El
rubro algodón en América Latina y el Caribe, por ejemplo, tiene una
representatividad histórica como dinamizador de economías locales. Sin
embargo, a lo largo de los últimos 20 años viene enfrentando una serie
de desafíos en su matriz productiva. El fortalecimiento de esta cadena
de valor, que moviliza en el mundo más de 300 millones de personas, pasa
por establecer procesos técnicos y sociales innovadores, inclusivos y
sostenibles. Las mujeres involucradas en esta cadena representan un
público estratégico para el crecimiento del sector.
Para apoyar la
mejora de la calidad de vida de los pequeños productores de la
agricultura familiar dentro del sector algo-donero es necesario el
reconocimiento de los roles y el nivel de participación tanto de los
hombres como de las mujeres a lo largo de esta cadena de valor. Ese
reconocimiento lleva a la visibilización de sus aportes, condiciones y
beneficios a nivel personal, familiar y comunitario.