Africa subsahariana | América Latina y el Caribe | Cercano Oriente, Africa del Norte | Asia meridional | |||
---|---|---|---|---|---|---|
* | Angola | Argentina | Afganistán | * | Bangladesh | |
* | Benin | * | Bolivia | Argelia | * | India |
* | Botswana | * | Brasil | Egipto | * | Myanmar |
* | Burkina Faso | Chile | Irán | * | Nepal | |
* | Burundi | * | Colombia | iraq | * | Pakistán |
* | Camerún | * | Costa Rica | Jordania | * | Sri Lanka |
* | Rep. Centroafr. | * | Cuba | Líbano | ||
* | Chad | * | Rep Dominicana | Libia | ||
* | Congo | * | Ecuador | Marruecos | ||
* | Côte d'Ivoire | * | El Salvador | Arabia Saudita | Asia oriental | |
* | Etiopía1 | * | Guatemala | Siria | ||
* | Gabón | F | Guyana | Túnez | * | Camboya |
* | Gambia | F | Haití | Turquía | China | |
* | Ghana | * | Honduras | Yemen | * | Indonesia |
* | Guinea | * | Jamaica | Corea, RDP | ||
* | Kenya | * | México | Corea, Rep. | ||
Lesotho | * | Nicaragua | * | Laos | ||
* | Liberia | * | Panamá | * | Malasia | |
* | Madagascar | F | Paraguay | * | Filipinas | |
* | Malawi | * | Perú | * | Tailandia | |
F | Malí | * | Suriname | * | Viet Nam | |
F | Mauritania | * | Trinidad y Tabago | |||
Mauricio | Uruguay | |||||
* | Mozambique | * | Venezuela | |||
F | Namibia | |||||
* | Níger | |||||
* | Nigeria | |||||
* | Rwanda | |||||
* | Senegal | |||||
* | Sierra Leona | |||||
F | Somalia | |||||
* | Sudán | |||||
Swazilandia | ||||||
* | Tanzanía | |||||
* | Togo | |||||
* | Uganda | |||||
* | Zaire | |||||
* | Zambia | |||||
* | Zimbabwe |
Nota: Se dispone de datos sobre tierras con potencial de producción de cultivos de secano, así como los relativos a la ordenaciónde cultivos de las tierras utilizadas, por clases agroecológicas, para todos los países, salvo China y Namibia.Además, para los países tropicales señalados con un asterisco, se tienen datos sobre superficies forestales y espaciosprotegidos. En cuanto a los países señalados con una F, se dispone de datos sobre superficies forestales, pero nosobre espacios protegidos (véase Capítulo 4). La Evaluación FAO de los recursos forestales de 1990 proporcionódatos sobre las superficies forestales en algunos otros países tropicales no incluidos entre los 93 países en desarrollo de este Estudio.
1 Antigua República Popular Democrática de Etiopía.
Lista de los países desarrollados del estudio
CE | Otros Europa occidental | Europa oriental y ex URSS |
---|---|---|
Bélgica | Austria | Albania |
Dinamarca | Finlandia | Bulgaria |
Francia | Islandia | Antigua Checoslovaquia |
Alemania | Malta | Hungría |
Grecia | Noruega | Polonia |
Irlandia | Suecia | Rumania |
Italia | Suiza | Ex URSS |
Luxemburgo | Yugoslavia RF1 | |
Portugal | ||
España | ||
Reino Unido | ||
América del Norte | Oceanía | Otros países desarrollados |
Canadá | Australia | Israel |
Estados Unidos | Nueva Zelandia | Japón |
Sudáfrica |
1 Antigua República Federativa Socialista de Yugoslavia.
Lista de productos del Estudio
Cultivos | Cultivos | Productos pecuarios |
---|---|---|
Trigo | Aceites vegetales y semillas oleaginosas (equivalente a aceite vegetal)2 | Carne de vacuno mayor y menor y búfalo |
Arroz | ||
Maíz | Carne de carnero, cordero y cabra | |
Cebada | Carne de cerdo | |
Mijo | Cacao en grano | Carne de aves de corral |
Sorgo | Café | Leche y productos lácteos (equivalente de leche entera) |
Otros cereales | Té | |
Papas | Tabaco | Huevos |
Batatas y ñame | Fibra de algodón | |
Mandioca | Yute y fibras duras | |
Otras raíces | Caucho | |
Plátanos | ||
Azúcar, sin refinar1 | ||
Leguminosas | ||
Hortalizas | ||
Banano | ||
Cítricos | ||
Otras frutas |
1 En la producción de azúcar de los países en desarrollo (excl. China) se analizan por separado la de azúcar de caña y de remolacha.
