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Capítulo 4
CRECIMIENTO DE LA PRODUCCION AGRICOLA EN LOS PAISES EN DESARROLLO

4.1. INTRODUCCION

En este capítulo se examinan los principales factores agronómicos en que se basan las proyecciones de la producción. La sección 4.2 contiene una evaluación de las disponibilidades de tierra con potencial agrícola, la parte utilizada en la actualidad y su posible expansión hasta el año 2010, tanto para la agricultura de secano como de regadío. En la sección 4.3 se presenta, con respecto a los principales cultivos, la combinación de factores (aumentos en el aprovechamiento de la tierra, la intensidad de cultivo y los rendimientos) que podría lograrse en el futuro y que sería compatible con el crecimiento previsto del sector de los cultivos. En la sección 4.4 se analiza la importancia de las variedades modernas y la investigación agrícola en función del crecimiento de los rendimientos. La sección 4.5 se refiere a las perspectivas de los fertilizantes y la protección de las plantas. La sección 4.6 presenta los principales parámetros del sector ganadero que sirven de base a las proyecciones de la producción. Varios temas relacionados con este capítulo, en especial los problemas del medio ambiente y la sostenibilidad, se abordan en los Capítulo 11 a 13. Desafortunadamente, no ha sido posible tratar a China con el mismo detalle que a los otros países en desarrollo, ya que faltan datos sobre la tierra con potencial de producción agrícola y los patrones de cultivo desglosados por clases agroecológicas de tierras1. Por ello, el tratamiento de China sólo es tan detallado como el de otros países en la sección 4.6, relativa a la producción pecuaria.

1. Hay indicios de que los datos sobre la superficie cultivada en China no refleja suficientemente la superficie efectivamente utilizada (por ejemplo, véase USDA, 1991, 1993b). Según algunas fuentes, las tierras no registradas representarían aproximadamente el 30% del total, lo que quiere decir que en vez de una superficie de unos 96 millones de ha. (datos oficiales), la tierra efectivamente cultivada tendría una extensión de 125 millones de ha. Los datos sobre la intensudad media de los cultivos (151%) parecen ser bastante precisos, lo mismo que los relativos a la producción. Si fueran correctos, la superficie cosechada ocuparía 189 millones de ha, en vez de 145 millones de ha y los rendimientos y la utilización de insumos por ha cosechada serían menores de lo que indican los datos oficiales. Mientras no se resuelvan estas dudas sobre los datos relativos a la superficie y el rendimiento, por cultivo, es difícil hacer proyecciones significativas sobre estas variables.

4.2. TIERRA AGRICOLA Y RIEGO

Situación general

La tierra actualmente utilizada para la producción de cultivos en los países en desarrollo (con exclusión de China) suma unos 760 millones de ha, de los cuales 120 son de regadío, incluidos unos 35 millones de ha de tierra árida e hiperárida puesta en producción gracias al riego. Estos 760 millones de ha representan sólo el 30 por ciento del total de la tierra con potencial de producción de cultivos de secano, estimado en 2 570 millones de ha, incluidos los 35 millones de ha de tierra hiperárida de regadío. Los restantes 1 800 millones de ha parecerían ofrecer un amplio margen a la expansión de la agricultura. No obstante, esta impresión se debe retocar notablemente teniendo en cuenta los siguientes obstáculos:

  1. Aproximadamente el 92 por ciento de los 1 800 millones de ha de tierra con potencial de producción de cultivos de secano pero no utilizada todavía con tal fin se encuentra en el Africa subsahariana (44 por ciento) y América Latina y el Caribe (48 por ciento). En contraste, hay muy pocas posibilidades de expansión de la tierra agrícola en el Asia meridional y en el Cercano Oriente/Africa del Norte.
  2. Dos tercios de los 1 800 millones de ha de tierra no destinada actualmente a la producción agrícola se concentra en un pequeño número de países; a saber, el 27 por ciento corresponde a Brasil, 9 por ciento a Zaire y otro 36 por ciento se distribuye en 13 países (Indonesia, Sudán, Angola, República Centroafricana, Mozambique, Tanzanía, Zambia, Argentina, Bolivia, Colombia, México, Perú y Venezuela).
  3. Buena parte de esta “reserva” de tierras se encuentra cubierta de bosques (al menos el 45 por ciento, pero probablemente mucho más) o en zonas protegidas, por lo que no debe considerarse como fácilmente disponible para la expansión agrícola.
  4. Una parte significativa (72 por ciento; véase el Cuadro 4.2) de la tierra agrícola de las dos regiones (Africa subsahariana y América Latina/Caribe) que cuentan con el 92 por ciento del total de la “reserva” está sometida a graves limitaciones en lo que se refiere a los suelos y al terreno. Esta es una proporción mucho mayor que la que se encuentra en las otras regiones. En general, el 50 por ciento de los 1 800 millones de ha de la “reserva” de tierras pertenece a las categorías de tierras “húmedas” o “poco idóneas para la producción agrícola” (véase más adelante). Sólo el 28 por ciento de la tierra actualmente utilizada se encuentra en esas dos categorías, de donde se desprende que la tierra de la “reserva” es de calidad generalmente inferior a la actualmente destinada a usos agrícolas. No obstante, dados los niveles tan distintos de escasez de tierra en los distintos países, la tierra destinada a usos agrícolas en un determinado país podría muy bien ser de calidad inferior a la tierra no utilizada en otro. Por ello, la afirmación anterior no es necesariamente válida para cualquier grupo de países. Por ejemplo, el conjunto de la tierra utilizada en los países X e Y puede ser de calidad inferior a la tierra de la “reserva” si X tiene buena tierra en “reserva” e Y utiliza tierra de mala calidad y no dispone de “reserva”. Es también posible que la tierra utilizada dentro de cada uno de los países sea de calidad inferior a la de la “reserva” debido a problemas sanitarios, infraestructurales o institucionales que dificultan la accesibilidad a la tierra de mejor calidad de la “reserva”.
  5. Finalmente, los asentamientos humanos y las infraestructuras ocupan parte de la tierra con potencial agrícola. Esta proporción, calculada aproximadamente en un 3 por ciento, aumentaría en el futuro, quizá hasta llegar al 4 por ciento en el 2010.

Todo esto debe tenerse en cuenta al examinarse las perspectivas de aumentar la utilización de tierra para la producción agrícola en los próximos 20 años. La evolución de la agricultura en el pasado se ha caracterizado por un proceso de expansión hacia nuevas tierras y no hay ninguna razón para pensar que no ocurrirá lo mismo en el futuro en los países donde se da al mismo tiempo la posibilidad y la necesidad de expansión. El hecho de que haya poco margen para la expansión de la tierra agrícola en muchos países no debe llevar a la conclusión de que es así para el conjunto de los países en desarrollo2. En las páginas siguientes, se intenta prever cuánta nueva tierra puede destinarse a la producción agrícola de aquí al año 2010. Los factores principales que determinarán el ritmo de la expansión son dos: el potencial y la necesidad. El primer paso es estimar el potencial. Para ello se utilizará la base de datos de la FAO sobre zonas agroecológicas y su ubicación geográfica.

2. Véase, por ejemplo, Delgado y Pinstrup-Andersen (1993), donde se critican las proyecciones sobre la expansión de la tierra hasta el año 2000 en la edición de 1987 del presente estudio (Alexandratos, 1988). No obstante, a la mitad del camino del período incluido en la proyección, los datos efectivos revelan que la expansión de la superficie de los principales cultivos en los países en desarrollo (véase más adelante) se ha producido en gran parte de la forma prevista.
3. Los cultivos son los siguientes: mijo, sorgo, máiz, trigo de primavera, trigo de invierno, cebada, arroz, arroz de secano, batata, yuca, papa, frijol phaseolus, cacahuete, soja, caupí, garbanzo, aceite de palma, caña de azucar, banano, aceituna y algodón.

