Página precedente Indice Página siguiente


Ordenación de los bosques naturales del Africa semiárida: Situación actual e investigaciones necesarias

J. Fríes y J. Heermans

Jöran Fríes trabaja en el Centro Internacional de Desarrollo Rural de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas de Uppsala, Suecia.
John Heermans es un especialista en cuestiones forestales y ordenación de recursos naturales que reside en Vermont, EE.UU.

En este artículo se examinan varios de los principales temas de la ordenación de los bosques naturales del Africa árida y semiárida, según la experiencia de los autores y los resultados del seminario de la FAO sobre ordenación con participación local de los bosques naturales de la zona saheliana, celebrado en Ouagadougou, Burkina Faso, en mayo de 1990.

Una de las principales causas de depauperación del medio ambiente y de la pérdida de la cubierta forestal de Africa es la falta de planes de ordenación forestal y de medios para ejecutar dichos planes. Eso es en gran parte debido al hecho de que en el pasado las actividades se concentraron en las plantaciones silvícolas destinadas a introducir especies exóticas de crecimiento rápido, más bien que en ordenar los bosques existentes. En el pasado, la ordenación forestal oficial (es decir, pública) solía consistir en el desbroce de «matorral inútil» para dejar sitio a plantaciones industriales o aldeanas. Muchos de esos planes fracasaron por diferentes razones: se subestimó el costo de plantación; se sobreestimó la producción, y, tal vez lo más importante, no se obtuvo la participación de la población en la fase de planificación. De esa línea de conducta resultó mucha investigación e información sobre especies exóticas, pero relativamente poca experiencia en materia de ordenación de bosques naturales. Además, los gobiernos, que desalentaron la adopción de sistemas tradicionales, continúan ejerciendo su autoridad sobre extensas zonas que se usan indiscriminadamente para la corta y el apacentamiento, con muy poco control por parte de los agentes forestales que tratan de aplicar leyes que existen fuera del contexto de los planes de ordenación forestal. Es indispensable dar prioridad al planeamiento del uso de la tierra y a la ordenación de los bosques naturales para evitar que disminuyan o se pierdan por completo los recursos restantes de bosques y tierras áridas de Africa.

Ubicación y composición de los bosques semiáridos de Africa

Africa occidental

Las zonas semiáridas del Africa occidental, por lo que hace a precipitación pluvial, consisten en dos fajas, la del Sahara Sahel, en que la precipitación anual está comprendida entre 150 y 600 mm, y la faja Sudán-Sahel en que la precipitación es de 600 a 1 000 mm (véase el mapa). La isoyeta de 600 mm atraviesa la parte norte de Senegal, Burkina Faso y Nigeria, mientras Mauritania, Malí, Níger y Chad quedan en su mayor parte al norte de dicha línea. La mayoría de los bosques naturales de la región se encuentra al sur de ella, exceptuando los bosques ribereños, principalmente de Acacia nilotica y las masas claras de Acacia senegal. Este artículo se concentra en la zona Sudán-Sahel, entre las isoyetas de 600 y 1 000 mm, en Burkina Faso, Malí, Níger, Senegal y Chad. Se omite Nigeria por no contar con información concreta de los bosques sahelianos del norte del país.

Jackson et al. (1983) describen la composición de los bosques semiáridos de Africa en los siguientes términos: «La subespecie raddiana de Acacia tortilis predomina en las zonas más áridas. A medida que se eleva la pluviometría la sustituyen otras acacias como A. senegal y A. laeta, mientras que A. seyal prefiere los suelos más pesados, y zonas pobladas de Commiphora africana y Ziziphus mauritiana. En las zonas caracterizadas por una pluviometría aún más elevada empiezan a dominar las Combretáceas, con Anogeissus leiocarpa, Combretum glutinosum, C. micranthum y Guiera senegalensis. Los bosques que les siguen contienen Isoberlinia doka, Pterocarpus erinaceus, Daniellia oliveri y Khaya senegalensis y pueden, en las zonas más húmedas, formar macizos cerrados, mientras que, finalmente, aparecen en la Casamance del Senegal, especies más propias del bosque higrofítico tropical, como Daniellia ogea y Erythrophleum ivorence.»

