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Imperialismo científico

Gerardo Budowski

Gerardo Budowski, experto forestal, es Director General de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y sus Recursos.

Algunos científicos de países desarrollados van a los países en desarrollo pare recoger, «proteger» o capturar y llevarse a sus países la flora local y el prestigio profesional. Con frecuencia sólo consiguen crear problemas pare sí y sus colegas locales. Es menester que se reconozca a todos los países el derecho de utilizar sus propios recursos científicos y divulgarlos.

La palabra «imperialismo» tiene una connotación subjetiva, y se ha usado general mente pare describir la explotación de un grupo por otro. El imperialismo científico se origina en el hecho que, en la mayoría de los caves, un país que posee los recursos no tiene los medios pare usarlos o conservarlos adecuadamente, y derive escasos beneficios de su explotación por otros.

El imperialismo científico es un fenómeno muy extendido en la actualidad y puede tomar diferentes formas. Debido a que se lleva a cabo a en nombre de la ciencia», parece estar automáticamente justificado; y cualquier protesta al respecto puede provocar fuertes críticas.

Un cave típico de imperialismo científico puede ser el siguiente: un área forestal natural muy interesante pare coleccionar muestras y realizar observaciones de campo se encuentra en un país tropical en desarrollo, donde hay poca comprensión de la ciencia «básica». El país está concentrando todos sus esfuerzos en tratar de resolver graves problemas de alimento, salubridad y comunicaciones. El cultivo migratorio en sierras marginales está poco a poco invadiendo y destruyendo el área forestal. Los científicos de países desarrollados llegan y coleccionan muestras en nombre de la ciencia, con la convicción de que si no lo hacen lo más rápidamente posible no quedará nada. El resentimiento de los científicos locales, y de otros funcionarios del país en desarrollo, se produce gradualmente en contra de los a extranjeros». Justificada o no, puede considerarse una reacción natural. Eventualmente se puede negar acceso y permiso pare coleccionar muestras a los científicos extranjeros. Pero los científicos locales pueden no ser capaces de proteger el material científico que está desapareciendo. Finalmente, toda la zona puede perderse, bien sea por extensión de la invasión paulatina o por la construcción de carreteras que provoquen el aclareo del bosque. Gran parte de éste puede convertirse más tarde en matorrales secundarios sin utilidad. Con frecuencia las males hierbas se apoderan del terreno, y sólo queda un triste paisaje de ínfimo valor pare colecciones de muestras u observaciones científicas.

Una actitud diferente por parte de los científicos visitantes podría haber evitado esto, en efecto, un enfoque cuidadosamente planeado pudo conducir a un programa de asistencia pare desarrollar el recurso hasta conseguir el mayor beneficio, tanto pare el país en cuestión como pare los científicos extranjeros.

La forma más cruda del imperialismo la practica con frecuencia el explorador - observador - coleccionista de un país desarrollado que descubre una nueva zona que no ha sido investigada intensamente por los científicos. Colecciona muestras que envía a museos y otras instituciones extranjeras adecuadamente dotadas de fondos, donde se estudian, montan, identifican, describen e ilustran pare propósitos científicos u otros. Históricamente, éste es el enfoque más conocido; y la reputación de muchos científicos y de sus instituciones, e inclusive el progreso de la ciencia, puede ligarse a esta actitud. Nada parece criticable en tal actuación tradicional, pero en el mundo de hoy es posible que provoque muchos resentimientos que podrían evitarse. Ciertamente, con muy pequeño esfuerzo adicional, se lograría mucho más sin el antagonismo de los científicos del país en desarrollo. Es fácil comprender cómo pueden molestarse, particularmente si ellos no participan. Aunque no existan científicos del país, las generaciones futuras pueden experimentar un resentimiento e influir pare orientar una política de acuerdo con ello.

Desde luego reunir muestras y enviarlas a los centros más adecuados pare su identificación y montaje es necesario y deseable; pero la acción no debe detenerse ahí. Debe intentarse siempre ayudar al país huésped a organizar sus propios medios, impulsar sus museos y conservadores o equivalentes, y mejorar sus servicios de bibliotecas. Hay que admitir que los herbarios y otras colecciones se mantienen frecuentemente en condiciones poco satisfactorias y las bibliotecas están mal atendidas. Sin embargo, cualquier ayuda que se les ha brindado demostró ser valiosa en todos sus aspectos.

