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La madera tropical: punto de vista del importador

John R. Osgood

JOHN R. OSGOOD es el propietario de la firma Lamber and Veneers, Los Angeles California.

Si bien los problemas económicos seguirán planteándose en todo momento, a medida que disminuya la desigualdad entre países desarrollados y en desarrollo se puede prever una mayor estabilidad en el mercado mundial de la madera

Mi familia importa maderas tropicales desde hace 50 años, desde que mi padre comenzó a comprar caoba de las Filipinas. Así iniciamos un pequeño comercio especializado. Al principio era casi romántico vender productos exóticos de Asia. Los cambios de las relaciones de los importadores con los exportadores de madera tropical que han tenido lugar posteriormente se deben a la terminación del colonialismo. Además, en los últimos 20 ó 30 años se han complicado mucho las relaciones entre los hombres de negocios y los organismos reguladores del gobierno en la mayoría de los países industrializados. El comercio interior y exterior ha cambiado mucho en este periodo para todas las personas interesadas. Se afirma que el mundo se ha encogido. Es posible, pero esto no ha producido una mayor comprensión. Los productores y los importadores, como es lógico, están relacionados entre sí y se necesitan mutuamente; por tal motivo tienen que estudiar las consecuencias prácticas de estos cambios. Teniendo esto presente doy a conocer algunos de mis problemas y puntos de vista. En parte se trata de riesgos comerciales corrientes y en parte de diferencias fundamentales entre el mundo y la mentalidad de los productores y los importadores. En uno y otro caso es necesario que los comprendan las personas que se encuentran en uno y otro extremo del comercio internacional.

Los problemas del importador suelen ser de dos clases: mecánicos y económicos. De acuerdo con nuestra experiencia, ¿cuáles son los problemas mecánicos más frecuentes? El transporte acuático siempre es necesario y, a menudo, debe efectuarse desde puertos pequeños y apartados. Tratar de que los barcos hagan escala en dichos puertos suele ser muy desalentador, debido a las demoras y cancelaciones. En un negocio en el cual se necesita mucha coordinación, las demoras y cancelaciones pueden anular contratos y márgenes de utilidad. A veces el tonelaje exigido por el armador es superior a la capacidad de producción de las fábricas. Por eso, una de las primeras cosas que hay que tratar de hacer al estimar una posible fuente de abastecimiento es determinar si en la práctica se podrán obtener medios de transporte. Muchos proyectos mueren en esta etapa.

CARGA DE TROZAS EN LAS ISLAS ANDAMAN - se vislumbran dificultades

Los países en desarrollo carecen de capital de operación y por tal motivo con frecuencia el proveedor exige una carta de crédito. Esto significa que el importador tiene que pagar antes de ver la mercadería y por lo general comercializarla al fiado. Al corredor no le queda más que esperar que el cliente acepte la mercadería a su llegada, que los informes sobre su solvencia sean exactos y por último que pueda y quiera pagar.

Otro problema posible es el del seguro marítimo. Muchos países en desarrollo se encuentran en regiones donde con frecuencia hay tifones, tornados, ciclones y monzones. Los aserraderos y las fábricas así como los espigones de atraque se incendian con mucha facilidad, y por eso es necesario tomar un seguro suficiente para cubrir este riesgo. Cuando sólo se logra un seguro insuficiente para cubrir todos los riesgos suelen surgir dificultades. Además los trámites y reglamentos suelen complicar la labor del importador. En teoría estas complicaciones afectan más al aserradero o fábrica que al importador, pero cuando el inversionista ha dado un anticipo en efectivo o ha hecho algún tipo de inversión puede encontrarse inesperadamente con que todavía hay más papeleo.

La corrupción es otro problema generalizado y por eso hay que andarse con cuidado. No es raro que un importador descubra que su pedido, su inversión, lo ponen en cierto modo en situación de tener que pagar un rescate para llevar a feliz término una operación comercial corriente.

La aduana y la legislación correspondiente crean constantes dificultades y riesgos al importador. Por ejemplo, en los Estados Unidos las leyes aduaneras son muy diferentes a todas las demás. No están sujetas al estatuto de limitaciones y parece que el gobierno se basa en el principio de que el importador es culpable mientras no pruebe su inocencia. Nuestra oficina una vez tuvo que pagar más de 2000 dólares EE.UU. de derechos adicionales por una partida de madera terciada que había importado 18 años antes. Esto significa que un despachador de aduanas de primera es muy importante y conviene seguir sus consejos. Más importante aún es que los importadores estén dispuestos a pagar derechos extra al ser notificados, y no esperen que nunca se les cobrarán ciertos cargos. Esta es otra manera en la que pueden aumentar en forma imprevista los costos del importador. En efecto se sabe de importadores que virtualmente han ido a la bancarrota por el aumento de los derechos adjudicados, pagaderos muchos años después de la entrega.