Estimación de la superficie de tierra con potencial de producción agrícola

En relación con cada uno de los países en desarrollo incluidos en el presente estudio (con exclusión de China) se ha llevado a cabo una evaluación sobre la idoneidad de la tierra para la producción de 21 cultivos3 en condiciones de secano y con diversos niveles de tecnología. En breve, el método es el siguiente:

  1. La materia prima de la evaluación consiste de dos conjuntos de datos disponibles con información sobre la ubicación geográfica: i) el inventario de características de las diversas formas de suelo y terreno del mapa mundial de suelos de la FAO-UNESCO (MMS) y ii) el inventario de regímenes climáticos, en el que se utilizan los datos sobre temperatura, precipitación, humedad relativa, velocidad del viento y radiación global junto con los relativos a la evapotranspiración, para describir los regímenes térmicos y la duración de los períodos de crecimiento vegetal (PCV), es decir el número de días anuales en que la disponibilidad de humedad en el suelo permite el crecimiento de los cultivos. Estos dos inventarios se superpusieron en el Sistema de Información Geográfica (SIG) de la FAO para crear un inventario de recursos de tierras integrado por miles de celdas agroecológicas, que son porciones de tierra de diversa extensión con suelos, forma de terreno y atributos climáticos homogéneos.
  2. Mediante computador se determinó la idoneidad de cada una de las celdas agroecológicas con determinadas características de suelo, terreno y PCV para la producción de cada uno de los 21 cultivos con los tres niveles de tecnología siguientes: bajo, en el que no se utilizan fertilizantes, plaguicidas ni semillas mejoradas, es decir, el equivalente a la agricultura de subsistencia; intermedio, con utilización parcial de fertilizantes, plaguicidas, semillas mejoradas y aperos mecánicos; elevado, con plena utilización de todos los insumos y prácticas administrativas que se requieren en la agricultura comercial avanzada. Luego se compararon los rendimientos resultantes de cada celda, cultivo y tecnología alternativa con los que podrían obtenerse en las mismas condiciones de tecnología y PCV con tierras sin limitaciones en su suelo y terreno (lo que se conoce con el nombre de rendimiento máximo sin impedimentos - RMSI)4. Cualquier superficie de tierra (celda agroecológica) así comprobada, o parte de la misma, se califica como idónea para la producción de cultivos de secano si al menos uno de los cultivos puede producirse con cualquiera de las tres alternativas tecnológicas con un rendimiento del 20 por ciento o más del RMSI. Si esta condición se cumplía para más de un cultivo, la extensión de tierra clasificada como idónea se determinaba en función del cultivo que utilizaba la mayor parte de la tierra en esa celda. Toda porción de tierra en la que ninguno de los 21 cultivos respondía al criterio antes señalado, se clasificaba como no idónea (NI) para la producción de cultivos de secano. Conviene señalar, no obstante, que la tierra que se clasifica como NI de acuerdo con esta evaluación algunas veces se destina a la agricultura de secano en determinados países, por ejemplo, cuando en las laderas muy pronunciadas la tierra se dispone en terrazas o cuando los rendimientos inferiores al RMSI son aceptables en las condiciones económicas y sociales del lugar. Por estas razones, en algunos países la tierra registrada como destinada a usos agrícolas es mayor que la superficie que según estas evaluaciones tendría potencial para la producción de cultivos de secano (véanse los datos por países del Apéndice estadístico).
  3. La superficie clasificada como tierra con potencial para la producción de cultivos de secano se clasifica ulteriormente, en función del rendimiento obtenible en porcentaje del RMSI, en las tres categorías siguientes: muy idónea (MI), cuando se supera el 80 por ciento; idónea (I), del 40 al 80 por ciento; poco idónea (PI), del 20 al 40 por ciento. Por tierra no idónea (NI) se entendería aquéIla en la que los rendimientos posibles son inferiores al 20 por ciento del RMSI cualquiera que sea el cultivo y el nivel de tecnología 5.

4. Por ejemplo, en el caso del maíz cultivado en las zonas tropicales relativamente frescas, el rendimiento máximo sin impedimentos es de 10,9 toneladas/ha con un nivel elevado de tecnología y 2,7 toneladas/ha con un nivel bajo de tecnología, mientras que en los trópicos más calurosos dichos rendimientos son 7,1 y 1,8 toneladas/ha respectivamente (véase FAO, 1978–81, Vol. 3:124–131). Así pues, la tierra que podía producir menos del 20% de estos rendimientos (2,2 toneladas/ha de maíz con un nivel elevado de tecnología en los trópicos moderadamente frescos) se clasificó como no idónea para el maíz, aunque se incluyó dentro de la tierra agrícola si reunía el criterio del rendimiento mínimo (20% del RMSI) con uno o más de los otros cultivos.

Las estimaciones de la tierra con potencial para la producción de cultivos de secano se agregaron ulteriormente, a los efectos del presente estudio, en siete clases de tierra de secano (de AT1 a AT7), cuya definición puede verse en el Cuadro 4.1. Los datos por región pueden verse en el Cuadro 4.4 y la ubicación geográfica de la tierra es la que se observa en los mapas del Anexo al presente capítulo6.

Como ya se ha señalado antes, partes significativas de la tierra de secano con potencial de producción agrícola están sometidas a limitaciones de terreno y de suelo (Cuadro 4.2). Se considera que esta tierra tiene potencial de producción agrícola si las limitaciones no son insuperables, es decir, siempre que pueda producir un rendimiento del 20 por ciento o más del RMSI al menos con uno de los cultivos y con una de las tres variantes tecnológicas. La importancia de las diversas limitaciones difiere de una región a otra. Por ejemplo, en la región del Cercano Oriente/Africa del Norte, buena parte de la tierra con potencial agrícola de secano se encuentra ubicada en las zonas montañosas, donde la precipitación es suficiente para el cultivo aunque el obstáculo de las “laderas empinadas” afecta a una parte relativamente elevada (24 por ciento) del total. Esta limitación influye también en una proporción relativamente elevada de la tierra en el Asia oriental y el Asia meridional. En el Africa subsahariana y en América Latina y el Caribe, el 40–45 por ciento de la tierra de secano con potencial de producción agrícola tiene suelos con baja fertilidad natural; en el Africa subsahariana, una proporción importante tropieza con la limitación “suelos arenosos o pedregosos”.

5. Puede verse una explicación más completa de esta metodología en FAO (1978–81, 1982). La estimación del potencial total (2.573 millones de ha) que se presenta en el Cuadro 4.1 (y en los cuadros del Apéndice 3) supera con mucho los 2.142 millones de ha que se habían estimado en la edición de 1987 de este estudio (Alexandratos, 1988). Las razones son varias. Aunque también las estimaciones de 1987 se basaban en los datos sobre suelos del Mapa Mundial de Suelos de la FAO-UNESCO (FAO, 1971–81), las mediciones se han efectuado ahora con ayuda de un Sistema de Información Geográfica mientras que las de 1987 se basaban en una contabilidad manual de cuadrículas. Esta mejor utilización de los datos ha permitido varios cambios. El número de cultivos usados para comprobar la idoneidad de la tierra pasó de 11 en 1987 a 21 en el estudio actual. De la misma manera, la idoneidad se evaluó en función de los resultados relativos a los rendimientos con cualquiera de los tres niveles de tecnología, mientras que la estimación de 1987 se basó en los resultados obtenidos únicamente con el nivel más bajo. Además, se han cambiado varias de las normas aplicadas como consecuencia del perfeccionamiento de la metodología conseguido desde 1987. Finalmente, en 1987 se introdujeron varios ajustes a posteriori a los resultados obtenidos mecánicamente para tener en cuenta los cambios provocados por el hombre en los recursos de tierras (por ejemplo, la construcción de terrazas en pendientes consideradas no aptas para la producción agrícola en el procedimiento mecánico). En el presente estudio no se han efectuado tales ajustes a posteriori.
6. Los datos que trascienden de los mapas son algo distintos de los utilizados en los cuadros, ya que en los mapas cada unidad cartográfica se asignó por completo a la casilla agroecológica ya la clase de tierra que ocupaba el 50% o más de su superficie. Por esta razón, en las notas explicativas de los mapas se utiliza la expresión «clases de tierras dominantes».

Competencia entre la producción agrícola y otros usos de tierra: bosques, espacios protegidos, asentamientos humanos e infraestructura

Como ya se ha comentado, no toda la tierra con potencial de producción agrícola que se indica en el Cuadro 4.1 se considera, ni debe considerarse, como disponible para la expansión de la agricultura. Como se deduce de algunas estimaciones aproximativas7, quizá unos 94 millones de ha de tierra de todos los tipos están ocupadas por infraestructuras y asentamientos humanos en los países en desarrollo (excluida China), es decir, aproximadamente 33 ha por 1 000 personas. Como consecuencia del crecimiento demográfico, aumentará la superficie de tierra destinada a infraestructura y asentamientos humanos, aunque esta utilización aumentará probablemente con menos rapidez que la población total. De las estimaciones aproximadas que se utilizan aquí parece deducirse que la conversión de tierra para estos fines en el período comprendido hasta el año 2010 representaría unas 21 ha por cada 1 000 personas adicionales. No obstante, hay enormes diferencias entre los países debido a su densidad demográfica. Por ejemplo, en el Canadá, país con baja densidad de población, se estima que el crecimiento demográfico de las “regiones de predominio urbano” en 1981–86 representó una expansión de la tierra destinada a estos fines de 64 ha por cada 1 000 personas de aumento de la población en esas regiones, y el 59 por ciento de esa tierra se consideraba como “de primera calidad para la producción de cultivos”8. La situación es muy diferente en los países con escasez de tierras. Un reciente informe de las Naciones Unidas contiene la siguiente afirmación relativa a la India: “Al comienzo de los años 80 se estimaba que entre 1980 y el 2000 unas 600 000 ha de tierra rural se debería destinar a usos urbanos” (ONU/CESPAP, 1993). En esas fechas, se preveía un aumento de la población urbana de 170 millones de personas, lo que equivale a la conversión de 3,5 ha de tierra rural por cada 1 000 personas que aumentara la población urbana. Se trata de una cifra muy pequeña. Probablemente se refiere únicamente a la conversión de tierra agrícola.

