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Comercialización de los productos forestales no madereros del Amazonas brasileño


P.H. May

Este artículo examina los factores institucionales que han conducido a una alianza de pobladores de la selva del Amazonas brasileño con algunas empresas del Norte para la producción y comercialización de productos forestales no madereros. Indica cómo las dependencias forestales y las instituciones nacionales de investigación podrían participar en la expansión de ese comercio.

Peter H. May es Oficial Forestal a cargo de productos forestales no madereros, en la Dirección de Productos Forestales del Departamento de Montes de la FAO.

Cada día es más evidente y está mejor documentada la importancia que tienen los productos forestales no madereros (PFNM) para los moradores de la selva (Balick, 1985; Falconer, en prensa; Posey, 1984; véanse también otros artículos de este número). Además, diversos estudios recientes indican que, con el tiempo, el valor de los productos extraídos de ciertas zonas forestales podría llegar a ser superior al que se obtendría dedicando dicha extensión a la ganadería o la agricultura (Peters et al., 1989; Hecht y Schwartzman, 1988; Rose, 1988). No obstante, la concreción de ese potencial teórico depende de que existan mecanismos institucionales apropiados que abarquen todas las fases del desarrollo, producción y comercialización. Desde el punto de vista de la población local, a falta de los mismos, pierde su significado el debate sobre la ordenación sostenible de los recursos forestales tropicales como una posibilidad más de desarrollo.

El crecimiento demográfico, el avance incontrolado de la agricultura y la conversión permanente de la selva del Brasil y de otros países tropicales, es causa de creciente preocupación para los gobiernos, organizaciones y personas consagradas a la conservación de los recursos forestales. Algunos analistas incluso sugieren que el proceso de ocupación y devastación regionales ha adquirido una dinámica propia bajo el impulso de la especulación, la fiebre del oro y el tráfico de drogas (Hecht y Cockburn, 1989).

No obstante, otros analistas opinan con creciente optimismo que en algunos lugares pudiera ser posible implantar la ordenación sostenible de los bosques naturales, no sólo para la extracción de madera, sino también para la de productos no madereros y servicios. En efecto, esta táctica procura encauzar las mismas fuerzas que desencadenaron la deforestación de modo que contribuyan a la ordenación y rejuvenecimiento de la selva.

ASPECTOS INSTITUCIONALES DEL FOMENTO DE LOS PRODUCTOS FORESTALES NO MADEREROS

En el Amazonas brasileño, al igual que en otras selvas tropicales, la población local extrae una gran variedad de productos forestales no madereros para consumo propio o como materia prima de una industria artesanal. A pesar de eso, hace muy poco que las administraciones forestales nacionales reconocen su importancia. De ahí que todo el marco institucional para la ordenación, producción, comercialización y administración fiscal de ese recurso esté insuficientemente desarrollado.

Las pocas actividades gubernamentales de investigación y desarrollo de productos no madereros fueron iniciativas tomadas desde la cumbre y, en particular, para la domesticación de algunas especies con vistas a su introducción en sistemas de producción más intensivos. Como sucede en otros lugares tropicales, también en el Amazonas se prescindió muy a menudo de los pobladores al planear el desarrollo regional. No se les hizo participar en la identificación de áreas de investigación 0 en el ensayo de otras técnicas alternativas.

Como resultado, dichas iniciativas se concentraron en especies que tienen un mercado bastante bien establecido gracias a muchos años de extracción artesanal de, por ejemplo, polvo de guaraná (Paullinia Cupana), nuez del Brasil (Bertholletia excelsa), aceite de babasú (Orbignya phalerata) y pupuña (Bactris Gasipaës) para palmito y aceite. A pesar de que el resultado de los ensayos experimentales fue a veces prometedor, en general dichas pruebas no beneficiaron a las comunidades de la selva para las que la extracción de productos no madereros tiene importancia como medio de subsistencia.