La característica de muchas zonas, es un bosque muy afectado por actividades humanas en el que se aprecian, especialmente por su fruto, algunas especies que han quedado después de desmontar el resto del bosque para cultivarlo, dejando así un espacio de sabana. En las partes más áridas, las principales especies de ese bosque «antropogénico» son Adansonia digitata - el baobab -Acacia albida, mientras que Vitellaria paradoxa (Butyrospermum paradoxum), Parkia biglobosa y Tamarindus indica pueblan extensas áreas en las partes más húmedas de la región.

Algunas formaciones vegetales no se encuentran más que en condiciones muy particulares, como las subespecies nilotica y tormentosa de Acacia nilotica en las zonas inundadas en ciertas temporadas, y los manglares (Rhizophora, Avicennia) en las zonas inundadas periódicamente de agua salada o salobre.

Cabe también mencionar los bosques de palmeras «doum» (Hyphaene thebaica) y de «ronier» (Borassus aethiopium). Aquellos son característicos de los cursos intermitentes de agua y de las orillas de ríos que atraviesan zonas particularmente áridas, mientras que los segundos suelen estar preferentemente en zonas más húmedas.

La superficie total de vegetación leñosa natural en los cinco países antes mencionados figura en el Cuadro 1. Obsérvese que algunas partes están al sur de la isoyeta de 1000 mm y que en rigor no pertenecen a la región semiárida. El cuadro contiene también algunas estimaciones de la FAO (1981) de las formaciones arbóreas que se talan anualmente. El total de los cinco países es 0,67 por ciento, que parece más bien poco. Ciertamente la reducción anual de superficie arbolada es mucho mayor en las zonas densamente pobladas. Por ejemplo, en Burkina Faso, Ouadba (1983), comparando fotos aéreas de 1958 con las de 1979, ha estudiado la extensión de cubierta forestal y la de tierra destinada a otros usos en una parcela experimental de 8 000 ha situada a 50 km de Ouagadougou (ver Cuadro 2). La vegetación forestal natural desapareció casi por completo en los 21 años comprendidos entre esas fechas y fue reemplazada por superficies cultivadas y barbecho breve.

CUADRO 1. Zonas de vegetación leñosa natural estimadas a fines de 1980

Países

Arbolado1

Matorral y barbechos

Desmonte anual1

Monte abierto árido2

(miles de ha)

Burkina Faso

7200

14700

60


Malí

8800

17300

40


Niger

2900

11900

60


Senegal

11 045

14 160

49


Chad

13 500

24 050

80


Africa occidental

43445

82110

289


Botswana

32560

52560

30

51900

Etiopía

27 150

62 450

10

70 500

Kenya

2 360

40 465

20

46 300

Malawi

4271

4651

150

1 000

Somalia

9 050

62 100

10

60 900

Sudán

47650

146250

500

127000

Rep. Unida de Tanzanía

42040

59950

120

54100

Zambia

29510

40310

30

23200

Zimbabwe

19 900

20 800

70

38 000

Africa oriental y meridional

214 581

489 526

940

472 900

CUADRO 2. Superficie de la cubierta vegetal y de las tierras destinadas a otros usos, como porcentaje de la parcela examinada en Burkina Faso

Destinación de la tierras

1958

1979

(porcentaje)

Tierra cultivada y barbecho breve

0,2

72,3

Barbecho de matorral

15,6

22,4

Vegetación natural (bosque)

73,9

1,4

Otros tipos

4,3

3.9

Total

100

100

Fuente: Ouadba, 1983.

CUADRO 3. Bosques reservadas por el sector público en cinco países del Africa occidental (1980)

País

Superficie (km2)

Burkina Faso

7 270

Chad

4 500

Malí

11 307

Níger

2 118

Senegal

13 550

Total

38 745

Fuente: Jackson et al., 1983.