Cuadro 4.1
Tierra con potencial de producción agrícola de secano, países en desarrollo (excluida China)
ClaseNombreRégimen de humedad (PCV en días)Calidad de la tierraMillones de ha
PotencialEn explotaciónRemanente
AT1Semiárida seca75–119MI,I,PI1548668
AT2Semiárida húmeda120–179MI,I350148202
AT3Subhúmeda180–269MI,I594222372
AT4Húmeda270+MI,I598 201915
AT5Tierra poco idónea en las clases semiárida húmeda subhúmeda y húmeda120+PI518 
AT6Fluvisoles y GleysolesDe inundación naturalMI,I258 64259
AT7Fluvisoles/Gleysoles poco idóneosDe inundación naturalPI65 
 Total con potencial de secano25377211816
Riego en tierra no idónea (árida e hiperárida)3636 
Total general25737571816

PCV = Periódo de crecimiento vegetal.
I = idónea,
MI = muy idónea,
PI = poco idónea.

Cuadro 4.2.
Proporción de la tierra con potencial de producción de cultivos de secano con limitaciones de terreno y suelo (porcentaje)
LimitaciónAfrica subsaharianaAmérica Latina y el CaribeCercano Oriente/ Africa del NorteAsia oriental (excluida China)Asia meridionalPaíses en desarrollo (excluida China)
Inclinaciones abruptas (16–45%)11624131910
Suelos de poca profundidad (<50 cm)1104111
Fertilidad natural baja4246128438
Desagüe deficiente del suelo15282261120
Suelos arenosos o pedregosos361517111123
Limitaciones químicas del suelo1123121
Total de la tierra de clases AT1 a AT7 afectada por una o más limitaciones2727243634267

1 Salinidad, sodicidad y exceso de yeso.
2 Las limitaciones son no aditivas, es decir, pueden sobreponerse.

7. La superficie de los asentamientos humanos se estimó como sigue: el único país con datos sistemáticos es China, donde se dispone de información tanto sobre la densidad de la población como sobre la utilización per cápita de la tierra utilizada con fines no agrícolas (residencia e infraestructura) en unos 2.000 condados. Partiendo de esos datos, se estimó una función que vinculaba la utilización por persona de la tierra con fines no agrícolas con la densidad de población (cuanto mayor esta densidad, menor la superficie por persona utilizada con fines no agrícolas). Esta función se aplicó posteriormente a todos los países y a todas las zonas agroecológicas de cada país. Las estimaciones de las densidades demográficas, desglosadas por zonas agroecológicas, se basan en los datos utilizados en el estudio «Recursos de tierra para la población del futuro» (FAO/FNUAP, 1980). Todas estas estimaciones son aproximativas y están expuestas, probablemente, a un considerable margen de error. Los datos mundiales más recientes sobre la utilización de la tierra ofrecen datos sobre la superficie construida en 17 países desarrollados pero para ninguno de los países en desarrollo (World Resources Institute, 1994).
8. Environment Canada (1989). El director de la publicación agradece al Dr. J. Dumanski de Agriculture Canda su atención al señalarle este documento.

Del total de 94 millones de ha de tierra de todos los tipos que, según las estimaciones, estaría actualmente ocupada por infraestructuras y asentamientos humanos, unos 50 millones de ha se encuentran probablemente en la tierra evaluada en la sección anterior como tierra con potencial para la producción de cultivos de secano pero no utilizada actualmente con ese fin (remanente de tierras). Se trata de una porción comparativamente pequeña, en torno al 2,8 por ciento del total del remanente de tierras. Podría aumentar hasta representar el 4 por ciento en el año 2010. No obstante, las proporciones son mucho más elevadas en las regiones con escasez de tierras. Por ejemplo, en el Asia meridional el 45 por ciento del remanente de tierras está ocupado probablemente por asentamientos humanos y la proporción podría llegar al 66 por ciento en el año 2010. Por ello, el crecimento demográfico en las regiones con escasez de tierra puede contribuir de forma significativa a reducir la superficie neta de tierra disponible para usos agrícolas. En el Cuadro 4.3 pueden verse las estimaciones pertinentes, desglosadas por regiones.

Como se indica en el Capítulo 2, los datos sobre la superficie de cubierta forestal tomados de la Evaluación de Recursos Forestales de 1990 - Países Tropicales (FRA90, FAO 1993f; véase también el Capítulo 5) solo se refieren a 69 de los países en desarrollo incluidos en este estudio (véase la lista de países en el Apéndice 1). En estos 69 países se encuentra la gran mayoría de los bosques de los países tropicales, 1 690 millones de ha de un total de 1 756 millones de ha. En ellos se encuentra también el grueso (1 724 millones de ha) de los 1 800 millones de ha de tierra con potencial de producción agrícola de secano pero no utilizada todavía para esos fines (el remanente de tierras) en los países en desarrollo (con exclusión de China). No se ha podido determinar la superposición efectiva entre la zona forestal y el remanente de tierras ya que en FRA90 los datos eran disponibles sólo en forma tabular, desglosados por unidad administrativa. Se calculó indirectamente la superposición mínima estimando en primer lugar la superficie de bosque que podría existir en la tierra clasificada como no idónea para la producción agrícola (NI, según la explicaión anterior). Si la parte de la tierra NI que era apta para las especies arbóreas forestales 9 (916 millones de ha en los 69 paíases) estaría efectivamente cubierta por bosques, la diferencia (774 millones de ha de superficie forestal tropical) debe encontrarse, por definición, en los 1 800 millones de hectáreas con potencial de producción agrícola. Se trate de una estimación de la superposición mínima. La superposición real será, probablemente, mucho mayor. No obstante, la estimación de la superposición mínima es una cifra útil para situar en perspectiva el análisis de la competencia entre la agricultura y la silvicultura. En el Cuadro 4.3 pueden verse las estimaciones pertinentes.

Finalmente, parte de los 1 800 millones de ha del remanente de tierras con potencial de producción de cultivos de secano no podrá utilizarse para la expansión de la agricultura por encontrarse en zonas clasificadas jurídicamente como protegidas (parques nacionales, bosques protegidos y reservas naturales)10. Hay datos sobre 63 de los países en desarrollo incluidos en el presente estudio (excluida China). Estos 63 países representan el 92 por ciento de los 1 800 millones de ha de la reserva de tierras. Sus espacios protegidos cubren 385 millones de ha. Los datos correspondientes son disponibles con información sobre su ubicación geográfica 11 y se han superpuesto a los del remanente de tierras. El resultado es que unos 200 millones de ha de zonas protegidas se encuentran en tierra clasificada como con potencial de producción de cultivos de secano y representarían el 12 por ciento del remanente de tierras de los 63 países. En el Cuadro 4.3 pueden verse los datos correspondientes, desglosados por regiones. La agricultura, como otras actividades económicas, está prohibida por ley en las zonas protegidas, pero la capacidad de imposición de las normas es débil en algunos países, lo que significa que en ellas se producen algunas actividades agrícolas, aunque no se ha podido evaluar la amplitud del fenómeno.

9. La tierra clasificada como no idónea para la producción de cultivos de secano (clase NI) se examinó en función de su idoneidad para las especies arbóreas forestales, utilizando la misma metodología empleada para la evaluación de la idoneidad para la producción de cultivos de secano, con la diferencia de que en vez de los requisitos para el crecimiento de los cultivos se consideraron esos de los árboles.
10. Clases I, II, III, IV de las Categorías para la gestión a efectos de la conservación establecidas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, 1990).
11. Los mapas e inventarios de Parques nacionales, bosques protegidos y reservas naturales han sido elaborados por el Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación, Cambridge, Reino Unido.

