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Armonizar el medio ambiente con el desarrollo sostenible

P.J. Mahler Asesor especial del Director General de la FAO y Subdirector General para el Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible

Entrevista con P.J. Mahler Asesor especial del Director General de la FAO y Subdirector General para el Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible realizada por Stephen A. Dembner redactor de Unasylva.

Unasylva. Señor Mahler; la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), que se celebrará en Rio de Janeiro el próximo mes de junio, centrará la atención de todo el mundo sobre la necesidad de armonizar el medio ambiente con el desarrollo sostenible. ¿Podría usted resumir; para los lectores de Unasylva, los problemas que la FAO considera c laves y cuáles son las perspectivas al respecto?

Mahler. Empecemos por decir que la FAO es una de las principales organizadoras de la CNUMAD, en cuya preparación participa el sistema de las Naciones Unidas, sus países miembros, sus organismos especializados y muchas organizaciones no gubernamentales. En realidad, no será la primera conferencia de las Naciones Unidas sobre el ambiente, ya que en junio de 1972 se celebró en Estocolmo una conferencia sobre el «ambiente humano». De resultas de ella se instituyó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y muchos gobiernos crearon ministerios del medio ambiente. En Estocolmo se evidenció una creciente y difusa percepción de la importancia de los problemas ambientales, y se pensaba que sería posible resolverlos con ayuda de nuevos mecanismos institucionales. No obstante, en los últimos años se ha visto cada vez más claramente que los problemas del medio ambiente y el desarrollo, sus dimensiones y su complejidad se plantean a una escala que no se preveía en 1972. En ese período hubo varias crisis alimentarias y energéticas; se empezó a percibir el peligro de un cambio de clima en todo el mundo y se acentuaron las tendencias a la degradación al agotamiento y a la contaminación de los recursos naturales. Hay más de 600 millones de personas malnutridas y más de 1000 millones de indigentes... Al enfrentarse con esas crisis, los gobiernos se dieron cuenta de que todos los problemas se relacionan entre sí; de que no es posible resolverlos sosteniblemente sin al mismo tiempo, hacer algo por el ambiente; de que hay medidas de protección del medio ambiente que no son aceptables porque limitan las posibilidades de una vida mejor para los pobres, o porque originan desocupación y estancamiento económico, o porque dificultan el comercio internacional.

A este punto, las Naciones Unidas crearon la Comisión sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Comisión Brundtland) que recomendó en su informe modificar las relaciones Norte-Sur por lo que hace a medio ambiente y desarrollo, cambiando la manera de ver el desarrollo, el consumo y las formas de vida. Sin embargo, en los últimos años del decenio de 1980 se vio ya claramente que dados la creciente miseria, el hambre persistente, la contracción de la ayuda a los países en desarrollo, la desocupación y los peligros que amenazan al medio ambiente, la reacción internacional que provocó el informe de la Comisión Brundtland era sin duda insuficiente.

Este panorama movió a la Asamblea General de las Naciones Unidas a convocar una segunda conferencia, esta vez sobre ambiente y desarrollo, con la esperanza de que los países miembros encuentren formas de reconciliar las necesidades del desarrollo con los imperativos de la protección del ambiente, y se empeñen al efecto. En mi opinión, lo que discutiremos en la CNUMAD será nada menos que un nuevo orden internacional económico y ambiental, siendo ésta la razón por la que resulta tan complejo y difícil llegar a un acuerdo. Pero, como tantas voces se ha dicho, ésta pudiera ser la última oportunidad para evitar que lancemos irremediable e irreversiblemente nuestro planeta al caos.

Unasylva. ¿Cómo ha respondido la FAO el organismo de las Naciones Unidas al que corresponde la iniciativa en materia de alimentación y desarrollo agrícola, forestal, pesquero, rural en general - a esos cambios de perspectiva y de necesidades de los países miembros?

Mahler. No hay sectores del desarrollo que dependan más del ambiente, y que más influyan sobre él, que los de la agricultura, los montes y la pesca. No sorprende, por lo tanto, que la FAO se haya ocupado de temas ambientales desde sus principios: efectivamente, la Constitución de la FAO preceptúa que la Organización promueva la conservación de los recursos naturales. Desde hace muchos años ha tenido programas de inventarios, de recursos agrícolas, forestales y pesqueros básicos, de asistencia técnica y capacitación en la conservación y aprovechamiento racional de los mismos, así como otros cuya misión fue establecer normas, códigos de conducta y compromisos internacionales para manejar debidamente los recursos.

