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El desarrollo de los productos forestales no madereros: Principios de ordenación


G.E. Wickens

Los productos forestales no madereros fueron siempre - y siguen siendo - un elemento importante de los recursos forestales en general. No obstante, hasta hace poco tiempo no se prestaba suficiente atención a su ordenación y aprovechamiento. Este artículo examina algunos principios básicos para el desarrollo sostenido de los productos no madereros, en el contexto de la ordenación global del bosque.

Gerald E. Wickens, cuando se jubiló, era jefe de la sección de Economía y Conservación del Real Jardín Botánico de Kew, Reino Unido.

La tarea de los ingenieros de montes y otros técnicos forestales es mantener o incrementar la productividad de los bosques, protegiéndolos a la vez de una explotación excesiva, con el fin de que proporcionen productos y servicios esenciales y que, al mismo tiempo, satisfáganlas necesidades de la población rural. En lo que se refiere a los productos forestales no madereros, el desafío consiste en contribuir al «desarrollo», promoviendo simultáneamente el aprovechamiento continuo, y siempre mayor, de esos productos.

Paradojalmente, en algunos casos una mejor comprensión de los productos forestales no madereros estará relacionada directamente con un proceso que provoca su destrucción. A medida que las culturas y las comunidades evolucionan hacia una economía de mercado, tiende a disminuir el uso de los productos no madereros para la subsistencia; lamentablemente, en general, esa disminución no ha ido aparejada a una mejor ordenación de algunos productos no madereros como parte integrante del proceso de desarrollo. En consecuencia es fácil que se pierdan los conocimientos tradicionales sobre esos productos. Con demasiada frecuencia el verdadero valor de dichos productos se percibe en la comunidad 0 a nivel nacional cuando las fuentes de abastecimiento han desaparecido, ya sea por falta de medidas adecuadas de ordenación, o por medidas de desarrollo sin visión de futuro.

Un ejemplo de esta situación lo ilustran Riley y Brokensha (1988) que refieren cómo ha evolucionado el uso hogareño de productos no madereros por parte de los mbeere de Kenya. Estos, que en el decenio de 1920 constituían una población aislada y casi olvidada, se han encontrado repentinamente en medio de la Kenya moderna. Estudios realizados sobre un período de 15 años muestran que la incidencia y el uso de 465 plantas han variado drásticamente. Al aumentar rápidamente la población, y a la vez la presión de la misma sobre la tierra, numerosas especies que podrían seguir siendo útiles hoy día han desaparecido o no se encuentran con facilidad. También influyó en ello el cambio de la tenencia de la tierra, que pasó de comunal a individual, junto con la nueva escala de valores que introdujo la modernización (Brokensha y Riley, 1986).

Definición de los productos forestales no madereros

En este articulo se denomina producto forestal no maderero a toda materia biológica vegetal (excluyendo la madera en rollo industrial, y sus derivados de madera aserrada, astillas, tableros de madera y pasta) que se extraiga de ecosistemas naturales, plantaciones ordenadas, etc. y que se utilice en el hogar, se venda en el mercado o tenga algún significado social, cultural o religioso. Por consiguiente, entre los productos forestales no madereros se cuentan todas las plantas utilizadas como alimento, forraje, combustible, medicina, fibra, productos químicos-biológicos, etc.; también lo son los animales - pájaros, reptiles, peces, insectos, etc. - aprovechados como alimento, 0 por su piel, plumas, etc. Se consideran servicios del bosque el uso de los ecosistemas para esparcimiento, reserva natural, ordenación de cuencas hidrográficas, etc.

En otro ejemplo, los aborígenes alyawara del centro de Australia, antes de entrar en contacto con los europeos, subsistían cazando y recolectando productos del bosque; sus movimientos seguían un curso muy variable, que dependía de la distribución de los alimentos y del agua determinada por el clima y por los conocimientos ecológicos de la flora y de la fauna. No obstante, durante los últimos 50 años, los alyawara se convirtieron progresivamente a una vida semisedentaria, consumiendo artículos de tipo europeo, si bien el 70 por ciento de la carne que comen todavía proviene de la caza.

En muchos países en desarrollo, las estadísticas oficiales no toman en consideración la producción de artículos forestales no madereros, incluida la leña

REORIENTACION DE LA POLITICA FORESTAL

Los ejemplos anteriores no pretenden sugerir que sea deseable excluir a los moradores de bosques del proceso de desarrollo; indican más bien que en muchos casos no se tomaron en cuenta los efectos potencialmente negativos del «desarrollo» sobre el uso de los productos forestales no madereros. Por lo tanto, lo primero que se necesita hacer para mejorar la ordenación de productos forestales no madereros, es reorientar la política forestal (adaptado de Beer y McDermott, 1989). En la mayoría de los casos, los productos forestales no madereros son recursos «olvidados». Es necesario poner fin a esta situación. Es indispensable que, al formular las políticas agrarias y forestales y al evaluar los proyectos de desarrollo, se tomen en cuenta, como rutina y sin excepción, sus repercusiones sobre los recursos no madereros, así como los efectos que pudieran causar sobre la economía rural y nacional. Esto exigirá cambios para asegurar que los productos forestales no madereros, al igual que los madereros, sean también estimados, conservados y fomentados.

