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Capítulo 5
MONTES

5.1. INTRODUCCION

Los bosques constituyen una forma importante de aprovechamiento de la tierra y desempeñan diversas funciones de gran trascendencia: proporcionan servicios que contribuyen al bienestar de la población, desempeñan un papel importante en relación con el medio ambiente y sus productos son vitales para la economía y para la vida cotidiana. Los bosques son un recurso renovable, susceptibles de ofrecer productos valiosos si se aplica una gestión racional. Son capaces de volver a crecer y regenerarse y, al mismo tiempo, cumplen funciones ambientales en materia de conservación de suelos y aguas y de la diversidad biológica. Los productos de los bosques y de la industria forestal son generalmente beneficiosos desde el punto de vista ambiental y pueden ser reciclados para la producción o para generar energía. Las industrias forestales a su vez tienen un escaso impacto negativo sobre la calidad del aire y del agua y el potencial para hacer uso de la energía de modo muy eficiente.

A lo largo de la historia, los bosques, al ser los principales ocupantes naturales de tierra, han sido talados a fin de conseguir tierras para la agricultura, para pastos y para asentamientos humanos. Este desmonte y la corta de madera para combustible, la construcción y la industria se han realizado tradicionalmente sin tener en cuenta la necesidad de asegurar en el futuro el suministro sostenido de productos y servicios de los bosques. Al aumentar la población y la riqueza se ha incrementado también la demanda de tierra para la agricultura y la demanda de productos y servicios forestales. Al mismo tiempo, los efectos secundarios de otras actividades influyen en la producción y en las funciones de los bosques en materia de servicios. Por consiguiente, los bienes y servicios de los bosques, cada vez más cuantiosos, entran en competencia entre sí y con otros usos de las tierras forestales.

Con miras al desarrollo futuro del sector es necesario atender la demanda creciente de sus productos y servicios y de la conservación de los ecosistemas y de la diversidad biológica, cada vez más escasos, así como la exigencia de garantizar un medio de vida sostenible a las comunidades que habitan en los bosques o que dependen de ellos. Al mismo tiempo, la superficie forestal, y en consecuencia su capacidad de suministro, seguirá sufriendo una presión creciente para la transferencia de tierras forestales a la agricultura, a infraestructuras y a usos urbanos (véase Capítulo 4). Uno de los principales retos para el futuro es el de satisfacer esas demandas estrechamente interrelacionadas y resolver los conflictos que puedan plantearse entre ellas. Para superar con éxito ese reto será necesario disponer de tecnologías más eficaces e inofensivas para el medio ambiente en el proceso de producción de los productos forestales y salvaguardar la función del bosque en materia de servicios. Asimismo, será necesario reconocer la importante función de la silvicultura para garantizar un sustento sostenible, con miras a armonizar intereses muy diversos a la hora de adoptar decisiones en relación con el aprovechamiento de la tierra.

En las secciones que siguen se examinan, sucesivamente, la situación de los bosques en relación con el uso de la tierra y los cambios que se presentan en dicho aprovechamiento, la función actual y futura de los productos forestales en la economía y las interrelaciones entre los bosques y el medio ambiente. El presente capítulo concluye con el examen de las perspectivas futuras de desarrollo sostenible de los bosques.

5.2. LOS BOSQUES EN EL APROVECHAMIENTO DE LA TIERRA

La Evaluación FAO de los recursos forestales de 1990 (FAO, 1993f) estimaba que la superficie forestal mundial era de 3 400 millones de ha, una media de 0,7 ha aproximadamente por habitante. En esta estimación, los bosques se definen como sistemas ecológicos con un mínimo del 10 por ciento cubierto por la copa de árboles. Además, había unos 1 600 millones de ha de otras tierras forestales con algún tipo de vegetación leñosa.

Cuadro 5.1.
Superficie forestal en 1990
 Superficie forestalOtras tierras boscosas
Miles de millones de haPorcentaje de la superficie total de tierrasMiles de millones de ha
Mundo3,4261,6
Países desarrollados1,4260,5
Países en desarrollo tropicales1,7371,0
Otros países en desarrollo0,3130,1

Los bosques de la zona tropical

El bosque natural. En 1990, la superficie del bosque natural tropical, es decir, excluidas las plantaciones forestales, era de 1 760 millones de ha y representaba el 37 por ciento de la superficie total de tierras de los países tropicales incluidos en los datos (Cuadros 5.2 y 5.3). La superficie forestal per cápita en la zona tropical era de 0,72 ha. Aproximadamente las tres cuartas partes del bosque tropical corresponden a la zona de bosque pluvial y de bosque húmedo caducifolio. Las formaciones de tierras bajas secas ocupan un 12–13 por ciento de la superficie total, al igual que las formaciones de tierras altas. La deforestación es uno de los principales problemas del bosque tropical. Se estimó que durante el período 1980–90 la pérdida bruta de superficie forestal tropical (antes de contabilizar la superficie añadida al bosque mediante la repoblación forestal y la forestación) fue de 15,4 millones de ha anuales, es decir el 0,8 por ciento de la superficie forestal. Estos datos indican que la tasa de deforestación era más elevada de la que se había estimado en la evaluación de 1980.

Cuadro 5.2
Bosques tropicales, estimación de la superficie con cubierta forestal y de la deforestación por subregiones geográficas
Subregión/ Región geográficaNúmero de paísesSuperficieCubierta forestalDeforestación anual 1981-90
millones de ha1980 millones de ha1990 millones de hamillones de ha% anual
Africa402.236,1568,6527,64,10,7
Sahel occidental6528,043,740,80,30,7
Sahel oriental9489,771,465,50,60,9
Africa occidental8203,861,555,60,61,0
Africa central6398,3215,5204,11,10,5
Africa austral tropical10558,1159,3145,91,30,9
Africa insular158,217,115,80,10,8
Asia y el Pacífico17892,1349,6310,63,91,2
Asia meridional6412,269,463,90,60,8
Asia sudoriental continental5190,288,475,21,31,6
Asia sudoriental insular5244,4154,7135,41,91,3
Pacífico145,337,136,00,10,3
América Latina y el Caribe331.650,1992,2918,17,40,8
América Central y México7239,679,268,11,11,5
Caribe1969,048,347,10,10,3
América del Sur tropical71.341,6864,6802,96,20,7
Total904.778,31.910,41.756,315,40,8

Nota: Entre los 90 países tropicales que incluye este cuadro no figuran los países de la región de la región del Cercano Oriente/Africa del Norte que se mencionan en otros capítulos de este informe, ni los países de la zona templada de Asia (China, entre ellos) y América del Sur (Argentina, Chile y Uruguay). De los 93 países en desarrollo de este estudio, se dispone de datos de la Evaluación FAO de los recursos forestales - países tropicales de 1990 para 69 países (véase la lista de países en el apéndice). Estos 69 países representan 1 690 millones de ha de los 1 756 millones de ha de tierras forestales en 1990 indicadas en este cuadro. La diferencia es la superficie forestal de 21 países en desarrollo no tratados individualmente en este estudio.

En la evaluación de los recursos forestales tropicales se ha encontrado una estrecha relación entre los cambios de la superficie forestal y de la densidad de población. La naturaleza exacta de esa relación varía en las diferentes zonas ecológicas. Según el modelo utilizado, el proceso de interacción entre la población y las zonas forestales es similar al proceso de crecimiento biológico, en el que se ha observado que la deforestación aumenta con relativa lentitud en las fases iniciales de aumento de la densidad de población, mucho más rápidamente en las fases intermedias y lentamente, una vez más, en las fases finales. Se ha utilizado este modelo para estimar las modificaciones que se han producido en la superficie forestal cuando no se disponía de información acerca de las mismas (para un examen más detallado, véase FAO, 1993f).