A este respecto, permítaseme mencionar el Mapa Mundial de Suelos, el Compromiso Internacional sobre Recursos Fitogenéticos, el Código Internacional de Conducta para la Distribución y Utilización de Plaguicidas y, en un frente más amplio, el Programa de Acción para los Bosques Tropicales, la Estrategia para la ordenación y el desarrollo de la pesca y programas asociados, y otros varios programas internacionales.

Quisiera hacer notar que, en el ámbito del desarrollo agrícola, los especialistas forestales llevan más tiempo ocupándose de armonizar ambiente y desarrollo que ninguna otra profesión. Antes de que se generalizara el uso de la palabra ambiente, y ciertamente antes de que se empezara a hablar de desarrollo sostenible, los especialistas forestales de la FAO y de los diferentes países dirigían actividades de conservación y uso racional de los recursos naturales.

Unasylva. Siendo así, ¿qué incitó a la FA O a crear la nueva estructura que usted dirige en su calidad de Subdirector General para el medio ambiente y el desarrollo sostenible?

Mahler. La creación del puesto que ocupo tiene su origen en la firme convicción de los órganos rectores de la FAO de que hace falta abordar de manera integrada e interdisciplinaria el desafío de armonizar ambiente y desarrollo. No que esto sea nuevo para la FAO, en la que ya en 1969 el Sr. Boerma, entonces Director General de la FAO, nombró un Grupo de Trabajo Interdepartamental encargado de los aspectos intersectoriales de la gestión de los recursos naturales y de la conservación del medio ambiente presidido por el Sr. Saouma, actual Director General. Refleja la conciencia de que no bastaba asegurar que cada sector y subsector se enfrentaría con sus correspondientes problemas ambientales. Refleja también la decisión tomada desde el principio de no crear un Departamento del Medio Ambiente como han hecho otras instituciones o gobiernos, porque no creemos que cuando se trabaja en materia de agricultura, bosques, pesca y desarrollo rural, sea posible aislar el medio ambiente como esfera separada de actividad.

Más tarde, ya avanzado el decenio de 1980, se reconoció la necesidad de hacer aún más hincapié en este aspecto, y en 1989 la Conferencia de la FAO adoptó una importante resolución dirigida a intensificar nuestras actividades en este terreno, no sólo en la sede, sino también en los programas de campo, y cooperar estrechamente en los preparativos de la CNUMAD. Mi función es, por consiguiente, dar ano mayor impulso a esas actividades con ayuda de un Comité de Iniciativas, del Grupo de Trabajo Interdepartamental y de una pequeña unidad de coordinación. Quisiera agrega que, en el puesto que ahora ocupo, debo concentrarme más en la agricultura que en los montes.

El camino hacia la CNUMAD

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) se celebrará del 1° al 12 de junio de 1992 en Rio de Janeiro. Según Maurice Strong, Secretario General de la Conferencia, «su principal propósito será colocar los cimientos para una colaboración en el plano mundial de los países en desarrollo con los más industrializados, basada en necesidades mutuas e intereses comunes, para asegurar el futuro del planeta».

La Conferencia, convocada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989, será la mayor reunión al más alto nivel jamás celebrada, con asistencia de unas 30 000 personas y con los gobiernos representados por sus jefes de estado.

Se prevé que la CNUMAD, con el fin de mantener la calidad del medio ambiente y de lograr un desarrollo compatible con el mismo, a la vez que sostenible, trate de:

· la protección de la atmósfera (cambios climáticos, agotamiento de la capa de ozono, contaminación atmosférica transfronteriza);

· la protección de los recursos de tierras (lucha contra la deforestación, empobrecimiento de los suelos, desertificación y sequía;

· la conservación de los océanos y otros tipos de mares y de las zonas costeras, y aprovechamiento racional y desarrollo de sus recursos vivos;

· la gestión ecológicamente idónea de la biotecnología y de los desechos peligrosos (incluidos los productos químicos tóxicos);

· la mejora de la calidad de la vida y de la salud humana;

· la mejora de las condiciones de vida y de trabajo de los pobres mediante la erradicación de la miseria y la supresión de la degradación ambiental.

La Conferencia examinará los elementos del desarrollo que perjudican al ambiente. Tratará de la miseria en los países en desarrollo, de los niveles de crecimiento económico, de las pautas insostenibles de consumo, de la presión demográfica y de las repercusiones en la economía internacional.

Preparativos para la CNUMAD

Los preparativos para la Conferencia se llevan a cabo bajo la supervisión de un Comité Preparatorio (PREPCOM), al que tienen acceso todos los estados miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas, así como organizaciones no gubernamentales. Ya ha celebrado períodos de sesiones en Nairobi, en Ginebra (dos) y en Nueva York.