Las organizaciones forestales y los institutos de investigación no son los únicos responsables de esta situación. En parte, el hecho de que los resultados de la investigación científica no llegaran a dichas poblaciones se debe a que para los planificadores eran «invisibles». Esas comunidades, poco densas, muy dispersas y móviles, siempre tuvieron poca capacidad para organizarse y exigir apoyo oficial. No obstante, recientemente, en el contexto de movimientos populares organizados para reclamar derechos de propiedad a la tierra, así como mejores condiciones económicas y servicios sociales, se han creado nuevas estructuras institucionales y se han abierto nuevos canales para la comunicación con el Gobierno.

Las actividades de las organizaciones de los caucheros y de los indios son las más representativas del empuje institucional que en el Brasil alcanzan esos movimientos. Los caucheros empezaron a organizarse en el decenio de 1970 con ayuda de los movimientos de enseñanza popular y de los sindicatos rurales. El propósito era luchar contra el analfabetismo y habilitar a los caucheros para verificar sus cuentas con los establecimientos que les compraban el látex y la nuez del Brasil, a condiciones injustas.

En 1985 los dirigentes sindicales y los alfabetizadores de los caucheros de varios estados se reunieron en Brasilia para consolidar un amplio programa destinado a garantizar la protección de los recursos forestales, mejorar los precios y asegurar la prestación de servicios sociales adecuados. En esa reunión se instituyó un Consejo Nacional de Caucheros, que luego fue legalmente constituido como la organización que los representa.

La Unión de Naciones Indias, fundada poco después de 1980 para asegurar el derecho a la tierra que la constitución garantiza a los 220 000 indios que todavía subsisten, demarcando para ello las zonas tribales de asentamiento, tiene también particular interés en la conservación y el desarrollo de los recursos forestales. Ambas organizaciones populares se han comprometido a mejorar el transporte, elaboración y comercialización de productos forestales no madereros bajo administración local. Con ese fin han hecho presión sobre las entidades públicas para que se les ayude en la demarcación y protección de sus recursos, así como en la investigación técnica y económica en materia de ordenación, posibilidades de elaboración y oportunidades para la comercialización.

Los esfuerzas tendientes a organizar a los caucheros del Brasil iniciaron en e/ decenio de 1970

TENENCIA DE LA TIERRA Y ORGANIZACION LOCAL

Un importante resultado de esa presión ha sido la demarcación, a cargo del gobierno federal y del de los estados, de las llamadas «reservas extractivas». Se trata de tierras de propiedad pública en las que se concede a grupos de familias dedicadas a la explotación de productos no madereros el derecho al uso colectivo prolongado. Estas reservas combinan el respeto de las formas históricas de ocupación de la tierra con nuevas iniciativas que se esfuerzan en mejorar las condiciones económicas y sociales de los moradores, pero el Gobierno mantiene el control oficial permanente y la responsabilidad de conservar la selva en su estado natural. Hasta ahora se han designado como reservas extractivas mas de tres millones de hectáreas del Amazonas brasileño. En el Perú y en Bolivia se han creado reservas análogamente beneficiosas para los pobladores.

No fue fácil establecer esas reservas extractivas. Gran parte de la tierra estaba en manos de terratenientes absentistas interesados en convertir enormes extensiones de selva cauchera en pastizales para la cría extensiva de ganado vacuno. En cambio, los caucheros se proponen dedicar a pastizales o cultivos menos del cinco por ciento de la superficie que abarcan las reservas extractivas.

Aunque el Gobierno ha compensado a los antiguos terratenientes, no lo ha hecho en medida equivalente a las ganancias que hubieran logrado con la venta de la valiosa madera obtenido al convertir la selva en pastizales y de la carne producida en ellos. En otros casos, la creación de las reservas es contraria a los intereses tradicionalmente creados entre quienes recaudaban una renta y recababan beneficios del comercio cauchero. Por ese motivo la designación como reserva de las antiguas fincas caucheras ha dado lugar a negociaciones intensas y muchas veces conflictivas entre los moradores, otros pretendientes a la tierra y los organismos gubernamentales. La creación de una de esas reservas extractivas en el estado de Acre fue, incluso, la causa fundamental del asesinato del dirigente sindical y ecólogo Chico Mendes.