Cuadro 4.3
Tierra ocupada por asentamientos humanos, zonas forestales y espacios protegidos

(millones de ha)

 Tierra con potencial de producción de cultivos no en explotación (remanente de tierras)Asentamientos humanos (92 países)Zonas forestales (69 países)2Espacio protegiods (63 países)3
TotalEn el remanente de tierrasPorcentaje1 del remanente de tierrasTotalMínimo en el remanente de tierrasPorcentaje1 del remanente de tierrasTotalEn el remanente de tierrasPorcentaje1 del remanente de tierras
Africa subsahariana           
 1988/90796.523.514.51.8511.1199.825.1151.177.510.0
 2010754.435.421.72.9      
Cercano Oriente/Africa del Norte          
 1988/9015.912.11.710.7      
 201013.316.63.224.1      
Asia oriental (excluida China)          
 1988/9096.714.17.27.4210.224.726.663.320.722.3
 201081.517.79.111.2      
Asia meridional           
 1988/9037.625.716.844.761.16.116.215.65.314.1
 201033.734.422.366.2      
América Latina y el Caribe          
 1988/90869.218.710.41.2907.4541.667.8155.097.212.6
 2010842.023.513.11.6      
Países en desarrollo (excluida China)          
 1988/901815.994.150.62.81689.8773.944.9385.0200.712.0
 20101724.9127.669.44.0      

Nota: Véase el Apéndice 1, bajo la clasificación de países, para una lista de países con datos disponibles sobre las zonas forestales y los espacios protegidos. La estimación de la superposición entre las zonas forestales y protegidas y la tierra con potencial agrícola no actualmente en explotación (remanente de tierras) se hizo sólo para los países con dichos datos.
1 N.B. Puede haber superoposicióon entre asentamienos humanos, zonas forestales y espacios protegidos.
2 Estos 69 países suman 1724 millones de ha (95 por ciento) del total del remanente de tierras de 1988/90 (1816 millones de ha).
3 Estos 63 países suman 1675 millones de ha (92 por ciento) del total del remanente de tierras de 1988/90 (1816 millones de ha).

En conclusión, los datos y estimaciones del Cuadro 4.3 dan una idea de los principales usos enfrentados, y muchas veces superpuestos, de la tierra con potencial de producción de cultivos de secano y que contribuyen a limitar la superficie en la que podrán introducirse cultivos en el futuro.

Expansión futura de la tierra destinada a la producción de cultivos, tanto de secano como de regadío

La tierra destinada a la producción de cultivos en los países en desarrollo, excluida China, puede ascender de 760 millones de ha en 1988/90 a 850 millones de ha en el 2010, lo que representa un aumento de 90 millones de ha, es decir, aproximadamente el 5 por ciento de los 1 800 millones de ha del remanente de tierras. El grueso de este aumento correspondería al Africa subsahariana (42 millones de ha, es decir, el 5 por ciento de su reserva de tierras) y a América Latina y el Caribe (27 millones de ha, es decir, el 3 por ciento de su remanente). El resto de esta subida se produciría fundamentalmente en el Asia oriental, mientras que sería muy pequeña en el Asia meridional y el Cercano Oriente/Africa del Norte (véase el Cuadro 4.4).

Este ritmo de expansión de la tierra destinada a la producción de cultivos se ha calculado, en relación con cada una de las clases de tierras del Cuadro 4.1, teniendo en cuenta los siguientes factores de cada país: i) los datos o estimaciones sobre el aprovechamiento de la tierra en el año base 1988/90 (tierra de labranza destinada a la producción de cultivos y la correspondiente intensidad, así como la superficie de las tierras cosechadas y los rendimientos por cultivo, todos desglosados por clases de tierras, incluida la tierra de regadío); ii) las proyecciones de la producción de cada cultivo; iii) el probable aumento de los rendimientos, por cultivos y clases de tierras; iv) la posible expansión del riego, que incrementaría los rendimientos y la intensidad de cultivo en las tierras anteriormente de secano y permitiría la explotación de tierras hiperáridas y áridas anteriormente inutilizables; v) los cambios en la intensidad de cultivo a través de los cuales el aprovechamiento de la tierra por cultivo (definido en función de la superficie cosechada) se traduce en superficie física (en adelante denominada tierra de labranza), y vi) los remanentes de tierras obtenidos en la forma descrita en la sección precedente. Los valores de cada uno de estos parámetros se proyectan esencialmente mediante estimaciones de expertos en varias rondas de iteraciones sometidas a coherencia contable en relación con los datos de disponibilidad de tierras y su uso y los niveles de producción, consumo y comercio de cada producto, país y el mundo en su conjunto, como se explica en el Apéndice 2.

Las configuraciones de los principales parámetros en los que se basa la conclusión de que la tierra de labranza destinada a la producción agrícola debería y podría registrar un aumento de 90 millones de ha son las que se presentan en los Cuadros 4.4 (disponibilidad de tierra) y 4.5 (intensidad de cultivo y riego). El otro parámetro principal de las proyecciones (crecimiento de los rendimientos) se examina en una sección posterior del presente Capítulo. Cabe formular las siguientes observaciones:

  1. Aunque la tierra de labranza podría aumentar unos 90 millones de ha, la superficie cosechada podría crecer unos 124 millones de ha, debido a la creciente intensidad de cultivo. Según las previsiones, éste pasaría del 79 por ciento en 1988/90 al 85 por ciento en el 2010 para el promedio de todas las clases de tierras (Cuadro 4.5). La tendencia a aumentar la intensidad de cultivo y a reducir la duración de los barbechos es un fenómeno comprobado (aunque no se disponga de datos históricos completos y sistemáticos sobre esta variable), que acompaña al proceso de intensificación agrícola y refleja, entre otras cosas, el aumento de la densidad demográfica y la mayor participación del regadío en el total del aprovechamiento de las tierras. La intensidad de cultivo ha aumentado también en la agricultura de secano y se prevé que continúe haciéndolo, aunque con distinto ritmo según la región y clase de tierra. La intensificación del cultivo ha sido uno de los factores que ha contribuido a elevar el riesgo de degradación de la tierra y a poner en peligro la sostenibilidad cuando no ha ido acompañada de los debidos cambios tecnológicos para conservar la tierra, en particular la utilización suficiente y equilibrada de fertilizantes para compensar la extracción de nutrientes del suelo por la acción de los cultivos. Es previsible que continúe este riesgo, ya que en muchos casos las condiciones socioeconómicas no contribuirían a promover el cambio tecnológico necesario para garantizar una intensificación sostenible de la explotación de las tierras.
  2. La tierra de regadío de los países en desarrollo puede registrar un aumento neto de 23 millones de ha, es decir, del 19 por ciento. En otras palabras, se supondría que las pérdidas de la actual tierra de regadío (debidas, por ejemplo, a escasez de agua o a los efectos de la salinización) se compensarán por otros medios, por ejemplo mediante la rehabilitación o sustitución de las tierras perdidas por otras nuevas. No ha sido posible prever el ritmo de las pérdidas de tierras de regadío. Los pocos datos existentes sobre estas pérdidas son demasiado inciertos y aislados y no ofrecen una base sólida para sacar conclusiones sobre el futuro. Si se supone que cada año deberá rehabilitarse o sustituirse el 2,5 por ciento del regadío actual (es decir, suponiendo que la duración media de los planes de riego fuera de 40 años), el total de las actividades de inversión en riego en los países en desarrollo (excluida China) durante el período incluido en el estudio deberá afectar a unos 85 millones de ha; más de 70 por ciento correspondería a actividades de rehabilitación o sustitución y el resto a la expansión neta.
  3. Las proyecciones sobre el riego aquí utilizadas se basan en lo que se sabe sobre los planes de expansión del riego en los diferentes países, la disponibilidad de tierras con potencial de producción agrícola de regadío y la necesidad de aumentar la producción de cultivos. En las proyecciones se incluye cierta expansión del riego informal (comunitario), importante en el Africa subsahariana. La intensidad de cultivo en la tierra de regadío continuaría aumentando, sobre todo en las regiones con escasez de tierras. El resultado sería un aumento de 45 millones de ha en la superficie de riego cosechada, frente a los 23 millones de ha previstos en el caso de la tierra de labranza (física) bajo riego. El aumento previsto de esta última es muy inferior al de los 20 años anteriores, en que alcanzó los 40 millones de ha (Cuadro 4.5). Es todavía más bajo si se expresa en términos relativos, ya que el crecimiento previsto sería del 0,8 por ciento anual, frente al 2,2 por ciento en los años 70 y el 1,9 por ciento en los 80. Esta desaceleración prevista se debe a la creciente escasez de recursos hídricos y al menor ritmo del crecimiento previsto de la producción agrícola.
  4. Debe tenerse en cuenta que la expansión del riego no siempre reduce las reservas de tierra idónea para la agricultura de secano, por ejemplo cuando el riego permite la explotación agrícola de las tierras áridas e hiperáridas. Estas superficies se incluyen en la estimación más amplia de la “tierra con potencial agrícola” si están actualmente regadas (véanse los Cuadros 4.1 y 4.4). En algunas regiones y países, la tierra de regadío árida e hiperárida constituye una parte importante del total de tierras en explotación (aproximadamente un quinto en el Cercano Oriente/Africa del Norte) y hace aumentar de 36 millones de ha la estimación de la tierra con potencial agrícola en los países en desarrollo. Según las previsiones, para el año 2010 podrían regarse otros 2 millones de ha de este tipo de tierra (Cuadro 4.5).
  5. La expansión prevista del riego representará sólo una pequeña parte del potencial total existente (pero desconocido) de expansión. No ha sido posible presentar una estimación del potencial total de expansión del riego semejante a la efectuada en el caso de la tierra con potencial de producción de cultivos de secano. Para estimar dicho potencial, habría que poner en relación los datos disponibles sobre recursos hídricos con los relativos a las características de la tierra y tener en cuenta los factores socioeconómicos. Cada una de estas tareas presenta numerosas dificultades prácticas y teóricas. La definición de los recursos hídricos disponibles para el riego y la cuantificación de los mismos está sometida a interpretaciones muy diversas12. Estos recursos sólo se pueden cuantificar de forma significativa a partir de las unidades hidrológicas físicas (cuencas o acuíferos), algunas de las cuales pueden desbordar las cuales pueden desbordar las fronteras nacionales. El agua de una unidad hidrológica determinada no se puede asignar automáticamente a una superficie específica de tierra, ya que puede trasladarse a lugares muy lejanos, y quizá sean necesarios, si no existen ya, acuerdos internacionales para determinar las normas de asignación. Además, como el agua superficial y subterránea están relacionadas entre sí, es difícil evaluar estos dos recursos independientemente. Más aún, los recursos subterráneos no se conocen debidamente en todos los países, lo que impide una evaluación sistemática y fiable. La evaluación de los recursos hídricos disponibles se complica todavía más por efecto de las transferencias entre cuencas, las diferencias entre unos años y otros y el consumo de agua fósil (recursos subterráneos no renovables). Quizá sean todavía más importantes los aspectos socio-económicos del problema, ya que el potencial de expansión del riego solamente se puede determinar en función de sus beneficios y costos económicos y sociales, incluidos los costos ambientales.