2 En la producción de aceite vegetal de los países en desarrollo (excl. China) se analizan por separado los aceites de soja,maní, sésamo, coco, girasol, palma/palmiste y de otras semillas oleaginosas.
Nota sobre los productos
Todos los datos y proyecciones sobre los productos básicos que figuran en este informe se expresan en equivalente de productos primarios, a menos que se indique otra cosa. Se dispone de balances históricos para los productos (Cuentas de Suministros y Utilización-CSU) para unos 160 productos agrícolas primarios y pecuarios y 170 elaborados. Para reducir toda esta información a proporciones manejables, todos los datos de las CSU se convirtieron en el tipo de producto que figura en la lista que precede, aplicando los correspondientes factores de conversión (e ignorando productos que se producen unidos, con el fin de evitar la doble cuenta: por ejemplo, la harina blanca de trigo se convierte en trigo y se ignora el salvado). De esta forma, para cada producto del Estudio, se ha derivado una Cuenta de suministros y utilización en unidades homogéneas. La producción de carne se refiere a la producción de carne autóctona, es decir, la producción obtenida de los animales sacrificados, más el equivalente en carne de las exportaciones de animales vivos, menos el equivalente en carne de todas las importaciones de animales vivos. Los datos sobre la demanda y el comercio de cereales incluyen el equivalente en grano del consumo y comercio de cerveza.
Los productos para los que se construyeron CSU son los 26 cultivos y 6 productos pecuarios que aparecen en la lista precedente. Sin embargo, el análisis de la producción con respecto a los países en desarrollo (excl. China, véase párrafo 3.27, Capítulo 3) abarcó 33 cultivos, debido a que se analizan por separado (sólo a efectos del análisis de producción) el azúcar y los aceites vegetales en relación con los 9 cultivos que aparecen en la nota al pie de la lista.
Análisis pormenorizado por producto y por país
El análisis y las proyecciones cuantitativas se han llevado a cabo en forma muy detallada para disponer de una base que permita formular afirmaciones, por lo general relacionadas con las políticas, sobre el futuro en lo que respecta a:a) los distintos productos y grupos de productos así como la agricultura en su conjunto y b) cualquier grupo de países que se desee. Estos requisitos han obligado a llevar a cabo el análisis: a) en forma individual en el mayor número posible de productos para cubrir una alta proporción del total de la producción agrícola, y b) por países individuales en todos los casos en que ha resultado viable. Aunque muchas de las afirmaciones se refieren a las regiones, en muchos casos deben aplicarse a grupos de países geográficos o funcionales más pequeños, que se superponen en parte con las regiones y entre sí, por ejemplo, cuando los países se agrupan por nivel de ingreso, por su mayor o menor dependencia de la agricultura o por su participación en planes de cooperación económica, etc.
Este nivel de pormenorización en el análisis de los distintos países y productos permite utilizar los resultados del estudio para abordar las diversas cuestiones en el nivel más adecuado del interfaz producto/país. Por ejemplo, los problemas relativos al futuro de la agricultura y la alimentación de los países con fuerte dependencia del azúcar (por ejemplo, Cuba) difícilmente pueden tratarse sin analizar separadamente el sector azucarero; lo mismo podría decirse de Ghana y Côte d'Ivoire en relación con el cacao, de Zimbabwe y Malawi con el tabaco, de Malasia con el caucho y el aceite de palma, etc. Un estudio que se limitara, por poner un ejemplo, al análisis del sector cerealero por grandes grupos de países no sería de gran ayuda al examinar este tipo de problemas.
Hay otras dos razones que aconsejan un examen tan detallado. La primera es la atención del presente estudio a los problemas de los recursos naturales en relación con la agricultura, es decir, el aprovechamiento de la tierra y agua. Sería imposible hacer afirmaciones ni proyecciones al respecto si no se cubren en el análisis todos los productos básicos principales. Por ejemplo, los cereales representan sólo el 50 por ciento del total de la superficie cosechada de los países en desarrollo (con exclusión de China). Un análisis limitado a los cereales no ofrecería una base suficiente para explorar los problemas de escasez de tierra y el potencial de expansión en el futuro.