Es preciso esforzarse de una y otra parte por cambiar actitudes y fomentar intercambios de información.

Tratándose de maderas, la clasificación es un problema importante. Los productores de los países en desarrollo en gran parte no conocen ni los requisitos ni las aplicaciones de la madera en el país importador. Por tal motivo conviene dar a conocer al productor qué es lo que se desea. En este aspecto es notable la falta de comunicación. El personal del importador o una persona de confianza debe hacer la inspección prolijamente. Por ejemplo, no basta que el importador mencione uno u otro reglamento de clasificación estadounidense. Es preciso esforzarse muchísimo de una y otra parte por cambiar las actitudes y fomentar el intercambio de información.

Baste con lo dicho en cuanto a problemas mecánicos evidentes. Con todo, no deseo que quede la impresión de que estas dificultades son suficientes para rechazar la idea misma de importar; en efecto, muchas personas han logrado buenos resultados en el negocio de importación por muchos años.

Pasemos ahora a los problemas económicos. Estos problemas han ido adquiriendo cada vez más importancia en los últimos años. Por mucho tiempo los productores se encontraban virtualmente a merced de las áreas consumidoras y los problemas económicos eran siempre secundarios en comparación con los mecánicos. Ahora en cambio es cada vez más evidente que las reservas de madera de latifoliadas de todo el mundo han ido desapareciendo con rapidez y que la reforestación por desgracia se ha descuidado. Los productores poco a poco se han ido dando cuenta de que tienen un patrimonio cuya productividad no pueden mantener.

Muchas zonas antes viables de suministro de madera, tales como el Africa occidental, se han perdido para el mercado internacional, definitiva o temporalmente, debido a la explotación excesiva o a la inestabilidad política. En consecuencia, en las demás zonas, principalmente en el sudeste de Asia, se ha descubierto que América del Norte, Japón, Europa, Medio Oriente y Australia compiten todos por los mismos árboles restantes. Ello explica la formación de grupos tales como la Asociación de Productores de Madera del Asia Sudoriental. En algunos aspectos se parecen o quisieran parecerse a la OPEP, quizás estableciendo tasas de producción y fijando precios a un recurso que tiene mucha demanda. Los importadores pueden tener que pagar precios más altos que los estipulados en el contrato para mantener su volumen, si se presenta un comprador nuevo que ofrece mejores precios. En otras palabras, la inviolabilidad de los contratos corre peligro o ya no existe. El importador puede comenzar a buscar fuentes alternativas de abastecimiento y especies sustitutivas.

Además de tener que renegociar los precios contractuales, a los importadores se les plantea el problema de basar sus costos en tasas de cambio variables. Es un riesgo corriente, pero deberían tomarlo en cuenta los productores, porque suele resultar caro para el importador obligado con determinado cliente. Los fletes marítimos también han subido enormemente en los últimos años y cada aumento del precio del petróleo generalmente se traduce en un aumento desproporcionado de los fletes. Es probable que estos problemas sigan planteándose por mucho tiempo.

A veces es necesario renegociar pedidos pendientes hasta tres veces y es difícil vender algo de antemano, cuando no se sabe el precio que habrá de cobrarse. En consecuencia, en su mayoría los exportadores sólo se sienten seguros vendiendo el material después de embarcado. Esto naturalmente distorsiona el verdadero cuadro de la oferta y la demanda, haciendo mucho más difícil para nuestros clientes la planificación anticipada. Siempre se presenta el peligro de que la oferta supere inesperadamente a la demanda. La naturaleza humana parece exigir que en períodos de escasez se compre tres o cuatro veces más de lo necesario con la esperanza de obtener lo suficiente. Como se requiere un porcentaje muy pequeño en uno u otro sentido para crear un déficit o un superávit, los riesgos comerciales aumentan ano más.

La reforestación, si se inicia pronto, puede tanto aumentar como estabilizar la oferta de madera.

Esta es una larga letanía de las dificultades que acarrea la importación de maderas, pero es justo afirmar que también hay aspectos positivos. Algunos problemas, sobre todo los mecánicos, al parecer son relativamente fáciles de resolver mediante diversos tipos de acuerdos bilaterales y regionales. Algunos problemas económicos seguirán planteándose siempre, pero a medida que disminuye la desigualdad económica entre países en desarrollo y desarrollados se puede prever una mayor estabilidad en el mercado internacional. Por último, la reforestación, si se inicia pronto, puede tanto aumentar como estabilizar la oferta internacional de madera.


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