La Unión de Naciones Indias fue fundada a principios de/ decenio de 1980 para asegurar el derecho a la tierra a los indios que todavía

PROMOVER LA INVESTIGACION DE TECNICAS INDIGENAS

Una vez creadas las reservas, los moradores tienen que decidir cómo es más conveniente ordenar y aprovechar económicamente los recursos de la selva, ya que compartir beneficios acarrea compartir la responsabilidad de un aprovechamiento sostenible. Con el fin de compensar la falta de técnicas, debida a la negligencia de las instituciones de investigación en el pasado, los caucheros y los indios han asumido el compromiso de compartir todo el saber existente, y el que se adquiera, en materia de ordenación del recurso. La Unión de Naciones Indias y los dirigentes tribales han creado un Centro de Investigaciones Indias, en conexión con el profesorado de la Universidad Católica de Goiás, cuya finalidad es capacitar a jóvenes que organicen con carácter experimental la ordenación de la selva, así como la elaboración de los productos y los programas de comercialización de sus respectivas aldeas. Las organizaciones indígenas y el Consejo Nacional de Cancheros están estableciendo conjuntamente en el territorio occidental de la Amazonia otro Centro de Investigación para los Pueblos de la Selva. El sector privado y donantes bilaterales, así como organizaciones internacionales no gubernamentales, han dotado a esos centros con fondos para la construcción de residencias, la concesión de becas, la realización de plantaciones experimentales agrosilvícolas y la cría en semicautividad de animales salvajes y de peces para mejorar la alimentación. También aportaron fondos para que los capacitados puedan iniciar actividades experimentales en sus comunidades de origen.

Ambos centros deben ser ante todo sede de actividades de capacitación y demostración, así como de intercomunicación entre moradores de diferente origen y ambiente. Están también tratando de lograr autonomía financiera mediante la mejora de los procesos de elaboración y comercialización de los productos no madereros de las comunidades participantes, pero todavía es demasiado prematuro para juzgar la viabilidad económica de esta idea.

Como respuesta a esas iniciativas esencialmente populares, varias universidades e instituciones públicas de investigación se han comprometido a llevar a cabo investigaciones con participación de las comunidades forestales de las reservas extractivas. El objeto es, sobre todo, mejorar la ordenación del recurso en las reservas y ayudar a los centros locales en sus esfuerzos de organización y capacitación. Entre estos se cuentan los Centros de Investigación Agrícola del Trópico Húmedo y del Cerrado de la Corporación Brasileña de Investigación Agrícola (EMBRAPA); también las universidades brasileñas de Acre, Rondonia y San Pablo y, en los Estados Unidos, la Universidad de Florida. Esas iniciativas se deben esencialmente a personas innovadoras de dichas instituciones que buscan interlocutores a nivel de la comunidad. Al mismo tiempo reflejan el cambio que se está produciendo en las prioridades que los donantes atribuyen a la investigación y capacitación, con participación de los grupos organizados de usuarios. Muchas de esas actividades de colaboración reciben, con carácter experimental, fondos de la Fundación Ford y de la Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional.

Chico Mendes, dirigente sindical brasileño asesinado en 1988

Tratamiento de las nueces brasileñas

MEDIDAS PARA EXPANDIR EL MERCADO

Los caucheros y los dirigentes indios no tardaron en darse cuenta de que si bien el derecho a la tierra y la protección y ordenación del recurso eran importantes, no eran suficientes. Para mejorar sus condiciones de vida los pobladores de la selva necesitaban atenuar las dificultades con que tropezaban para llevar su mercancía al mercado y vender a mejor precio sus productos.

Las organizaciones populares de la selva se concentran cada vez más en metas económicas, como mejorar los precios, diversificar los productos para no depender excesivamente de la estabilidad de los mercados y crear cooperativas de transformación, almacenamiento y venta.

