A sus 37 años, Andranik Davtyan es una especie de rareza en su pueblo de Aygedzor, en la región de Tavush en Armenia. Como muchos jóvenes armenios, Andranik se mudó al extranjero en busca de oportunidades nuevas. Pero a diferencia de muchos que dan ese salto, regresó a su pueblo, decidido a construir un futuro próspero para su familia en su país natal.
Con tres hijos y la responsabilidad de cuidar de su madre, Andranik empezó cultivando higueras en una hectárea de terreno. Pero aunque estaba decidido a conseguirlo y hacer crecer su granja, la tierra era árida, el agua era limitada y también lo eran sus recursos económicos.
“Nunca hubiera podido establecer una gran finca con mis propios recursos”, dice sobre sus sueños de expansión. “Así que planeé invertir gradualmente las ganancias que recibía de la granja de higos para crear un huerto con un sistema de riego”.
Tan pronto como pudo, Andranik consiguió un contrato de arrendamiento con su municipalidad de dos hectáreas más, para empezar su huerto más grande con 50 árboles.
Entonces, de repente, las cosas empezaron a sucederle muy rápido a Andranik. A través de una colaboración entre la FAO y la Organización Internacional para las Migraciones, recibió unos 600 nogales y avellanos para desarrollar aún más sus operaciones, junto con un sistema de riego por goteo avanzado.
"Ese fue un punto de inflexión en mi vida", dice. "El sistema de riego me hizo ahorrar dinero y tiempo, y me ayuda a conservar los recursos hídricos".
Instalar un sistema parecido por su cuenta le habría llevado años, afirma. "¡Es un punto de inflexión para mi granja!"
La FAO también le proporcionó asesoramiento técnico para establecer su huerto y le suministró las últimas tecnologías y conocimientos para maximizar sus rendimientos.
Parte de esta capacitación incluyó la creación de campos de demostración en la comunidad donde Andranik y otros agricultores locales pudieron probar los beneficios de las técnicas avanzadas de riego, buenas prácticas agrícolas y adaptación al cambio climático.
Esto, a su vez, tuvo un efecto positivo en toda la comunidad, ya que los conocimiento nuevos se compartieron de manera generalizada e inspiraron también a productores que estaban fuera del proyecto.
Por encima de todo, el éxito de Andranik como agricultor garantiza que su familia ahora tenga el tipo de futuro que tanto ansiaba construirles en su ciudad natal, incluso con recursos hídricos limitados.
