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Agrosivicultura en las zonas tropicales semiáridas

R.J. Vandenbeldt

Rick J. Vandenbeldt es Jefe de Grupo de Winrock F/Fred, Bangkok, Tailandia. Este artículo ha sido parcialmente extraído de K.G. MacDicken y N.T. Vergara, eds. Agroforestry classification and management. Nueva York, Wiley, 1990.

Las primeras publicaciones sobre agrosilvicultura despertaron considerable interés y, como consecuencia, se emprendieron numerosas actividades de desarrollo, muchas insuficientemente planeadas, o sin el respaldo de adecuadas investigaciones, o iniciadas en momentos poco oportunos, por lo cual los resultados fueron muy desiguales. Este artículo examina las técnicas agrosilvícolas apropiadas para las zonas tropicales semiáridas y presenta algunas propuestas que pudieran facilitar su aplicación.

El medio ambiente de las zonas tropicales semiáridas

Las zonas tropicales semiáridas (ZTS) tienen un superficie de 20 millones de km². Kampen y Burford (1980) han calculado que en ellas viven alrededor de 700 millones de personas, casi la mitad en la India. Es indudable que en los 11 años transcurridos desde la fecha de la publicación, esa población ha aumentado, tal vez en no menos de un 50 por ciento. Las ZTS cubren la mayor parte del Africa occidental, oriental y centro-meridional, gran parte de la India, el nordeste de Myanmar, el nordeste de Tailandia y el norte de Australia, así como grandes extensiones de México, y del centro y el este de América del Sur. El ambiente de las ZTS se caracteriza por una elevada demanda de agua atmosférica, una elevada temperatura media anual (>18 °C); y una escasa y variable precipitación anual (400 1 900 mm) (Swindale, 1982). El clima es en la mayoría de los casos de tipo monzónico, con más del 90 por ciento de la lluvia en el período abril-octubre en el hemisferio septentrional, y octubre-abril en el hemisferio meridional. Este artículo se concentra en la agrosilvicultura practicada en las zonas tropicales semiáridas secas, es decir, en las zonas en que la precipitación es más abundante que la evapotranspiración potencial durante menos de 4,5 meses del año.

Sistemas agrosilvicolas para las zonas tropicales semiáridas

Sistemas de sabanas

Aunque no se ha calculado con precisión, es probable que el sistema de sabanas caracterizado por árboles maduros dispersos en campos cultivados sea el tipo de uso de la tierra más común en el Africa subsahariana. En toda la zona sudanosaheliana del Africa occidental, se cultiva la tierra bajo una cubierta arbórea de densidad variable. Es muy posible que algunos de los sistemas de sabanas más antiguos sean vestigios de sistemas precoloniales de cultivo intensivo con empleo de insumos en cantidades inusitadas hoy día en esta región (Hervouet, 1991).

La capacidad de esos sistemas de cultivo en dos niveles para acrecentar la producción ha sido objeto de muchos estudios en estos últimos 20 años en el Africa occidental y, en menor medida, en la India. Los sistemas que han recibido más atención son la asociación de Prosopis cineraria con mijo, aplicada en la parte oriental del Rajasthan, India (Mann y Saxena, eds., 1980) y las de Faidherbia albida con cereales, que se emplean en todo el Sahel y en Africa oriental (fotos 1 y 2).

Muchos autores han verificado el efecto estimulante de esas especies, particularmente de F. albida, sobre los cereales que crecen debajo de ellas. Se ha calculado un aumento de rendimiento de hasta en 100 por ciento por comparación con los mismos cereales sembrados en campo abierto (CTFT, 1988). Si bien ese efecto se suele atribuir a que las condiciones del suelo son mejores debajo de los árboles gracias a la hojarasca, pruebas recientes indican que en realidad gran parte de esa fertilidad pudiera ser anterior al árbol (Geiger et al., en prensa). Hay además indicios de que las plantas cultivadas medran mejor donde la temperatura del suelo y del follaje es más baja, es decir, en la semisombra del árbol, que pierde las hojas al comenzar la temporada de las lluvias (Vandenbeldt y Williams, en prensa).

Aunque no hay datos que permitan hacer una comparación del rendimiento de P. cineraria asociada con cereales como se practica en la India, parece que también el rendimiento es superior bajo los árboles (Mann y Saxena, eds., 1980). Algunos datos indican que el poco común sistema radicular del árbol impide que compita con las plantas cultivadas. Muthana et al. 1984) excavaron un árbol de P. cineraria de 20 años a una profundidad de 7,5 m; las raíces laterales no alcanzaban a separarse ni un metro del tronco. La costumbre de podar anualmente los árboles poco después de recogida la cosecha para aprovechar el forraje garantiza que la copa nunca se ensanche lo suficiente para que su sombra perjudique a las cosechas subsiguientes.