El movimiento canchero ha iniciado la conquista de esas metas haciendo presión sobre el Gobierno para que fije el precio del caucho a nivel favorable y estableciendo acuerdos cooperativos que obligan a los comerciantes locales a conceder mejores condiciones. Por ejemplo, cuando el Gobierno no aumentaba el subsidio al precio del caucho, para poder enfrentar la inflación, las condiciones económicas de los caucheros empeoraban rápidamente. En 1989 los dirigentes del Consejo Nacional de Caucheros hicieron presión en Brasilia sobre el Instituto Brasileño de Recursos Renovables y del Medio Ambiente, el cual alzó el precio dando así satisfacción a centenares de miles de caucheros. No obstante la organización reconozca la necesidad de diversificar la producción para hacer frente a la competencia del caucho de las plantaciones, esa necesidad no ha sido adecuadamente comprobada.

CONTACTO CON LOS MERCADOS DEL NORTE

Las organizaciones de productores están entusiasmadas por la actitud de algunos empresarios progresistas de países desarrollados que se interesan en explorar nuevas maneras de comercializar los productos forestales no madereros y particularmente los enviados por organizaciones de pobladores de la selva.

Los empresarios se han dado cuenta de que la imagen «verde» de un producto permite hoy día venderlo a mayor precio, ya que los consumidores de esos países, conscientes de la necesidad de no agotar los bosques amazónicos, están dispuestos a pagar mejor todo producto obtenido mediante una explotación sostenible. La filosofía fundamental está basada sobre el hecho de que expandiendo el mercado de esos productos, se contribuye a conservar recursos de interés mundial, engendrando a la vez utilidades, ya sea para los pobladores de la selva como para las empresas comerciales del Norte.

El desarrollo de los productos forestales no se debe lograr a expensas de la vegetación natural

En 1989 se forjó una nueva cadena mercantil gracias a la mediación de Cultural Survival, organización existente en la Universidad de Harvard para apoyo de la población indígena. Con la ayuda de grupos y consultores locales en el Brasil, el proyecto se procuró muestras de más de 350 productos forestales para ensayarlos en los laboratorios de más de 90 empresas. Algunos de los productos que se están ensayando y que presentan buenas perspectivas son la copaíba (Copaifera officinalis), la andiroba o carapa (Carapa guianensis) y aceites esenciales como el de cupuasú (Theobroma grandiflora), el de asaí (Euterpe oleracea) y pulpas como la de la fruta del burutí (Mauritia flexuosa).

Productos no madereros de bosques de segundo crecimiento: el caso de la palmera babasú

Los bosques de segundo crecimiento tienen buenas posibilidades como base para la comercialización de productos forestales no madereros, siendo menos frágiles que los vírgenes. En efecto? en gran parte de la tierra desmontada para pastos hay ya un segundo crecimiento, y está colonizada, o se encuentra cerca de algún asentamiento (Hecht et al., 1988). La explotación de estas superficies reduciría la presión sobre el bosque primario, pero seria preciso definir los derechos de propiedad de la tierra y de los árboles, así como organizar la comercialización en beneficio de las comunidades forestales locales.

Una especie que tiene grandes posibilidades, tanto para la reforestación como para la explotación de productos forestales no madereros, es la palmera babasú (Muy et al., 1985a). En Brasil, Orbignya phalerata, denominada localmente babasú, se encuentra en la faja de transición de las sabanas centrales a la selva amazónica. El corte y la quema practicada para la agricultura migratoria, u otras formas de conversión de la tierra arbolada, libera numerosas semillas de babasú existentes en el sotobosque. Rápidamente estas plantas ahogan otros tipos de vegetación y se formar. rodales muy densos de esa especie, que pronto son dominantes en el paisaje. Han crecido, por consiguiente, en zonas colonizadas, y sus productos forman parte integrante de la economía local y regional (Muy et al., 1985a).

Las hojas de babasú proporcionan a la gran mayoría de los residentes en este tipo de bosques, filtra para techados, paredes, cercas, así como para cestería. Cuando se cortan, los troncos se usan para construir puentes, y los corazones para forraje. Pero la parte del babasú que tiene más posibilidades económicas es la fruta. Parecida al coco, la fruta del babasú se usa para extraer aceite, combustible, almidón y fibra. Hasta la fecha llegan a los mercados solamente las nueces oleaginosas, el carbón y el bagazo. Las nueces se extraen a mano, golpeando la fruta repetidamente contra el filo de un hacha vuelto hacia arriba. Puede calcularse que no menos de 450 000 familias campesinas obtienen hasta un 40 por ciento de su ingreso de la venta y consumo de productos de babasú conseguidos gracias al trabajo de mujeres y niños (Muy et al., 1985b).

