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Capacitación para las industrias forestales y mercadeo de la madera

S. D. RICHARDSON

S.D. RICHARDSON, del Departamento de Silvicultura y Ciencia de la Madera de la Universidad de Gales, preparó este informe para la 4a reunión del Comité Consultivo de la FAO sobre Enseñanza Forestal, que tuvo lugar en Ibadán (Nigeria), 11-12 de julio de 1969.

UNA DE LAS PALABRAS más indiscriminadamente usadas actualmente (y, en consecuencia, más propensa a la adulteración) es «revolución». Aparte de sus significados políticos, hablamos de revoluciones cultural, social y tecnológica: en nuestras universidades - que se tildan de crisoles de revolución - tenemos revoluciones de los estudiantes (casi diariamente), de profesores y de los planes de estudio. Hemos tenido también una «revolución en el pensamiento silvícola» (Beresford-Peirse, 1962); una revolución en el mercadeo de productos forestales (Rich, 1960); y, actualmente, estamos viviendo una revolución en las industrias forestales. (Para aquellos de nosotros provistos de humor, esta última nos hace imaginar hordas frenéticas de madereros seguidores de Lud, que armados de portavigas y hachas destrozan las fábricas de pasta y de tableros de partículas con furia temeraria; en realidad, no significa más - por lo menos en el Reino Unido - que el abandono reacio, en favor del sistema métrico, de una medida antediluviana de madera derivada del espacio ocupado por tres granos secos de cebada.)

A pesar del peligro evidente de que la palabra esté pasada de moda, el término revolución no es quizá inapropiado para describir lo que se precisa en nuestro enfoque del tema de este trabajo. En muchos países, las industrias basadas en los bosques están estancadas o desarrollándose a un ritmo muy por debajo de su potencial; en las economías tecnológicamente avanzadas, los productos de la madera ceden cada día el terreno de sus mercados tradicionales a los materiales de sustitución a un ritmo mucho mayor que el del desarrollo de nuevos mercados y, en lo que llamamos esperanzadamente, aunque eufemísticamente, mundo en desarrollo, el tan comentado potencial de las industrias forestales en desarrollo económico (Westoby, 1962) no ha mostrado aún síntomas de realizarse. Con escasas excepciones, incluso los países ricos en bosques explotables revelan una laguna cada vez mayor entre los gastos empleados en el desarrollo de los bosques y los ingresos de la producción forestal. Ciertamente, la demanda de productos forestales es creciente (FAO, 1966); pero cabe preguntarse si, al ritmo actual de progreso, la proporción de demanda de los países desarrollados en el mercado se aproxima a la que justificarían sus recursos. En la mayor parte de las regiones tropicales, el desarrollo tecnológico de las industrias forestales ha comenzado apenas; los aserraderos siguen siendo pequeños, con un nivel bajo de capitalización e ineficaces; la elaboración local es aún solamente una frase en el vocabulario de los planificadores, y las nuevas fábricas de pasta, proclamadas como panacea de las enfermedades de la silvicultura tropical, están siendo instaladas cada vez más lejos del ecuador. Existen países en desarrollo con más de la mitad de su superficie total cubierta de bosques explotables y que dependen, sin embargo, de las maderas importadas para la mayor parte de sus necesidades e incluso, en algunos casos, con servicios forestales que invierten más dinero en investigaciones de cultivo de árboles que en desarrollo de métodos de utilización.

Se ha dicho (Richardson, 1967) que para la aplicación práctica de la teoría del desarrollo es condición sine qua non un nuevo enfoque de la capacitación en silvicultura, no entorpecido por tradiciones y actitudes nacidas en un ambiente socioeconómico anterior enteramente diferente. Aunque sin retractarse de aquellos argumentos, el autor se ha convencido desde entonces que la mejora sustancial de la eficacia industrial y de la dirección en las industrias forestales es un requisito previo aún más importante e inmediato para la eficacia del desarrollo forestal, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo; mejoras que sólo pueden conseguirse mediante programas de capacitación orientados específicamente hacia las necesidades de tales industrias. Sin estos progresos - y sin las actitudes a que pueden dar origen - los forestales del mundo desarrollado, densamente poblado, corren el peligro de convertirse en administradores de expediente (en vez de administradores de recursos) y en celadores de museos al aire libre; mientras que, en los países en desarrollo, se convertirán en depositarios oficiales en bancarrota, presidiendo la liquidación de bienes que en un tiempo fueron valiosos, para dar paso a una agricultura de subsistencia.

Este documento pretende examinar los requisitos cuantitativos de personal capacitado en la zona de Africa al sur del Sáhara, estudiar los medios de capacitación disponibles en algunos países desarrollados de habla inglesa y francesa, y presentar algunas sugerencias sobre la manera de abordar los problemas que se plantean a los países africanos en la provisión de personal capacitado para las industrias forestales.

Necesidades de personal capacitado en las industrias forestales de Africa

El Plan Indicativo Mundial para la Agricultura ha establecido metas provisionales de inversión en las industrias forestales por regiones hasta 1975 y 1985 y, como se estudió en un trabajo anterior (Richardson, 1967), pueden establecerse proyecciones provisionales de necesidades de personal a dos niveles de capacitación (profesional y técnico) en las principales industrias forestales en relación con las normas de inversión. En los cuadros 1 y 2 se presentan, respectivamente, las metas de inversión y las necesidades de personal capacitado derivadas de ellas. Las hipótesis sobre las que se basan estas relaciones pueden ser resumidas de la siguiente forma: para los aserraderos, se postula que el capital invertido por empleado se aproximará a los 2 000 dólares en 1975 y a los 4 000 en 1975-85 (al progresar la industrialización, se espera que la eficiencia de los empleados aumente), y que la relación profesionales/técnicos/total de empleados será de 1:5:500 para 1975 y de 1:6:800 para 1985, en el caso de la producción de paneles de madera; el capital por empleado se ha fijado en 10 000 dólares para 1975 y en 16 000 para 1985, y las proporciones de personal en 1:3:150 y 1:3:200; para determinar las necesidades de las fábricas de pasta, la capacidad anual se ha calculado partiendo de un factor capital/producción de 400 dólares por tonelada y de una hipótesis de necesidades de personal de 12 profesionales (ingenieros) y 23 técnicos por cada 100 000 toneladas de capacidad en 1975, que se reducen a 10 profesionales y 18 técnicos en 1985. Todas las cifras han sido redondeadas.