Qué se espera de la CNUMAD

Se prevé que la Conferencia redacte:

· una carta del planeta que incorpore los principios orientadores que deben regir el comportamiento económico y ambiental de los pueblos y de las naciones para asegurar «nuestro futuro común»;

· el Programa 21, un plan de acción en todas las áreas que afecten la relación entre el medio ambiente y la economía. Se concentrará en el período que media hasta el año 2000, adentrándose en el siglo XXI. Una parte importante del Programa 21 estará dedicada a los bosques. El objetivo global de esa parte será «practicar la conservación y utilización racional de todos los bosques y recursos basados en el árbol para incrementar su aportación al desarrollo socioeconómico global, a la protección del medio ambiente y a la calidad de la vida de los pueblos en el contexto de un desarrollo sostenible». El Programa 21 definirá áreas de acción de los principales programas y determinará los recursos financieros y humanos necesarios para llevar a la práctica esos programas;

· un conjunto de autorizados principios orientadores que no sean jurídicamente vinculantes sobre los bosques;

· una convención internacional sobre cambios de clima, cuya firma propondrá en la reunión;

· una convención internacional sobre diversidad biológica, cuya firma propondrá igualmente en la reunión.

Unasylva. ¿Por qué tanta atención a los sectores no forestales? Y, ¿a cuáles de ellos?

Mahler. En términos generales, el personal forestal ha estado practicando la «ordenación sostenible» desde mucho antes de que se adoptara ese término. Prácticamente toda su tarea lo hace con el medio ambiente y para el medio ambiente. Los problemas ambientales de los montes no suelen tener como causa el personal que los administra, ni la forma en que están ordenados, sino más bien las actividades periféricas. Dicho de otro modo, los problemas ambientales de los montes no son propiamente forestales, sino problemas de la agricultura y el desarrollo rural. Están causados por las exigencias de alimentos y leña para una población rural y urbana siempre creciente, y también por la demanda de tierra agrícola. Están causados por la insuficiente ganancia que reportan los productos agrícolas de exportación, lo que obliga a los países a explotar sus bosques de manera insostenible.

Por todas esas razones propongo concentrarnos en buscar la manera de hacer desarrollo más sostenible la agricultura y el desarrollo rural. Sólo así podremos abordar la solución de la mayoría de los problemas, ambientales relacionados con los bosques. No se contiene la deforestación promulgando leyes o patrullando los montes. Mucho contribuirían a lograrlo programas de reforma agraria que confieran a la agricultura mayor productividad sostenible en los campos ya roturados sin tener que invadir nuevos bosques y nuevos ecosistemas, y que den a los campesinos mejores precios por sus productos. No sirve de nada hablar de biodiversidad, especies amenazadas, etc., pues mientras la especie expuesta a un mayor peligro sea el hombre, y mientras no encontremos la manera de satisfacer sus necesidades básicas, todo lo demás será secundario. A este respecto la FAO convocó una conferencia sobre agricultura y medio ambiente en abril de 1991 en 's-Hertogenbosch, con la cooperación del Gobierno de los Países Bajos. En la llamada Declaración de Den Bosch se formularon estrategias y un calendario para las actividades que condujo a establecer un Marco Internacional de Programas de Cooperación para la Agricultura y el Desarrollo Rural Sostenibles (MIPC/ADRS). Se trata de un marco con nueve elementos cuyos propósitos principales han sido ya suscritos por el Comité Preparatorio de la CNUMAD. No es un plan de la FAO, no es algo que la FAO pueda hacer por sí sola. Es una trama internacional en que encajan diversas actividades paralelas, a cargo de muy diversos responsables, a muy distintos niveles, para seguir estrategias comunes. Entre los componentes principales se cuentan: política y planeación sectoriales, participación popular, gestión de sistemas agrícolas integrales (incluyendo sistemas agroforestales), diversificación del ingreso rural (afecta muy especialmente a lo forestal), así como programas relacionados con la lucha integral contra plagas, con la fertilidad de suelos, con la energía con la tierra, etc. Es un programa amplio para las zonas rurales en que predomina la agricultura; en cierto modo es la contrapartida del PAFT, que se concentra en las zonas en que predominan los bosques.

Unasylva. Aunque el origen de muchas dificultades ambientales esté fuera del bosque, caben al personal forestal ciertas responsabilidades por lo que hace a contener la deforestación y a conservar el medio ambiente. ¿Qué se espera de la CNUMAD que pueda repercutir más directamente en los bosques, como el Programa 21 y los principios forestales orientadores?

