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A veces la palabra justa es "malezas" - Un examen crítico de las especies poco conocidas

James S. Bethel

James Bethel, antiguo decano del Colegio de Recursos Forestales, Universidad de Wáshington Seattle, EE.UU., es un conocido consultor internacional.

Aunque recientemente se ha centrado mucho la atención en el problema de encontrar mercados para productos obtenidos de especies «poco conocidas» o «secundarias» de los trópicos, la verdad es, según indica James S. Bethel en este artículo, que muchas de esas especies deben considerarse como «malezas». A diferencia de la agricultura, la silvicultura ha pasado lentamente de la «explotación» a la «ordenación» de los bosques, es decir, a eliminar de - los terrenos forestales los árboles o malezas sin aplicaciones y a plantar en su lugar especies útiles y comercializables. Según Bethel, sólo ocasionalmente las investigaciones e inversiones dedicadas a especies poco conocidas dan en la práctica resultados concretos. Por lo tanto, sería mejor dedicar el tiempo, el dinero y la atención a convertir los actuales rodales mixtos de los bosques tropicales en bosques ordenados.

PLANTACION DE TECA EN HONDURAS fomento de una sola especie entre muchas

· Las publicaciones sobre silvicultura de los países en desarrollo están llenas de referencias al problema de las especies «poco conocidas» o «secundarias». Sin embargo, este no es realmente un problema exclusivo de dichos países. Se plantea y se ha planteado en todo el mundo, siempre que se emplea la «explotación» como método de aprovechamiento de los bosques. Generalmente no va asociada a una ordenación intensiva de los bosques. La explotación entraña la búsqueda de especies y ejemplares comercializables entre los árboles que se dan en bosques naturales o secundarios. En cambio, en la ordenación forestal se cultivan árboles que se sabe que son comercializables.

Explotación frente a ordenación de los bosques

La utilización de los bosques como fuente de materiales industriales renovables, incluido el combustible, ha seguido generalmente en su desarrollo un pasaje directo de la explotación, a la ordenación. En general, la primera actividad es la explotación de un bosque natural o secundario para obtener elementos utilizables de la biomasa forestal; a ello sigue la conversión de esos componentes en productos para los que hay demanda, y su venta en el mercado. En el aprovechamiento de un bosque determinado, este proceso puede repetirse a intervalos varios, bien para explotar componentes de la biomasa forestal no comercializables en el momento de la primera explotación, o para cortar nuevos árboles crecidos al regenerarse naturalmente la masa forestal después de la primera explotación.

Esta es básicamente una extensión de la práctica seguida por los habitantes de los bosques, que buscan entre los árboles de la masa natural los que son apropiados para combustible, utillaje o cobijo. Tiene su equivalente en la agricultura, cuando los habitantes de los bosques buscan en ellos y en los campos elementos comestibles de la biota en forma de frutos frescos o secos, setas, miel y caza de todo tipo. Algunos bosques naturales son ricos en elementos utilizados por el hombre como alimentos, madera de construcción o leña, para calentar los hogares y guisar las comidas. Otros bosques naturales producen pocas de las especies preferidas. La abundancia de elementos preferidos de la biota no depende necesariamente de la productividad del bosque, sino más bien de la coincidencia entre una biota natural y las preferencias humanas en materia de alimentos y fibras.

Un bosque con poca producción de esos elementos preferidos puede ofrecer condiciones de vida difíciles. Los habitantes de los bosques tendrán quizás que desplazarse a grandes distancias para encontrar los animales y plantas preferidos y, después de encontrarlos, recorrer de nuevo grandes distancias para transportarlos a los hogares para su consumo. Una respuesta de los habitantes de los bosques a este problema es usar para alimentos, combustibles y fibras, elementos del bosque menos deseables, pero todavía útiles. Esa respuesta representa una transacción entre el trabajo necesario para obtener los materiales preferidos y una disposición a aceptar materiales menos deseables. Pero, incluso cuando se usan elementos menos deseables de la biota, hay en general gran cantidad de plantas y animales que no contribuyen al suministro de alimentos, combustibles y fibras y que ocupan en el bosque espacio que podría destinarse a elementos preferidos. Ello no significa que esas plantas no sean útiles sino simplemente que no se usan.

