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Gloria Montenegro

“La conservación y el uso sostenibles de nuestros recursos ha sido siempre una preocupación fundamental en mi trabajo”
19/09/2022

Chile

Las mieles son tan diversas como las flores que prestan su polen a las abejas que las visitan. Y si alguien puede contar una historia sobre esta deliciosa colaboración entre la flora y la fauna es Gloria Montenegro. Bióloga de formación, ha dedicado su carrera al estudio de la botánica y la conservación de plantas autóctonas chilenas, especialmente aquellas que atraen a las abejas. 

“Si una abeja recolecta néctar de una [planta] que es endémica, la miel es endémica”, explica. “Es única en el país”. 

Como profesora de Botánica en la Pontificia Universidad Católica de Chile, pasó décadas identificando y certificando mieles chilenas únicas. Y muchas de las mieles tienen poderes singulares dentro y fuera de la cocina. 

“Encontramos en la miel de ulmo un producto natural y muy potente para controlar la Erwinia carotovora (pie negro)”, dice a modo de ejemplo, refiriéndose a una bacteria que causa la putrefacción de cultivos, hortalizas y frutas. 

Desde entonces ha desarrollado un sello que certifica el poder bactericida de la miel de ulmo chilena, un paso que ayuda en la comercialización del producto a escala nacional e internacional. 

En su laboratorio, ella y su equipo capacitan a los apicultores en las maneras de mejorar la calidad de sus productos y ser elegibles para los sellos, de modo que puedan aumentar su valor de mercado. 

A pesar de su trabajo de laboratorio, el conocimiento que más valora todavía proviene de poner un pie en el campo, dice, y trabajar junto a los agricultores y apicultores chilenos que habitan la tierra. 

Gran parte de ese trabajo se reduce a salvaguardar las plantas que hacen posible estas mieles únicas. 

“La conservación y el uso sostenibles de nuestros recursos ha sido siempre una preocupación fundamental en mi trabajo”, dice Montenegro, cuya investigación pionera sobre los ecosistemas allanó el camino para los programas de restauración medioambiental en Chile y la convirtió en la primera científica latinoamericana en ganar el Premio L’Oréal-UNESCO “La Mujer y la Ciencia” en 1998. 

Para ella, es “realmente factible” desarrollar productos endémicos, crear un sistema alimentario sostenible e involucrar a las comunidades locales, todo al mismo tiempo. 

Junto con la FAO, ahora está construyendo una estrategia para aumentar el valor de una docena de mieles chilenas y posicionarlas en los mercados nacionales e internacionales, todo de manera que genere buenos ingresos para los productores locales y les permita reinvertir en la protección de las especies de plantas autóctonas.