12. Los datos presentados anteriormente sobre la tierra con potencial de producción de cultivos de secano, atendiendo a las diversas posibilidades de duración del período de crecimiento vegetal (PVC) pueden utilizarse para extraer algunas deducciones sobre los recursos hídticos para la agricultura de secano, como se expone en el Capítulo 2.

Expansión prevista de la tierra en relación con las tendencias del pasado

De lo dicho se deduce que las proyecciones sobre el uso de la tierra no son extrapolaciones de tendencias históricas. Aun cuando hubiéramos querido extrapolar estas tendencias (y no es este el caso), no hay series de datos históricos por país y por clase de tierra. Además, ni siquiera los datos cronológicos disponibles sobre el total de la tierra dedicada a la producción de cultivos (es decir la “tierra de labranza y la tierra dedicada a cultivos permanentes”) constituye una base suficientemente fiable para analizar la evolución histórica de esta variable en varios países. Esta conclusión se basa en la comparación entre el total de la superficie cosechada resultante de la agregación de los datos por cultivo y el total de la tierra de labranza indicada en las estadísticas sobre uso de la tierra. Los valores de la intensidad de cultivo resultantes de esta comparación son a menudo poco realistas frente a lo que se sabe sobre esta variable en las distintas clases de tierra. Así ocurre especialmente en el caso de los datos de algunos países del Africa subsahariana con buena parte de su tierra agrícola en las clases semiárida o marginalmente idónea. Los agrónomos y expertos de los distintos países recomiendan que en tales casos, si la intensidad de cultivo implícita resulta inaceptablemente elevada, se accepten los datos sobre superficie cosechada y se aumenten las estimaciones de tierra de labranza de modo que el valor de la intensidad de cultivo se ajuste a la baja para reflejar más exactamente lo que ellos creen que es la situación real.

Se ha ajustado así la intensidad de cultivo de varios países para el año base 1988/90 y el resultado ha sido la estimación antes citada de 757 millones de ha de tierra de labranza destinada a la producción de cultivos. Antes de introducir los ajustes, la cifra era de 669 millones de ha. En 42 de los 91 países, el ajuste superó el 20 por ciento, pero en general se trataba de pequeños países que sumaban 204 millones de ha del total registrado de 669 millones. Una vez efectuado el ajuste, la estimación de su tierra de labranza en 1988/90 ascendió a 308 millones de ha del total ajustado de 757 millones de ha.

En consecuencia, en el grupo de países donde se procedió a un “fuerte ajuste” los datos cronológicos disponibles no son lo bastante fiables como para que puedan servir de norma de referencia para las proyecciones. En cambio, en lo que respecta a los 49 países restantes, donde los datos del año de referencia se ajustaron menos de un 20 por ciento, en el peor de los casos, y que representan aproximadamente el 60 por ciento de los 757 millones de ha de 1988/90, los datos del pasado son más relevantes. En este grupo, la tasa proyectada de expansión de la tierra arable es del 0,4 por ciento anual. Se trata de una tasa igual a la de 1980-91 e inferior a la de los decenios anteriores (Cuadro 4.6, fila 8). La conclusión es que el crecimiento quizá no continúe bajando como en el pasado, aunque un crecimiento del 0,4 por ciento anual sería muy bajo, suponiendo un crecimiento del 10 por ciento en 20 años para este grupo de países. Este resultado es compatible con las proyecciones sobre la producción y con la perspectiva de que los rendimientos crezcan a un ritmo inferior al del pasado, en que su rápido crecimiento hizo posible elevadas tasas de crecimiento de la producción al mismo tiempo que disminuían las tasas de expansión de la tierra de labranza en explotación.

Poco más se puede decir, salvo quizá que en tres de las cinco regiones en desarrollo las tasas previstas de expansión de la tierra son más bajas que las obtenidas de los datos no ajustados del período histórico. En el caso del Asia meridional la tasa prevista de crecimiento no es inferior a las de los años 80 pero continúa siendo de sólo el 0,1 por ciento al año. Así, el Africa subsahariana es la única región en la que la expansión prevista de la tierra agrícola en el futuro es más rápida que en el pasado, aunque, como ya se ha señalado, los datos cronológicos no son una indicación muy válida de lo que ha estado ocurriendo en la región. El Africa subsahariana es también la única región en la que el crecimiento previsto de la agricultura es mayor que en el pasado. Dadas las difíciles condiciones agroecológicas para el rápido crecimiento del rendimiento de muchos cultivos en esta región, se deduce que para conseguir una aceleración significativa del crecimiento de la producción se requerirá una tasa de expansión de la tierra mayor que en el pasado.

Cuadro 4.4
Tierra con potencial de producción de cultivos, tierra en explotación y remanente, países en desarrollo (excluida China)

(millones de ha)

 Semiárida secaSemiárida húmedaSubhúmedaHúmedaTierra poco diónea en las clases:Semiárida húmeda, subhúmeda, húmedaFluvisoles y GleysolesFluvisoles y Gleysoles poco idóneosTotal de tierra con potencial de producción de cultivos
 Suma A1-A7Total, incluidas tierras áridas de regadíoTotal de calidad comparable 2
TotalPorcentaje de superficie de tierrasHa per cápitaTotalHa cáita
(AT1)(AT2)(AT3)(AT4)(AT5)(AT6)(AT7)
Africa subsahariana           
Tierra con potencial de producción de cultivos89.0179.0294.1171.1155.2104.515.41008100946   
Tierra en explotación 1988/9042.943.859.557.617.91212213 0.451600.34
Remanente 1988/9046.1135.2234.7268.7111.9797797 1.69  
Tierra en explotación 201046.852.270.273.511.2254255 0.281940.21
Remanente 201042.2126.7223.9252.9 108.7754754 0.83  
Cercano Oriente/Africa del Norte           
Tierra con potencial de producción de cultivos18.621.517.10.29.69.70.878928   
Tierra en explotación 1988/9014.717.514.99.64.96277 0.26830.28
Remanente 1988/904.04.02.20.15.61616 0.05  
Tierra en explotación 201015.918.615.39.64.96481 0.16900.18
Remanente 20102.72.91.80.25.61313 0.03  
Asia oriental (excluida China)           
Tierra con potencial de producción de cultivos1.27.748.838.053.031.54.118418439   
Tierra en explotación 1988/900.02.520.5 45.019.68888 0.18900.18
Remanente 1988/901.15.328.246.016.19797 0.19  
Tierra en explotación 20100.03.025.152.821.8103103 0.151040.15
Remanente 20101.14.723.738.213.88282 0.12  
Asia meridional           
Tierra con potencial de producción de cultivos29.282.450.66.022.421.30.921322854   
Tierra en explotación 1988/9022.161.045.425.121.6175191 0.172390.22
Remanente 1988/907.121.45.23.30.73838 0.03  
Tierra en explotación 201022.162.544.727.922.0179195 0.122580.16
Remanente 20107.119.95.90.50.23434 0.02  
América Latina y el Caribe           
Tierra con potencial de producción de cultivos15.959.6182.8382.7277.691.144.01054105952   
Tierra en explotación 1988/906.622.981.164.29.7185190 0.441750.40
Remanente 1988/909.336.7101.7596.2125.3869869 2.01  
Tierra en explotación 20107.424.794.068.517.0212217 0.352020.32
Remanente 20108.534.988.8591.8118.0842842 1.35  
Países en desarrollo           
Tierra con potencial de producción de cultivos153.9350.2593.4597.9517.8258.165.22537257340   
Tierra en explotación 1988/9086.3147.7221.5201.563.7721757 0.277470.27
Remanente 1988/9067.6202.5372.0914.3259.618161816 0.65  
Tierra en explotación 201092.2161.0249.4232.376.9812850 0.198480.19
Remanente 201061.7189.2344.0883.5246.417251725 0.39  