CUADRO 1. - PLAN INDICATIVO MUNDIAL: METAS PROVISIONALES DE INVERSIÓN EN LAS INDUSTRIAS FORESTALES DE AFRICA



1962-75

1975-85

Aserrío

Paneles de madera

Pasta y papel

Aserrío

Paneles de madera

Pasta y papel

AFRICA ORIENTAL

Millones de dólares EE.UU

Etiopía

1,05

0,79

1,61

1,40

1,23

1,78

Kenia

3,43

0,77

23,57

6,23

0,94

46,49

Madagascar

2,70

0,90

8,00

5,40

1,50

-

Malawi

0,50

0,50

-

1,30

0,40

-

Tanzania

1,41

1,66

-

3,50

0,73

-

Uganda

1,20

0,81

-

1,77

0,43

-

Zambia

0,80

0,60

3,00

1,50

2,70

6,00

AFRICA CENTRAL

Camerún

2,30

3,60

-

3,20

3,00

-

República Centroafricana.

1,20

2,00


2,10

2,00


Chad

-

-


-

-


Congo (Brazzaville)

1,20

2,60

-

1,60

4,90

-

Congo, Rep. Dem. Del

7,40

2,70

0,06

11 40

5,30

7,00

Gabón

1,10

8,20

-

1:20

15,20

-


Millones de dólares EE.UU.

AFRICA OCCIDENTAL

Países de sabana







Gambia

0,02

-

-

0,02

-


Malí

0,03

-

-

0,30

-


Mauritania

0.01

-

-

0,01

-


Níger

0,01

-

-

0,02

-


Senegal

0,27

-

-

0,60

-


Alto Volta..

0,12

-

-

0,15

-


Zona meridional







Dahomey

0,11

-

-

-

-


Ghana

- 0,80

20,47

36,04

5,94

14,82

72,09

Costa de Marfil

10,00

15,60

17,50

6,10

11,80

24,50

Nigeria

6,90

16,20

19,00

10,40

27,10

81,00

Togo

0,10

-

-

0,15

-

-

TOTAL

42,66

77,90

108,78

64,29

92,05

238,86

CUADRO 2. - NECESIDADES DE PERSONAL CAPACITADO PARA LAS INDUSTRIAS FORESTALES DE AFRICA (Países comprendidos en el Plan indicativo Mundial)

Las metas de inversión indicadas en el Cuadro 1 son provisionales y las necesidades proyectadas de personal capacitado indicadas en el Cuadro 2 son estimaciones subjetivas que deben considerarse como meramente especulativas; no incluyen necesidades de investigación, divulgación y trabajos de desarrollo ni las necesidades de los servicios forestales de personal capacitado industrialmente en vez de forestalmente. Se presentan únicamente para indicar los órdenes probables de magnitud y para destacar una característica de la planificación de mano de obra que frecuentemente se olvida: el tiempo requerido para conseguir cambios en el equilibrio nacional de especialización vocacional. Como se demostró en un estudio anterior (Richardson, 1967), si un país dispone de 100 químicos y requiere que se gradúen anualmente 20 estudiantes para mantener esta cifra, serían necesarios 14 años (suponiendo una duración del curso de 4 años) para aumentar la cantidad de químicos en sólo un 20 por ciento, aun cuando los medios de formación de químicos se doblasen de la noche a la mañana y de que no existiesen dificultades para encontrar estudiantes adecuados en las escuelas secundarias. La consideración de la magnitud de las necesidades de personal capacitado y del período de tiempo requerido para proporcionarlo - frente a las demandas de la competencia - destaca la función de los países industrializados de facilitar medios de capacitación a todos los niveles para los países en desarrollo. Esta función continuará siendo desempeñada durante muchos años.

Medios de capacitación para las industrias forestales en los países desarrollados

Esta función continuada de los países desarrollados para facilitar capacitación justifica un examen de sus medios de capacitación para las industrias forestales, particularmente en los niveles profesional y técnico. Tal estudio no puede ser exhaustivo; el presente capítulo estudia algunos ejemplos de los tipos de cursos existentes y que pueden ser de especial aplicación para los países africanos de habla inglesa y francesa.

CAPACITACIÓN PROFESIONAL

América del Norte

Se han evaluado recientemente (Ellis, 1964) en los Estados Unidos los medios de capacitación profesional (a nivel de graduado y posgraduado) en el campo de la ciencia y tecnología de la madera y, aunque se han producido algunos cambios desde que este estudio fue realizado (principalmente nuevas especializaciones a nivel de posgraduado, pero incluyendo la clausura de un Departamento de Tecnología de la Madera: el de la Universidad de Míchigan), no alteran significativamente el panorama. Funcionan unos 28 cursos de pregraduados, 12 de los cuales fueron considerados por Ellis como insatisfactorios, a causa de los planes de estudio inadecuados (principalmente en matemáticas, ciencias básicas o ingeniería) o de insuficiente personal (menos de 2 personas en dedicación plena). Además, siete instituciones ofrecen programas de pregraduados y posgraduados en tecnología de la pasta y del papel y en química de la madera y de los polímeras, indicándose otros seis programas especializados (madera y materiales de construcción, construcción y ebanistería) que «generalmente no reúnen los requisitos educativos mínimos». Dieciséis escuelas poseen medios para posgraduados, seis de las cuales se dedican a campos especializados y seis dependen de otras escuelas para el reclutamiento de sus alumnos, ya que carecen de enseñanza para pregraduados.

