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Resumen y conclusiones

El mijo perla se cultiva principalmente por la posibilidad de obtener grano en condiciones áridas y de temperatura elevada en suelos infértiles con escasa capacidad de retención de agua, condiciones en las que otros cultivos fracasan por completo. Por ello, se produce en su mayor parte en zonas remotas, periféricas a los centros de producción y población más importantes del mundo en desarrollo. Los rendimientos son bajos; en Africa y en Asia tan sólo alcanzan las tres cuartas partes del rendimiento del sorgo. En su mayor parte, los agricultores que cultivan este producto son pobres y sufren frecuentemente déficit de alimentos. Sólo una pequeña parte de la producción se destina al mercado; la mayor parte de ella no sale de la explotación en la que se cultiva. De hecho, los cultivadores de mijo tienden más bien a comprar que a vender productos alimenticios.

La combinación de pobreza y condiciones ambientales difíciles constituye un obstáculo para mejorar la productividad del mijo perla. Mientras que los rendimientos están aumentando en Asia, muchos productores africanos no consiguen incrementarlos como consecuencia de la constante expansión de este cultivo hacia entornos agroecológicos aún más áridos y difíciles, así como de la falta de adopción de tecnologías "mejoradas". Uno de los factores que explica este hecho es su elevado costo o su falta de adaptación a ese duro entorno por otras razones.

Los elementos que han hecho posible aumentar los rendimientos en Asia son la introducción de variedades mejoradas (tanto híbridos como variedades de polinización libre) y las inversiones, aun limitadas, para el mantenimiento de la fertilidad. Los agricultores están haciendo también mayores inversiones en tecnologías de conservación del agua, a medida que aumenta su escasez. El aumento del rendimiento sería mayor si en las zonas de Asia más favorables para el cultivo del mijo no existiera una tendencia tan marcada a sustituir el mijo por las semillas oleaginosas (por ejemplo, el maní, el sésamo y el ricino).

En cambio, en Africa la mayor parte de los agricultores continúan plantando variedades tradicionales. Aunque se empieza a mostrar interés por los nuevos cultivares de polinización libre, las empresas fabricantes de semillas no consideran rentable esta actividad y, por otra parte, las inversiones públicas en la producción de semillas son poco cuantiosas. Por lo que respecta a los híbridos, la importante promoción de este tipo de variedades que se ha llevado a cabo en Asia ha impulsado la inversión privada en la producción de semillas, pero las perspectivas sobre su adopción en Africa son inciertas. En el continente africano, el costo de distribución de las semillas híbridas es más elevado que en Asia (porque la densidad de población es menor) y continúa siendo una incógnita la disposición del campesino africano a comprar semillas híbridas. Ahora bien, dado que el volumen de semillas requerido es reducido y los costos de producción bajos (debido a las altas tasas de multiplicación), incluso los productores pobres de mijo perla en Africa, análogos a los de Asia, pueden encontrar de interés invertir en semillas mejoradas, ya sean híbridas o de polinización libre.

Existen razones poderosas que justifican un aumento de la inversión pública en la producción y distribución de semillas de mijo como procedimiento para reducir el costo del alivio duradero de la sequía. Se ha de poner buen cuidado en que la normativa de certificación de las semillas mejoradas sea razonable y se haga cumplir. La experiencia demuestra que cuando las normas son demasiado estrictas sólo sirven para obstaculizar la competencia en la industria de semillas, lo que se traduce en su escasez y en un precio innecesariamente alto.

Las perspectivas de adopción de tecnologías mejoradas en Africa y en Asia son limitadas, por varias razones. Ante todo, la elevada variabilidad de las precipitaciones anuales, en particular en Africa, dificulta a los agricultores calibrar los posibles beneficios de las inversiones. En segundo lugar, la escasez de mano de obra limita la adopción de sistemas mejorados de conservación del suelo y el agua, pues las familias envían a los niños a la escuela y a los adultos a los núcleos urbanos en busca de empleo. Por último, los agricultores comparan los beneficios que pueden derivarse de la inversión en la compra de insumos como fertilizantes con los que supone el ahorro para comprar alimentos y ganado o para sufragar la educación de sus hijos.

