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¿Debe Africa sufrir las consecuencias ambientales del control de a mosca tsetsé?

A. de Vos

ANTOON DE VOS, que trabaja en la FAO como especialista en vida silvestre, ha adquirido una vasta experiencia en Africa.

LA MOSCA TSETSÉ (Glossina spp.) - no es fácil matarla sin deteriorar el ambiente

En Africa, donde, como se sabe, el equilibrio ecológico es sumamente delicado, conviene que las agencias de control de la mosca tsetsé estén alerta, particularmente en lo que se refiere a los malos efectos directos o indirectos de los planes de erradicación. El aumento de las necesidades de alimentos en el continente, debido a la rapidez con que crece la población, exige aumentar la producción de carne. pero la tripanosomiasis está impidiendo actualmente la cría de ganado vacuno en la mayor parte del Africa tropical.

La tripanosomiasis en los animales y la enfermedad del sueño en los humanos se propagan a través de la mosca tsetsé (Glossina spp.) en una zona discontinua, húmeda y semihúmeda, que se extiende a través del continente desde el Atlántico hasta el Océano Indico.

La FAO, en cooperación con varias otras agencias de ayuda, está lanzando una campaña de erradicación de estas enfermedades y de la mosca tsetsé. Si da buenos resultados, se podrá aumentar de 100 a 120 millones el número de cabezas de vacunos y elevar la producción de leche considerablemente reduciendo mucho la escasez de proteínas.

Por desgracia, no hay ningún método sencillo, infalible y barato de erradicación de las moscas vectoras que no cause algún daño al ambiente.

El control de la enfermedad se puede lograr, ya sea tratando con drogas al hospedante, eliminando el vector, o haciendo ambas cosas. Otro método posible es el de la selección genética de vacunos resistentes.

Hasta hace poco se aplicaban dos métodos de control de la mosca tsetsé: la limpia de las superficies boscosas y la destrucción de la vida silvestre; pero se han abandonado casi del todo porque se constató su ineficacia.

Se pensaba que, limpiando las superficies boscosas, la modificación del hábitat haría desaparecer inevitablemente las moscas. A pesar de que esta suposición es correcta, muchos proyectos basados en la limpia de superficies boscosas no obtuvieron los resultados esperados, porque, después de eliminar los árboles y arbustos, no se procedió a mantener limpios los terrenos, o no se hizo esto en medida suficiente. En consecuencia, la vegetación boscosa volvió a crecer y la reinvasión de la mosca tsetsé fue sólo cuestión de tiempo. Por ejemplo, en varios países, se han gastado millones de dólares de ayuda extranjera en la limpia de superficies boscosas, empleando maquinaria pesada y cara. Debido a que la población local no estaba ni dispuesta ni preparada a usar los terrenos limpios para la agricultura o el pastoreo intensivos, retoñaron los árboles y arbustos y la mosca tsetsé encontró una vegetación más densa que antes de iniciarse las operaciones de limpia.

La erradicación de la tripanosomiasis tiende al aumento de la producción lechera y de carne para una población africana en crecimiento. Pero, en el pasado, tales esfuerzos han dado por resultado un derroche de recursos, grave daño ambiental y la matanza innecesaria de animales salvajes, después de lo cual la mosca tsetsé ha reaparecido peor que antes. La actual campaña debe salvaguardar el ambiente natural; pero lo más importante es que debe ser parte de las operaciones de desarrollo y utilización integrada de la tierra de modo que la tierra desbrozada se utilice realmente para la agricultura y los asentamientos y no se abandone de nuevo a las infestaciones, que cada vez son más intensas, de la mosca tsetsé.

SE BUSCAN EJEMPLARES DE EA MOSCA TSETSÉ EN BOTSWANA - no es fácil mantener limpia la tierra

Muchas especies de la vida silvestre son receptáculos de tripanosomas patógenos y, por tal motivo, los parasitólogos abogan por su exterminación. La destrucción de la vida silvestre se basaba en la idea de que, eliminando los animales preferidos, como el jabalí verrugoso, desaparecerían la mosca tsetsé y la tripanosomiasis. Con tal fin, en Rhodesia, Botswana, Zambia, Uganda y otros países, se destruyeron en los últimos 50 años cientos de miles, y probablemente millones, de animales de caza. La eliminación de los animales de caza se inició en Rhodesia a comienzos de los años 20 y continuó hasta fines de los 60. Oficialmente se calcula que, en operaciones sistemáticas, hasta 1963 se habían cazado aproximadamente 800 000 animales de todas las especies (Roth, 1973).