Los planes de estudio de los cursos para pregraduados en los Estados Unidos (excluyendo los programas para especialistas) comprenden, generalmente, un 50 por ciento de asignaturas generales y básicas (matemáticas, física, química e ingeniería), 10 por ciento de ciencia de la madera, 30 por ciento de especialización (por ejemplo, tecnología de la madera, estudio de empresas) y 10 por ciento de asignaturas electivas. Aunque es notoriamente difícil juzgar los méritos de un programa a partir de sus planes de estudios, parece que estos programas fallan en el aspecto de la economía industrial y la organización de empresas, así como en el aspecto de elaboración industrial práctica. Las deficiencias en estos aspectos carecen de importancia en los Estados Unidos, ya que el primero de ellos puede subsanarse mediante formación a nivel de posgraduado en una de las numerosas y excelentes escuelas de Estudio de Empresas, mientras que el segundo puede completarse con una formación adicional en las industrias. Sin embargo, desde el punto de vista de los países en desarrollo, son lagunas graves.

A nivel de posgraduados, las necesidades del sector de la pasta y del papel y de la investigación en los Estados Unidos están particularmente bien atendidas, a la vez que existen diversas escuelas (especialmente el Centro de Ordenación de Industrias Forestales de la Universidad de Oregón) que ofrecen medios de especialización en mercadeo de la madera y de sus productos. Sin embargo, y como es natural, los cursos de estas escuelas están orientados hacia la producción de los bosques de la zona templada y las economías industrialmente avanzadas. El reciente despertar de interés por la biología de los bosques tropicales en las universidades de los Estados Unidos no ha ido acompañado aún por el desarrollo de las industrias forestales tropicales 0 el mercadeo de sus productos.

En la zona de habla inglesa de Canadá dos universidades (Columbia Británica y Toronto) ofrecen cursos a nivel de pregraduados en ciencia y tecnología de la madera, mientras que la Universidad de Laval, de habla francesa, imparte un curso electivo en un programa de silvicultura. En la Universidad de Columbia Británica, con un curso de 4 años, existe un primer año de ciencias básicas (común a la mayor parte de las facultades de ciencias), un segundo año con un 55 por ciento de ciencia de la madera y asignaturas relacionadas, un tercer año con un 70 por ciento de tales asignaturas y un último año con el 100 por cien. El curso de Toronto es esencialmente análogo, pero parece ser más fuerte en estudio de ciencias materiales, economía y programación de computadores y permite una especialización algo más temprana. Sin embargo, y como norma general, los cursos canadienses son muy similares a los programas de los Estados Unidos y, desde el punto de vista de satisfacer las necesidades de los países en desarrollo son igualmente deficientes. Es significativo el que prácticamente todos los cursos de América del Norte se impartan en escuelas de silvicultura (muchas de las cuales dan únicamente títulos forestales) y que sean cursos educativos más que vocacionales. Según el enfoque norteamericano de capacitación de personal para las industrias forestales (y, en general, en toda educación superior), los mejores estudiantes realizan invariablemente trabajos de posgraduados. Si no están orientados hacia la investigación, realizan el programa de Master (compuesto, generalmente, en sus 2/3 partes por estudio de asignaturas y 1,/3 por un proyecto) en un aspecto determinado de la ciencia de la madera. Estos cursos son de gran valor académico y la industria resulta beneficiada por la amplitud de los conocimientos en el campo general de los productos de la madera y por los estudios profundos de determinados aspectos particulares. Si se quieren resolver las necesidades de los países en desarrollo de capacitación profesional con el sistema de las universidades norteamericanas, es evidente, sin embargo, que habrá que contar con seis años de formación académica básica: cuatro años de formación a nivel de pregraduados y dos de posgraduados.

Europa occidental

En contraste con el sistema norteamericano, en que la tecnología de la madera es propia de las escuelas forestales, la formación profesional en Europa para las industrias de la madera está tradicionalmente enfocada desde el punto de vista industrial. Pueden citarse dos ejemplos de este enfoque: la formación de ingenieros de la Ecole supérieure du bois, de París, y el Diploma-Holzwirt, de la Universidad de Hamburgo. La primera es una carrera de 3 años, vigente desde hace 35 años, y que está orientada a satisfacer las necesidades de una industria de la madera que se moderniza lentamente, dejando de estar constituida por empresas familiares. Los niveles de admisión son elevados (en 1966 fueron admitidos 34 estudiantes de un total de 425 candidatos) y el título tiene reconocimiento académico oficial. El 30 por ciento pasa al campo comercial - como gerentes de venta de madera, maquinaria de elaboración, productos acabados, etc. -, un 10 por ciento a industrias forestales y serrerías, y el restante 60 por ciento es absorbido por las industrias madereras en puestos directivos o científicos (aunque menos del 1 por ciento emprende la investigación). Los planes de estudio son modificados cada cinco años en consulta con consejeros industriales (la revisión más reciente de 1966, por ejemplo, aumentó la importancia concedida al diseño industrial y de maquinaria) y la escuela está financiada en parte por un impuesto industrial.

En opinión del autor, la Ecole supérieure du bois ofrece una formación eminentemente adecuada a las necesidades profesionales de los países africanos de habla francesa. El curso de Hamburgo concede mayor importancia a la economía y al comercio que el curso francés, tratando también de silvicultura y maderas mundiales. Esencialmente es un curso intermedio que requiere 6 meses de experiencia práctica antes de ingresar en él y otros 12 meses de experiencia industrial supervisada durante el curso, que abarca un período de 4 ½ años.

