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Apéndice II
Alocución de apertura del Dr Hiroshi Nakajima
Director General de la Organización Mundial de la Salud

Señor Presidente,
Estimados colegas,
Señoras y caballeros:

En mi nombre y en el del Director General de la FAO doy a todos Ustedes una muy cordial bienvenida a Ginebra.

Esta reunión difiere de las demás en que, por vez primera en los 28 años de historia de la Comisión, la preside alguien que procede de un país en desarrollo. Señor Méndez, le deseo los mayores éxitos en la importante tarea de encauzar los trabajos de la Comisión a través de su orden del día y de llevarlos a feliz término.

Este período de sesiones es asimismo el primero que tengo el honor y el placer de inaugurar. Quiero aprovechar la ocasión para confirmar el reconocimiento que ha manifestado siempre la Asamblea Mundial de la Salud de la importancia que tiene para la OMS cooperar con la FAO en pro de los objetivos de la Comisión del Codex Alimentarius, sobre todo en lo que se refiere a la protección de los consumidores contra los posibles riesgos de los alimentos para la salud.

Doy la bienvenida a los ocho nuevos Miembros que se han integrado en la Comisión desde el último período de sesiones, celebrado en 1987, a saber, Antigua y Barbuda, Guinea Ecuatorial, Honduras, Papua Nueva Guinea, la República Democrática de Alemania, Rwanda, Viet Nam y el Yemen. Con ellos, son ahora 138 los países miembros de la Comisión. Resulta sumamente alentadora la participación constantemente creciente de los países en desarrollo en la labor de la Comisión. Permítaseme esperar que, a su debido tiempo, otros países en desarrollo estimarán también provechoso formar parte de la Comisión y sacar partido, por consiguiente, de sus trabajos. Recordarán Ustedes sin duda que, en una resolución adoptada en 1987, la Asamblea Mundial de la Salud pidió a todos los Estados Miembros de la OMS que hicieran cuantos esfuerzos resultaran apropiados para adoptar las normas del Codex y que aplicaran sin reservas las recomendaciones de la Comisión encaminadas a fomentar la inocuidad de los alimentos y el comercio internacional de estos productos.

El hecho de que se disponga de normas alimentarias internacionalmente aceptadas, de límites máximos para residuos de plaguicidas, de medicamentos veterinarios y de otras sustancias químicas añadidas a los alimentos, junto con la de códigos de prácticas higiénicas y tecnológicas, es de por sí una contribución muy importante a la salud pública. Señor Presidente, la Comisión que Usted encabeza merece el más alto aprecio de la comunidad mundial por sus logros. No obstante, no parece que la existencia de estas normas y códigos internacionalente aceptados haya bastado para invertir una tendencia muy inquietante al aumento de las tasas de morbilidad asociada al consumo de alimentos. En prácticamente todos los países donde hay estadísticas sobre las enfermedades transmitidas por los alimentos - y he de subrayar que el número de esos países sigue siendo demasiado escaso - podemos observar un aumento de la incidencia de las mencionadas enfermedades. Tenemos razones para creer que esta tendencia se observa asímismo en otros muchos países.

Es, por tanto, evidente que ni los países industrializados ni los que están en desarrollo han hallado hasta la fecha una solución a los apremiantes problemas sanitarios y económicos planteados por los alimentos contaminados. Séame lícito recordarles que la OMS considera las enfermedades provocadas por alimentos contaminados como uno de los problemas de salud más generalizados en el mundo actual y como importante causa de disminución de la productividad económica. Este hecho resulta tanto más sorprendente cuanto que no pocos de los brotes de enfermedades se deben en la actualidad no a la falta de conocimientos y técnicas de orden científico, sino más bien a la incapacidad de aplicar unos principios y técnicas que se conocen perfectamente. Esta Comisión, señoras y señores, ha sido la encargada de establecer muchos de estos principios y técnicas.

