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Capítulo 4 (contd.)

cuadro 4.10.
Rendimientos de los cereales en las principales clases agroecológicas de tierra y diferencias entre países, países en desarrollo (excluida China)
Producto/Clase de tierraPorcentaje de producción procedente de las clases de tierra indicadas, 1988/90Rendimientos1(toneladas/ha)
Promedio (ponderado)Gama entre países2
88/90201069/7188/902010
Arroz (en cáscara), Todas las clases1002,83,80,9-4,60,9-6,61,5-7,2
Regadío583,75,2 1,7-7,23,4-8,0
Fluvisoles y Gleysoles242,43,1 1,0-3,61,4-4,0
Trigo, Todas las clases1001,92,70,5-2,70,8-5,11,2-6,4
Regadío602,43,3 1,1-5,41,9-6,7
Secano, subhúmedas211,72,1 0,9-2,91,2-4,1
Maíz Todas las clases1001,82,50,6-3,10,6-4,91,1-6,0
Regadío243,84,6 1,6-7,92,2-8,4
Secano, subhúmedas491,82,6 0,6-3,71,2-4,1
Secano, húmedas171,31,7 0,4-2,80,8-3,6
Mijo, Todas las clases1000,70,80,4-1,30,3-1,40,6-1,7
Secano, semiáridas secas180,40,5 0,1-0,60,3-0,8
Secano, subhúmedas270,91,1 0,6-1,80,7-2,2
Sorgo, Todas las clases1001,01,20,3-2,80,4-3,40,6-3,7
Secano, semiáridas secas110,50,6 0,3-1,00,4-1,2
Secano, subhúmedas321,31,7 0,6-3,50,9-3,9

1 Rendimientos de los países con al menos 50 000 ha en las clases de tierras y cultivos indicados.
2 Promedios simples de los rendimientos de los países en los déciles más bajo y más alto del conjunto de los países ordenados por nivel de rendimiento (no siempre son los mismos países los que ocupan el decil inferior o superior en los distintos años).

No obstante, conviene no exagerar la dependencia del crecimiento futuro de la producción total de los países en desarrollo con respecto a la reducción de la diferencia de rendimiento entre los países tal como se cuantifica aquí (es decir, mediante la diferencia del promedio simple de los rendimientos en el decil más alto y más bajo de los países). La razón es que los países situados en los dos extremos de la distribución (decil más alto y más bajo) representan una parte relativamente pequeña del total de la producción agrícola examinada. Así ocurre aún en el caso de que, como se ha hecho en los Cuadros 4.10 y 4.11, se excluyan del análisis los países con menos de 50 000 ha de tierras destinadas a un determinado cultivo (y, en el caso del Cuadro 4.10, también respecto a una clase determinada de tierra). En la práctica, la veracidad de las proyecciones de la producción total de los países en desarrollo depende fundamentalmente del acierto con que preven el aumento de los rendimientos en los países que representan el grueso de la superficie dedicada a cada cultivo.

Con este fin, en el Cuadro 4.11 pueden verse también los datos pasados y proyecciones pertinentes sobre el 10 por ciento de los países con mayor superficie (decil superior de países clasificados por superficie destinada a un determinado cultivo). Como puede verse: a) estos países tienen rendimientos que son menos de la mitad que los de los países con los rendimientos más altos; b) en lo que se refiere al trigo, su rendimiento medio (simple) crecerá, según las previsiones, un 43 por ciento, es decir menos del 62 por ciento de los 20 últimos años; c) en lo que respecta al arroz, los porcentajes correspondientes son 47 y 50 por ciento, y d) aun con esos aumentos, estos países, cuyos resultados influyen enormemente en el total, tendrían en el 2010 rendimientos medios (media aritmética simple) que serían aproximadamente la mitad de los previstos para los países del decil superior. Por ello, aunque la diferencia de los rendimientos medios entre países se pueda reducir, especialmente en el caso del arroz, ello se debería a las menores posibilidades de aumentar ulteriormente los rendimientos en los países del decil más alto, y no a que los grandes países con rendimientos medios vayan a tener un crecimiento superior al del pasado.

Cuadro 4.11
Diferencias entre países en los rendimientos medios del trigo y el arroz, países en desarrollo (excluida China)1

(toneladas/ha)

 TrigoArroz (en cáscara)
69/7188/90201069/7188/902010
Número de países323334444750
Decil superiorMéxico  2.92Zimbabwe 5.73 Egipto  5.27Egipto 6.65 
Egipto  2.74Egipto  5.00   Corea (Rep.)  4.63Corea (Rep.) 6.41 
Corea (Rep.)  2.31Arabia Saudita  4.65 Corea (RPD)  4.25Corea (RPD)  8.11 
     Perú  4.14Perú 5.16 
Promedio  2.65Promedio  5.126.37Promedio  4.57Promedio  6.587.25
Decil inferiorArgelia  0.61Argelia  0.68 Ghana  1.00Liberia 1.14 
Myanmar  0.55Bolivia 0.70 Tanzanía  1.00Mozambique 0.87 
Libia  0.26Libia 0.90 Guinea  0.89Guinea  0.83 
     Zaire  0.76Zaire  0.91 
Promedio  0.47Promedio  0.761.16Promedio  0.91Promedio  0.941.55
Decil de los mayores productores (por superficie)Turquía  1.32Turquía  2.02 Indonesia  2.35Indonesia  4.22 
India  1.23India  2.12 Tailandia  1.93Tailandia  2.00 
Pakistán  1.11Pakistán  1.81 Bangladesh  1.68Bangladesh  2.57 
     India  1.67India 2.63 
Promedio  1.22Promedio  1.982.84Promedio  1.91Promedio  2.864.20
Rendimiento del decil superior = 100100100100100100100
Decil inferior181518201421
Mayores productores463945424358
Media aritmética simple, todos los países435357474553

1 Datos y proyecciones relativos a países con más de 50 000 ha destinadas a la producción de trigo o arroz en el año indicado. Los rendimientos medios son medias aritméticas simples (sin ponderación por superficie).

Figura 4.1. Rendimiento y producción: comparación entre los resultados efectivos hasta 1992 y las proyecciones de 1985/861, países en desarrollo, excluida China.

Rendimiento del trigo

Rendimiento del maíz.

1 Proyecciones 1982/84-2000, pp. 196-199, de Alexandratos (1988), cuadro 4.1.

Rendimiento del arroz (en cáscara).

Producción de trigo + arroz elaborado + maíz.

Proyecciones 1982/84-2000, pp. 196-199, de Alexandratos (1988), cuadro 4.1.

Figura 4.2. Superficie cosechada: Comparación entre los resultados efectivos hasta 1992 y las proyecciones de 1985/861, países en desarrollo, excluida China.

Superficie cosechada, trigo.

Superficie cosechada, maíz.

Proyecciones 1982/84-2000, pp. 196-199, de Alexandratos (1988), cuadro 4.1.

Superficie cosechada, arroz

Superficie cosechada de trigo +arroz +maíz.

Proyecciones 1982/84-2000, pp. 196-199, de Alexandratos (1988), cuadro 4.1.

El análisis precedente, más bien largo, se ha efectuado con la finalidad de ofrecer al lector material suficiente para que reflexione sobre el problema del potencial de ulterior progreso de los rendimientos como medio de apoyar el crecimiento de la producción. Este tema se examina con mayor detalle en la sección siguiente. Aquí no se intenta traducir los aumentos de rendimientos planteados para el año 2010 en propuestas concretas para la investigación agrícola (magnitud, modalidades, prioridades). Indudablemente, el alza de los rendimientos, aun cuando sea con tasas previstas para el futuro más modestas que en el pasado, sólo se conseguirá si se mantienen con todo vigor las actividades de investigación. Se trata simplemente de puntualizar que los efectos de la investigación sobre el crecimiento de la producción se pueden manifestar en el futuro de manera distinta que en el pasado: los aumentos se conseguirán más como consecuencia de las investigaciónes evolutivas, aplicadas y de mantenimiento que en forma de saltos cuantitativos en los rendimientos máximos.

Evaluación de las proyecciones sobre superficie-rendimiento

El planteamiento utilizado en el presente estudio para prever las superficies cultivadas y los rendimientos de los diferentes cultivos es esencialmente el mismo empleado en 1985–86 para las proyecciones hasta el año 2000 de la edición de este estudio de 1987 (Alexandratos, 1988). Estando ya a mitad de camino del período incluido en las proyecciones de 1982/84–2000 (el año base del estudio de 1987 fue el promedio del trienio 1982/84), resulta interesante examinar el acierto de los pronósticos comparándolos con lo realmente acontecido hasta 1992, último año con datos comprobados. En las Figuras 4.1 y 4.2 pueden verse las comparaciones pertinentes relativas a los principales cereales de los países en desarrollo (con exclusión de China, país sobre el que no se han presentado proyecciones de superficie-rendimiento ni en este estudio ni en el anterior). En general, los datos efectivos son algo inferiores a los proyectados en lo que se refiere a la superficie cosechada por los tres cereales indicados, y algo superiores en lo que se refiere a los rendimientos del trigo y el arroz, mientras que los del maíz siguieron muy de cerca el rumbo previsto. El resultado neto de estas desviaciones por exceso y por defecto es que la producción total de los tres cereales (con el arroz incluido en su forma elaborada) corresponde en gran parte a las previsiones. La producción efectiva de 462 millones de toneladas del promedio trienal 1990/92 es igual a la que se obtiene en base de los valores de las superficies y rendimientos de cada uno de los tres cereales interpolados para el año 1991 de las trayectorias previstas para 1982/84–2000. No es posible efectuar comparaciones semejantes con los otros cereales secundarios (el 16 por ciento del total de la producción de cereales de los países en desarrollo, excluida China) ya que las revisiones posteriores cambiaron radicalmente los datos del año base (1982/84) en que se habían asentado las previsiones; por ejemplo, los datos sobre superficie, una vez revisados, bajaron de 91,9 millones de ha a 84,6 millones de ha, y los de los rendimientos subieron de 860 kg/ha a 933 kg/ha.