Otra dificultad fundamental con que se tropieza en el desarrollo sostenido de recursos forestales no madereros es la falta de conocimientos acerca de los mismos, así como la demanda y la estima de que puedan ser objeto. Idealmente, la compilación de un buen plan de ordenación exige conocer todo el ciclo vital de las especies seleccionadas y su relación con otras especies, así como comprender el papel que desempeñan actualmente, y el que deberán desempeñar en el futuro, en el desarrollo de la comunidad. Lamentablemente, se sabe poco o nada de las interrelaciones de la mayoría de las especies forestales no madereras con el medio que las rodea. No existe, cualitativa y cuantitativamente, la información indispensable para calcular la productividad actual y futura, así como la demanda. En particular, no se conoce el valor nutritivo de la mayoría de los alimentos silvestres, tanto vegetales como animales, ni se sabe cuáles son los principios activos de la mayoría de las plantas medicinales. Lucas y Wickens (1988) han documentado la necesidad de reunir datos sobre todos los conocimientos existentes y sobre los esfuerzos que se hagan para reunir más información.

En un estudio, un grupo de indios kayapos de Brasil citaban el uso del 98 por ciento de 120 especies forestales típicas

INCREMENTO DE LA INVESTIGACION

Por consiguiente, es indispensable incrementar la investigación sobre productos forestales no madereros: su abundancia, distribución, variación, ecología, reproducción biológica; métodos de propagación tradicionales y nuevos; prácticas de cultivo y uso; determinación de su valor en el mercado y fuera de él. Dado que la naturaleza, el uso y la importancia de los productos no madereros están tan íntimamente relacionados con las condiciones ecológicas, económicas y socioculturales del lugar, es necesario que la mayoría de las investigaciones se hagan sobre el terreno. El estudio de casos particulares deberá demostrar cómo se utilizan los productos no madereros, el alcance de esos usos y su evolución. Deberán determinar quién usa esos productos y qué grupos dependen en mayor medida de los mismos para subsistir y para obtener ingresos. También se examinarán las posibilidades de nuevos productos. Para que sea eficaz, esa investigación deberá ser interdisciplinaria, a largo plazo y con participación de la población local.

También es indispensable conocer el precio que alcanzan dichos productos en el mercado y fuera del mismo. Lamentablemente, no suele haber ningún patrón comercial con que medir el valor de muchos productos no madereros de los que intervienen en la economía doméstica de una comunidad rural, especialmente en los países en desarrollo. Por ejemplo, en el Sudán, las cuentas oficiales no acreditan al Departamento de Bosques la producción no maderera, como leña usada por el 75 por ciento de la población y que representa el 82 por ciento del consumo total de energía del Sudán (Badi et al., 1989).

La investigación actual, aunque escasa, basta para indicar la diversidad de usos y aprovechamientos asociados con los productos forestales no madereros. Por una parte, algunas comunidades ya ordenan y explotan los recursos naturales de manera sostenida. Por ejemplo, las comunidades calificadas de «primitivas» de la selva amazónica revelan un elevado nivel de conocimientos sobre el aprovechamiento y conservación de los productos forestales no madereros. Los kayapós de la aldea de Gorotire, en la parte meridional del estado de Pará, en el Brasil, utilizan más del 98 por ciento de un conjunto de 120 especies recogidas en macizos de apete (vegetación leñosa) del campo cerrado circundante. Además, los kayapós preparan una tierra, a base de estiércol y materia extraída de nidos de termitas y hormigas, que llevan al apete para favorecer la germinación de las especies silvestres que desean plantar, algunas de ellas traídas desde muy lejos (Anderson y Posey, 1989).

De manera análoga los indígenas brasileños ka'apor practican una agricultura migratoria consistente en cortar y abandonar parcelas de modo que se origine una sucesión de hábitat diferentes para el mantenimiento de la flora y de la fauna. Manipulan el bosque secundario de modo que produzca de forma sostenida productos no madereros, sembrando para ello en las zonas donde la vegetación está en el estado de recuperación más apropiado (Balée y Gély, 1989). En esos dos casos, por consiguiente, la cuestión sería asegurar la supervivencia de dichos sistemas cuando las comunidades indígenas se vean expuestas al contacto con el mundo exterior.