Europeos y africanos en una plantación de eucaliptos en una sabana - Debajo del baobab

Las expediciones de campo deben organizarse siempre de manera que los científicos locales puedan participar activamente. En último término, una política de esta índole beneficiará grandemente a la ciencia. Los futuros coleccionadores que procedan de países extranjeros tendrán mayores posibilidades de obtener acceso fácil a buenas colecciones y bibliotecas locales, y podrán relacionarse con expertos locales que les faciliten su trabajo, para hacerlo más provechoso por lo que se refiere a los resultados, y también más económico.

Pero la simple colección, sin fortalecer las posibilidades locales, tarde o temprano producirá una fuerte reacción entre los científicos autóctonos que frecuentemente se sienten frustrados por falta de medios, de que se aprecie en el país e internacionalmente su labor, y más que todo, por falta de oportunidades. Pueden llegar a imponer un embargo sobre las colecciones «extranjeras», como ha sucedido ya en algunos países. Coleccionar sin considerar las necesidades del país es un enfoque a corto plazo para beneficios relativamente insignificantes que pueden agotar las fuentes.

Los científicos que trabajan en otro país, con una formación y capacitación derivadas de un medio diferente, suelen tener tendencia a «descubrir» algunos datos científicos del nuevo país y a presentarlos como gran novedad para colegas de su propia cultura, y algunas veces hasta para el público en general. La novedad de sus descubrimientos resalta, con frecuencia, con excelentes fotografías, algunas anécdotas y detalles interesantes. Para el lector al que se destina la publicación - personas con formación y cultura similares a las del autor - el descubrimiento puede parecer interesante y aun sensacional. Pero en el país donde se realizó el trabajo de campo, la comunidad científica y el público en general, con un punto de vista y conocimientos distintos, pueden considerar la exposición falseada. Pueden resentirse por el hecho de que la presentación subjetiva no corresponda a la evidencia científica.

los científicos extranjeros deberían promover la creación de instituciones locales donde trabajen científicos del lugar para proteger la flora y la fauna en los países de origen

ESTUDIO DE FOTOGRAFÍAS AÉREAS MEDIANTE ESTEREOSCOPIO - Un regalo que no se olvida

En algunas ocasiones no se reconocen los méritos del autor local de un trabajo similar publicado anteriormente en una revista menos conocida o en algún periódico local. Los trabajos que vienen del exterior pero que se refieren a un país en desarrollo, frecuentemente reciben amplia difusión y pueden traducir se y reproducirse en la prensa local. Se generan así indeseables reacciones y aun puede haber una tendencia, por parte de algunos científicos locales o escritores de materias científicas, a imitar la interpretación extranjera. Esto puede resultar muy positivo para ellos, pero gradualmente los aleja de su propia cultura. Cualquiera que sea el resultado, al final conducirá a un retraso del adelanto de la ciencia.

Hay dos remedios diferentes, según el tipo de publicación. Si obviamente no se pretende que sea una referencia científica y está dirigida a un determinado público extranjero, ello se debe hacer notar claramente en la introducción. Pero si es una publicación científica, debe ponerse gran esmero en presentar la situación del modo más objetivo posible. Esto no es fácil, desde luego, a menos que se consulte con científicos locales y que se use mucho tacto. Es deseable la participación, como coautores, de científicos locales o de escritores sobre temas científicos. De esta manera, un posible coautor podrá traducir el artículo y adaptarlo a su público, aumentando así la influencia ejercida.

Las generalizaciones superficiales de científicos extranjeros que tratan de colocar a un país o región dentro de determinada categoría - para la cual crean después una etiqueta - es otro caso de imperialismo científico. Demasiadas afirmaciones y publicaciones están basadas en breves observaciones, y esto ha originado amplias generalizaciones que frecuentemente condenan o glorifican el país o la región más allá de la realidad. Puede requerir que transcurra largo tiempo para desvanecerse la imagen general estereotipada que resulta, aunque se hagan estudios más completos y detallados. Un ejemplo clásico es la descripción: «...de un calor agobiante y un medio ambiente apenas soportable», que se aplica a muchos países tropicales, tema éste que, por desgracia, brinda muchas variaciones. Por lo general se olvida totalmente cómo se adaptan quienes viven en la zona, en la que hay también montañas más frías y el clima de la capital difiere del que existe en el resto del país. Igualmente, un país concreto ha sido descrito como poseedor de la flora y fauna más ricas de toda una región, cuando lo que sucede es que dicho país ha atraído a los primeros o al mayor número de botánicos o zoólogos. La consecuencia es que otros científicos programan sus visitas a ese país, en el que sus esfuerzos resultan ser progresivamente menos productivos mientras olvidan otras naciones vecinas que pueden tener una flora o una fauna igualmente ricas y que tienen mucha necesidad de investigaciones directas o de ayuda para realizarlas.