4.4. INVESTIGACION AGRICOLA Y VARIEDADES MODERNAS

El desarrollo y difusión de cultivares mejorados constituyó la base para el aumento de los rendimientos y la producción en el pasado reciente y, teniendo siempre en cuenta las consideraciones expuestas en la sección anterior, es probable que en los dos próximos decenios siga siendo así. Las actividades de investigación relacionadas con los cultivares mejorados se pueden agrupar en tres grandes categorías (FAO/Secretaría del CAT, 1993): aumento de los rendimientos máximos absolutos, disminución del desfase entre los rendimientos medios obtenidos en terreno y el rendimiento máximo, y mantenimiento de la productividad. Como se expuso en la sección anterior, los rendimientos medios actuales en la mayor parte de los países y clases de tierras son muy inferiores a los rendimientos potenciales y, en la mayor parte de los casos, lo mismo cabría decir de los rendimientos previstos en el año 2010. Tras los enormes progresos iniciales de los rendimientos máximos en los años 50 y 60 gracias a los avances de la investigación, los ulteriores adelantos de ésta sólo permitieron pequeños incrementos anuales del rendimiento máximo. El efecto acumulado de estos cambios anuales a lo largo del tiempo permitió en muchos casos aumentar los rendimientos mucho más que los incrementos iniciales realizados de una sola vez (Byerlee, 1994; Duvick, 1994). Con la posible excepción del arroz (Recuadro 4.1), las perspectivas parecen indicar que el crecimiento de la producción basado en saltos cuantitativos del rendimiento máximo de los cereales será un fenómeno más raro que en el pasado. En cambio, el lento progreso evolutivo probablemente continuará y permitirá un aumento de los rendimientos en base a las investigaciones efectuadas para adaptar las variedades actuales de elevado rendimiento a las condiciones locales superando los obstáculos específicos de cada lugar: por ejemplo, obteniendo variedades con mayor tolerancia a las presiones bióticas (enfermedades, insectos, malas hierbas) y abióticas (toxicidad de los suelos, temperaturas, recursos hídricos).

Las semillas del sector estructurado de producción de semillas (organizaciones de investigación públicas, sector privado) se conocen con el nombre de “variedades modernas” (VM), aunque muchas veces reciben también la denominación de semillas “de alto rendimiento” o “mejoradas”. El material genético conseguido por este sistema ha constituido la base de la revolución verde. Las variedades “tradicionales”, “locales” o “de los agricultores” (VT) son tipos autóctonos, pero algunas de ellas tienen también material procedente del exterior. Entre las VT y las VM hay una amplia gama de variedades intermedias que incorporan diversos niveles de mejoras. La parte de las variedades modernas en el total de las semillas utilizadas ha aumentado con rapidez (véase más adelante). De todas formas, las variedades tradicionales continúan siendo importantes por sus peculiares características y en cuanto fuente de diversidad genética. Algunas veces producen resultados superiores en determinados lugares, especialmente en entornos marginales. La selección de variedades tradicionales en terreno ha permitido considerables mejoras de los rendimientos. La pérdida de variedades y de genes individuales se ha acelerado en algunos casos por la aplicación de los productos obtenidos con los modernos métodos biogenéticos y en algunos estudios se expresa el temor de que ello pueda representar una amenaza para la sostenibilidad a largo plazo de la agricultura. En contraste, algunos autores mantienen que el desarrollo y difusión de las variedades modernas ha tenido un impacto menor sobre la diversidad genética de lo que comunemente se ha proclamado, e incluso que en el período posterior a la revolución verde ha contribuido a aumentarla (Byerlee, 1994). Se sostiene que en muchos casos, especialmente en las zonas agroecológicas más productivas, la diversidad genética del período anterior a la revolución verde era ya baja, ya que los agricultores utilizaban por lo general un limitado número de variedades que posteriormente fueron sustituidas por un número semejante de variedades modernas. En las fases avanzadas de la revolución verde y períodos subsiguientes, el número de variedades que se ha desarrollado y se está desarrollando aún ha aumentado con rapidez, y lo mismo ocurre con la diversidad genética, como consecuencia de los esfuerzos realizados por obtener variedades con características deseables.

Recuadro 4.1

EL ARROZ HIBRIDO

La utilización del arroz híbrido ha supuesto un salto cuantitativo en los rendimientos obtenidos en China; mientras tanto se registran adelantos en la tecnología de producción de semillas híbridas de este cultivo en otros principales países productores de arroz, como la India, Indonesia y Viet Nam. El arroz híbrido se difundió entre los agricultores de China a mediados del decenio de 1970 y su utilización aumentó rápidamente durante el decenio de 1980. En 1992–93 se cultivavan 19 millones de hectáreas en China (el 65% de la superficie total de las tierras destinadas a este cultivo en el país), 10.000 ha en la República Popular Democrática de Corea, y 20.000 ha en Viet Nam. Se prevé que la superficie de cultivo de arroz híbrido en la India aumentará de 10.000 ha en 1993 a más de 500.000 ha en 1996.

En general, el rendimiento de los híbridos en zonas de riego es superior en 1 t/ha (arroz en cáscara) al de las variedades modernas semienanas de alto rendimiento, que requieren una cantidad de insumos similar o a veces superior. En el caso de muchos híbridos de la India y Viet Nam han podido obtenerse entre 1,5 y 2,5 t/ha de rendimiento adicional. La experiencia indica que el incremento de los rendimientos por hetorosis es relativamente más alto en las zonas de menor productividad. La variedad híbrida IR64616H del Instituto Internacional de Investigación sobre el Arroz (IRRI) se ha recomendado para su evaluación en terreno en Filipinas después que se comprobó que era la variedad de maduración temprana con rendimiento más alto en tres campañas sucesivas a nivel nacional. Con 10,7 t/ha, tiene el rendimiento más alto jamás registrado en la finca del IRRI.

Los precios de las semillas han disminuido extraordinariamente en China como consecuencia de los progresos logrados en las tecnologías de producción de semillas híbridas de arroz. En el decenio de 1970, los rendimientos de las semillas híbridas sólo eran de 1 a 1,5 t/ha, pero en el decenio de 1980 aumentaron a 2,3 t/ha y en 1991–92 a 4,5 t/ha (con una fase de mayor rendimiento de 6,35 t/ha). En el decenio de 1980, debido al alto costo de las semillas, la utilización de híbridos sólo era rentable en los cultivos de transplante y en zonas ecológicas de regadío y entierras bajas favorables. Tras la caída de los precios de las semillas, se estima que a nivel mundial los híbridos podrían ser rentables en 70 millones de ha (aproximadamente la mitad de los 145 millones de ha cosechados). Si, como se prevé, el costo de las semillas híbridas de arroz siguiese descendiendo, su utilización podría resultar rentable en la siembra directa (que requiere una cantidad diez veces superior de semillas que el cultivo de trasplante) en zonas ecológicas de regadío y de tierras bajas favorables.

En Colombia, el Brasil y Guyana se están generando programas destinados a difundir la utilización de semillas híbridas de arroz. En Indonesia y Viet Nam se ha formulado un programa cuyo objeto consiste en elaborar métodos de producción de arroz híbrido que empleen menos mano de obra; el programa se basa en el descubrimiento de que la luz y el calor influyen en la esterilidad masculina genética. Actualmente, se están desarrollando diferentes tipos de arroz híbrido y ya se han obtenido resultados notables. En el futuro la tecnología de las semillas híbridas de arroz se podría basar en la reproducción asexual por apomixis; para ello será necesario impulsar la cooperación entre los sistemas de investigación básica (ingeniería genética y fusión protoplástica) de China y los países desarrollados. En el caso de los híbridos apomícticos, los agricultores pueden retener semillas de sus propios cultivos para muchas temporadas mientras, que con los híbridos corrientes las semillas deben renovarse cada vez.

Las primeras VM carecían muchas veces de resistencia a numerosas enfermedades e insectos. Posteriormente, la investigación se ha orientado en gran parte a resolver este problema, por lo que las VM más recientes suelen ofrecer mayor resistencia a numerosas plagas. En este sentido, se considera que son superiores tanto a las variedades tradicionales como a las primeras variedades modernas. Estos esfuerzos han permitido por lo general mejorar la estabilidad de los rendimientos (Byerlee, 1994). Como se señala en la sección relativa a la protección de las plantas, se prevé que esta tendencia continúe. Especial importancia en este sentido reviste el éxito de la investigación de mantenimiento en el intento constante de renovar la resistencia a las plagas, habida cuenta de la evolución de nuevos biotipos de plagas. Naturalmente, son también muy importantes las políticas y los factores económicos que induzcan los agricultores a sustituir periódicamente las variedades utilizadas por otras que presentan nuevas formas de resistencia.

En los últimos decenios, las VM de cereales han ido sustituyendo con rapidez a las variedades más tradicionales (Cuadro 4.12). No obstante, hay algunas situaciones en que la adopción de variedades modernas ha sido lento o nula, por ejemplo en los entornos agroecológicos desfavorables. A pesar de los progresos realizados en la adaptación de VM a algunos de estos entornos, sobre todo el éxito en la obtención de VM especialmente adaptadas a suelos difíciles, las VM no se han adoptado en forma general en las zonas con frecuentes sequías ni, en el caso del arroz, en los lugares con control deficiente del agua (FAO/Secretaría del CAT, 1993). En lo que respecta al futuro, no se prevén grandes progresos en la elevación de los potenciales de rendimiento en estas zonas como consecuencia de nuevas técnicas genéticas, dadas las bajas tasas de rentabilidad en relación con el esfuerzo de investigación que ello implicaría. Igualmente, la introducción de VM no ha sido muy generalizada en las zonas con problemas de infraestructura y poco acceso a los mercados. Estos obstáculos se manifiestan con especial vigor en el caso del maíz híbrido (en el Africa subsahariana y en las laderas de América Latina y Asia), ya que para su difusión depende fuertemente de un sistema eficiente de producción y comercialización de las semillas.