Cuadro 5.3
Bosques tropicales, estimación de la superficie con cubierta forestal y de la deforestación por zonas ecológicas
Zona ecológicaFormaciones forestalesSuperficieDensidad de población 1990Crecímiento anual de la población 1981–1990Cubierta forestal 1990Deforestación anual 1981-1990
millones de hahab/km2% anualmillones de ha% superficiemillones de ha% anual
 Zona forestal4.186,4572,41.748,24215,30,8
 Formaciones de tierras bajas3.485,6572,31.543,94412,80,8
1Bosque pluvial947,2412,2718,3764,60,6
2Húmedo caducifolio1.289,2552,4587,3466,11,0
3Seco y muy seco1.249,2702,3238,3192,20,9
4Formaciones de tierras altas 700,9562,6204,3292,51,1
 (bosques de colinas y montañas)       
5Zona no forestal591,9153,18,110,11,0
 (áreas alpinas y desérticas)       
 TOTAL TROPICAL4.778,3522,41.756,33715,40,8

Plantaciones forestales en la zona tropical. Se han establecido plantaciones forestales para regenerar los bosques que han sido explotados y sustituir los que han sido talados tanto para la producción de madera de construcción como de leña. El establecimiento de plantaciones forestales y la gestión eficiente de las mismas contribuirá a afianzar las funciones productivas y de protección de los bosques, aunque la diversidad biológica pueda reducirse a nivel local. Al final de 1990 se señaló que la superficie total de plantación en 81 países de la zona tropical se cifraba en 43,9 millones de ha. Se estima, teniendo en cuenta la baja densidad de la masa forestal en algunas zonas, que esto equivale a una superficie neta efectiva de 30,7 millones de ha. Alrededor de una tercera parte de la superficie se dedica principalmente a la producción industrial. La tasa anual de forestación y repoblación forestal de 2,6 millones de ha es pequeña, ya que equivale a menos del 20 por ciento de la deforestación anual bruta. Las plantaciones forestales establecidas tienen un potencial de producción de madera que ya es equivalente o superior al consumo de madera industrial de los países en desarrollo, que se cifra en unos 300 millones de m3 al año.

El alcance efectivo de la plantación de árboles es mayor porque se planta un gran número de árboles fuera del bosque, en torno a la explotación agrícola o el hogar o en los linderos, en los bordes de los caminos y en las riberas. Los árboles que se plantan fuera del bosque suponen una importante contribución para la obtención de leña, forraje y madera. Además de las plantaciones forestales, las plantaciones agrícolas de cultivos arbóreos, como el coco, la palma y el caucho, son una posible fuente de madera. La superficie total estimada (sólo en Asia) es de 14 millones de ha, constituida por formaciones de caucho (7,2 millones de ha), coco (4,2 millones de ha) y palma de aceite (2,7 millones de ha). Varios millones de m3 de madera de caucho y de tallos de coco se utilizan para la producción de madera aserrada.

Espacios protegidos de la zona tropical. En la evaluación de los recursos forestales de las regiones tropicales y templadas se ha concedido una consideración especial a las medidas que se han aplicado para conservar la gran variedad de especies y hábitat. Una de esas medidas es el establecimiento de espacios forestales protegidos. En la actualidad, los espacios forestales protegidos incluidos en las categorías I-V de la Unión Mundial para la Naturaleza ocupan 266 millones de ha, el 5,4 por ciento de la superficie terrestre total de los trópicos, con una extensión mayor de un 1 por ciento en América Latina que en Africa y en Asia y el Pacífico.

Los bosques de la zona templada

La superficie de bosques en los países de la zona templada es de 1 640 millones de ha aproximadamente, de las cuales 1 400 millones corresponden a los países desarrollados y el resto a los bosques de la zona templada de algunos países en desarrollo (entre ellos China). Las zonas principales se hallan en la antigua Unión Soviética (750 millones de ha), América del Norte (460 millones de ha) y Europa (150 millones de ha). En los países desarrollados los bosques cubren el 26 por ciento de la tierra y la superficie forestal media por habitante es de 1,13 ha. En los países en desarrollo de la zona templada los bosques ocupan el 13 por ciento de la superficie terrestre y la superficie forestal media per cápita es de 0,15 ha. La superficie forestal de los países desarrollados es muy estable, con pequeñas modificaciones debidas a la tala de bosques para usos urbanos y a la forestación de terrenos agrícolas y de pasto excedentarios e inutilizados. Generalmente, los bosques que se talan para obtener madera se repueblan mediante plantaciones y por regeneración natural. En Europa, la superficie ocupada por bosques aumentó de 2 millones de ha entre 1980 y 1990 (FAO, 1994b). Entre los problemas que afectan a los bosques de los países de la zona templada hay que mencionar los daños causados por la contaminación del aire y los que producen las plagas, las enfermedades y los incendios.

En los países de la zona templada, la superficie de los espacios protegidos se cifra en unos 300 millones de ha, de las cuales 250 millones corresponden a los países desarrollados (el 4,5 por ciento de su superficie terrestre). El 2 por ciento de la superficie terrestre de China y el 7 por ciento de la de otros países en desarrollo de la zona templada corresponden a espacios protegidos.

Cuestiones referentes a las tierras forestales en relación con el uso de la tierra

En los párrafos precedentes se ha descrito la situación de los bosques del mundo y las tendencias de las transformaciones. La evolución futura de esas tendencias determinará la capacidad de los bosques para satisfacer la demanda de productos y servicios forestales. En este examen se examinan diferentes factores que tienen un papel importante en los cambios que afectan a los bosques, con miras a identificar mejor aquellas esferas donde las políticas pueden desempeñar un papel significativo en la evolución futura del aprovechamiento de la tierra.

En los países en desarrollo los bosques están sometidos a la presión que deriva del crecimiento demográfico y de la extensión del uso de la tierra para la agricultura y para pastizales. En los países desarrollados existe una estabilidad en el uso de la tierra (véase también el Cuadro 4.6) y está aumentando la densidad forestal y el rendimiento de los bosques como consecuencia de la gestión de los mismos, pero hay algunos datos que indican que hay una degradación de la superficie forestal como consecuencia de los incendios y de factores ambientales.

Aspectos institucionales en relación con los bosques de la zona templada. En los países desarrollados los bosques pueden ser de propiedad pública, privada o, con diversas variantes, comunitaria. En la mayor parte de los países desarrollados la propiedad de los bosques está delimitada y regulada de manera efectiva por la ley. En casi todos los países, la gestión de las tierras forestales está sujeta a limitaciones con miras a la conservación del suelo y a la estabilidad de la tierra en las regiones de montaña, y en una serie de países la explotación está reglamentada para garantizar el rendimiento sostenido de madera. En los últimos años, han surgido problemas referentes al impacto de las actividades de explotación y de la plantación de árboles sobre el medio ambiente y la diversidad biológica que han determinado que se formulen nuevas políticas y se planteen nuevas trabas legales, que afectan particularmente a los bosques de propiedad pública y a instrumentos de política como la subvención de la silvicultura privada. En algunos países, los derechos de la población indígena a la riqueza de los bosques ha ocupado el primer plano del debate público. La propiedad, la gestión y la privatización de los bosques son cuestiones que se están debatiendo actualmente en muchos de los países en transición de Europa oriental y de la ex URSS.

La deforestación tropical: causas y factores institucionales. La evaluación de los recursos forestales de 1990 de la FAO pone en evidencia que la deforestación ha alcanzado unas dimensiones importantes en la zona tropical. En esta sección se analizan las causas y factores posibles que influyen en ese proceso. Sin embargo, hay que reconocer que la insuficiencia de los datos y las interacciones complejas entre los diversos factores que contribuyen a provocar la deforestación hacen difícil precisar cuantitativamente el alcance de la deforestación que puede atribuirse a una causa particular. Por consiguiente, las indicaciones que aquí se hacen no pueden ser sino inferencias cualitativas.

Como ya se hizo notar en el Capítulo 4, las estadísticas sobre el aprovechamiento de la tierra no son lo bastante precisas como para ofrecer información fiable para el seguimiento de la transferencia de tierra de uno a otro uso. Los datos de la FAO sobre el aprovechamiento de la tierra indican que entre 1980 y 1990 en los países en desarrollo (excluida China) se produjo un incremento neto de la tierra de labranza y pastizales de 32 millones (Cuadro 4.6) y 13 millones de ha, respectivamente. En ese mismo período, se estima que se produjo una reducción neta de la superficie de bosque natural tropical del orden de 150 millones de ha (Cuadros 5.2 y 5.3). Sólo una parte de esa reducción corresponde a la transferencia registrada de tierras forestales a la agricultura y el pastoreo. Además de la conversión registrada a usos agrícolas y de pastoreo, las causas principales de la reducción de las tierras forestales son:

  1. conversión de tierras forestales a la agricultura de subsistencia y para pasto de baja calidad, no reconocida por las estadísticas oficiales de aprovechamiento de la tierra agrícola como conversión a la agricultura o al pastoreo;
  2. corta excesiva persistente para la producción de leña y carbón vegetal que reduce las tierras forestales a la condición de “otras tierras boscosas” o que elimina completamente la vegetación leñosa;
  3. la corta comercial de madera. Si no se produce una intervención ulterior esas zonas revierten al bosque de forma natural. Sin embargo, la construcción de carreteras para la corta comercial facilita el acceso y, frecuentemente, la conversión de los bosques a otros usos.