Fuera de Canadá, los únicos cursos profesionales de la Commonwealth Británica, orientados específicamente hacia las necesidades de las industrias forestales, son los de ciencia de la madera y economía industrial introducidos recientemente en el Departamento de Silvicultura y Ciencia de la Madera, Universidad de Gales. Estos cursos se imparten a tres niveles - «pass», «general» y a horiours» - durante un período de tres a cuatro años. El nivel del curso «honours» comprende aproximadamente 1/3 de ciencias básicas, 1/3 de tecnología y elaboración de la madera y 1/3 de economía industrial, práctica comercial y econometría (proyecciones de la oferta y la demanda). El curso es flojo en corta de la madera (que se considera en Bangor como parte de la silvicultura) y en tecnología de la pasta y del papel, pero es fuerte en mercadeo de la madera y desarrollo de su utilización. El grado «pass» cubre aproximadamente los mismos campos, con menos profundidad y opciones de especialización (por ejemplo, se omiten las especialidades de programación de computadores, métodos de investigación y relaciones industriales), mientras que el grado «general» combina algunos aspectos del «honours» con asignaturas estudiadas en otros departamentos (economía, bioquímica, física, etc.). Como se preveía desde el principio que muchos graduados trabajarían en países en desarrollo, mientras que otros lo harían en el comercio de importación de frondosas tropicales, el grado de «honours» está orientado enteramente hacia las necesidades de las economías tecnológicamente avanzadas; así pues, se incluyen en estos cursos aspectos tales como el mercadeo de frondosas tropicales y la utilización de especies poco conocidas (Richardson, 1968a; 1968b).

A nivel de posgraduado, la mayor parte de las escuelas forestales de Europa ofrecen medios de investigación en el sector de la ciencia de la madera, aunque, con escasas excepciones, la experiencia tradicional del personal docente lleva al estudio de aspectos biológicos más que tecnológicos. Por otra parte, existen cursos especializados en sectores concretos de la tecnología de la madera (los departamentos de ingeniería de las universidades de Southampton y Durham tienen cursos relacionados con la madera como material de construcción, lo mismo que el Imperial College, de la Universidad de Londres, mientras que se están instalando con gran rapidez escuelas de estudios de empresas orientadas según los modelos americanos). Con la creciente aceptación en muchas universidades europeas, de los cursos de «Master» (y equivalentes) no es improbable que algunas escuelas de estudios de empresas introduzcan tales cursos específicamente para las industrias madereras, pero es, sin embargo, dudoso que tales cursos sean de aplicación para los países en desarrollo. En cualquier caso, si las industrias forestales tienen que depender de la formación a nivel de Master para su personal profesional, la duración de los cursos no será significativamente menor en Europa que en Norteamérica, y será imposible de justificar, en relación con las necesidades tecnológicas de la industria, la capacidad económica de los países en desarrollo o la posible compensación económica del individuo.

Otros países

Varios países de Europa oriental (la U.R.S.S., Hungría, Polonia y Yugoslavia) ofrecen formación universitaria específicamente orientada hacia las industrias forestales, del mismo modo que Japón, China continental y Sudáfrica (Stellenbosch). Desgraciadamente, a causa de dificultades en el idioma, o por razones políticas, pocos de estos medios están fácilmente a disposición de nativos de Africa. Todos los países citados, así como muchos otros con facultades forestales universitarias, ofrecen también opciones en el campo de la ciencia de la madera como parte de un curso de silvicultura, pero todos ellos sufren la misma desviación biológica (considerada desde el punto de vista industrial) que caracteriza los cursos de silvicultura de todo el mundo, considerándose inadecuados en el presente estudio.

En resumen, parece, por lo tanto, que los medios de capacitación profesional más adecuados a las necesidades de las industrias forestales africanas al sur del Sáhara son los cursos para la obtención del título de ingénieur en la Ecole supérieure du bois de París, para los países de habla francesa, y el título de B. Sc. (ciencia de la madera) ofrecido por el Departamento de Silvicultura y Ciencia de la Madera de Bangor, para los países de habla inglesa (quizá es innecesario indicar que en este último la promoción de ventas constituye una parte significativa del curso).

CAPACITACIÓN TÉCNICA

América del Norte

A causa de la amplia disponibilidad de educación universitaria en América del Norte, la capacitación formal a nivel técnico es mucho menos evidente que en los países con medios profesionales más restringidos. En los Estados Unidos, la capacitación técnica para las industrias forestales se realiza fundamentalmente dentro de la industria o mediante cursos cortos (de menos de un año) y cursos de ampliación en las escuelas superiores que reciben ayuda federal o en programas de artes industriales. Unas seis universidades ofrecen cursos diplomados de uno o dos años, orientados vocacionalmente hacia las necesidades industriales locales. En Canadá, a pesar de los rápidos progresos recientes en la capacitación de técnicos forestales (Garrett, 1969), sólo el Instituto de Tecnología de Columbia Británica ofrece un curso de dos años sobre tecnología de los productos forestales. Como en la mayor parte de los programas profesionales, la capacitación técnica norteamericana es de limitado interés para los países en desarrollo, si se exceptúa quizá el sector de la pasta y del papel, por estar orientada para servir las necesidades de industrias a gran escala de capitalización intensiva y tecnológicamente avanzadas. Las necesidades de pequeñas unidades de elaboración con mano de obra intensiva, que requieren una dirección que combine conocimientos técnicos y comerciales, no están resueltas.

Europa occidental

En contraste con América del Norte, existe en Europa occidental una variedad mucho mayor de niveles técnicos de capacitación (en forma de cursos generales ordinarios, cursos diplomados especializados - por ejemplo, en tecnología de la madera, prácticas comerciales de la madera, tecnología de elaboración de la madera, diseño de madera, prácticas de edificación, etc. - y cursos titulados de dos o tres años de dedicación plena. Naturalmente, son estos últimos los que interesan a los estudiantes de ultramar. El diploma en tecnología de la madera, recientemente introducido en el High Wycombe College of Technology and Art (Reino Unido) y los cursos de la Ecole technique du bois (Francia) pueden servir como ejemplo, para este estudio.

El primero ofrece un curso de tres años, en régimen de dedicación plena, para estudiantes, no exigiéndose para la admisión estudios universitarios y comprende aproximadamente 20 por ciento de ciencias (básica y aplicada), 30 por ciento de tecnología de la madera, 10 por ciento de práctica comercial, 10 por ciento de capacitación práctica en industrias, estando el resto constituido por estudios especializados consistentes en una opción a escoger entre tecnología y utilización de la madera, estudios de empresas e ingeniería de producción y mecánica. Está orientado para formar directivos y ejecutivos a nivel intermedio en el marco de las industrias madereras y del comercio de la madera del Reino Unido.