Cuadro 4.12.
Proporción de la superficie cultivada con variedades modernas de arroz, trigo y maíz en los países en desarrollo
 Arroz2Trigo2Maíz
 19701983199119701977198319901990
Todos los países en desarrollo3059nd2014115917057
Africa subsahariana41574522325243
Asia occidental/Africa del Norte.011nd518314253
Asia (excluida China)1248674269798845
China7795100ndndnd7090
América Latina428581124688246

1 Excluida China.
2 Se excluden las variedades altas disponibles a partir de 1965. Si se incluyeran, la superficie con variedades modernas sería más alta, en particular para el arroz en América Latina.
Fuente: Byerlee (1994).

Algunas veces los mayores rendimientos de las VM se ven superados con creces por la mejor calidad de las variedades tradicionales, por ejemplo el arroz Basmati en Asia o el maíz duro blanco del Africa austral. La lenta difusión de las VM, y en algunos casos la vuelta a las VT, se debe en parte a estas ventajas cualitativas. No obstante, la introducción de mejoras en la calidad de las VM está contribuyendo gradualmente a ampliar su difusión. Por ejemplo, una VM de alta calidad de arroz Basmati se había adoptado casi en la totalidad del Pakistán después de haber transcurrido sólo tres años de su introducción. Otra razón que limita la adopción de VM en zonas marginales es que las VT producen más paja y forraje. En las zonas secas de la India, por ejemplo, la mayor producción de forraje de las variedades tradicionales parece haber inhibido la adopción de variedades modernas de sorgo.

Finalmente, hay algunas zonas donde las variedades tradicionales tienen todavía mayores rendimientos que las VM. Se trata de lugares caracterizados generalmente por la falta de medios locales de investigación para adaptar los nuevos productos a las condiciones existentes, por ejemplo en las sabanas orientales y meridionales de Africa, donde las precipitaciones son fundamentalmente bimodales y la sequía constituye un grave problema. En estas zonas expuestas a la sequía, el material adecuado de que se dispone es limitado (Oram y Hojjati, 1994). Por otra parte, hay situaciones en que los agricultores pueden adoptar una variedad moderna de bajo rendimiento si ésta presenta otras ventajas.

El potencial genético de muchos cultivos alimenticios básicos (distintos del trigo, el arroz y el maíz) ha crecido poco en los países en desarrollo. El sector estructurado de producción de semillas no ha mostrado por lo general gran sensibilidad a las necesidades de los pequeños agricultores ni a los entornos marginales. Los sistemas nacionales de investigación muchas veces no tienen medios ni fondos para atender a ese tipo de necesidades. Por ello, el suministro de semillas a nivel local recibe cada vez mayor apoyo de los gobiernos y los organismos de desarrollo. Igualmente, en el pasado decenio los genetistas nacionales e internacionales han prestado mayor atención a la mejora genética de cultivos que habían aprovechado poco de la revolución verde, los llamados “cultivos olvidados”. Esta nueva orientación se debe a la mayor conciencia sobre la importancia de estos cultivos básicos para la seguridad alimentaria de muchos países en desarrollo, especialmente en las zonas marginales. Los intentos de elevar los rendimientos de los “cultivos olvidados”, en especial el sorgo, mijo, leguminosas, raíces y tubérculos, se han visto frustrados en parte por las circunstancias adversas (socioeconómicas y físicas) en que suelen cultivarse estos productos. Investigaciones recientes han conseguido variedades mejoradas para algunos lugares, generalmente los que disponen de humedad suficiente. En cambio, cuando las precipitaciones son escasas e inciertas, el riesgo que representa la utilización de estas semillas es elevado, lo que desalienta con frecuencia a los agricultores, especialmente cuando se necesitan otros insumos para sacar provecho de las variedades mejoradas. Por lo tanto, los intentos de mejorar la estabilidad de los rendimientos reciben mayor prioridad que los encaminados a aumentar el rendimiento potencial.

Breve análisis de los principales cultivos alimenticios

Arroz. Como se ha indicado antes, en muchos países los rendimientos del arroz conseguidos por los agricultores son todavía relativamente bajos. En el Cuadro 4.12 puede verse que la adopción de VM de arroz no es todavía completa. Las VM desarrolladas hasta ahora resultan especialmente aptas para las zonas de regadío y las tierras bajas con buenas condiciones para el cultivo. Las diferencias en las tasas de adopción de VM dependen fuertemente del grado de control del agua. Por ejemplo, en Filipinas e Indonesia las circunstancias son por lo general favorables y las tasas de adopción figuran entre las más elevadas de Asia, mientras que en la India esas tasas son más bajas que en Filipinas, debido a que una proporción más considerable de sus tierras de secano está expuesta a sequías o inundaciones, o a ambas cosas. En determinados países, entre ellos algunos de los principales exportadores, los mayores rendimientos de las variedades modernas no bastan para compensar los precios más elevados de las variedades tradicionales (por ejemplo, el arroz Basmati), que responden mejor a los gustos del consumidor. Los recientes progresos en la obtención de tipos aromáticos de elevado rendimiento pueden tener por lo tanto considerable repercusión en la producción de arroz en el Asia meridional. En Pakistán y Tailandia, la adopción de VM es relativamente baja; incluso en las zonas de regadío la adopción ha sido incompleta, ya que las VM disponibles adolecen muchas veces de falta de calidad. En Pakistán y la India se dispone de las variedades semienanas de arroz Basmati sólo desde hace recientemente.

La diferencia de los rendimientos del arroz en las tierras de regadío y de secano se ha incrementado, y se prevé que esta tendencia continúe en el futuro (Cuadro 4.10). Se prevén algunos progresos en lo que respecta a los potenciales de rendimiento en las zonas más marginales, pero el principal efecto sobre la producción se deberá a la adaptación de tipos híbridos y semienanos de arroz de elevado rendimiento a las condiciones locales en entornos no marginales. El arroz híbrido permitirá ulteriores progresos del rendimiento en el Asia oriental, y se está introduciendo también en la India, Viet Nam y Filipinas. Es probable que el arroz híbrido se introducirá en sustitución de las actuales variedades de alto rendimiento, más que como adición neta. La extensión del arroz híbrido a otras áreas puede ejercer profunda influencia en la producción antes del 2010 (véase el Recuadro 4.1).

Trigo. Las variedades semienanas de trigo, con mayor capacidad de respuesta a la utilización de fertilizantes, constituyeron un elemento clave de la revolución verde y se estima que actualmente ocupan el 70 por ciento de la superficie dedicada al trigo en los países en desarrollo (Cuadro 4.12). Prácticamente todo el trigo de regadío se consigue ahora con variedades semienanas. Su difusión ha sido más lenta en las tierras de secano, aunque la obtención en los años 70 de variedades con mayor resistencia a importantes enfermedades fungosas constituyó un factor favorable a su difusión. Aproximadamente la mitad de la superficie ocupada por variedades semienanas en los países en desarrollo corresponde a tierras de secano, pero la utilización de estas variedades está por lo general en correlación con la humedad: ocupan aproximadamente el 60 por ciento de la superficie en lugares con abundancia de lluvia y sólo el 20 por ciento en zonas más secas.

La posibilidad de conseguir grandes mejoras en los actuales rendimientos máximos parece limitada y no se prevé ningún trigo híbrido. Tras las ventajas conseguidas por las primeras variedades, que tuvieron un gran éxito, se han logrado aumentos más modestos pero todavía significativos. Desde la difusión de los trigos semienanos en los años 60, los biogenetistas han mantenido un progreso medio de los rendimientos a largo plazo del 0,7 por ciento anual. En la actualidad, gran parte del esfuerzo de la fitogenética se concentra en la investigación de mantenimiento, es decir, el intento de mantener la resistencia de los cultivos frente a la adaptación de los insectos y las enfermedades.

Maíz. El maíz híbrido se viene utilizando en los países en desarrollo desde hace al menos tres decenios y no se prevé ningún otro avance significativo a corto plazo que permita elevar el rendimiento máximo de este cultivo. El desarrollo de variedades de polinización abierta es menos costoso, por lo que recibió más atención en los años 70, pero recientemente las actividades de mejora del germoplasma para híbridos tropicales han vuelto a fomentar el interés por los híbridos en los programas nacionales de selección. Las VM no se han adoptado en todos los lugares, en parte porque los genetistas no han tenido gran éxito en producir variedades mejoradas que respondan a las necesidades de grupos distintos de agricultores. Es preciso obtener todavía variedades mejoradas e híbridos que respondan mejor a las circunstancias específicas de cada lugar. No obstante, en el futuro próximo parece probable que se puedan conseguir progresos en la reducción de la vulnerabilidad a la sequía durante el período crucial de la maduración, lo que revestiría gran importancia para buena parte de los trópicos semiáridos.

Las VM de maíz se han adoptado fundamentalmente en los entornos más favorables y entre los agricultores más orientados a la producción para el mercado. El proceso de adopción suele registrar el paso de las variedades locales a las variedades mejoradas de polinización abierta y posteriormente a los híbridos. Las tasas más elevadas de adopción se producen en los países del sur de América Latina y en el Asia oriental, con material genético procedente fundamentalmente de los Estados Unidos, apto para los climas templados. También se encuentran altas tasas de adopción en el Africa oriental y austral. Las tasas más bajas corresponden al Africa occidental y a los países andinos de América del Sur, donde el maíz se cultiva en tierras poco fértiles y principalmente para el consumo familiar de agricultores pobres. Se han conseguido niveles intermedios de adopción en México y en la mayor parte de los países del Asia meridional.

