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Cuatro elementos críticos

Joaquín Gonzalo Fernández Tomás

J.G. FERNANDEZ TOMAS es Subdirector de Extensión Universitaria de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes, Universidad Politécnica, Ciudad Universitaria, Madrid, España.

PROYECTOS FORESTALES PARA EL DESARROLLO RURAL

En la planificación de proyectos forestales hay cuatro elementos definición de objetivos, integración vertical, financiamiento y enfoque institucional - que suelen ser considerados detalles de importancia secundaria en la planificación general y la estrategia organizativa, y no reciben la debida atención. Por el contrario, una vez comenzado un proyecto, estos elementos se revelan críticos para su éxito o su fracaso. Por tanto, los organismos de la administración pública deben asumir la plena responsabilidad de la identificación, evaluación y solución de estos elementos críticos.

1 Definición de objetivos

El objetivo de algunos proyectos forestales es crear recursos para utilizarlos en el futuro. Por regla general, ese futuro está muy lejano en comparación con los horizontes normales de planificación de las comunidades rurales. A corto plazo, lo único que pueden aportar tales proyectos al bienestar de la comunidad es la capacidad de absorber alguna mano de obra. Pero, por el contrario, a menudo las tierras asignadas a la silvicultura podrían tener otros usos potenciales de provecho inmediato.

A largo plazo, sin embargo, los proyectos forestales pueden contribuir con mucho al bienestar social y económico de la comunidad, ya que las posibilidades de empleo son mucho mayores en las operaciones de explotación forestal que en las de plantación o cuidado de los árboles. A esto se añade el valor de las ganancias derivadas de la venta de los productos forestales.

Es muy importante concebir de manera dinámica los proyectos forestales para el desarrollo rural. Lo más conveniente es considerar la silvicultura como una actividad secundaria y complementaria de otras actividades productivas a corto y mediano plazo, como la agricultura y el pastoreo. De esta forma, las actividades forestales adquirirán gradualmente mayor importancia en relación con las demás tareas de la producción agraria. Es importante que la comunidad rural beneficiaria del proyecto comprenda la naturaleza progresiva de la contribución de las actividades forestales, para que no abrigue falsas esperanzas a corto plazo.

Las dimensiones relativas de los componentes de silvicultura, agricultura y ganadería de un proyecto integrado pueden presentar también problemas críticos en los planes de asentamiento rural, porque los pobladores han de realizar el esfuerzo adicional de adaptarse a un medio laboral y social nuevo y a veces desconocido. En este caso es aconsejable considerar a corto plazo el componente de silvicultura, de manera que se limite a absorber la mano de obra temporalmente ociosa debido a la menor actividad en la agricultura y/o el pastoreo. La mano de obra podría dedicarse exclusivamente a plantar y cuidar los rodales de árboles. Aplicando este criterio, que sin duda requiere una planificación muy cuidadosa, se puede pronosticar que la absorción de mano de obra será mayor cuando comiencen, varios años después, las operaciones de explotación de los bosques. Estas operaciones pueden considerarse como una fase más del programa de asentamiento rural.

2 Integración vertical

El grado de integración vertical en la planificación de los proyectos forestales para el desarrollo rural puede resultar crítico. Un proyecto «verticalmente integrado» debería abarcar todas las fases de una operación: inversiones, cuidado, corta, laboreo, comercialización, etc. En cambio, a menudo los proyectos terminan con la venta de madera en rollo al borde del camino o en el patio de la industria más cercana, la cual adquiere automáticamente un carácter casi monopsónico (mercado de un solo comprador) respecto de la comunidad productora, porque la madera en rollo recorre una distancia de comercialización muy breve. Esta última circunstancia suele ser determinada por la insuficiencia de las infraestructuras de transporte por carretera. La madera aserrada tiene mucho más valor por poso o volumen unitario, y si bien demanda mayores gastos de transporte, se puede comercializar en un ámbito geográfico más extenso, lo que disminuye el riesgo de monopsonía.

De la integración vertical derivan, pues, dos ventajas: en primer lugar, el valor agregado es mayor, porque el margen de ganancia de la madera aserrada es mucho más elevado que el de la producción de madera en pie o de corta, en segundo lugar, se elimina el riesgo de monopsonía.

Cabe señalar que cuando se recomienda un grado mínimo de integración vertical - sobre todo en lo referido al aserrado, que es la actividad más tradicional y la que necesita menos inversión de capital - no se piensa en grandes instalaciones industriales sino en pequeños talleres modulares cuya capacidad instalada pueda ampliarse gradualmente, a medida que aumente el volumen de corta de madera. La experiencia ha demostrado que en la mayoría de los casos las hipotéticas economías de escala de las grandes instalaciones traen consigo problemas de administración, organización e infraestructura que, en conjunto, arrojan un saldo negativo.