LA ZONA AFRICANA DE EA MOSCA TSETSÉ - DE COSTA A COSTA - Se encuentra la mosca tsetsé (1) en la sabana árida y (2) en zonas de bosques higrofíticos

Aunque estas operaciones erradicaron casi por completo algunas especies de animales de caza, no lograron eliminar la mosca tsetsé, porque aumentaron las poblaciones de animales del hábitat que lograron sobrevivir, ofreciendo a la mosca un hábitat idóneo. Además, se ha demostrado que muchos mamíferos pequeños juegan el papel de hospedantes suplentes de la tripanosomiasis, y esto hace mucho más difícil el control de la enfermedad.

Es casi increíble que se hayan necesitado más de 30 años de matanzas de animales de caza, después de la Segunda Guerra Mundial, para convencer a las autoridades competentes de que este método es básicamente ineficaz. Si se hubieran utilizado como es debido los animales destruidos en las matanzas, podrían encontrarse excusas para tomar estas medidas; pero, en realidad, la mayoría de los animales de caza quedaron donde los habían matado, sin que se hiciera ningún uso de ellos.

SE TOMAN MUESTRAS DE SANGRE EN UNA ALDEA AFRICANA PARA ESTUDIAR EA ENFERMEDAD DEL SUEÑO - es una enfermedad de lugares remotos

El impacto ambiental de las aplicaciones de insecticidas ha sido también considerable y no se ha tomado en cuenta suficientemente la contaminación ambiental. Sus efectos secundarios los estudiaron Koeman y Takken (1976), basándose en estudios hechos principalmente en Botswana, Kenya, Nigeria, Uganda y Zambia.

Actualmente, se aplican insecticidas en gran escala en la mayoría de los programas de control de la mosca tsetsé de los 19 países africanos sobre los que se dispone de información. En la mayor parte de las operaciones se ha empleado DDT, dieldrina o endosulfán, en aspersiones terrestres o aéreas. Pero, en los últimos 10 años, han ido predominando las aspersiones aéreas, porque las zonas ocupadas por la mosca son muy extensas y, en general, este método es más barato y rápido que la aspersión terrestre.

Se han hecho muchos esfuerzos por transferir los insecticidas a las moscas con la mayor eficacia posible. En la aspersión aérea esto se puede lograr escogiendo bien el tipo de aeronave, los atomizadores y la fórmula, en relación con la vegetación. Por desgracia, con relativa frecuencia no se han aplicado con cuidado los insecticidas o éstos se han depositado más allá de los límites del área meta, a causa del viento. Conviene recalcar la necesidad de pilotos expertos para lograr una aplicación eficaz con el mínimo de inconvenientes. Hay que entrenarlos específicamente para esta labor.

En general, la gama de las especies no interesadas que se ven afectadas por las aplicaciones con helicóptero y el daño resultante para el ambiente son mayores que con la aspersión terrestre, más discriminada.

Las técnicas de aspersión terrestre son particularmente eficaces contra aquellas especies de Glossina que, por lo menos durante la temporada, tienen una distribución más limitada. La aplicación aérea de insecticidas no residuales, con cinco tratamientos a intervalos de tres semanas aproximadamente, parece haber dado buenos resultados en Zambia, Botswana y otros lugares. Con todo, no sólo suele faltar el grado de pericia necesario para realizar estos programas de control, sino que es difícil de aplicar, porque supone descubrir qué es lo que está sucediendo en una población «controlada» de tsetsé y en las poblaciones ganaderas con respecto a la incidencia efectiva de nueva infección, a su impacto real sobre la producción y a su sensibilidad a las drogas. Antes de contraer compromisos de control, conviene sopesar cuidadosamente estos problemas y dificultades.

La mayoría de las aplicaciones de insecticidas estudiadas hasta la fecha causan muchas muertes no deseadas de muchos tipos de mamíferos, reptiles, anfibios, peces e insectos.

