Un proyecto de la FAO promueve una gestión agrícola y tecnologías para el control de plagas en Kirguistán

El proyecto se centra en la formación de los campesinos para adoptar técnicas de la agricultura de conservación y del manejo integrado de plagas en Kirguistán. 

Datos clave

Más del 60 por ciento de la población de Kirguistán vive en zonas rurales y su sustento depende principalmente de la agricultura. Tras la reforma agraria en 2010, cerca del 75 por ciento de las tierras agrícolas en Kirguistán están en manos privadas, mientras que el 25 por ciento son propiedad del Estado. Más del 90 por ciento de la producción agrícola procede del sector privado. Con más de 300 000 explotaciones agrícolas, la agricultura supone el 25 por ciento del valor añadido del PIB. La mayoría de las explotaciones son pequeñas (0,5-0,7 ha) y están a cargo de campesinos individuales. Las mujeres representan el 30 por ciento de la población activa agrícola. El conocimiento de las tecnologías modernas de cultivo sigue siendo una grave limitación debido a la falta de personal y agricultores con experiencia, así como la escasez de equipos y medios de comunicación modernos. En ese contexto, la FAO, a solicitud del Ministerio de Agricultura y Mejoramiento de la República de Kirguistán, puso en marcha la asistencia en apoyo del desarrollo de capacidades de los agricultores y la promoción de técnicas modernas de manejo de cultivos y de protección fitosanitaria.

Hoy en día las tres cuartas partes de todas las tierras cultivables en Kirguistán son de propiedad privada y el 90 por ciento de la producción agrícola procede de este sector. Sin embargo, con más del 60 por ciento de la población viviendo en zonas rurales y dependiendo básicamente de la agricultura para su sustento, la necesidad de los agricultores de contar con conocimientos técnicos actualizados es mayor que nunca.

“Tras la caída de la Unión Soviética, los agricultores se quedaron solos y sin ayuda”, explica Kalybek Mursadairov, jefe del departamento de agricultura del rayón (división administrativa, n.del t.) de Kemin, provincia de Chui. “Pocos sabían cómo cultivar su tierra, qué fertilizantes usar o qué plagas combatir”.

El proyecto de la FAO ahora en marcha pretende cubrir ese vacío de conocimientos mediante las Escuelas de campo para agricultores, de carácter práctico. Los expertos trabajan con los campesinos para introducir nuevos enfoques de ahorro de recursos, como la agricultura de conservación y el manejo integrado de plagas.

Un Día del agricultor en la aldea de Samansur reunió a representantes de 20 escuelas de campo para agricultores de dos rayones de la provincia de Chui.

“Es como una escuela normal, pero sin paredes, ya que se lleva a cabo en un campo”, explica Kayirkul Kasylaeva, de la organización Agrolid, uno de los socios de la FAO en el proyecto. “Pero el campo es un libro para el agricultor”.

“Año tras año, la fertilidad del suelo está disminuyendo y las plagas y enfermedades han llevado a la defoliación de parte de la cosecha”, señala el consultor nacional de la FAO Omurbek Mambetov. “Así que la estrategia del proyecto, además de suministrar equipo agrícola especial, incluye la formación en las escuelas de campo para los agricultores más avanzados e interesados, que a su vez darán mayor difusión a los conocimientos”, añade.

El campo experimental de Duishonbek Asanaliev fue el escenario de la escuela de campo más reciente. El terreno se dividió en dos partes. Una se sembró con semillas de trigo “Intensivo” y cultivado como de costumbre. El otro se sembró con “Janym”, una variedad local de trigo producida por mejoradores kirguises, y cultivada con los conocimientos obtenidos en la escuela de campo para agricultores. Los resultados fueron notablemente mejores en la segunda parcela, y los agricultores decidieron aplicar esos conocimientos en sus propias tierras.

Mira Junusova, autora de la variedad “Janym”, participó también en el experimento. Explica que las semillas se sembraron a finales de abril, pero en realidad deberían haberse plantado inmediatamente después del deshielo. Cuando se siembra en primavera, esta variedad puede rendir entre 55-60 quintales de grano por hectárea. Es más, el trigo “Janym” no necesita riegos frecuentes, crece en altura y tiene un bajo contenido de gluten. Junusova aconsejó a los agricultores utilizar únicamente semillas certificadas.

Las lluvias han sido escasas en Kirguistán este año y la población rural ya están evaluando sus pérdidas. Dicen que en un período prolongado de escasez de agua, las tecnologías de agricultura de conservación de la FAO son especialmente importantes para el país.

Tasin Izatov, en el vecino rayón de Issyk-Ata, cultiva 60 hectáreas de terreno y gestiona 50 vacas goldstein. Fue uno de los primeros agricultores en participar en el proyecto. “He estado cultivando la tierra durante casi 20 años, pero cada día puedo aprender algo nuevo en la escuela de campo”, asegura. “¡Cuanto más conocimientos adquieres, más te das cuenta de lo poco que sabes!”.

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