Mahler. Tomemos en consideración primero los principios orientadores. La idea de una convención forestal internacional tiene su origen en el grupo de los siete países más industrializados como expresión de su preocupación por la suerte de los bosques tropicales. En ese mismo tiempo se empezaban a preparar una convención sobre biodiversidad y otra sobre el clima. En ambos casos había que tomar en cuenta a los bosques, ya que en éstos se encuentra la mayor biodiversidad y que los bosques y la deforestación juegan un importante papel en la estabilidad del clima. Pero evidentemente esas dos convenciones no abarcarían todo lo referente a los bosques. La ordenación sostenible de los recursos forestales, dados los múltiples beneficios y productos que de ella dependen, no puede ser confiada a grupos designados con una finalidad única. No conviene relegar los bosques y todo el tema forestal a protocolos secundarios de los tan indispensables acuerdos internacionales sobre biodiversidad y clima. Hubo que pensar en un acuerdo internacional paralelo a aquellos.

Pero dado que lo forestal significa gestión de un recurso que siempre queda bajo una u otra jurisdicción nacional, algunos de los gobiernos miembros de la FAO expresaron reservas hacia un acuerdo internacional vinculante que pudiera limitar su derecho legítimo y soberano a utilizarlo para su propio desarrollo. Por esa razón, las sesiones preparatorias de la CNUMAD se limitaron a negociar un conjunto de principios orientadores no vinculantes. Su finalidad es reconocer las múltiples funciones que desempeñan los bosques y comprometerse a manejarlos integralmente de forma que satisfagan a la vez las necesidades ambientales y del desarrollo. Todavía no se percibe claramente si conducirían, en definitiva, a un documento jurídicamente vinculante pero, de todos modos, un acuerdo que los declare principios orientadores sería un buen paso adelante. Los gobiernos podrián empezar a adoptar políticas y programas forestales sin haber previamente suscrito una convención internacional (que se tardaría varios años en negociar, adoptar y ratificar), ya que en los debates y discusiones reconocen la utilidad de ordenar sus bosques de manera sostenible.

A este respecto, corremos el peligro de que, si se prolongan las discusiones sobre las dos convenciones y los principios orientadores, se retrase la formulación y ejecución de programas detallados de acción, así como la asignación de fondos. Afortunadamente, la Declaración del X i Congreso Forestal Mundial y la cooperación de la FAO con la secretaría de la CNUMAD mantienen la atención concentrada en la necesidad de actuar.

Unasylva: Evidentemente la aplicación de las decisiones que tome la CNUMAD tendrá considerables repercusiones financieras. ¿Qué mecanismos se prevén para asegurarle los recursos necesarios?

Mahler. De las discusiones preparatorias para la CNUMAD se deduce que la provisión de fondos dependerá de la preparación de objetivos y programas concretos y de la institución de mecanismos para ejecutarlos. Es el cuento de la gallina y el huevo. Por ejemplo, hubo un momento en que el Grupo de los 77 (los países en desarrollo) se negaron a discutir el Programa 21 mientras no se le asegurara que se dispondría de fondos adicionales - y no simplemente reasignados - para su ejecución. Evidentemente no podemos esperar que los países en desarrollo participen en una acción internacional si no se ponen a su disposición medios adicionales. ¿Podemos esperar que piensen en los cambios de clima, u otros temas por el estilo, cuando algunos de ellos enfrentan hambrunas y a veces no tienen con qué pagar a sus funcionarios a fin de mes? Pero al mismo tiempo los países donantes adujeron que no podrían comprometer fondos sin referirlos a programas bien definidos. Ambos aspectos deben seguir rutas paralelas. En mi opinión, el dinero se materializará si los países se ponen de acuerdo sobre estrategias bien definidas y programas concretos.

No me atrevo a especular si habrá uno, dos o tres fondos para otras tantas convenciones y, además, un «fondo verde». Pero afirmo que muchos de los fondos necesarios pueden provenir de unos términos de intercambio mejores. Otros fondos pueden venir a través de la maquinaria existente siempre que se introduzcan en ella ciertos cambios de objetivos, políticas y estrategias. Así parecen indicarlo algunos acontecimientos relacionados con el PAFT.

Perfil del Sr. P.J. Mahler

Con el nombramiento en la FAO del Sr. Philippe J. Mahler al puesto de Asesor Especial del Director General y Subdirector General para el Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible, culmina una carrera de más de 30 años dedicada al desarrollo sostenible y al servicio internacional.