Por otra parte, no todas las comunidades que aprovechan en medida significativa productos no madereros ordenan el recurso de modo que su producción sea constante e indefinida. Por ejemplo, a pesar de que los habitantes de Toconce (una comunidad que vive a gran altitud en las estribaciones de los Andes, al norte de Chile, en terreno semidesértico y desprovisto de árboles), aprovechan el 98 por ciento de las 134 especies originarias de aquellas montañas (Aldunate et al., 1981), no siempre lo hacen como sería conveniente. Por ejemplo, simplemente arrancan los hierbajos que usan como combustible y las hierbas medicinales, aunque después no aprovechan las raíces. En este caso claramente conviene introducir prácticas que no tiendan, como esas, a agotar el recurso.

Incluso donde se usan los productos no madereros de manera eficaz, el crecimiento demográfico obligará, a la larga, a introducir métodos más productivos.

Mejorando la cosecha y el transporte de productos forestales no madereros aumentaría su valor

INCREMENTO DE LA PRODUCTIVIDAD

La extracción de productos no madereros puede mejorarse, ya sea mediante una mayor densidad de las especies deseables, o logrando que el rendimiento de esas especies aumente. En los bosques naturales puede lograrse una mayor densidad mejorando el microambiente de las especies deseadas, tal vez eliminando las especies rivales, o haciendo que les llegue más luz - o más sombra - o incluso practicando quemas controladas, como hacen los aborígenes alyawara (O'Connell et al., 1983). También se puede mejorar la productividad por selección o genéticamente; este último método no se examina aquí porque se entraría en una zona neutral que divide los productos forestales no madereros naturales de las cultivaciones agrícolas. La selección implica la provisión de semillas, esquejes o injertos de árboles silvestres con fenotipos deseables. En el Sudán, por ejemplo, se usa semilla de ejemplares selectos para incrementar la producción de goma arábiga de Acacia senegal.

En el sur de Nigeria se han desarrollado con éxito técnicas para injertar los árboles frutales silvestres mejorando su producción, ya sea dentro del propio bosque o alrededor de las tierras cultivadas. Estas especies silvestres cultivadas y protegidas no sólo proporcionan suplementos alimenticios de alta calidad y bajo precio (con frecuencia en estaciones del año en que faltan o escasean los comestibles esenciales), sino que muchas de ellas sirven además para otras funciones, como el control de la erosión, la conservación y mejora de la fertilidad del suelo, o proporcionan postes y madera de construcción o leña, fibras, productos medicinales, tintes, etc. (véase el artículo de Okafor en la página 17 y también Okafor, 1977; 1980).

No hay que olvidar que el clima, el suelo y las condiciones ambientales imponen siempre un límite a la productividad natural. Aunque a veces sea posible elevar este límite en cierta medida, en virtud de buenas prácticas de ordenación, siempre tendrá tope el número de personas que pueda beneficiarse de esa mayor productividad sin agotar el recurso.

MEJORAS DE LA COSECHA, ALMACENAMIENTO, TRANSPORTE, TRANSFORMACION, ELABORACION Y COMERCIALIZACION

Toda medida que mejore el rendimiento de la extracción de productos no madereros incrementará el valor del recurso. Ideando y aplicando métodos perfeccionados de recolección, empleando mejor equipo y adiestrando debidamente a la gente, se reducen los desperdicios en todo el proceso de extracción. También perfeccionando el almacenamiento y el transporte se reduce el desperdicio, tanto de la materia prima como del producto acabado. Quienes viven de los productos no madereros, y en particular los de dimensión artesanal, obtendrán mayores utilidades de la comercialización de sus productos si se les ayuda a mantener una calidad elevada uniforme y si se les protege contra el abuso de los intermediarios.

A este punto es necesaria una advertencia. El impulso de la producción y comercialización de productos forestales no madereros, no beneficiará necesariamente a los campesinos y, en particular, a los más pobres, cuya subsistencia depende en mayor medida de esos recursos. Para que sean éstos los que realmente se beneficien es preciso adoptar medidas que los protejan contra la explotación de terceros.

MEJOR ORDENACION DEL BOSQUE NATURAL

Donde el exceso de explotación es una problema actual o potencial, es necesario mejorar la ordenación del recurso en su hábitat natural. La mejor manera de conservarlo es integrar su ordenación con la de otros productos que se extraigan del bosque. Si existe esa oportunidad, será la mejor manera de hacer efectivo todo el potencial económico del bosque.