CUADRO 4. Desglose de los precios al por mayor de la leña apilada

Concepto

Precio por estéreo1(CFAF)

Salario de los leñadores

610

Fondo rotatorio de la cooperativa

200

Impuesto forestal

300

Fondo de gestión del bosque

500

Total

1 610

1 estéreo = 1 m³.

Africa oriental y meridional

En su informe The management of the natural forests in the arid and semi-arid zones of East and Southern Africa, Wormald (1984) examina los siguientes países: Botswana, Etiopía, Kenya, Malawi, Somalia, Sudán, la República Unida de Tanzania, Zambia y Zimbabwe. Excluyendo los bosques más húmedos de miombo, Wormald divide la superficie restante en dos tipos principales de vegetación: «En el norte, Etiopía, Somalia y Kenya, así como en la República Unida de Tanzania y la Somalia-Masai [predominan] arbustos y maleza de Acacia y Commiphora. Entran en esa clasificación Acacia tortilis, A. sayal, A. nilotica, A. senegal, A. albida, A. xantophloea, A. mellifera, A. drepanolobium, A. etbaica, A. reficiens, así como las especies de Commiphora que incluyen C. molmol, del que en Somalia se extrae mirra y varias especies de Combretum; finalmente Adansonia digitata, Terminalia brownii y T. prunicides.

En el sur [predomina] la vegetación miombo con Brachystegia spiciformis, B. longifolia, B. boehmii, B. microphylla, Pterocarpus angolensis, Julbernardia peniculata, J. globiflora, Afzelia cuanzensis, Burkea africana, especies de Commiphora, especies de Combretum, Pericopsis angolensis y Dalbergia melanocylon.»

Las formaciones arbóreas en los nueve países estudiados por Wormald en 1981 cubrían 215 millones de ha (FAO, 1981). Una parte es ciertamente demasiado húmeda para calificarla de árida o semiárida. De todos modos, comparando las cifras de la FAO relativas a formaciones leñosas con las referentes a tierras áridas arboladas en los nueve países incluidos en el estudio de Wormald, se halla que la cifra total de las primeras es muy próxima a la cifra total dada por Wormald, aunque haya algunas diferencias en cada país.

Según la FAO (1981) casi un millón de ha (0,44 por ciento) de dichas formaciones se talan anualmente. Al igual que en el Africa occidental, puede deducirse que el desmonte está desigualmente distribuido, concentrándose sobre todo en las zonas más pobladas o cercanas a centros urbanos. Como ejemplo pueden citarse los bajíos al sur de Addis Abeba, donde en el curso de los últimos 20 años la sabana boscosa de acacia se ha transformado en monte abierto con árboles dispersos. En este caso la causa del desmonte es una combinación de corte para leña y sobrepastoreo (Peterson Ole, comunicación verbal).

Ordenación de bosques naturales

El interés por conservar y ordenar los bosques naturales del Africa occidental se remonta a la época colonial, cuando la parte boscosa se «reservó» para el Gobierno. Según Jackson et al. (1983), hacia 1980 la superficie de bosques catalogados (forêts classées) en cinco países del Africa occidental era equivalente al 9 por ciento de la superficie boscosa total (ver Cuadro 3). A estas superficies se les debe añadir las zonas mucho mayores destinadas a parques nacionales o reservas de caza.

La intención era que los respectivos gobiernos conservaran, ordenaran y utilizaran esos bosques reservados. No obstante, a pesar del interés declarado por ordenar los bosques naturales, en la mayoría de los casos ese interés no pasaba de ser un concepto teórico. Algunos obstáculos al desarrollo de la ordenación de bosques naturales se heredaron de los gobiernos coloniales: son, simplemente, los anticuados métodos y puntos de vista. El personal forestal sigue ocupándose casi exclusivamente de criar plantones en viveros para los numerosos programas de reforestación y plantación. En cambio, los bosques naturales han quedado supeditados a una mentalidad proteccionista. La corta de árboles vivos sigue siendo ilegal en la mayoría de los países, con lo que en muchos montes predominan árboles extramaduros. Al mismo tiempo, se impide que se renueven al autorizar el pastoreo irresponsable.