Aunque el maíz mejoró gracias a la revolución verde, ha acusado una gran variabilidad geográfica en lo que respecta al progreso de los rendimientos en los países en desarrollo, lo que demuestra las dificultades de elevar los rendimientos de los cultivos “olvidados”. Mientras el trigo y el arroz se cultivan en condiciones agroclimáticas relativamente homogéneas donde es fácil difundir las nuevas tecnologías, el maíz se cultiva en una gran variedad de condiciones agroclimáticas y no siempre es fácil difundir con rapidez las variedades mejoradas. En los países en desarrollo el maíz se cultiva en gran parte en tierras marginales caracterizadas por la poca fiabilidad de las precipitaciones o la escasa fertilidad de los suelos. Las semillas de maíz híbrido necesitan por lo general servicios especializados de producción y distribución, inexistentes en muchos países en desarrollo.

No obstante, los recientes progresos de la fitogenética parece que permitirán disponer de los conocimientos técnicos necesarios para mejor superar las dificultades que presenta la adaptación de las variedades modernas de maíz a la extraordinaria diversidad de los medios en que puede cultivarse (Byerlee y López-Pereira, 1994). Como ejemplos cabría citar la actividad del CIMMYT en las montañas de México para obtener variedades con características idóneas para las tierras montañosas de Asia y Africa (Oram y Hojjati, 1994) y los éxitos alcanzados en la adaptación de cultivares a sistemas agrícolas más intensivos, como en el caso de la rotación arroz-maíz, con maíz trasplantado o directamente sembrado como cultivo de la estación seca. Se han obtenido también progresos en el desarrollo de cultivares resistentes a múltiples especies de insectos. Por lo general, existen ya o podrán conseguirse en breve plazo los conocimientos técnicos para amainar el problema de la adaptación de las variedades de maíz.

Sorgo y mijo. Los híbridos de sorgo se utilizan ampliamente en el Asia meridional y en América Latina. Han demostrado también un satisfactorio potencial de rendimiento en Africa. Los rendimientos de los híbridos son hasta un 50 por ciento mayores que los de las variedades de control, pero la producción de semillas se encuentra todavía en la fase experimental (ICRISAT, 1991). Existen también cultivares mejorados de alto rendimiento, pero su eficacia es todavía pequeña en condiciones difíciles. Es un hecho comúnmente aceptado que la mejora de la humedad del suelo y de la fertilidad de la tierra es condición indispensable para un buen desempeño de las variedades de alto rendimiento. Por ello, las investigaciones relacionadas con estos cereales se orientan muchas veces a la estabilización más que al aumento de los rendimientos. Las variedades de sorgo con resistencia a la hierba parásita striga, que constituye un grave problema en Africa, han comenzado a distribuirse recientemente, y existen ahora variedades con tolerancia a la acidez y la toxicidad del aluminio, especialmente importante en algunos suelos de América Latina y Africa. La identificación de los mecanismos de tolerancia a la sequía está produciendo mijos mejorados y algunas variedades nuevas son menos vulnerables al mildiú de los cereales, que constituye una grave enfermedad del mijo perla.

Raíces y tubérculos. El valor de las raíces y tubérculos estriba en su capacidad de producir gran cantidad de energía alimentaria y en la estabilidad de su producción en condiciones que para otros cultivos podrían ser inaceptables. Pueden cultivarse en una gran variedad de condiciones adversas, por ejemplo en suelos ácidos, en situaciones de gran fluctuación de la humedad del suelo y en tierras marginales de poca fertilidad y grandes precipitaciones. Se pueden conseguir rendimientos muy superiores, incluso con cultivares no mejorados, con nuevas formas de manejo de los suelos y de cultivo. Se ha conseguido duplicar y hasta triplicar los rendimientos introduciendo un solo factor, por ejemplo fertilizantes, aunque éstos no suelen aplicarse a dichos cultivos a pesar de las mejoras comprobadas con dosis moderadas de nutrientes. El estancamiento y hasta la disminución de los rendimientos en los países en desarrollo ha sido resultado no sólo de la falta de cultivares de alto rendimiento y de las malas prácticas de cultivo sino también de la rápida degeneración debida a enfermedades, especialmente virus. Utilizando material de propagación sano, los rendimientos podrían aumentar notablemente.

El potencial para producir variedades mejoradas parece alto y, hasta ahora, estos cultivos no se han explotado suficientemente en términos genéticos. En los dos últimos decenios, se han obtenido cultivares de alto rendimiento de yuca, batata y papa con resistencia a importantes enfermedades e insectos. La producción de material de siembra de esas variedades con resistencia estable es relativamente fácil. No obstante, algunas raíces y tubérculos (ñame, batata de aire, banano y plátano para cocinar) continúan siendo vulnerables a insectos y enfermedades. El problema de la transmisión y multiplicación de enfermedades mediante la propagación vegetativa constituye quizá el obstáculo más importante al aumento de la producción de los cultivos amiláceos. La difusión de material de siembra sano requiere el establecimiento de viveros con sistemas eficientes de distribución, objetivo que muchas veces es dificil de conseguir. Un planteamiento más realista sería obtener cultivares con resistencia intrínseca a enfermedades e insectos y capaces de multiplicarse y adaptarse a métodos de cultivo tradicionales. La semilla propiamente tal, a diferencia de los esquejes, generalmente no transmite virus ni enfermedades y puede utilizarse cuando las exigencias de calidad, especialmente en lo que se refiere a la uniformidad de tamaño y forma, revisten menos importancia.

4.5. FERTILIZANTES Y PRODUCTOS PARA LA PROTECCION DE LAS PLANTAS

Fertilizantes

Los coeficientes habituales de respuesta a los fertilizantes (kilo de cultivo adicional producido por kilo de nutriente adicional aplicado) en los países con rendimiento entre bajo y mediano y en zonas sin graves limitaciones de humedad oscilan entre 8 y 12 en el caso de los cereales, 4 y 8 en el de los cultivos oleaginosos y 30 y 50 en el de las raíces y tubérculos (FAO, 1989c). Estos elevados coeficientes de respuesta física no siempre se traducen en incentivos económicos a la utilización de fertilizantes cuando sus costos son elevados, los productos tienen precios bajos y las oportunidades de comercialización son limitadas. Aproximadamente un tercio de los fertilizantes utilizados en los países en desarrollo es de importación y la escasez de divisas repercute en los costos y en la disponibilidad de los productos. Igualmente, la poca eficacia de los sistemas de distribución y los problemas de infraestructura en los países elevan el costo para el agricultor y limitan la disponibilidad.

Las estimaciones sobre el uso de fertilizantes por cultivo (FAO/IFA/IFDC, 1992) indican que en el conjunto de los países en desarrollo (excluida China) aproximadamente el 60 por ciento de los fertilizantes se destina a los cereales, correspondiendo al arroz un tercio del uso total y al trigo una sexta parte. La utilización de fertilizantes con los cereales corresponde aproximadamente a la parte de éstos en el total de la superficie cosechada (55 por ciento), aunque se utilizan pocos fertilizantes en la producción de algunos de los cereales secundarios, en especial el sorgo y el mijo. La parte de los cultivos no alimenticios y de las frutas y hortalizas en el uso total de fertilizantes es grande en relación con la parte de estos cultivos en la superficie cosechada. La caña de azúcar y el algodón son también grandes consumidores, con el 9 y 4 por ciento, respectivamente, del uso total de fertilizantes. Las raíces y tubérculos y, en especial, las leguminosas reciben pocos fertilizantes en relación con la proporción que les corresponde de la superficie cosechada.

En el Cuadro 4.13 se indica el uso actual y previsto de fertilizantes por ha en las diferentes regiones en desarrollo. Las proyecciones se han obtenido aplicando coeficientes específicos de utilización de fertilizantes de cada cultivo a la superficie cosechada prevista que se ha indicado anteriormente. Los coeficientes varían de acuerdo con la clase de tierra y el nivel de rendimiento de cada cultivo (véase el Apéndice 2). El uso de fertilizantes por ha alcanza su nivel más alto en la región del Cercano Oriente/Africa del Norte, y se prevé que seguirá siendo así en el futuro. Probablemente para el año 2010 el uso de fertilizantes por ha en esta región, y en menor medida también en Asia, superará la media actual de los países desarrollados, aunque sería todavía muy inferior a las tasas actuales de la CE. En el otro extremo se encuentra el Africa subsahariana, donde el uso de fertilizantes continuará siendo muy bajo y probablemente no bastará para garantizar la sostenibilidad de su agricultura (véase más adelante), aun cuando se duplique su consumo por ha (hasta llegar a 21 kg) con respecto al bajísimo nivel actual.

De las proyecciones se deduce que el total de consumo de fertilizantes en los países en desarrollo crecerá con un ritmo más lento que en el pasado (Cuadro 4.14), lo que representaría una continuación de la tendencia a largo plazo hacia la desaceleración del crecimiento de este consumo. Ello se explica en parte por los niveles relativamente elevados de utilización de fertilizantes por ha ya alcanzados, especialmente en Asia y en el Cercano Oriente/Africa del Norte, donde su aplicación parece haber llegado al máximo en algunos países y para algunos cultivos. Además, la tasa de crecimiento de la producción agrícola será inferior a la del pasado. Sólo el Africa subsahariana puede experimentar una notable aceleración en el crecimiento del uso de fertilizantes, dados los bajos niveles por ha y la necesidad de aumentar la producción con mayor rapidez que en el pasado. No obstante, el consumo de fertilizantes en los países en desarrollo continuará creciendo más rápidamente que en los países desarrollados y, por lo tanto, su parte en el consumo mundial superará el 43 por ciento que le correspondió en 1990 (en 1970 era sólo el 20 por ciento y en 1980 el 32 por ciento).