En el sector agrícola, el desarrollo ha supuesto a menudo destinar específicamente la tierra a la producción de cultivos alimentarios. En efecto, las plantas inútiles o menos deseables como alimentos, es decir, las malezas, se sustituyen en esas tierras por el cultivo de las plantas que ocupan un lugar elevado en la escala de preferencias alimentarias de la sociedad. Naturalmente, los alimentos pueden representar una producción primaria o secundaria; en general, el agricultor que cultiva alimentos lo hace no sólo para satisfacer sus propias necesidades sino también para el mercado. De ahí que sus actividades deban ser económicamente viables.

ENVENENAMIENTO SELECTIVO DE ARBOLES EN BRASIL para fomentar el crecimiento de especies comerciales

En el caso de algunos bosques explotables, la proporción de biomasa arbórea que tiene demanda para materiales industriales es grande, y las operaciones de corta y elaboración pueden ser eficientes y rentables para competir con otros usos productivos de la tierra. Pero en otros bosques explotables, la proporción de la biomasa forestal con demanda para materiales industriales y combustibles es muy pequeña. En estos casos en los que el valor de la producción de materiales forestales es pequeña en relación con el valor de la producción de otros usos de la tierra, ésta se dedicará probablemente a usos no forestales a medida que la densidad demográfica aumente la competencia entre los varios usos de la tierra productiva.

Los bosques naturales de las zonas tropicales húmedas figuran entre los que tradicionalmente han tenido una producción escasa de materiales industriales con demanda en el mercado. Ello ha contribuido mucho a la deforestación en los trópicos, problema que se ha agudizado en los últimos cinco años. Sin embargo, es evidente que las oportunidades para la producción de materiales industriales renovables no se limitan a lo que puede obtenerse de los bosques naturales.

Cuando la explotación de los bosques naturales no permite obtener suficientes productos para satisfacer las demandas de la sociedad, puede ser posible y conveniente recurrir a la ordenación forestal para cultivar árboles que proporcionen materias primas, en un sistema de utilización de los bosques que responda a las preferencias sociales. Este es el equivalente forestal del desarrollo agrícola mediante el cultivo. Como en el caso de la agricultura, el resultado puede ser el fomento de los árboles productores de materiales que tienen demanda y la exclusión de los que no producen materiales preferidos en el mercado, es decir, las malezas.

En todos los casos el desarrollo de un nuevo producto partiendo de una especie anteriormente no utilizada o infrautilizada ha dependido de la proximidad del mercado y de la viabilidad económica, tanto como de las propiedades de la madera.

Conviene insistir en que en un sistema de utilización de los bosques, las funciones de uno de mera explotación o corta y otro resultado de la ordenación, como base del suministro de materiales industriales, son completamente distintas. En un bosque de corta el problema es encontrar entre los árboles que se dan naturalmente alguno que pueda convertirse en productos comercializables. En el bosque resultado de la ordenación el objeto de ésta es cultivar los árboles necesarios para suministrar a la industria las materias primas que necesita a fin de satisfacer las demandas de bienes renovables de la sociedad. Una es una operación de búsqueda, mientras que la otra es una operación de cultivo de árboles.

La silvicultura de explotación o corta es una actividad que ha durado mucho más que la agricultura de explotación. Las sociedades que hace mucho desarrollaron su agricultura hasta el punto de producir las especies vegetales preferidas para satisfacer sus necesidades de alimentos, han continuado dependiendo de la silvicultura de corta para satisfacer sus necesidades de madera. Cuando la proporción de árboles preferidos en el bosque natural o secundario representa una pequeña parte de la biomasa, hay siempre la tentación de aumentar la producción de madera intentando comercializar especies menos deseables. La justificación es a menudo que, si conocemos bastante las especies, podemos convertirlas en productos útiles eliminando así el problema. En consecuencia, se ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo a la investigación a fin de encontrar usos para las especies no utilizadas. Por desgracia, esos esfuerzos no siempre han tenido mucho éxito.