El patrón de la deforestación y la degradación indica que la extensión más intensiva del desmonte de los bosques y de la degradación forestal se produce a partir de los centros de población y de agricultura establecida. Una gran parte de ese proceso corresponde a la expansión de la agricultura y el pastoreo marginales por parte de pequeños agricultores y personas sin tierra, proceso que se produce sin que se realice una selección de tierra o de los cultivos de acuerdo con la capacidad productiva, sin la participación de un servicio de extensión que apoye el establecimiento de una agricultura productiva y sostenible y, frecuentemente, sin la recuperación de madera y de biomasa leñosa para su uso productivo como madera de construcción o como combustible. En muchos casos, esta ocupación informal de terrenos forestales se realiza en tierras de escaso potencial agrícola, en zonas altas y montañosas. Los colonos suelen ser los menos privilegiados y los que tienen menos potencial para introducir la tecnología y los insumos necesarios para una agricultura sostenible.

Población. En muchos países en desarrollo la elevada tasa de crecimiento demográfico, junto con las oportunidades limitadas de empleo, la pobreza persistente, la desigualdad en el acceso a la tierra y la inseguridad alimentaria dan como resultado que la única opción para la subsistencia sea la migración, frecuentemente a las zonas forestales, a fin de encontrar tierra para la agricultura o el pastoreo y para el cultivo migratorio. El crecimiento demográfico que se produce en esas condiciones desfavorables estimula, pues, este tipo de migración y la deforestación consiguiente. Si la migración a las zonas urbanas absorbe una media del 60 por ciento del incremento neto de población en los países en desarrollo, el resto constituye el incremento neto de población rural y agrícola, más importante en el Africa subsahariana y en el Asia meridional, menos cuantioso en América Latina y en el Cercano Oriente/Africa del Norte.

Seguridad, control de los recursos y participación de la gente. En los países en desarrollo el hecho de que los bosques sean declarados de propiedad pública no siempre está seguido de una delimitación efectiva. La declaración de propiedad pública puede entrar en conflicto con la propiedad tradicional y comunitaria de la población local. La población local puede ejercer los derechos comunitarios de acceso a los bosques y de su utilización, pero esos derechos pueden no estar reconocidos en el ordenamiento jurídico. Con independencia de que los bosques hayan sido declarados de propiedad pública, la población puede considerarlos de libre acceso. La política nacional puede impulsar o permitir la colonización de las tierras forestales o, más frecuentemente, condone la ocupación. Sin embargo, es posible que los colonos no tengan seguridad respecto al suministro futuro de productos y al uso de la tierra y, por consiguiente, carezcan de motivación para una utilización sostenible que exige inversiones para la producción futura o para medidas de conservación de los bosques o de la tierra.

Una de las consecuencias del incremento de la población es que aumenta la presión sobre las escasas tierras disponibles para las comunidades rurales. La privatización y la ocupación de tierras reducen las zonas disponibles para uso comunitario y se tiende a abandonar las formas tradicionales de gestión de los recursos de propiedad común. En estas circunstancias, el crecimiento demográfico desencadena una migración anárquica y sin una base firme hacia zonas con menores posibilidades para sostener una población agrícola, agudizando de esta manera la inestabilidad de una comunidad con derechos débiles sobre la tierra que ocupa ya de por sí inestable. Una de las posibles soluciones para el problema de la difícil situación de la comunidad rural marginal con respecto al uso de los bosques es la adopción de medidas para reforzar la participación de esas comunidades en la gestión de los bosques en beneficio propio. En estos casos se presenta nítidamente la necesidad de fomentar la participación social para solucionar el problema de la deforestación y la baja productividad agrícola.

Impactos de las políticas intersectoriales. De esta discusión anterior se desprende claramente que existen otros factores, además, de las políticas y decisiones directas de las autoridades forestales, que repercuten sobre los bosques, como las políticas agrarias de fomento de la producción agrícola y pecuaria, la política gubernamental más general de apoyo del asentamiento de la población y de las comunicaciones, las políticas de las autoridades urbanas para conseguir suministros de agua o energía y las de los ministerios responsables de la economía que pretenden obtener ingresos de exportación y fomentar la inversión exterior en la minería o en la generación de energía. Estas presiones de origen múltiple no sólo repercuten sobre los bosques sino también sobre el bienestar de las comunidades tradicionales que dependen de ellos y sobre numerosos aspectos de la conservación ambiental.

En muchos países, la política y la legislación forestales están dirigidas a conseguir la conservación de la superficie forestal y la producción sostenible de madera. Sin embargo, la inexistencia de reglamentos, instituciones e incentivos eficaces que garanticen la producción sostenible determinan que en el largo ciclo de producción de los bosques predomine un modelo de explotación dirigido a obtener beneficios inmediatos. Los acuerdos de concesión, si no se formulan y aplican adecuadamente, pueden estimular la utilización inmediata de las existencias de madera adulta, sin tener en cuenta la necesidad de la sostenibilidad. Muy pocas veces esos acuerdos incluyen mecanismos suficientes para hacer cumplir lo pactado u ofrecen incentivos al concesionario a corto plazo para garantizar una gestión sostenible. Los departamentos financieros del gobierno, motivados por la obtención inmediata de ingresos procedentes del pago de derechos, pueden favorecer la ampliación de las concesiones más allá de los límites de la sostenibilidad. Por consiguiente, las prácticas de explotación, conjuntamente con la presión para dedicar la tierra a la agricultura, pueden contribuir a la deforestación, a pesar de que existan políticas de conservación.

5.3. LA PRODUCCION FORESTAL EN LA ECONOMIA

Una función importante de los bosques es suministrar madera y otros productos convencionales. Los bosques y la industria forestal contribuyen a la economía mediante la producción y el comercio de madera para la producción de energía, madera aserrada, paneles y papel. Se calcula que el valor de los productos forestales es ligeramente superior a los 400 000 millones de dólares. Aproximadamente una cuarta parte de esa cifra corresponde al valor de la leña como fuente de energía y el resto es el valor de los productos forestales para uso industrial. También es importante la contribución, en particular en el sector de subsistencia, de los productos forestales distintos de la madera, como el corcho, las resinas, los hongos, la goma y los frutos silvestres, aunque no existe una estimación comparable acerca de su valor. El valor de las exportaciones de productos forestales era de 97 000 millones de dólares en 1990, algo más del 3 por ciento del comercio mundial de mercancías.

La madera en el suministro de energía

El Cuadro 5.4 ofrece los datos y proyecciones relativos a los usos de la madera y sus productos. El volumen de madera utilizado directamente como combustible y en la producción de energía es del orden de 1 800 millones m3, algo más de la mitad de toda la madera consumida. Además, se recuperan unos 300 millones de m3 de residuos procedentes de la elaboración de los productos madereros para la producción de energía, lo cual sitúa la cifra total en el equivalente de 520 millones de toneladas en equivalente de petróleo (tep). Esto supone aproximadamente el 5 por ciento del consumo mundial de energía. La mayor parte del consumo mundial de leña corresponde a los países en desarrollo, donde representa el 80 por ciento de la producción anual de madera. Este volumen, equivalente a 400 millones de toneladas de petróleo, constituye el 15 por ciento del consumo de energía de los países en desarrollo. Sin embargo, en 40 de los países más pobres del mundo la madera es la fuente de más del 70 por ciento del consumo nacional de energía. En esos países, el consumo de energía procedente de la madera es del orden de 0,1-0,5 tep per cápita, con una media de 0,25 tep. Hay que señalar que en los países desarrollados el promedio de utilización de madera en el suministro de energía es de 0,2 tep per cápita, y que la madera en todas sus formas aporta únicamente el 1 por ciento de toda la energía consumida (FAO, 1994b).

La madera sigue siendo el combustible principal en las comunidades rurales de muchos países en desarrollo y en aquellas comunidades urbanas en las que la población no puede obtener, o no puede sufragar, combustibles alternativos. En las zonas rurales remotas, especialmente en los países más pobres, es prácticamente imposible conseguir combustibles modernos en cantidades sustanciales. Entre las comunidades que dependen de los combustibles tradicionales la madera es el combustible preferido, pero en las regiones donde escasea pueden utilizarse como combustible ramitas y hojas y en algunos países otra biomasa como los residuos de los cultivos y el estiércol de vaca. Esto ocurre particularmente en el subcontinente indio, donde el 50 por ciento de la energía para uso energético procede de los residuos de cultivos y del estiércol, y en determinadas zonas de Africa.

La leña se utiliza predominantemente para cubrir las necesidades del hogar, a saber, para cocinar y para calefacción. El rendimiento de la leña en su uso tradicional en los hogares es bajo, con una recuperación de energía útil de sólo el 10 por ciento. En muchos países en desarrollo se están aplicando programas para introducir estufas y cocinas perfeccionadas que utilizan material local de bajo costo, con miras a reducir el consumo de combustible para cocinar y para calefacción, al tiempo que se reduce el humo y se mejora la higiene en la cocina. Esto es especialmente importante por lo que respecta a las mujeres y los niños, sobre quienes suelen recaer las responsabilidades del control de la cocina y del suministro de leña. Los humos tóxicos procedentes de la quema tradicional de madera pueden producir enfermedades respiratorias.

