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Fatiha Tibari

“Mi sueño es que esta cooperativa se dé a conocer en Marruecos y que nuestros productos se exporten a otras partes del mundo”.
13/09/2023

Marruecos

A Fatiha Tibari siempre le gustó aprender. Cuando era niña en la década de 1960, era estudiosa, dice, y “siempre estaba entre las primeras de la clase” en su escuela en Casablanca, la ciudad portuaria más grande de Marruecos. 

Pero sus padres decidieron sacarla de la escuela antes de que pudiera terminar su educación primaria, después de que un golpe en la cabeza la dejara con problemas de memoria. 

Atrapada en casa, Fatiha comenzó a estudiar las maneras que tenía su madre de hacer cuscús, un tipo de pasta de trigo duro. 

“Se convirtió en una pasión para mí”, dice ella. “Necesito sentirme activa. No soy de las que se sientan sin hacer nada”. 

Después de casarse, Fatiha siguió perfeccionando su oficio mientras criaba a sus hijos. Pero no fue hasta 2013 que finalmente dio el salto para vender su cuscús y cultivar sus propios ingredientes. 

“Quería especializarme en el cultivo de sémola, boulboula y todo lo relacionado con el cuscús”, dice. Al final creó una cooperativa, Nissae Lbssasla, con cinco mujeres de su comunidad. 

Pronto empezaron a vender en pequeños mercados de Casablanca y cerca de Berrechid. Pero gestionar la cooperativa fue un desafío al principio. 

“No había una organización real”, recuerda, y ninguna de ellas tenía capacitación en control de calidad. 

Un gran problema era el agua de pozo que estaban usando. “Las pruebas de agua fueron malas”, recuerda. 

En última instancia encontraron soluciones a través de la Oficina Nacional de Asesoramiento Agropecuario y de la FAO, quienes ofrecieron talleres de emprendimiento. “Aprendimos a desarrollar la cooperativa y cómo mejorar la calidad de nuestros productos”, dice ella. “Instalamos un filtro que permitió mejorar la calidad del agua y recibir nuestra certificación de inocuidad de los alimentos”. 

Dado que la gran mayoría de los recursos hídricos de Marruecos se destinan a la agricultura, hacer más con menos fue otra parte clave de su formación. 

“Aprendí a usar el agua con moderación y algunas técnicas para obtener cosechas de calidad”. 

Hoy, Fatiha sueña en grande. “Mi sueño es que esta cooperativa se dé a conocer en Marruecos y que nuestros productos se exporten a otras partes del mundo”.