Especies secundarias: Problemas

En los Estados Unidos en los decenios que siguieron a la segunda guerra mundial se realizaron grandes esfuerzos para encontrar aplicaciones a lo que se denominó «frondosas de baja calidad». Casi todas las estaciones forestales experimentales tenían un proyecto destinado a buscar usos para esas especies. Algunos de esos esfuerzos se combinaron en grandes empresas cooperativas entre el Gobierno federal, los Estados y las universidades, en un «grupo de acción sobre el falso nogal» o un «grupo de acción sobre el haya». Si bien esas actividades de investigación lograron, en efecto, desarrollar productos de posible fabricación - en particular material para tarimas - no se obtuvieron de la mayoría de esas especies menos utilizadas, con las cantidades disponibles, artículos muy comercializables.

Es importante reconocer que el mero hecho de que algunas especies de árboles puedan transformarse en un producto comercializable en una cierta cantidad no entraña la posibilidad de vender cantidades indefinidas. Por ejemplo, algunas personas usan el diente de león para hacer ensaladas, otras como verdura y otras para la producción de un vino delicado. Pero la cantidad de esta planta que puede venderse para esos usos, aunque sean apreciados, es tan pequeña comparada con el número total de plantas en las zonas de producción natural que para todos los efectos prácticos debe considerarse y se considera como una maleza, y por lo tanto se elimina de los campos. La misma situación se da en el caso de algunas especies arbóreas.

El mayor problema a este respecto es que con demasiada frecuencia se confunde la utilidad de una especie y su comerciabilidad. Hay muy pocos árboles que literalmente no son útiles. Todos los árboles arden si están bastante secos y la mayoría de ellos puede transformarse en varios tipos de productos útiles. El problema es convertirlos en productos útiles que sean aceptables en el mercado y que puedan venderse con beneficio a precios competitivos con productos alternativos en el mismo mercado.

Como se ha indicado anteriormente, no todos los bosques naturales son igualmente vulnerables al problema de las especies poco conocidas o secundarias. Algunos bosques naturales tienen básicamente una sola especie de una edad homogénea. Si la especie que forma ese bosque tiene gran demanda para su conversión en productos forestales, probablemente no habrá un problema importante de especies secundarias. Los bosques de abeto Douglas en el oeste de América del Norte son un ejemplo. En el otro extremo del espectro de la utilización están los bosques de frondosas con varias especies de distintas edades, comunes en todas las zonas forestales del mundo, y especialmente en los trópicos. En este caso, la proporción de árboles útiles en un momento determinado puede ser realmente muy pequeña. En esos bosques suele haber algunas especies excelentes pero hay muchos árboles de especies que no tienen demanda y que simplemente no pueden venderse a un precio que compense el costo de la extracción.

En los bosques de las zonas tropicales húmedas el problema de las especies poco conocidas se plantea más que en otros bosques del mundo. Ello se debe a la existencia de especies no comercializables. En su análisis de los bosques como fuente de materiales renovables, preparado para la Comisión Nacional de los Estados Unidos sobre Política de Materiales, Cliff (1973) señaló:

Es característico de los bosques higrófilos tropicales el ser una mezcla de una gran diversidad de especies. Se han llegado a señalar hasta varios centenares por hectárea. La mayoría de esas especies no es comercial. Sus propiedades madereras varían considerablemente y no están bien definidas en términos que puedan usarse en el desarrollo de mercados para ellas.

Examinando los ecosistemas forestales tropicales, Catinot (1972) observó, dirigiéndose al Congreso Forestal Mundial:

A medida que se avanza en el conocimiento de los ecosistemas tropicales, se advierte cierta decepción a tal punto es su estudio complejo y modesta su productividad en madera: 400 m3/ha en producción primaria y de 5 a 50 m3/ha en producción comercial.

Examinando los bosques tropicales húmedos desde un punto de vista ecológico, Golley (1975) señaló:

Los bosques tropicales se caracterizan generalmente por una gran biomasa. Las cantidades de madera son especialmente grandes en esos bosques y se elevan como término medio a unas 300 t/ha, en comparación con unas 150 t/ha en los bosques de la zona templada.