1 Nota: No ha sido posible identificar por separado la “tierra en explotación” en las clases de tierras AT4 y AT5, AT6 y AT7.
2 La tierra en explotación de cada clase se ha agregado con las correspondientes ponderaciones, que indican su potencial productivo: desde 2,2 en el caso de las tierras de regadío, pasando por 1,0 en las subhúmedas,hasta 0.31 en las semiáridas secas (véase el Capítulo 2). Las ponderaciones de cada clase de tierra han sido ajustadas para reflejar el hecho que parte de la tierra en cada clase es actualmente de regadío. En ausencia deuna estimacion sobre el potencial de regadio del remanente de tierra, no se puede establecer para él un total homogeneo de calidad comparable.

Cuadro 4.5.
Tierra de labranza en explotación, intensidad de cultivo y tierra cosechada1, países en desarrollo (excluida China)

(millones sde ha)

 Total de tierra en explotaciónDe secanoDe regadío
Tierra de labranzaIntensidad de cultivo (%)Tierra cosechadaTierra de labranzaIntensidad de cultivo (%)Tierra cosechadaEn tierra con potencial de producción de cultivo de secano (AT1 a AT7)En tierra árida e hiperáridaTotal de tierra de labranzaPorcentaje del total de la tierra de labranza en explotaciónIntensidad de cultivo (%)Tierra cosechadaPorcentaje del total de la tierra cosechada
Africa subsahariana             
 (1969/71)(124) (98)     (3,6)    
 (1988/90)(140) (114)     (5,3)    
 1988/90212,555117,7207,255113,74,60,75,32754,03
 2010254,762158,1247,761152,26,20,87,03845,94
Cercano Oriente/ Africa del Norte             
 (1969/71)(89) (53)     (16,3)    
 (1988/90)(93) (62)     (20,1)    
 1988/9076,58363,456,47743,75,314,820,1269819,731
 201080,59374,857,98549,06,516,222,72811425,834
Asia oriental             
 (1969/71)(68) (64)     (11,0)    
 (1988/90)(82) (85)     (20,0)    
 1988/9087,510188,868,29665,619,30,019,32212023,226
 2010102,8105108,481,210081,321,50,021,52112627,125
Asia meridional             
 (1969/71)(197) (187)     (44,8)    
 (1988/90)(204) (205)     (65,2)    
 1988/90190,5112213,0127,1109138,448,115,363,43311874,635
 2010194,9122237,0118,6113133,660,515,876,339136103,444
América Latina y el Caribe             
 (1969/71)(117) (88)     (10,0)    
 (1988/90)(150) (113)     (15,4)    
 1988/90189,661115,6174,658101,59,95,115,089414,112
 2010216,867145,0198,464127,013,25,118,389818,012
Países en desarrollo             
 (1969/71)(595) (488)     (85,7)    
 (1988/90)(669) (579)     (126,1)    
 1988/90756,779598,5633,673462,987,135,9123,016110135,623
 2010849,785723,3703,877543,1108,037,9145,917124180,225

1 Los datos entre paréntesis son los datos históricos antes del ajuste. Sólo se introdujeron ajustes en los datos de 1988/90 (véase el texto).

Cuadro 4.6.
Tierra de labranza en explotación, comparación entre las previsiones y los datos históricos (antes y después del ajuste)
 1961/631969/711979/811989/911988/901988/90 ajustado120101961-701970-801980-911988/90 (ajustado)1 -2010
 millones de hamillones de hatasas de crecimiento (% anual)
Países en desarrollo del estudio,(excluida China)5595956396716697578500.80.70.50.6
Africa subsahariana1161241331401402122550.90.70.50.9
Cercano Oriente/Africa del Norte.868991939377800.50.10.30.2
Asia oriental (excluida China)6368758282881031.01.11.00.8
Asia meridional1911972022052041901950.40.30.10.1
América Latina y el Caribe1041171381511501892171.51.70.90.6
Partida pro memoria           
Países en desarrollo del estudio, excluido el Africa subsahariana y China4434715065315295455950.80.70.50.4
Países en desarrollo con pequeños ajustes en los datos24084284504654654494920.60.50.40.4
China1041021009695--3 -0.3-0.2-0.5 
Total de los países en desarrollo4668702745773   0.60.60.4 
Países desarrollados666674672668   0.10.0-0.1 
América del Norte224234236234   0.40.1-0.1 
Europa occidental10810310098   -0.5-0.2-0.2 
Europa oriental y ex URSS282275272269   -0.4-0.1-0.1 
Otros países52616367   2.50.40.5 
Todo el mundo1335137614161441   0.40.30.2 

Nota: Los datos históricos son los oficiales; se completan con datos extraoficiales y estimaciones de la FAO basadas en sus datos estándar sobre la tierra de labranza y la tierra ocupada por cultivos permanentes.

1 Ajustados para este estudio, como se explica en el texto.
2 Países cuya superficie de tierras de 1988/90 se ajustó menos del 20 por ciento.
3 Según algunas fuentes, la tierra de labranza en explotación en China tiene una superficie de 125 millones de ha.
4 Incluidos los países menores no incluidos en este estudio.

En el Cuadro 4.6 puede verse una sinopsis general del aprovechamiento de la tierra agrícola en el mundo, con inclusión de China, los países en desarrollo restantes (no incluidos en los 93 del estudio) y los desarrollados. Cabe señalar la estabilidad de los datos referidos a los países desarrollados, así como las incertidumbres de los referentes a China. Suponiendo cierta reducción en el aprovechamiento de la tierra agrícola en los países desarrollados (sobre los que no se han formulado proyecciones en este estudio), cabe suponer que habrá sólo una moderada expansión de la tierra destinada a usos agrícolas en el conjunto del mundo.

4.3. COMBINACIONES TIERRA-RENDIMIENTO (CULTIVOS PRINCIPALES)

La producción de cultivos total crecerá, según las previsiones, de un 2,4 por ciento anual, mientras que en 1970-90 el crecimiento fue del 2,9 por ciento. Las razones de ese descenso de la tasa de crecimiento se explican en el Capítulo 3. Las combinaciones de expansión de la superficie cosechada y aumento de los rendimientos en que se basan las proyecciones relativas a los principales cultivos pueden verse en el Cuadro 4.7. En el Cuadro 4.8 se observa cómo contribuyen al crecimiento de la producción de cultivos el aumento de la superficie (y, en él, la expansión de la tierra de labranza y la mayor intensidad de cultivo, es decir, la expansión de los cultivos múltiples y la reducción de los barbechos) y de los rendimientos. Conviene señalar que estos rendimientos medios (todos los cultivos, agregados en función de los precios de 1979/81, todas las zonas agroecológicas, todos los países) no son muy útiles para comprender los factores agronómicos en que se basan las proyecciones.

Los datos y proyecciones de los Cuadro 4.7 y 4.8, sin embargo, pueden ayudar a comprender hasta qué punto las proyecciones sobre la producción dependen de la expansión ulterior de la tierra en explotación y el riego, su utilización más intensiva (mayor intensidad de cultivos) y la continuación del aumento de los rendimientos. En particular, arrojan bastante luz sobre el interrogante de si el futuro puede ser o no como el pasado, aunque, como se ha señalado en la sección precedente, los datos históricos no siempre constituyen una base suficiente para hacer esta comparación. Se ha de señalar que estas proyecciones sobre la tierra y los rendimientos no son de ninguna manera extrapolaciones de las tendencias históricas. Se invita al lector a que imagine cuáles habrían sido las proyecciones si este estudio se hubiera limitado a extrapolar las explosivas tasas de crecimiento de la superficie registradas en el período anterior en el caso de la soja y la caña de azúcar en un país importante como el Brasil, es decir, el 10,8 y 7,4 por ciento anual, respectivamente, en el período 1970-90.