La segunda razón es el carácter interdisciplinario del estudio y su fuerte dependencia de aportaciones de especialistas en diferentes materias. Estas aportaciones sólo pueden encontrar cabida si las cuestiones pertinentes se formulan con un nivel de detalle significativo. Por ejemplo, los especialistas en producción, países, comercio, etc. no podrían aportar nada muy útil considerando grupos de productos (como los cereales secundarios o la fruta) o regiones indistintamente. Es más productivo obtener contribuciones sobre países específicos y productos individuales, por ejemplo, no sobre los cereales secundarios en general sino sobre el maíz, la cebada, el mijo y el sorgo; no sobre la fruta, sino sobre el banano y los cítricos, etc. De la misma manera, las opiniones sobre las perspectivas de la producción requieren mayor nivel de desglose en lo que se refiere a las condiciones agroecológicas ya que, por ejemplo, la cebada de regadío y la cebada semiárida de secano son productos prácticamente distintos cuando se trata de evaluar las posibilidades de aumentar los rendimientos (este aspecto se considera en la siguiente sección).
En el Apéndice 1 se enumeran los productos y países que han sido sometidos a un análisis individual en el estudio. En lo que respecta a los productos, hay 26 cultivos y 6 productos pecuarios. En ellos se basa el análisis que permite deducir los balances de la demanda y la oferta. A nivel de estos balances, todos los cultivos oleaginosos se consideran como un único producto (equivalente de aceite), y lo mismo ocurre con el azúcar y la leche. No obstante, se trata de productos heterogéneos desde el punto de vista de la producción. Por ello, en el análisis de la producción, el «aceite vegetal» aparece representado por 7 cultivos oleaginosos (que llegarían hasta 8, si se incluyen las semillas de algodón), el azúcar por dos cultivos azucareros (caña, remolacha) y la leche por la leche de vaca y de oveja/cabra, con lo que se llega a un total de 33 cultivos y 7 productos pecuarios. Aunque el criterio para seleccionar los productos sometidos a análisis individual ha sido su relativa importancia para el conjunto de los países en desarrollo, es inevitable que algunos productos de especial peso para determinados países no aparezcan registrados por separado, como ocurre con la colza (de importancia en los países de América del Sur) y el cártamo (India, México, Etiopía) que aparecen en el grupo «otras semillas oleaginosas».
En lo que respecta a los países, son 127 los que se tratan «individualmente»; de ellos, 93 son países en desarrollo (su población representaría casi el 98,5 por ciento del total de este grupo) y 34 son países desarrollados (casi el total de su población). La metodología de las proyecciones sobre los países en desarrollo es más detallada y requiere más datos y tiempo que la de los países desarrollados, ya que en estos últimos las proyecciones sobre la producción son más bien sumarias, no se distinguen las zonas agroecológicas y no se tieren en cuenta las limitaciones de sus tierras (véase también el Prólogo del Editor). Por ello, el trabajo que supone cada país es mucho mayor en el caso de los países en desarrollo que en el de los desarrollados.
Preparación de los datos
Las variables proyectadas en el estudio son las siguientes: a) la demanda (diferentes usos finales e intermedios), la producción y las exportaciones o importaciones netas para cada producto y país, y b) únicamente en el caso de los países en desarrollo, las variables agroeconómicas fundamentales, a saber, superficie, rendimiento y producción por país, cultivo y zona agroecológica (clases de tierra) en el caso de los cultivos y número de animales (número del ganado, tasas de extracción) y rendimientos por animal en el de los productos pecuarios. Una parte significativa del esfuerzo total se centra en el establecimiento de un conjunto consistente de datos referidos al pasado y al año de referencia. En cuanto al análisis de la demanda-oferta, el marco cuantitativo general de las proyecciones se basa en las Cuentas de Suministros y Utilización (CSU). Estas constituyen una identidad contable en la que se indican para cada año las fuentes y usos de los productos agrícolas en unidades físicas homogéneas en la forma siguiente:
Alimentos (para el consumo humano directo) + Usos industriales no alimenticios + piensos + semillas + pérdidas (desde la cosecha hasta el minorista) = Utilización total = Producción + (Importaciones - Exportaciones) + (Existencias iniciales - Existencia finales)
La base de datos tiene una de estas CSU para cada uno de los productos que se consideran en el análisis de la demanda-oferta, país y año (de 1961 a 1990 en el momento en que se inició el estudio). La labor de preparación de los datos para el análisis de demanda-oferta consiste en la conversión de unos 350 productos, cuya producción primaria y utilización se conocen en los 32 productos antes mencionados, respetando al mismo tiempo el equilibrio contable en la CSU de cada uno de esos 32 productos. La labor no es fácil, ya que las relaciones contables entre los productos varían desde casos bastante sencillos (por ejemplo, convertir los productos de pasta y harina de trigo de las estadísticas de consumo y comercio en equivalente de trigo, aunque también en este caso se presentan dificultades, por ejemplo se debe elegir si convertir la harina importada en trigo de acuerdo con la tasa de conversión del país importador o la del exportador) a otros sumamente complejos (por ejemplo, como convertir la margarina importada en equivalente de aceite vegetal y a su vez juntarlo con el equivalente de aceite vegetal de las semillas oleaginosas nacionales; o convertir el zumo de naranja en equivalente de fruta fresca). Inevitablemente, en este complejo marco contable quedan algunos cabos sueltos. La FAO está haciendo lo posible por mejorar el sistema y se está preparando una publicación al respecto.