El remedio, como ya se ha indicado, es adoptar una actitud más cuidadosa y concreta cuando se describan observaciones y colectas, promoviendo tanto como sea posible las medidas que puedan conducir a reforzar las posibilidades locales.

Muchos científicos van a un país extranjero con cartas de presentación, o su eventual llegada la anuncian otros. Su buena reputación está bien establecida mediante publicaciones, u otras tareas, y por ello fácilmente obtienen subsidios. Además, frecuentemente solicitan - y se les conceden - ayudantes locales; a veces, se trata de jóvenes brillantes que interrumpen sus actividades cotidianas. Estos ayudantes, en ocasiones están deseosos de abandonar sus labores rutinarias y acompañar a los distinguidos científicos visitantes en lo que parece ser una misión muy interesante. Su ayuda y conocimiento de la lengua y las costumbres son generalmente muy valiosas para el visitante. A veces hay una secuela que recompensa al ayudante, como la mejoría de su posición, la herencia de materiales, tales como libros o instrumentos, o aun la posibilidad de una beca. Con más frecuencia, sin embargo, no conduce a nada de esto. Aunque el auxilio del ayudante suele a veces mencionarse en una publicación, frecuentemente está incluido en una lista que contiene muchos nombres, algunos de ellos de funcionarios que tienen poca o ninguna relación con el estudio. En el peor de los casos, el ayudante es completamente ignorado. Esto es muy doloroso para él, puesto que frecuentemente su colaboración fue esencial para el éxito de la misión, por ejemplo, identificando los nombres comunes de plantas y animales, asesorando acerca de los usos y costumbres de la gente, y procurando informaciones que de otra manera serían inaccesibles.

El remedio obvio a estas indeseables consecuencias es tratar de promover la posición, el conocimiento y la habilidad de tales ayudantes para futuros trabajos constructivos, de manera que tengan la sensación de que su breve colaboración ha sido benéfica, tanto para ellos como para su país.

Como ya hemos mencionado brevemente, los científicos visitantes suelen llegar en misiones respaldadas por donativos o totalmente financiadas para el trabajo que se les encomienda. Con frecuencia llevan a estudiantes graduados como ayudantes, o a sus propias esposas. Convenientemente financiados y con personal adecuado, son un ejemplo notable de lo que puede considerarse una preparación esmerada efectuada por el país u organización que los envía; pero desde el punto de vista del país que los recibe, suele juzgarse esto como un lujo excesivo, especialmente por los científicos locales, que frecuentemente carecen de un suficiente reconocimiento, de medios de transporte, ayudantes, equipo, bibliotecas y recompensas económicas. El resultado es un profundo resentimiento, a veces aumentado por la ignorancia de la lengua y de las costumbres de los científicos visitantes y su ambiente.

El remedio en este caso consiste en evitar llevar a un ayudante, en usar las facilidades locales tanto como sea posible y en pagar por ello, no sólo con dinero sino también con instrumentos, libros y otras cosas que puedan ser usadas para aumentar el prestigio y las facilidades de los científicos locales: Siempre existen algunos científicos locales; puede requerirse algún tiempo y esfuerzo para localizarlos, pero valdrá la pena hacerlo. La ostentación de cualquier naturaleza debe siempre evitarse.