En la actualidad, se están llevando a cabo experimentos, hechos en conexión con los sindicatos rurales y los beneficiarios de la reforma agraria del estado de Maranhão, para mejorar el equipo utilizado a nivel comunitario para la elaboración de la fruta de babasú. Estos experimentos se llevan a cabo bajo los auspicios de la entidad estatal que tiene a su cargo la investigación agrícola, e implican la colaboración con la International Development Enterprises, organización de técnicas apropiadas que tiene su base en los Estados Unidos. Las experiencias abarcan la mecanización de la rotura y separación de los componentes para su transformación local en aceite, carbón y forrajes, o para venderlos a las industrias regionales. Hay empresas fabricantes de cosméticos a base de componentes de origen natural que tienen el propósito de importar aceite producido artesanalmente. También se están llevando a cabo, con ayuda del Instituto de Botánica Económica del Jardín Botánico de Nueva York, estudios para mejorar la productividad de los rodales de babasú mediante una mejor ordenación y el enriquecimiento de los rodales. Esas actividades tienen como objetivo fortalecer las instituciones locales y regionales e incrementar el ingreso familiar asegurando al mismo tiempo el control y ordenación locales del recurso.

Fruto del babasú (Orbignya phalerata) del cual se extrae aceite, combustible, féculas y fibras

El primer resultado de esa colaboración ha sido la aparición, en las heladerías de los Estados Unidos de la cadena Ben and Jerry's Homemade, de un nuevo sabor para los helados, llamado rainforest crunch, y de un dulce crocante de nuez, que lleva el mismo nombre. El consumo aumentó rápidamente cuando la prensa internacional dio a conocer el proyecto como contribución del comercio de los países del Norte a la protección de los bosques tropicales y de sus pobladores. Se calcula que las utilidades de la campaña inicial de ventas son del orden de un millón de dólares. Una parte de esos fondos se dedicó a proyectos de desarrollo sostenible, como cooperativas para establecer empresas de transformación bajo control directo de los caucheros y de las comunidades indígenas.

El hecho de que esta colaboración con los mercados del Norte haya comenzado con la nuez del Brasil, que se obtiene sólo en las selvas naturales, garantiza que sus principales beneficiarios son gentes de la selva. Una parte de las utilidades de la venta de nuez del Brasil se emplea para comercializar nuevos productos, fomentar inversiones adicionales en instalaciones de transformación y capacitar administradores de recursos y empresas locales. Para que estos nuevos productos queden firmemente establecidos en el mercado es indispensable que la oferta sea estable, de calidad uniforme y de precio comparable al de los productos competitivos. El Departamento de Montes de la FAO está actualmente ayudando técnica y financieramente al Instituto de Estudios Amazónicos del Brasil para el establecimiento de un archivo computadorizado de datos sobre productos prometedores, y en la evaluación de las perspectivas comerciales de algunos de ellos.

¿ES VERDADERAMENTE «SOSTENIBLE»?

Cabe preguntarse si los pobladores de la selva pueden abastecer de manera sostenida los nuevos mercados con productos no madereros. En realidad el término «sostenible» se refiere a procesos de desarrollo que responden simultáneamente a objetivos biológicos, económicos y sociales, y que se pueden mantener indefinidamente de modo que tanto los consumidores actuales como las generaciones futuras, puedan beneficiar de ellos y la especie sobreviva. Conviene mencionar que hay varios obstáculos que impiden el aumento continuo de la comercialización de dichos productos forestales. Un peligro es que el aumento de la demanda de productos forestales tropicales estimule la comercialización de otros productos forestales de especies más valiosas, o de crecimiento más rápido, a expensas de la vegetación natural. Esta competencia desplazaría a los moradores de la selva como productores.