Al terminar sus estudios en el Instituto Nacional Agronómico y en la Escuela Superior de la Agronomía Tropical, en París, el Sr. Mahler, ciudadano francés, inició en 1957 su carrera internacional en Marruecos, como especialista en suelos de la Oficina de Investigaciones Científicas y Técnicas de Ultramar (llamado ahora Instituto francés de investicació cientá para el desarrollo de Africa). Su primer trabajo en la FAO tuvo lugar en 1961, año en que participó en un estudio de suelos que se llevaba a cabo en el norte del Brasil. En el curso de los diez años siguientes, el Sr. Mahler trabajó en proyectos de desarrollo agrícola y evaluación de recursos de tierras de la FAO en Líbano, la República Islámica del Irán y Argelia.

En 1970, cuando se iniciaron los preparativos para la Conferencia de Estocolmo sobre el Ambiente Humano, el Sr. Mahler fue nombrado Oficial Superior de Recursos Naturales y Ambiente Humano, puesto que conservó después de la Conferencia de Estocolmo. Condujo ésta a la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y al fortalecimiento de las actividades de la FAO relacionadas con problemas de recursos naturales y medio ambiente en materia de alimentación, agricultura, pesca, bosques y cooperación FAO/PNUD.

En 1976 fue designado Secretario Ejecutivo del Comité Asesor Técnico (CAT) del Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (GCIAI). Al cabo de seis años pasó a ser Director de Gabinete del Director General de la FAO. Tres años más tarde, el Sr. Mahler volvió a trabajar en el programa de campo de la FAO, en calidad de Asesor Especial del Subdirector General del Departamento de Desarrollo.

En 1990, respondiendo a las instrucciones que recibiera de la Conferencia de 1989 en el sentido de intensificar las actividades relacionadas con protección del ambiente y la promoción del desarrollo sostenible, el Director General de la FAO, Edouard Saouma, destinó al Sr. Mahler al puesto que ahora ocupa

Unasylva. Para terminar, ¿qué función desempeñarán los montes y los especialistas forestales en el futuro de la tierra después de la CNUMAD?

Mahler. Preveo un papel cada vez más importante para los bosques y los especialistas forestales. Por supuesto, siempre habrá el clásico técnico forestal encargado de evaluar, vigilar y ordenar los recursos forestales, ya sea naturales que de plantaciones, destinados principalmente a la producción de madera y derivados. En este aspecto, siempre han demostrado competencia y sensibilidad para con el medio ambiente. Pero igualmente importante será el papel que desempeñen para «reverdecer al mundo». Este reverdecimiento deberá hacerse prevalentemente a base de árboles, por lo que corresponderá a los especialistas forestales dirigir los programas de reforestación que será preciso emprender. Todo el caudal de datos existentes sobre qué plantar, cuándo, dónde y cómo hacerlo, está en sus manos. No puede ser sustituido por buena voluntad y preocupación por el medio ambiente, por muy sinceros que sean. Por supuesto que no todos los árboles serán plantados por técnicos forestales, pero harán falta sus orientaciones y consejos. También a ellos les corresponderá manejar la enorme cantidad de semillas, plantones, viveros, etc. que se necesitarán. Y, tal vez lo más importante, la reforestación deberá ser ecológicamente planeada y mantenida, económicamente viable y socialmente aceptable, todo lo cual entra en el dominio de lo forestal.

La profesión forestal tendrá también que asumir una función más amplia y diversa en el ambiente rural, en el que ya no se habla de bosques, sino de árboles. Tendrán que desempeñar un papel más activo en los proyectos de ordenación de recursos múltiples. En muchos programas de desarrollo tendrá que haber un técnico forestal junto a todo un conjunto de especialistas en ordenación, hidrólogos, agrónomos, etc. Los propios especialistas forestales tendrán que tener una formación diferente a la de sus antecesores; tendrán que ser agroforestales, una especie de híbrido que sepa tanto de ciencias agrícolas como de las forestales. Esto repercutirá en modo significativo en los programas de enseñanza de agronomía y ciencias forestales.

Es en este aspecto en el que la FAO tiene una ventaja comparada con otras entidades, ya que nosotros enlazamos la agricultura con la silvicultura. Sería un desastre aislar lo agrícola de lo forestal. Sólo con la agricultura y la silvicultura en la misma institución se pueden hacer los cambios apropiados para que todo funcione concertadamente y se obtengan la máxima productividad y estabilidad del ambiente.


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