Estas manifestaciones indican los orígenes del problema de las especies poco conocidas en los bosques tropicales húmedos. Mientras todos señalan la gran biomasa típica de los bosques tropicales húmedos, conviene precisar que, desde el punto de vista del suministro de materiales industriales, ello tiene relativamente poca importancia. La cuestión importante es qué proporción de esa biomasa está formada por árboles y parte de árboles de especies preferidas cuya transformación en productos comercializables es rentable. Johnson (1975) pone de relieve este problema:

En la costa occidental de América del Norte los primeros leñadores encontraban normalmente abetos Douglas con rendimientos de más de 2000 m3/ha; sin embargo en Kalimantan oriental obtenemos menos de 60 m3 por cada hectárea media. Incluso la tala y la plena utilización de todos los árboles de 15 y más centímetros de diámetro sólo doblaría esa cifra.

Conviene observar que los bosques de Kalimantan a que se refiere Johnson son de dipterocarpas, una de las familias más productivas de materiales industriales de todas las de los bosques tropicales húmedos. El autor (1982) ha estudiado la utilización potencial de algunos bosques tropicales húmedos del Asia sudoriental y de América Latina y ha encontrado un rendimiento que varia de 4 a 48 m3 por hectárea en las hipótesis más optimistas de utilización. Según los criterios actuales, la mayoría de los árboles de los bosques tropicales húmedos son evidentemente malezas desde el punto de vista de su utilización industrial.

Según los criterios actuales, la mayoría de los árboles de los bosques tropicales húmedos son malezas desde el punto de vista de su utilización industrial.

TROZAS LISTAS PARA EL ASERRADO es más fácil comercializar especies tradicionales

Una razón por la que muchas de las llamadas especies secundarias están infrautilizadas es que la parte de la biomasa del tallo que puede venderse en el mercado es muy pequeña. En comparación con el trabajo que requiere la corta, el transporte y la elaboración, el rendimiento del producto comercializable puede ser muy pequeño. Cuando se tala madera de los bosques de corta el rendimiento final del producto de un árbol no es a menudo más del 10 al 20% y en general no supera el 30%. En los bosques ordenados destinados a la producción de materiales industriales, los árboles se eligen sistemáticamente con un potencial de rendimiento mucho mayor.

El bosque obtenido mediante la ordenación

Si se quiere que los bosques tropicales húmedos aporten una contribución importante a la producción de madera industrial en los países donde ocupan grandes superficies, será necesario fomentar la producción de las especies preferidas y eliminar las malezas. Es instructivo a este respecto examinar algunas de las razones del gran retraso de la silvicultura con respecto a la agricultura en el paso de la explotación a la ordenación. Entre esas razones figuran las siguientes:

· En comparación con la agricultura, la producción de árboles comercializables desde la siembra hasta el tamaño para la corta, requiere a menudo mucho tiempo. Ello, además de la necesidad consiguiente de hacer pronósticos de mercado, desalienta a veces las inversiones en el desarrollo de bosques mediante la ordenación.

· La doctrina de los usos múltiples de los bosques, a menudo recogida en las legislaciones nacionales, se ha interpretado con excesiva frecuencia como equivalente a una defensa de todos los usos, con la misma atención a todos ellos. Esa idea de los usos múltiples hace a menudo que se mantengan combinaciones de bosques naturales y se conserven especies que, desde el punto de vista de los materiales industriales, deben considerarse como maleza.

· En los inventarios forestales se incluyen a menudo normas de utilización que carecen de todo realismo desde el punto de vista de la viabilidad comercial. Se cuentan y miden como elementos comercializables de los bosques ciertas especies sólo porque una o dos instalaciones pueden estar dispuestas a elaborar de vez en cuando un árbol. Este es el síndrome del diente de león aplicado a la silvicultura.

· A menudo no se reconoce que en un bosque tropical de frondosas con varias especies la mayoría de ellas se dan tan rara, intermitente e irregularmente en una operación de tala, que es virtualmente imposible tomarlas como base de una operación manufacturera viable. Ello es particularmente grave cuando el almacenamiento de las trozas por un periodo apreciable de tiempo es tan problemático como en las zonas tropicales húmedas.

· Hay muchas ideas ilusorias sobre las posibilidades de desarrollo veloz de nuevos mercados para especies previamente desconocidas y de imposible comercialización. Es típico que las modalidades locales de consumo de madera cambien lentamente, y sin embargo, es en los mercados nacionales donde pueden desarrollarse más fácilmente nuevas especies y productos. Se necesita mucho tiempo, muchos esfuerzos y mucho dinero para introducir nuevas especies en los mercados internacionales. Factores como control de la calidad del producto y cantidad y fiabilidad de los suministros pueden ser al menos tan importantes para el desarrollo de mercados como las propiedades de la madera.

