“La escasez de agua se había convertido en una batalla incesante para nuestro pueblo”, recuerda Waadullah Jarjis sobre los últimos tiempos.
Es un pequeño agricultor de Ba'shiqah, en la provincia de Mosul, una región semiárida en el norte de Irak. Su pueblo y el distrito circundante albergaron a muchas familias que vivieron allí durante generaciones, pero que se vieron obligadas a abandonar sus tierras y hogares cuando el Estado Islámico en el Iraq y el Levante (EIIL) se apoderó de la región. Seis años después, cuando el gobierno iraquí recuperó el control, familias de agricultores como la suya comenzaron a regresar y a reconstruir sus vidas y sus medios de subsistencia.
Los veranos aquí son largos, calurosos y secos, con poca o ninguna lluvia. Para agricultores como Waadullah, esto significa que dependen en gran parte de la red de ríos y canales para acceder al agua de cultivo. Pero a menudo llevan muy poca agua, si no van secos.
Waadullah necesitaba una forma de hacer más con menos agua. En un esfuerzo por utilizar el agua a la que tenía acceso de manera más eficiente, él y otros 55 agricultores de su pueblo instalaron sofisticados sistemas de riego por goteo en sus tierras, que consisten en una bomba eléctrica e hileras de tubos de plástico con pequeños orificios, que liberan agua directamente a las raíces de la planta.
"Con precisión y cuidado, nutrimos nuestros cultivos y transformamos nuestro futuro".
El sistema nuevo ha reducido su consumo de agua en un impresionante 75 %, según Waadullah, y al mismo tiempo ha incrementado el rendimiento de sus cultivos.
"Aprendimos a aprovechar cada gota", dice sobre el esfuerzo colectivo. "De los campos áridos surgió un oasis floreciente".
Más rendimientos significa mejor nutrición para su familia y más ingresos por la venta de productos agrícolas. Y una mejor gestión del agua, por parte de la mayoría de los agricultores del pueblo, significa que la comunidad en general está mejor equipada para resistir la escasez de agua en el futuro. "Nuestro pueblo se convirtió en un santuario de la agricultura sostenible", afirma.
"Juntos, salvaguardamos nuestros recursos hídricos y garantizamos la prosperidad para las generaciones futuras. Nuestros rendimientos se multiplicaron, al igual que nuestras esperanzas".
Al fomentar una cultura de la innovación y la resiliencia, la FAO no solo ayudó a los agricultores a que prosperaran, sino que también preservó los recursos hídricos preciados de la región.
"Lo convertimos en una oportunidad de crecimiento y resiliencia".