La Ecole technique du bois está organizada paralelamente a la Ecole supérieure de París (e integrada con ella) y ofrece un curso de dos años: el primer año abarca ciencia aplicada, matemáticas, idiomas (francés e inglés o alemán), diseño industrial, economía y derecho, tecnología de la madera, elaboración de la madera y administración elemental. Al final del primer año, los estudiantes eligen una de las dos opciones: la technico-commerciale o la préparation du travail - méthodes. La primera se ocupa casi enteramente del comercio (e incluye nuevos cursos de laboratorio de idiomas), mientras que la segunda abarca los estudios de diseño, utilización, operación industrial y estudio del trabajo.

Aunque existen medios de capacitación a nivel técnico en algunos otros países (incluyendo, por ejemplo, un nuevo centro de capacitación industrial en Nueva Zelandia), la mayor parte de ellos no están fácilmente a disposición de los nativos de Africa, y no se considerarán aquí.

MEDIOS DE CAPACITACIÓN EN DOS PAÍSES EN DESARROLLO

Que se sepa, no existen aún medios de capacitación a nivel profesional en los países en desarrollo, orientados específicamente hacia las necesidades de las industrias forestales y otras formas de mercadeo de la madera, aunque tres países (India, Chile y Filipinas) se cree que están preparando cursos de ciencia de la madera. En los niveles técnico y vocacional, existen diversos cursos; algunos dedicados únicamente a las industrias forestales (por ejemplo, el Centro de Capacitación Industrial de Kenia, realizado mediante un programa de ayuda bilateral) y otros sirviendo a una amplia gama de industrias (particularmente a nivel vocacional). En la mayoría de los países en desarrollo, sin embargo, el personal de las industrias forestales a nivel vocacional y técnico carece de capacitación formal y es reclutado dentro de la industria para llevar a cabo tareas limitadas; como no tiene oportunidad de ampliar su experiencia o de obtener capacitación formal, este personal es incapaz de adaptarse eficazmente a los progresos tecnológicos o de pasar a formar parte de una gerencia eficiente.

Es por desgracia frecuente que las industrias forestales más eficaces de Africa estén generalmente dirigidas por extranjeros. En la sección siguiente se indican algunas sugerencias sobre la forma en que los países en desarrollo de Africa pueden abordar el problema de conseguir personal indígena capacitado, de acuerdo con las inversiones de capital actuales y proyectadas en las industrias forestales.

Provisión de personal capacitado para las industrias forestales en los países en desarrollo

Una consideración previa esencial de este problema es una evaluación real de los requisitos de personal capacitado. Basta decir que cada país debe hacer su propia evaluación a la luz de las inversiones actuales y proyectadas, de su tipo de industria, de la disponibilidad de personal adecuado para la capacitación, costos previsibles, etc. Será después necesario decidir, para cada nivel de formación, si utilizar los medios disponibles fuera del país (aceptando que, inevitablemente, éstos tendrán una aplicación limitada a las necesidades nacionales) o si desarrollar centros locales o regionales de capacitación. Tales decisiones descansarán en una evaluación - aunque superficial - de los costos y beneficios relativos.

Quizá es también necesario destacar la conveniencia de separar las necesidades de personal industrial de las de la ordenación de los bosques productores. El tipo de capacitación requerido por las industrias forestales es básicamente diferente del que necesita la silvicultura y, en opinión del autor, no puede ser proporcionado por los forestales. Este aspecto se ha descuidado en el pasado (como lo testimonia el lamentable estado actual de las industrias forestales) y en el futuro corremos el peligro de enfocarlo equivocadamente. Una reciente nota de la Secretaría de la FAO (FAO, 1968), aunque calcula separadamente las necesidades de personal capacitado en silvicultura y en industrias forestales en Africa, incluye a ambas bajo el encabezamiento común de «educación forestal». Es loable que el forestal reconozca las necesidades de capacitación industrial, pero debe guardarse de intentar proporcionarla en el contexto de la educación silvícola.

CAPACITACIÓN PROFESIONAL

La capacitación universitaria en cualquier campo tecnológico es cara y se afirma que, a menos que puedan instalarse fácil y eficazmente medios de capacitación para las industrias forestales en departamentos universitarios ya existentes, hay pocos países en desarrollo que puedan proporcionarla.

Se indica que es necesario poder demostrar una demanda continua de por lo menos 15 graduados al año junto con una reserva adecuada de alumnos de escuelas secundarias, de entre los que obtener tal número de graduados (frente a las demandas de la competencia) antes de que se justifique la instalación independiente de un departamento universitario de ciencia de la madera. Si, por otra parte, pueden desarrollarse medios de capacitación profesional en un departamento ya existente, reduciendo de esta manera los gastos de capital y generales, la demanda mínima puede fijarse en 10. Estos argumentos se basan en la creencia de que, para dar clases en un curso universitario adecuado a las necesidades de las industrias forestales, el número de expertos que se precisa no puede ser menor de 4, en dedicación plena, y de que menos de 10 estudiantes graduados al año no justificaría la escasa inversión requerida de recursos humanos (profesores universitarios), aparte de los costos de capital y recurrentes.

Las recientes estimaciones (FAO, 1968) de los costos de formación de un graduado forestal en Africa (en un curso de tres años) son de alrededor de 8 000-11000 dólares EE.UU. El autor duda seriamente que estos costos sean reales y los incrementaría en un 50 por ciento; pero, incluso si son aceptados como base, los costos de formación de un graduado en tecnología de las industrias forestales serían inicialmente - a causa de los medios más complicados y caros que se requieren para ello - del orden de 15 000-20 000 dólares EE.UU.

Si se adopta la decisión de proporcionar capacitación profesional en un departamento ya existente, se planteará la cuestión de qué departamento es el más apropiado. Evidentemente, no es deseable adoptar posturas dogmáticas en este aspecto, en el que se encuentran implicados muchos factores (por ejemplo, hasta qué grado están sin utilizar plenamente el espacio y los equipos, así como los intereses y aspiraciones del personal existente, etc.), pero es igualmente evidente que debe tratarse de un departamento de ciencia aplicada y que ha de tener estrechas relaciones con las industrias a las que pretende servir.

