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Discurso de clausura del presidente del congreso

Sexto congreso forestal mundial

DON FRANCISCO ORTUÑO MEDINA, DIRECTOR GENERAL DE MONTES DE ESPAÑA

Ante todo, quiero agradeceros vuestra resolución formal, por la que habéis querido reconocer la labor del Gobierno español al organizar este Congreso; tened la seguridad de que vuestro reconocimiento nos compensa sobradamente de nuestros esfuerzos.

Bien ha dicho el Señor Velay, Presidente de nuestro Comité de Resoluciones, que, en realidad, corresponde a cada uno de nosotros sacar sus propias conclusiones de los trabajos del Congreso. A mí, como Presidente, me cabe ahora el difícil privilegio de ser el primero en llevar a cabo esta tarea y ésa me parece la mejor manera de dar un auténtico contenido a este discurso de clausura. Os ofrezco, pues, mi visión personal del fruto de nuestras deliberaciones, una visión inevitablemente incompleta, necesariamente apresurada, pero que yo os presento con preocupación de objetividad y con el deseo de reflejar lo que me parece más saliente de entre los puntos que han obtenido el consenso de nuestras sesiones plenarias y comisiones técnicas.

En mi discurso inaugural me referí al tema central de este Congreso: «La contribución del bosque a la economía de un mundo en expansión». Yo creo que este lema es exacto en su brevedad, porque, verdaderamente, el mundo de hoy ha estado continuamente presente en el trasfondo de nuestras deliberaciones: un mundo de expansión demográfica y económica y de adelanto científico y técnico, pero, también, un mundo de naciones ricas y pobres, de pueblos separados, a veces, por barreras políticas o económicas, pero unidos en una común aspiración de paz y bienestar.

Creo que el estudio de la FAO y las discusiones sobre las tendencias y perspectivas mundiales de la madera han estado a la altura de lo mucho que esperábamos de ellos.

Yo quisiera felicitar a la Dirección de Montes y Productos Forestales de la FAO en la persona de su Director aquí presente - y creo que con ello interpreto el sentir general de esta Asamblea - por el gran servicio que la FAO ha prestado con esta publicación a la causa forestal mundial. Pero este estudio no es sólo la culminación de un trabajo largo y difícil; es, sobre todo, un punto de partida: si es importante la información que nos da, más lo son las nuevas perspectivas que nos abre, los interrogantes que nos presenta, el estímulo que nos brinda. De ahora en adelante, los responsables de la política y del planeamiento forestal podrán contar con un marco de referencia a escala mundial para sus estudios y decisiones. Todos deseamos, estoy seguro, que durante los próximos años este estudio sea regularmente desarrollado y puesto al día.

Parece claro que una consecuencia fundamental de este Congreso es la confirmación de que el desarrollo forestal es asunto de crecientes implicaciones internacionales.

Esto es evidente en el comercio de productos forestales, porque conocemos cada vez mejor la cuantía, naturaleza y localización de los recursos forestales del mundo y sabemos el dónde, el cuándo y el cómo de las necesidades. Pero las deliberaciones del Congreso nos han mostrado que si este conocimiento es indispensable, no basta para impulsar automáticamente el comercio maderero mundial. Como nos dijo el Doctor Santa Cruz, hay que ampliar las áreas de libre comercio y facilitar los intercambios. Pero hace falta, sobre todo, producir madera más barata. Este es un segundo punto fundamental.

Tenemos que agradecer a nuestras comisiones técnicas la atención que han prestado a esta cuestión en todos sus aspectos, desde la plantación hasta la manufactura, pasando por la protección, ordenación, aprovechamiento y transporte, ya que el problema de los costos es decisivo en cada una de las fases de la producción y elaboración forestal. También las sesiones plenarias han hecho hincapié en los requisitos institucionales que pueden ensanchar el margen entre los costos y beneficios de la producción maderera y hacer viable económicamente la empresa forestal.

Buscando soluciones al problema de los costos nos acercamos, también, a resolver el del financiamiento, porque no ha de faltar capital para una empresa suficientemente rentable. Vuestras discusiones sobre la cuestión del financiamiento han señalado para mí un punto clave: que hemos de esforzarnos en exponer mejor nuestras razones para atraer inversiones al sector forestal. Condición necesaria para lograrlo es la de estudiar mejor las relaciones de costos y beneficios de la empresa forestal. Sólo esto nos permitirá hablar en su propio lenguaje a financieros y economistas.

Esto es de gran importancia en todos los países, pero lo es más para aquellos en desarrollo, frecuentemente dotados del suelo y clima necesarios para producir madera a precios competitivos, pero escasos del capital preciso para desarrollar sus bosques y establecer plantaciones e industrias forestales. Los países industrializados no perderán de vista estas oportunidades y creo que hemos de ver en el futuro un flujo mucho mayor de capitales de inversión forestal a través de las fronteras. Esto se facilitará si los países necesitados de capital saben atraerlo ofreciendo suficientes garantías e incentivos a los inversores, sin menoscabo de sus intereses nacionales.