El consumo de leña de las empresas comerciales e industriales es importante en muchos países en desarrollo, en industrias rurales tales como el pescado, el té, el café y el secado y curado del tabaco, en la preparación comercial de alimentos, la elaboración de pan y de cerveza, los textiles, las lavanderías, los talleres de metalistería e industrias tales como el cemento, la cerámica y la fabricación de ladrillos. Por ejemplo, Brasil utiliza 6 millones de toneladas de carbón vegetal al año para la producción de hierro y acero.

El suministro de leña tiende a disminuir con el desmonte de los bosques en las zonas de asentamiento humano. El suministro se sustituye con leña procedente de árboles plantados en torno a la explotación agrícola, en los bordes de los caminos y en los linderos y eriales, y también con la procedente de cultivos arbóreos. Pero en definitiva, la consecuencia es la disminución del suministro disponible y el incremento del costo debido a la competencia por conseguir la leña disponible o al incremento de la distancia hasta los lugares de recolleción. En las proximidades de las zonas urbanas, en las zonas áridas y en las áreas donde existe una gran densidad de población rural pobre que no tiene acceso a una energía alternativa, los bosques que aún existen están siendo destruidos como consecuencia de la sobreexplotación. Así pues, la disminución del potencial del suministro de combustible de árboles y bosques en las regiones de bajo ingreso densamente pobladas será una limitación cada vez más importante para satisfacer las necesidades de energía de la población.

Proyecciones del consumo de madera en el suministro de energía. El consumo mundial de energía de todas las fuentes puede continuar aumentando entre el 1 y el 2 por ciento anual, pero la tasa de crecimiento del consumo de energía será mucho más elevada en los países en desarrollo. Ante las limitaciones de suministro que se han mencionado anteriormente, la utilización de madera en el suministro de energía crecerá en los países en desarrollo a un ritmo mucho menor que la economía y el consumo total de energía, y probablemente aumentará menos que la población. Continuaría la tendencia a que los países sustituyan progresivamente la madera por combustibles fósiles y alternativos. Sin embargo, la madera y la biomasa seguirán siendo la principal fuente de combustible para las poblaciones remotas y para los pobres de las zonas rurales. Por lo que respecta a los países desarrollados, la tendencia anterior hacia la disminución del uso de madera como fuente de energía se invirtió y experimentó un crecimiento modesto desde los años setenta. Es probable que dicha tendencia se mantenga en futuro. El interés creciente que se está mostrando en algunos países en desarrollo en la rehabilitación de tierras degradadas mediante el establecimiento de plantaciones para la obtención de energía, y en los países desarrollados en la utilización de tierras detraídas a la agricultura para plantar árboles y cultivos con fines energéticos, permitiría un ulterior aumento de la contribución de la madera como generador moderno de energía. Cabe esperar que se intensifique el reciclado de residuos para la producción de energía y particularmente el uso de papel de desecho que ya no sirve para la elaboración de papel. Las consideraciones precedentes indican que el consumo mundial de madera en la producción de energía podría aumentar a una tasa de un 1,4 por ciento anual, hasta 2 400 millones de m3 en el año 2010 (Cuadro 5.4).

Los productos forestales de uso industrial

La madera es la materia prima para la elaboración de madera aserrada, paneles a base de madera utilizados principalmente en la construcción, la vivienda y la fabricación de muebles, así como en la elaboración de papel, que se usa sobre todo para las comunicaciones y el empaquetado. También se utiliza, sin elaborar, en la construcción de viviendas, para cercados agrícolas, para postes y jalones, como materia prima para fabricar productos artesanales, para postes de transmisión y para vigas. Para los usos predominantes en las zonas rurales de los países en desarrollo se emplea madera en rollo sin elaborar. La industria forestal ha experimentado un crecimiento sustancial durante los últimos 30 años: la producción se duplicó en los países desarrollados, pero se quintuplicó en los países en desarrollo. El crecimiento de la industria que se registró en los países desarrollados fue más lento que el de la economía en su conjunto mientras que en los países en desarrollo superó al crecimiento de la economía.

Madera en rollo industrial. El consumo mundial de madera en rollo industrial supera los 1 600 millones de m3. La mayor parte de dicho consumo, aproximadamente las tres cuartas partes, corresponde a los países desarrollados. Casi mil millones de m3 se utilizan en la producción de madera aserrada y tableros contrachapados; cuatrocientos millones de m3 se utilizan directamente para elaborar pasta para papel y 200 millones de m3 se utilizan sin elaborar. Además, se reciclan aproximadamente 200 millones de m3 de residuos de aserradero para fabricar pasta.

Madera aserrada, paneles a base de madera y papel. El consumo mundial de madera aserrada se aproxima a los 500 millones de m3, correspondiendo a los países desarrollados las tres cuartas partes de esa cifra. La media del consumo en los países desarrollados y en desarrollo es de 300 m3 y de 30 m3 por cada 1 000 personas, respectivamente. El consumo de paneles a base de madera totaliza 125 millones de m3, de los cuales sólo 17 millones de m3 corresponden a los países en desarrollo (Cuadro 5.4).

Cuadro 5.4.
Consumo actual y previsto de productos forestales, 1990–2010
 1990Crecimiento 1990-20102010
MundoPaíses desarrolladosPaíses en desarrolloMundo Países desarrolladosPaíses en desarrolloMundoPaíses desarrolladosPaíses en desarrollo
millones% anualmillones
Leña y carbón vegetalm31.8002401.5601,40,81,62.4002802.120
Madera en rollo industrial  m31.6501.2703802,52,03,82.7001.900800
Madera aserradam34853731122,51,54,1790500250
Panelesm3125108174,64,36,531025060
Papeltoneladas238196423,12,35,8440310130

El consumo mundial de papel y cartón, de 238 millones de toneladas, se distribuye de la siguiente forma: 100 millones de toneladas de papel para periódicos, papel de imprenta y papel de escribir, que se utilizan principalmente en las comunicaciones, 12 millones de toneladas aproximadamente de papel para el hogar y papel higiénico, y los 126 millones de toneladas restantes se utilizan para el empaquetado, el transporte y otras aplicaciones industriales. El consumo per cápita de papel es de 45 kg de promedio a escala mundial, aunque existe una gran disparidad entre los países desarrollados (150 kg) y los países en desarrollo (10 kg). Para la elaboración del papel se utilizan tres fuentes principales de fibra: el 61 por ciento corresponde a la pasta de madera, el 5 por ciento a la pasta de otras fibras y el 34 por ciento es papel recuperado. En los países en desarrollo, los porcentajes respectivos son el 29, 27 y 44 por ciento. En los últimos años, se han adoptado medidas en los países desarrollados para impulsar el reciclado del papel usado con miras a reducir el volumen que se elimina como desecho.

Durante los tres últimos decenios ha aumentado de forma sustancial el consumo de productos industriales de la madera, más deprisa en el decenio de 1960 y primeros años del de 1970 que en la década de 1980. Generalmente, la tasa de crecimiento ha sido mucho más elevada en los países en desarrollo que en los países desarrollados. La tasa mundial de crecimiento del consumo de madera aserrada descendió del 2 al 1 por ciento anual durante ese período, mientras que en los países en desarrollo se mantuvo en el 5 por ciento anual; por lo que respecta a los paneles, la tasa de crecimiento disminuyó del 10 al 2 por ciento, pero en los países en desarrollo se mantuvo en el 10 por ciento, y el crecimiento mundial de consumo de papel descendió del 5 al 3 por ciento, mientras que en los países en desarrollo se redujo del 6 al 4 por ciento.

Proyecciones del consumo de productos de la industria forestal. Las proyecciones de consumo se basan en las relaciones estimadas entre las tasas de crecimiento del consumo de productos forestales y las de la población y la economía. Se prevé que continuará aumentando el consumo industrial de productos forestales, tal como se indica en el Cuadro 5.4. En los países en desarrollo, el crecimiento proyectado es del 5 por ciento anual aproximadamente, muy similar al crecimiento previsto de la economía. Se deduce, pues, que el consumo de estos productos en los países en desarrollo casi se triplicará en el plazo de los dos próximos decenios. Ello exige una expansión equivalente en la producción de madera industrial. En los países desarrollados, las proyecciones indican un aumento del consumo industrial de productos forestales ligeramente inferior a la tasa de crecimiento de sus economías, con que el consumo casi se duplicaría durante los próximos 20 años.