Cuadro 4.7.
Superficie y rendimientos de los principales cultivos, países en desarrollo (excluida China)
 Producción (P)Superficie cosechada (S)Rendimiento (R)Tasas de crecimiento (% anual)
(millones de toneladas)(millones de ha)(toneladas/ha)1970-901988/90-2010
1969/711988/901991/92120101969/711988/9020101969/711988/902010PSRPSR
Trigo671321442055870771,21,92,73,80,92,82,10,51,6
Arroz (en cáscara)177303309459951091201,92,83,83,00,82,32,00,51,5
Maíz701121171965463801,31,82,52,70,91,82,71,21,5
Cebada162224351517191,11,31,81,80,81,02,30,61,8
Mijo192221323532380,60,70,80,4-0,61,01,80,91,0
Sorgo283737623837500,71,01,21,70,31,52,51,41,1
Todos los cereales3816316579952993313891,31,92,62,80,62,22,20,81,4
Yuca951531492231115188,310,112,22,41,31,11,80,90,9
Caña de azúcar48688293913659151852,059,675,43,42,50,82,11,01,1
Leguminosas243032484652610,50,60,81,30,70,62,20,71,5
Soja3383779322331,01,72,411,89,42,13,61,91,7
Maní141615301717210,81,01,40,4-0,40,93,01,21,7
Café4668911120,50,50,72,21,50,71,50,11,4
Semilla de algodón162122422219220,71,11,91,3-0,92,23,20,72,5

Nota: A veces las diferencias entre las tasas de crecimiento anual del período histórico y las proyecciones parecen muy grandes. Con frecuencia, se trata de la continuación de tendencias que empiezan en el período histórico o de cambios previstos en un país que tiene gran influencia sobre el total. Por ejemplo, se prevé que el incremento anual de la producción de caña de azúcar en los países en desarrollo excluyendo Brasil seguirá igual que antes, a saber 2,2 por ciento. De la misma manera, la superficie asignada a la soja en Brasil (actualmente más de la mitad del área total de soja de los países en desarrollo) creció en un 21,2 por ciento por año en el decenio de los 70, pero bajó a 3,5 por ciento en los 80.

1 Datos actualizados en mayo 1994 que no se usan en este estudio.

Cuadro 4.8.
Las fuentes de aumento de la producción de cultivos y de la tierra cosechada, países en desarrollo (excluida China)

(porcentaje)

 Producción de cultivosTierra cosechada
1970-90 contribución a los aumentos de:1988/90-2010 contribución a los aumentos de:1988/90-2010 contribución a los aumentos de:
rendimientostierra cosechadarendimientostierra cosechadatierra de labranzaintensidad de cultivo
Países en desarrollo693166346238
Africa subsahariana534753476436
Cercano Oriente/      
Africa del Norte732771293169
Asia oriental594161398218
Asia meridional821882182278
América Latina y el Caribe524853476040

Las conclusiones generales son las siguientes: a) en lo que se refiere a los cultivos principales (por ejemplo, cereales, soja), las tasas de crecimiento de los rendimientos medios serán muy inferiores a las de los 20 últimos años, por ejemplo, un 1,6 por ciento anual en el caso del trigo frente al 2,8 por ciento anual del pasado, y un 1,5 por ciento anual frente al 2,3 por ciento anual en el del arroz, etc. (Cuadro 4.7); b) la expansión de la superficie cosechada continuará desempeñando un papel significativo en el crecimiento total de la producción de cultivos, aunque, como en el pasado, será mucho menos significativo que el del aumento de los rendimientos. Paralelamente, la mayor intensidad de cultivo, principalmente en las zonas de regadío, desempeñará un papel predominante en las regiones con escasez de tierra (Asia meridional, Cercano Oriente/Africa del Norte); y c), como se ha señalado en la sección anterior, la expansión de la tierra de regadío avanzará probablemente a un ritmo muy inferior al del pasado.

Combinaciones tierra-rendimiento en el sector de los cereales

En los países en desarrollo (excluida China), el cereal más importante es el arroz: en 1988/90 su producción (en equivalente de arroz en cáscara) representó el 48 por ciento del total de la producción de cereales, seguido del trigo (21 por ciento), maíz (18 por ciento), sorgo (6 por ciento) y cebada y mijo (menos del 4 por ciento en cada caso). Según las previsiones, el crecimiento de la producción de trigo y arroz se desacelerará considerablemente durante el período incluido en las proyecciones, en comparación con lo ocurrido en los dos últimos decenios. Los cereales secundarios mantendrían el ritmo de crecimiento anual del pasado, debido en parte al fuerte aumento de la demanda de cereales para pienso.

La parte más considerable de la producción del trigo en los países en desarrollo (excluida China) corresponde, con mucho, al Asia meridional y al Cercano Oriente/Africa del Norte (82 por ciento). La producción de arroz se concentra en el Asia meridional y oriental (89 por ciento) y la de cebada se localiza sobre todo en el Cercano Oriente/Africa del Norte. Se trata de regiones con escasez de tierra, donde la dependencia del regadío es mayor que el promedio. Dadas las necesidades y el potencial limitado de aumentar las tierras en explotación, gran parte de los aumentos de la producción de estos tres cereales deberá conseguirse mediante el aumento de los rendimientos. El maíz y el sorgo se producen fundamentalmente en América Latina y el Africa subsahariana, mientras que la producción de mijo se distribuye de manera uniforme entre el Africa subsahariana y el Asia meridional. En términos generales, el predominio de las dos regiones con una abundancia relativa de tierras y agricultura de secano en lo que se refiere a la producción de cereales secundarios (excluida la cebada) indica que la expansión de la superficie ocupará un lugar comparativamente más importante en el crecimiento de la producción que en el caso del trigo y el arroz.

Los datos y proyecciones del Cuadro 4.7 son conformes a esta prospectiva. Por ejemplo, se podría conseguir un aumento del 2,0 por ciento anual en la producción de arroz mediante un incremento del 0,5 por ciento anual en la superficie de cosecha de arroz (y mucho menor en términos de la superficie de labranza destinada a la producción de arroz). En contraste, el crecimiento del 2,5 por ciento anual de la producción de sorgo se podría conseguir con un aumento del 1,4 por ciento anual de la superficie de cosecha de sorgo. El hecho de que la producción de estos cereales secundarios sea abrumadoramente de secano y de que, en el caso del mijo y el sorgo, una parte considerable de la misma se consiga en las dos clases de tierras semiáridas explica por qué se prevé que los rendimientos contribuyan menos a aumentar la producción que en el caso del trigo y el arroz. En el Cuadro 4.9 pueden verse las posibles combinaciones de superficie-rendimiento, desglosadas por clases de tierra agroecológicas, en que se basan las proyecciones sobre la producción de cereales.

Estas distinciones agroecológicas contienen importante información para analizar la evolución de los rendimientos medios, ya que hacen posible distinguir entre aumentos “genuinos” del rendimiento (debido al uso de fertilizantes y variedades mejoradas, mejoras de la gestión, etc.) en un entorno de producción con determinadas características físicas y aumentos de los rendimientos medios como consecuencia de la transferencia relativa de la producción de las clases de tierras de bajo potencial a las de potencial más elevado. Por ejemplo, parte del aumento de una tonelada/ha en el rendimiento medio de arroz se debe a la posibilidad de que la proporción de la tierra de regadío en el total de la superficie destinada al arroz pase del 43,5 por ciento anual en 1988/90 al 47,9 por ciento en el 2010. Si esto ocurre, el rendimiento medio aumentaría aun cuando permanezcan sin cambios los rendimientos de las tierras de regadío y de secano. No obstante, el factor que, sin duda, contribuirá más a elevar los rendimientos medios será el mayor rendimiento en todas y cada una de las clases de tierras. El aumento de los rendimientos en una zona agroecológica determinada dependerá de la generación por el sistema de investigación agrícola de variedades nuevas que permitan una mejora sustancial de los rendimientos o de variedades que contribuyan a un crecimiento más lento (evolutivo) de los rendimientos que permitan la sustitución periódica de las variedades actuales que están sujetas a un proceso de erosión de su potencial de rendimiento (para un análisis útil véase Byerlee, 1994 y Plucknett, 1994). Estos son parámetros importantes en la discusión sobre las necesidades y prioridades de la investigación agrícola como medio de apoyar el crecimiento de la producción.