Koeman y Takken (obra citada) llegan a la conclusión preliminar de que, en general, la muerte de las especies de la vida silvestre no perseguidas continúa, después de las aplicaciones de dieldrina, por un período (2 a 3 semanas) más largo que después de las aplicaciones de endosulfán (aproximadamente una semana). También hay diferencia con respecto al espectro de las especies afectadas: la dieldrina tiende a afectar a los predatores más grandes, no así el endosulfán; pero éste tiende a producir un efecto más espectacular en el caso de los vertebrados que son de sangre fría.

En lo que se refiere a los efectos a largo plazo de la aspersión aérea, las poblaciones de aves insectívoras en particular sufren una grave disminución numérica en las áreas tratadas, y algunas especies desaparecen virtualmente. Esta última conclusión se refiere a los resultados obtenidos uno a dos años después de la aplicación del insecticida (Ibid.). También hay indicios de que organismos que se encuentran en el vértice de la cadena alimentaria, tales como los rapaces, son los más gravemente afectados.

Los efectos a largo plazo sobre los invertebrados, peces y otros vertebrados de sangre fría no perseguidos, todavía no se han estudiado en detalle, pero se ha demostrado en varios estudios que el DDT y la dieldrina en particular dejan residuos mensurables en los peces y en otras biotas.

El problema de la contaminación ambiental puede complicarse con la concentración de insecticidas en ecosistemas acuáticos, tales como las hoyas lacustres del Africa central, que pierden la mayor parte del agua por evaporación, y no vaciándose en el mar.

GANADO VACUNO DE LA LAGUNA DE DAHOMEY, FAMOSO POR SU RESISTENCIA A LA ENFERMEDAD DEL SUEÑO - un programa para mantener la pureza de la especie

Con respecto al tratamiento curativo preventivo de los vacunos, se plantea el problema de que hay que repetirlo constantemente. Actualmente sólo constituyen posibilidades remotas la inmunización de los vacunos y el control biológico de la mosca tsetsé, mediante la introducción de predatores. Conviene recordar que es indispensable adaptar los métodos de control a las condiciones locales. Por lo general, es necesario combinar varias técnicas.

Cuando proceden al control, los países interesados, en su mayoría, no pueden ejercitar con decisión y a la escala requerida el grado de supervigilancia necesario para la observación y el tratamiento de la infección y para la determinación del desarrollo de resistencia a las drogas. Estos problemas del desarrollo no se pueden resolver con facilidad, porque son inherentes a la estructura socioeconómica de la comunidad rural.

Las campañas de control sólo pueden dar buenos resultados si los gobiernos locales las llevan a cabo sin que una interrupción, por breve que sea, permita que la mosca tsetsé vuelva a invadir las áreas ya liberadas de plagas, anulando así esfuerzos anteriores.

Como resultado de las operaciones de control de la mosca tsetsé, pueden presentarse tres estados ecológicos principales:

· Sin un método integrado para la solución del problema, y especialmente para el uso de la tierra liberada de la infestación de Glossina, la enfermedad puede volver a propagarse fácilmente.

· La erradicación de la mosca tsetsé puede crear una situación inestable, en la cual se debilitan las trabas ecológicas y fisiológicas autóctonas que controlaban la enfermedad en el Africa pretecnológica.

· Se crea una situación estable cuando un aumento de la densidad humana y del uso llevan a la limpia de los terrenos boscosos y a la eliminación de la mayor parte de la vida silvestre de la que normalmente se alimenta la mosca tsetsé. En tales condiciones, la tripanosomiasis deja de ser un problema, porque no hay ya el hábitat, los vectores, ni siquiera los hospedantes suplentes suficientes.

ASPERSIÓN AÉREA EN AFRICA OCCIDENTAL - es mucho más difícil de lo que parece

El objetivo principal de la bonificación de las tierras afectadas por la infestación de la mosca tsetsé y del control de las infestaciones es aumentar la producción de carne, leche y otros alimentos, para el abastecimiento de la comunidad local; pero si, al mismo tiempo, el logro de este objetivo implica daños para los recursos de la vida silvestre, pastoreo excesivo y degradación general de la tierra, conviene hacer una evaluación comparada de estos aspectos negativos.