A nivel mundial, se prevé que el consumo de madera en rollo industrial crecerá el 2,5 por ciento anual aproximadamente, elevando el consumo a 2 700 millones de m3 por el año 2010. Esta tasa de crecimiento es algo inferior a la del consumo de los productos de la industria y sería consecuencia de la continuación de la tendencia a utilizar mejor la materia prima mediante una utilización más completa de la madera de tamaño más reducido, la recuperación de residuos como insumos para fabricar paneles y papel y en una mayor recuperación y reciclado de papel usado en la elaboración del papel. Estas tendencias están arraigadas en los países desarrollados y constituyen una esfera en la que puede producirse un crecimiento importante en los países en desarrollo.

En la actualidad, el suministro de madera industrial en los países en desarrollo depende principalmente de los bosques naturales. Esta es también la principal fuente de suministro de la madera tropical que entra en el mercado internacional. En algunos países, la tasa actual de extracción no es sostenible a largo plazo. En determinadas regiones con una gran densidad de población se ha efectuado el desmonte de los bosques para dedicar el terreno a la agricultura después de haber realizado una explotación industrial y, en consecuencia, ha disminuido el potencial para una producción sostenible de madera. La extensión de la gestión para asegurar el mantenimiento de un suministro sostenible es un componente esencial de las políticas que hay que adoptar para hacer frente a este problema.

Cabe esperar que los árboles plantados de forma individual o en plantaciones tendrán una importancia progresivamente mayor para satisfacer las necesidades de madera industrial de los países en desarrollo. La zona de plantación establecida hasta ahora en los trópicos tiene un rendimiento potencial que equivale prácticamente al consumo actual de madera industrial en los países en desarrollo. Sin embargo, no todas las plantaciones están orientadas al uso industrial. Una zona de plantaciones situada estratégicamente y de una extensión de entre 50 y 100 millones de ha permitiría satisfacer las necesidades previstas de madera industrial de los países en desarrollo por el año 2010.

Se prevé que la demanda de madera industrial de los países desarrollados aumentará en torno al 30 por ciento en el período que termina en el año 2010. Esa demanda se puede atender con la superficie forestal existente en la actualidad mediante una gestión con miras a la sostenibilidad, una mejora en la densidad de la masa forestal y una mayor eficiencia en la explotación. Probablemente, la superficie forestal se incrementará aún más mediante la forestación de las tierras detraídas a la agricultura. Sin embargo, el elevado costo de las operaciones puede favorecer la tendencia a reducir la intensidad de la silvicultura y la acumulación de poblaciones forestales, particularmente en las zonas menos accesibles.

Los productos forestales no madereros. Además de madera y leña, los bosques ofrecen una gran variedad de productos que suponen una contribución importante para la economía nacional y local y que constituyen una fuente significativa de materiales y alimentos para las comunidades locales. Entre los materiales industriales y los productos comerciales, que también entran en el mercado internacional, figuran el corcho, la goma arábiga y el rotén, junto con una gran variedad de gomas y resinas, bambúes, diferentes tipos de aceite, colofonia y trementina, curtidos, miel, semillas y especias, hongos comestibles, especies y productos silvestres, cortezas y hojas de árboles y plantas medicinales. Los productos forestales no madereros son insumos esenciales para la actividad artesanal, la construcción de viviendas y la ebanistería. En muchos casos constituyen la base de la actividad económica doméstica, que realiza frecuentemente la mujer. Los productos se comercian en mercados locales y urbanos que proporcionan una fuente adicional de ingresos en efectivo. Asimismo ofrecen una oportunidad de empleo productivo para los intervalos entre los períodos de máxima actividad agrícola.

Las comunidades rurales se benefician directamente de esos productos, ya que proporcionan alimentos, combustible, hierbas y extractos medicinales, materiales de construcción, material para la artesanía, forraje para los animales, perfumes y tintes. En muchos lugares, la fauna de las zonas forestales constituye la principal fuente de proteína animal de las comunidades rurales. Los alimentos que pueden obtenerse en el bosque enriquecen la dieta ya que aportan vitaminas y componentes ricos en proteínas. Contribuyen a la seguridad alimentaria por su disponibilidad cuando no existen cultivos agrícolas de temporada o cuando la cosecha ha sido mala a causa de la sequía.

En muchos países, la actividad de recolección de productos forestales no madereros es objeto de derechos comunitarios arraigados de la población local. En otros casos, la recolección se regula mediante un sistema de licencias. La modificación del uso de los terrenos forestales puede entrar en conflicto con esas actividades consuetudinarias. El desmonte, la tala de los bosques o la restricción de acceso a los mismos pueden causar graves privaciones a las comunidades cuyo sustento depende de los productos no madereros. Los gobiernos pueden tomar medidas especiales para proteger los intereses de las comunidades locales, por ejemplo estableciendo acuerdos de usufructo a largo plazo con las poblaciones que aceptan vivir en armonía con el bosque, tomando de él únicamente lo que necesitan para el sustento y garantizando el rejuvenecimiento de especies valiosas.

Los productos forestales tradicionales que utilizan las comunidades rurales como alimento y para otros usos seguirán teniendo gran importancia, importancia que puede incluso aumentar cuando estas comunidades se vinculen más estrechamente con el mercado. Existen también posibilidades de diversificación a medida que se descubran nuevos productos y nuevos usos para la miríada de productos vegetales y animales que existen en los bosques. Su importancia socioeconómica es enorme por cuanto constituyen la base para la industria en pequeña escala, que genera oportunidades de empleo, particularmente en las zonas rurales más remotas.

Los productos forestales en el comercio internacional

En 1990, las exportaciones mundiales de productos forestales ascendieron a 97 000 millones de dólares, cifra que representa el 3,3 por ciento del comercio mundial de mercancías y el 23 por ciento de las exportaciones mundiales de productos agrícolas, pesqueros y forestales (Cuadro 5.5). Las importaciones y exportaciones de los países desarrollados absorben aproximadamente el 85 por ciento de ese comercio. A Europa corresponde casi la mitad. Los principales importadores son los Estados Unidos, Japón, Alemania y el Reino Unido, cada uno con un volumen de importaciones superior a los 10 000 millones de dólares anuales. Los mayores exportadores son Canadá, Estados Unidos, Finlandia y Suecia, y sus exportaciones superan los 9 000 millones de dólares anuales. Entre los países desarrollados, 13 son destacados exportadores netos y 16 importadores netos significativos. El comercio de productos forestales reviste particular importancia para las economías de algunos países desarrollados. En tres países los productos forestales representan más del 10 por ciento de sus exportaciones totales y en cinco países representan más del 5 por ciento de las exportaciones.

Los países en desarrollo absorben aproximadamente el 15 por ciento del comercio mundial de productos forestales. En este grupo de países, los principales importadores son China, la República de Corea y Egipto, con un volumen de importaciones superior a los 2 000 millones de dólares anuales en cada uno de ellos. Los mayores exportadores son Indonesia y Malasia, con unas exportaciones superiores a los 3 000 millones de dólares, Brasil, con unas exportaciones de 1 750 millones, y Chile, con 800 millones de dólares. Por regiones, China y los países próximos del Asia oriental, y los países del Cercano Oriente y del Africa del Norte son grandes importadores netos, que en conjunto absorben la mitad de todas las importaciones de productos forestales de los países en desarrollo. Las otras regiones en desarrollo tienen una situación de equilibrio o son exportadores netos. A pesar de la situación de equilibrio regional, hay que señalar que 50 países en desarrollo dependen de las importaciones para atender las necesidades de consumo de productos forestales. Ese número no incluye una serie de países de extensión reducida que dependen totalmente de las importaciones para su consumo. En 11 países en desarrollo las exportaciones de productos forestales representan más del 10 por ciento de sus exportaciones totales y en otros siete constituyen más del 5 por ciento del total.

En el período transcurrido desde 1961, el comercio mundial de productos forestales se ha más que triplicado en términos reales. Las exportaciones de los países en desarrollo se han sextuplicado y han pasado del 8 al 13 por ciento de las exportaciones mundiales. En el período considerado se ha modificado la estructura del comercio de productos forestales. En 1961, la madera en rollo no elaborada representaba el 60 por ciento de las exportaciones de los países en desarrollo. En 1990, el valor real de las exportaciones de ese producto se había más que duplicado, pero sólo representaba el 20 por ciento del total. En 1961, las exportaciones de madera en rollo no elaborada de los países desarrollados eran casi iguales a las de los países en desarrollo. En 1990, con la inclusión de astillas y partículas, el volumen de exportaciones de madera en rollo industrial no elaborada de los países desarrollados fue más del doble del que corresponde a los países en desarrollo. En 1990, el comercio de pasta y papel dominaba el comercio de productos forestales y representaba más del 60 por ciento del total, mientras que en los primeros años sesenta suponía tan sólo el 30 por ciento. Las exportaciones de pasta y de papel de los países desarrollados se han incrementado del 4 por ciento de las exportaciones totales de productos forestales en 1961 al 28 por ciento del volumen total de exportaciones - mucho mayor - en 1990.