Cuando se emprendieron actividades de conservación, casi siempre se concentraron en los bosques nacionales muy depauperados, descuidando por completo las partes que se encuentran en estado relativamente bueno. Errado, porque muchos de los montes más degradados de Africa son «estables» en ese estado; los medios que se invierten en reforestación estarían mejor empleados si se dedicaran a la ordenación de los bosques y tierras arboladas más o menos intactos, susceptibles de ser ordenados para que produzcan madera y otros productos animales o vegetales de manera sostenida.

En su estudio de los nueve países de Africa oriental y meridional, Wormald (1984) concluyó que «casi ningún bosque público o comunitario está ordenado. Incluso en las reservas forestales la ordenación no es intensiva y apenas implica algo más que quemas tempranas en los bosques de miombo y teca y algunas patrullas para contener el pastoreo y el avance de los cultivos». El único caso de ordenación más intensiva que cita Wormald es la producción de goma arábica, casi siempre de Acacia senegal, en el Sudán. Recientemente se han iniciado algunas actividades, más que nada para la ordenación de la fauna silvestre; de todos modos puede decirse que en la región todavía se practica sólo un mínimo de ordenación de bosques naturales.

Ramaje ligero desparramado por el suelo para que lo descompongan los termes

Inspección de plantones en una región baldía del bosque de Guesselbodi

La lucha contra los incendios es muy importante en e/ proyecto de ordenación forestal de Nazinon

Renuevos de Combretum nigricans previamente desmochado

Guardia montada en camello del bosque de Guesselbodi

En contraste con este cuadro negativo, algunos progresos indican las grandes posibilidades que existen si los montes naturales del Africa occidental semiárida se ordenan sostenidamente para obtener utilidades, siempre que las actividades sean planeadas y ejecutadas en estrecho contacto con la población local. A continuación figura una descripción breve de tres de esos casos ejemplares.

Bosque de Guesselbodi, Níger

El bosque de Guesselbodi, donde la precipitación anual es de unos 700 mm, está situado en Níger, a 25 km al este de Niamey. En 1981 se inició la ordenación de 5 000 ha de matorral que se habían depauperado mucho en años anteriores por la extracción de leña, sobrepastoreo, incendios y la consiguiente erosión. Según fotos aéreas tomadas en 1950 y 1979, en ese período desapareció del 40 al 60 por ciento de la cubierta vegetal.

La estrategia de la ordenación se basó en el concepto de que la población local participaría y que los campesinos obtendrían del bosque los ingresos necesarios para asegurar la continuidad de las actividades. El plan de ordenación, vigente desde 1983, dividía el bosque en diez parcelas de 500 ha cada una. Cada año se explota y se trata una de ellas, estableciéndose una rotación de diez años, exactamente el tiempo que necesitan las especies dominantes después de desmochadas (principalmente las del género Combretum) para alcanzar un tamaño que permita explotarlas nuevamente.

Se talan todos los árboles de más de cierto diámetro (3 cm para Guiera senegalensis, y 4 cm para todas las otras especies de Combretum) y la madera clasificada comercialmente como leña se apila a un lado del camino para la venta. El ramaje más menudo se desparrama en lugares baldíos donde los termes lo descomponen y mezclan con la tierra, mejorando las condiciones del suelo y su contenido de materia orgánica, así como su capacidad para infiltrar agua. Ese ramaje suelto sirve además para capturar hojas arrastradas por el viento. Esas medidas, combinadas con otras montones de piedras o arena, árboles o hierbas plantadas en semicírculo - crean un microambiente apropiado para el crecimiento de plantas.

Las zonas así tratadas se protegen durante tres años contra el pastoreo que después se autoriza en determinadas condiciones. También se permite cortar hierba para pienso en ciertos momentos del año.