Los diferentes productos se integran en grupos y en el «total de la agricultura» utilizando como ponderaciones los precios mundiales medios al productor de 1979/81 expresados en «dólares internacionales» obtenidos de acuerdo con la fórmula GearyKhamis (véase Rao, 1993). Estos son los precios utilizados como ponderaciones para elaborar los índices de producción de la FAO (fórmula de Laspeyres). Las tasas de crecimiento de los grupos heterogéneos de productos o del total de la agricultura que pueden verse en este estudio se han calculado a partir de los valores agregados así obtenidos. La medición de los cambios en los agregados agrícolas obtenidos a partir de estas ponderaciones de precios está sujeta a limitaciones en algunos usos concretos, por ejemplo cuando se trata de extraer conclusiones sobre la presión a que se ven sometidos los recursos naturales como consecuencia de un incremento dado de la producción (véase el Capítulo 3). Cabe señalar también que cada uno de los productos tiene la misma ponderación de precio en todos los países, lo que quiere decir que se ha utilizado una serie única de ponderaciones de precios relativos para agregar la producción en todos los países. Por ello, las tasas de producción, consumo, etc. así obtenidas pueden diferir de las que se obtendrían si se utilizaran como ponderaciones los precios relativos específicos para cada país. Por otra parte, el uso de ponderaciones únicas hace que las tasas de crecimiento resultantes para cada uno de los distintos países sean comparables entre sí.
Una parte importante en la labor preparatoria de los datos, realizada únicamente en el caso de los países en desarrollo, es la descomposición del elemento producción de la CSU (únicamente para el año de referencia, en este caso el promedio anual del trienio 1988/90) en sus componentes constitutivos de superficie, rendimiento y producción por clase de tierra, requisito necesario para las proyecciones sobre la producción. En lo que se refiere a los cultivos, los datos estandarizados de las CSU indican también, en la mayor parte de los casos, las superficies (cosechadas) y los rendimientos medios de cada cultivo y país. Según los agrónomos, estas medias nacionales no ofrecen una base sólida para las proyecciones debido a las condiciones agroecológicas tan diversas en que se obtiene un único cultivo, incluso dentro del mismo país. En otras palabras, no se pueden extraer conclusiones sobre los rendimientos futuros sin contar con más información, por ejemplo en el caso de la cebada sobre si se produce en tierras de regadío o de secano y con qué niveles de rendimiento; y, dentro de la categoría de secano, se necesita información para saber si se produce en tierras con precipitaciones suficientes y suelos buenos o en tierras semiáridas y suelos pobres. Dadas estas dificultades, ha parecido más oportuno tratar de desglosar los datos sobre la producción del año de referencia, pasando de la superficie total ocupada por un cultivo y un rendimiento medio a las superficies y rendimientos correspondientes a cinco categorías de secano y una de regadío. Estas categorías (clases de tierra) se describen con detalle en el Capítulo 4, por lo que no es necesario examinarlas aquí. El problema es que estos datos tan detallados no se encuentran por general en ninguna base de datos estándar. Ha habido que recopilarlos de informaciones fragmentarias, algunas de ellas contenidas en documentos publicados en los que se indican, por ejemplo, las superficies y rendimientos en las tierras de regadío y de secano o desglosadas por distritos administrativos; en otros casos la información procede de documentos inéditos. Los resultados de esta investigación tuvieron que completarse con una buena dosis de conjeturas. El resultado de esta operación es una matriz de 33 x 15, con una línea para cada cultivo y dos columnas para superficie y rendimiento para cada clase de tierra (2 x 6) y tres columnas de totales de control (superficie cosechada, rendimiento, producción nacional, es decir, HA, Y y P, respectivamente), con las siguientes ecuaciones contables para cada país (i = 1….6 clases de tierras, j = 1….33 cultivos):