Aunque ha experimentado considerables fluctuaciones anuales, el precio real de los productos forestales se ha mantenido en general constante a lo largo de las tres últimas decadas. Los productos que se han apartado de esta tendencia general son las trozas y la madera aserrada de las zonas tropicales, que han experimentado una ligera tendencia al alza (en torno al 0,5 por ciento anual), y los paneles a base de madera y el papel que durante el período 1961-80 experimentaron una tendencia descendente de más de un l por ciento anual pero cuyos precios se han mantenido constantes en términos reales en el último decenio.

Cuadro 5.5
Comercio de los productos forestales entre 1961 y 1990 (dólares de 1990)
 19611990
 Total, miles de millones de dólaresMadera en rollo %Pasta y papel %Total, miles de millones de dólaresMadera en rollo %Pasta y papel %
Importaciones      
Mundo3013311091260
Países desarrollados271531901161
Países en desarrollados3556191556
Exportaciones      
Mundo26123597962
Países desarrollados2473884767
Países en desarrollo2604132028

Perspectivas del comercio de los productos forestales. Se prevé que el comercio total de productos forestales aumente en proporción a la expansión del consumo global. Es posible que en los países en desarrollo las exportaciones de productos forestales aumenten con menor rapidez que el consumo, ya que se considera prioritario satisfacer la demanda interna. También las importaciones de los países en desarrollo pueden crecer a un ritmo más lento que el consumo, por cuanto se da prioridad a la autosuficiencia en los productos forestales respecto de los cuales existe una ventaja comparativa en la producción nacional. La mayor expansión corresponderá al comercio de productos manufacturados, como consecuencia de la decidida tendencia a centrar la atención en productos con valor añadido en detrimento del comercio de madera sin elaborar. Se prevé que continuará aumentando la demanda en las regiones importadoras netas del Asia oriental, particularmente China y el Japón, y del Cercano Oriente y Europa. Las principales regiones exportadoras netas seguirán siendo América del Norte, Escandinavia, el Asia sudoriental insular, la Federación de Rusia y América del Sur.

Entorno del comercio de productos forestales. Por regla general, las importaciones de madera en rollo sin elaborar están exentas de aranceles. Con frecuencia, los países productores imponen restricciones, exclusiones o impuestos discriminatorios a la exportación de madera no elaborada con el objetivo de estimular la elaboración local, asegurar el suministro de materia prima a la industria local o frenar el agotamiento de los bosques. En cuanto a los productos madereros elaborados, en algunos países existen elevados aranceles, que gravan particularmente los paneles a base de madera y el papel. Los objetivos que se pretenden alcanzar pueden ser la protección general de la industria o la protección de una industria “incipiente”.

En los últimos años, grupos ecologistas de los países desarrollados, preocupados por los bosques tropicales, han llegado a la conclusión de que la interrupción del comercio de madera tropical reduciría los daños y la destrucción de los bosques tropicales. Por ello han presionado para que se impusieran embargos y boicots a las importaciones y algunas empresas y autoridades municipales han eliminado el uso de madera tropical en sus productos y contratos. Otros han introducido la idea de etiquetar la madera procedente de bosques gestionados de forma sostenible. La Organización Internacional de las Maderas Tropicales ha aprobado las directrices para la gestión sostenible de los bosques tropicales y ha fijado el año 2000 como fecha límite en la que todas las exportaciones de madera tropical deben proceder de bosques gestionados de forma sostenible.

Un informe de la FAO (1994b) señala que estudios empíricos recientes contradicen la idea de que la producción maderera destinada al comercio internacional es una causa importante de la deforestación y la degradación ambiental. Casi toda la explotación en los trópicos se orienta al consumo interno y sólo un 6% de ésta entra en el comercio internacional de la madera. Estudios monográficos sobre países muestran que las prohibiciones al comercio de la madera tropical, con miras a proteger los bosques tropicales, son en la mayoría de los casos ineficaces e incluso pueden ser contraproducentes, aumentando los costos ambientales. Son ineficaces principalmente por la poca importancia, ya notada, de las exportaciones en el total de la producción de madera tropical y porque existen las oportunidades para deviar los flujos comerciales hacia países que no tienen restricciones a tales importaciones. También pueden ser contraproducentes en los casos que las perspectivas de una disminución de las ganancias de exportación reducen los incentivos para administrar los bosques de manera sostenible o, aun más, impulsan la conversión de áreas forestales para usos alternativos, como la agricultura.

Las disposiciones del Acuerdo de la Ronda Uruguay (descritas en el Capítulo 8) entrañan la reducción de los aranceles sobre madera, pasta y muebles en los países desarrollados, desde una tasa media de 3,5 por ciento a 1,1 por ciento, y para los paneles a base de madera de 9,5 por ciento a 6,5 por ciento. Con esto se reduciría la escalada arancelaria que enfrentan los productos tropicales en los mercados de estos países. Varios países en desarrollo también reducirán sus aranceles, pero los niveles se mantendrán relativamente altos. Por ejemplo, después de las reducciones, los aranceles sobre la madera contrachapada aún serán de 20 por ciento en Brasil, 35 por ciento en China y 40 por ciento en Indonesia.

Una repercusión importante de estas disminuciones en los niveles arancelarios de los productos forestales que entran a los mercados de los países desarrollados es que la diferencia entre los niveles arancelarios correspondientes a los planes de “Nación más favorecida” (NMF) y de “Sistema generalizado de preferencias” (SGP) se ha estrechado significativamente. La mayoría de las reducciones arancelarias han significado una disminución de los niveles de NMF, mientras que los de SGP por lo general han quedado inalterados. Esto sugiere que los países cuyas exportaciones pagan aranceles NMF pueden ganar más de la reducción de los aranceles de los productos forestales que los países en desarrollo que previamente se beneficiaban del SGP y de otros planes preferenciales.

El empleo en el sector forestal

La silvicultura y las industrias forestales generan un considerable volumen de empleo. Una parte del mismo es empleo oficial que proporcionan las empresas y otra parte corresponde al empleo informal de miembros de los hogares para satisfacer sus propias necesidades de consumo. El sector de empleo informal incluye la recolección y explotación de leña para combustible y para producir carbón vegetal, la recolección de alimentos, material medicinal y artesanal y la caza. La población participa también en el cultivo de las tierras forestales para obtener alimentos y cultivos comerciales y en la recogida de forraje y el pastoreo de ganado en los bosques.

Por lo que respecta al empleo formal que ofrecen las empresas, éste incluye las actividades de gestión forestal, la silvicultura y el transporte de madera. También existe un cierto volumen de empleo en los servicios de investigación, enseñanza y capacitación y extensión. En la industria forestal, se genera empleo en las actividades relacionadas con la gestión, producción y comercialización de madera aserrada, paneles a base de madera y pasta y papel. Otras manufacturas, como la ebanistería y la fabricación de muebles, el empaquetado y la fabricación de productos de papel ofrecen también buenas oportunidades de empleo.

Se puede obtener una estimación aproximativa en término de años de trabajo del empleo que genera el sector forestal a partir de las estimaciones del valor de la producción del sector. Dichas estimaciones apuntan al equivalente, a escala mundial, de 60 millones de años de trabajo, de los cuales aproximadamente 12 millones corresponden a los países desarrollados (más del 90 por ciento en actividades relacionadas con la industria), y 48 millones a los países en desarrollo, la mitad en las actividades de recolección de leña y producción de carbón vegetal y la otra mitad en actividades relacionadas con la industria. Las estimaciones indican que el nivel medio de productividad de la mano de obra es mucho más elevado en la industria de los países desarrollados, dominada por la elevada producción por unidad de empleo generada en las industrias con uso intensivo de capital. La estimación de unos 20-25 millones de años de trabajo en las actividades de recolección de leña y fabricación de carbón vegetal correspondiente a los países en desarrollo se refiere a la producción y no incluye el número de personas empleadas en el suministro de leña desde el bosque hasta el hogar. En los países en desarrollo 3 000 millones de personas aproximadamente dependen principalmente de la leña para la obtención de combustible (FAO, 1994b). Una parte importante de ese suministro se consigue gracias al trabajo de los miembros del hogar. Por consiguiente, el trabajo cotidiano de recogida de la leña se distribuye entre los miembros de unos 650 millones de hogares.