En la mayor parte de los países en desarrollo, estas cuestiones son académicas, ya que actualmente no se justifica ni siquiera la instalación de subdepartamentos universitarios de ciencia de la madera. Es de mayor interés, por lo tanto, estudiar las otras posibles líneas de acción. Existen varias: reclutar graduados en ciencias y proporcionarles capacitación a nivel de posgraduados en el extranjero, en una especialización de ciencia de la madera o de economía industrial; obtener capacitación a nivel de posgraduado «dentro de la industria», en el propio país o en el extranjero; o utilizar las escuelas extranjeras existentes a nivel de pregraduados.

La primera de estas soluciones requiere una capacitación prologada, que raramente se justificará ni económicamente ni por las necesidades industriales; en la mayoría de los países, las necesidades inmediatas son las de conseguir una elaboración primaria eficaz, y existen pocas operaciones que sean de suficiente magnitud como para justificar el empleo de hombres con calificación de posgraduados, y se encontrarían pocos cursos de posgraduados que fueran aplicables. (En realidad, las escuelas de posgraduados pueden ser positivamente perniciosas, pues, al orientar al estudiante hacia la investigación académica, pueden privar a la industria de sus servicios eficaces.) La segunda línea de acción (capacitación a nivel de posgraduado dentro de la industria) es más apropiada para la dirección de industrias de gran capital, como pasta y papel o paneles pero, a causa de la naturaleza restringida y especializada de la capacitación que la industria puede proporcionar, sólo es de desear cuando la instalación de tales industrias esté asegurada. Además, si la capacitación se proporciona dentro del país, se realizará generalmente en una empresa extranjera y entonces sólo tendrá éxito si se desarrolla en un clima político en que el que proporcione la experiencia esté seguro de que no está capacitando a su sucesor y de que su subsistencia no está amenazada por nacionalización o discontinuidad. En otras palabras, es sólo adecuada a economías forestales de activa expansión industrial. La tercera solución (el uso de las escuelas existentes a nivel de pregraduados) es potencialmente la más real en términos de disponibilidad de personal, necesidades tecnológicas e industriales y eficacia de los costos. La obtención de un primer título puede conseguirse por 8 000-10 000 dólares y, en la mayor parte de los países en desarrollo, pueden obtenerse bocas fácilmente, mediante programas de ayuda bilateral o de otro tipo.

No debe deducirse de lo anterior que los cursos de pregraduados existentes actualmente en el extranjero sean ideales para las necesidades de los países africanos. Para que así fuese, serían necesarias dos condiciones: en primer lugar, los que se encarguen de proporcionar tales cursos deberían mostrar mayor flexibilidad, tanto en los requisitos de admisión como en las opciones de planes de estudio y, en segundo lugar, las industrias forestales de los países en desarrollo deberían ejercer presiones sobre sus gobiernos para asegurar la existencia de estudiantes en número y calidad adecuados. Estos dos requisitos están estrechamente relacionados, ya que es mucho más fácil para un departamento universitario modificar sus programas en beneficio de varios estudiantes competentes que el hacerlo para la admisión esporádica de sólo uno o dos estudiantes de calidad indiferente.

Con toda probabilidad, los primeros graduados en ciencia de la madera en un país en desarrollo pasarán a formar parte de su servicio forestal y a trabajar como oficiales de divulgación con las industrias de comercio y utilización de la madera. Es de desear (y de esperar) que después de algunos años abandonarán el servicio forestal para entrar en industrias públicas o privadas. El objetivo principal de la capacitación profesional debe ser, por lo tanto, proporcionarles una visión de la función de las industrias forestales en el desarrollo económico y un conocimiento general de tecnología de la madera, de elaboración primaria y secundaria, de economía y gerencia de empresas y de mercadeo local e internacional. Más tarde podrán adquirir conocimientos especializados sobre determinadas industrias, mediante viajes de estudio, cursos cortos y dentro de la industria.

Sólo después de que tengan una experiencia general sobre las operaciones industriales de su propio país - y una visión de sus posibilidades y limitaciones - podrán asimilar la importancia de experiencias en otro ambiente. Sin embargo, de nuevo en este aspecto, las universidades e industrias de los países desarrollados tienen una función continua que desempeñar y, en este sentido, puede ser de interés un reciente progreso. En unión con dos compañías madereras de Africa occidental, con base en el Reino Unido, el Departamento de Silvicultura y de Ciencia de la Madera de Bangor espera organizar un curso intermedio de uno a dos años, orientado específicamente hacia las necesidades de las industrias de aserrío y de contrachapado de Africa occidental. Se pretende reclutar graduados, potencialmente aptos para la gerencia, que, después de algunos meses de experiencia en los métodos indígenas de aprovechamiento y en operaciones de aserrado y de fabricación de contrachapado, estudien dos cursos en Bangor, sobre temas seleccionados del programa de silvicultura y ciencia de la madera (particularmente en economía, mercadeo y utilización de especies tropicales poco conocidas); después volverán al campo durante otro período para capacitarse en gerencia. El objetivo es combinar capacitación práctica de campo con estudios académicos algo más extensos y, si termina con éxito, se espera poderle conceder un certificado conjunto, aunque esta posibilidad debe ser aún considerada en detalle. Análogos esquemas, orientados hacia la pasta y el papel, podrían sin duda ser organizados por universidades norteamericanas para los países en que se han instalado fábricas de pasta y, si las oficinas de maderas tropicales propuestas llegan a ser una realidad, podría esperarse que estableciesen cursos intermedios en mercadeo.

CAPACITACION TÉCNICA

Se ha afirmado (Richardson, 1967) que, en silvicultura, el personal subprofesional técnicamente capacitado constituye el eje del organismo ejecutivo. Esto es quizá menos exacto en las industrias forestales a causa de la concentración del trabajo y de la más estrecha supervisión que pueden proporcionar los profesionales. Sin embargo, en los países en desarrollo, los problemas de capacitación a nivel técnico no se resolverán por sí mismos, ni debe dejarse a los técnicos, como se está haciendo a menudo, aprender el oficio sobre la marcha; se precisa una instrucción formal, tanto mediante cursos de trabajo como dentro de la industria.