A pesar de que este tipo de sistema tradicional es provechoso, resulta difícil mejorarlo o implantarlo en otras partes, por dos razones; la primera, que otras especies arbóreas compiten mejor que éstas con los cultivos; la segunda, que siempre se ha tropezado con dificultades al tratar de establecer sistemas de este tipo en zonas en que los campesinos no estén ya acostumbrados a ellas.

No hay noticias de que existan otras especies además de P. cineraria y F. albida capaces de incrementar el rendimiento de plantas cultivadas bajo su copa. En realidad, Prajapati et al. (1971) observaron el efecto contrario de Prosopis juliflora situada cerca de un campo cultivado. Las raíces de esos árboles penetraban 30 m en el campo cultivado y reducían en un 80 por ciento el rendimiento del sorgo que crecía a una distancia menor. Es fácil observar pérdidas análogas de rendimiento con casi todas las especies arbóreas que crecen en campos cultivados de las ZTS. No obstante, en algunos casos, por ejemplo el de Parkia biglobosa asociada con cereales de la zona occidental sudanesa, la reducción de la cosecha queda compensada con creces por lo que producen los árboles.

Una manera de disminuir la mencionada competencia es limitar las dimensiones de la copa. Mann y Saxena ( 1980) (citando a Paroda y Muthana) dijeron que el rendimiento de frijol mango se sextuplicaba cuando crecía bajo ejemplares de Acacia tortilis de 12 años. Singh et al. (1986) demostraron la importancia de podar intensivamente los árboles que compiten con los cultivos. Si bien las parcelas en que se cultiva sorgo bajo Leucaena leucocephala a intervalos de 2 x 6 m rinden la mitad del sorgo que producen las parcelas sin ningún árbol, ese rendimiento es todavía diez voces mayor que el obtenido bajo árboles poco podados. Por consiguiente, la poda permite ensanchar la gama de especies apropiadas para los sistemas de sabanas y las ramas superfluas se aprovechan como fertilizante orgánico, cobertura, forraje, leña, etc.

Sistema agroflorestal de sabanas en Níger (arriba, con Faidherbia albida) y Rajasthan, India (abajo, con Prosopis cineraria) durante la estación seca. En Níger se poda frecuentemente para forraje a los árboles de P. cineraria mientras que los de F. albida raramente se podan. Obsérvese también en el ejemplo de Níger el residuo de la cosecha. En cambio, en la India, los residuos se retiran casi siempre del campo para darlos como pienso a los animales

Sistema agroflorestal de sabanas en Níger (arriba, con Faidherbia albida) y Rajasthan, India (abajo, con Prosopis cineraria) durante la estación seca. En Níger se poda frecuentemente para forraje a los árboles de P. cineraria mientras que los de F. albida raramente se podan. Obsérvese también en el ejemplo de Níger el residuo de la cosecha. En cambio, en la India, los residuos se retiran casi siempre del campo para darlos como pienso a los animales

Las tentativas de establecer cultivos por el sistema de sabana plantando árboles en una extensa cuadrícula no han tenido éxito. Esto es debido al crecimiento desigual y lento de los árboles, o a la falta de interés de los campesinos. Más éxito han tenido algunos casos de regeneración natural en que se dieron incentivos a los campesinos para que protegieran los arbolitos que fueran apareciendo en sus campos (Sumberg, 1990). Sin embargo, de ese modo hay menos posibilidades de elegir la variedad, la localización de los plantones y su espaciamiento. Dado lo mucho que varía el suelo en pequeñas superficies, como se observa en algunas ZTS, sería preferible localizar en los campos las «islas de fertilidad» para plantar en ellas especies aceptadas por la población local (foto 3). Sin duda esta ha de preferir el crecimiento rápido y la elevada tasa de supervivencia, que atraerá a los campesinos, y no será necesario proteger durante mucho tiempo a los arbolitos jóvenes. Otra posibilidad sería la de introducir cosechas comercialmente más valiosas en el microambiente que se crea bajo la sombra de ejemplares maduros de F, albida y P. cineraria.

Rompevientos

En las zonas templadas semiáridas de América del Norte, Europa y Asia se usan desde hace mucho tiempo filas de árboles a modo de rompevientos que protejan los cultivos y los suelos de los daños que ocasionan los vendavales y la erosión eólica. Más recientemente, se ha demostrado que también en las partes más secas de las ZTS, y concretamente en el Africa subsahariana, los rompevientos sirven para incrementar la producción agrícola.