5.4. LOS BOSQUES Y EL MEDIO AMBIENTE

Los bosques, que ocupan aproximadamente el 26 por ciento de la superficie terrestre del planeta, son una parte importante del medio ambiente, prestan servicios ambientales y a su vez están influidos por él. Los bosques constituyen el hábitat de una parte importante de las especies vegetales y animales del mundo, albergan a poblaciones indígenas y son un recurso que sirve de sustento a la población. Por lo que respecta a sus funciones en materia de servicios, los bosques contribuyen a la conservación de las cuencas hidrográficas de montaña, así como del suelo y el agua, proporcionan protección frente al viento y ayudan a impedir la desertificación y a conservar la diversidad biológica. Los bosques y los árboles contribuyen a ajustar los microclimas y los climas locales de las regiones. Los bosques, que contienen una parte sustancial de la biomasa terrestre, son un factor importante en el ciclo del carbono e influyen en el volumen de dióxido de carbono presente en la atmósfera. Por consiguiente, tienen repercusiones sobre la modificación del clima mundial atribuida a los cambios en los niveles de CO2 y de otros gases que producen el efecto de invernadero en la atmósfera.

Las transformaciones que se producen en los bosques influyen sobre los servicios ambientales que prestan. Así, la utilización de los bosques para fines de producción, o los cambios en cuanto a su uso, guardan una estrecha relación con su prestación de funciones ambientales. Los ecosistemas forestales experimentan una serie de cambios naturales provocados por catástrofes tales como las erupciones volcánicas, los ciclones o los incendios provocados por los rayos. En las regiones tropicales y templadas hay zonas considerables de bosques prácticamente inalteradas como ecosistemas naturales y hábitat de la fauna y flora autóctonas. Sin embargo, la intervención humana es un factor determinante en el curso del cambio.

En muchos países se han establecido espacios protegidos para garantizar la conservación de ecosistemas, especies y sus variaciones hereditarias que están en peligro y son vulnerables. La gestión de los bosques de montaña en cuencas hidrográficas y zonas de captación vulnerables tiene como finalidad la conservación del suelo y el agua y el control de la erosión y la sedimentación para reducir las inundaciones aguas abajo y regular el flujo de agua con miras a un suministro sostenible. Se han plantado bosques como protección contra el viento y para combatir la desertificación. Se han iniciado programas de lucha contra los incendios para reducir el daño al medio ambiente y programas específicos de forestación con el objetivo explícito de absorber CO2. A fin de mejorar la atmósfera y el paisaje de las poblaciones urbanas se ordenan los bosques y se plantan árboles, actividad esta última que también se realiza conjuntamente con la agricultura y la ganadería con miras a amparar, facilitar la fertilización y la conservación del suelo y por los productos complementarios que ofrecen. En definitiva, la ordenación y conservación de los bosques es una actividad con fines múltiples.

Por lo que respecta a la transferencia necesaria de tierra para la agricultura, que entraña deforestación, es esencial ordenar ese proceso para garantizar un desarrollo sostenible. Es necesario tener en cuenta que una vez que se ha realizado el cambio en el uso de la tierra ya no existe el bosque y, en consecuencia, no puede realizar sus funciones en materia de producción y de prestación de servicios. Algunas de esas funciones, como la conservación de los ecosistemas, se perderán definitivamente y otras, como la conservación del suelo y el agua, exigirán planteamientos alternativos que permitan conseguir la ordenación sostenible de los recursos de tierras. La degradación y destrucción incontroladas de los bosques puede hacer que se pierda su contribución en materia de producción y de servicios, a menos que se tomen medidas específicas para impedirlo.

La silvicultura, las industrias forestales y el medio ambiente: compatibilidad y conflicto. Aunque el uso de los bosques y de sus productos en la economía es compatible, en muchos casos, con objetivos de carácter ambiental, también se plantean a veces competencias y conflictos. La producción de madera es un proceso renovable, compatible y complementario, en gran medida, con las funciones de los bosques en materia de conservación del suelo, el agua y la diversidad biológica. Debido al carácter renovable de la madera y de sus derivados, su uso es benigno con respecto al ciclo de carbono. En la circunstancia más favorable, el CO2 liberado al quemar la madera para producir energía es absorbido por el crecimiento de madera que la sustituye. El uso de madera para la producción de energía sustituye a los combustibles fósiles y, dadas las posibilidades de regeneración, puede reducir la liberación neta de CO2. Los productos mecánicos de la madera, el más importante de los cuales es la madera aserrada, exigen bajos insumos de energía para su elaboración y sustituyen a materiales estructurales de elevado consumo de energía como el acero, el aluminio y el cemento. El papel, aunque exige para su producción un consumo de energía relativamente elevado, ha conseguido un alto grado de eficiencia energética en la elaboración, particularmente mediante el uso de lejía residual para la generación de energía en conjugación con el proceso de recuperación química.

La silvicultura y las industrias forestales pueden entrar en conflicto con los objetivos de carácter ambiental. La corta de madera en los bosques perturba el equilibrio ecológico y si alcanza proporciones importantes puede tener consecuencias significativas sobre los ecosistemas. La alteración de los bosques, la construcción de caminos y las actividades de extracción de la madera pueden influir de manera importante en la interacción entre el suelo y el agua. La construcción de caminos de acceso puede facilitar la colonización y el desmonte de los bosques remanentes para dedicar la tierra a la agricultura y el pastoreo, lo que a su vez tendrá un impacto aún mayor sobre el equilibrio ecológico y sobre la interacción entre el suelo y el agua. La destrucción de los bosques puede suponer la quema de madera y la liberación de CO2. La gestión de los bosques y la repoblación forestal para la producción de madera puede reducir la diversidad biológica a nivel local. La ordenación de los bosques y plantaciones puede suponer la utilización de plaguicidas, herbicidas y fertilizantes que, si se utilizan de forma incorrecta, pueden tener efectos negativos sobre el medio ambiente. Las industrias forestales utilizan energía, agua e insumos en el proceso de producción y generan residuos, efluentes y emisiones que causan la contaminación de la tierra, el agua y la atmósfera. Los productos de la industria pueden dañar el medio ambiente debido a la lixiviación de componentes tales como materiales de conservación y a las emisiones de gases nocivos procedentes de los materiales adhesivos. Los insumos y materiales añadidos que se utilizan en la manufactura pueden determinar que la madera o el papel sean más difíciles de reciclar.

A fin de reducir al mínimo los efectos perjudiciales, los países toman medidas para garantizar el desarrollo sostenible del sector forestal mediante la ordenación de los bosques y de las tierras de propiedad pública y mediante la reglamentación de la corta y la regeneración de los bosques privados. En algunos países existen políticas y programas de subvención en apoyo de la gestión y repoblación de los bosques privados. En fecha reciente, la Comunidad Europea ha decidido aplicar incentivos para favorecer la forestación a fin de detraer tierras a la agricultura. En los Estados Unidos se ha restringido la corta en los terrenos forestales de propiedad pública que son el hábitat de especies que se consideran en peligro de extinción.

Las industrias forestales están sujetas a una normativa que controla los niveles permitidos de residuos y productos químicos nocivos en el agua y de efluentes y gases nocivos en las emisiones de humos de las chimeneas de las fábricas. En varios países se han aprobado reglamentos específicos que exigen la utilización de fibra reciclada en los productos de papel y la recogida de envases usados de papel. En algunas zonas se subvenciona la reutilización de papel usado.

Una cuestión que suscita particularmente la preocupación internacional es la alta tasa de deforestación de las regiones tropicales y, en particular, la amenaza que plantea para la conservación de la diversidad biológica y la base de recursos naturales. El Programa de Acción Forestal Tropical (FAO 1985; 1991f) fue iniciado conjuntamente por la FAO, el Banco Mundial, el PNUD y el Instituto Mundial sobre Recursos (WRI) como una iniciativa internacional para ayudar a los países a afrontar este problema y especialmente para reforzar el compromiso, la capacidad y los recursos para avanzar hacia la ordenación sostenible de los bosques.

Son varios los factores ambientales que influyen en la situación de los bosques y en su función con vistas al desarrollo sostenible. La contaminación atmosférica tiene importantes repercusiones sobre la salud y el crecimiento de los bosques en algunas regiones. Los cambios climáticos significativos, que afectan a las temperaturas y las precipitaciones estacionales, así como el incremento de los niveles de CO2 en la atmósfera podrían influir en el crecimiento e incluso en la distribución de especies. La conclusión de acuerdos internacionales para controlar las emisiones de productos químicos nocivos en la atmósfera y posteriormente para controlar el nivel de los gases que producen el efecto de invernadero contribuiría a mitigar esos efectos negativos sobre los bosques.

La exposición sucinta de los efectos positivos y negativos que tiene para el medio ambiente el aprovechamiento de la madera en la economía y el examen de los planteamientos y políticas institucionales ofrece tan sólo una imagen parcial de las numerosas opciones posibles. Para poder adoptar las decisiones idóneas es preciso evaluar los beneficios derivados de la utilización de madera como material industrial y los daños que puede causar al medio ambiente, las cuestiones de la complementariedad y la competencia por lo que respecta al uso de la madera y otros materiales y las ventajas e inconvenientes del uso exclusivo de los bosques para obtener beneficios ambientales.