A causa de las diferencias de nivel de la tecnología industrial y de la gran influencia de las condiciones de la mano de obra local, la capacitación en el extranjero - a pesar de la gama de medios disponible - es menos adecuada para los países en desarrollo a nivel técnico que a nivel profesional, incluso cuando hay establecidas industrias forestales. Es importante, por lo tanto, instalar medios de capacitación regional o nacional. Se plantean inmediatamente dos problemas: en primer lugar, a causa de la amplia gama de valores de la relación capital/mano de obra en las industrias forestales (por ejemplo, entre un aserradero de arbustos y una fábrica moderna de pasta) se requieren diversos tipos de capacitación; y en segundo lugar, dado que requiere grandes talleres, equipos complejos y otros medios, la capacitación industrial es cara.

Se sugiere que se establecza una distinción entre elaboración primaria y secundaria - la primera relacionada con el troceado y el aserrío y la segunda con las industrias forestales de mayor densidad de capital - y que la provisión de los medios de capacitación para estos dos tipos diferentes de operaciones debe organizarse de forma distinta. En la mayor parte de los países en desarrollo (y en muchos de los desarrollados) el nivel de tecnología y de competencia de la gerencia empleado en la elaboración primaria es deplorablemente bajo, dando lugar a una explotación pródiga y a una transformación poco provechosa. A causa de sus repercusiones sobre la ordenación de los recursos, sería apropiado en muchos países que los organismos forestales asumieran la responsabilidad de la capacitación en este campo, usando, siempre que fuese posible, los medios de las empresas privadas eficaces - independientemente de la propiedad - pero, si fuese necesario, entrando en competencia directa con las empresas privadas. En los lugares en que el servicio forestal controla importantes recursos forestales, puede ejercer presiones sobre los concesionarios para que faciliten medios prácticos, para ser usados en unión de cursos formales proporcionados por el servicio en escuelas técnicas locales, o en universidades, y por institutos de investigación. En donde no existe un control de tacto de los recursos forestales por parte del organismo forestal, sería obligado instaurar operaciones de aprovechamiento y aserrío a cargo del servicio, como medio de aumentar el conocimiento de las ventajas de la capacitación y de crear una demanda de ella. Esta última situación debe evitarse, siempre que sea posible, porque, con demasiada frecuencia, los organismos forestales no poseen la experiencia comercial necesaria para resistir con éxito a la competencia. Sin embargo, y una vez más, debe juzgarse, a la luz de las circunstancias locales, qué es lo más apropiado para cada país en particular.

La capacitación técnica para las industrias forestales secundarias puede asumir una de las dos formas siguientes: puede hacerse enteramente dentro de la industria o puede combinar la capacitación en un centro de capacitación amplio, adecuado para diversas industrias, tal como una escuela técnica con experiencia industrial-forestal, mediante algún plan para «jóvenes capacitados en gerencia». Existen ventajas en ambas formas: la primera suministra técnicos altamente especializados pero disminuye la movilidad de personal y la percepción de conocimientos técnicos en otros campos de la industria, mientras que la segunda proporciona hombres de conocimientos más amplios, adecuados para trabajar en una vasta gama de industrias, pero puede tener como consecuencia su pérdida para las industrias forestales, a causa de la competencia de otros sectores.

Es también necesario que las universidades y organizaciones de investigación de los países en desarrollo se preocupen más de la capacitación subprofesional. Pocos países pueden costear la reserva de medios universitarios, a menudo francamente poco utilizados, para la creación de una clase profesional; y tampoco es de desear que la distinción de clases del mundo desarrollado sea perpetuada en las nuevas naciones. Las universidades pueden quizá servir mejor a las industrias forestales proporcionando cursos breves, adecuadamente orientados hacia las necesidades y posibilidades de los estudiantes, en temas técnicos y comerciales.

Sin embargo, la necesidad más urgente es quizá, en este sentido, la creación de un certificado de tecnología de productos forestales o un título análogo, reconocido internacionalmente, creando con ello un nivel mínimo de capacitación para todas las industrias forestales, independientemente de su especialización. Se sugiere que la FAO, junto con otros organismos internacionales adecuados tales como la Organización de las Naciones

Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, el Instituto de Formación Profesional e Investigaciones de las Naciones Unidas y la Oficina Internacional del Trabajo, intente, en una operación piloto, determinar planes de estudio adecuados y niveles de examen para un país de habla inglesa y uno de habla francesa de Africa (como Ghana y Costa de Marfil).

Otra sugerencia es que se estudien las repercusiones y resultados de la Ley de Capacitación Industrial de 1964 en el Reino Unido, con el fin de evaluar la aplicabilidad de sus disposiciones a los países en desarrollo. Esta ley concedía poderes al entonces Ministerio de Trabajo (actualmente Ministerio de Empleo y Productividad) para nombrar consejos de capacitación industrial (formados por representantes de patronos industriales, sindicatos y enseñanza), con la misión de mejorar la cantidad, calidad y eficacia de la capacitación y para repartir con mayor equidad los costos de la capacitación entre la industria y el gobierno. Diferentes juntas abarcan todos los sectores industriales - existe, por ejemplo, una Junta de capacitación para la ebanistería y las industrias de la }nadara y otra para la agricultura, horticultura y silvicultura - y están en parte financiadas por un impuesto industrial basado en la nómina de las compañías. Se ocupan de todos los aspectos de la capacitación, desde la evaluación de las necesidades de personal hasta la provisión de cursos de capacitación, pasando por la evaluación de los medios de capacitación existentes; la mayor parte de los impuestos a las industrias se utilizan para financiar los cursos de capacitación (tanto si son o no organizados por la Junta) y para conceder bocas a las compañías dispuestas a ceder a sus empleados para que realicen los cursos de capacitación aprobados.