Muchos países con altos niveles de uso de fertilizantes están experimentando los problemas ambientales asociados a su uso intensivo. En cambio el Africa subsahariana sufre el problema contrario, es decir el de un uso excesivamente bajo. Sólo en algunos países de esta región la aplicación media de fertilizantes superan los 20 kg/ha (FAO/IFA/IFDC, 1992). Estos niveles tan bajos de uso de fertilizantes, cuando los barbechos duran cada vez menos, representan una grave amenaza a la sostenibilidad. Los cultivos agotan los nutrientes del suelo a menos que éstos sean sustituidos por residuos vegetales, abonos naturales o fertilizantes. La carencia de nutrientes del suelo limita los rendimientos potenciales en muchos países en desarrollo, especialmente en el Africa subsahariana y en América Latina y el Caribe (véase lo dicho anteriormente sobre los problemas de los suelos en estas regiones). Según Smaling (1993), este fenómeno del agotamiento de los nutrientes del suelo se produce en casi todos los países del Africa subsahariana. Si no se toman medidas al respecto, el resultado será una significativa degradación de los suelos y el descenso de los rendimientos de los cultivos (véase el Capítulo 11, donde se trata con mayor detenimiento este problema).

Cuadro 4.13.
Uso de fertilizante por hectárea, países en desarrollo (excluida China)
 Fertilizante en kg/ha de la tierra cosechada1Incremento anual (%)
1988/9020101988/90–2010
Países en desarrollo (excluida China)621102.8
Africa subsahariana11213.3
Cercano Oriente/Africa del Norte891753.3
Asia oriental (excluida China)791282.3
Asia meridional691383.4
América Latina y el Caribe711172.4

1 Fertilizante industrial en kg de contenido nutritivo (N, P2O5, K2O).

Cuadro 4.14
Consumo total de fertilizante en los países en desarrollo (excluida China)
 Consumo (millones de toneladas)Incremento anual (%)
1969/711979/811988/9020101970–801980–901988/90–2010
Países en desarrollo9.322.636.879.89.65.63.8
Africa subsahariana0.40.91.23.36.22.84.8
Cercano Oriente/Africa del Norte1.33.55.613.110.64.84.1
Asia oriental1.94.17.013.87.76.23.3
Asia meridional2.97.314.732.810.37.93.9
América Latina y el Caribe2.86.88.216.910.13.03.5

Algunos países en desarrollo están encontrando dificultades para aumentar sus rendimientos a pesar de las dosis cada vez más elevadas de fertilizantes. La eficacia en el uso de fertilizantes suele ser muy baja debido a que no se aplican en el momento más oportuno o con los métodos más adecuados y a que no se consigue mantener el equilibrio entre los principales nutrientes (nitrógeno, fosfato y potasio), nutrientes secundarios y micronutrientes. La toxicidad del suelo causada por la salinidad, alcalinidad, acidez acusada, presencia de hierro y exceso de materias orgánicas impide también lograr todos los beneficios posibles de los fertilizantes. La experiencia enseña que, a la larga, los fertilizantes manufacturados deben complementarse con materias orgánicas. La ordenación de los cultivos y nutrientes en las parcelas, fincas y aldeas deberá modernizarse cada vez más para evitar que la falta de un componente invalide la aplicación de todo el conjunto de nutrientes. En el método de fertilización propuesto en el marco de los sistemas integrados de nutrición de las plantas (SINP), de los que se habla en el Capítulo 12, se propone la utilización óptima de todas las fuentes posibles de nutrientes vegetales. Los SINP utilizan de forma integrada abonos orgánicos, sistemas de fijación biológica así como fertilizantes minerales para mejorar o mantener la fertilidad de los suelos en los sistemas de explotación agrícola.

Protección de las plants y plaguicidas

La creciente intensificación de la agricultura ha provocado una mayor vulnerabilidad de los cultivos a las plagas13. Prácticas agrícolas como los cultivos múltiples por período vegetativo, la reducción del barbecho y los monocultivos han contribuido a crear condiciones favorables a la aparición de plagas y a reducir los obstáculos naturales a su difusión. Además, algunas de las primeras variedades modernas de la revolución verde eran en muchos casos más vulnerables a los daños causados por las plagas que las variedades tradicionales. No obstante, Byerlee (1994) opina que las últimas versiones de estas variedades suelen ser más resistentes a las plagas que las tradicionales.

13. Enel presente estudio el término «plagas» designa cualquier organismo que provoque daños en los cultivos, como las plagas animales, incluidos los insectos, los ácaros y los nematodos, y los agentes patógenos, como los hongos y las bacterias, y las malezas. Los «plaguicidas» son todos los medios químicos utilizados para luchar contra las plagas. Por «componente activo» se entiende la parte biológicamente activa de los plaguicidas.

Como es bien sabido, las plagas pueden hacerse resistentes a los plaguicidas, lo que se traduce en una utilización mayor pero menos eficaz de éstos. Por ello, hay que buscar constantemente nuevos plaguicidas. La elección desacertada de insecticidas puede perturbar el equilibrio plaga-enemigo natural, pues en algunos casos puede ser más nocivo para el enemigo natural que para las mismas plagas, perturbando así los mecanismos naturales de control. Los agricultores y servicios de extensión muchas veces atribuyen a las plagas pérdidas de rendimientos superiores a las que realmente provocan. Ello, junto con el deseo de reducir los riesgos, impulsa a los agricultores a utilizar gran cantidad de plaguicidas que ofrecen, en el mejor de los casos, sólo ventajas marginales en términos de rendimiento e incluso pueden provocar la aparición de brotes de plagas. Además, en muchos países, la utilización excesiva de plaguicidas se ha visto alentada tanto en el pasado como en el presente por las subvenciones a estos productos.

El uso de plaguicidas en los países en desarrollo creció rápidamente a finales de años 60 y en los 70 como consecuencia de la rápida modernización de la agricultura. No obstante, hay una gran variedad en lo que respecta al tipo de plaguicidas utilizados y a la intensidad de su uso, según el sistema agrícola y el cultivo. Por lo general, la demanda de plaguicidas químicos aumenta cuando se intensifica la escasez de tierras y se amplía el acceso al mercado (véase Pingali y Rola, 1994). Como ya se ha señalado, la intensificación de la agricultura aumenta la presión de las plagas como consecuencia de una mayor continuidad espacial y temporal de las actividades. Al mismo tiempo que crece la orientación hacia el mercado, suelen aumentar también los costos de oportunidad de la mano de obra, lo que lleva a una mayor utilización de herbicidas. No obstante, los métodos tradicionales de protección de las plantas continúan siendo importantes. Prácticas como la labranza (arado y escarda), la inundación y la quema son medios útiles para reducir la presencia de todo tipo de plagas. Medidas de control cultural, por ejemplo la rotación de cultivos o la eliminación de los residuos vegetales, contribuyen también a reducir las pérdidas debidas a las plagas. El consumo de plaguicidas varía enormemente según los cultivos. Por ejemplo, es muy elevado en el caso de las frutas perecederas, hortalizas, algodón y cereales, y más moderado en el de los cítricos, frutas tropicales, cacao, café y té.

A mitad de los años 80, los países en desarrollo representaban aproximadamente un quinto del consumo mundial de plaguicidas. Su parte en la utilización mundial de insecticidas es relativamente elevada, con un 50 por ciento, mientras que en el caso de los fungicidas y herbicidas es, respectivamente, sólo el 20 y el 10 por ciento. Asia Oriental (incluida China) representa el 38 por ciento del uso de plaguicidas en los países en desarrollo; América Latina el 30 por ciento; el Cercano Oriente/Africa del Norte el 15 por ciento; el Asia meridional el 13 por ciento y el Africa subsahariana sólo el 4 por ciento. Aproximadamente la mitad de los plaguicidas utilizados en los países en desarrollo son insecticidas y los herbicidas representan sólo una parte secundaria en el consumo total. Lo contrario ocurre en los países desarrollados. La diferencia puede explicarse por factores tanto ecológicos como económicos. En los países tropicales húmedos, las generaciones de plagas pueden prolongarse a lo largo del tiempo, ya que no tienen el obstáculo de las bajas temperaturas ni de la aridez. En tales condiciones los daños provocados por los insectos nocivos pueden ser especialmente graves, y lo mismo cabría decir de las infecciones debidas a hongos. Los insectos nocivos constituyen también una grave amenaza en las zonas semiáridas, donde los insecticidas se utilizan con gran abundancia para combatir las plagas migratorias, por ejemplo las langostas. Las enfermedades causadas por hongos tienen en estas zonas menos importancia. En cambio, los bajos costos de la mano de obra en muchos países en desarrollo pueden hacer que la lucha manual contra las malezas sea más económica que el uso de herbicidas.

En 1985 el consumo de plaguicidas en los países en desarrollo fue de unas 530 mil toneladas (componente activo), mientras que en 1980 había sido de 620 mil toneladas. Volvió a crecer de nuevo un 1 por ciento al año en la segunda mitad del decenio. Se trata de una tasa de crecimiento semejante a la de los países desarrollados. Sin embargo, desde 1990 la utilización mundial de plaguicidas ha disminuido. El crecimiento futuro de este consumo probablemente dependerá de muchos factores, entre ellos la rentabilidad económica (que, a su vez, depende de elementos como los precios de los plaguicidas, productos agrícolas y medios alternativos de protección de las plantas, el costo de oportunidad de la mano de obra, etc.), la preocupación por los daños ambientales y los daños directos a la salud de las personas que manipulan los plaguicidas, la eficacia de los mismos, la resistencia de las plantas a las plagas, el desarrollo de sustitutos de los plaguicidas químicos, etc. En términos generales, y por las razones que se indican más adelante, parece razonable estimar que el consumo de plaguicidas en los países en desarrollo continuará aumentando pero a un ritmo inferior al del pasado. La mayor parte del crecimiento tendrá lugar, probablemente, en el Asia meridional y oriental y en América Latina.

