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Ambiente


Aumenta el peligro de la lluvia ácida
El edén de la conservación busca fondos

Aumenta el peligro de la lluvia ácida

El peligro de la lluvia ácida es insidioso, no conoce fronteras y todavía es desconocido en gran parte. En un seminario de acción conjunta patrocinado por el Canadá y los Estados Unidos sobre precipitación ácida, celebrado en Toronto el 1 de noviembre de 1979, se puso de relieve la necesidad de crear un buen sistema internacional de vigilancia.

Intervino en este seminario de alto nivel, muy concurrido, Yusuf J. Ahmad, Subdirector Ejecutivo Adjunto del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. La lluvia ácida, dijo Ahmad, se está convirtiendo en un factor de contaminación crítico. Su efecto principal es el de contaminar el ciclo hidrológico con sustancias que ano no se han evaluado plenamente.

Según un estudio de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, estas sustancias son compuestos del azufre que, transportadas a cientos de kilómetros, influyen en la calidad del aire de otras regiones y países. A Suecia, por ejemplo, anualmente van a parar más de 750000 toneladas de dióxido de azufre, generado en su mayor parte fuera del país. Muchos lagos suecos, que antes tenían peces en abundancia, están padeciendo de una muerte lenta.

La Sociedad Sueca de Conservación de la Naturaleza publicó en inglés y en alemán un folleto para informar sobre la lluvia ácida. (Para mayores detalles, sírvase dirigirse a: Mats Segnestam, Director Ejecutivo, Sociedad Sueca para la Conservación de la Naturaleza, Kungholms Strand 125, S-112 34 Estocolmo.)

En el seminario de Toronto, Ahmad señaló que el control global de la contaminación atmosférica debe ejercerse a dos niveles: midiendo los efectos directos de altas concentraciones sobre la salud humana y el ambiente en las ciudades y zonas industriales, y observando los agentes contaminantes de fondo en las áreas rurales, cuyos bajos niveles de concentración pueden aumentar con el tiempo.

El edén de la conservación busca fondos

La isla de Aldabra en las Seychelles alberga más de 200000 tortugas gigantes y varias especies animales raras. En el valle del Mal en la isla de Praslin se da el coco más grande del mundo, el fruto de la palma de mar, que no se encuentra en ninguna otra parte. Este valle se conoce localmente con el nombre de Jardín del Edén.

Aldabra y el valle del Mal son sólo dos de los muchos parques nacionales y reservas forestales de las Seychelles, que se componen de 91 islas. Más de la mitad de los 280 km2 que abarca el país constituyen ya una zona reservada. Esta es una de las principales razones por las cuales anualmente visitan las islas 55000 personas.

Diversos programas especiales de conservación han entrado en vigor: se ha prohibido temporalmente matar tortugas verdes, recoger conchas en algunos lugares, pescar con fusil lanzaharpones. El uso de redes en ciertas regiones está vedado; en otras, que las autorizan, hay que espaciarlas adecuadamente.

Pero se necesitan fondos para administrar las reservas naturales, capacitar al personal local e iniciar nuevos programas. La Fundación de las Islas Seychelles, de creación reciente, ha lanzado una campaña internacional para reunir 82 millones de dólares EE.UU. para financiar sus esfuerzos.


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