![]() | (la suma de las superficies cosechadas del cultivo j en cada clase de tierra i es igual al total de la superficie cosechada del cultivo j, es decir el total de control para la superficie cose- chada del mismo cultivo) |
![]() | (la suma de las superficies cosechadas de cada uno de los cul- tivos j es igual al total de la superficie cosechada del país, HA) |
![]() | (la suma de la producción del cultivo j en cada clase de tierra i es igual al total de la producción del cultivo j, el total de control para la producción de cada cultivo) |
En principio, no hay ningún total de control para HA en la serie de datos estándar; una manera de conseguir el total es sumar la superficie cosechada que se indica en cada uno de los cultivos. En cambio, hay datos sobre el total de la tierra de labranza (AR) en explotación (superficie física, no sólo la cosechada, es decir, lo que en las estadísticas se denomina como «tierra de labranza y tierra dedicada a cultivos permanentes»). No es seguro si los datos sobre HA (obtenidos mediante la suma de la superficie cosechada de cada cultivo) y sobre AR son compatibles entre sí. La compatibilidad de ambos datos se puede evaluar indirectamente calculando el coeficiente entre superficie cosechada y tierra arable, es decir, la intensidad de cultivo (CI). Se trata de un parámetro importante que puede revelar las deficiencias en los datos sobre el aprovechamiento de la tierra. De hecho, en algunos países los valores implícitos de CI parecían no tener sentido. En tales casos, los datos sobre la superficie cosechada resultantes de las estadísticas sobre cultivos se han considerado más seguros (o menos dudosos) y los relativos a la superficie de labranza (AR) se han ajustado previa consulta con los especialistas en países y aprovechamiento de la tierra. El objetivo ha sido disponer de una serie de datos sobre aprovechamiento de la tierra cosechada y de labranza que, en opinión de los especialistas, fueran más verosímiles, más compatibles entre sí y más representativos de la situación real de los países que los datos registrados en las fuentes habituales. Esta operación de ajuste de los datos en los países con contradicciones evidentes se ha visto facilitada por el hecho de que los retoques del parámetro CI tuvieron que hacerse en relación con cada una de las 6 clases de tierras, no sobre el país en su conjunto. Por ejemplo, en el caso de las tierras de regadío serían aceptables valores de CI que podrían ir desde 0,8 hasta muy por encima de 2,0 según los conocimientos sobre el país con respecto al clima, escasez de agua, cultivo multiple, sistemas de explotación agrícola, etc. Por el contrario, en las zonas semiáridas de secano y en la mayor parte de las clases de tierra de secano en países donde tienen importancia el cultivo migratorio los valores de CI son normalmente inferiores a 0,5. Estos problemas se examinan en el Capítulo 4, donde se presentan y comparan los datos ajustados y sin ajustar.
De acuerdo con esta descomposición de los datos sobre aprovechamiento de la tierra, tiene que darse una ecuación contable final:
![]() | (la suma de la tierra de labranza de cada clase de tierra i es igual al total de la tierra de labranza del país, el total de control ajustado) |
Proyecciones
El grueso de las proyecciones se centra en los siguientes aspectos: a) construcción de CSU (por producto y país) para el año 2010; b) descomposición del apartado «producción» de la CSU proyectada en combinaciones de superficie y rendimiento correspondientes a un máximo de hasta seis condiciones agroecológicas (clases de tierras), y c) elaboración de balances de utilización de la tierra desglosados por clase de tierra, incluida la de regadío.