Los efectos nocivos de la utilización indiscriminada de plaguicidas sobre el medio ambiente y la salud humana (como consecuencia del contacto con los plaguicidas y, en forma indirecta, a través de los residuos contenidos en los productos alimenticios y en el agua potable) están documentados y han provocado una inquietud cada vez mayor. En consecuencia, ha aumentado el número de reglamentos nacionales e internacionales sobre la producción, comercio y utilización de los plaguicidas (véase en el Capítulo 11 un examen de los problemas ambientales relacionados con el uso de plaguicidas). Una de las consecuencias ha sido el fuerte aumento de los costos de obtención de nuevos plaguicidas, lo que ha reducido significativamente el número de empresas con interés y medios para invertir en investigación y desarrollo de productos.

Los productos más antiguos (plaguicidas cuya patente ha caducado) dominan el mercado en los países en desarrollo, ya que su precio es muy inferior a los más recientes. No obstante, los rigurosos reglamentos, prohibiciones y restricciones impuestos en los países desarrollados reducirán gradualmente también su disponibilidad en los países en desarrollo, mientras los compuestos nuevos, menos tóxicos y más favorables al medio ambiente, podrían seguir siendo demasiado caros para muchas aplicaciones.

La mayor conciencia sobre los aspectos negativos de los plaguicidas ha dado como resultado un nuevo interés por reducir la dependencia de los medios químicos y obtener y emplear otros procedimientos de lucha contra las plagas. El manejo integrado de plagas (MIP, véase el Capítulo 12), que considera tanto los cultivos como las plagas en el marco de un sistema ecológico y combina los factores naturales que limitan la aparición de nuevos brotes pero sin renunciar a los plaguicidas cuando no se encuentra otra solución, se ha convertido actualmente en el método preferido de lucha contra las plagas.

La investigación pública y privada sobre el control biológico y las soluciones biotecnológicas a los problemas de la protección vegetal están creciendo de forma sustancial. En este sentido, cabe citar el desarrollo de plaguicidas microbiológicos, la producción masiva de enemigos naturales y el desarrollo de plantas transgénicas con resistencia a las plagas. Un ejemplo concreto es la producción masiva de machos estériles de la mosca mediterránea para erradicar o contener las poblaciones de este insecto. Ha aumentado también la atención a otros mecanismos no químicos, como el control cultural. Los resultados de estos programas se están dando a conocer gradualmente y dichas técnicas adquirirán mayor importancia en los futuros programas de protección vegetal, especialmente en la medida en que el uso de plaguicidas resulte cada vez menos aceptable. Un inconveniente es que, en general, el recurso a la lucha biológica require un gran volumen de información y conocimientos y exige gran capacidad de gestión por parte de los agricultores.

Se prevén cambios significativos en los métodos de lucha contra las plagas en los países desarrollados, pero los plaguicidas continuarán siendo un instrumento importante. Programas de reducción de plaguicidas se han introducido, o se están considerando, en varios países con el fin de reducir el uso excesivo de los mismos. En los países en desarrollo, existe la posibilidad de reducir significativamente su aplicación en cultivos como el algodón, las hortalizas y el arroz. En cambio, como ya se ha señalado, es posible que aumente el uso de herbicidas en países donde comienza a escasear la mano de obra, mientras que el proceso de intensificación puede hacer económicamente viable el uso de insecticidas y fungicidas. Por otro lado, desaparecerán de forma gradual los plaguicidas más antiguos y baratos, exentos de patentes, lo que elevaría el precio de los plaguicidas pero reduciría su peligro. A largo plazo se prevé que los métodos no químicos adquieran mucha mayor importancia tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados (Zadoks, 1992).

4.6. PRODUCCION PECUARIA

En el Capítulo 3 se han presentado las proyecciones sobre la producción y consumo de productos pecuarios, junto con las repercusiones sobre el crecimiento de la demanda de cereales y proteinas oleaginosas para la alimentación animal. En esta sección se profundiza en el análisis de la evolución probable de los principales parámetros y cuestiones relacionadas en que se basan las proyecciones sobre la producción. En primer lugar, es probable que continúe la tendencia al aumento de la proporción de la carne de cerdo y aves de corral en el total de la producción de carne (Cuadro 4.15). En particular, el crecimiento del sector de las aves de corral continuaría a ritmo rápido, aunque menor que en el pasado, mientras que el de la carne de cerdo podría ser en el futuro muchos menos rápido que en el pasado, por la desaceleración prevista en el Asia oriental, región donde se concentra el 90 por ciento de la producción de este tipo de carne. Como se examina en el Capítulo 3, esta desaceleración responde en gran parte a la posible evolución de los acontecimientos en China.

Cuadro 4.15.
Producción de carne por especie, países en desarrollo (incluida China)
 Producción de carneGanado
millones de toneladasincremento anual
(%)
millonesincremento anual (%)
1969/711988/901988/9011991/92120101970–901988/90–2010 1969/711988/9020101970–901988/90–2010
Países en desarrollo            
Ganado vacuno y búfalos12,118,619,220,532,32,22,77981.0051.3691,31,5
Ovinos y caprinos3,04,95,05,69,52,83,18691.1291.5781,51,6
Cerdos9,728,328,633,564,06,14,02914868602,22,8
Aves de corral3,712,913,316,736,97,05,12.5046.46912.3185,43,1
Todas las carnes28,564,766,176,3142,74,63,8     
Africa subsahariana            
Ganado vacuno y búfalos1,72,32,22,34,21,62,91291592001,21,1
Ovinos y caprinos0,70,90,80,91,81,53,32032593441,41,4
Cerdos0,20,30,40,50,83,34,3611163,81,8
Aves de corral0,30,90,80,92,25,04,63396301.0973,52,7
Todas las carnes2,94,44,24,69,02,23,5     
Cercano Oriente/ Africa del Norte            
Ganado vacuno y búfalos0,81,41,31,42,43,12,6373752-0,11,7
Ovinos y caprinos1,01,41,51,52,72,23,02032403261,21,5
Cerdos0,41,61,81,94,68,15,12066771.1256,92,5
Aves de corral2,24,44,64,99,74,13,8     
Todas las carnes            
Asia oriental (incluida China)            
Ganado vacuno y búfalos0,92,33,23,66,44,75,01181533321,53,8
Ovinos y caprinos0,31,11,11,32,07,43,01572203711,52,5
Cerdos7,324,624,829,557,27,04,12163887272,43,0
Aves de corral1,65,15,27,117,36,36,01.1783.3357.4156,13,9
Todas las carnes10,133,134,341,682,96,74,5     
Asia meridional            
Ganado vacuno y búfalos1,82,63,13,44,52,22,62933354190,81,1
Ovinos y caprinos0,51,11,21,42,34,03,51482473372,91,5
Cerdos0,20,40,40,40,62,92,6711142,81,1
Aves de corral0,20,50,50,62,06,56,42355718575,302,0
Todas las carnes2,74,65,35,99,43,03,4     
América Latina y el Caribe            
Ganado vacuno y búfalos6,910,09,49,714,81,91,92183193641,90,6
Ovinos y caprinos0,50,40,40,40,7-0,62,71521531870,21,0
Cerdos1,93,03,03,15,32,32,863751030,81,5
Aves de corral1,24,84,96,110,87,83,95461.2561.8224,51,8
Todas las carnes10,518,217,719,431,63,02,7     

1 Datos actualizados en mayo 1994, que no se usan en este estudio.

En lo que respecta a los principales parámetros de la producción, el aumento del número de cabezas de ganado y el de las tasas de extracción (porcentaje de animales sacrificados cada año) han sido hasta ahora las principales fuentes de crecimiento de la producción de carne en los países en desarrollo. Así continuará ocurriendo en el futuro. No obstante, conviene señalar que los datos sobre el número de cabezas de ganado en el pasado muchas veces no son lo bastante fiables como para documentar la evolución del sector. Por ejemplo, algunas investigaciones recientes indican que los datos disponibles podrían subestimar de manera significativa el número real de animales, sobre todo de pequeños rumiantes (Wint y Bourn, 1994, véase más adelante).

En muchos países existen sólo limitadas posibilidades de aumentar el número de animales en los sistemas extensivos. En términos generales, se ha observado una tendencia hacia sistemas de producción más intensivos dentro de los sistemas tan variados que predominan en los países en desarrollo. Esta tendencia continuará y en el futuro gran parte del aumento de la producción de carne de cerdo y de aves de corral, de huevos y, en menor medida, de productos lácteos procederá de la ulterior expansión de los sistemas intensivos y semi-intensivos de producción mediante la utilización de piensos suplementarios. De esa manera, el crecimiento de los rendimientos por animal (peso en canal, leche, huevos) sería una fuente más importante de crecimiento que en el pasado.

Los sistemas de producción pecuaria difieren en su capacidad de responder a los cambios en las condiciones del mercado, debido fundamentalmente a las diferencias en las características biológicas del proceso de producción. Los sistemas de tipo industrial se están empleando cada vez más en el sector de las aves de corral de los países en desarrollo, por lo que la producción puede responder con relativa rapidez a los cambios del mercado, debido a los rápidos ciclos de reproducción y a la proximidad de las operaciones a los mercados urbanos. Para obtener el pienso necesario se puede recurrir a una gran variedad de productos cuyo suministro es elástico. Por ello, en comparación con el de los rumiantes, este sector dispone de una base flexible de recursos para pienso y una eficiencia de conversión del pienso elevada. No obstante, los sistemas de producción de los países en desarrollo acusan muchas veces una fuerte dependencia de la tecnología y los insumos importados. Los sistemas de producción de huevos, carne de cerdo y, en menor medida, productos lácteos suelen ser también relativamente sensibles a los cambios en las condiciones del mercado. Debido a las características tecnológicas de la producción intensiva, los sistemas de producción de aves de corral, carne de cerdo y la mayor parte de los productos lácteos no pueden pasar gradualmente de una forma de explotación tradicional a otra intensiva. Por ello, a nivel de la unidad de producción individual, el proceso de crecimiento suele ser discontinuo más que evolutivo.