Los pocos estudios críticos que se han hecho en las ZTS confirman que, al igual que en las regiones semiáridas templadas, el rendimiento aumenta en los cultivos situados detrás de rompevientos. En el norte de Nigeria, Ujah y Adeoye (1984) establecieron que, por término medio, el rendimiento del mijo detrás de rompevientos de Eucalyptus camaldulensis aumenta en un 14 por ciento. En la zona árida de la India, Sur (1986) determinó, en un período de seis años, un aumento medio del 21 por ciento del rendimiento de caupí. El-Kakany (1990) comunicó que en Egipto, donde hay más de 100 000 ha de tierra labrantía protegida por rompevientos, el rendimiento del algodón aumentó en un 36 por ciento, el del trigo en un 38 por ciento, el del maíz en un 47 por ciento y el del arroz en un 10 por ciento. En el centro de Níger, en el valle de Majjia, según indican dos estudios diferentes (Vandenbeldt, 1990) rompevientos consistentes en dos filas de Azadirachta indica separadas 100 m entre sí dan lugar a un aumento del rendimiento del 20 por ciento.

El vivo interés que despertaron esos experimentos ha dado lugar a que, a fines del decenio de 1980, se prestara más atención que antes al establecimiento de rompevientos en los proyectos de asistencia para el desarrollo ejecutados en el Africa occidental. Los resultados fueron variados. Uno de los principales problemas fue el desigual crecimiento de los árboles debido a diferencias de fertilidad del suelo (foto 4); la altura del rompevientos era irregular y su eficacia limitada. Se había confiado demasiado en resultados obtenidos en estaciones experimentales o en casos excepcionales. Un ejemplo es el del proyecto del Valle de Majia en el cual los árboles gozaban de condiciones especiales por ser poco profunda la capa freática. En muchos casos se plantaron los rompevientos perpendicularmente a la dirección de los vientos dominantes, lo cual es ideal desde el punto de vista técnico, pero en la práctica da lugar a falta de equidad en cuanto a la tierra que los campesinos han de ceder para los rompevientos.

También se puede plantear el problema de la rivalidad de los árboles del rompevientos con las cosechas que deben proteger (Vandenheldt, 1988). En un estudio hecho por la Universidad de Ciencias Agronómicas de Bijapur, Karnataka, India, se plantó cártamo a ambos lados de una línea de seis especies arbóreas. Estas, en orden de decreciente competencia, fueron: Acacia nilotica, A. catechu, Eucalyptus camaldulensis, Dalgergia sissoo, Leacaena leucocephala y Causarina equistifolia (G. Radder, Universidad de Ciencias Agronómicas, comunicación personal).

No hay muchas otras maneras de disminuir la competencia subterránea. Para las regiones templadas, Kort (1986) propone podar las raíces cerca del rompevientos hasta una profundidad de 60 cm. Evidentemente, esto no es posible donde no hay tractores potentes. La poda de las copas puede servir para reducir la competencia por la energía solar, siempre que eso no perjudique la eficacia aerodinámica del rompevientos. Eso es lo que se consiguió en el valle de Majjia desmochando una de las dos filas del rompevientos a una altura de 2,5 m. La madera resultante de esa operación fue una fuente de ingresos para la cooperativa que se ocupa del manejo de los rompevientos.

El establecimiento protección y manejo de las plantaciones del valle de Majjia han exigido casi 15 años de esfuerzos y gastos por parte del gobierno de Níger y de las instituciones donantes. En general es difícil que gobiernos e instituciones donantes se comprometan por períodos tan prolongados, en particular para establecer rompevientos. Por consiguiente, es indispensable elegir acertadamente los lugares y plantar sólo variedades que representen una razonable renta respecto de los fondos invertidos. Sería importante investigar más a fondo los procesos ecofisíológicos - favorables y desfavorables que rigen la influencia mutua del rompevientos y la cosecha contigua. En los proyectos referentes a rompevientos es importante mantener a los campesinos bien informados de los costos y los beneficios previstos y cómo repartirlos, al igual que se hace en otras actividades de extensión agrícola.

Otro factor que conviene tomar en cuenta es el efecto del rompevientos sobre la temperatura del aire a sotavento de los árboles. Varios estudios indican que ese aumento de la temperatura, en las zonas áridas y semiáridas, es del orden de 5 a 10°C, que puede bastar para marchitar o chamuscar los cultivos (Guyot, 1967).