Si las nuevas oportunidades comerciales fueran aprovechadas por grandes terratenientes o comerciantes que ya dominen los sectores comerciales, se reducirían las utilidades de la gente de la selva. Existe el peligro de que los grandes comerciantes capturen la mayor parte de la diferencia de precio creada por las nuevas tácticas de comercialización, socavando de ese modo los esfuerzos hechos para la comercialización cooperativa. Según la experiencia que tiene en el estado de Acre el Consejo Nacional de Caucheros, este problema todavía no se ha planteado. Por el contrario, cuando una cooperativa local creada en Xapuri en 1988 empezó a comprar a precios superiores, los otros intermediarios locales también tuvieron que pagar más caro, lo que produjo un beneficio incluso a distancia, a centenares de familias todavía no asociadas a la cooperativa.

La investigación de los efectos de la comercialización de productos forestales para beneficio de la población amazónica indica que la creación de mercados es un arma de doble filo. Existe el peligro de que los indígenas se especialicen demasiado, exponiéndose así a la fluctuación del mercado cuando sólo manejan uno o dos productos, o de que dependan exclusivamente de productos obtenidos por los nuevos canales comerciales (Colchester, 1989).

Además de los peligros económicos, existe el de causar la degradación de los recursos forestales, si la demanda crece demasiado rápidamente y las comunidades locales no son capaces de controlar el ritmo y la intensidad de la extracción (Repetto y Holmes, 1983; May, 1990). En la parte oriental de Guatemala, por ejemplo, la penetración del mercado en las economías extractivas ha causado la aceleración de la cosecha de hojas de palmera usadas por una gran empresa de florerías con negocios por millones de dólares. Está demostrado que donde no hay derechos de propiedad de la tierra y donde los campesinos no están organizados, el acceso incontrolado al recurso puede causar la explotación abusiva cuando se expenden rápidamente los mercados (Nations, 1989).

CONCLUSIONES

Los principales problemas que es preciso resolver en el fomento de los productos no madereros son asegurar que la población indígena se beneficie de la expansión de los mercados, y que la base biológicamente diversificada del recurso sea sostenible. Según lo antes expuesto, es evidente que la colaboración de una población indígena de la selva con empresarios de países desarrollados es un modelo práctico y probablemente fácil de repetir - de cooperación internacional para la creación de nuevos mercados para productos forestales no madereros, estimulando al mismo tiempo la ordenación sostenible del recurso básico. Esto debería acallar los temores de que «... el aumento de la productividad económica de las sociedades radicadas en la selva... es un sueño vano, un pacto faustiano con el demonio; que la comercialización de los productos forestales socavará y destruirá precisamente a las sociedades que pretende salvar.» (Colchester, 1989).

No obstante, se ha iniciado recientemente el desarrollo de instituciones apropiadas para la ordenación, transformación y comercialización de productos no madereros. Hasta hace poco, raramente se las tomó en cuenta en la programación de las entidades forestales y, cuando así se hizo, fue sólo con respecto a los productos mejor comercializados en los mercados industriales o internacionales.

En la actualidad se están definiendo las relaciones entre la gente de la selva y otros protagonistas del comercio y de la asistencia técnica. En el Brasil las organizaciones no gubernamentales y los empresarios más progresistas han desempeñado un papel fundamental en la creación de nuevos mercados que representan una perspectiva muy prometedora de que sea posible conseguir el aprovechamiento sostenible de la selva, a la vez que se deja a los pobladores una mayor proporción de las utilidades.

Por otra parse, las organizaciones gubernamentales hen adoptado una posición más conservadora que debe cambiar. Efectivamente, la cooperación del gobierno es esencial pare el control del recurso y pare asegurar la colaboración de las entidades de investigación pare intensificar y diversificar los sistemas de producción de productos no madereros en las regiones de la selva tropical. La sostenibilidad de los sistemas de producción se verá afectada por la medida en que los productores puedan usufructuar derechos de propiedad de los árboles o de la sierra, y por la estructura de los canales comerciales a través de los cuales los productores no maderero s hay an de llegar a los consumidores. Es preciso que los funcionarios públicos participen y, en algunos caves, sirvan de mediadores en las negociaciones que conducen hacia nuevos dispositivos institucionales entre las organizaciones de moradores de la selva, las universidades, las instituciones de investigación y los grupos de ayuda internacional.

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