Por el contrario, la producción de carne de rumiantes y, en menor grado, de productos lácteos suele ser mucho menos sensible a los cambios de la demanda, debido a los largos ciclos de reproducción, una menor eficiencia de conversión del pienso y escasa especialización. Por ello, el paso de los sistemas tradicionales hacia métodos más intensivos suele ser más lento y de carácter evolutivo. Los sistemas de explotación mixta tampoco suelen mostrarse muy sensibles al crecimiento de la demanda de productos pecuarios de rumiantes, por la sencilla razón de que tienen que perseguirse también otros objetivos. La posibilidad de ampliar la producción mediante una transformación gradual de los sistemas tradicionales suele ser insuficiente para responder de forma efectiva al crecimiento de la demanda de consumo. Por ello, en casi todos los países en desarrollo, junto a los sistemas tradicionales, han aparecido sistemas modernos de producción, semejantes a los de los países desarrollados. Como los métodos tradicionales son cada vez más insuficientes para atender el crecimiento de la demanda, es probable que en el futuro aumente la proporción del suministro total procedente de sistemas más intensivos.

En el futuro previsible algunos países tendrán probablemente dificultades para conseguir una intensificación significativa y el consiguiente aumento de la productividad. Por ejemplo, la exigua base de recursos de pienso y las necesidades de su importación para intensificar la producción limitarían el progreso en este sentido en la mayor parte de los países sahelianos. Las dificultades de la transición de una producción pecuaria extensiva a otra más intensiva aumentan también el riesgo de degradación ambiental. Una de las principales amenazas procede del sobrepastoreo. Al parecer, en muchos países, especialmente en los semiáridos, el número de animales supera ya la capacidad de carga de la tierra de pastos sin mejoras. Son varios e importantes los obstáculos institucionales y económicos que dificultan el logro de un equilibrio sostenible entre el número de animales y el forraje y otros productos destinados a la alimentación animal. Dichos problemas no podrán resolverse fácilmente a corto y medio plazo y es probable que su alcance y gravedad no disminuyan sino más bien que se agudicen.

En el reciente estudio antes mencionado (Wint y Bourn, 1994) pueden verse algunos aspectos interesantes sobre los procesos evolutivos que se están registrando en los sistemas pecuarios africanos. La obra se basa en encuestas extensivas de las poblaciones de ganado del Malí, Níger, Nigeria, Chad y el Sudán, desglosadas por sistemas pecuarios pastorales y de aldea así como por las zonas agroecológicas áridas, semiáridas, subhúmedas y húmedas. La conclusión general es que, en la mayor parte de las situaciones, la intensidad de las actividades de producción pecuaria está estrechamente relacionada con la intensidad de las actividades humanas (cuantificadas en función de la densidad de habitación y la proporción de tierra cultivada), mientras que la relación es escasa o nula con la distribución de los recursos de pastos naturales. Así ocurre con las actividades ganaderas tanto pastorales como de aldea. Estas conclusiones parecen indicar que los sistemas ganaderos tienden a ser cada vez menos dependientes de la disponibilidad de grandes extensiones de tierra de pasto y que la producción pecuaria estaría más estrechamente relacionada con el acceso más seguro a los recursos de pienso asociados con la proximidad a los asentamientos humanos. Estas conclusiones concuerdan con la comprobación de que las necesidades de pienso para los animales, rumiantes o no, se han satisfecho tradicionalmente por una combinación de pastos, subproductos de las cosechas y, en menor medida, cultivos forrajeros. Los rumiantes son los que más dependen de este tipo de recursos de pienso. La reducción de los recursos comunales de pastoreo, como consecuencia del aumento de la población, la expansión de la tierra arable y la degradación de los pastos, hace que la ganadería dependa cada vez más de los residuos de las cosechas y de recursos marginales de pienso.

Aunque los pastos y forrajes continúan siendo las fuentes más importantes de alimentación animal en los países en desarrollo, su suministro ha aumentado con lentitud y no ha sido suficiente para atender el crecimiento de la demanda de productos pecuarios. Los piensos concentrados, fundamentalmente cereales, se han utilizado cada vez más como suplemento de otros alimentos. La producción de cereales ha crecido con mucha mayor rapidez que los pastos y el forraje y su utilización como pienso ha aumentado de forma considerable en los últimos treinta años (véase el Capítulo 3). La mayor proporción de actividades intensivas relacionadas con los productos lácteos, las aves de corral y el ganado porcino incrementará el uso de cereales como pienso. Además, según las previsiones, su parte en el total del pienso destinado a la ganadería aumentará todavía más en medida que se vaya agravando la escasez de pastos naturales, y deberán pasar muchos años antes de que se produzcan los cambios institucionales necesarios para luchar contra el sobrepastoreo y, con el tiempo, invertir la tendencia hacia el agotamiento. La mejora de los pastos y los cultivos forrajeros no han encontrado gran aceptación entre las sociedades pastorales ni entre los agricultores asentados, si se exceptúan algunos lugares de Africa del Norte, el Cercano Oriente y China. La producción agrícola prevista en algunos países no permitirá obtener subproductos en cantidad suficiente para atender las necesidades de pienso en términos de proteína y, en algunos casos, energía metabolizable. Algunos déficit nutricionales de los animales se pueden evitar mediante la utilización de aditivos de pienso, principalmente urea y melaza, pero la mayor parte de la escasez de forraje deberá resolverse mediante la utilización de concentrados.

Muchas veces se expresa el temor de que los países en desarrollo no sean capaces de aumentar los suministros de cereales en la medida necesaria para apoyar el crecimiento de su sector ganadero. Por ejemplo, Nordblom y Shomo (1993) consideran que la escasez de divisas en el Cercano Oriente/Africa del Norte no permitirá cubrir los déficit de pienso con la importación de cereales. La producción ganadera de la región del Cercano Oriente/Africa del Norte es más bien intensiva en lo que respecta a la utilización de piensos concentrados y se prevé que otras regiones sigan este mismo camino, aun cuando seguirán utilizando cantidades mucho menores de cereales por unidad de producción pecuaria que dicha región. En el Capítulo 3 pueden verse las previsiones sobre los cereales en que se basan las proyecciones sobre el sector pecuario. En ellas se supone que en el Cercano Oriente/Africa del Norte la intensidad del uso del cereales en la producción pecuaria (volumen de cereales utilizado por unidad de producto) no continuará incrementado como en el pasado, dado que los aumentos de la producción se conseguirían a través de una mayor eficiencia.

Sólo en un número muy reducido de países en desarrollo la industria cárnica y lechera ha avanzado hasta el punto de poder garantizar, en condiciones higiénicas y de forma constante, los suministros que necesita una población urbana en rápida expansión. Más del 90 por ciento del ganado de los países en desarrollo es propiedad de pequeños terratenientes rurales sin suficientes vínculos con los mercados urbanos. La incapacidad de las actuales estructuras y sistemas de organización para hacer frente a la demanda actual y futura de productos pecuarios se hace patente en numerosos aspectos. En primer lugar la expansión demográfica ha aumentado las dificultades técnicas e infraestructurales para atender la demanda efectiva, lo que algunas veces provoca una gran diferencia de precios entre las zonas rurales y urbanas. En segundo lugar, la contaminación ambiental, debida fundamentalmente a los residuos procedentes de unidades industriales de producción y elaboración de productos pecuarios (en particular los mataderos), es cada vez más preocupante, dada la insuficiencia de las estructuras existentes y la ausencia o el incumplimiento de los reglamentos apropiados. Finalmente, la insuficiencia de las normas relativas a la inocuidad de los alimentos, representa, dadas las limitaciones técnicas e institucionales, un peligro constante y creciente para la salud humana.

Diversidad genética animal

Aunque son pocas las especies ganaderas utilizadas para obtener los productos pecuarios, como carne, leche, pieles, fibra y animales de tiro, cada una de ellas se ha desarrollado con la finalidad de obtener productos específicos en circunstancias muy diversas, lo que ha dado lugar a un gran número de razas únicas, cada una con su propio patrimonio genético. Es esta amplitud de la diversidad genética formada por ese conjunto de razas lo que constituye la clave para el aumento futuro de la eficiencia y sostenibilidad de la producción pecuaria.

Se han conseguido razas autóctonas adaptadas a la producción en sus propios entornos específicos. Muchas veces poseen atributos que no son apreciables a simple vista, por ejemplo la capacidad de resistir a condiciones locales adversas que quizá no se repitan todos los años. En muchos casos se han introducido razas mejoradas que, en condiciones diferentes, tienen mayor producción y los cruces resultantes pueden ser mejores que las razas puras locales. Por otro lado, los retrocruces subsiguientes de las razas mejoradas pueden dar lugar a una merma de la productividad general, debida a las tasas más bajas de reproducción y menores posibilidades de supervivencia, mayor vulnerabilidad a las enfermedades e incapacidad de soportar una proporción elevada de forrajes secundarios en su alimentación.

El cruce de razas puede ser una estrategia muy valiosa, ya que aprovecha las ventajas del vigor de los híbridos. No obstante, es difícil conseguir sistemas sostenibles de cruce en determinadas especies, sobre todo en las que presentan bajas tasas de reproducción, como los caballos, ganado vacuno, búfalos y algunas ovejas y cabras. Otros problemas prácticos son la mayor complejidad logística y la falta de suministro fiable y en número suficiente de animales cruzados de reposición.

Sin embargo, nuevas tecnologías, como la clonación de embriones, unidas a otras técnicas modernas, como la inseminación artificial, la fertilización in vitro y el sexaje de embriones o del semen, ofrecen alguna posibilidad de utilizar mejor la heterosis. Por ejemplo, la obtención continuada de hembras de primer cruce (F1) para la producción de leche permite aprovechar al máximo las ventajas tanto de los genes autóctonos como de los exóticos. Esta utilización de animales F1 es práctica común en especies con tasas elevadas de reproducción (ganado porcino, aves de corral, algunas razas ovinas).