Este sistema de ordenación conduce a una producción sostenida y aún aumentada, económicamente viable para la población circundante, que puede llevarla adelante en su propio interés. La mayor parte de los costos - extracción, medidas contra la erosión, protección, etc. - queda cubierta por los ingresos que reporta la venta de leña, o la concesión de permisos para apacentar ganado, para cortar hierba para pienso, cultivo, caza, etc. La explotación del bosque de Guesselbodi será pronto sostenible y sólo necesita seguimiento para mejorar aún más los métodos y la renta.

Bosque de Nazinon, Burkina Faso

Las actividades comenzaron en 1986. El bosque de Nazinon está situado de 90 a 120 km al sur de Ouagadougou, en un área en que la precipitación anual es de 800 a 900 mm. Cubre 25 000 ha divididas para su ordenación en secciones de 2 000 a 4 000 ha. Cada una de éstas se subdivide en 20 parcelas, de las cuales se explota una cada año, con lo que la rotación es de 20 años.

De acuerdo con las normas adoptadas se corta sólo el 50 por ciento del volumen en estado de ser cosechado, dejando deliberadamente ejemplares vigorosos y bien formados de algunas especies que tendrán más valor en el porvenir.

La madera se vende a particulares que la llevan a Ouagadougou para venderla. Pagan 1 610 francos CFA por estéreo (1 m³) de madera apilada, como se indica en el Cuadro 4 (pág. 10).

La cantidad recibida cubre, por consiguiente, todos los costos, incluso el de gestión del bosque. El fondo de gestión del bosque se usa para sufragar los gastos en que se incurra para la capacitación de los campesinos o para prácticas silvícolas como siembra directa de zonas degradadas por haberlas desmontado para el cultivo, etc. Se han sembrado directamente especies indígenas, con mucho éxito, en más de 2 000 ha, algunas densamente pobladas de hierba. Se están investigando los efectos de los sistemas de corta que actualmente se aplican y de las operaciones silvícolas. El problema técnico más grave es el de los incendios forestales. Una solución posible es practicar quemas precoces controladas, pero es necesario investigar más a fondo este asunto.

Cazadero de Nazinga, Burkina Faso

El cazadero de Nazinga está dentro del grupo de bosques naturales del sur del país, donde la precipitación es aproximadamente de 900 mm anuales. El cazadero tiene una extensión de 940 km² y su centro está a 200 km al sur de Ouagadougou.

Después de varios años de planificación, en 1979 se inició la ejecución de este proyecto. La idea era mejorar la situación ecológica de la fauna construyendo abrevaderos permanentes, combatiendo los incendios y reprimiendo la caza furtiva. El trabajo estaría a cargo de la población local que se repartiría las utilidades de la caza reglamentada.

Pronto se vieron los resultados. La fauna casi se duplicó entre 1983 y 1989, año en que había casi 500 elefantes, 300 búfalos, 5 000 jabalíes y casi 7 000 antílopes. Paralelamente aumentó el turismo. En la temporada de 1988/89 visitaron el cazadero 2 500 personas.

En 1988 dio comienzo la caza: por un lado, entresaca (a cargo del personal del proyecto) y venta de la carne; por otro lado, cacerías (safaris) para turistas. La primera temporada de caza (diciembre de 1988-junio de 1989) reportó utilidades brutas de 135 000 dólares, de los cuales el 45 por ciento procedía de la venta de casi 20 toneladas de carne, 37 por ciento de las cacerías y el 18 por ciento del turismo fotográfico. Después de deducir los gastos quedaron 37 000 dólares de utilidades netas.

Durante el mismo período más de 80 biólogos hicieron diversos estudios y rindieron más de 150 informes sobre suelos, producción y consumo de vegetación, dieta de los ungulados, preferencias de hábitat, composición de las canales, reproducción, etc.

