Conducta empresarial responsable en la agricultura

La globalización ha afectado considerablemente a nuestro sistema alimentario. En la actualidad, es habitual encontrar en los supermercados cacao de África occidental, anacardos de Asia sudoriental o aguacates de América Latina. La reducción de los obstáculos al comercio, los avances en producción, la logística y la demanda creciente de productos agrícolas han potenciado el comercio y las cadenas de suministro mundiales. Si bien resulta positivo para el crecimiento económico, el incremento de la actividad también puede acarrear efectos perjudiciales sobre las personas y el medio ambiente, incluso en las comunidades abastecedoras. Recientemente, varios gobiernos han introducido legislaciones para mitigar los efectos medioambientales y sociales adversos de las cadenas de suministro agrícola, exigiendo a las empresas que establezcan sistemas obligatorios de diligencia debida basados en el riesgo. En algunos casos, la petición de regulación sobre la conducta empresarial responsable provino de las propias empresas. Mejorando el control de los efectos adversos, las empresas agrícolas pueden atenuar la posibilidad de daños a través de sus fuentes de abastecimiento, operaciones comerciales y proveedores, obteniendo al mismo tiempo mejores resultados de desarrollo. Debido a la posición dominante de la agricultura en la mayoría de las economías en desarrollo, la cartera de proyectos de la FAO sobre conducta empresarial responsable se basa en el fomento y el crecimiento inclusivo. La Organización trabaja con empresas, gobiernos y todas las partes interesadas en la creación de soluciones viables y el establecimiento de puntos de referencia para el progreso en conducta empresarial responsable, en consonancia con las mejores prácticas del sector, impulsando la sostenibilidad en toda la cadena de valor agrícola.

Conexión de riesgo y desarrollo a través de cadenas de suministro responsable en el sector agrícola

Las actividades de la FAO en cuanto a conducta empresarial responsable se basan en diversos recursos, por ejemplo la Guía OCDE-FAO para las cadenas de suministro responsable en el sector agrícola, documento de referencia mundial para abordar los riesgos y el desarrollo en el sector agrícola. La Guía OCDE-FAO se publicó en 2016, diseñada conjuntamente por la FAO y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) tras un proceso de tres años orientado por un grupo consultivo de múltiples partes interesadas. Desde entonces, varios gobiernos de todo el mundo han reconocido la Guía OCDE-FAO como parte de sus marcos normativos que asocian inversión, empresa, agricultura y desarrollo. Por ejemplo, Suiza, Japón, Francia y el Reino Unido son algunos de los Miembros de la FAO que incluyen la Guía OCDE-FAO en sus políticas, programas e instrumentos de referencia en materia de conducta empresarial responsable para la diligencia debida en el sector agrícola. En mayo de 2024, el Consejo de la Unión Europea adoptó la Directiva sobre diligencia debida de las empresas en materia de sostenibilidad (CSDD), que exige que determinadas empresas de los Estados miembros de la UE implementen la debida diligencia ambiental y social en sus modelos de negocio. En la Directiva se hace referencia a la Guía OCDE-FAO como el estándar sectorial para la diligencia debida.

 

 

En la Guía OCDE-FAO se describe cómo las empresas pueden gestionar mejor los riesgos y los resultados de desarrollo en sus cadenas de suministro mediante el establecimiento de sistemas de diligencia debida y el fomento de la cooperación de múltiples partes interesadas. El aprovisionamiento responsable entraña un enfoque centrado para abordar negocio y derechos humanos, cambio climático y medio ambiente, entendiendo cómo pueden producirse las repercusiones a lo largo de las cadenas de suministro y valor. La Guía OCDE-FAO ilustra cómo pueden manifestarse dichos desafíos en las economías en desarrollo y vincularse con los desafíos estructurales de desarrollo. Las áreas temáticas fundamentales engloban los derechos laborales, el bienestar animal, los derechos de tenencia de la tierra, la protección ambiental y el agotamiento de los recursos naturales (incluida la escasez de agua y la deforestación), la seguridad alimentaria, el trabajo infantil, los derechos indígenas, entre muchas otras cuestiones sobre riesgo y desarrollo.


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¿Por qué es necesaria una conducta empresarial responsable en la agricultura?

