesitamos programas de seguridad alimentaria que se ocupen directamente de la mujer rural y de la mujer indígena. Toda comunidad rural y agrícola tiene sus líderes. Esas comunidades tienen estructuras que funcionan, que han perdurado en el tiempo, con las que es importante trabajar. Si un proyecto se pone en manos de las mujeres, las mujeres cumplen.

En las consultas populares tuvimos oportunidad de reunirnos con campesinos de América Central para compartir y comparar estrategias e ideas diferentes, especialmente sobre cultivos, fertilizantes orgánicos y huertos familiares. Yo, por ejemplo, me enteré de que en Guatemala se usaban fertilizantes orgánicos, y así fue que los adoptamos en Honduras; al mismo tiempo ellos aprendieron de nuestra experiencia con bancos de semillas. Tratamos de aprovechar cualquier experiencia que pueda aplicarse en nuestros países.

En el nivel de la administración gubernamental deberían institucionalizarse las buenas prácticas emergentes de las comunidades. El cambio surge de la gente de nuestros propios países. Necesitamos fomentar nuevas políticas públicas que protejan nuestro entorno, eliminen la inseguridad alimentaria y promuevan la educación.


Gódavari Dange, India

Gódavari Dange, agricultora de Maharashtra, es una dirigente de la Sakhi Federation Network, una de las 5 000 agrupaciones femeninas que reciben asistencia de la organización no gubernamental (ONG) india de aprendizaje y desarrollo Swayam Shikshan Prayog.

Nuestra organización realizó un estudio del que se desprendía que las mujeres de nuestra zona estaban muy anémicas y no comían bien. Cuando les preguntamos por qué tenían tanta anemia, dijeron que debían dar de comer a toda la familia antes de poder sentarse a la mesa. Cuando llegaba su turno ya no quedaba mucha comida. Eso nos indujo a realizar un amplio programa educativo destinado a las mujeres, para enseñarles a cuidar de su salud y explicarles que si no le daban importancia a la alimentación siempre iban a estar enfermas.

Para la mayoría de las mujeres de nuestra zona, la agricultura es la única fuente de ingresos de . Sin embargo, al trabajar solas las mujeres campesinas no disponen de suficiente información y tienen poca influencia en las decisiones sobre lo que debe cultivarse. En cambio, si trabajan en grupos pueden obtener beneficios. Por ejemplo, este año las lluvias se esperaban en junio pero llegaron en agosto. Los grupos de mujeres modificaron rápidamente sus planes de cultivo y pasaron a hortalizas de ciclo corto por 30 días. Financiamos el viaje de diversas mujeres para que fueran, como maestras, a transmitir a otras mujeres esos conocimientos.

En las consultas populares compartimos experiencias entre mujeres; así pudimos saber, por ejemplo, qué prácticas se aplican en Nepal o en Sri Lanka. Recogemos experiencias de todo tipo y luego les transmitimos a los funcionarios del gobierno lo que hemos aprendido, o nuestras recomendaciones sobre lo que creemos que conviene hacer. Cuando ven a un grupo numeroso de mujeres, es más fácil que los funcionarios hablen de sus planes.

Solamente viajando fuera de nuestros países las mujeres podemos conocer los problemas de los demás y llevar de vuelta la información que recogemos. Por ejemplo, en nuestra zona el VIH es un problema serio, pero hasta ahora no lo habíamos considerado realmente así. Cuando fuimos a Kenya aprendimos algunas cosas y vimos cómo trabajaban los kenyatas y la Unión Africana en relación con el VIH y el SIDA. Así fue que también nosotras nos pusimos a trabajar en eso; actualmente tenemos a más de 50 mujeres que se dedican al tema.

Tuvimos problemas con los hombres, que les prohibían a las mujeres entrar en las redes comunitarias. Pero ahora la situación está cambiando: ahora son las mujeres, y no los hombres, las que tienen acceso a los recursos. Y cuando las mujeres controlan los recursos, los hombres las respetan.


Florence Shakafuswa, Zambia

Florence Shakafuswa, agricultora y miembro de la Asociación de mujeres Katuba, del noroeste de Zambia, asistió a dos consultas populares para mujeres.

Participé en las consultas populares a través de mi asociación. Asistí a una consulta en Ghana donde nos enteramos de la importancia de la capacitación paralegal. El acceso a la tierra es una cuestión muy importante para las mujeres de Zambia. Sin embargo, muchas mujeres no saben qué trámites se requieren para solicitar el reconocimiento de los derechos sobre la tierra. En la consulta había mujeres con formación paralegal que pudieron explicarnos algunos de los trámites básicos. Me gustaría que las consultas populares continuaran, porque estamos aprendiendo muchísimo de la experiencia de otras mujeres.