Es de esperar que el cazadero de Nazinga siga reportando beneficios a la población local, así como experiencia y datos experimentales aplicables a casos análogos en el Africa occidental y en otras partes (NdR: véase el artículo sobre el programa CAMPFIRE de Zimbabwe en la pág. 20.)

De lo dicho antes se deduce claramente que hay varios requisitos previos para poder proteger y ordenar los bosques naturales del Africa semiárida de modo que rindan beneficios indefinidamente. Un primer paso sería definir con claridad los linderos del bosque; en muchos casos los límites que originalmente tenían los bosques naturales nacionales ya no tienen sentido porque grandes extensiones han sido dedicadas a otros usos. Al proceder a esa demarcación conviene determinar cuáles son las zonas más apropiadas para su ordenación sostenible asignándoles un orden de precedencia. Además de preparar el plan general de uso de la tierra es necesario planear el del de cada aldea, señalando las zonas dedicadas al cultivo, a bosque, a pastos, etc. Conviene especificar claramente los derechos de propiedad, usufructo, etc. Así lo hizo, por ejemplo, el Gobierno de Níger en 1990 al conceder a las comunidades aldeanas derechos de usufructo y gestión de los bosques locales siempre que se aprueben planes de ordenación (ARD, 1991).

Los planes de ordenación han de hacer que sea claramente provechoso para la gente del lugar manejar y explotar el bosque de manera sostenida. Esto exige participación local en la fase de planeación, tanto como en la de ejecución.

En tercer lugar, para evitar que la agricultura circundante traslape el bosque, se debe ayudar a los agricultores a mejorar sus métodos para que puedan sostener e incluso aumentar el rendimiento de sus actuales parcelas.

Evidentemente, para llenar esos requisitos y poder proteger y explotar sostenidamente los bosques naturales, es necesario acopiar considerable información. A continuación se explica lo que se necesita investigar.

Aspecto de la investigación

La investigación silvícola tiene una larga historia en el Africa árida y semiárida. Sin embargo, casi todo lo hecho estaba relacionado con la aclimatación de diferentes especies, más bien que con los bosques naturales. Por ese motivo los gestores e instructores que hayan de trabajar en la ordenación de bosques naturales contarán con información escasa, o deberán recurrir a peligrosas extrapolaciones de textos silvícolas europeos o americanos que pudieran tener muy limitada aplicación en las condiciones reinantes en Africa.

Algunos de los aspectos que más urge investigar son: el valor que tienen para la población los productos de los bosques naturales como leña, madera para construcción y otros usos, alimentos, piensos, fibras y substancias farmacológicas; métodos de ordenación y posibilidades de influir en los productos mencionados; factores que influyen en la explotación como monte bajo y en la producción; factores que influyen en la producción de semillas, en la regeneración y posibilidades de mejorar la cubierta forestal y su composición mediante siembra directa y plantación; importancia de los incendios y posibilidades de aprovecharlos; métodos de corta y acarreo apropiados para las zonas áridas; ordenación de la fauna; maneras de hacer inventarios para determinar y evaluar los bosques naturales y para planificar su ordenación.

Premio IDEA

John Heermans, coautor de este artículo, junto a una pila de madera extraída del bosque de Guesselbodi

John Heermans, uno de los autores de este artículo y Sani Siddi, su contraparte en Níger, fueron distinguidos en 1990 con el Premio IDEA por su labor en el Proyecto Forestal de Guesselbodi, en Níger. Otorga el mencionado premio la Innovation for Development Association (IDEA), sociedad creada para estimular en el Tercer Mundo innovaciones que impulsen el desarrollo técnico y económico tomando al mismo tiempo en cuenta los aspectos sociales y ecológicos. Financian sus actividades la Fundación Sven and Dagmar Sahlén y la Oficina Central Sueca para la Ayuda Internacional

La lista anterior no es exhaustiva, pero basta para dar idea de la multitud de problemas que se plantean en conexión con la ordenación de bosques naturales. Conviene añadir que la falta de información específica no justifica retrasos en la aplicación de medidas de ordenación. Por el contrario, las actividades deben comenzar inmediatamente y deben ser armonizadas con el trabajo práctico.