Pagar más de lo debido

Pagar en exceso los servicios locales es un «pecadillo» común que a veces desorganiza las estructuras y costumbres tradicionales, y rara vez crea sentimientos de gratitud permanente. Pagar demasiado por la obtención de muestras, dar propinas excesivas, o remunerar por pequeños favores considerados tradicionales - y gratis - por parte de la población local, resulta particularmente nocivo. No hay una excusa racional para pagar más de lo debido. Crea animosidad y un sentimiento de competencia y resentimiento por parte de otros científicos visitantes, que no pagan en exceso; y lo que es peor, antagoniza a los científicos locales que no sólo no pueden permitirse imitar a sus colegas extranjeros, sino que frecuentemente piensan que su conducta es inmoral y corruptora. El remedio es investigar el precio justo y la correcta actitud cuando hay que hacer una elección.

Muchos países, evidentemente, no están tan bien organizados pare la investigación científica como los Estados Unidos y muchas naciones europeas. Esto es particularmente evidente por lo que se refiere al transporte. Con frecuencia son bastante escasos los vehículos usados por el personal local de campo. Cuando se necesita repararlos, puede requerirse mucho tiempo pare encontrar repuestos y montarlos. Además, frecuentemente representan un símbolo de prestigio pare los usuarios locales. Los científicos visitantes deben tener cuidado al aceptar el ofrecimiento local, cortés y espontáneo, de que se les ayude facilitándoles un vehículo; lo menos que deben hacer es causar los mínimos inconvenientes. A veces puede ser apropiado ofrecer compensación, ya sea en forma de pago o de obsequios.

al científico visitante, que aún no ha tomado partido en rivalidades locales, se lo considera neutral o como aliado potencial... él debe tratar de conservar estar ventajosa posición

«en unos cuantos días»

Los europeos y los norteamericanos no están acostumbrados a las maneras sutiles que en muchos países pueden emplearse pare decir a no» cuando solicitan transporte gratuito; por ejemplo, la vaga promesa de encontrar un vehículo a en unos cuantos días» Siempre que sea posible conviene alquilar vehículos locales, aunque resulten caros, más bien que solicitar medios de transporte a los organismos gubernamentales o locales. Mucho podría decirse acerca de los malentendidos y abusos que han ocurrido a este respecto y que son cause de desavenencias.

Es frecuente en algunos países en desarrollo la presencia simultánea o muy cercana de diferentes expediciones científicas que tienen objetivos similares o relacionados entre sí, tales como coleccionar muestras o estudiar eco sistemas naturales. Aunque todos suelen estar de acuerdo, en principio, en las ventajas de coordinar esfuerzos y reunir elementos pare objetivos comunes, pocas veces se trace.

Tarde o temprano surge animosidad. No sólo hay una inevitable duplicación de esfuerzos y gastos, sino que entre los habitantes locales, y en particular en la comunidad científica, puede ser cause de malentendidos y desconfianzas. Los administradores locales con frecuencia aprenden a sembrar cizaña entre un grupo y otro. Mucho más podría decirse con respecto a esta desafortunada práctica. Aunque parece elemental la conveniencia de investigar lo que otros hacen en el campo y la forma en que el país realmente reacciona ante los objetivos que éstos persiguen, ello se lleva a cabo pocas veces.

En algunos países, hay una oficina que atiende a las solicitudes científicas. A veces su competencia abarca una zona concrete del país. Por ejemplo, en el Ecuador existe la Fundación Charles Darwin que actúa como centro de coordinación pare las islas Galápagos. Con mucha frecuencia, sin embargo, estos centros no existen y es necesario encontrar otras fuentes de información.

Cada expedición científica, o científico aislado, debe hacer todo lo posible pare enterarse de la labor de los otros grupos, estableciendo contactos previos antes de llegar a la zona en estudio. Una conexión adecuada es necesaria, haciendo todo lo posible pare eliminar el desconocimiento o la desconfianza recíprocos.

Normas extranjeras

Los científicos visitantes aportan sus propios métodos y tecnologías y con frecuencia son imitados localmente, conscientemente o no. Muchos creen que tienen el derecho de pretender de ayudantes locales - pagados o no - que trabajen de acuerdo con sus propias normas extranjeras. Esto puede causar gran confusión. Por ejemplo, algunos países centroamericanos han estado cambiando las medidas métricas en los inventarios forestales por el sistema británico, debido a una creciente influencia norteamericana, sólo pare volver, en parte, al sistema métrico, debido a la influencia posterior de la FAO. Otros ejemplos de cambios que vean dificultades incluyen la clasificación en las bibliotecas, y los métodos de ensayo de materiales de construcción, etc., que pueden deberse a influencias extrajeras.