Cuadro 4.9
Producción de los principales cereales por clases de tierra, países en desarrollo (excluida China)1
 Todas las clases de tierra2Semiárida secaSemiárida húmedaSubhúmedaHúmedaFluvisoles y gleysolesRegadío
(AT1)(AT2)(AT3)(AT4+AT5)(AT6+AT7)
S3RPSRPSRPSRPSRPSRPSRP
Trigo                     
1988/9069,71,9132,43,10,72,210,01,212,316,01,727,36,21,610,30,50,70,433,82,480,0
201077,12,7205,03,21,03,311,01,820,317,42,137,15,22,312,10,51,00,539,73,3131,7
Arroz(en cáscara)                     
1988/90109,22,8302,7      10,52,122,421,41,633,329,72,471,747,53,7175,3
2010120,53,8458,7      5,72,413,424,51,954,432,63,1101,957,78,2297,9
Maíz                     
1988/9062,61,8112,20,80,60,57,61,29,030,11,854,915,31,319,51,61,01,77,23,726,7
201079,62,5196,61,00,90,98,81,513,638,12,697,719,31,733,51,61,21,910,84,549,0
Cebada                     
1988/9017,21,321,94,70,73,33,91,24,82,81,74,82,31,43,20,60,70,42,91,85,3
201019,41,835,55,21,15,74,21,97,93,32,47,72,91,95,40,81,00,83,12,68,0
Mijo                     
1988/9031,90,721,710,20,43,99,80,66,46,30,95,82,90,51,50,90,80,81,71,93,3
201038,20,831,712,10,56,112,10,89,97,21,18,13,70,62,41,31,21,61,82,03,5
Sorgo                     
1988/9037,11,036,98,80,54,111,30,88,99,41,311,92,50,71,92,00,81,73,02,88,4
201049,71,261,811,70,66,914,51,014,212,71,721,54,30,93,92,81,13,13,83,312,3

1 Datos sobre producción y rendimientos de cada cultivo por clase de tierra y país no existen en forma sistemática. Estos datos se han reunido de las fuentes disponibles (informes de países y proyectos, análisis de los expertos, etc.). Por lo tanto se deben interpretar con precaución.
2 Para una explicación de las clases de tierra véase la sección 4.2 del presente capitulo.
3 S = superficie en millones de ha; R = rendimiento en toneladas/ha; P = producción en millones de toneladas.

Las características agroecológicas utilizada en el presente estudio para clasificar la tierra agrícola en categorías constituyen una base útil para abordar este tema. Su mayor o menor utilidad depende de si las clases de tierra resultantes pueden considerarse más bien homogéneas en lo que respecta a su potencial de aumento de los rendimientos. Por ejemplo, esta condición se cumpliría si la categoría “subhúmeda” de las tierras de secano (AT3) tuviera las mismas características físicas y bióticas (PCV, suelo, clase de terreno) en los diferentes países, por ejemplo en la Argentina y México. En la Argentina se consiguen rendimientos de maíz de 3,5 toneladas/ha en esta clase de tierra mientras que en México el rendimiento es de sólo 1,4 toneladas/ha. Si los entornos físicos de la producción fueran los mismos, sería razonable considerar que las variedades existentes ofrecen un considerable margen de aumento de los rendimientos en México. En tal caso, el aumento de la producción de maíz en México dependería no tanto de los progresos de la investigación en los intentos de aumentar los rendimientos máximos del maíz en este tipo de tierra cuanto de la combinación de investigación aplicada y factores socioeconómicos y de gestión que permitiría a los agricultores mexicanos aumentar los rendimientos adoptando las variedades más productivas de la Argentina.

Sin embargo, los criterios agroecológicos utilizados en el estudio no son lo suficientemente precisos como para permitir la extracción de conclusiones sólidas basadas en este tipo de argumento. Por ejemplo, la clase de tierra de secano “subhúmeda” comprende tierras: a) con regímenes de humedad donde el PCV puede durar desde 180 hasta 270 días; b) con características de suelos/terrenos que podrían calificarse como “muy idóneas” o “idóneas”, y c) con un potencial de rendimiento, en el caso de la tierra “muy idónea”, que iría desde el 80 al 100 por ciento del rendimiento máximo sin impedimentos (RMSI) y, en el de las tierras “idóneas”, entre el 40 y el 80 por ciento del RMSI. En otras palabras la clase de tierra “subhúmeda” abarca una gran variedad de entornos productivos. En concreto, la tierra clasificada como subhúmeda puede tener rendimientos máximos potenciales que podrían ser desde sólo el 40 por ciento hasta el 100 por ciento del RMSI. En conclusión, si la mayor parte de la tierra “subhúmeda” del país X se encuentra más próxima al límite inferior del espectro y la del país Y está más próxima al límite superior, las posibilidades de aumentar los rendimientos en el país X mediante políticas que favorezcan la transferencia, adaptación y difusión de la tecnología y variedades actualmente utilizadas en el país Y serían muy limitadas. Conviene señalar que incluso la tierra de regadío es mucho menos homogénea de lo que haría pensar la aparente flexibilidad que ofrece el riego para superar los impedimentos relacionados con la falta de humedad (PCV). Ello se debe a que la calidad de la tierra de regadío puede ocupar una gama que va desde “totalmente equipada y no expuesta a escasez de agua” hasta “parcialmente equipada y expuesta a escasez de agua”.

A pesar de estas limitaciones de las clasificaciones agroecológicas, su utilización en el presente estudio para analizar las perspectivas de producción de cada uno de los cereales más que de los cereales o los cereales secundarios como grupo, es un paso útil para comprender hasta qué punto el aumento futuro de los rendimientos depende de los nuevos avances de la investigación. Ofrece en este sentido una base más sólida que la mera comparación de las diferencias de rendimientos medios entre países o, con mucha mayor razón, entre grandes grupos de países, por ejemplo entre los rendimientos medios de los países desarrollados y los de los países en desarrollo. Los rendimientos medios del trigo en los países de la región del Cercano Oriente/Africa del Norte oscilan entre casi 5 toneladas/ha, en Egipto y Arabia Saudita (producción en tierra de regadío), y 0,8-0,9 toneladas/ha en Argelia e Irak (tierra principalmente de secano y semiárida). Obviamente, estas discrepancias en los rendimientos medios por países no aportan ninguna información útil sobre el tema que se quiere dilucidar. Pero es más significativo saber que los rendimientos del trigo de secano en la clase de tierra “subhúmeda” son dos veces más elevados en Turquía que en la mayor parte de otros países de la región. Esta diferencia de rendimiento para una clase de tierra determinada es más útil que la de los rendimientos medios de los países para identificar las posibilidades de mejorar los rendimientos en los países más atrasados al respecto mediante un proceso de equiparación a los otros (para una discusión de este problema basada en el análisis de las diferencias de rendimientos medios entre países, véase Plucknett, 1993).

Las consideraciones anteriores son útiles para comprender los factores en que se basan las proyecciones del presente estudio sobre los rendimientos. El factor dominante es la perspectiva de que las posibilidades de aumentar los rendimientos máximos mediante saltos cuantitativos debido a la introducción de nuevas variedades son ahora más limitadas que en el pasado (Ruttan, 1994). Por ello, es probable que gran parte del crecimiento de los rendimientos medios se conseguirá no tanto por medio de un crecimiento rápido de los rendimientos de los países con los rendimientos más altos en la actualidad cuanto de su aumento en los países, especialmente en esos grandes, que se encuentran en las gamas media e inferior de la distribución de rendimientos. Por ello, las proyecciones sobre los rendimientos implican una reducción de las diferencias de rendimiento entre los países en cada una de las clases de tierras. En el Cuadro 4.10 pueden verse los datos y proyecciones pertinentes, desglosados por clases de tierras.

¿Corresponde este tipo de evolución a la experiencia histórica? No es posible investigar este tema en relación con las distintas clases de tierras, ya que no hay datos cronológicos al respecto. Dichos datos sólo se refieren a los rendimientos medios (de la totalidad de tierras) en cada país. En ellos se observa que la diferencia entre los países con rendimientos más altos y más bajos (medias simples del decil más alto y más bajo de los países clasificados atendiendo al nivel de rendimientos) se había ampliado entre 1969/71 y 1988/90 (Cuadro 4.10). Ello se produjo sobre todo a través de un proceso en virtud del cual los rendimientos de los países del decil más alto en 1969/71 crecieron más que los de los países del decil más bajo. Las proyecciones sobre los rendimientos medios (de todas las clases de tierra) indican que el futuro quizá sea distinto que el pasado y que la diferencia de rendimientos podría reducirse, ya que el margen de aumento ulterior de los rendimientos en los países del decil superior de 1988/90 es más limitado que hace veinte años.

En el Cuadro 4.11 puede verse una ilustración de esa posible evolución a través de los datos de países individuales relativos al trigo y al arroz (en el Apéndice estadístico se pueden encontrar datos históricos por país para efectuar comparaciones semejantes con otros cereales). En el caso del trigo, los países del decil superior de la distribución tenían en 1988/90 rendimientos que eran casi dos veces superiores a los de los países del mismo decil de 1969/71. En contraste, en los países del decil más bajo el crecimiento de los rendimientos fue muy inferior. Esta evolución es todavía más pronunciada en el caso del arroz.


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