Se ejemplifica una estrategia que permite llevar adelante paralelamente actividades de ejecución y de investigación:

· Localizar los bosques naturales existentes mediante imágenes de satélite y fotos aéreas, si las hay.
· Determinar qué zonas son de más evidente utilidad para los pobladores, y estudiar qué valor tienen realmente para ellos.
· Redactar un plan de ordenación en cooperación con la población local.
· Instruir y organizar a los pobladores e iniciar la ejecución y seguimiento.
· Iniciar ensayos experimentales de otros métodos socioeconómicos, biológicos y técnicos. Las zonas en que se lleven a cabo los ensayos dependerán de los problemas que se presenten en el curso de las actividades de ordenación.

Si la ordenación ya estuviera en marcha, se deben agregar actividades de seguimiento e investigación que faciliten la busca de mejores métodos.

Las investigaciones relacionadas con la ordenación de bosques naturales se pueden llevar a cabo por lo menos en tres planos diferentes. Primero, en el marco de los proyectos de desarrollo que se estén llevando a cabo en este terreno. Segundo, los casos en que un proyecto determina qué investigaciones son necesarias pero las lleva a cabo una organización diferente, por ejemplo un instituto o universidad nacional o de otro país. Tercero, confiarlos a otra institución independiente.

En el primer caso el presupuesto del proyecto proveerá los fondos necesarios. En los otros dos, habrá que buscarlos separadamente.

Conclusion

Los bosques naturales del Africa semiárida están desapareciendo rápidamente pero, salvo unos cuantos casos en el Africa occidental, poco se ha hecho para ordenar esos bosques de modo que su rendimiento sea sostenido o aumente. Sin embargo, los resultados de esos experimentos demuestran claramente que tienen un potencial de producir indefinidamente para beneficio de la población local.

La falta de datos e información acerca de la composición, recursos maderables, biología, técnicas de mejoramiento, etc., de los bosques áridos y semiáridos no debiera impedir que se inicien inmediatamente actividades de ordenación. Por el contrario, la investigación deberá combinarse con el trabajo práctico. De no hacerlo así, se corre el peligro de que para cuando la investigación haya dado resultados útiles, ya no existan esos bosques.

Bibliografía

ARD (Associates in Rural Development). 1991 A conceptual approach to the conservation and management of natural forests in sub Saharan Africa. Wáshington, D.C., USAID.

Clément, J. 1982. Estimation des volumes et de la productivité. données concernant les pays de l'Afrique francophone au nord de l'Equateur et recommandations pour la conduite de nouvelles études. Nogent-sur Marne, CTFT.

FAO. 1981. Recursos forestales del Africa tropical. Parte I: síntesis regional. Proyecto de evaluación de los recursos forestales tropicales. 108 págs.

Jackson, J.K., Taylor, G.F. y Condé-Wane, C. 1983. Management of the natural forest in the Sahel region. OECD/CILSS. 94 págs.

Heermans, J. 1991. Natural forest management in the Sahel. Forests, Trees and People Newsl., N° 11.

Lawry, S. 1990. Tenure policy toward common property natural resources in sub-Saharan Africa. Nat. Resour. J., University of New Mexico School of Law.

Niamir, M. 1990. Herders' decision-making in natural resources management in arid and semi-arid Africa. Roma, FAO.

Ouadba, J.M. 1983. Essai d'analyse diachronique de l'occupation du sol en Haute-Volta par photo-interprétation et télédetection. (Tesis doctoral 3er ciclo.) Toulouse, Université Paul Sabatier. 262 págs.

Renees, G. y Coulibaly, S. 1988. Etude de la capacité de régénération naturelle et de la productivité des forêts naturelles au Burkina Faso. 43 págs.

Wormald, T.J. 1984. The management of the natural forests in the arid and semi-arid zones of East and Southern Africa. Informe presentado a la AOD. 60 págs.


Página precedente Inicìo de página Página siguiente