3 Financiamiento

El financiamiento puede ser un elemento crítico en los proyectos forestales o en los componentes de silvicultura de los proyectos de desarrollo rural, especialmente cuando los préstamos han sido solicitados por los gobiernos a las instituciones financieras internacionales. Estos problemas suelen surgir por la falta de experiencia de esas instituciones financieras en materia de proyectos forestales, y por el hecho de que entre el personal de dichas instituciones, especialmente en los departamentos de evaluación, rara vez hay expertos en silvicultura.

Un objetivo de los proyectos forestales para el desarrollo rural puede ser el logro de cortas de rendimiento constante, para reducir al mínimo las fluctuaciones de la ocupación tanto de mano de obra como de la capacidad industrial instalada para transformar la madera. Para ello, las inversiones para crear existencias de árboles maderables deben prolongarse hasta tres o cuatro decenios, período equivalente a la rotación de las especies forestales utilizadas. La tendencia normal de las instituciones financieras - y también de los gobiernos - es restringir toda inversión a un período de cuatro a seis años, lo cual quizás resulte apropiado para los proyectos agrícolas y ganaderos, pero no para los proyectos forestales.

Si se tratara de adaptar los proyectos forestales a las inversiones a corto plazo, las consecuencias podrían ser catastróficas debido al extraordinario efecto desestabilizador. La producción se concentraría en un lapso demasiado reducido, y requeriría gran cantidad de mano de obra y de capacidad industrial instalada. Seguiría luego un período de desempleo y de capacidad instalada ociosa en la industria forestal aún mayor que el actual. La administración de los proyectos a largo plazo es mucho más costosa, en dinero y esfuerzos, que la de los proyectos que duran sólo cuatro o cinco años, pero estos últimos tienen un muy elevado riesgo de fracaso.

Existe una solución intermedia: prolongar el período de inversiones al menos hasta que el proyecto comience a autofinanciarse, período que se puede abreviar muchísimo si las especies empleadas (o algunas de ellas) son de crecimiento rápido, y si se realizan cortas intermedias para obtener madera y/o se comercializa la madera de pequeño tamaño que producen las entresacas.

Concentración del crédito

A la vez que se prolonga el plazo de financiación, es necesario concentrarla en zonas suficientemente extensas que permitan una ordenación técnica unificada. Las operaciones de crédito «de ventanilla», a través de las cuales las instituciones nacionales o internacionales otorgan pequeños préstamos a los propietarios rurales para actividades forestales, a la larga dan por resultado plantaciones en forma de mosaico mal desarrolladas, técnicamente imposibles de administrar, y que presentan grandes dificultades incluso desde el punto de vista de la administración de los préstamos.

4 Enfoque institucional

Los dos principales elementos institucionales de los proyectos forestales para el desarrollo rural son el régimen de tenencia de la tierra, y el tipo de asociación campesina mediante la cual se organiza el proyecto. Ambos guardan una estrecha relación entre sí, pues por lo general todos los proyectos de esta índole recurren a algún tipo de asociación.

Una primera consideración es que la ordenación de los recursos forestales puede crear dificultades si la propiedad de la zona interesada se distribuye entre varios particulares. En este caso habría que llegar a un acuerdo para cumplir los requisitos de un plan de ordenación técnica que necesariamente supone la supresión formal de ciertos derechos de los propietarios en favor de la empresa comunitaria. Siempre que sea posible, es más conveniente planificar los proyectos en torno a un plan de propiedad común, aun cuando esto no concuerde con el contexto cultural de algunos países. La propiedad comunal no individual debe distinguirse netamente de cualquier otro tipo de cooperación entre los propietarios particulares.

Otra consideración muy importante es la renta del suelo. El prolongado período que transcurre antes de obtener ganancias que a veces dura muchos años desde las inversiones iniciales hasta la corta y venta - constituye un problema real, además, cuando finalmente llegan, suelen terminar por concentrarse. Aunque un programa de inversiones concebido en varias etapas, como se indicó antes, puede mitigar el problema de la concentración de ganancias, no reducirá el tiempo de espera hasta obtener las primeras ganancias. Todas estas dificultades desalientan las inversiones, peor aún, tierras apropiadas exclusivamente para la silvicultura se emplean a veces para la agricultura y el pastoreo, lo que con el tiempo puede llevar a su destrucción.

Los gobiernos interesados deberían tratar de resolver este problema, por ejemplo incluyendo la renta anual de la tierra en los costos del proyecto, y distribuyéndola entre los propietarios. Es obvio que la determinación de estos ingresos será incierta, porque se desconoce el valor futuro de los productos. Aun así, cabe suponer que el riesgo que corre la administración pública --y por su intermedio, la sociedad - se compensaría con los beneficios derivados de los proyectos forestales, que se revierten en la sociedad y no vuelven al terrateniente. Y en todo caso, los riesgos podrían reducirse al mínimo suscribiendo una póliza de seguro sobre la futura producción del proyecto.


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