5.5. LOS BOSQUES EN EL DESARROLLO SOSTENIBLE: PERSPECTIVAS PARA EL FUTURO

Al considerar la función de los bosques en el desarrollo sostenible hasta el año 2010 y más adelante, es necesario prestar atención a tres aspectos fundamentales. Los bosques desempeñan una función productiva que supone una contribución directa a la economía y al bienestar material de la población; existen intereses sociales encontrados que presionan para que la tierra ocupada por los bosques se destine al cultivo de alimentos y a la expansión de los asentamientos humanos y de las infraestructuras; finalmente, hay una estrecha relación entre los bosques y el uso de sus productos y el medio ambiente. A continuación se analizan estos aspectos por separado.

Demanda de productos forestales en la economía. Continuará aumentando la demanda de productos forestales. La madera y la biomasa tienen una gran importancia en el suministro de energía tanto por lo que respecta a las comunidades rurales como, por ser una fuente de energía renovable, al suministro total de energía. La biomasa de los bosques y los árboles presenta ventajas en la satisfacción de esas necesidades energéticas porque están situados cerca de las poblaciones rurales y porque compensan el CO2 liberado en la quema de leña, ya que es absorbido en el proceso de regeneración. El incremento del consumo de productos forestales es un componente fundamental en el proceso de expansión de las economías y particularmente para aumentar el bienestar material de la población en los países en desarrollo. Las previsiones indican que se producirá una importante expansión de la demanda hasta el año 2010. Por consiguiente, el suministro futuro de madera y de productos forestales distintos de la madera, el desarrollo de la industria para elaborar los productos forestales y el fomento del comercio de esos productos son componentes esenciales de las estrategias dirigidas a promover el desarrollo sostenible.

La conversión de tierras forestales. La expansión de la agricultura en los países en desarrollo, necesaria para atender la demanda de alimentos y proporcionar empleo e ingresos a la población rural, supondrá un incremento neto en la superficie de tierra dedicada a uso agrícola (véase el Capítulo 4). Dicha expansión se realizará en parte mediante la conversión de tierras forestales. La conversión de tierra a otros usos, como embalses, puede suponer un millón de hectáreas adicionales de tierras forestales cada año.

La deforestación de la zona tropical (cuya tasa actual es de 15 millones de hectáreas anuales) se ha producido de manera desordenada y no habría sido tan elevada de haber existido una ordenación racional del proceso de expansión agrícola. En el futuro será necesario poner mucho mayor empeño para que el proceso de conversión de tierra a otros usos se realice de forma más eficiente. Para ello pueden aplicarse diversas medidas, como realizar una evaluación adecuada de la capacidad de la tierra, identificar la tecnología apropiada para la agricultura y apoyar a las comunidades afectadas para que tengan acceso a los insumos esenciales para un uso eficiente de la tierra. Además, las medidas dirigidas a garantizar la conservación del suelo y el agua, sobre todo la utilización adecuada de las plantaciones de árboles en las actividades agrosilvopastorales, serán de gran utilidad en la ordenación del proceso de transferencia de tierras forestales a otros usos.

Para usar con eficiencia los limitados recursos de tierras forestales y no forestales es necesario conocer perfectamente el potencial productivo de la tierra y las posibilidades técnicas en las esferas de la silvicultura y la agricultura. Las comunidades que adoptan las decisiones respecto al uso de la tierra deben disponer de esta información y poder utilizarla. Dichas comunidades han de participar en el proceso de planificación que entraña transformaciones con respecto al uso de la tierra y deben tener la seguridad de que los beneficios serán repartidos de forma equitativa.

Las exigencias ambientales respecto a los bosques. Al mismo tiempo que aumenta la demanda de productos de los bosques y de usos alternativos de las tierras forestales aumentan también las exigencias de la sociedad de conseguir un medio ambiente más seguro por lo que respecta a la conservación del suelo, el suministro de agua, la protección frente a las inundaciones, la conservación del patrimonio de diversidad biológica que aún subsiste y la necesidad de limitar los cambios climáticos. Hay una exigencia general de que se estabilice o se incremente la biomasa viviente mediante la conservación, renovación y expansión de los bosques.

Para poder atender esas exigencias hay que identificar los bosques que son más importantes para la conservación del suelo y del agua y aquéllos en los que priman la conservación de la diversidad de las especies y de los ecosistemas. Entre las medidas que es necesario tomar figuran la ampliación de los espacios protegidos, la conservación in situ y ex situ de los recursos genéticos, la extensión de la ordenación sostenible de los bosques y cuencas existentes, la repoblación forestal y la forestación, tanto en los países desarrollados como en desarrollo, y la restauración de la cubierta forestal en los eriales, en los bosques degradados y en las tierras sobrantes.

Se puede limitar el impacto de la contaminación atmosférica sobre los bosques adoptando medidas para controlar el nivel de emisiones industriales nocivas en la atmósfera. Sin embargo, es previsible que se produzca un aumento del consumo de productos químicos y de combustibles, lo que obliga a contar con el riesgo de contaminación atmosférica en las formas actuales o en otras nuevas formas. Las previsiones de consumo mundial de energía no permiten albergar dudas de que será difícil mantener en los niveles actuales la emisión de gases que producen el efecto de invernadero y de que, muy probablemente, aumentarán. En este momento sólo es posible hacer conjeturas sobre sus efectos en el clima y, en consecuencia, en los bosques; éste es un tema al que la investigación debe prestar atención.

Resumen. En conclusión, las perspectivas respecto a la evolución del sector forestal hasta el año 2010 son de competencia creciente por los bienes y servicios de los bosques y por el aprovechamiento de las tierras forestales. La demanda de productos forestales seguirá aumentando en consonancia con el crecimiento de la población y las economías. En los países en desarrollo, es necesario transferir una parte de las tierras forestales a la agricultura. La escasez cada vez mayor de bosques inalterados hace más urgente la necesidad de conservar las funciones de los bosques por lo que respecta al suelo, el agua, los ecosistemas y la diversidad genética y la composición de la atmósfera.

Se señaló anteriormente que la deforestación tropical se debe en gran medida a las presiones para la expansión de la agricultura, el pastoreo y la recolección de leña, presiones derivadas en gran parte del aumento de las poblaciones rurales pobres. Para reducir esas presiones sería necesario, sobre todo, conseguir un desarrollo económico y social más general que ofrecería oportunidades alternativas de obtención de ingresos y que contribuiría a hacer disminuir la tasa de crecimiento de la población. Sin embargo si el desarrollo puede reducir las presiones que proceden de la pobreza rural, también impulsa una mayor demanda de productos forestales y de alimentos, en particular de productos pecuarios. Para satisfacer esa demanda es necesario alcanzar un progreso tecnológico suficiente que impida la ulterior explotación y expansión insostenibles de la agricultura. Por lo tanto, la gestión forestal eficiente y los incentivos para la conservación constituyen una parte esencial de las políticas para hacer frente a la deforestación, incluso - o especialmente - cuando tiene lugar un desarrollo que reduce la pobreza.

El aspecto positivo es que el aumento de los ingresos hace que las preocupaciones relativas a la conservación de la naturaleza ocupen un lugar más destacado en las prioridades y preferencias de la población. Asimismo facilita los medios para alcanzar ese objetivo. Pero, previsiblemente, esa situación se alcanza en el momento en que los ingresos per cápita son elevados y no en la primera fase de aumento de los ingresos y reducción de la pobreza.

Entre las esferas en las que han de adoptarse medidas urgentes para limitar los efectos negativos sobre los bosques figuran la mejora de la tecnología para garantizar una productividad elevada en las tierras agrícolas y forestales y la evaluación más cuidadosa del potencial de la tierra que permita asignarla al uso más adecuado. Para conseguir el uso más adecuado de la tierra es preciso realizar inversiones en los sectores de la investigación y la capacitación y en la difusión de la tecnología necesaria, así como realizar ajustes de política y planificación para apoyar su ejecución. Un requisito fundamental es la concienciación, compromiso y participación plena de quienes de hecho toman las decisiones: las poblaciones y las comunidades que viven en los bosques y que practican la agricultura en sus proximidades.

A nivel internacional, existe una concienciación y un compromiso cada vez mayores para abordar esos problemas. Se concretan en el Programa de Acción Forestal Tropical, en la aprobación del Programa 21 y de los Principios Forestales por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo y en las pautas para el desarrollo sostenible de los bosques tropicales de la Organización Internacional de las Maderas Tropicales. Es necesario comprender que para aplicar con eficacia estas medidas hace falta un gran esfuerzo que permita llegar a las localidades donde se encuentran los bosques y donde se toman las decisiones efectivas.


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