Charymukhammet Redzhepov está oficialmente jubilado, pero eso no le ha impedido enseñar en su escuela secundaria local de Bükri, un pueblo en el centro de Turkmenistán.
Vivir aquí lo convierte en un gumly, término reservado para la gente del desierto de Karakum, "que literalmente significa 'habitantes de la arena'", explica.
Enclavado entre Irán al sur, Uzbekistán al norte y el mar Caspio al oeste, el desierto de Karakum cubre casi las tres cuartas partes de Turkmenistán, y Bükri se encuentra en su centro.
"Los familiares casi nunca nos visitan", dice Charymukhammet. «Los invitados vienen incluso menos a menudo porque en nuestro pueblo hace mucho calor. ¡La arena puede calentarse hasta alcanzar 70 grados!”
Pero lo que es peor que la falta de visitantes es la grave escasez de agua dulce, afirma.
Mientras que las aldeas del sur de Karakum se benefician de un gran sistema de canales, aquellos que viven más al norte, como Charymukhammet, dependen en gran medida de los pozos y de cualquier lluvia que puedan recoger en invierno y primavera.
"¡Una gota de agua es un grano de oro!" dice, repitiendo un dicho local muy utilizado. "Todos los habitantes del pueblo soñaban desde hacía mucho tiempo con tener agua en abundancia".
Se han acercado más a ese sueño gracias a una sardoba nueva en el patio de la escuela, un aljibe de agua cubierto que recoge tanto la escorrentía del agua de lluvia como el rocío del aire. Las estructuras en forma de cúpula, que se remontan a la época de la Ruta de la Seda, con un agujero en el techo protegen contra el calor y la evaporación, mientras que permiten que el aire y el agua fluyan hacia adentro.
"El volumen del depósito es de sólo 60 m3, pero nos parece enorme porque almacena agua dulce y fresca", afirma. “¡Y el agua en el desierto significa vida!”
La sardoba cubre ahora la mayor parte de las necesidades diarias de agua de la escuela. Además, les permite plantar más plantas alrededor de la escuela, que los protege de los vientos cálidos y secos.
Sus alumnos ahora también cultivan el huerto en el pueblo”, dice, haciendo que su educación medioambiental sea más práctica.
“Explicamos a los estudiantes cuánto significa para la vida de las personas en el desierto proteger el medio ambiente y las plantas del desierto”, dice.
"Los colegiales ahora corren a las clases de biología porque saben que participarán en actividades útiles: plantar árboles y regarlos con el agua de la sardoba".