Todos estos factores exigen que los científicos y los extensionistas busquen soluciones más imaginativas para desarrollar tecnologías adaptadas a estos difíciles entornos productivos. Los mejoradores han de considerar más atentamente la elección entre grano y forraje, entre rendimiento y estabilidad de los rendimientos y entre la respuesta a los insumos y la productividad en condiciones de bajos insumos. Los científicos especializados en la gestión de los recursos deben asumir que las decisiones de los agricultores dependerán de los niveles de precipitación a lo largo de la campaña y buscar las mínimas oportunidades aunque sólo sea de una ligera mejora en la eficiencia del aprovechamiento del agua y la fertilidad del suelo. El objetivo puede ser, en este sentido, realizar una pequeña inversión en fertilizantes como complemento del estiércol o una rotación de leguminosas en lugar de una inversión a corto plazo capaz de maximizar los beneficios pero con un alto riesgo de la producción.

La posibilidad de aumentar el volumen del comercio en Africa es limitada. La oportunidad más clara reside en intensificar el comercio entre las explotaciones familiares excedentarias y deficitarias. Esto se ve obstaculizado por la fluctuación de la producción de un año para otro y por las largas distancias existentes entre las explotaciones familiares en las zonas de densidad de población relativamente escasa. Los comerciantes tienen dificultades para identificar las zonas excedentarias y deficitarias y, además, el costo de la recolección y el transporte del grano es elevado. Sin embargo, hay margen para introducir mejoras en los sistemas de información sobre el mercado e incentivos que fomenten la inversión privada en el comercio de cereales. Estos últimos han demostrado ser positivos en la India donde el comercio de mijo es mayor, aunque todavía limitado. Estas inversiones pueden justificarse como un componente de las estrategias nacionales y regionales encaminadas a mitigar la sequía. En las zonas donde los precios interestacionales e interanuales del mijo son muy variables los programas de socorro para situaciones de sequía deben tratar también de incrementar las existencias de cereales en las explotaciones familiares y en las aldeas, aspecto al que se presta perfectamente el mijo.

Tanto en Africa como en Asia se comercializa un volumen reducido de mijo-grano para utilizarlo como harina y como malta para fabricar cerveza. En Africa, la baja productividad y el elevado costo del transporte restringirá este comercio a un mercado muy reducido. En Asia, al ser mayor la productividad y menores los costos de comercialización (gracias a la mayor densidad de población y a que existe una mejor infraestructura comercial) existen mejores perspectivas para aumentar la venta de mijo. Sin embargo, será difícil que el mijo pueda competir con otros cereales cultivados en tierras más productivas con mayores precipitaciones. En los lugares donde el mijo es competitivo por el precio y por su importancia para la alimentación animal, puede aumentar la demanda de mijo-grano para fabricar pienso para la acuicultura y la avicultura. El mijo perla presenta la ventaja de que se adapta mejor a las temperaturas elevadas y a los suelos poco fértiles con escasa capacidad de retención de agua. En los lugares donde estas limitaciones son importantes, el mijo podrá competir como pienso para el ganado con otros cereales que han de ser transportados a larga distancia con un costo importante. Además, seguirá existiendo un lugar en el mercado para el comercio del mijo como alimento para las aves.

Hay indicaciones de que el mijo perla está adquiriendo cada vez mayor importancia como cultivo forrajero o como cultivo de cobertura y como pajizo para la producción intensiva de leguminosas en los suelos ácidos tropicales. Parece, además, que el mijo perla no tardará en convertirse, a nivel regional, en un cereal pienso importante en zonas subtropicales de varios países. Pero estos nuevos usos son secundarios en comparación con la importancia del mijo como cultivo alimentario de los pobres rurales, principalmente en los trópicos.

En suma, el mijo continuará asociado durante largo tiempo con la seguridad alimentaria de las poblaciones afectadas por la sequía. La productividad no ha mejorado, particularmente en Africa, por las condiciones extremas del medio y por la presión de la población sobre los sistemas de barbecho tradicionales. Por consiguiente, la mejora de la productividad contribuirá directamente a la reducción de la pobreza y de la inseguridad alimentaria. Las perspectivas de expansión de las corrientes comerciales son razonables si aquélla se orienta a las zonas deficitarias de alimentos. No obstante, las perspectivas de los intercambios comerciales son limitadas, excepto en mercados reducidos de productos especiales como la harina, la malta, el cereal pienso y el mijo como alimento para las aves.


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