Kirguistán
Una vez a la semana, en un patio trasero austero de Bokonbayevo, en la orilla meridional del majestuoso lago Issyk-Kul de Kirguistán, un grupo de agricultores locales se apiñan en un banco de madera y sacan sus bolígrafos.
Esta escuela no entrega calificaciones, pero asistir proporciona muchas recompensas, por lo que las clases siempre están llenas.
Hay un rotafolio y rotuladores de colores y, de vez en cuando, aparece una cabra o una oveja curiosa. Y siempre está Jazgul Tolomusheva.
Esta es su granja y, según el día, los temas de debate en esta escuela de campo para agricultores van desde la sanidad animal hasta el manejo de pastos.
Los capacitadores con conocimientos especializados vienen a enseñar, pero también se anima a los aldeanos a que compartan sus propias experiencias y conocimientos.
“Incluso si has estado trabajando en el campo durante años, siempre hay algo que aprender de los demás”, dice Jazgul.
Y hay mucho que aprender de la granja de Jazgul. En menos de un año, su producción de carne y leche casi se duplicó, gracias a las nuevas habilidades y a la confianza que adquirió gracias a las escuelas de campo, que comenzaron aquí en 2023.
“La escuela me ayudó a identificar mis puntos fuertes... y a establecer objetivos”, dice. También le dio la valentía para pedir un préstamo bancario y comprar más ganado para su producción de carne.
Las primeras capacitaciones que recibió en ganadería climáticamente inteligente la ayudaron especialmente a aumentar la productividad y los ingresos de su granja, dice.
Sus animales ahora pastan en rotación, por lo que los pastos no se agotan y su ganado siempre tiene pastos frescos. También es más específica ahora con las razas que cría, centrándose en aquellas tradicionales locales, que están bien adaptadas al clima y producen bien en condiciones duras. Controla la calidad del agua y sabe cuándo darles alimentos adicionales o medicamentos para mantenerlos sanos. Su granja modernizada ahora sirve de ejemplo para otros.
“Es genial ser una pionera”, bromea Jazgul, que además de sus animales está criando a siete hijos.
Al igual que sucedía en la granja de Jazgul, muchas granjas de Kirguistán están funcionando por debajo de su capacidad. Las escuelas de campo para agricultores forman parte de un proyecto del gobierno y de la FAO para cambiar esta situación.
Cuando se anunció el proyecto, Jazgul ofreció con entusiasmo su granja como aula.
“Creo que la educación y el intercambio de experiencias son la clave del éxito en el mundo moderno”, dice.
Ahora, los aldeanos también se reúnen aquí para discutir y resolver problemas comunes, y Jazgul a menudo actúa como moderadora para ayudarlos a tomar decisiones informadas.
“Espero que mis esfuerzos ayuden a mis vecinos a mejorar sus métodos agrícolas y su calidad de vida”.
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