Las proyecciones sobre todos los países y elementos de las CSU en lo relativo a los cereales, productos pecuarios y cultivos oleaginosos se basan, en primer lugar, en un modelo formal multi-producto y multi-país de precios flexibles que se utiliza en las proyecciones a medio plazo de la FAO sobre productos básicos, el Modelo alimentario mundial de la FAO (WFM). Puede verse una descripción detallada del modelo junto con sus parámetros en FAO (1993i), por lo que no hace falta repetirlo aquí. Baste decir que: a) el modelo proporciona soluciones anuales de equilibrio del mercado mundial basado en los precios de los productos incluidos; b) cuenta con ecuaciones (funciones) de la demanda (para alimentación humana, alimentación animal y otros usos) y la oferta (superficie, rendimiento, número de animales, etc.) para cada país; c) la solución de cada país depende de las de los demás países por efecto de las importaciones y exportaciones, que, a nivel mundial, se equilibran por medio de cambios de los precios; d) la medida en que los cambios de los precios mundiales se trasmiten a cada país está determinada por las diferencias entre los precios internos y mundiales (estas diferencias representan las variables en materia de políticas y se pueden modificar para generar resultados de políticas comerciales alternativas) y e) las proyecciones están sujetas a numerosas series de ajustes, previo examen de los especialistas teniendo en cuenta los criterios descritos más adelante. Los ajustes son «absorbidos» por el modelo mediante retoques en sus parámetros y coeficientes, generalmente los coeficientes de tendencia. No obstante, el modelo no cuenta con limitaciones relativas a los recursos naturales (tierra, agua) ni genera balances ni parámetros pertinentes, por ejemplo superficie explotada en términos de tierra de labranza, coeficientes de intensidad de cultivo, etc. En conclusión, los resultados generados por este modelo constituyen un elemento importante, pero sólo uno entre los muchos que se tienen en cuenta para determinar las proyecciones utilizadas en el estudio y sólo en relación con los cereales, productos pecuarios y cultivos oleaginosos (los productos del WFM). En relación con algunos otros productos (por ejemplo, azúcar, caucho, algodón, yute), se han utilizado modelos de productos individuales para generar las proyecciones iniciales que posteriormente se sometieron a varias sesiones de inspección y ajuste.
Para estos y otros productos se han preparado proyecciones paralelas relativas a cada elemento de las CSU, en la forma siguiente:
El componente alimentos, tal como aparece representado en las CSU (es decir, disponibilidad de alimentos para el consumo humano directo)1, se proyecta en cifras per cápita utilizando los datos del año base de esta variable, y un conjunto de funciones estimadas de la demanda alimentaria — curvas de Engel2 — para un total de hasta 52 productos distintos en cada país, así como las hipótesis sobre el crecimiento de los ingresos per cápita (PIB). Los resultados son examinados por los especialistas de los distintos productos y en nutrición y se ajustan teniendo en cuenta todos los conocimientos e informaciones pertinentes, en especial la evolución histórica de la demanda per cápita y las pautas nutricionales del país examinado. Posteriormente, se obtiene el total de la demanda alimentaria prevista multiplicando los niveles per cápita por la población proyectada. La demanda alimentaria resultante se puede revisar ulteriormente al hacer las proyecciones sobre los otros elementos de las CSU, en especial la producción y las importaciones netas (véase más adelante).
Las proyecciones sobre la demanda industrial para usos no alimentarios se efectúan en función de las hipótesis de crecimiento del PIB y de las proyecciones demográficas y posteriormente se ajustan durante el proceso de inspección de los resultados. Este apartado es importante sólo para algunos países y productos, por ejemplo el azúcar en el Brasil o el maíz en los Estados Unidos, en ambos casos para la producción de combustible. Los datos sobre el pasado son particularmente escasos y en muchas ocasiones representan la parte de la utilización interna no justificada en los otros apartados de las CSU.
1. Los términos demanda, consumo, disponibilidad y suministros de alimentos per cápita se utilizan de
manera intercambiable para referirse al componente alimentos de las CSU.
2. En FAO (1989d) se presentan muestras de estimaciones de la elasticidad procedentes de la elaboración
de los datos de encuestas sobre presupuestos familiares o consumo de alimentos.
La demanda de cereales para pienso se obtiene al mismo tiempo que las proyecciones sobre los productos pecuarios a partir de las relaciones entre estas variables en la solución del mencionado WFM; luego se realizan nuevos controles multiplicando la producción prevista de cada producto pecuario por los coeficientes insumo/producto específicos de cada país y producto pecuario (cantidad de cereales y salvados — en términos de energía metabolizable — por unidad de producto ganadero). Se resta la parte que se puede cubrir con la producción nacional de salvados prevista, y el resultado representa la demanda de cereales para pienso. La demanda de proteínas de semillas oleaginosas para pienso (expresada, en primer lugar, en equivalente de proteína bruta) se deduce principalmente de las relaciones en las proyecciones del Modelo alimentario mundial. El uso para pienso de otros productos con un componente de utilización para pienso en los datos históricos de las CSU se obtiene por métodos específicos para cada caso, sobre todo como proporción de la producción o demanda total. Conviene señalar que estas previsiones sobre el uso para pienso no presentan un interfaz completo entre producción animal y suministros o recursos de pienso en cada país, debido a la falta de datos sistemáticos sobre disponibilidades y utilización de piensos, es decir, incluyendo los piensos no concentrados (forraje cultivado, pasto natural, subproductos distintos de los salvados de cereales, etc.).