La destrucción de los recursos de la vida silvestre en favor del desarrollo ganadero vacuno sólo se puede justificar por sanas razones ecológicas, sociales y económicas. Debe mantenerse la vida silvestre, si se puede demostrar por tales razones que conviene continuar o aumentar su utilización mediante una mejor ordenación.

Conviene que las operaciones de control de la mosca tsetsé formen parte integral de un programa de desarrollo de tierras, para evitar una explotación insuficiente o excesiva de los terrenos liberados de la mosca tsetsé y para reducir al mínimo los inconvenientes ecológicos resultantes.

Hay que conciliar el desarrollo agropecuario de los terrenos infestados de mosca tsetsé con las necesidades de la conservación, para lograr en estos terrenos la productividad óptima a largo plazo. Con esto en mente, conviene considerar todos los recursos naturales presentes, dentro del marco de la planificación multidisciplinaria del uso de la tierra.

Pero, en las condiciones actuales, una sana utilización de la tierra no es fácil de lograr en situaciones de control de la mosca tsetsé en áreas de desarrollo. Si no se planifican y controlan bien el crecimiento de la masa ganadera y el uso de la tierra, continuará el peligro de pastoreo excesivo, con el consiguiente riesgo de rápida invasión de especies arbustivas, haciendo que se propague de nuevo la mosca tsetsé. Por tal motivo, los planes de erradicación de la mosca tsetsé que no vayan acompañados de programas de uso de la tierra y de desarrollo, debidamente proyectados y ejecutados, sólo acrecentarán el impacto de las actividades humanas sobre un ambiente cada vez menos capaz de soportarlas. En tales casos, lo único que se logra es acelerar el proceso de degradación del terreno.

Por último, hay que darse cuenta de que la eliminación en gran escala de la mosca tsetsé, sin la consolidación de las áreas despejadas mediante la agricultura, crea una situación en la que cualquier reducción de los gastos agrícolas, o relación del esfuerzo, acarrea brotes catastróficos de tripanosomiasis.

Los especialistas encargados del control de la mosca tsetsé y de la tripanosomiasis alegarán, sin duda, que la erradicación total, tanto de la mosca como de la enfermedad, debe ser su último objetivo. Con todo, se pueden aducir varias razones para demostrar la utilidad de este criterio. En primer lugar, es más caro. Y, en segundo lugar, ¿vale la pena hacer este esfuerzo desde el punto de vista del uso de la tierra?

En muchos casos, parecería conveniente destinar a la conservación de la vida silvestre todas las grandes extensiones de tierras marginales y algunas pequeñas.

Deberían dejarse intactos los terrenos marginales con suelos de mala calidad, que nada pueden ganar modificándolos, ya que se podrían usar óptimamente mediante la ordenación y utilización de la vida silvestre (Lambrecht, 1966). La vida silvestre tiene muchas ventajas sobre el ganado doméstico en relación con los objetivos de la ganadería: se adapta más al ambiente, es tolerante a la tripanosomiasis y no exige el mejoramiento de los pastos, la colocación de cercas, reparos y otros cuidados que requiere el ganado doméstico. Con una buena ordenación, los ungulados salvajes herbívoros podrían producir proteínas y subproductos en terrenos áridos donde no es posible la cría de vacunos.

Ya se ha obtenido mucha información sobre métodos de aplicación de sustancias químicas, los insecticidas a aplicar, la ecología y la dinámica de las poblaciones de moscas tsetsé, pero queda aún por hacer mucha más investigación, antes de que puedan considerarse satisfactorias las operaciones de control en gran escala de la mosca tsetsé, desde el punto de vista de la ordenación ambiental.

Conviene continuar e intensificar las investigaciones, sobre todo acerca del control genético de la mosca tsetsé y la inmunología de la tripanosomiasis, porque estos métodos no tienen efectos ambientales secundarios. Conviene continuar estudiando los diversos métodos de control biológico y la posible elaboración de insecticidas hormonales. Sería muy valioso el descubrimiento de un atrayente poderoso de la mosca tsetsé. También es necesario elaborar nuevas drogas, tanto para la prevención como para el tratamiento de la enfermedad en los animales expuestos al ataque de la mosca tsetsé.