Cultivo en fajas

Entre los países e instituciones donantes han despertado vivo interés los resultados obtenidos en zonas tropicales húmedas, en particular por el Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA), por lo que hace al cultivo en fajas (Kong et al., 1984). Al respecto, IITA y el Consejo Internacional de Investigaciones Agroforestales (ICRAF) han establecido en el Africa occidental una red de colaboración con varios programas nacionales.

Falta ver si el cultivo en fajas, que tanto éxito ha tenido en estaciones experimentales, será adoptado sin reservas por los campesinos del Africa occidental, y en particular, por los de la zona sudanesa y más al norte, donde la reducida incidencia de tripanosomiasis permite ya una explotación ganadera extensiva. Las ramitas podadas de los setos se usarán para pienso de estos animales, en competencia con la necesidad de proveer abono verde a los cultivos de la faja, como exige esta nueva técnica. Se han puesto ya en claro las limitaciones que tiene esta técnica donde no hay suficiente agua. En realidad, los setos estrechos, espaciados a las distancias que se recomiendan para las zonas tropicales húmedas y subhúmedas (es decir, 4 m) afectan demasiado a los cultivos de las zonas tropicales semiáridas. Ensayos hechos en la India demuestran que el rendimiento del mijo sembrado en fajas de 3,6 m de ancho de leucaena disminuye desde un 17 por ciento en el primer año a más del 80 por ciento a partir del quinto año (Singh et al., 1989). Eso se debe probablemente a la rivalidad por el agua subterránea .

A pesar de esas limitaciones, la idea de situar y podar debidamente las filas de árboles en las parcelas de los campesinos puede tener aplicación en los sistemas agrícolas de las ZTS (Kong y Vandenbeldt, 1990). Esas barreras vegetales se situarían en los linderos de las parcelas y contribuirían no sólo a delimitarlas, sino también a proporcionar alimento para el ganado. Del mismo modo, si se colocan a lo largo de curvas de igual nivel, debidamente espaciadas, pueden servir para proteger suelos muy expuestos a la erosión. Finalmente, actuando como rompevientos de poca altura pueden contener la erosión eólica e incluso detener parte de las partículas arenosas que arrastra el aire (Renard y Vandenbeldt, 1991).

El futuro papel del cultivo en fajas en las ZTS dependerá del desarrollo de métodos de ordenación que limiten la competencia de los setos con los cultivos, y un mayor empleo de especies gramíneas y leñosas en ellos. Más probabilidades de éxito tiene la técnica del cultivo en fajas si se circunscribe a zonas donde sea segura una precipitación anual superior a 750 mm y cuyos suelos tengan suficiente capacidad para retener el agua.

Sistemas silvopastorales

De los muchos sistemas de cría que se practican en las ZTS, los extremos son: por un lado, aquél en que los animales forman permanentemente parte integrante del sistema del cultivo (como en la India) y se alimentan estabulados, apacentándose sólo como suplemento. En el otro extremo, el de los sistemas nómadas y trashumantes del Sahel, en que los animales se trasladan durante todo el año en busca de pastos 0 se desplazan a gran distancia durante la estación de las lluvias para protección de los cultivos. En ambos casos, el ganado desempeña un importante papel al sostener la fertilidad del suelo con su estiércol. Típico de la India es recoger el estiércol de los establos para extenderlo en el campo. En el Sahel incluso se paga a los pastores para que hagan pernoctar a sus animales en tierra laborable.

Competencia del seto de Leucaena con el cultivo de mijo. A la izquierda hay una barrera de 50 cm de profundidad de polietileno que separa las raíces de Leucaena de las de los cultivos

En ambos sistemas es indispensable equilibrar la cantidad de ganado con la productividad vegetativa del pastizal. No obstante, la mayor parte de los pastizales de las ZTS de Africa y de la India son públicos y accesibles para todo el mundo (Jodha, 1985; Jahnke, 1982) lo cual pudiera estar conduciendo a su declinación irreversible por sobrepastoreo. En tierras de propiedad comunitaria todos piensan en incrementar la manada propia para obtener la máxima utilidad posible inmediatamente. A la larga, ese abuso a nivel individual repercute por igual sobre todos los usuarios, lo cual amortigua la pérdida que en definitiva experimente cada persona. Nadie se siente estimulado a mejorar el pastizal (Jahnke, 1982). En la India esa declinación de los pastizales comunitarios se agudiza al extenderse los régimenes de propiedad privada de los pastizales, que deja a los ganaderos más pobres cada vez menos tierra en que apacentar sus animales (Jodha, 1985).