El uso para semillas se proyecta en función de la producción, empleando coeficientes de la densidad de siembra por hectárea. Las pérdidas (desde la poscosecha a la venta al por menor) se proyectan en proporción del suministro total (producción más importaciones).
Este método paralelo, a diferencia del WFM, no contiene proyecciones sobre los cambios en las existencias hasta el año 2010. Ello no quiere decir que se supone que las existencias actuales se mantengan constantes, sino más bien que los ajustes de éstas entre el nivel del año base y el requerido en el año 2010 se pueden producir en cualquiera de los año situados entre 1988/90 y el 2010. En este caso, el impacto sobre la producción sólo se presentará en forma de desviación temporal del crecimiento parejo representado por una curva que une la producción del año base con la del 2010, prescindiendo de las fluctuaciones en los años intermedios. El que en la producción del año 2010 se deje o no cabida a cambios «normales» de existencias (es decir, el mantenimiento de las existencias en el porcentaje de consumo deseado ya conseguido antes del año 2010) no influye mucho en la tasa media de crecimiento de la producción en 1988/90–2010 si no se tienen en cuenta las desviaciones de la tasa constante de crecimiento en los años intermedios.
Las previsiones sobre producción y comercio relativas a cada país implican una serie de cálculos y ajustes iterativos. La solución del WFM ofrece los niveles iniciales relativos a cereales, ganadería y cultivos oleaginosos. Para todos los productos, los criterios adoptados para las proyecciones y sus ajustes iterativos son los siguientes:
Breve evaluación de la metodología
Las características básicas de esta metodología pueden resumirse como sigue: a) el análisis se lleva a cabo en gran detalle en lo que se refiere a los productos básicos, países, clases de tierra, etc.; b) relaciones de comportamiento se usan de forma explícita en las proyecciones únicamente cuando se trata de los productos del WFM y de todos los productos en las proyecciones de la demanda de alimentos; c) los precios desempeñan un papel explícito en la consecución del balance demanda-oferta únicamente en los productos del WFM y, aun en ese caso, sólo en la generación de los niveles iniciales de las proyecciones que posteriormente se someten a numerosas inspecciones y ajustes; d) no se consideran los vínculos de la agricultura con el resto de la economía, si se exceptúa la relación entre ingreso per cápita y demanda de alimentos; e) este método genera balances de aprovechamiento de la tierra muy detallados (por clase agroecológica y distinguiendo entre tierra cosechada y de labranza) así como controles con respecto a las limitaciones de disponibilidad de tierras, y f) se utilizan fuentes de datos muy diversas y todo tipo de conocimientos y opiniones aportadas por los diferentes especialistas en los distintos países y disciplinas.
Este método tiene aspectos positivos y negativos. Entre los positivos, cabe señalar que un análisis tan detallado significa que las proyecciones y las correspondientes afirmaciones contenidas en esta publicación sobre los grupos de países, regiones o el mundo en general así como los relativos a los grandes grupos de productos y al total de la agricultura están apoyadas en detalladas cuantificaciones por países y productos. En la práctica, cada una de las afirmaciones generales está basada en una serie de afirmaciones parciales relativas a los distintos países o productos, y podría a su vez desglosarse en sus distintos componentes. Esa característica distingue a esta obra de la mayor parte de otros estudios globales en los que se llevan a cabo análisis a nivel de grandes países y regiones y grandes grupos de productos.
El gran pormenor del análisis y la fuerte dependencia de las aportaciones multidisciplinarias son las dos caras de la misma moneda. Efectivamente, este tipo de aportaciones sólo se pueden prestar y utilizar si se solicitan con el mismo nivel de detalle con el que pueden trabajar con acierto los especialistas. Estos normalmente recogen los conocimientos sobre las condiciones locales en situaciones muy diversas. Esta es la segunda gran ventaja del método utilizado.