Ciertas tecnologías pueden ser imitadas, con frecuencia con efectos desastrosos. El uso de trampas eficientes pare capturar animales está hoy tan extendido en ciertos países tropicales, que ha provocado prácticamente la extinción de algunas especies. Lo mismo puede decirse de ciertas armas de fuego eficientes u otros métodos de caza. Los que capturan pequeños peces tropicales en el área del Amazonas han introducido técnicas especiales de pesca; se trata de un negocio de muchos millones de dólares - benéfico pare los países importadores - que está conduciendo a la disminución, y quizá al exterminio, de ciertas especies; y, por último, a la desaparición del negocio. Si bien puede aducirse que la introducción de nuevas tecnologías suele producir más ingresos pare las poblaciones locales, los científicos tienen la obligación de ocuparse de los intereses a largo plazo; y si sus nuevas tecnologías se emplean en el ámbito de culturas que no pueden usarlas sin destruir los recursos en que se base dicho comercio, deben tomar las mayores precauciones antes de introducir, en el momento actual, lo que puede resultar un factor peligroso.

Puede ser apropiado introducir tales tecnologías a su debido tiempo; o sea, cuando la población que pueda beneficiarse de ellas esté preparada pare usarlas sensatamente y sobre una base permanente pare conseguir las metas apropiadas de desarrollo, es decir, que no ponga en peligro las posibilidades de opciones pare generaciones futuras. Como muchos científicos de países en desarrollo se orientan ahora hacia la «conservación del medio ambiente», deben ser cautos respecto a las consecuencias de esas tecnologías en otras culturas que todavía no han conocido una disminución de sus recursos ni la contaminación o la erosión. Esto requiere extreme cautela en la introducción de nuevas tecnologías.

El remedio obvio es un enfoque a largo plazo que, a fin de cuentas, beneficie al propio país, y por lo tanto a su progreso científico. Por regla general debe evitarse siempre alterar las costumbres locales.

Vivero de árboles y ruinas romanas en Djemila, Argelia - No todo es el pasado

Contactos útiles

Los científicos que llegan a un país en desarrollo se percatan con frecuencia de que es necesario obtener el apoyo de personas locales influyentes. En ocasiones, antes de partir de su sierra, se proveen con cartas de recomendación; pueden no estar dirigidas a las personas adecuadas ya que en los países en desarrollo son frecuentes los cambios en la administración.

Disponer de estos útiles contactos es legítimo y apropiado, si son los adecuados. Pueden recibir ofrecimientos de ayuda por parte de quienes parecen ser emisarios caídos del cielo. Pero ¿cómo se puede saber con quién conviene establecer relaciones? O ¿a quién se debe entregar una carta de presentación?

En todos los países, desarrollados o en desarrollo, existen rivalidades, hay intrigas y enemistades entre organizaciones pare asegurarse posiciones importantes en determinados campos de actividades. Algunas veces tales «mines» están a ras de sierra y se las puede descubrir con facilidad, pero es difícil evitar pisarlas; mas, en otras ocasiones, resultan ser invisibles pare los extranjeros, hallándose soterradas bajo un cúmulo de sutilezas propias de la población local.

Debe hacerse todo lo posible pare evitar mezclarse en problemas locales, a veces muy sutiles, y particularmente los que estén relacionados con contrastes personales. Las actitudes respecto al gobierno o las autoridades militares locales, por ejemplo, pueden ser muy diferentes de las que existen en los países de donde provienen los científicos. Las leyes y los reglamentos se cumplen, con frecuencia, de maneras muy distintas. Evidentemente es imposible aprender lo que conviene saber respecto al complicado equilibrio del poder y otros aspectos de la política local pero es conveniente seguir ciertas reglas.

Sobre todo, es esencial tener prudencia. Las entrevistas directas con diferentes personas siempre son provechosas, aunque puedan requerir mucho tiempo. No conviene visitar sólo a un funcionario e ignorar a otros. Estas visitas son realmente más que de cortesía u oficiales. Hay que evitar cometer otros errores. Varias fallas necesitan evitarse. Es una equivocación tomar como principal consojero a un científico local, conocido por su oposición al gobierno, por muy destacado que sea como científico. Otro neutral será mejor pare un visitante extranjero, pudiendo mantener relaciones amistosas con todos.