Pero la creciente internacionalización de lo forestal no se limita al dinero y a los productos, sino que abarca también y yo diría, principalmente - a los hombres y las ideas. Vuestras deliberaciones sobre investigación y enseñanza forestales han confirmado que la escuela o el centro de investigación encerrados en sí mismos pertenecen al pasado. Hay que aumentar los intercambios de conocimientos y de personas en el sector forestal y estoy convencido que esto no será solamente en beneficio de los países menos dotados de hombres capacitados y de fondos, sino, también, de las naciones más adelantadas, porque la difusión de los avances científicos y técnicos, y los contactos humanos, contribuyen al mejor equilibrio mundial.

Ante este aumento, que es fácil prever, en las actividades internacionales de carácter forestal, me parece muy oportuna la resolución que habéis querido adoptar para que la FAO considere la conveniencia de reforzar su Dirección de Montes y Productos Forestales, que viene siendo, desde hace años, el principal órgano forestal de ámbito mundial.

Pero pasemos ahora a la esfera nacional. Creo que la mayor perspectiva internacional que hoy tenemos y los rápidos cambios sociales y económicos que presenciamos se han de traducir en las políticas y en las instituciones forestales de nuestros países. El planeamiento del desarrollo forestal, por ejemplo, tan acertadamente tratado en este Congreso, cobrará impulso al conocerse mejor las potencialidades de otros países y sus necesidades. Hemos llegado al convencimiento de que, cada vez más, nuestra tarea no consiste tanto en conservar los recursos renovables como en desarrollarlos y en perfeccionar su ordenación. Esto supone distribuir y graduar cuidadosamente las inversiones, armonizar los diversos usos directos e indirectos de los montes, integrar mejor las industrias con su base forestal. Sólo el planeamiento, más preciso y metódico que una simple política forestal, nos da el instrumento para hacerlo. Pero el planeamiento del sector forestal no tendría sentido si se hiciera aisladamente; por eso, el forestal debe romper sus fronteras tradicionales y participar más activamente en la elaboración de los planes nacionales de desarrollo. Esto implica que se reconozca a la Administración Forestal un rango suficientemente alto en la maquinaria administrativa y que se tenga en cuenta lo mucho que el forestal puede aportar al planeamiento, gracias a su experiencia en administrar grandes áreas y recursos esenciales con una perspectiva a largo plazo.

Para que el forestal pueda emprender con éxito estas tareas, también me parece necesario rebasar los límites de lo que ha sido la ciencia forestal clásica. Hay que robustecer la enseñanza de economía y de la metodología del planeamiento, pero sin olvidar, al hacerlo, los orígenes tradicionales de nuestra formación forestal, porque somos nosotros los que hemos de hacer la síntesis de las diversas especialidades. Adaptemos a nuestra actividad los nuevos instrumentos de otras disciplinas, pero defendamos la esencia de lo forestal y el poder de decisión sobre esta entidad biológica que es el monte.

Aquí quiero recordar vuestras deliberaciones sobre los beneficios forestales indirectos. Hemos de proseguir nuestros esfuerzos para identificar y cuantificar lo que el sector forestal produce en términos de protección de suelos, regularización de aguas, conservación de la fauna y esparcimiento. Sólo así podremos convencer a la opinión pública y a los gobiernos de que hay que gastar dinero en mantener y aumentar estas funciones del sector forestal, y sólo así podremos determinar, equitativamente, quién debe pagar por ello.

Hemos visto en este Congreso que no debemos contentarnos con la labor forestal bien hecha; hay que informar mejor a la opinión pública de lo que hacemos y de por qué lo hacemos. Y es necesario, también, en muchos países, dar más estímulos a la iniciativa forestal privada fomentando las asociaciones y cooperativas y procurando que el propietario forestal pueda contar con las necesarias garantías de continuidad y con la asistencia técnica que le permitan, a él también, planear el desenvolvimiento de su empresa a largo plazo.

No creo haber logrado resumir la gran cantidad de conclusiones que pudieran deducirse de vuestros debates y, en especial, del trabajo de las diez comisiones técnicas. Hacerlo cumplidamente es tarea de largo alcance; tanto es así, que me pregunto si para los próximos congresos no convendrá encontrar alguna fórmula que limite la variedad y complejidad de los temas. Pero el Congreso que hoy clausuramos me parece altamente fructífero, y ello se debe a la valiosa aportación de todos vosotros. Quiero expresar, una vez más, mi agradecimiento por vuestros esfuerzos y, en particular, por la eficaz labor de la FAO que tanto nos ha ayudado a planear y realizar esta Asamblea. Comprendo que algunos de vosotros habréis encontrado inevitablemente deficiencias e imperfecciones. Estoy seguro de que comprenderéis que las que haya podido haber se deben únicamente a la limitación de nuestras fuerzas y de nuestros medios. Por eso, al desearos un feliz retorno a vuestros países, confío en que conservaréis un buen recuerdo de este Congreso.

Yo, por mi parte, sí guardaré el mejor recuerdo, porque aquí no hemos tratado simplemente de nuestras preocupaciones científicas, técnicas o profesionales, sino que en nuestros debates hemos hablado mucho - yo diría más que nunca - de población, de bienestar, de empleo, de seguridad, de consumo, en una palabra, del hombre. Creo que así debía ser, porque nos hemos reunido aquí no sólo como profesionales, administradores, hombres de ciencia, propietarios o industriales que examinan sus problemas comunes; nos hemos reunido, sobre todo, como hombres de buena voluntad que quieren aunar sus esfuerzos al servicio de la humanidad.


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