Es evidente que para hacer frente a la crisis a que se aboca toda la región se deberán introducir cambios substanciales en la política de uso de la tierra y en su aplicación. Mientras tanto, las intervenciones agroforestales - o de cualquier otro tipo serán poco eficaces. Pueden, no obstante, ser útiles en menor escala, como muestran algunos ejemplos de la zona semiárida de Australia (Mott y Reíd, 1985), India (Deb Roy y Pathak, 1983) y en otras partes en que los sistemas pastorales y agropastorales aprovechan el valor alimentario potencialmente excelente de los árboles y arbustos propios de las ZTS (Le Houereou, 1980).

Se podría pensar en cualquier combinación de hierba/árbol/cultivo para producir el máximo posible de forraje en la parcela del campesino, pero eso está fuera del objetivo de este artículo. De todos modos, cabe sugerir algunas ideas. Primero, alguna combinación de árboles forrajeros con cualquier otra vegetación perenne apropiada debe considerarse parte integrante de prácticamente todos los sistemas agroforestales de una ZTS. Como ejemplos se pueden citar el uso de árboles forrajeros en rompevientos o cualquier ordenación de los sistemas de sabanas que produzca vainas o ramitas podadas para piensos. En segundo lugar, los investigadores deben incorporar la búsqueda de maneras de incrementar la producción de piensos en todos sus estudios de sistemas agrícolas. Finalmente, todos los trabajos de investigación y desarrollo a nivel del campesino deben orientarse a idear sistemas de «corta y acarreo» verdaderamente eficaces.

Sistemas mixtos

Dondequiera que haya riego, o en las vegas fluviales en que la capa freática esté cerca de la superficie, se pueden aplicar muchos sistemas agroforestales parecidos a los que tradicionalmente se usan en las zonas tropicales húmedas (Vandenbeldt, 1990). En lugares de esa naturaleza se puede obtener de los árboles el máximo rendimiento durante todo el año aprovechando no sólo sus productos, sino usándolos también como sostén para las parras, setos vivos, habitación, etc.

Apenas se ha estudiado el uso de árboles plantados con algún fin concreto de ordenación agrícola en zonas donde el riego no es posible (Weber y Hoskins, 1983). En las ZTS se usan mucho setos de materia vegetal, bien sea viva, 0 bien en forma de ramaje espinoso cortado. Del mismo modo, se pueden aprovechar todos los linderos plantando árboles o arbustos que sirvan para alimento del ganado y para otros usos. En las aldeas del Sahel se suelen plantar barreras vegetales que delimitan las cañadas para paso del ganado. Los árboles pueden desempeñar un importante papel en la estabilización de las orillas de ríos, arroyos y canales, así como en trabajos de conservación de suelos cuando se plantan a lo largo de curvas de igual nivel, o simplemente, para sombra. Los árboles sirven también para colmar las lagunas que puedan quedar en los sistemas agrícolas; en efecto, permiten aprovechar terrenos que normalmente quedarían baldíos.

Los árboles y arbustos de las ZTS son potencialmente útiles como forraje, y deberían formar parte de los sistemas pastorales y agropastorales

Conclusion

El escaso éxito (incluso el fracaso) de muchos proyectos de desarrollo agrosilvícola llevó a algunos autores a poner en duda que las intervenciones de ese tipo puedan ejercer algún efecto positivo (Kessler y Breman, 1991). El desaliento puede deberse a que quienes planificaron dichos programas esperaban demasiado de sus intervenciones. La experiencia demuestra que la agrosilvicultura no es panacea para las TSA, como tampoco lo es ninguna otra tecnología.

Se obtendrán mejores resultados cuando se piense en la agrosilvicultura como una más de las muchas herramientas a que pueden recurrir los investigadores y los trabajadores agrícolas y forestales. Para que tengan verdadero éxito, las técnicas agroforestales deben aplicarse a una gama limitada de problemas y productos, y en el porvenir habrá que idearlas de forma que engranen perfectamente con las realidades, necesidades y limitaciones de la agricultura. El componente forestal de la disciplina ha de hacer resaltar que cualquier especie arbórea cualquier especie de planta - tiene exigencias muy concretas en cuanto a ubicación. Cuando éstas no son satisfechas, se retrasa el crecimiento de los árboles, con lo que se anulan los beneficios que se buscaban. Análogamente, la parte agronómica de la disciplina tiene que destacar las numerosas posibilidades de mejorar todo sistema de cultivo, que deben ser tomadas en cuenta junto con (o incluso en lugar de) las intervenciones agroforestales.

En Maharastra, India, especies arbóreas que fijan nitrógeno sirven de apoyo a la pimienta betel (Piper betel) cultivada

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