Es muy importante descubrir insecticidas biodegradables, baratos, que tengan un alto grado de toxicidad para la mosca tsetsé y produzcan un efecto mínimo sobre las especies no perseguidas. También conviene continuar mejorando los métodos de control de la mosca tsetsé mediante la selección de los plaguicidas, fórmulas y aplicaciones más idóneas para reducir en la medida de lo posible, el impacto ambiental.

Conviene investigar cuidadosamente los diversos aspectos de la biología, ecología y dinámica de las poblaciones de mosca tsetsé, así como la ecología y el estado de las diversas especies de la vida silvestre, no perseguidas, que corren peligro con las aplicaciones de insecticidas. También hay necesidad urgente de investigar los efectos secundarios de las operaciones de control de la mosca tsetsé sobre los insectos, peces y ciertos otros vertebrados no perseguidos, particularmente en relación con las aplicaciones de plaguicidas en las áreas más húmedas.

La degradación ambiental ha ido avanzando a paso acelerado, y no parece haber ninguna atenuación en el futuro previsible. En realidad, parece que las condiciones empeoran aún más bajo el impacto de la presión de una población humana en constante crecimiento (de Vos, 1975).

No hay duda de que la tripanosomiasis ha sido uno de los principales factores en la conservación de los recursos forestales y de la vida silvestre de Africa, y de que las áreas ahora infestadas por Glossina constituyen un banco de tierras cuyo potencial e importancia son inestimables. Ciertamente no se puede alegar que conviene permitir que continúe la infestación de tripanosomiasis para proteger recursos forestales y de vida silvestre importantes, pero puede proponerse, en cambio, que, después de la erradicación, se hagan todos los esfuerzos posibles por mantener estos recursos en buenas condiciones. Además, en operaciones en gran escala, antes de la aspersión, conviene hacer evaluaciones del valor económico de los diversos hábitat que haya en las áreas por tratar y, en ciertas circunstancias, por limpiar, para averiguar si el daño a los peces y a la vida silvestre puede dar origen en ciertas áreas a un grave deterioro de atracciones locales, como la presencia de peces, la apicultura o la pérdida de especies de las reservas naturales. Conviene prestar especial atención a la aplicación de insecticidas en zonas vulnerables, como las márgenes forestales riparias de los ríos, que protegen la supervivencia de muchas especies terrestres de las sabanas, y también de especies de peces, gracias a la disponibilidad de agua durante la temporada seca. Esto implica que conviene hacer esfuerzos por aplicar plaguicidas con la mayor discriminación posible, haciendo uso óptimo de las técnicas disponibles y de ciertas combinaciones en su aplicación. Por ejemplo, las aplicaciones de dieldrina y endosulfán con helicópteros podrían limitarse a aquellos hábitat cuyo valor ecológico es relativamente bajo, pero en los de gran valor podrían aplicarse técnicas de aspersión terrestre, empleando el plaguicida más apropiado disponible (Koeman y Takken, 1976).

Resumiendo, a pesar de que en el Africa tropical será necesario controlar la tripanosomiasis para poder aumentar las disponibilidades de recursos alimenticios humanos y eliminar la enfermedad del sueño, no conviene hacer esto despreciando o descuidando al mismo tiempo la ecología del ambiente. Por tanto, conviene tomar las debidas precauciones para lograr una protección más satisfactoria del ambiente natural. En todo caso, conviene realizar las operaciones de control de la mosca tsetsé como parte de un método integrado de desarrollo y de uso de la tierra.

Referencias

KOEMAN, J.H. & TAKKEN, W. 1976 Report on present knowledge of the impact of tsetse control operations. FAO AGA: TRYP/76/Misc.

ROTH, H.H. 1973 Game conservation and try-panosomiasis. The British Veterinary Journal, 129: 407-413.

LAMBRECHT, F.L. 1966 Some principles of tsetse control and land-use with emphasis on wildlife husbandry. E.A. Wildlife Journal, 4(89-98).

CRAWFORD, S.M. & CRAWFORD, M.A. 1970 An examination of systems of management of wild and domestic animals based on the African ecosystems. En: Animal agriculture, the biology of domestic animals and their use by man, págs. 218-233. H.H. Cole & M. Ronning, eds. Freeman, San Francisco.


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