¿Por qué tendría que ser esto así, con las complejas leyes, normas y mecanismos de aplicación que funcionan en los países industrializados? Una situación mediocre en materia de inocuidad de los alimentos en estos países no estimulará, desde luego, a los países del mundo en desarrollo a fortalecer sus leyes y mecanismos de control en este sector. Tanto los países en desarrollo como los industrializados, han de reconocer, sin embargo, que la infraestructura oficial en materia de inocuidad de los alimentos no basta para evitar las enfermedades transmitidas por los alimentos, en particular las producidas por alimentos microbiológicamente contaminados, que son los responsables en la mayoría de los casos. En el mundo actual, en proceso de rápida modernización, los estrechos vínculos que antiguamente prevalecieron entre la humanidad y sus fuentes de abastecimiento de alimentos están desapareciendo a medida que fuerzas como la urbanización o la producción comercial de alimentos sustituyen a modos de vida tradicionales como la agricultura de subsistencia o el pastoreo. Los recursos económicos de que disponen las poblaciones no bastan en muchos casos para permitirles el acceso a un medio ambiente inocuo e higiénico para los alimentos, y los nuevos hábitos alimentarios que van creándose como consecuencia de cambios en el modo de vivir pueden ser incompatibles con las medidas tradicionales aplicadas en el sector de la inocuidad de los alimentos. El resultado de todo ello es la incidencia cada vez mayor de las enfermedades transmitidas por los alimentos.

Es necesario adoptar urgentemente un nuevo criterio de inocuidad de los alimentos. En opinión de la OMS, este nuevo criterio ha de encontrarse mediante la integración de la inocuidad de los alimentos en los sistemas de atención primaria de salud, gracias a una educación e información centradas en los factores responsables de la contaminación de los alimentos y en la supervivencia y proliferación de los gérmenes patógenos transmitidos por los alimentos.

No se me escapa, por supuesto, señor Presidente, que su Comisión cuenta con un número muy reducido de oportunidades para contribuir a integrar la inocuidad de los alimentos en los sistemas de atención primaria de salud, pero compruebo con satisfacción que los Comités Regionales del Codex se ocupan ya de este asunto. Al igual que en el caso de todos los problemas para cuya resolución se necesitan nuevos criterios, hay que incrementar en gran medida las tareas de promoción y, mediante sus Comités Coordinadores, la Comisión puede contribuir también a las tareas en este sector, que no es, a priori, responsabilidad suya. Hago esta observación para recordar a todos nuestros Estados Miembros que los elementos relacionados con la salud incluidos en las normas alimentarias, así como otras recomendaciones relacionadas con la salud, son importantes requisitos para la inocuidad de los alimentos, pero que, con miras a evitar las enfermedades así transmitidas, las poblaciones han de saber cómo evitar la contaminación por gérmenes patógenos transmitidos por los alimentos, así como su proliferación y supervivencia. Esto exige un esfuerzo común de parte de todos los interesados, es decir, los gobiernos, la industria y el comercio, y los consumidores. Estos tres grupos comparten la responsabilidad por lo que respecta a la inocuidad de los alimentos y será necesaria una cooperación estrecha y coordinada para que podamos esperar una mejora de la situación en lo que se refiere a las enfermedades transmitidas por los alimentos.

Me gustaría ocuparme brevemente de otro tema. El desarrollo del sector de la salud está íntimamente relacionado con el desarrollo económico. Para muchos países - en particular los países en desarrollo - la exportación de alimentos es un componente importante de su economía. Una de las funciones de las normas y códigos alimentarios internacionalmente aceptados es facilitar el comercio internacional de alimentos. Resulta alentador, señor Presidente, que la Comisión que Usted preside haya establecido de nuevo el acuerdo de cooperación entre el Comité del GATT de Obstáculos Técnicos al Comercio y la Comisión del Codex Alimentarius. Es de esperar que esta renovada relación, que, según observo, será examinada en el presente período de sesiones de la Comisión, contribuya a mejorar las oportunidades comerciales de todos los Miembros, con los consiguientes beneficios para su desarrollo económico.

Me gustaría concluir rindiendo tributo, en nombre tanto de la FAO como de la OMS, a los gobiernos que, con tanta generosidad, siguen hospedando las reuniones de los órganos auxiliares de su Comisión. Debemos a esos gobiernos un profundo reconocimiento de gratitud. También me gustaría expresar mi sincero aprecio a las autoridades cantonales de Ginebra por su generosidad al poner a disposición de la Comisión las excelentes instalaciones para conferencias en que se está celebrando este período de sesiones.

Por último, quiero desear a todos Ustedes una estancia muy agradable en Ginebra, con la esperanza de que sus deliberaciones resulten iluminadoras y útiles.

Muchas gracias por su atención.


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