En Zambia hay muy pocas mujeres ministros, y esa distribución desigual llega hasta los niveles más bajos. Las mujeres no se sienten seguras para hacer oír su voz. A veces tienen incluso que ocultarles a sus maridos el hecho de que van a las reuniones de las agrupaciones femeninas. En muchísimos casos, el resentimiento o la desconfianza hacia las mujeres es causa de violencia y acoso.

Las mujeres necesitan adquirir dotes de liderazgo; necesitamos trabajar junto con los hombres. A veces, los hombres reconocen que las mujeres tienen un papel importante en la seguridad alimentaria. Al llegar a casa hay una comida esperándolos, y a veces ni siquiera se preguntan de dónde ha salido. Pero se comen la comida, y saben que si pueden hacerlo es gracias a esa mujer. Es así que poco a poco los hombres se van dando cuenta de que las mujeres saben hacer muchas otras cosas que también son importantes para ellos.

La distribución de las semillas y los fertilizantes la realizan los hombres. Nos gustaría que las mujeres también participaran, porque cuando necesitan esos insumos son dejadas de lado. De manera que no basta con decir: "Ayuden a esas mujeres de la comunidad". La cuestión es quién toma las decisiones, quién maneja la asistencia. Yo creo que las políticas deben recoger las ideas y las iniciativas de las mujeres rurales, y para eso se requiere la participación de las mujeres en una fase previa del proceso de adopción de decisiones y formulación de políticas.


Nereide Segala Coelho, Brasil

Nereide Segala Coelho forma parte de Rede Pintadas, un foro de desarrollo innovador que reúne a las instituciones del gobierno local, los grupos de campesinas, las cooperativas agrícolas y otras ONG del estado de Bahía, en Brasil.

Antes de participar en las consultas populares yo creía que solamente Rede Pintadas, en un municipio aislado, hablaba de inseguridad alimentaria, de derechos sobre el agua, de problemas de comercialización y de las condiciones de trabajo. Ahora sé que en todo el mundo las mujeres rurales se enfrentan con problemas parecidos.

Mi marido y yo tenemos una hectárea de tierra, donde producimos cultivos y la leche de nuestras tres vacas. Vivimos en una zona semiárida que es una de las más pobres del Brasil. Es un trabajo con uso intensivo de mano de obra, porque casi todo lo hacemos simplemente con las manos. En nuestra zona los propietarios de la tierra suelen ser los hombres. El único programa gubernamental que ayuda directamente a las mujeres es una dotación que se otorga a las mujeres de bajos ingresos a condición de que sus hijos asistan a la escuela. Sin embargo, esos ingresos no son suficientes para que una mujer pueda obtener préstamos bancarios. Normalmente los primeros en adquirir acceso al crédito son los hombres. Cuando una mujer intenta obtener un préstamo, se encuentra con que su marido ya ha dado como garantía lo que ella "posee".

Por eso, una agricultora necesita ante todo gozar del derecho a su propia tierra. También necesita acceso a los recursos para poder producir. Por ejemplo, es difícil para nosotros fabricar queso o yogur: para entrar en el mercado tengo que hacer pasteurizar la leche, y la planta queda a 36 km de nuestra finca. Además, como no disponemos de refrigeración para almacenar la leche, ocurre que cuando tenemos bastante cantidad para hacerla procesar, la leche ya se ha echado a perder. Con la venta de la carne hemos tenido otros problemas. Nos llevó dos años conseguir la autorización sanitaria para comercializar nuestra carne, y no podemos almacenarla sin refrigeración.

Últimamente las mujeres nos hemos reunido para hablar del almacenamiento, de la elaboración y de la comercialización de nuestros productos agrícolas. Pero necesitamos cambiar las costumbres de los consumidores. Cuando en la escuela les preguntaron a los niños de dónde vienen los alimentos que comen, todos contestaron: "del supermercado". Ninguno dijo "de la Tierra, de la Pachamama". Si queremos cultivar la tierra y preservar nuestras prácticas agrícolas, es indispensable que la agricultura se incorpore en el sistema escolar. De lo contrario, nuestros niños van a crecer con una mentalidad urbana. Por eso hemos comenzado un gran proyecto con los jóvenes, para ayudarles a entender que todo lo que tenemos viene de la agricultura.