La capacidad de contar ahora y en el futuro con animales adaptados a los diversos entornos depende del mantenimiento de un amplio espectro de diversidad dentro de cada una de las especies locales. Esas diversas razas podrán utilizarse luego como convenga para hacer frente al inevitable cambio en el entorno productivo que acompaña al desarrollo. El mantenimiento de la diversidad genética es fundamental para aprovechar plenamente todos los recursos genéticos y aumentar en la forma más eficiente posible el volumen de productos pecuarios; a su vez, el medio más eficiente de sostener la diversidad animal local es a través de actividades bien concebidas de mejora génetica.

Salud animal

La producción de carne, leche y huevos sufre todavía graves limitaciones por la acción de las plagas y las enfermedades. Según algunas estimaciones, al menos el 5 por ciento del ganado vacuno, el 10 por ciento del ovino y caprino y el 15 por ciento del porcino muere anualmente como consecuencia de enfermedades. Aparte de la pérdida directa de animales, se producen pérdidas indirectas como consecuencia de la escasa eficiencia reproductora, los retrasos en el crecimiento y los bajos niveles de producción. Según previsiones, el crecimiento de la producción de carne desde ahora hasta el año 2010 procederá en gran parte de los aumentos del número de animales; el resto se conseguiría gracias a una mejora de la productividad. Además de los progresos en la gestión, las medidas veterinarias para combatir las grandes epizootias y los diversos vectores de enfermedad (como las garrapatas y la mosca tsetsé) así como la medicina preventiva contribuirán significativamente a aumentar los rendimientos tanto de cada animal como de los hatos.

Las principales enfermedades infecciosas son las que revisten importancia económica significativa, tienen repercusiones en la salud pública (como la rabia o la brucelosis) o se han introducido recientemente y representan una amenaza para el sector (por ejemplo, la peste porcina africana (PPA) en América Latina en los años 80). Las esfuerzos para erradicar las enfermedades en los países en desarrollo han estado plagados de dificultades, pero los éxitos son notables. La PPA se ha erradicado en Cuba, el Brasil y la República Dominicana, mientras que en grandes zonas de la Argentina y México se ha conseguido erradicar la babesiosis. En la República Centroafricana la pleuroneumonía contagiosa bovina se ha eliminado. La fiebre aftosa se ha erradicado de todos los países de América Central y de Chile, aunque persiste todavía en los demás países de América Latina.

Hay un gran grupo de enfermedades crónicas que tienen efectos más insidiosos que las grandes enfermedades infecciosas. Muchas veces se ignora o infravalora enormemente su importancia. Aunque menos visibles, pueden tener graves consecuencias económicas por sus efectos sobre la producción o la actividad reproductora. Cabría citar como ejemplos las infestaciones de helmintos, la neumonía enzoótica del ganado porcino, la mastitis del ganado vacuno de leche y las enfermedades respiratorias crónicas de las aves de corral. Si bien los procedimientos de gestión y las medidas profilácticas de salud animal son más viables cuando la población se cría con métodos de producción intensiva, el riesgo de contracción de enfermedades puede aumentar como consecuencia de las mayores cargas ganaderas y de mayores presiones fisiológicas. El desarrollo de sistemas de producción más intensivos provoca también un cambio en el espectro de enfermedades. Mientras que en el ganado vacuno disminuyen la peste bovina y la pleuroneumonía, adquieren mayor importancia otras enfermedades como la brucelosis, la leptospirosis y la mastitis. En el caso de las aves de corral, el paso de las prácticas rurales extensivas a los sistemas comerciales intensivos ha dado lugar, por ejemplo, a que disminuya la importancia de la enfermedad de Newcastle y en cambio adquieran mayor gravedad la enfermedad respiratoria crónica, la enfermedad de Marek y la enfermedad de Gumboro.

En Africa, las instalaciones actuales y previstas de producción de vacunas deberían hacer posible que el continente sea en gran parte autónomo en lo que respecta a las vacunas fundamentales, lo que permitirá notables mejoras de la salud animal. La campaña panafricana contra la peste bovina requerirá unos 100 millones de dosis anuales, y para proteger de la pleuropneumonía bovina al ganado vacuno en situación de riesgo se necesitarán unos 60 millones de dosis anuales. No obstante, la enfermedad que representa el mayor obstáculo en Africa es la tripanosomiasis, prácticamente la única enfermedad que, sin medidas preventivas, impide por completo la introducción del ganado vacuno, aunque algunas razas han adquirido cierto nivel de resistencia14. Muchas zonas subhúmedas infestadas de la mosca tsetsé y con elevado potencial agrícola podrían utilizarse de manera más sostenible con sistemas de explotación mixta en que se utilicen animales de tiro. Recientes investigaciones han permitido obtener nuevas técnicas de control que requieren escasos insumos tecnológicos y, a diferencia de otros métodos anteriores, no necesitan grandes aplicaciones de insecticidas. A pesar de todo, en muchos lugares del Africa subsahariana los intentos realizados para mejorar las razas ganaderas y la producción de leche continuarán encontrando dificultades mientras no se adopten medidas para contener la tripanosomiasis. Como en otras regiones en desarrollo, la probabilidad de expansión de la producción intensiva de ganado porcino y aves de corral en Africa dependerá de que se adopten medidas periódicas para luchar contra enfermedades como la encefalitis aviar y la bronquitis infecciosa.

A diferencia de Africa, América Latina está libre de enfermedades como la pleuroneumonía bovina, la peste bovina y la peste de los pequeños rumiantes. En cambio, la fiebre aftosa continúa representando un problema. Tras la erradicación de la mosca del gusano barrenador de los Estados Unidos y de México así como de Africa del Norte, los esfuerzos se han concentrado en la lucha contra esta plaga en el Caribe y América Central.

Tampoco en Asia hay grandes problemas en lo que respecta a enfermedades infecciosas del ganado vacuno y los búfalos. En el Cercano Oriente se ha puesto en marcha un programa de lucha contra la peste bovina y está previsto otro para el Asia meridional; ambos requerirían una considerable actividad de vacunación. La lucha contra la fiebre aftosa y la brucelosis en el Cercano Oriente suscita especial preocupación. Una actividad importante es la adopción de medidas cautelares para hacer frente a las posibles emergencias debidas a enfermedades imprevistas. En muchos países asiáticos, sobre todo Filipinas, Tailandia, Indonesia y Bangladesh, el sector de las aves de corral es muy importante y la lucha contra la enfermedad de Newcastle es decisiva, sobre todo en las aldeas.

14. Algunas variedades de ganado vacuno, ovino y porcino del Africa occidental han adquirido tolerancia a la tripanosomiasis como consecuencia de la selección natural. La limitada información disponible (suministrada por el Centro internacional para la ganadería en africa) sobre la productividad de ganado vacuno tripanotolerante permite pensar que cuando la presión de la mosca tsetsé es baja la pérdida de rendimiento de dicho ganado es insignificante y los rendimientos son comparables a los de las razas que se encuentran fuera de las zonas con riesgo de tripanosomiasis. No Obstante, cuando la presión de la mosca tsetsé es media o alta el índice de productividad baja aproximadamente una cuarta parte y la mitad, respectivamente. No hay ninguna prueba que demuestre que el ganado ovino y caprino tripanotolerante tenga un nivel de productividad más bajo que el de otras ovejas y cabras en Africa.

Donde se han establecido industrias porcinas intensivas, la peste porcina clásica es una de las principales amenazas a la producción y al comercio de ganado porcino y sus productos derivados. El diagnóstico requiere avanzados medios de análisis de laboratorio y personal capacitado, y al mismo tiempo se necesitan instalaciones para la lucha contra esta enfermedad y su posible erradicación. La peste porcina africana tendría efectos devastadores sobre la gran población porcina de Asia, por lo que se requiere una atenta vigilancia para impedir que penetre en la región.

En el futuro próximo se prevé el desarrollo de vacunas de bajo costo y buena calidad contra la mayor parte de las enfermedades provocadas por bacterias y virus. De todas las maneras, el fracaso de algunas campañas internacionales de erradicación (por ejemplo contra la peste bovina) no se debió a la falta de una vacuna adecuada, sino a la deficiente infraestructura veterinaria. Una de las condiciones básicas para mejorar la salud veterinaria será la realización de nuevas inversiones en la expansión de los servicios de diagnóstico y en la capacitación de personal veterinario.

ANEXO

Mapas de las clases de tierra de secano predominantes

Leyenda

Tierra predominatamente productiva
AT 2 Semiárida húmedaPCV 120–179 días> 50% del área con tierras MI + I
AT 3 SubhúmedaPCV 180–269 días> 50% del área con tierras MI + I
AT 4 HúmedaPCV 270–365 días> 50% del área con tierras MI + I
AT 6 Fluvisoles y GleysolesTierra inundada naturalmente (TIN)> 50% del área con tierras MI + I
Tierra predominatamente de productividad marginal
AT 1 Semiárida secaPCV 75–119 días> 50% del área con tierras MI + I + PI
AT 5 Semiárida húmeda, subhúmeda y húmedaPCV 120–365 días> 50% del área con tierras PI
AT 7 Fluvisoles y GleysolesTierra inundada naturalmente (TIN)> 50% del área con tierras PI
Tierra predominatamente no productiva
Parcialmente idóneaPCV 75–365 días20–50% del área con tierras MI + I + PI
 o TIN 
Esencialmente no idóneaPCV 75–365 días0–20% del área con tierras MI + I + PI
 o TIN 
No idónea n.d.
Aguas, Glaciares n.d.

AFRICA

CERCANO ORIENTE

ASIA MERIDIONAL

ASIA SUDORIENTAL

AMERICA CENTRAL

AMERICA DEL SUR


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