Cada vez más, las empresas reconocen su responsabilidad y papel en el desarrollo sostenible. Desde grandes empresas agrícolas multinacionales hasta proveedores de los estadios iniciales y de etapas posteriores, como comerciantes, cooperativas, agricultores, minoristas y otros, las repercusiones negativas de las empresas pueden tener efectos duraderos sobre las personas de diferentes comunidades abastecedoras de productos básicos en todo el mundo. Integrar las consideraciones que abordan la pobreza y las normas laborales, al tiempo que se garantiza que el comercio incluya todo tipo de empresas y países, entre los cuales los pequeños agricultores de los países menos adelantados, requiere un esfuerzo concertado de muchos agentes. Al centrarse en la conducta empresarial responsable en sus cadenas de valor, y teniendo en cuenta las consideraciones sociales y ambientales en sus modelos de negocio, las empresas pueden impulsar un desarrollo positivo y contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de forma centrada, reduciendo al mismo tiempo los efectos en sus propios beneficios.

¿Sabía que...?

Más del 70 % del trabajo infantil tiene lugar en el sector agrícola (FAO, 2020), una realidad en la que las cadenas de suministro y las empresas agrícolas pueden incidir directamente a través de operaciones comerciales, o indirectamente mediante la externalización a distintos proveedores.
La agricultura, la actividad forestal y otros usos de la tierra representan alrededor del 20 %-25 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero (FAO, 2020), donde las emisiones causadas por los proveedores, conocidas como emisiones de alcance 3, requieren esfuerzos concertados de las grandes empresas para impulsar la debida diligencia y reducir la huella de carbono en toda la cadena de suministro.
• La agricultura consume aproximadamente el 70 % de los recursos de agua dulce, particularmente a través del riego (OCDE, 2021); es preciso redoblar los esfuerzos para ayudar a las empresas agrícolas y sus proveedores a reducir su huella hídrica y mitigar los efectos en las comunidades y el medio ambiente.
En 2019, casi 750 millones de personas sufrieron inseguridad alimentaria grave (es decir, casi una de cada diez personas en el mundo) (FAO, 2020); sin una planificación adecuada, la conducta empresarial en muchas regiones puede tener importantes repercusiones y dar lugar por ejemplo al cultivo excesivo, que puede afectar a los alimentos básicos e influir en la disponibilidad de alimentos.
Es necesaria una inversión anual adicional estimada aproximada de entre 39 000 y 50 000 millones de USD en el plano mundial para acabar con el hambre y la pobreza para 2030 (Centro de Investigación para el Desarrollo [ZEF] y FAO, 2020). Las inversiones que promueven la producción agrícola sostenible y resiliente, y que aplican una conducta empresarial responsable y diligencia debida basada en el riesgo, pueden contribuir a reducir la pobreza rural, llegar a los grupos vulnerables y afrontar las principales dificultades del sector.

Función de la FAO en cuanto a conducta empresarial responsable

La FAO desempeña una función rectora en el diálogo mundial sobre conducta empresarial responsable, formulando iniciativas, estrategias e instrumentos que contribuyen a fomentar el desarrollo inclusivo para los gobiernos al tiempo que trabaja de forma interactiva con empresas, organizaciones no gubernamentales y otros. La FAO colabora con varios asociados para abordar la conducta empresarial responsable en la agricultura, con inclusión del Centro de conducta empresarial responsable de la OCDE, a través de la Guía OCDE-FAO y un plan de trabajo conjunto de comunicación y aplicación. La labor de la Organización impulsa varias corrientes que incorporan la conducta empresarial responsable desde diferentes perspectivas temáticas, según la amplia base de progreso y riesgo de los problemas que rigen las empresas agrícolas y el desarrollo. Nuestra labor en conducta empresarial responsable refleja los principios fundamentales de la Estrategia de la Organización para el sector privado y forma parte del Programa marco de la FAO de apoyo a la inversión responsable en la agricultura y los sistemas alimentarios de los Principios del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial para la inversión responsable en la agricultura y los sistemas alimentarios (CSA-IRA). Está interrelacionada con las principales líneas de trabajo de la FAO, a saber:

Recursos

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