Combinar la gestión de los productos no madereros con la extracción de madera puede ser ventajoso a nivel local y a la vez hacer económicamente viable un ritmo más lento de cortas, que sea más fácil de sostener y que no perjudique al ambiente. Este es el concepto que describe Caldecott (1988c) en su propuesta de revisión de la política forestal de Sarawak. Aboga por fórmulas de ordenación que especifiquen intervenciones deliberadas para incrementar el rendimiento de productos no madereros como, por ejemplo, prolongar los ciclos de corta o rebajar la intensidad de la recolección de madera. El menor rendimiento en madera estaría compensado por las utilidades que se obtengan con productos no madereros sobre una base continua. Un resultado adicional sería la mayor estabilidad ecológica inherente a una extracción menos intensa de madera.

Es preciso evaluar cuidadosamente los efectos a largo plazo de una ordenación como la indicada. Los procesos ecológicos nunca son estáticos, y toda intervención en el régimen de un ecosistema será causa de tensión. Es decir, que todo lo que se haga para garantizar la producción sostenida de un determinado producto del bosque afectará inevitablemente a toda la materia viva. Por consiguiente, es preciso buscar la manera de obtener el máximo beneficio, con la mínima perturbación para el resto de los componentes del ecosistema.

ACLIMATACION DE ESPECIES FORESTALES

En el caso de los productos forestales no madereros que tengan una fuerte demanda comercial, el cultivo o cría de la especie silvestre es una manera segura de aliviar la presión sobre el bosque natural. Este método proporciona al mismo tiempo ingresos y empleos, con lo que la población local se vuelve más próspera y menos propensa a emigrar a las ciudades. El uso de especies indígenas más bien que aclimatadas, para la cosecha comercial, tiene la ventaja de contribuir a la conservación genética y a la estabilidad ecológica, además de las ventajas que pueda representar la familiaridad de la población local con dichas especies. El cultivo de productos forestales no madereros puede asumir diversas formas, entre ellas: plantaciones comerciales; cultivo en pequeña escala; enriquecimiento de la vegetación de algunos sectores del bosque; etc. En todos esos casos es indispensable tomar en cuenta el impacto sobre la población campesina.

CONTROL DE LOS RECURSOS FORESTALES

Asignando el derecho de propiedad - o el control de la gestión de los bosque - a las comunidades que habitan en su interior o en sus alrededores se atribuye un nuevo incentivo para la conservación y la ordenación sostenida del recurso, que sin duda existía en el pasado pero que ahora puede haberse debilitado por inseguridad en la tenencia o por otras amenazas externas al recurso. También desde el punto de vista ético se justifica este tipo de control. Como recomienda el informe Brundtland, «el punto de partida para toda política equitativa y humana respecto a dichos grupos de población es reconocer y proteger los derechos a la tierra y a otros recursos que tradicionalmente constituyeron su medio de vida...» (Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, 1987). En todos los casos la formulación de sistemas adecuados de ordenación que asignen el control a las autoridades forestales, a concesionarios privados, a personas o comunidades particulares, debe tener como base una cuidadosa investigación de las condiciones locales. Esto se consigue mejor haciendo que los miembros de la comunidad participen activamente en todo el proceso de formulación de la política, en vez de considerarlos simplemente como objeto de estudio.

CONCLUSION

Debido a la gran variedad de factores que intervienen, no hay ninguna solución que resuelva todos los problemas de ordenación de los productos forestales no madereros. Poore (1989) resume la situación como sigue: «La gestión de sus recursos naturales es responsabilidad de toda nación. Cada una de ellas tomará en cuenta esos recursos en el contexto total de su desarrollo económico y social: la relación entre recursos y población, el nivel de vida y la distribución de la riqueza, tendencias futuras y objetivos sociales y económicos. Toda nación necesita buscar un equilibrio entre la conservación y el uso de sus bosques tropicales, que resulte aceptable en ese contexto. Lógicamente no existe ninguna manera de lograr un equilibrio que sea válido en todo momento para todas las naciones.»

Bibliografía

Aldunate, C. et al. 1981. Estudio etnobotánico en una comunidad de la precordillera de Antofagasta: Tonconce. Boletín del Museo Nacional de Historia Natural, 38:183-223. Chile.

Anderson, A.B. y Posey, D.A. 1989. Management of a tropical scrub savanna by the Gorotire Kayapo of Brazil. Advances in Economic Botany, 7:159-173.

Badi, K.H., Ahmed, A. El H. y Bayoumi, A.A.M.S. 1989. The forests of the Sudan. Agricultural Research Council, Jartún.

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Caldecott, J. Proposal for an independent review of forestry policy in Sarawak, Londres Land Associates (Inédito)

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de Beer, J.H. y McDermott, M.J. 1989. The economic value of non-timber forest producís in Southeast Asia with emphasis on Indonesia, Malaysia and Thailand. Amsterdam, Netherlands Committee for IUCN.

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