CAPACITACIÓN VOCACIONAL

La capacitación industrial a nivel vocacional «tiene como misión enseñar conocimientos especializados para servir a las necesidades y mejorar los niveles técnicos de las industrias forestales existentes y para formar una mano de obra capacitada para el desarrollo de las principales industrias forestales en el futuro. El personal industrialmente capacitado, por lo tanto, deberá consistir en hombres con aptitudes mecánicas y que, por medio de cursos prácticos de especialización, en centros comerciales y de adiestramiento en el trabajo en la industria, pueden ser formados como mecánicos, operadores de industria o de equipo, personal de manutención de máquinas, etc. Como tales, serán mucho más ágiles que los hombres capacitados a nivel vocacional en silvicultura de campo, y cabe esperar una elevada proporción de cambios a otras industrias» (Richardson, 1967).

Si se aceptan estas premisas, gran parte del estudio anterior, relacionado con la capacitación técnica, es de aplicación a la capacitación a nivel vocacional. Existe la necesidad de atraer hombres adecuados a las industrias forestales y de retenerlos en ellas; no debe temerse el contratar demasiados.

Existen dos características de la capacitación industrial a nivel vocacional que, en opinión del autor, no han recibido adecuada consideración en relación con las industrias forestales: la primera se refiere al uso de sistemas de aprendizaje y, la segunda, a la función de los sindicatos. Al estudiar la primera, sería de gran ayuda el tener acceso a las experiencias de la OIT al diseñar y, en algunos casos, poner en práctica, sistemas de aprendizaje e instituciones de capacitación vocacional en los países en vías de desarrollo. Es ésta una deficiencia que debería remediarse, ya que el uso extendido de aprendizaje dentro de las industrias forestales existentes sería, prima facie, un medio lógico de aumentar la mano de obra calificada con una tendencia hacia estas industrias y, al mismo tiempo, de asegurar el retorno a las empresas particulares que proporcionan la capacitación. Sería de interés disponer de datos cuantitativos sobre el movimiento de la mano de obra capacitada dentro de, y entre los, sectores industriales y sería muy valioso tener acceso a los supuestos (incluyendo datos históricos de costes) de sistemas de aprendizaje en otras industrias.

El autor, al terminar la escuela, trabajó en un aserradero y su educación universitaria posterior fue posible gracias a una beca financiada por un sindicato. En consecuencia, tiene un interés particular, posiblemente tendencioso, por la función de los sindicatos en la capacitación industrial y no le importa repetir el argumento expuesto en otro estudio (Richardson, 1967) de que, en los países en desarrollo, debe hacerse más uso de los sindicatos al determinar las metas de capacitación y mejorar los niveles de prácticas.

Es de interés para los sindicatos solicitar medios adecuados de capacitación, puesto que sólo desarrollándose como gremios - representando a la élite capacitada de la mano de obra - pueden aspirar a desarrollar su propia fuerza económica en países con un exceso de mano de obra no experimentada y, si las industrias que emplean personal estimulan activamente esta demanda y buscan la cooperación de los sindicatos para la creación de instituciones de capacitación vocacional y de sistemas de aprendizaje, para la formulación de planes de estudio y selección de personal capacitado, ejercerán una influencia sobre el desarrollo de los sindicatos (y crearán relaciones con ellos), que sólo puede ser beneficiosa.

Conclusión

Se ha sugerido en este estudio que, a nivel profesional, los medios de capacitación forestal-industrial ya disponibles en los países desarrollados son suficientes para resolver las necesidades inmediatas de Africa y que, aunque existen perspectivas de mejora, sus defectos no son lo suficientemente grandes como para justificar los costos que se requerirían para conseguir localmente tales medios. Se hacen algunas propuestas específicas que merecen quizá ser estudiadas: 1. se ha sugerido la distinción entre elaboración primaria y secundaria y la necesidad de tipos diferentes de capacitación; 2. la instauración de un certificado de tecnología de productos forestales; 3. un estudio de la Ley de Capacitación Industrial del Reino Unido de 1964; 4. el estudio de sistemas de aprendizaje; 5. el examen de la posible función de los sindicatos en la capacitación vocacional. Detrás de estas propuestas está latente la necesidad de unas estimaciones más reales de las necesidades de personal capacitado y de evaluaciones objetivas sobre los costos necesarios para los medios de capacitación.

La provisión de medios institucionales y el establecimiento de programas de educación y capacitación no son naturalmente todo en la formación de personal capacitado, ni aseguran el desarrollo óptimo de los recursos humanos. La evaluación de las necesidades de personal capacitado en los niveles profesional y técnico deben relacionarse con el rendimiento de los sistemas de educación primaria y secundaria y debe llevarse a cabo una estimación sobre la proporción de recursos humanos disponibles que la industria forestal puede justificar en términos de beneficio nacional. En muchos países, tales estimaciones - influidas, como indudablemente lo estarán, por la visión retrospectiva de la contribución de las industrias forestales al desarrollo económico - quedarán muy por detrás de las propuestas de inversión. Deberá entonces adoptarse una decisión sobre el dilema de si revisar las metas o idear los medios de aumentar la productividad del personal capacitado. Incluso si la demanda de las industrias forestales puede ser justificada nacionalmente, quedará el grave problema de atraer y retener a los aspirantes en todos los niveles de capacitación. Estos problemas no pueden ser tratados aquí, pero no son da despreciar.

Finalmente, incluso después de haber instaurado programas de capacitación y después de obtener un abastecimiento adecuado de personal capacitado, se presentarán en muchos países deficiencias institucionales que dificultarán el uso eficaz del personal capacitado. La ineficiencia administrativa y la actitud indolente de los organismos ejecutivos nacionales, el nivel de vida irrealmente alto exigido por los extranjeros y el deseo inevitable del personal nativo de imitarles; la seducción de los mejores administradores de los países en vías de desarrollo por los organismos internacionales: factores que pueden restringir el desarrollo de recursos humanos, a pesar de programas más efectivos de capacitación.

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