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1. INTRODUCCION

La importancia cada vez mayor de la piscicultura ha obligado a quienes se ocupan de ella a mejorar las técnicas necesarias para conseguir lo que constituye un requisito esencial para su desarrollo: pececillos para siembra. Hoy día es impensable la piscicultura sin la propagación masiva, artificial o semiartificial, de semilla de peces de las especies cultivadas. La necesidad de producir semilla de peces de buena calidad para sembrar en estanques artificiales o en aguas naturales ha ido en continuo aumento y es evidente que, sin las técnicas de propagación artificial y reproducción inducida, los ríos trucheros estarían poco menos que vacíos de truchas y el rendimiento de los estanques piscícolas no sería, en el mejor de los casos, más que modesto. Es claro, además, que, en el caso de las especies que desovan en los ríos, la propagación artificial constituye el único medio viable de obtener semilla de buena calidad para criarlas en aguas estancadas, como embalses, lagos, etc.

Las técnicas de propagación artificial han hecho posible el abastecimiento masivo de semilla de numerosas variedades de peces, que se ha utilizado para el cultivo en estanques y en otras masas cerradas de agua o en régimen superintensivo (por ejemplo, en jaulas, en canales, en corrales, etc.). Estas técnicas han permitido además introducir varias especies importantes de peces en zonas geográficas muy alejadas de sus hábitat naturales.

Son muchos los peces que ofrecerían excelentes posibilidades de cultivo si fuera posible resolver el problema de la producción masiva de semilla. Las investigaciones actualmente en curso para mejorar las técnicas de reproducción inducida son muy prometedoras. Algunas de las nuevas especies que han empezado a cultivarse gracias a esas investigaciones podrán demostrarse utilísimas para aumentar el rendimiento por unidad de superficie.

Las posibilidades de obtener naturalmente semilla de peces de buena calidad en cantidad suficiente son más bien limitadas. Por ello, incluso con las especies que se reproducen satisfactoriamente en aguas estancadas se recurre a la propagación artificial, que, además de permitir obtener semilla de buena calidad, puede utilizarse, aplicando métodos de cría selectiva e hibridación, para conseguir cepas de peces superiores a sus progenitores. La técnica de la hipofisación ha revolucionado la producción de semilla de buena calidad y ofrece considerables posibilidades para el desarrollo de la pesca continental en general, y de la acuicultura en particular, en zonas en las que la producción acuícola se consideraba imposible.

La propagación artificial permite la incubación y eclosión de los huevos y la cría de las larvas en un ambiente bien protegido e independiente de las variaciones meteorológicas. De un 10 a un 70 por ciento de los huevos producidos (según que el sistema sea más o menos perfecto) pueden desarrollarse hasta dar jaramugos con buenas posibilidades de sobrevivir. Para comprender la importancia de estas cifras basta pensar que en el desove natural el índice de supervivencia es generalmente muy inferior al 1 por ciento de los huevos puestos.

Las técnicas de reproducción inducida permiten además obtener alevines y jaramugos fuera de la temporada normal y ofrecen un instrumento sencillísimo para mejorar las poblaciones de las especies cultivadas, criando selectivamente cepas de crecimiento rápido, resistentes a las enfermedades, tolerantes a los cambios de temperatura y de buen sabor. Estas técnicas pueden además utilizarse para producir híbridos intraespecíficos, interespecíficos e intergenéricos que resulten más fáciles de cultivar que sus progenitores. Son también útiles para romper la “cadena parasitaria”, es decir, la transmisión a las crías de los parásitos de sus padres. Los huevos, larvas, alevines y jaramugos producidos con técnicas de reproducción inducida pueden transportarse fácilmente a grandes distancias con menor peligro de transmitir organismos patógenos o especies de peces no deseadas.

El principal obstáculo para el desarrollo de la piscicultura es la falta de semilla de buena calidad y en cantidad suficiente. Esta escasez de semilla de peces impide la extensión y expansión de la piscicultura por todo el mundo. El presente manual se ha escrito con la esperanza de contribuir sustancialmente a mejorar esa situación.


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