· A menudo se ponen, con poco realismo, demasiadas esperanzas en los efectos de la nueva tecnología manufacturera sobre la utilización de maderas actualmente imposibles de comercializar. Normalmente, la nueva tecnología manufacturera se desarrolla para mejorar el uso y las posibilidades de comercialización de maderas actualmente bien conocidas y aceptadas en el mercado. Los procesos de fabricación aplicables a cualquier especie son generalmente los que requieren también inversiones muy grandes de capital, que no se obtienen con facilidad en los países en desarrollo. Incluso cuando es técnicamente posible aplicar un mismo proceso manufacturero a diversas especies, puede ser económicamente ventajoso emplear materia prima uniforme.

La búsqueda de nuevos usos para especies no utilizadas o infrautilizadas no es un objetivo imposible para la investigación. Ese tipo de investigación ha dado algunos grandes resultados. El desarrollo de nuevos procesos de producción de pasta de papel, por ejemplo, hizo que el pino de Alaska pasara de considerarse una maleza, que se dejaba en los bosques como residuo de las cortas, a ser una especie valiosa. El desarrollo de los tableros de láminas y de fibra orientada ha abierto un futuro brillante para el álamo temblón, que durante mucho tiempo se ha considerado una maleza en los bosques de la región de los lagos de los Estados Unidos. Investigaciones sobre la madera del cocotero ofrecen posibilidades de hacer de éste una fuente de suministro de materiales valiosos.

Hay otros ejemplos similares, pero en todos los casos el desarrollo de un nuevo producto partiendo de una especie anteriormente no utilizada o infrautilizada ha dependido de la proximidad del mercado y de la viabilidad económica, tanto como de las propiedades de la madera. El peligro de conceder demasiada importancia al desarrollo de nuevos productos obtenidos de especies secundarias actualmente no utilizadas o infrautilizadas es que puede servir de excusa para que las malezas ocupen tierras forestales productivas ante la posibilidad remota de que mañana no sean tales malezas.

Como, en efecto, alguna de las especies no utilizadas o infrautilizadas se convierten a veces en materias primas útiles, es, luego, poco prudente eliminarlas por completo. Deben estar representadas en colecciones de genes donde puedan estudiarse para propagarlas cuando se consideren comercializables. Pero es evidentemente inadecuado permitir que la tierra forestal productiva dedicada al suministro de materiales esté ocupada por malezas.

El examen del «problema de las especies poco conocidas» se ha centrado en la obtención de materiales industriales de tierras cuya función primordial es producir esos materiales. En todos los países con bosques hay tierras del sector forestal dedicadas a una función completamente distinta. Entre ellas figuran bosques que sirven sobre todo como parques y refugios para las especies silvestres. Pueden figurar también bosques dedicados sobre todo a la protección de cuencas hidrográficas o de embalses. A veces los bosques a cargo del gobierno nacional, de aldeas o de tribus se reservan para el uso libre consuetudinario de los habitantes que obtienen diversos bienes y servicios, incluyendo productos madereros industriales. En esos bosques, la eficacia de la producción forestal puede no tener importancia. La variedad de la biota puede ser un aspecto verdaderamente positivo en estos casos, ya que los bosques pueden ofrecer un amplio espectro de usos múltiples. La experimentación con especies secundarias, basada en industrias caseras, puede ser muy apropiada, pero donde hay una necesidad real de material industrial de origen forestal para satisfacer las necesidades del país o aumentar el PNB mediante la exportación o la sustitución de exportaciones, el confiar mucho en el desarrollo de mercados importantes para especies actualmente no utilizadas o infrautilizadas, puede ser poco acertado. En esas circunstancias, las denominadas especies secundarias deben simplemente considerarse como malezas.

BETHEL, J.S.
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Timber, the renewable material. Informe preparado para la Comisión Nacional de Política de Materiales, Wáshington, D.C.

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Biological opportunities and risks associated with fast-growing plantations in the tropics. Documento inédito preparado para la Conferencia técnica sobre bosques tropicales húmedos, programada inicialmente en Roma en septiembre de 1975.


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