El científico recién llegado tiene una importante ventaja. No habiendo tomado partido aún se lo considera neutral - o aliado potencial - y es siempre bien recibido. Por todos los medios debe tratar de conservar esta ventajosa posición.

A veces sucede que los científicos visitantes hacen declaraciones oficiales, o en público, sin percatarse de sus posibles consecuencias. Hacer una declaración de prensa, por ejemplo, respecto al potencial de un recurso no explotado del país y sin conocer todos los factores con él relacionados y en los que se incluyan complejos aspectos sociales, políticos, culturales y económicos, demuestra una falta evidente de buen sentido. Pero persistir en ello cuando los científicos locales han tratado de decir las mismas cosas sin lograr que el ministro competente les haga cave y sin recibir publicidad o reconocimiento local, el error puede adquirir mayores proporciones, y convertir aliados potenciales en inmediatos enemigos.

VEHÍCULO FACILITADO POR EL PNUD PARA UN PROYECTO FORESTAL - Pueden ocurrir malentendidos

Trato especial

Los científicos extranjeros debieran comprender que ellos mismos constituyen noticia o, por lo menos, novedad. Con frecuencia reciben trato especial, y les conceder inmediatamente audiencia los ministros y los presidentes, aunque los científicos locales sean rara vez escuchados o deba transcurrir un molesto y agotador período de tiempo antes de obtener la atención de las altas autoridades, o una buena reacción de la prensa. No debe prepararse ninguna entrevista de prensa, ni visitar a los ministros, antes de consultar a los científicos locales. Se agradecerá mucho el que se busque consejo acerca de los temas que deban plantearse al ministro, a la televisión o a la prensa.

El imperialismo científico está aumentando en la actualidad. Se arguye que las colecciones de muestras deben hacerse con rapidez y tan ampliamente como sea posible, pare poder conservar, por lo menos en museos y parques zoológicos, lo que fue una rice herencia de plantas y animales. Sin embargo, cuando los recursos naturales de gran importancia científica están disminuyendo rápidamente por exceso de población y destrucción de amplias áreas naturales, las colecciones de muestras en grandes cantidades de material científico no son la única forma, ni la más deseable, de enfocar el problema.

Los científicos extranjeros tienen el deber de promover la organización de estructuras locales y el reclutamiento de personal local pare actuar eficazmente valiéndose de los recursos del país en el que trabajan. Sobre todo, a las regiones naturales apropiadas se les debe conceder, tan pronto como sea posible, el estatuto de zonas científicas protegidas, o ser declaradas Parques Nacionales o reserves equivalentes.

La debida concesión de fondos y otros tipos de apoyo en beneficio de los expertos en conservación locales y progresistas es probablemente el método más útil que puedan adoptar los científicos visitantes y las organizaciones que los patrocinan. Si estos expertos en conservación no existen aún en un país, se debe estimular su formación como prioridad principal.

Elogios al extranjero

No se debe olvidar que las quejas contra el imperialismo científico provienen frecuentemente de científicos jóvenes, vocingleros, y a menudo ambiciosos, que ven que los extranjeros obtienen todos los elogios.

Hay que tener esto en cuenta lo mismo si está justificado que si no y a los científicos locales se debe ofrecer una justa oportunidad de que se les reconozcan sus méritos. En los países en desarrollo la diferencia entre los «poseyentes» y los que «nada poseen» necesita eliminarse en la ciencia lo mismo que en otros aspectos de la vida. La certeza de que cada país tiene el derecho de utilizar sus propios recursos científicos y divulgarlos orgullosamente pare beneficio del resto del mundo, ha de tenerla presente todo científico que va a un país extranjero. Esto no quiere decir que los científicos extranjeros deban desistir de su misión o expedición original. Se los necesita, y a veces, mucho; pero deben comprender que su participación en la investigación científica influirá a la gente y a la estructura local en mayor grado de lo que frecuentemente se prevé. Deben estar preparados pare hacer frente a este reto con inteligencia y tacto, y llevar a cabo sus viajes de acuerdo con ello.

Mientras tanto, un código de ética adaptado a condiciones especificas necesita ser adoptado por los científicos visitantes. Una buena contribución en esta dirección - guías pare el trabajo biológico de campo - fue publicada en Science en 1970 (Vol. 169, p. 8).


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