La fuerte dependencia de informaciones muy detalladas y de aportaciones especializadas constituye al mismo tiempo la principal debilidad del método. El volumen de estas aportaciones especializadas está controlado, naturalmente, por un gran sistema de elaboración de datos que genera, tras numerosas iteraciones, un conjunto de proyecciones internamente coherente. No obstante, esta coherencia sólo es de carácter contable. Las proyecciones basadas en aportaciones especializadas tienen el inconveniente de que los criterios e hipótesis utilizados y el mecanismo implícito de toma de decisiones no pueden describirse de manera formal y pueden variar de una persona a otra o a lo largo del tiempo. De todo ello se deduce que las proyecciones no se pueden reproducir estrictamente a voluntad, por ejemplo para estimar escenarios alternativos variando únicamente algunos supuestos. Esto habría sido posible si se hubiera utilizado un modelo formal para las proyecciones.
La utilización de modelos formales en este tipo de trabajo presenta sus ventajas e inconvenientes (Alexandratos, 1976). En el caso del presente estudio, la necesidad de analizar los problemas de manera tan detallada impide realizar el análisis empleando un solo modelo formal que represente el comportamiento de los distintos agentes (productores, consumidores, gobiernos) y con mecanismos de equilibrio del mercado basados en los precios. Faltan muchos de los datos necesarios para ello. Si se hubiera utilizado un modelo formal, se habría tenido que decidir entre: i) un modelo formal de estimación aproximada con mucho menor detalle en lo relativo a los productos, países y uso de la tierra, o ii) un modelo enorme, tan detallado como el presente estudio pero en que el grueso de los parámetros y coeficientes hubieran sido «conjeturas» más que datos. En el primer caso el resultado habría sido claramente inferior, ya que no permitiría evaluar los resultados utilizando la aportación de especialistas de diversa procedencia. Además, los resultados del estudio sólo podrían aplicarse de forma limitada para extraer conclusiones en niveles muy diversos, dada la considerable falta de detalle en relación con los productos y países.
La segunda posibilidad (un gran modelo basado principalmente sobre conjeturas en lo relativo a sus parámetros y coeficientes) es en realidad una variante formal del planteamiento basado en las aportaciones de especialistas, que es el que se utiliza en el presente estudio, con la única diferencia de que en aquel caso el criterio de los expertos se reflejaría en las conjeturas sobre los valores de los parámetros y coeficientes del modelo. Este planteamiento sería de calidad superior al aquí utilizado, ya que las aportaciones de los especialistas estarían sometidas a la condición de que los valores implícitos de los parámetros y coeficientes quedaran dentro de un cierto margen aceptable. Las iteraciones y el diálogo resultarían mucho más fáciles, cabría estimar escenarios alternativos y se garantizaría una mayor transparencia. Al mismo tiempo que estas ventajas, hay que señalar también que se necesitaría más tiempo y más recursos para la preparación del modelo, especialmente para la elaboración de los algoritmos de cálculo. Esta tarea puede resultar abrumadora cuando se trata de un modelo global en el que se incluyen más de 100 países que se comunican a través de los intercambios comerciales, más de 35 productos, hasta seis conjuntos de condiciones de producción por cultivo, etc. Esta labor podría absorber fácilmente una parte desproporcionada de los recursos del estudio sin garantizar por ello un producto final satisfactorio.
En conclusión, las futuras mejoras de la metodología deberían proponerse introducir algunas de las ventajas de los modelos formales, por ejemplo la definición más explícita de las relaciones de comportamiento supuestas con miras a su verificación empírica, o la posibilidad de reproducir los resultados y deducir escenarios alternativos de forma coherente. De todas maneras, es importante que se conserven las ventajas de la presente metodología, es decir, el detalle del análisis en lo que respecta a los países, productos y condiciones de producción así como la posibilidad asociada de utilizar aportaciones multidisciplinarias y de recurrir a fuentes tan variadas de conocimiento y especialización. Dadas las limitaciones «razonables» de recursos y tiempo, no es probable que se pueda conseguir este objetivo intentando construir un modelo formal con todo el detalle del presente estudio. Los escasos recursos podrían utilizarse de manera más productiva si se concentran en la mejora de determinados componentes de la actual metodología, como se ha intentado hacer en realidad en este estudio construyendo un modelo formal (el WFM) para reflejar las interdependencias entre los subsectores de los cereales, semillas oleaginosas y productos pecuarios. Trabajos analíticos futuros en relación con la agricultura y el medio ambiente podrían verse beneficiados por intentos de elaborar métodos analíticos basados en datos que reflejen la ubicación geográfica de los recursos agrícolas dentro de los países al evaluar las perspectivas de la producción.